One-shot Cheeks pink in the twinkling lights [Gakkou Roleplay | Joey x Emily]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 3 Noviembre 2024 a las 6:54 AM.

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    Amane

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    Escritora
    Título:
    Cheeks pink in the twinkling lights [Gakkou Roleplay | Joey x Emily]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2844
    n/a: bueno, esta idea se me ocurrió de la manera más random posible una noche y tuve que apuntármelo todo fast and furious en whatsapp para que no se me olvidara, and the funny thing is que escribí: "joey y emi, tienda de conveniencia, picnic" and it worked (?) anywayyy, pues nada, solo me gustó mucho la idea y disfruté mucho escribiendo este fic en general, porque además Emi y Joey es como una de esas ships que tuvo su momento in rol y no tiene mucho futuro per se, pero a mí igual me gustan mucho so every now and then pienso en ellos JAJAJA y aquí estamos (?)

    Another fun fact que a nadie le interesa (?) De primeras pensé en usar una canción de Sabrina, del último álbum, pero es que la señorita solo escribe canciones horny o depresivas y, claro, no pegaba JAJAJA so i was a bit in crisis de qué canción ponerle, but then duchándome me acordé de esta y me pareció que pegaba bastante bien. I mean, de las 31 canciones que tiene TTPD es muy probable encontrar alguna que pegue con cualquier escrito, basically (?)

    Y YA ME CALLO, MADRE MÍA. Solo queda por llamar a mi bebi bonita, que espero que me siga soportando con los cincuenta mil fics que tengo pensados con sus personajes :D Gigi Blanche





    And in a blink of a crinkling eye
    I'm sinking, our fingers entwined
    Cheeks pink in the twinkling lights
    Tell me 'bout the first time you saw me

    .emily hodges.
    .joey wickham.

    Dejé salir un suspiro pesado mientras volvía a sentarme en la silla que tenía detrás, intentando hacerme algo de aire al abanicarme con ambas manos. Estaba siendo una misión imposible, sin embargo, porque hacía un calor horrible incluso si eran apenas las nueve de la mañana. Era un verdadero coñazo tener que trabajar en pleno agosto, pero… bueno, era lo que había; al menos me pagaban bien.

    Estaba distraída revisando el cambio de la caja registradora cuando el siguiente cliente entró a la tienda, por lo que solo le dediqué una mirada de reojo que no me reveló ningún detalle sobre su identidad. No fue hasta que se acercó al mostrador para pagar lo que había comprado que finalmente descubrí de quién se trataba… aunque para ser honesta, yo seguía tan dormida que necesité una ayudita extra para poder darme cuenta.

    —¿Emi-chan?

    —¿Senpai?

    No supe definir quién de los dos sonó más sorprendido, si Joey o yo, y la realidad era que no podía culparnos a ninguno de los dos.

    —¿Trabajas aquí, Emi-chan?

    —¡Sí! Solo en verano, eso sí. Es para poder ayudar a mis padres a pagar la universidad… —expliqué, aunque en realidad no había necesidad de dar tantos detalles—. ¿Y tú, senpai? ¿Vives por esta zona o…?

    —Nah, vengo de visitar a una amiga —contestó, haciendo un gesto con la mano para no darle importancia.

    No pude evitar alzar una ceja al recibir su respuesta, en un claro gesto de incredulidad. Siendo lo temprano que era, solo había dos opciones plausibles: o había venido a visitar a esa amiga a las seis de la mañana… o había pasado la noche en casa de una chica. No era de mi incumbencia, claro, pero me hacía algo de gracia que pretendiera engañarme con algo que era conocimiento común para toda la escuela.

    —¿Y esa amiga tuya no te ha dado el desayuno? —cuestioné, ligeramente divertida, mientras empezaba a escanear los productos que había traído (un café frío y un sándwich).

    —Estaba durmiendo y no he querido molestarla. ¡Soy todo un caballero, Emi-chan!

    —Ah, claro, ¿cómo he podido olvidarme? —me burlé de manera inocente, antes de extenderle su compra—. Son 468 yenes, senpai.

    Joey sacó unas cuantas monedas de su bolsillo e hicimos el intercambio correspondiente. Insistió en que me quedase con el cambio cuando intenté devolvérselo y, tras no tener más remedio que aceptarlo, ambos nos quedamos en silencio un par de segundos. No había entrado ningún nuevo cliente, pero supuse que el chico tendría otras cosas que hacer y que se iría después de realizar su compra; no fue el caso, sin embargo, así que no pude evitar ladear la cabeza en un claro gesto de curiosidad al poco rato.

