Título: Chessmate Fandom: Pokémon Rol Championship Palabras: 1398 Summary: Unos conocidos se reunen a conversar y jugar ajedrez. Advertencias: Me hubiese gustado haber desarrollado más la idea; llevaba rondando por mi cabeza ya bastate tiempo, pero lo he escrito a las prisas y ha quedado tosco xD Y ya saben que me encanta poner excusas (?) Fic para el juego "Serpientes y escaleras". Chessmate —Jaque Mate. Las palabras resonaron un segundo en la sala, a la par que el sonido de la pieza de ajedrez haciendo contacto con el tablero. Aquella frase, junto con el caballo arrinconando completamente al rey enemigo, dictaron el final de la partida. —Admito que al principio me encontraba renuente a venir —continuó hablando el chico, mientras pasaba su mano por su cabellera castaña; acto seguido, procedió a sacar un bolígrafo de uno de los bolsillos de su chaqueta—, pero sin duda ha sido una excelente idea. —El rumbo que tomó el día fue ciertamente inesperado —respondió su interlocutor, empleando un tono sereno y agradable—, se supone que trataríamos un tema importante, y henos aquí, teniendo una partida de ajedrez. También él tomó un bolígrafo de su chaqueta negra y, con fluida caligrafía, anotó la última jugada de la partida en la hoja que tenía frente a él. En ella aparecían palabras como “Dh6” “Ac4” “Cf8++” entre otras, todas propias de la notación del juego. Después, procedió a marcar una fina línea en otra parte de la hoja, donde se podía leer claramente la leyenda: “Hubert: I / Tablas: II / Ian: II” —Y lo hemos tratado —respondió el entrenador de Ho-oh, sonriendo ligeramente—. Ha sido una plática interesante de nada menos que 4 horas. Hubert sonrió para sí mismo, recordando el momento en que, vía holomisor, había contactado a Ian para hablar de un asunto “sumamente importante”, de cuál necesitaban tratarlo en persona. A Ian no le hizo demasiada gracia al comienzo, y no hizo más que empeorar cuando descubrió el lugar donde el entrenador quería que se celebrase la reunión: En su biblioteca familiar, “Sócrates”, ubicada en Kalos, aludiendo a que había acudido allí a buscar cierta información sobre la energía vital. Aunque la negociación fue extenuante, al final el chico accedió a acudir al lugar, cuando se confirmó que el tema era acerca de la misteriosa Tau, el mundo espejismo, y el equipo Gamma en general. ... —Ya estoy aquí —se limitó a decir cuando entró a la biblioteca y la campana de la puerta hizo su característico sonido; había llegado poco antes de las diez de la mañana, como se le había citado. Incluso para él era una verdadera sorpresa el que llegase a tiempo. El bibliotecario sonrió al verle, y le indicó un lugar para que se sentase. Lockhart asintió y se dejó caer en aquel rústico, pero bien cuidado sofá. Durante unos segundos, examinó cuanto le rodeaba: Cientos de estanterías repletas de libros de diversas índoles se encontraban imponentes frente a él, y a la distancia, podía ver un sencillo mostrador. Hubert se sentó en otro sofá, idéntico al primero, y separados ambos por una sencilla mesa de caoba. —Supongo que primero debo informarte sobre la existencia de los llamados “Informes de Tau” —anunció Hubert, poniendo sobre la mesa unas cuantas hojas, repletas de texto escrito a mano—. Al parecer, estos informes pertenecen a alguien conocida como Tau, de la que escuchamos hablar a Iota en aquella ocasión en el Núcleo espejismo. No sé mucho sobre ella, pero a juzgar por lo que hay escrito en el informe, esto puede ser verdaderamente serio. —Anda, así que “informes de Tau” —respondió el castaño, con soberbia—. ¿Así como… estos? —golpeó entonces la mesa con un una pila de papeles, al menos tres veces más grande que la de su amigo, y un cuaderno de dibujo—. Parece ser que no soy el único que ha encontrado estos papeles, entonces. El entrenador originario de Kalos se quedó en silencio unos segundos. No se le había pasado por la mente la idea de que Ian tuviese en su poder más de estos informes; si le había llamado, era por su cercanía con Iota, que a su vez al parecer tenía una conexión con Tau. —Bueno, bueno, parece que te comió la lengua un Shinx —continuó el chico, desviando su mirada hacia los rincones de la librería, cuando algo llamó su atención—. ¿Qué te parece si acompañamos la charla con una partida de ajedrez? —señaló entonces lo que sus ojos habían captado: un tablero de ajedrez ubicado sobre un montón de cajas. Al parecer, Hubert y su padre solían jugar de vez en cuando para relajarse. Como Arend solía decir, “La mente es el músculo más importante, y hay que estimularle constantemente”. —Me parece una buena idea —respondió el chico—, después de todo, una partida estimulará nuestras ideas. El tablero rápidamente fue puesto sobre la mesa y las piezas