Arena Sangrienta Casa Mautino

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por SacriDH, 16 Junio 2020.

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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Fausto Mautino era un sujeto regordete, calvo y con una gran sonrisa bonachona. Tenía la casa de entrenamiento de gladiadores más grande del poblado. No había muchas tampoco, pero gracias a una buena administración Fausto había logrado hacer mucho dinero comprando esclavos baratos y vendiéndolos como si fueran buenos gladiadores a otras ciudades. Con eso, logró socavar los recursos de las demás casas que tenían pocos aspirantes y los que podían formar terminaban muriendo antes de que los pudieran vender.

    Era un hogar muy amplio con varias salas de entrenamiento y un apacible solar de descanso con pequeños arbustos y algunas flores. Tenía dos cocinas y un baño en cada sala además de un baño gigantesco cercano a las habitaciones donde podrían bañarse.

    El sistema funcionaba muy bien para Fausto pues podía ocuparse de sus negocios mientras dejaba las tareas en manos de sus empleados.


    Drecius era el entrenador, lo encontrarán dando vueltas por las salas de entrenamiento de fuerza o resistencia. Si quieren entrenarse en alguna de estas características sólo deben pedírselo. Es un sujeto bastante alto y con un cuerpo muy bien trabajado aunque ya está entrando a los cuarenta.

    Marga es la encargada de la cocina y de las esclavas. Si quieren comer, solo deben ir al comedor. Allí Marga siempre tiene algún chisme para comentarles o algún pedido que hacerles si necesita ingredientes de la cocina. Es una mujer robusta y alta, quizá tanto o más intimidante que Drecius. Pueden hablar con ella cuando lo deseen.

    Justino es el herrero. Él fabricará sus armas. No lo hará gratis, si quieren algo en especial deben pedírselo y él les dirá lo que necesita. Es un vejete de unos sesenta pero con los músculos de un caballo de tiro de tanto martillar acero. La forja se encuentra ubicada en la parte opuesta a la salida del solar.

    No saben cuántos Gladiadores hay en el lugar, son muchos. Las habitaciones están justo después de la cocina. Tendrán que compartirla así que elijan con cuidado a sus compañeros (pueden optar por no elegir a ninguno de los participantes del rol e ir con un sujeto al azar, si eligen esto tiraran un dado de 4 caras).

    A Fausto lo mejor es no molestarlo pero pueden encontrarlo por lo general en su pequeño despacho en el segundo piso.

    Monpoke Insane Gigavehl Amelie

    No hace falta que les diga que deben tirar un dado por cualquier cosa que hagan. Sólo pueden entrenar o ir a la cocina o pedir un arma o intentar hablar con Fausto una vez hasta que se resuelva lo que ya hayan pedido. Lo demás como hablar entre ustedes, conocer otros gladiadores, elegir compañero de habitación, comer, bañarse, hacer sus necesidades, etc. pueden hacerlo a su gusto y explayarse libremente como gusten
     
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    Por un tiempo en el carruaje me pesaba la mano por el rostro, el lugar del supuesto impacto.
    Supuesto. Porque no había nada. Ni parecía que los pelos de mí barba se hubieran movidos.

    Este, aquí, sería el segundo carruaje me he llegado a subir. Una experiencia diferente, y no del todo grata en mí mente. Desplazarse sin mover los pies. Raro.

    Tan solo era cuestión de tiempo, y la carreta se detuvo en esta casa.

    Fausto. Un nuevo amo. He llegado a ser vendido otra vez.

    Viendo este lugar, y los supuestos privilegios, la diferencia en poder entre este amo y el anterior es lo suficiente claro.

    No será libertad. Aún. Pero hay un cambio. Un anormal progreso. Siento que hasta incluso puedo ser feliz aquí.
    De esclavo minero pase a esclavo gladiador.

    Se nos explico los sectores y lo que nos estará brindando este lugar. De seguro con tal de fortalecernos.
    Entrenamiento. Cocina. Herrería. Baños. Dormitorios.

    El significado de las mayorías de esas palabras se me escapan. Siendo la única comprensible entrenamiento.

    Al saber de la posibilidad de que recibamos un arma si vamos a la herrería. Apenas logré contener el impulso de buscar la localización de ese lugar.

    Si tan solo... No hubiera defraudado el nombre que tanto deseo. De la herramienta que es parte de mí alma. La razón de mí vivir.

    Pico.
    Te he fallado.

    Tal vez en las minas sea digno de ser tu portador. Lástima no es el mismo caso en una arena.
    Si llego a perderte de mis manos. Balancearte en descontrol. Y morir sabiendo que no hice demostrar tu verdadero potencial...
    Jamás me lo perdonaría. Lo único que amo y necesito. Te llevaré conmigo hasta la libertad o nada.

    Reconocer mí propia impotencia es un gran cambio en mí mente. Aún me veo capaz de matar a todos aquellos que se encuentren en mí camino. El deseo de sangre sigue fresco en mí mente. Una ira descontrolada que busca estallar.
    Pero no. No es posible lograrlo, no para mí yo actual.

    Ha regañadientes. Furioso conmigo mismo. Prefiero no perder este valioso tiempo y empezar a forjar un nuevo yo.

    Primero. Entrenar mí resistencia. Así que voy al tal entrenador.
    Que la situación en la cual me cansé de cargar un arma no se vuelva a repetir.

    No llevo ni una hora aquí y ya optó por moverme como de en gana. Ya he decidido mí camino. Algo como un 'nuevo terreno' no me detendrá.
     
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    Última edición: 16 Junio 2020
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    Rundus Fustus

    Todo pasó simplemente demasiado rápido...
    Cuando menos me había dado cuenta, el enemigo arremetió como yo y, haya sido suerte o no, no pudimos hacer mas, varios peleadores ya habían caído muertos, ni siquiera pude cavilar si algunos de los que nos acompañaban seguían en pie, cuando dieron una señal de alto, y apenas poco después, varios guardias entraron a interrumpir la pelea con los que aún estaban vivos.
    El tremendo agotamiento hizo que apenas pudiese escuchar a la gente virotear en notable desaprobación. Yo solo pude sentir como era levantado a la fuerza y empujado de la misma forma junto a mi rival, hacia otro lado completamente distinto.

    Pronto fuimos enviados a unos carretes, y pude ver como un sujeto, ¿pagaba? A unos guardias y poco después, empezamos a ser trasladados.


    Pasaron los minutos y llegamos a lo que parecía era una especie de área para gente como nosotros, traté de ver bien los alrededores hasta que tocó bajar, ya habían atendido nuestras heridas, y la visión con esos cadáveres antes de salir para dirigirse aquí fue sin dudas muy perturbadora, ahora comenzaba a cavilar la gravedad del asunto una vez que la adrenalina se iba disipando.

    Miré alrededor y el fornido no dijo nada, era muy incómodo estar a su lado, menos mal que íbamos en carretes distintos, su mirada era fría y simplemente era incómodo. Definitivamente tenía que guardar distancias.

    Pronto, me percaté y terminé por buscar de forma cautelosa y discreta a Iulian... ¿Estará vivo? ¿Vino con nosotros? ¿Habrá salido impune?
    No lo sabía, y solo añoraba verlo por ahora, no creo que andar por nuestro camino sea lo mejor ahora.
     
