Harry Potter Cita a Ciegas. [Drarry]

Cita a Ciegas.
Personajes: Harry Potter/Draco Malfoy.
Actividad: The ship has sailed! (2024)

__________________________

Harry Potter y Draco Malfoy son dos nombres que evocaban rivalidad y conflicto en los pasillos de Hogwarts cuando ambos estudiaban ahí; ahora, tras unos años después de guerra, se encontraban sentados en una mesa de un restaurante muggle, un sitio que ninguno imaginó pisar nunca y con una compañía de lo más irreal. Sumidos en una cena incómoda, organizada por sus amigos como un broma y presentada a ambos magos como una inocente “cita a ciegas”. Y, a pesar de estar rodeados de desconocidos, la tensión entre ellos era palpable.

Harry jugueteaba nerviosamente con los cubiertos, la comida aún no llegaba y no encontraba otro modo de mantenerse ocupado sin mirar al rubio frente a él; mientras, Draco observaba con desdén la decoración minimalista del lugar, no era un restaurante lujoso y, para rematar, era un restaurante muggle, con el ceño fruncido se preguntó ¿Qué hacía en ese sitio? No entendía cómo había terminado ahí. Ambos fuera de su zona de confort y en una situación tan irreal, que pensaron que en cualquier momento podrían despertar de ese terrible sueño.

Pero no era un sueño. Era su realidad.

Harry Potter y Draco Malfoy estaban en una cita, dentro de un restaurante muggle y sin nada de qué hablar.

—Esto es ridículo.

Soltó Harry después de un rato. La comida se estaba tardando y la jarra de agua estaba por terminarse, seguir fingiendo que sus bebidas eran mucho más deliciosas e interesantes que mirarse a los ojos empezaba a resultar ridículo e insultante para ambos.

—Creo lo mismo. Este lugar es totalmente ridículo.

—No, esto —el moreno hizo claras señas para referirse a ambos. El Malfoy levantó su rubia ceja.

—Tu eres ridículo.

—Vamos, Malfoy. Hagamos esto más fácil para ambos. Cenemos, platiquemos y al final de la noche nos separamos como gente civilizada, fingiendo que esto nunca paso.

Draco lo miró fijamente, haciendo una mueca de estar sopesando los pros y los contras de aquel trato. No encontró ninguna falla, sería civilizado y podría tener una cena decente -si es que el mesero no se tardaba otra media hora en traer dos sencillos platillos-, lo mejor era que nadie tendría que saber lo que había pasado… ¡Una cena con Harry Potter! Podía escuchar a sus ancestros burlándose de él. La conversación comenzó de manera torpe, con comentarios superficiales sobre el clima y el tráfico de Londres, aunque ninguno de los dos lo había vivido, habían llegado por aparición a unas cuantas calles de aquel restaurante, pero siempre era bueno una conversación estúpida a quedarse callados. Fue en el transcurso de la cena, con sus platos ya servidos, que descubrieron que tenían más en común de lo que habían imaginado.

Entre platos de comida exótica y sorbos de un extraño y carísimo vino muggle que el mesero les ofreció, Harry y Draco compartieron anécdotas de su infancia en Hogwarts, recordando viejas disputas y momentos de camaradería que nunca habían reconocido en público. Draco descubrió que él había sido el primer niño mago con el que Harry había hablado y Harry entendió la gran falta que había cometido al haber rechazado aquel apretón de manos, en un punto de vista mágico. Ambos se sorprendieron mucho más al descubrir todas las similitudes en sus vidas después de la guerra, luchando por encontrar su lugar en un mundo que aún se estaba recuperando de las cicatrices del pasado; Harry, quien no sabía qué rumbo tomar de su vida después de haber puesto esta misma al borde de la muerte por el mundo mágico y Draco, quien tampoco sabía a dónde dirigir su camino una vez su apellido hubiese quedado tan manchado por culpa de su padre. Todos en el Reino Unido Mágico esperaban cosas de ambos, tanto los extraños como sus amigos íntimos y ninguno se sentía con la fuerza de poder lograr lo mínimo esperado.

A medida que la noche avanzaba, la tensión inicial entre ellos se disipaba lentamente, dejando paso a una complicidad que ninguno de los dos había esperado. No solo sus vidas iban por caminos desconocidos para ambos, también compartían gustos similares en música y tenían opiniones sorprendentemente parecidas sobre la política del Ministerio de Magia. Claro que no todo era color de rosa y gran parte de la noche se dedicaron a tener una acalorada discusión acerca del mejor equipo de Quidditch de Inglaterra, pero aún con eso, la noche se volvió de incómoda a pasable y terminó siendo agradable.

Cuando llegó el momento de despedirse, ninguno de los dos, para sorpresa de ambos, estaba listo para que la velada terminará. Se miraron con una mezcla de incredulidad y diversión, conscientes de lo extraño que era que dos enemigos de toda la vida hubieran encontrado una conexión tan inesperada en el mundo muggle.

—No fue tan horrible como se esperaría de una cita con Harry Potter…

Ambos soltaron una risa divertida y, después de un largo rato mirándose en silencio, Draco suspiro, dispuesto a alejarse unas cuantas calles para aparecerse en la puerta de su mansión; fue Harry quien, antes de que el rubio pudiera despedirse, propuso salir otra vez, una idea que Draco aceptó de inmediato, haciendo avergonzar a ambos jóvenes.

—Pero nunca más en este lugar.

Harry soltó una risa. Era increíble pero podía imaginarse en otra cita con Draco Malfoy en tantos otros lugares, que probablemente jamás volverían a pisar ese restaurante de nuevo.

O quizá sí.