Casa Gribau es una escuela de Gladiadores donde los esclavos son tratados realmente como esclavos. Aquí no hay libertad de hacer lo que el esclavo quiera dentro de la casa, deberá cumplir un orden estricto de tareas al día y tendrá un momento para descansar y comer algo en el comedor pero no más que eso. Ir a la Mazmorra es obligación fundamental y aquí el dominus no es sólo uno sino la familia Gribau, un grupo de señores de alto poder que buscan regular a la fuerza las leyes de Roma. Los gladiadores aquí conseguirán una gran fama y un gran entrenamiento a cambio de perder muchísimas partes de su alma. El edificio es inmenso, en cuanto lo vieron pensaron que podría tener al menos cinco pisos. Tiene 5 patios de entrenamiento y un grupo de fornidos entrenadores que también son esclavos. El comedor es pequeño en comparación a la casa y comerán sentados en pequeños bancos de madera. En el segundo piso hay una bodega con mercaderías para intercambio, armas compradas en el mercado y elementos de curación que los esclavos aplican sobre los gladiadores heridos. Por el momento no se sabe qué hay en los demás pisos. En Casa Gribau no hay líderes más que los dominus. Anton Gribau: Anton es la cabeza de la familia. Es un hombre de unos 60, de cabello cano, delgado y mirada penetrante. Dirige el lugar con mano de hierro y hacer negocios con él es una pesadilla pues tiene un talento especial para descubrir estafas o conseguir mercancías de buena calidad a un precio subvaluado. Es un sujeto egoísta, ambicioso y amante de la violencia. Danilo Gribau: Danilo es el menor de la familia, un sujeto de unos 45 con cabello oscuro entrecano y con ondas. En sus épocas más jóvenes había sido un soltero codiciado pero sus riquezas lo convirtieron en un adicto a las juergas, a las prostitutas y las apuestas. En esos momentos, y con un impresionante sobrepeso, lo único que aporta a Casa Gribau es una mirada celosa a los gladiadores y una actitud quejosa que sólo resta a la armonía. David Piscino: David es esposo de Lorela. Un tipo muy inteligente, de gran entereza que luchó mucho por llegar a donde está. Es un amante de los combates que observa a menudo el progreso de los gladiadores y es uno de los Gribau que más se pueden encontrar en los patios de entrenamiento. De contextura atlética y baja estatura, con cabello cano que en su momento fue rubio. Lorela Gribau: Lorela es la segunda hija de la familia, cinco años menor a Anton, también delgada, luciendo siempre pelucas de exuberantes colores muy llamativas tratando de ocultar con ellas la gran cantidad de arrugas que surcan su cara. Tiene dos hijas adoptivas ya que no tuvieron hijos con su marido David, la mayoría llegando a la conclusión de que Lorela era infertil aunque es un secreto a voces la gran lujuria que caracteriza a la mujer. Marina Piscino: Nadie sabe de donde sacó Lorela a Marina pero en poco tiempo se convirtió en una Gribau de pura cepa. Es una muchacha delgada de unos 17 años con un esbelto cuerpo y cabello largo castaño. Adoptó todas y cada una de las horribles características no sólo de su falsa progenitora sino también de sus tíos. Es una joven soberbia, adicta al vino y a las apuestas con fascinación por las orgías y el sadomasoquismo. A menudo selecciona esclavos de sexo indistinto que nunca vuelven a ser vistos. Ángela Piscino: Ángela es la más joven de las hijas de Lorela, aunque tendrá unos 15, es muy diferente a su hermana físicamente ya que