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    Iulian

    Habían frenado todo en la Arena; eso había arruinado un poco la situación, a pesar de que si no hubiera sido así, probablemente estaría mas herido o probablemente muerto. La situación se había complicado en su caso, su enemigo seguía vivo, y seguramente con ideas sanguinarias hacia el hombresillo que le pidió a un Titán su ayuda. Aquel titán, el hombre Pico; si bien él no se lo pidiera Iulian sabía que le debía un favor. Y sus heridas, la adrenalina había bajado por completo y el dolor era intenso, su pecho y brazo dolían a cada movimiento, y vaya fortuna que al respirar el tórax siempre se mueva. De nuevo estaba allí en esa situación, con el cuerpo herido y su espíritu conflictuado. Estos pensamientos lo inundaron todo el recorrido, ensimismado en lo que corría por su mente no prestó atención a nadie ni nada hasta que llegaron a aquel lugar; pues el movimiento hizo recordarle su dolor, sacándolo forzadamente de su cabeza y recordando su mortalidad "Sigo vivo al menos, tengo otra oportunidad y pienso aprovecharla"
    Levantó la mirada y observó aquel sitio; era bastante amplio para ser un lugar de esclavos "No debo quedar encantado con todo esto, debo aprovecharlo para poder ser mas fuerte" buscó el área donde varios entrenaban; allí estaba aquel que le había ayudado en combate "Es de pocas palabras pero al menos debo agradecerle su asistencia" siguió observando y a lo lejos observó a Génesis, no pudo evitar sonreir al ver que también se encontraba en el mismo lugar "Rondus Fustus no ha de ser difícil de localizar..." Pensaba mientras recordaba su porte, por suerte lo encontró rápido y se acercó a él —Rundus; me alegra que estés aquí— decía mientras seguía buscando —Son muchas personas, pero de los recién llegados... Creo que no todos lo lograron; espero que su camino en el inframundo sea lo menos caótico que se pueda ofrecer— mencionó guardando unos segundos de silencio por el guerrero caído —Casi muero en la Arena, aunque creo que eso lo intuiste simplemente al verme— sonrió mientras imaginaba como se vería ante los ojos de Rundus—Así que dudo que mi estátus aquí sea alto, planeo entrenar aunque este brazo no sirva mucho en estos momentos— Se detuvo a observarlo, algo que no había hecho, estaba tratado; "¿Pero, en qué momento..." Pensaba mientras se daba cuenta que había estado tan absorto ignorando que fue atendido, aún así tardaría en recuperarse por completo.

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    Génesis

    El viaje hasta el nuevo lugar fue irremediablemente tranquilo a diferencia de lo que había vivido minutos atrás, bajándose si tan siquiera mirar a su alrededor al estar en su cabeza aquel rostro moribundo, que cuando estaba por asesinar trató de escapar como un insecto antes de ser aplastado. Aquello la irritó tanto... Caminó mirando a sus alrededores sin girar su cabeza, tan solo con sus pupilas y lo que alcanzaban a abarcar.

    No se detendría a cruzar palabra con nadie, tenía cosas más importantes que hacer.

    Al caminar y girar algunas perillas dio con un baño, adentrándose para encerrarse dentro, dejándose caer sentada en la baldosa. Olía a sangre, su ropa estaba manchada, poniéndola enferma. Se desnudó sin el mínimo esfuerzo de levantarse y se arrastró gateando hasta el inodoro, vomitando lo que su estómago carecía en alimentos. Al cabo de un rato vació el contenido y se levantó del suelo, mirándose en el espejo. Su lacio cabello rubio estaba algo rústico, tenía rasguños y cicatrices que se notaban más al tener la piel completamente expuesta.

    Se giró sin ánimos hasta la ducha y dejó que el agua fría cubriera su cuerpo, cerrando sus párpados mientras las manchas de sangre se disolvían y la piel le escocía. Al cabo de un rato sujetó una de las toallas, envolviendo su cuerpo para dirigirse a la cocina.

    Debía reponer lo poco que vomitó.

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    Rundus Fustus

    No evité alegrarme al verlo, aunque se le veía muy herido, por lo que procuré no mostrar tampoco tanta preocupación para afligirlo más. Se le veía frustrado por su carente fuerza, pero sea lo que sea que le haya pasado. Pareció que lo habían humillado.

    —Calma Iulian, estamos vivos y eso es lo importante, aunque me sorprende que las cosas se interrumpiesen abruptamente. Y al parecer fue porque algunos de los espectadores fueron a comprarnos, es por eso que estamos aquí o seguramente seguiríamos allá—. Comenté agotado, no dejaba de estar cansado mientras seguí escuchándolo, poniendo mi mano derecha sobre su hombro izquierdo.
    —Ni tu ni yo somos muy fuertes, tuve una muy dramática y reñida batalla con uno de los aquí presentes. No pude ver como te iba, no hubo ningún momento para observar alrededor y poco pude escuchar al resto debido al constante viroteo. Pero estas a salvo, y eso es importante. Creo que desde aquí se ve un sitio para entrenar nuestra mayor debilidad. ¿Porque no pasamos ahí sin antes descansar un poco? Sé que apenas nos conocemos pero será mejor estar juntos por si acaso—. Comenté con total calma mientras pude ver a Génesis alejarse, no sé que habrá pasado, se le veía intenciones de ayudarme pero al final nunca llegó.

    —Y no te preocupes, creo que el que tiene menos "honor" aquí soy yo, le pedí ayuda cuando apenas me vió a lado y fui yo quién se lo requerí. Aunque bueno, la batalla quedó en empate debido a que mi oponente y yo caímos rendidos por el agotamiento—. Reí apenado, quitando al fin mi mano de su hombro.

    —Los que hayan caído, espero hayan muerto con honor. Pero siempre digo algo... Si seguimos vivos, Iulian. Es por algo
     
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    Iulian

    Escuchó todo por lo que pasó Rundus en la Arena; por suerte el también estaba vivo —Descansar, sinceramente creo que es lo adecuado; y pues entonces ambos tenemos un enemigo aquí dentro, será mejor cuidarnos las espaldas— Dijo mirando su brazo, tratando de imaginar que hubiera sucedido con otro golpe en el mismo sitio —Yo hice exactamente lo mismo; pero sin tanta gracia, creo. Terminé pidiendo la ayuda del hombre que portaba el hacha enorme; juro por los Dioses que ese hombre está hecho de una piedra tan dura como el marmol, incluso mas fuerte que el marmol; si hubieras visto lo que yo estoy seguro que creerías que estás ante la presencia de un semidios — miró hacia aquel hombre que comenzaba a entrenar, Iulian también quería hacer lo mismo pero decidió descansar un poco antes de hacerlo; tal vez explorar un poco—También Génesis tiene bastante fuerza y agilidad; la he visto hace unos instantes con meros rasguños encima— intentó buscarla de nuevo pero esta vez no la encontró.
     