    —Emily, por cierto…

    —¡Emi-chan! ¡Buenos días por la mañana!

    Joey había tenido muchas claras intenciones de decirme algo más, pero el pobre acabó siendo interrumpido por una nueva voz masculina que se abrió paso en la tienda. Tuve que hacer un esfuerzo enorme por reprimir las ganas que me entraron de rodar los ojos, pero al final lo conseguí y, en su lugar, fui capaz de formar una sonrisa amable que nada tenía que ver con lo que en realidad estaba sintiendo.

    >>¿Algún problema? —cuestionó el encargado una vez llegó a nuestro lado, probablemente notando que me encontraba más relajada que con cualquier otro cliente.

    —No, no —aclaré, de manera algo apresurada—. Senpai es un compañero de la escuela y hemos estado hablando un poco, ya que hace bastante que no nos vemos.

    —Ah… Bueno, cuando acabes, ve al almacén para empezar a reponer lo que falte, ¿vale?

    Asentí con la cabeza, manteniendo la sonrisa ilusionada en todo momento, y no fue hasta que el hombre se alejó en dirección a su despacho que dejé salir el resoplido que había querido soltar desde el inicio. Me sentía lo suficientemente cómoda en presencia de Joey, así que en ningún momento pretendí seguir disimulando que aquel era mi trabajo ideal cuando nos quedamos solos, y supuse que él también sacó sus propias conclusiones del intercambio que acababa de presenciar, pues me pareció notar algo diferente a lo normal en la sombra de su mirada. No lo supe definir y, de todos modos, el chico recuperó la expresión risueña en cuestión de segundos; yo hice lo mismo, ya que tampoco pretendía meter al pobre chico en mis problemas.

    —Solo cinco horas más y soy libre… —le dije al final, sonriendo con suavidad—. Perdona, tengo que ir ya que si no me regaña. ¡Ha sido lindo verte, senpai! Ya nos veremos, ¿sí?

    Me despedí de él con cierta rapidez, no queriendo quitarle más tiempo de su día, y me alejé hacia el almacén para cumplir con la tarea que me habían encomendado. El resto del día pasó sin penas ni glorias, con una cantidad de clientes bastante decente, y a las dos de la tarde ya llevaba un buen rato preparada para salir del trabajo. Era bastante tarde, pero si me daba algo de prisa y tenía un poco de suerte, llegaría a casa sin morirme de hambre por el cami…

    —¡Emi-chan!

    —¿Senpai?

    Sí, yo también estaba teniendo una sensación de deja-vu. ¡Pero es que Joey estaba ahí! Se suponía que se hubiera ido a su casa hacía cinco horas, ¿qué hacía ahí plantado… esperándome? Estaba a un par de metros de la tienda, pero estaba tan enfrascada en la ruta que me quedaba por delante para llegar a casa que casi ni me había dado cuenta de su presencia. Y quien decía casi, decía que no lo había visto y por eso había tenido que llamarme, probablemente.

    >>¿Qué haces aquí?

    —¿Te gustaría almorzar con tu senpai~?

    En ese momento bajé la vista a sus manos y me di cuenta que venía cargado con dos bolsas en ambas, lo que hizo que la sorpresa que estaba sintiendo hasta ese momento fuera todavía más evidente. Asentí con la cabeza, aun así, porque la realidad era que sí que me gustaba la idea de almorzar con él, y la sonrisa que se le plantó en el rostro fue de una alegría tan genuina que me fue simplemente imposible imaginar que el plan no le hacía ilusión de verdad. Empezamos a caminar juntos, pues, y el chico me preguntó si conocía algún parque cercano donde pudiéramos hacer un picnic; por suerte sí que conocía la zona bastante bien, así que pude guiarlo hacia un parque donde íbamos a poder estar tranquilos, pues se podía estar sobre el césped y estaba lo suficientemente lejos de la tienda como para evitar cualquier posible interrupción.

    —¿Has preparado tú todo esto…?

