[Two Shots] Cazador (Actividad)

Advertencia, lo que sigue puede ser crudo con gore además de lenguaje fuerte, se recomienda discresión y evitar la lectura a personas de edad temprana
Para aclarar no odio a los pokémon, es más los adoro, sin embargo en el mundo pokémon también habrá personas como en el real que hacen este estilo de cosas.
Para la actividad el otro lado de la historia, no solo vamos al otro lado de la historia sí no del mundo
Capítulo 1: Cazador.
—Que te jodan —Solo dice tras soltar humo de cigarro, el humo da vueltas hacia enfrente y regresa por una ligera brisa transigente, la mirilla se había empañado con algo de ceniza por lo que acababa de hacer, debido a ello no tuvo más opción que limpiarla y perder el blanco que apuntaba, un Hipoppotas.

Mira con despecho al pokémon tipo tierra, se encontraba algo distante a su manada y jugaba feliz, abría y cerraba la boca jugando con un Burmy que se había encontrado, en la sabana había grandes manadas de pokémon así que debía evitarse alertar a todos los del alrededor para eludir una estampida.

Su cuerpo se va insolando así que toma de licor de su recipiente de metal, estaba caliente y sabía a rayos, escupe un poco al suelo pero de todos modos toma la mayoría, ya se había acostumbrando a eso, solo el odio lo motivaba a seguir en esas deplorables condiciones mientras cazaba. El calor era abrumador así que se quedaba bajo la sombra de unos árboles, su visón se distorsionaba a la lejanía por el gran calor, esas ondas a veces jugaban malas bromas a la hora de dispara, por ello debía tener en cuenta como se mueven para saber dónde está el punto de medio de la realidad.

Su gorro cubría su cabello café largo, algo quebrado, sus botas de cuero de Feraligator estaban sudadas pero no era tanto problema ya que la piel porosa del pokémon agua hacía que se traspasara y así no causara tanto una infección en los pies. Estaba en bermudas para combatir el calor, su chaleco de Kangashkan era siempre fresco, bajo este se encontraba una camisa de camuflaje hecha con piel de Kecleon. Todas esas prendas las había hecho él y siempre les dejaba una marca suya con la sangre del pokémon asesinado.

—Voltéate estúpida bestia —Se susurra para apretar los dientes con fuerza, la arena en la que saltaba el pokémon malograba un poco más su vista, eso lo cabreó aún más.

No podía esperar a matar a esa bestia inmunda.

Empezó a correr con el Burmy alrededor de piedras del lugar, el cielo estaba muy despejado y soleado, lo cual era agradable para ambos pokémon. Varios Skorupi huían del lugar para escapar de ser pisoteados por el pokémon de arena, ya el cazador tenía suficientes escorpiones como para recolectar más, pero sí se acercaban gustoso insertaría su cuchillo de diente de Rhydon en uno de los que se acercara.

Un Burmy que lo observaba anteriormente con curiosidad pasa al lado suyo, el tan solo le da un puñetazo, saca con rapidez su cuchillo del cinturón y lo mata limpiamente insertándolo en su abdomen.

El pokémon solo se queda en shock y grita ligeramente, intenta respirar con poca precisión ya que sus pulmones habían sido perforados. El cazador quita el cuchillo del cuerpo del pobre bicho y la sangre verde, parecida a la clorofila, borbotea del animalito. Un acto realmente sádico.

Fuma otra vez, el sabor había mejorado para él tras haber matado a un pokémon, sonríe ligeramente más emocionado y vuelve a fijar la mirilla con sus ojos café oscuro. Al fin se había volteado el Hipoppotas, aprieta el gatillo poco a poco con emoción, sale un poco impulsado su brazo con el que apunta por el retroceso. La bala sale disparada rápidamente y con un sonido de atravesar algo con rapidez. Le había dado en la sien al Hipoppotas que tan solo se queda con los ojos desorbitados intentando asimilado que le había pasado, el Burmy se preocupa y le da una baya al Hipoppotas, pero no podían ni comerla, la bala en su cráneo había impedido varias funciones psicomotoras a la vez que empezaba un sangrado interno Hipoppotas lanzó un lamentable sonido de su boca quejándose, le dolía bastante, Burmy estaba desesperado e intentaba llamar la atención de los Hippodown, pero estos lo ignoraban.

—Pawniard, Bisharp, hagan su mierda —ahora dispara con una minibazooka dos pokébolas en su dirección, estas se abren antes de llegar y los dos pokémon salen con gracilidad.

Se encontraban lastimados y en deplorable condición, mal alimentados y su metal estaba abollado en varias partes, se notaba que nadie los cuidaba o incluso los maltrataba su dueño. Estos ven a la presa fácil y se disponen a cortarla para comer, pero ven como está sangrando y se dan cuenta que es la presa de su amo, tenían que primero traérsela a él.