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    Gigavehl

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    Rundus Fustus

    Se sorprendió de sobremanera por las palabras de Iulian. Si bien aquél sujeto demostraba una fuerza inimaginable, sus palabras le daba un toque indudablemente aterrador e insuperable, por lo que le miró de lejos y después volvió su vista a Iulian, para escucharlo y asentir, también necesitaba descansar.
    —¿Génesis se llama? No lo olvidaré, aunque, nunca llegó a auxiliarme, tal vez y se presentó algo como para no poderme ayudar, menos mal que las cosas aquí conmigo terminaron bien. ¿Aunque qué te pasó en el brazo? Veo que era donde tenías el escudo—. Le pregunté preocupado, mientras observaba alrededor.

    —¿Porque no vamos a buscar un sitio donde descansar mientras hablamos? Así no tenemos porqué estar aquí parados frente a todos—. Añadí sonriendole mientras hacía ademán de desplazarme.
     
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    Amelie

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    —Si claro— dijo caminando hacia el solar de descanso, posiblemente era el mejor sitio para ellos en esos momentos; se sentó de golpe, sintiendo una fuerte punzada en su pecho mostrando una mueca de dolor; al ser consciente de que Rundus la había visto sonrió para no causar mas pena de la que seguramente ya daba —Mi brazo no es lo único destrozado; agrega a la suma mi tórax y mi orgullo— le mostró su brazo —el escudo no sirvió de mucho, se volvió un tanto inutil cuando comencé a perder fuerza en los brazos— abrió y cerró los dedos que no se veían hinchados —Al menos aún sirve, y me alegra tener en buena condición mis piernas, hubiera muerto de humillación al tener que arrastrarme en estos pisos— estaba bastante humillado; pero tenía un buen escudo ante esos sentimientos: sus palabras.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Aldor Monpoke

    El sitio te pareció prácticamente digno de un emperador. Para ti que eras un bruto que lo más refinado que habías visto eran las piedras preciosas sin pulir de alguna mina estar en un lugar así era todo un cambio. Recorriste un poco el lugar viendo como era y te llamó la atención la sala de entrenamiento. Te diste cuenta que, sin llamar demasiado la atención, algunos aspirantes a gladiador te seguían. Ninguno de aquellos con los que habías hablado en la arena te siguió. Estaba detrás de ti un muchacho muy bajito de estatura y de músculos firmes, un joven moreno delgado y... aquel sujeto robusto con el que te habías cruzado en la arena cuando intentaste ayudar a aquel otro que te llamó "Hacha", vaya insulto. No parecía seguirte con malas intensiones, al contrario, estaba tan sorprendido como tú por el lugar, se detenía cuando lo hacías y avanzaba más rápido cuando lo hacías también.

    Llegaron los cuatro a la sala de entrenamiento y allí los esperaba Drecius entrenando ya a otros aspirantes. Era un lugar muy imponente, con mucho espacio, monigotes de entrenamiento, espadas y escudos de madera, elementos con peso para entrenar los músculos y hasta un largo espacio marcado con tiza que, suponías, era para hacer una carrera. Drecius se les acercó con una gran sonrisa, mostrando orgulloso sos duros pectorales.

    —¡Nuevos jóvenes! Bienvenidos, me alegra verlos por aquí tan pronto. Aquí, en la sala de entrenamiento, perfeccionarán sus capacidades de combate. Como bien sabrán, si entrenan sus músculos podrán levantar armas más fuertes, de materiales mucho más resistentes que esas porquerías que usaron en esa apestosa arena. También van a necesitar entrenar sus piernas y sus pulmones, la resistencia es vital para mantenerse en combates largos y para moverse con agilidad ya que no siempre van a poder esconderse atrás del escudo.

    Dicho esto, el sujeto les mostró un poco lo que hacía cada elemento, la forma correcta de usarlos y los errores más comunes que podían cometer. Era increíble, se notaba que sabía muchísimo del tema aunque era algo soberbio y en muchos casos divagaba hablando de sus viejas victorias y la cantidad de damas que había cortejado gracias a ello.

    —Bien, suficiente habladuría, esto no es la cocina. ¡Vamos! Entren un poco en calor y vamos a hacer una pequeña pelea para ver de qué están hechos.

    Decidiste probar un poco el terreno marcado para hacer algunas corridas explosivas. Corriste de un lado a otro a máxima velocidad hasta que cada poro de tu piel se perló de sudor. Se sentía bien, como trabajar en una mina pero al aire libre y sin romperte la espalda por estar agachado.

    ¡Ganas 10 puntos en Resistencia!

    Cuando te cansaste volviste a acercarte a Drecius quien hablaba un poco más sobre ser un gladiador.

    —Ustedes deben acostumbrarse a ser esclavos. Pero no son cualquier esclavo: son esclavos que van a la arena. Ha habido tipos que han hecho trabajos tan buenos que han conseguido lo que querían: mujeres, riqueza, poder y hasta lo más valioso: la libertad. Así como me ven, yo era uno de ustedes. Lo era y pasé por los mejores anfiteatros: Capua, Pompeya, Castrense y hasta en el mismísimo Flavio. Hasta que decidí dedicarme a algo más tranquilo y Fausto me puso a cargo de su escuela.

    El tipo parecía orgulloso de su historia y siguió hablando un buen rato. Cuando se cansó, los colocó en parejas y les pidió que tomaran una espada de madera, sin escudo. Tu pareja sería el sujeto robusto que te había acompañado, su nombre era Moreto.

    Drecius les indicó como posicionarse y adaptar una posición de combate que les diera ventaja al inicio del mismo.

    —¡Es importante que sepan leer a su oponente! Un buen gladiador, con solo ver a su rival, sabe si será más fuerte que él o si será más rápido... o ambos. Eso no debe intimidarlos, sólo deben saber aprovechar sus ventajas. Es importante el arma que lleva, la forma en que se para y, sobre todo, mirarlo bien a los ojos. Eso dice mucho de su rival, sus niveles de poder se pueden ver bien claro allí...

    Moreto
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    —A veces puede ser que te parezca que tu rival y tú tienen físicos muy parecido. Entonces entra a jugar la inteligencia de cada uno... y la suerte también. Hablarle a tu rival no es solo perder el tiempo, a veces puedes obtener información importante o distraerlo del combate.

    Parecía que esa era su estrategia todo el tiempo. Para ser un entrenador le gustaba bastante hablar.

    —¡A ver qué tienen para mostrarme!

    Moreto sonrió con algo de picardía, Allí ya no sabías si te seguiría tomando como un líder o si iría con todas sus fuerzas. A ver qué haces con él.

    Iulian Amelie y Rundus Fustus Gigavehl

    Decidieron tomarse un descanso por el momento. Los huesos de Iulian estaban tratados pero no curados. Luego de recorrer un poco el sitio encontraron las habitaciones y entraron a una que estaba desocupada. Las habitaciones eran más una celda que otra cosa pero después de todo eran esclavos así que, ¿qué podían esperar? Lo bueno en todo eso era que las camas tenían colchón de plumas y cobijas en un estado decente.

    Se tiraron ahí mientras conversaban hasta que Iulian terminó dormido del cansancio y Rundus lo siguió luego de quedar un momento hablando solo.

    No se dieron cuenta cuando pero en un momento ambos se despertaron prácticamente al mismo tiempo...

    Sobre ustedes colgaban dos penes de dos tipos que se reían con muchas ganas. Ambos se alejaron, totalmente sorprendidos.