se colocaron en su lugar, listas para ser jugadas. Durante las primeras dos partidas, se dedicaron a jugar al mismo tiempo que mantenían la conversación sobre la información que los informes contenían y formulaban hipótesis sobre lo que podía significar todo ello. Después, el tema quedó zanjado a falta de más puntos a debatir, y porque ambos se encontraban demasiado centrados en el juego. Las primeras partidas, las más rápidas, terminaron en Tablas, y fue Hubert quien, en el tercer enfrentamiento, logró conseguir la ventaja. Había estudiado a su rival lo suficiente para saber que le gustaba jugar tranquilo al principio, y tomar el ritmo de la partida poco a poco, hasta desembocar en violento final. En resumen, construía su ventaja poco a poco, capitalizándola en la fase final. En aquella partida, Hubert intercambió una gran cantidad de piezas con Ian en los primeros turnos, el cual, poco acostumbrado a jugar de esa manera, fue derrotado en el turno 37. Un Alfil había terminado con la racha de empates. —Supongo que te subestimé —resopló el castaño, anotando la victoria de Hubert. Las siguientes partidas demoró al menos 8 minutos por movimiento, analizando las posibles jugadas una y otra vez. Con esfuerzo, logró ganar las dos siguientes partidas. … —Sí, tienes razón —respondió Hubert—. Creo que es momento de que demos esta reunión por terminada. Has llegado en la mañana y sin embargo en estos momentos la noche ya está cayendo —miró el reloj que colgaba de la pared. Eran las ocho de la noche, así que habían estado jugando durante diez horas. Cada partida, en promedio, había tomado dos horas. — ¡Basura; hemos dicho que jugaríamos nueve partidas, y las nueve jugaremos! —a Hubert le extrañó ver a Ian comportarse de esa manera, pero al final se limitó a suspirar y reír. —Supongo que tienes razón, los hombres no deben romper los acuerdos que han hecho. Pero, en todo caso, estamos demorando demasiado por partida. >>Creo que tengo la solución a nuestro problema —exclamó, llevándose la mano al mentón, y dirigiéndose a una de las estanterías del fondo, donde podían verse títulos como “El alma del caminante”, “Crímenes perfectos, volumen 1” y “A Kappa y espada: 1001 chistes malos sobre Galeia” entre otros. El chico, sin embargo, pasó de todos ellos y en su lugar comenzó a subir sobre la gran escalera que estaba recargada sobre la estantería. —Estoy seguro que por aquí tenemos algunos relojes de ajedrez —exclamó, rebuscando en la parte más alta del estante—. Mi padre y yo no solemos utilizarlos mucho, por lo que los tenemos guardados, pero siempre están aquí, por si les necesitamos en cualquier momento. >>¡Aquí están! —exclamó, al encontrarlos dentro de una caja, sobre otros objetos diversos—. Con 20 minutos para jugador debería ser suficiente. Así, las partidas serán mucho más cortas —tomó uno de los relojes entre sus manos y colocó su mano en una pequeña rueda giratoria en la parte posterior del mismo. Con un sonoro “clic”, el reloj quedó finalmente ajustado. —Bueno Ian, es hora de continuar con nuestras partidas —bajó la escalera y de un giro, enfocó su mirada en la mesa. Sin embargo, Ian ya no estaba allí, al igual que los informes y el cuaderno que había traído. Y la puerta de la biblioteca se movía de un lado para el otro, señal inequívoca de que el chico había salido en ese instante. Su confusión fue mayor cuando vio que, en la hoja de resultados, las partidas restantes estaban todas anotadas a favor de Hubert. … Ian caminaba a paso apresurado por las calles frías de Kalos, con rumbo a Galeia; la sola mención de un reloj para la partida le había producido escalofríos. Acto seguido, tomó la decisión más rápida que había hecho en todo el día: No había manera de que ganase esas partidas.
Me parece una total falta de respeto que este fic no tenga comentarios, así te lo digo. Y también que esta pareja no tenga más momentos juntos porque son super shippeables y ambos son daddy asf, qué decir. Me encantó este fic Juanjo, de verdad te lo digo, Ian me super encanta como personaje (de verdad, too mucha daddy i can't even resist) y Hubert es tan diferente y tan parecido al mismo tiempo. Mientras que Ian es orgulloso, Hubert es super tranquilo y paciente, pero ambos son super inteligentes y tendrían unas conversaciones impresionantes, la verdad. ¡Y ambos juegan al ajedrez! A mi el ajedrez me fascina, y sé jugar un poquito aunque hace mucho que no pruebo, pero creo que se demuestra mucho de una persona en una partida de ajedrez. Eso sí, el toque final me ha encantado, me he reído bastante. Maldito Ian, como huye cuando no le conviene la vida, ¿eh? xDD pero así lo queremos <3 Me gusta mucho lo que escribes Juanjo, ojalá leerte más y no tardarme un año en comentarte, también ><