Pawniard aleja a Burmy con un tajo umbrío, el cual lo deja noqueado y con una cicatriz en el torso, Bisharp solo agarra con sus manos de navaja al pokémon, sin importar que lo esté cortando, y lleva alzado para que su amo termine el trabajo.

—Jajaja —Ríe repugnantemente. —Bien hecho estúpidas fieras —Solo les insulta y lanza el Burmy de antes en su dirección. —Peléense por esta mierda.

A pesar que les dijo que se pelearan por eso, Bisharp lo parte en dos, le da la más grande a Pawniard y empiezan a comer con asco al pokémon recién muerto, necesitaban comer para sobrevivir en este árido ambiente, este no era su ecosistema así que no podían cazar correctamente, entre los Hippodown junto la falta de pokémon veneno y psíquico no podían abastecerse con facilidad, un punto a favor del cazador para controlarlos. Pawniard dio un leve quejido como sí llorara pero el cazador le apunta con su arma al ojo.
—Cállate la puta boca —Dice con desprecio apartando un poco la vista del hipopótamo bebé.

Bisharp solo pone su brazo sobre Pawniard, como sí lo defendiera sí hacía falta, su brazo brilla con el arduo sol y se refleja amenazantemente, pero el cazador sabía que no se iba a arriesgar que su hermano menor muriera, sí mataban al cazador en ese lugar no habría muchas posibilidades que volviera a comer o tomar agua. Lo tenía todo planeado.

—Eh, que sabes que no puedes hacer nada hijo de puta —Solo se burla y sigue investigando al Hipoppotas. —Sabes pequeña bestia inmunda —Le agarra el hocico con fuerza. —Tu nariz está muy cotizada últimamente, bien ya que es una zona sensible y muy dolorosa de arrancar —Hipoppotas llora asustado con tan solo oír eso. —No dije que era bien para ti, pero sí lo es para mí —Se ríe despectivamente mientras saca su cuchillo de Rhydon de nuevo.

El odiaba realmente a los pokémon, su padre era cazador registrado, intentaba no dañar a los pokémon mucho y utilizaba las pokébolas como la gente normal. Solía salir a cazar con su esposa a Brasil, dejando a él con su niñera en la casa de Estados Unidos. Un día, mientras conducían a una reserva natural para dejarlos y que no sean asesinados por los cazadores furtivos que abundaban en esa época en el Amazonas, fueron emboscadosen medio del camino por estos mismos, que liberaron a todos los pokémon capturados, estos atacaron con furia todo lo que encontraban, al final resultó la muerte de sus padres.

Él lo supo una semana después, no había forma en que se mantuviera mucho tiempo, la herencia no era la gran cosa y tuvo que dejar su hogar para ir a un orfanatorio, ahí el dueño tomó todo su dinero, para compensar “los gastos” que haría al vivir ahí. Odiaba a todo pokémon por los que habían arrebatado la vida a sus padres, los detestaba, torturaba a pequeños Rattata y Pidgey en el orfanatorio, solo para calmar un poco su ira. Ninguno lo adoptó por el miedo que les daba a los padres, se quedó ahí hasta los 16 años cuando lo corrieron, se había quedado sin ningún lugar a donde ir, el mismo se unió a unos mafiosos, mucho después los mató para quedarse con su dinero y armas. Viajó con ese dinero a África, el culo del mundo, para cazar a gusto, ahí no habría gobierno el cual jodiera acerca de la matanza de los animales, no habría gente que se le opusiera con sus pokémon que poseía. Solo vivía por su odio.

Pawniard y Bisharp voltean para no ver ese atroz acto, ellos eran también cazadores al ser carnívoros, sin embargo no eran como los Persian, ellos no jugaban con su comida, mucho menos la torturaban deliberadamente para su diversión. Terminaron de comer rápido ya que los chillidos del Hipoppotas les daba asco.

—Sí, llora lo que quieras, no habrá nadie quien te salve —Sonríe y se relame los labios.
Sin embargo un chico aparece parado enfrente de él sin que lo hubiera notado, patea con fuerza su cuchillo y le da un puñetazo en la cara. Al Hipoppotas rápidamente lo intenta guardar en una pokébola para que se detenga un tiempo su muerte, la guarda en una mochila que traía.

De cabello negro largo que terminaba con picos, chaleco de safari y camiseta café, con unos jeans negros malgastados que no tendría de tenerlos puestos en ese ambiente tan hostil por el calor. Su cara daba a entender que sentía profundo odio, se quedó mirando a Pawniard y Bisharp con hostilidad, estos 2 se intimidaron con su mirada, les daba más miedo que el amo. Sentían más odio que miedo al cazador, sin embargo esa cara asemejaba a la de un Dragonite desatando enfado en todo lo que encontraba.

—Maldito hijo de perra, así que tu eres el cabrón que le hace estas cosas a los pokémon —Solo susurra intentando contener su ira un poco más, se le queda mirando como si fuera una basura repugnante que solo quiere tirar. —Es hora que acabes con esta mierda.

CONTINUARÁ…