    —¿Qué pasó? ¿No les gustó? —habló el que estaba parado a un costado de la cama de Iulian. Era un sujeto alto y musculoso, con tatuajes y muchas cicatrices.

    El que estaba al costado de Rundus Fustus lo mismo. Moreno, con toda la cara llena de cicatrices y la inconfundible marca de la casa en uno de sus brazos. Esos dos ya eran gladiadores.

    —Qué raro, porque ya que están en nuestra habitación pensé que era porque querían un "empujoncito" —habló el moreno riendo.

    Ustedes intercambiaron miradas, asustados y asqueados.

    —Larguense ya mismo, niños, las habitaciones son para los gladiadores, ustedes duermen en el pasillo —les dijo el sujeto grande y calvo que estaba al borde de la cama de Iulian.

    No se lo tuvieron que decir dos veces. Huyeron de allí. Habían descansado un poco, no saben cuanto tiempo, pero seguían algo adoloridos. Al salir de la habitación se encontraron en el pasillo con una esclava. Parecía una esclava egipcia por el color de su piel y su nariz aguileña. A pesar de eso, tenía bonitos y tristes ojos negros. Ella los miró y esbozó una leve sonrisa.

    —¿Son nuevos? —preguntó, a lo que obviamente asintieron, preparándose para lo peor—. Vengan, les enseñaré cual habitación está desocupada.

    La siguieron por unos cuantos pasillos de piedra y de madera hasta llegar a una puerta de hierro. Desde afuera se veía el interior, las camas no tenían ni colchones ni cobijas.

    —Les conseguiré algo para que se recuesten. Si son nuevos les recomiendo que vayan a la cocina, Marga no permite que los gladiadores veteranos se propasen. Si no tienen hambre o ganas de conversar deberían ir a entrenar o a pedir un arma a la forja, eso realmente les va a ayudar. ¿Necesitan algo más?

    No podían creer que realmente existiera alguien amable en ese mundo. Al menos no todo había salido mal.

    ¡Ambos pierden 5 puntos en suerte!

    Génesis Insane

    Luego de pasar por esa horrible situación en el baño sentiste mucha hambre. Estabas sola, los pocos que te habías cruzado en la arena no se encontraban cerca y decidiste avanzar a la cocina. Antes de encontrarla, dos guardias de Fausto te interceptaron.

    —Tienes que acompañarnos.

    Te pusiste en guardia. La palabra de los guardias era irrevocable, ellos cuidaban la seguridad del lugar y los propietarios, tú eras un simple adorno allí y ellos podrían llevarte adonde quisieras como si fueras una silla o una vasija. Incluso podrían hacer contigo lo que quisieran y no podrías oponer mucha resistencia, en ese momento estabas desarmada, agotada y ellos cómodos, equipados con armadura y con filosas armas.

    Los seguiste, no tenías otra opción. Ellos caminaron delante de ti hablando de cosas que no te interesaron en lo más mínimo. Te sorprendió cuando llegaron a la escalera y subieron al segundo piso, se suponía que eso no era común. El segundo piso parecía otro mundo. Muchos objetos de plata, telas de seda muy finas, mucha agua por doquier, algunas tinajas de vino en rincones. El sujeto allí se daba la gran vida.

    Los guardias abrieron la puerta de madera de una habitación y te hicieron señas para que entres, ellos esperarían afuera.

    En la habitación estaba Fausto. El sujeto era de tu estatura o más bajo quizá. Con una calvicie ya marcada por los años y algo de mata de cabello blanco sobre sus orejas. A pesar de su edad y de su cuerpo regordete pudiste darte cuenta que era un tipo listo y con mucho carácter por la forma apasionada en que escribía sobre el papel con la pluma. Levantó la cabeza y te observó con sus ojos verdes. Siguió escribiendo un poco más y luego dejó a un lado el pergamino. Se cruzó de brazos y te habló, levantándose de la silla.

    —¿Qué haremos contigo, muchacha?

    Fue acercándose lentamente.

    —Es la primera vez que llega aquí una aspirante a gladiadora. Pocas salen a la arena y ninguna había sobrevivido, al menos desde que estoy en el negocio y al menos en este pueblo. ¿Cómo puedo adaptar mi sistema a tu presencia? —te observó con sus ojos penetrantes. Cerca tuyo se veía más alto y más robusto que gordo. Le dio una vuelta a tu cuerpo para verte de todos los ángulos y suspiró—. Niña, te diré la verdad, no soy capaz de frenar a los gladiadores de que hagan lo que quieran con los nuevos ni cuando son hombres, menos podré contigo. La mayoría ahí pelea con la única condición de poder tener relaciones con su mujer o con alguna ramera una vez al mes, que estés ahí todos los días será un suplicio para ellos y vas a hacerlos enloquecer, se van a matar por ti y eso me traerá muchos problemas.

    Lo viste toquetear tus ropajes con asco. El sujeto posiblemente odiaba la sangre tanto como tu.

    —Estoy pensando seriamente en ponerte con las demás esclavas, ¿qué dices? No son trabajo de índole sexual... al menos no todo el tiempo, a veces tengo mis... deslices —comentó deslizando uno de sus dedos por tu cintura—. Pero estoy seguro que al menos ahí podré tenerte alejada de esos lobos. No creo que quieras entrenar para ser gladiadora, ¿o si?

    El tipo no rió pero estuvo a punto de hacerlo. Volvió a su escritorio y se sentó.

    —No porque no confíe en tus habilidades, vi lo que hiciste en la arena —comentó asintiendo con falsa sorpresa—. Pero es que nunca ha habido gladiadoras mujeres... y es por esto mismo que te digo. Acarrean más gastos que ingresos. ¿Qué opinas?

    La situación que se te acaba de imponer es un poco complicada, no estás en las mejores con tu dominus, Vas a tener que hacer uso de todo tu carisma si quieres convencerlo de no hacer lo que el quiere.
     
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    Rundus Fustus


    No evité suspirar triste por Iulian, hacía su esfuerzo por no mostrarse débil y patético, y le admiraba por eso. Me hablaba y miraba con firmeza y con los mejores dotes de carisma para disfrazarlo, por lo que me dejé llevar por esos aspectos y solamente asentí mientras me sentaba.
    —Recuperaremos lo perdido, Iulian. Confía en mi—. Le expresé, sonriendole para reír, no era para burlarme o algo. Simplemente creo que pecaba de optimista.

    —Tenemos que dormir aunque sea un poco, vamos—. Comenté y no tardamos mucho en hallar una buena zona para descansar.
    La siesta fue sublime, pero despertar y ver esos erectos en nuestras caras sin dudas fue una forma de despertarse cuanto menos desagradable, al salir huyendo, una mujer estaba ahí. Y pese a lo extraño y de por si poco confiable que era la situación y el sitio. Nos llevó hasta una zona distinta el cual parecía ser el verdadero sitio que nos tocaría dormir, nos sorprendió de sobremedida su amabilidad, por lo que al escuchar su última frase, asentí.

    —¿Como por cuanto tiempo seguirá abierto la cocina? Es cierto que me siento fulminado, pero creo que comer es otra buena opción para reponerse—. Comenté mientras daba un vistazo más hacia la zona.
     