    Tuvimos la suerte de encontrar una zona de césped sin ocupar que era lo bastante grande como para extender todo lo que traíamos y, lo más importante, que estaba justo bajo la sombra de un árbol enorme. Acomodamos la manta entre ambos y después, una vez estuve sentada sobre la tela, el chico empezó a sacar un montón de comida diferente para posicionarle entre nosotros. Se notaba que era comida casera, especialmente para alguien como yo que también cocinaba a menudo, y por supuesto me quedé mirándolo con admiración porque… ¿cuándo había tenido el tiempo y las ganas de hacer todo eso? ¿Y lo había hecho… para mí?

    Of course! No he tenido todo el tiempo que hubiera querido, entre que he ido a casa y he vuelto, ¡pero ya verás, Emi-chan! ¡Te va a encantar todo! Soy un cocinero excelente, mark my words.

    Y vaya que sí lo era.

    La comida que había preparado estaba tan rica que casi no le hablé durante el rato que estuvimos almorzando. Bueno… me daba un poco de vergüenza admitirlo, pero fui yo la que acabó con prácticamente toda la comida dispuesta. Me comporté como si no hubiera comido en siglos… ¡pero en mi defensa! Sí que había tenido que sobrevivir toda la jornada con lo que había desayunado bien temprano y unos míseros onigiris que me pude tomar a media mañana, así que…

    —Oh, lo siento, senpai… estaba todo tan delicioso que sentía que no podía parar de comer…

    —Te dije que soy un cocinero excelente~ —canturreó, aparentemente demasiado orgulloso por ese hecho como para preocupar por mi supuesta falta de respeto—. ¡Y traigo postre, por supuesto! —exclamó apenas un rato después, sacando de las bolsas una cajita con napolitanas de chocolate—. No son míos, pero sí son de mi panadería favorita, ¡así que son Joey’s approved!

    —Me mimas demasiado, senpai —comenté en un ligero tono de broma, no sin antes haber dejado salir una risilla divertida.

    —Para nada, kohai~

    Negué un poco con la cabeza, la sonrisa que se había depositado en mis labios adquiriendo un leve tinte avergonzado al escucharlo llamar así, y no tardé en hacerme con unas de las napolitanas para probarlas. Por supuesto, también estaban buenísimas, por lo que le di mi aprobación con un gesto de OK con la mano, antes de seguir comiendo junto a él.

    —¡Tengo una idea, senpai!

    Había pasado un buen rato desde que habíamos terminado de comer y recoger lo que habíamos ensuciado, y la realidad era que yo no quería que aquella quedada terminase todavía, así que me quedé pensando cómo podríamos entretenernos después de haber estado descansando tras la comida. Estaba tan concentrada en eso, de hecho, que ni siquiera me di cuenta hasta más tarde que el chico había empezado a juguetear con mi pelo de manera distraída.

    —¿Mmh?

    —Podríamos jugar a ‘Kiss, Marry, Kill’ con gente de la escuela.

    —¡Vale! Empiezo yo. Kiss, Marry, Kill: Ali-chan, Kitty Kat y el senpai más atractivo que conoces, aka, me~.

    El chico apenas me dio tiempo a decir algo antes de adelantarse con sus opciones, habiéndose erguido para mostrar que se estaba tomando el juego en serio, y yo no pude evitar reírme un poco tras la confusión inicial, tanto por la rapidez de su reacción como por la elección que me presentó. Se le notaba desde kilómetros la expectativa por mi respuesta y, claro, como su presencia solía ser tan mala influencia para mí, no tuve ningún reparo en hacerme la interesante y tardar bastante más de lo necesario en tomar una decisión.

    —Besaría a Welsh-senpai, porque nunca lo he hecho, y como cocinas tan bien, voy a tener que casarme contigo. Y Akaisa-senpai…

    —R.I.P. Kitty Kat…

    Joey intentó sonar afligido al decir aquello, pero fue incapaz de mantener la fachada por más de dos segundos. Me daba la sensación de que estaba demasiado contento de que lo hubiera elegido como posible marido como para importarle los posibles sentimientos de la Katrina ficticia, y aunque a mí sí que me daba algo de pena tener que haberla renegado a la peor opción… bueno, el buen humor de Joey era demasiado contagioso y yo también había acabado sonriendo como si nada.

    —No le digas nada, ¿eh? —le pedí, de todos modos, y él hizo como que se cerraba los labios con una cremallera y tiraba la llave—. ¡Me toca, entonces! Y vas a tener que elegir entre Welsh-senpai, Akaisa-senpai y yo, también. ¡No puedes quejarte! ¡Es tu culpa!