es delgaducha, de grandes ojos negros y cabello también negro. Su aspecto es mucho más similar a los Gribau, aunque es extremadamente curiosa y metiche pero muy tímida a la hora de hablar. A menudo se la ve escondida de sus padres o jugando con los esclavos sólo para hacerlos enojar. Es muy inteligente, como su padre adoptivo. ******************************* El sitio es inmenso y jamás podrán recorrerlo todo. Ni bien llegan se les asigna un Gladiador guía que los va a ayudar a manejarse los primeros días. Su Gladiador guía será Rosefo, un sujeto calvo muy alto de mirada dura y músculos atléticos. Parece bastante serio. Sextus rapuma se encuentra de nuevo despierto luego del viaje pero impactado por todos los hechos ocurridos. ¿Qué pasó con su antigua casa? ¿Qué pasó con su oponente? ¿Cómo prosigue con su misión en la vida? Anton Gribau le ha mandado a llamar al patio de entrenamiento número 2, el de Público. Allí espera que le pregunte todo lo que esté interesado en saber. Rundus Fustus Gigavehl fue junto con Rosefo y Diritio al patio de entrenamiento número 1, el de destrucción. Allí, Rosefo le presentó a David Piscino, quien esperaba que Rundus empezara con su entrenamiento como todos los demás. Rosefo y Diritio se fueron a otro patio. —Muy bien —te habló David mientras martillaba el suelo con su sandalia, impaciente—. El sol está en su punto más alto, vas a tomar un martillo y quiero que destroces todas las rocas que veas en el patio. Lo harás hasta que no haya más sol. Luego irás a la cocina a comer y allí esperarás a Rosefo todo el tiempo que sea necesario. Él te dirá qué hacer. (Tirarás 5 dados por tu fuerza y 1 por tu suerte)
Sextus Los acontecimientos eran confusos, casi tanto como su primer derrota en la pequeña arena. Sabía que Gedric era más fuerte, más rápido, al menos, en términos normales. Pero en él descansaba el poder de la casa Nitodrius. El poder de miles de manos y piernas que se aferraba a Sextus como si fuera el mismo Hércules. El porte de Sextus era el acostumbrado; erguido y con la frente en alto, está vez con más cicatrices monstruosas en su cuerpo que habían cicatrizado por arte de magia. El bamboleo de sus hombros era de puro brío, como el de un león entrando a la jungla; movimiento insolente y soberbio. Pero en sus ojos algo no era normal; su mirada era gris, ausente. Sus eternos ojos claros parecían congelados en el limbo y miró a Gribau no como si fuera un dominus, sino como si fuera una pieza más en el mundo. Un simple humano de carne y hueso que podía romperse con un soplido. —Gané el combate. —dijo sin más, como si fuera normal haberse regenerado en la Arena. —Quiero saber el nombre de esas mujeres que estaban en el palco. —no desviaba los ojos de los de Gribau. —El Nórdico, ¿está muerto? Un valiente como él merece una segunda oportunidad de Júpiter. —la templanza con la que recibió la estocada final le conmovió. —Me gustaría que Angolo venga conmigo. El entrenador de Nitodrius. —aunque percibía que eso último sería imposible. Nadie conocía la ubicación de su casa de gladiadores. Eran un mito, unos fantasmas. —Tengo que crecer más. Quiero los mejores entrenamientos. No fui yo quién venció en la arena, el destino se encargó que así sea. —le llamó la atención el lugar. Era enorme y le dedicó una mirada despreocupada al recinto. Luego volvió a fijar los ojos en los de su interlocutor. —Si estás de acuerdo puedo comenzar ahora mismo. Tengo energías renovadas.