    Última edición: 18 Junio 2020
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Génesis

    Pequeño cerdo.

    El tener su cuerpo a disposición no era ninguna opción, pero tampoco era un maldito insecto que podían quitarse de encima con una intimidación como lo era el sexo. Tanto había pasado, tanto había vivido. Había aprendido con el pasar de los años, pese a su corta edad a defenderse de los malditos gladiadores que querían follársela y luego dejarla por ahí tirada sin una pizca de empatía, provocando que la suya comenzara a desdibujarse en tono irónico y provocativo. Sus gráciles dedos se deslizaron por su larga y lacia cabellera rubia, manteniéndose con la mirada gélida.

    Asquerosa alimaña.

    —No hay necesidad de que malgaste su tiempo adaptando su sistema hacia la presencia de una mísera esclava —susurró paseando sus perlas azules sobre él—, yo me adaptaré a su sistema, ya que sí me convertiré en una gladiadora y usted terminará orgulloso de ser el primer hombre con una gladiadora mujer, lo cual, como dice usted, no es común.

    Sus delicados labios formaron una leve sonrisa mientras ladeaba levemente la cabeza.

    Debería aprender a cerrar la boca tanto como la abre expresándose de las esclavas.

    —Si me es posible escoger habitación, podría dormir con un par de chicos con los que no tendrá ningún escándalo —continuó su propuesta—. Ellos no se atreverán a ponerme una mano encima, es más probable que termine yo poniendo una mano sobre ellos —murmuró con aquella aura imperturbable que solo era rasgada al estar sola—. Puedo asegurarle que, no se arrepentirá de esto.

    Tiré un dado de 6 caras por error. Ya tiré el de 20 caras~
     
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    Amelie

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    Iulian

    El sueño fue reparador pero el despertar fue abrupto; Iulian pensó lo peor, por suerte nada mas fue una burla de los Gladiadores que seguramente seguirán riendo por horas al recordar como Rundus y Iulian salieron a toda prisa; la verdad se sentía aliviado. Después una hermosa mujer con la calma y amabilidad dignas de una buena madre, los guió por donde deberían haber estado en primer lugar; escuchó la pregunta de su camarada y asintió; comer era una buena opción, a pesar de que la vista anterior no le causaba apetito —Una buena pregunta; y creo que lo único mas que necesito saber es tu nombre; ¿A quien debemos esta cortesía?— preguntó a la doncella.
     
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    Monpoke

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    Aldor

    Este lugar... Es perfecto para mi meta.

    La historia del Entrenador se repitió por un rato en mí cabeza. Sonando principalmente en la palabra libertad. Lo logro luchando.

    El dinero, gloria o mujeres. Todo esta en otro plano en mí mente.
    No necesito tanto dinero. Al menos el suficiente para tener asegurado comer cinco veces por semana. Va a costar un poco el aprender a usarlo...
    Gloria. Tal vez si haga falta. Mientras más consiga ¿Más grande la posiblidad de conseguir libertad? Todo esto es nuevo para mí.
    Mujeres... ¿Deberían interesarme? ¿En qué en primer lugar? Una cosa para aprender en otro momento.

    No suelo caer mucho en mi mente. La emoción de las posibilidades saco un lado raro en mí.

    Regreso los ojos al sujeto en frente de mí, un oponente. Entrenamiento de batalla, así mejorar en el manejo de... Espada.

    Hasta hace un momento se nos enseñó a manejarla, junto a otras armas. Pero aún no me quito la rara sensación que da.

    Una empuñadura limita el espacio que me permite agarrar. Aunque se siente bien en mis manos, solo media blanda.
    Ligera. Sobre todo la punta.

    Todo lo demás es igual. Balancear. Se hacerlo.
    Pies. Cadera. Espalda. Brazos.
    Quedará saber si es más fácil golpear a objetivo movible mientras también me muevo.
    ...
    Debo buscar contenerme.
    Contenerme. Si lo rompo lo pago, castigo.

    Es el primer paso, en mantener una mente despejada.
    ...

    En agarre en la empuñadura se endurece, mí mirada se fija con gran odio al enemigo y aprieto la mandíbula.
    Y, como si fuera una bestia furiosa, liberó una gran presión de aire desde las fosas nasales.

    ¡Aaaaah!

    Características:
    Fuerza: 30 (23+5+2)
    Carisma: 19 (13+1+5)
    Resistencia: 29 (17+2+10)
    Suerte: 7
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Iulian Amelie y Rundus Fustus Gigavehl

    La esclava inclinó un poco la cabeza cuando Iulian le habló. Parecía sorprendida aunque no tonto. Hizo un leve asentimiento de cabeza y respondió.

    —Soy Fenicia. Es mi trabajo ayudar a los gladiadores y aspirantes a ubicarse y preparar sus habitaciones. Podrán encontrarme por aquí cuando necesiten. Los guiaré rápido a la cocina si quieren.

    Luego de asentarse en la habitación y estar listos acompañaron a la esclava hacia la sala que se encontraba después de los espacios de entrenamiento y antes del solar de descanso. Allí estaba la mayor cantidad de personas y les sorprendió que hubiera tantos. Había al menos seis mesas para unas diez personas y todas estaban llenas o casi llenas de hombres que iban de su altura a mayores. A nadie le llamó la atención verlos entrar allí.

    —Marga estará allí. —La esclava señaló el rincón más alejado de la puerta y allí había una gran mujer picando carne ennegrecida con un cuchillo enorme que parecía un mandoble. Junto a ella había otras esclavas—. Debo irme, este no es mi lugar. Cualquier cosa que necesiten saben donde buscarme.

    Le agradecieron y fueron directo hacia la cocinera. Trataron de no verse tan insignificantes al lado de los demás pero sus caras nerviosas, sus golpes y el brazo roto de Iulian los delataban. Algunos tipos cuchichearon entre ellos mientras los vieron pasar, otros los llamaron nuevas doncellas en tono de burla y algunos hasta los insultaron con odio sin siquiera conocerlos.

    Lograron llegar hasta donde estaba Marga sin sufrir daños y antes de que pudieran siquiera acercarse ya estaba hablando con voz muy potente.

    —¡Si son nuevos y tienen hambre siéntense que ya alguna de mis niñas les llevará algo para meter en el estómago! No crean que trabajo gratis, eh, aquí la comida se gana. ¿Ustedes ven cerdos por algún lado? ¿Ven trigo creciendo en el solar? ¿Acaso llueven especias en los baños? Pues claro que no, todo hay que conseguirlo y tendrán que ser ustedes quienes lo hagan si quieren seguir viviendo.

    La mujer en ningún momento dejó de hablar. Ustedes empezaron a sentirse más angustiados que cuando aquellos sujetos se burlaron.

    —Hay algo que entenderán al comer mi comida y es que los dioses existen, sí señor. Estas papas que estoy pelando aquí, ¿las ven? —dijo y les mostró una gran papa del tamaño de un cráneo—. ¡Hasta Júpiter quiere venir a comerlas! O claro que sí, propiedades curativas. ¿Ven este rábano? Diablos, una vez Febo vino aquí a pedir mi mano con tal de tener uno de estos en su boca.