    —Ninguna queja, señorita~. ¡Y es muy fácil, mira! Beso para Kitty Kat, boda para Emi-chan y bye-bye Ali-chan.

    —Hablo en serio, senpai… —me quejé, haciendo un pequeño mohín con los labios, y Joey se mostró genuinamente confundido, como si de verdad creyera que podía colarme aquella mentira—. ¿Me estás diciendo que matarías a Welsh-senpai, que es tu mejor amiga? ¡No te creo ni un poquito! De hecho, ahora mismito le voy a mandar un mensaje y le voy a preguntar si le parece bien que hayas elegido…

    Okay, fine.

    Mientras lo amenazaba, había hecho el amago de sacar mi teléfono móvil del bolso, y si bien debía ser obvio que solo estaba bromeando, el teatro fue más que suficiente para que Joey se tornara repentinamente serio. Es decir, estaba convencida que él también solo me estaba siguiendo el rollo por seguir bromeando, pero… ¡era divertido, aun así!

    >>Me caso con Ali-chan, of course, she’s the best! Así que el beso tendría que ser para ti, claro, y… R.I.P. Kitty Kat. Por cierto, no le digas a Ali que he querido matarla.

    Imité su gesto de la cremallera en los labios y poco después dejé salir una nueva risa divertida. Ahora los dos compartíamos un secreto muy importante y la vida de ambos dependía del otro… ¡era hasta un poquito emocionante y todo! Sea como fuere, seguimos jugando un buen rato con diferentes compañeros del Sakura, aunque en algún momento fuimos mutando hasta acabar jugando con celebridades y personajes ficticios también. Nos entretuvimos tanto con eso, así como con algunas otras preguntas intermedias, que ni siquiera di mucha cuenta cuando se nos hizo tan tarde; me quise despedir al percatarme de la hora, pero Joey insistió en acompañarme hasta casa y… bueno, quién era yo para rechazar tan amable oferta, ¿cierto? Así que seguimos hablando en el trayecto del tren y un poquito más, hasta que alcanzamos la esquina que daba a mi calle y obligué a Joey a pararse al haberlo hecho yo primero.

    —Ah, senpai… gracias por acompañarme, pero creo que mejor sigo sola. Mi casa está ahí, ¿ves? Es que no quiero que mis padres me vean llegando con… un chico… —bajé el tono de voz de manera considerable al decir aquello último, avergonzada por las implicaciones que podía llegar a hacer entender incluso si yo sabía que no había nada de lo que mis padres deberían preocuparse.

    —Claro, Emi-chan. Pero entonces… deja que te dé esto antes de irte.

    Levanté la vista con el ceño algo fruncido, sin entender muy bien a qué se estaba refiriendo el muchacho, y al dar con su rostro, lo siguiente que supe es que sus labios estaban unidos a los míos. El gesto me pilló desprevenida y, aun así, no opuse ninguna resistencia al recibirlo. ¿Cómo iba a hacerlo? Por mucho que hubiera querido disimularlo durante toda la tarde, yo misma estuve pensando en que quería besarlo desde que me había venido a recoger en la tienda. Le cedí todo el control y espacio que quiso, y sentí como su mano se colaba por mi cintura mientras profundizaba en el beso; el mismo no fue especialmente intenso ni extenso, pero consiguió dejarme con la cabeza ligera una vez tuvimos que separarnos.

    >>Nos vemos, Emi-chan~ —soltó tras alejarse otro paso, como si nada hubiera pasado, y el movimiento me hizo ser muy consciente de la falta de calidez que había dejado en mi espalda.

    —Mhm —fue todo lo que pude murmurar, asintiendo también con la cabeza, aunque… Dios sabría lo que me había dicho, porque yo no había registrado nada de nada.

    Me despedí con un gesto rápido de la mano y me alejé por la calle en dirección a mi casa, echando solo un último vistazo hacia su figura cuando estuve a punto de cruzar la puerta externa. Se había quedado esperando hasta ese segundo, por supuesto, y volví a dedicarle un saludo tímido antes de prácticamente huir hacia dentro. Cuando crucé el umbral de mi casa, sin embargo, no pude hacer nada para reprimir la sonrisilla risueña que se fue apoderando de mis labios.

    Al final… había tenido un día maravilloso, ¿verdad?
     
    Última edición: 4 Noviembre 2024 a las 12:14 AM
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