Rundus Fustus Ya me iba recuperando de todo lo acontecido, desde lo de aquellas mujeres hasta lo del combate, todo fue muy rápido, conseguí herir por el cuello a mi rival pese que mis fuerzas los sentía mas bien nulas, por primera vez mi oponente erraba su ataque. Pero el público estaba pletórico, y eso era perfecto. La contienda finalizó y se nos declaró en empate, pero escuchar ese pseudónimo y la presentación, bien o mal me alzaron los ánimos, por los dioses. ¡Lo he logrado! Sin en cambio, donde se supone iba a regresar con Iulian, mas bien fui enviado a otra parte, me enviaron recto a otro lado, y poco después presencié la pelea de Gredic, estaba aturdido. La presencia de mi rival no ayudaba sumado a que se le notaba molesto... era justo. ¿Cómo dijo que se llamaba? Diritio... En medio de mi agotamiento y la tensión, el rival de Gredic me hizo musitar extrañado, un momento. Yo esa figura la reconozco. Me suena tan familiar pero a la vez tan lejana... ¿Era..? ¿Acaso es uno de los que murieron en la misma arena la primera vez? ¿El que le cortaron la cabeza? No, no. Imposible, estoy haciéndome ideas pero, juro que algo anda muy mal. La pelea fue idílica y todo aturdimiento iba disipándose cuando Sextus daba una pelea, anormal. La resistencia inclusive su "regeneración" era absurda. Nadie entendía lo que pasaba y con justa razón. Transformándose en una suerte de bestia, consiguió derribar como si nada a Gredic pese que opuso una resistencia admirable, pero de nada le sirvió. El remate fue definitivo y el charco de sangre lo demostraba... Estaba... ¿muerto? Fue confuso. Musité apenado, nunca pude conocerlo bien y, realmente no sabía si estar agradecido, si es que le sumamos el repudio que me tenía encima en su momento el cual a día de hoy no me explico y al parecer nunca voy a saber. Al cruzar miradas atónitas con Diritio, parecía ya estúpido considerarnos enemigos, esa pelea demostraba que estaban en un nivel muy distinto. Aunque poco después como si todo eso no fuera el colmo, ese, viejo... Ese maldito anciano estaba ahí, mi presión volvió como un balde de agua fría, "Gribau" se hacía llamar, y ahora nos llamaba a ambos, los guardias ni opusieron queja alguna y sin más tuve que avanzar con ellos. Al final, la escena fue extraña pero incómoda, me recordaba a esa otra habitación, donde tuve que matar. Escuchar la conversación, breve pero críptica no ayudaba. Aunque el comentario de "han sido elegidos para ir a Roma" hizo que reemplazara toda presión por sorpresa absolutos. ¡¿Roma?! ¡¡Por Atenea!! ¡¡Ese sitio no es una simple arena, es un coliseo!! Y pareciera que debíamos irnos pronto, quise expresar mi última voluntad en ese sitio, necesitaba con urgencia hablar con Iulian pero... Fue inútil. Resignado pero aún en shock, bajé con Diritio a las carretas y pronto estuvimos arriba de estas, aunque a lado, en otra carreta subieron a un inconsciente y recuperado Sextus, daba miedo este sujeto, era indudable que Hades o alguien estaba cuidándole la vida. Y no sabía si decir que eso era bueno. Comenzamos a viajar, fue largo y cansado, no me atreví a hablar hasta que a lo lejos, se pudo ver el tremendo edificio al que nos iban a meter, no evité volver a expresar sorpresa absoluta ante la escena. ¿Cinco pisos parecían ser? Ay... Iulian, me va a hacer mucha falta tu compañía aquí. Mientras nos aproximábamos, parecía imposible ver un inicio y un fin a tremenda mole, tal vez y sería un sitio del que jamás exploraría por completo, al ver todo eso, solo miré a Diritio un momento. —Borrón y cuenta nueva... ¿Te parece?—. Dije con amabilidad y calma, no buscaba ofenderlo o algo pero, estar al menos con una persona dentro que pudieras reconocer, era algo. Aunque el presentimiento con ese sitio era horrible. Pronto, llegamos al edificio y tuvimos que bajar, un Gladiador, con un porte muy serio nos empezó a escoltar dentro, por lo que no tardamos en llegar a una amplia zona de entrenamiento, lo poco que vi habían muchas habitaciones, y enormes. Los pasillos se sentían eternos a diferencia de Mautino. Y ver después que otro sujeto, con claras señales de impaciencia y ver cómo me separaron de mi compañero no hizo mas que ponerme nervioso. Escuché con atención la órden, ugh. Un Martillo, me siento mucho más fuerte, sin dudas. Pero tenía mis dudas, aún así, empecé a concentrarme. Tenía que dar una buena impresión o... aquí. No sé qué podrían hacerme. Así, pues, tomé el pesado Martillo y comencé a golpear las rocas.