    La dejaron delirar un rato hasta que se dieron cuenta que no se detendría así que se dieron la vuelta y buscaron un lugar para sentarse. Vieron a dos tipos levantarse e irse y aprovecharon. Quedaron sentados en una mesa cercana a Marga entre dos altos sujetos musculosos. Rezaban que no quisieran portar sus enormes miembros viriles frente a ustedes porque ya habían tenido suficiente.

    No pasó nada. Sólo siguieron hablando entre ellos y los ignoraron. Las esclavas les trajeron un plato a cada uno de lo que parecía ser un simple puré con algunas semillas. Pero el olor... era un olor que les arrancó una sonrisa al fin. Se embriagaron en ese olor a puré sazonado con pimienta y leche de cabra hasta que cayeron como dos lobos sobre los platos.

    Era exquisito. Una comida simple pero la más deliciosa que habían probado desde su nacimiento. Se quedaron viendo los platos de los demás y deseando probarlos también, algunos tenían costillas de cerdo, otros tenían hermosas hogazas de pan con ensalada de mil colores y hasta había uno que parecía tener pescado frito.

    Decidieron no tentar a su suerte y se conformaron con el puré por esos momentos (tirarán un dado de 20 por la comida). Entonces, escucharon hablar a los otros sujetos un poco.

    —Ya bajó la comida. Voy a ir a entrenar un poco —dijo uno—. Se acerca el festival otoñal y quiero estar preparado.

    —Yo voy a pedir que me escolten hasta la mazmorra, tengo que cazar algunos animales o Marga me dará de comer carne de rata a la próxima —comentó el que degustaba las doradas costillas de cerdo.

    —Yo creo que voy a ir a hacerme algunas curaciones. Creo que no debí dejar tanto tiempo esta uña encarnada.

    —Me parece que iré al solar. Quizá haya alguna esclava desocupada que quiera tentar al destino.

    Todos rieron y se quedaron viéndolos, como notando su presencia de repente. ¿Debían hablar o quedarse callados para no sobresalir? Sea lo que sea, las opciones parecían claras. Entrenamiento, buena comida, curaciones y hasta mujeres. ¡Ese lugar lo tenía todo! Claro que debían tener cuidado o terminarían ocupando el lugar de las mujeres.

    (Elijan lo que elijan tiren otro dado de 20)

    Génesis Insane

    Fausto quedó increíblemente maravillado por tu respuesta. Es más... estuvo un momento mirando a la nada y sus ojos empezaron a temblar. Volvió a posar su mirada en ti casi como si de una diosa se tratara. Se incorporó, se acercó a ti con bastante menos elegancia que antes y en una posición muy servil tomó una de tus manos para acariciarla con suavidad.

    —Muy bien, hija. Confío en que lo harás. Tengo mis dudas sobre que seas una gladiadora de la cual enorgullecerme, repito, no porque no crea que eres capaz sino porque tarde o temprano todos mis gladiadores terminan muriendo o siendo vendidos antes de llegar a su plenitud.

    Por un momento pareció estar triste. Su trato hacia ti había cambiado y ahora era totalmente diferente.

    —Le diré a los guardias que tienes paso libre por aquí. Si quieres decirme algo, hacerme saber algo o pedirme algo sólo vienes sin anunciarte y ya. No dudo que podrás frenar a los abusivos pero a veces no es sólo uno. Si alguna injusticia te aqueja también puedo ayudarte. Creo que puedo confiar en ti.

    Se quedó nuevamente mirándote embelesado hasta que decidiste irte y así lo hiciste, sin más. Sin saber bien qué hacer desanduviste tus pasos hasta llegar cerca del baño donde habías vertido tu odio. La cocina estaba cerca.

    Entonces ves salir de una sala de piedra a cuatro muchachos que reconoces de la arena. El más reconocible era el sujeto que había portado la gran hacha, Aldor. Habías escuchado comentarios de que el sujeto estaba tocado por los dioses. También pudiste ver al joven alto moreno que deberías haber ido a matar para defender a Rundus Fustus pero jamás llegaste a hacerlo. Los demás no los conocías pero te sonaban también de la arena.

    ¿Sería buena idea intercambiar algunas palabras con Aldor a ver qué tan cerca de los dioses estaba? También quedaba el tema de conseguirte tu habitación, te sentías confiada de sobrevivir en el lugar pero mejor si tenías cerca a tipos que podías manipular con facilidad. Por último, el tema de la comida... te interesa, sigues hambrienta desde antes de conocer a Fausto.

    ¡Ganas 10 puntos de carisma!

    (Elijas lo que elijas tira un dado de 20 por favor)

    Aldor Monpoke

    Te sientes bien en ese lugar y lo aprovechas. Con tu espada de madera atacas a Moreto quien se defiende con el mismo elemento. Horribles ambos. Erran ataques, se les cae la espada de la mano, se caen al piso, intentan patearse o darse golpes con las manos con un resultado pésimo. Un horror que casi hace llorar a Drecius.

    —Ya, ya, suficiente. Veo que tendré que empezar desde lo básico con ustedes. Es muy importante que mantengan sus cuerpos entrenados así que pásense por aquí todo lo que puedan, no sean perezosos porque Fausto aquí le encuentra lugar a todos y no creo que les guste tener que ser los que limpian los baños.

    Se incorporaron un poco avergonzados por la pésima actuación que habían tenido luego del buen combate en la arena. Drecius se alejó de ustedes y los dejó pensando.

    —Creo que me falta aprender a moverme un poco mejor —aceptó Moreto—. Tengo hambre.

    En eso puedes ver que vuelven a acercarse a ustedes el tipo bajito y el moreno con los que habían entrado a la sala de entrenamiento.

    —¿También pésimo entrenamiento? No pensé que era tan malo hasta que pisé mi propio pie con mi rodilla —comentó el bajito. Se llamaba Stetros.

    —Creo que un descanso nos vendría bien —comentó el joven moreno, Abdir.

    Aunque podrías seguir entrenando, decidiste despejar tu mente un momento y cuando saliste al pasillo te topaste con una conocida.

    Aquella muchacha rubia que habías visto en la arena estaba allí, con aire de superioridad. Podrías acercarte a hablarle o preguntarle si quiere unirse al grupo.

    —Vaya belleza eh —dijo Stetros codeándote.

    A ninguno de los demás les importó demasiado la presencia de Génesis ahí pero un aliado nunca estaba de más.

    —Yo tengo hambre, creo que voy a ir a pedir algo de comer —expresó Moreto. Le caías bien pero ni con todo el carisma del planeta podrías convencerlo de que dejara de ir una comida. También sentías que tenias un poco de hambre.

    —¿Qué les parece si mejor no buscamos una habitación antes? Se van a quedar con las mejores y tendremos que dormir en las pequeñas seguramente.

    No era mala opción pero habías dormido en lugares peores que la boca de un lobo, ni siquiera te importaba saber si tendrías techo, con poder dormir acostado era suficiente.

    Muchas opciones por hacer, también desafiar a duelo a la chica o pedir un entrenamiento más estricto por parte de Drecius eran opciones.

    (Elijas lo que elijas, tirame un 20)
     
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    Monpoke

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    Aldor

    Pésimo. Ni tantos años de balancear un pico me ayudo en hacer lo mismo con una espada. Estas dos cosas parecen cuevas diferentes.

