Celos (Robin & Chopper)

Título: Celos
Fandom: One Piece
Personajes: Chopper, Robin, y los demás Sombreros de Paja.
Palabras: 656
Rating: K
Summary: Al verlos divertirse en el mar, Chopper no podía evitar los celos.
Advertencias: Situado después de Thriller Bark, pero sin nada de spoilers.





Él sabía que no debería sentirse celoso de ellos, pues los celos eran malos. Sabía lo que los celos podían causar en las personas, enfrentándolos unos contra otros, amigos contra amigos, hermanos contra hermanos. Era la fuente del mal, de todo lo malo, y aún así no podía evitarlo, así como no podía evitar observarlos.

Era un día muy caluroso, y los piratas del Sombrero de Paja habían anclado en una isla tropical. Según Nami, era una isla de verano, y no les tomó mucho tiempo descubrir que estaba desierta. De esa forma, decidieron aprovechar para tomarse unas merecidas vacaciones luego de los sucesos de Thriller Bark, y a decir verdad, las playas de esa isla parecían diseñadas exclusivamente para sus vacaciones.

El doctor de la tripulación, Tony Tony Chopper, miraba todo desde la orilla, sentado en la cálida arena bajo una palmera particularmente grande. En el mar, Franky y Sanji estaban haciendo una carrera de nado hasta el barco, que no estaba anclado muy lejos para no perderlo de vista, desde la orilla, idea y vuelta varias veces. Las poderosas piernas de Sanji resultaron ser un rival formidable a los enormes brazos del cyborg, por lo que la competencia estaba bastante pareja.

No muy lejos de ellos se encontraba la navegante, Nami, recostada en un colchón inflable color rosa (como y donde lo había adquirido era un misterio para todos) tomando sol, y al mismo tiempo discutía con Zoro, que flotaba junto a ella y tenía una mirada de exasperación en su rostro. Por la cara que ponía él, debía de tratarse de su eterna deuda hacia ella. Chopper no estaba en la tripulación en ese momento, pero según la navegante ella le había prestado dinero a Zoro que él aún no le había devuelto. Ese fue el día en que decidió no pedirle nada prestado a Nami, por más insignificante que fuese.

A diferencia de todos ellos, Usopp no estaba en el mar sino en la orilla. Armado con toda la arena a su disposición, el tirador se dedicaba a construir su pequeño reino de arena, el cual obviamente llevaba su nombre. Sin embargo, también luchaba con las olas, que amenazaban con destruir “el gran reino del Capitán Usopp”.

—¿Sucede algo, Chopper? —preguntó la serena voz de Robin a su espalda.

El pequeño doctor estuvo a punto de gritar. Había estado tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera había notado que la arqueóloga se le había acercado. Aunque acercarse en silencio, como una sombra, era la especialidad de ella, así que no podía culparse.

—Estoy bien… —musitó él, pero la mirada de Robin no cambió y supo que no estaba satisfecha con su respuesta—. ¿Crees que la envidia es mala, Robin?

—Hm, es una pregunta difícil —contestó Robin—. Por lo general, sí. Aunque creo que esa no es la respuesta que quieres oír.

—Pero Robin… ¿no te gustaría ser capaz de nadar también?

Ella lo pensó por un momento. Debió suponer que, para alguien de su edad, poder entrar al agua, nadar y divertirse en el mar con sus amigos era algo importante sin duda, pero casi inmediatamente después de su pregunta le sonrió.

—A veces —admitió ella—. Pero está bien. Creo que deberíamos seguir el ejemplo de Luffy y Brook, ¿no crees?

Sorprendido con su respuesta, dirigió su atención a esos dos, quienes tampoco contaban con la habilidad de nadar. Brook tocaba una alegre melodía con su violín mientras Luffy danzaba a su alrededor al compás de la música, y eventualmente Usopp se le unió al baile.

Chopper sonrió, comprendiendo lo que ella intentaba transmitir. Con esta familia, no importaba si no podía unirse a la diversión en el agua, porque con ellos, la diversión se hallaba simplemente estando junto a esos.

—Tienes razón, Robin, ¡gracias! ¡Siempre sabes que decir! —y con una jovial sonrisa, se fue a unir a la divertida danza, dejando bien detrás a los celos.