    El balanceo con el pico, hacia paredes de cuevas o estalagmitas, se limita a golpes fuertes horizontales o verticales. Nada demasiado ostentoso. Fuerza bruta, solo que con movimientos que repetí una infinidad de veces.

    Estoy molesto conmigo mismo por esto. Fracasar en lo único que me veo sabiendo. Mi único punto de especialidad. ¿Se supone que con estas manos agarre el palo de un pico?

    Me queda mucho por aprender. Aprovechare este lugar.

    Preferiría seguir entrenando. Pero hay hacer caso al llamado del hambre, a fin de cuentas mi padre murió por este. Y con más razón cuando hay comida disponible.
    En la mina hasta la roca es comestible...

    De una casualidad me reencuentro con un ex compañero de la arena. La chica.
    Poco importa. ¿Belleza? ¿El que?

    ... ¿Y estos de donde salieron? Antes de percatarme me encontré rodeado de estos sujetos. Les echo una mirada feroz a cada uno, queriendo descifrar su intenciones. No pareciera ser algo que involucre violencia o golpearme. Los dejare pasar...

    Parecen dirigirse a buscar comida. Los seguiré. Por ahora.
     
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    Insane

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    Génesis

    Tener la piel erizada por la abrumadora incomodidad que la abordó cuando le acarició la palma de la mano era embriagadora, tanto que le devolvió las ganas de vomitar, conteniéndose con elegancia y parsimonia al salir de aquella habitación, viendo aquellos hombres claramente más altos y fornidos que ella, reconociendo a uno en particular. ¿Dormir con él? No habría problema ya que no se notaba nada interesado en algo más que desmembrar a cualquier enemigo que tuviera, pero tampoco sentía que si alguien la agredía éste fuese a intervenir.

    Ladeó el rostro al verlos caminar en dirección de la cocina, recordando el vacío en su estómago.

    Necesitaba proteína, vitaminas, carbohidratos.


    Los siguió a una distancia prudente hasta sentir el exquisito aroma de la cocina, deslizando sus pupilar por todos los varones en la mesa, deteniéndose en Iulian y Rundus, notando las miradas ajenas subestimándolos, tal como lo hizo ella en la arena.

    Sus finos pasos llegaron hasta el comedor al escuchar las palabras de la mujer.

    <<¡Si son nuevos y tienen hambre siéntense que ya alguna de mis niñas les llevará algo para meter en el estómago! No crean que trabajo gratis, eh, aquí la comida se gana...>>

    Tomó asiento en silencio, peinándose el cabello para atarlo en una alta coleta con un trozo de tela que arrancó de su propio ropaje. Luego de comer pediría ropa limpia, la necesitaba con urgencia. Y ya después, acorralaría por ahí aquel par. En medio de la espera se quedó mirando a la nada, ignorando la algarabía con la que solían comer los hombres que se jactaban de llegar a ser gladiadores alguna vez en su vida.

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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Iulian

    —Rundus Fustus; para ser un par de mentes observadoras no somos muy intuitivos— dijo entrando a la cocina; nadie mas parecía perderse o caminar por sitios equivocados mas que ellos.
    Al llegar escuchó atentamente lo que Marga decía, orgullosa de su oficio, y no era para menos; al probar aquel puré se dió cuenta que podría comer agua hervida con sal de esa mujer; jamás había comido tan bien, si con alguien quería estar bien dentro de este lugar era con quien le daba de comer.
    Al escuchar a los demás grabó muy bien aquel festival otoñal; después lo demás también eran buenos datos, decidió no entablar conersación; algo que hubiera hecho en cualquier momento unos días atrás; pero su estrategia usual no estaba funcionando, y su suerte parecía haberse perdido en aquella Arena. Miró a Rundus mientras terminaba de comer, estaba un poco distrído.
    —Creo que primero debo agradecerle a Marga por esta comida; ir de cacería no me suena mala idea. Y creo que el tiempo es el único que puede hacer algo por mi brazo; ir por una curación ahora me parecería una pérdida de tiempo—
     
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    Gigavehl

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    Cáncer
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    Rundus Fustus

    Escuché a Iulian mientras caminábamos, por lo que no evité soltar una risa mientras asentía. —Solo hay que acostumbrarnos Iulian, seguro nos adaptaremos rápido.—le sonreí con calidez mientras el resto de la escena se desarrollaba, pronto. Llegamos al momento de comer, omitiendo el delirio de aquella mujer, aunque bueno. Lo que tiene de delirante lo tiene de experta. Sin dudas cocinaba como un auténtico milagro, y la comida era simplemente maravillosa.

    —¡Por los dioses! Esto si es comida—. Exclamé emocionado, escuchando a lado la discusión, me quedé reflexivo mientras escuchaba lo que Iulian pensaba.
    >>Cierto, yo tampoco estoy tan mal, y agradecer suena bien, si no es que antes te toma como que pierdes el tiempo agradeciéndole. Pero no te dentendré—. Poco después reí un poco por lo que podría responderle Marga.

    —Si no es problema, tal vez vaya a entrenar un poco. Fuerza es lo que necesito ahora—. Dije, mientras hacía ademán de levantarme.
     
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    SacriDH

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    Aldor Monpoke y Génesis Insane

    En cuanto sus miradas se cruzaron pudieron sentir algo. La fuerza de Aldor se percibía, rodeado de grandes vibras de liderazgo, además de que no le interesaba en absoluto si Génesis era hombre o mujer, para él sería un rival más en la arena. La serenidad y la inteligencia de Génesis también era palpable y se notaba que su sexo no le impediría abrirse paso a través de cualquiera que quisiera impedirselo. Entre los dos sintieron una extraña llama de fervor encenderse en sus corazones. Eran dignos rivales.

    Pero la comida en ese momento era lo más importante. Tomaron distancia. Aldor encabezó la marcha con los demás siguiéndolo y Stetros, el aspirante de baja estatura, echando miradas hacia atrás para ver a Génesis caminando con paso despreocupado detrás.

    La cocina se encontraba al final del pasillo que iba a las salas de entrenamiento aunque el pasillo seguía hasta dar al solar de descanso.

    Ingresaron al lugar, allí había mucha gente. Seis mesas grandes de madera bien distribuidas en el salón. Casi todas estaban llenas de otros guerreros y había unos pocos lugares en algunas. Para Génesis no fue problema, se sentó en el lugar más cercano y comenzó a atarse el cabello para comer. Aldor y los demás tuvieron que dividirse, por lo tanto Moreto lo acompañó a otra mesa donde también esperaron servicio.

    Había mucho griterío pero la voz de Marga, la cocinera, sobresalía entre los demás. Dos esclavas jóvenes se acercaron a la mesa donde Aldor había anclado y le sirvieron juntas el plato. Aldor, algo confundido, recibió los dos.

    —¡Hola! Soy Brida y yo hice este plato, bravo guerrero. ¿Cómo es tu nombre? —La esclava era de muy baja estatura, delgada, con cabello castaño largo que reposaba sobre su hombro derecho.

    —¡Quítate! —la empujó con escasos modales la otra—. ¡Ten esto, es muy rico, lo hice yo! Me llamo Téndira, ¿y tú? —Ella era más alta y robusta, con dos grandes senos que por poco apoya en el plato que llevaba, con el cabello rubio ondulado.

    Aldor tomó un poco de aire tratando de entender qué estupidez hacían. Moreto te arrebató uno de los platos, restándole importante a la situación.


    Por otro lado, Génesis había cautivado a todos los tipos de la mesa. Y encima era una mesa con gladiadores ya nombrados. Ella ató una cola en su pelo, suspiró e inspeccionó un momento su ropa en mal estado.

    —¡Oau! ¿Eres la mujer de las dagas?

    Génesis se sorprendió de escucharlo de esa manera. No esperaba que una historia conocida entre esos tipos. El que hablaba era un muchacho de estatura media, con su musculoso cuerpo casi desnudo. Tenia varios tatuajes y la observaba impresionado.

    —No lo he visto pero dicen que fue impresionante. ¿De donde vie...?

    Antes que pudiera terminar aparecieron con la comida. Y era nada más y nada menos que Marga.

    —¡Esta es mi chica! Para que lo sepan desde ya, ¿eh? —sólo hablaba mirando a Génesis pero su voz resonó en todo el lugar. Dejó un plato de puré de papas con un delicioso trozo de carne de cabra—. Verán como a partir de ella nace una leyenda: la primera mujer en el Flavio, sí señor. La multitud se vendrá abajo junto con las piedras del anfiteatro y tus rivales frente a ti, muchacha. Ven aquí que será un honor alimentarte cuando gustes y espero alguna vez cocinar algo cazado con tus poderosas manos.

    No podías verte pero de seguro estabas algo acalorada por su discurso. ¿Hacía falta que se hiciera escuchar en todo el lugar?

    En eso, a pesar de que están en mesas distintas, los dos ven aproximarse a Iulian, en dirección a Génesis.

    Ambos pierden cualquier vestigio de hambre que tuvieran.
    ¡Génesis gana 5 puntos en Carisma!

    Iulian Amelie y Rundus Fustus Gigavehl

    Ya con el hambre saciada agradecen al grupo por permitirles comer allí y se van en busca de Marga. En cuanto se levantan la escuchan dar un escandaloso discurso apadrinando a una muchacha que es nada más y nada menos que Génesis, la rubia de las dagas que habían cruzado en la arena.

    Luego del escándalo que hizo la mujer prácticamente bendiciendo con todos sus dones a la chica y dejándole una comida mucho mejor que la que les dejaron a ustedes pudieron ver que Génesis comenzaba a comer, un poco incómoda. Abordaron a Marga cuando volvía a la cocina y le agradecieron por el alimento.

    —¿Saben qué? Son demasiado buenitos. No durarán mucho, niños. ¿Quieren agradecerme de verdad? Tráiganme un buen cadáver de cabra y me verán sonreír como pocas veces.

    Dicho eso se fue dejándolos aún más preocupados. Sin embargo, luego de que la mujer se retirara, Rundus Fustus tuvo un increíble ataque de energía y quiso probar un poco el entrenamiento, Iulian no pudo hacer nada por detenerlo mientras se marchaba a paso firme.

    Por lo tanto, ya que estaba ahí, Iulian decidió ir a saludar a Génesis...

    Rundus Fustus Gigavehl

    Te sorprendió tener tantas ganas de entrenar pero lo atribuiste a esa maravillosa comida, quizá de verdad era mágica. Ya luego volverías a cruzarte a Iulian. Casi corriste a la sala de entrenamiento donde te recibió Drecius. No había tanta gente como en la cocina pero los que estaban ahí no perdían el tiempo. Entrenaban golpeando monigotes, combatían entre sí con espadas de madera, corrían y levantaban pesados bloques de yeso.

    Sin preguntar te acercaste al bloque de yeso más cercano y te pusiste a levantarlo. Era increíble, tus brazos se hinchaban a más no poder. Levantaste ese algunas veces, luego uno más pesado, después Drecius te enseño la mejor forma de entrenar para tener músculos duros y la mejor forma para tener músculos grandes.

    —Tienes que decidirte bien qué es lo que vas a querer hacer con tu vida. Si quieres ser un gladiador, no puedes tener dudas. ¿Vas a usar un hacha pesada? Necesitas músculos grandes porque no podrás levantarla de otra manera. ¿Vas a usar espadas pequeñas? Entonces no infles tanto tu cuerpo porque te será difícil moverte con ellas.

    Seguiste sus consejos, pensando bien qué era lo que podrías llegar a necesitar en el campo de batalla. De paso, podrías practicar un poco para saber si vas por buen camino.

    Aspirante 1:
    Fuerza:
    20
    Carisma: 10
    Resistencia: 10
    Suerte: 25

    Aspirante 2:
    Fuerza:
    10
    Carisma: 15
    Resistencia: 20
    Suerte: 20

    Puedes elegir alguno de los rivales que están por ahí ociosos. Te sientes con bastante suerte, aunque tendrás que luchar con espada y escudo de madera que es lo único que hay disponible. Pero, si ya tuviste suficiente, puedes irte de allí

    ¡Ganas 5 puntos en Fuerza!
    ¡Ganas 5 puntos para repartir en Fuerza o Resistencia!

    Iulian Amelie , Aldor Monpoke y Génesis Insane

    Iulian se acercó a Génesis mientras esta y Aldor terminaban de comer. En cuanto lo vio acercarse, el muchacho que había empezado a hablar con Génesis, que luego no quiso molestarla porque comía, se levantó para enfrentar al muchacho.

    —¿Se te perdió algo, basurita?

    Era un gladiador, se notaba por sus tatuajes y las cicatrices bien cuidadas. ¿Algo más iba a pasarle a Iulian ese día? Primero el gladiador desnudo a punto de hacerle conocer la lanza de carne y ahora el gladiador celoso a punto de bajarle los dientes por querer ir a saludar a alguien que había conocido mucho antes que él.

    Iulian va a tener que tener mucho cuidado con la respuesta que dará. Génesis puede interceder en su favor aunque eso podría ser peor, dependiendo de como lo tome el gladiador. Antes que nada, deben tener en cuenta que posiblemente ese tipo pueda matarlos a ambos sin tomar aire.

    Del otro lado, Aldor veía la escena perezosamente mientras limpiaba el plato con la lengua y las esclavas de la cocina comenzaban a reunirse a su alrededor, cuchicheando entre ellas y riendo.

    —¿Entrenamos o vamos a la mazmorra? Quiero ver si mejor mi lucha con el tridente pero también necesito hacer un tridente y los materiales no son fáciles de encontrar, creo que ya he ido unas cien veces a la mazmorra —habló un sujeto musculoso con largo cabello rubio que estaba cerca de Moreto.

    —Yo prefiero entrenar, la última vez volví de la mazmorra con tantas heridas que estuve una semana curándome —confesó otro que parecía algo más delgado y enclenque.

    Esos tipos parecían tener un circulo de entrenamiento ya armado. Podrías seguirlos a alguno de los lugares, sin embargo, la pelea que estaba por estallar entre Iulian y el fornido gladiador te dejaba un poco en vilo, si algo explotaba podrías ser útil... ¿te interesaba ayudarlo en caso de que se necesitara?
     
    • Gracioso Gracioso x 3

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