Sextus rapuma Contenido oculto Gribau sonrió al escucharte decir todo lo que dijiste. Su sonrisa era una sarcástica e insolente, él también te veía como una pieza más en el mundo, un simple esclavo que haría lo que él mandara. —Has ganado claro. Ya conocerás a esas mujeres dando vueltas por aquí por la casa, no te preocupes que luego agradecerás no haberlas conocido. Chasqueó la lengua y dio unas vueltas por ese patio de entrenamiento. Lo único extraño que había ahí era una escalinata, como una tribuna individual ahí puesta en medio de la nada. Anton comenzó a subir lentamente, dando zancadas largas y se sentó en el tercer escalón. —No tengo la menor idea de quien es Angolo ni de quien es Nitodrius. Jamás había escuchado de una casa así y los demás dominus con escuelas de gladiadores jamas han oído nada tampoco. Estás marcado como esclavo de la arena, como si fuera la primera vez que sales a luchar y el día que te presentaste y te mandamos contra Gredic viniste solo balbuceando como un espíritu que venías de Casa Nitodrius a cumplir con el destino. Anton echó una pequeña risa divertida. —En un principio pensé que sería una buena idea enviar a un actorazo como tú contra Gredic, ¿sabes? Daba igual, total el gladiador estaba envenenado, todo estaba arreglado para que cayera y perdiera el título, sólo debías entretenerlo con una buena actuación. No podías creer lo que escuchabas. ¿El nórdico luchó contra ti envenenado y aún así se mantuvo firme hasta el final? Todavía no sabes si aceptar o no lo que te está diciendo. —Al final resultó que no eras tan buen actor y la gente terminó odiándote. Una verdadera lástima aunque, por lo que vi de ti en la arena, decidí quedarme contigo. Eres uno en un millón y voy a investigar bien por qué. Por eso te he traído aquí, al patio de Público. El carisma no es mi fuerte aunque lo parezca, y tampoco es el tuyo pero lo vas a necesitar. Se levantó y de un ágil salto se bajó de la grada. —Aquí vas a venir a diario y te voy a dar una misión para que te vayas entreteniendo hasta que sea la hora de llevarte al coliseo. Es Lorela quien viene de vez en cuando a supervisar el entrenamiento. Ella da una especie de clase de teatro romano… la verdad a mi me aburre pero a ti no te quedará otra opción. Te quedaste esperando, todavía repasando lo que te iba diciendo, con el intenso dolor todavía de no entender por qué pusieron a tu rival en desventaja. —En fin la misión que te voy a dar es la siguiente. Tienes que enamorar a mi "sobrina" Marina. No podrás hacerlo, te estoy dando una misión casi imposible, más con tu horrible aspecto y carácter pero intentarlo te motivará y te preparará para, al menos, enamorar al público, no queremos que nuestra casa sea una creadora de villanos, ¿o si? Echó otra pequeña risa divertida y caminó para dejarte solo. —Ve al comedor luego que te deben estar esperando. Sin decir más caminó hacia la casa, dejándote con muchas dudas y viéndolo retirarse. Ese tipo parecía un debilucho pero tenía una mente aguda que te mantenía en vilo. No te diste cuenta como pasó el tiempo mientras hablaban pero cuando comenzaste a avanzar para irte pudiste ver a una de las "sobrinas" de Anton parada en la puerta observándote con curiosidad. Era la más pequeña de las dos, todavía no se habían presentado. Seguiste avanzando lentamente y la chica se quedó quieta, viéndote caminar. No parecía tenerte miedo aunque la notabas tensa. Cuando llegaste a estar a unos diez metros ella se dio la vuelta y se fue corriendo. Caminaste hasta la entrada y viste su delicada espalda correr a través de un pasillo de la derecha que no sabías a dónde conducía. El comedor estaba cerca, yendo hacia el frente, desde ese lugar podías ver algunas personas sentadas. ¿Qué vas a hacer? ¿Obedecer a Anton y buscar el comedor? ¿O perseguir a la muchacha quien sabe dónde sea que vaya? Dado de 20. Si la persigues tira un dado con tu resistencia. Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto En el campo había más rocas de lo que pensabas y ponerte a tono con los demás te costó mucho. Te diste cuenta de tu falta de entrenamiento y de tu poca fuerza cuando viste a los demás gladiadores que había por ahí partirlas de un sólo golpe. Hubo una que no pudiste partirla ni con toda tu fuerza y otra con la que estuviste un buen rato pero lograste hacerlo. Las demás te tuvieron algo entretenido pero nada fuera de lo básico en un entrenamiento. Ese sería el entrenamiento ideal para el extraño señor Pico, en tu caso, te aburriste a más no poder pero los resultados estaban a la vista. ¡Ganas 20 puntos en fuerza! ¡Encuentras 2 hierro! David los ve a todos entrenar. Es un sujeto que parece muy exigente, muchísimo más que el entrenador de Casa Mautino, pero supones que es necesario para lograr el status que tiene esa casa. Cuando ya no das más con las piedras pides ir a la cocina y tu dominus acepta. El comedor estaba en el centro de pasillos hacia los patios. Pasaste cerca del cocinero, le pediste un plato, te dio un gran tazón de harina de maíz con salsa de tomates y especias y te pusiste a comer. No llegaba ni a la mitad de buena que la comida de Marga en Casa Mautino, eso lo ibas a extrañar por toda tu vida. Cuando buscas un lugar dónde comer te das cuenta que Rosefo y Diritio ya están allí, comiendo.Te sientas cerca. Ninguno dice nada, quizá las cosas todavía estén un poco tensas entre tu y Diritio. Rosefo habla de la nada. —Si tienes algo que preguntar hazlo ahora. Luego de esto iremos a descansar. Y traten de no llamar la atención por la noche en este lugar. No les gustaría. No entiendes bien de qué habla pero un descanso te ayudará quizá a procesar todo lo que te viene pasando. Mientras comes podrías intentar limar asperezas con Diritio, si lo haces tiras un dado de Carisma. También puedes preguntarle lo que quieras saber a Rosefo, tirando un dado de 20. Volverás a tirar un dado de suerte al final.
Rundus Fustus El entrenamiento fue muy agotador y demandante, algunas rocas fueron cosa de niños y otras mas bien parecían ser algo más que solo roca maciza. Ver a los Gladiadores partirlos como si nada era abrumador, no podía imaginarme la clase de fuerza que poseían. Mientras seguía con mi labor, hubo un punto que estaba más que harto y fue como me comprobé, me sorprendí sin duda alguna del cambio que podía sentir en mis músculos, no lo podía creer pero, todo eso salió muy bien. Así, pues. Pedí ir a comer y me lo permitieron, al llegar todo seguía siendo enorme y ajeno para mí, estaba sólo, Sextus no sabía cómo lidiar con él pues lo que presencié en la arena era aterrador. Al llegar con el cocinero se me sirvió la comida y al probarlo noté que no era muy bueno, vaya... Voy a extrañar mucho la Casa Mautino sin dudas, y eso es algo que jamás creí pensarlo. Cuando pude identificar a Rosefo y a Diritio, me senté cerca de ellos, pues. Era lo mínimo que podía hacer, así que comencé a comer junto con ellos pero el silencio fue abrumador. Tal vez y el aspirante aún estaba resentido conmigo y no podía negarlo, pero también no podía descartar que estaba tan nervioso y tenso como yo. Después de todo, estamos en Roma, y todo fue tan rápido. Escuché el comentario de Rosefo, por lo que me quedé ensimismado en mis pensamientos un momento hasta que, reflexionando, convendría mejor esperar un poco. No creo que me convenga preguntar libremente cuando este lugar era un sitio muy serio y hasta quisquilloso tal vez. —Necesito descansar y ordenar la sorpresa y las ideas. De momento estaré bien, gracias—le dije con calma a Rosefo mientras le dedicaba una ligera sonrisa, siguiendo mi comida. Si con alguien deseaba hablar era con mi compañero. —Siento el corte, si te puedo ser honesto, me venciste en la arena. La armadura hizo acto de milagro porque ni yo comprendo de dónde la sacaron—le dije a Diritio, desconociendo si me estaba escuchando o no. >>Me recuerdas a un... conocido—. Dije, refiriendome a Aldor—, tienes la fuerza de lo que un amigo me dijo le veía como un semidios, así que si te hubiese visto, seguramente te hubieses ganado su admiración. Míralo por el lado bueno, conmovimos al público, es una victoria para ambos—le miré un momento para después seguir con mi comida. —Podemos competir si gustas, la verdad me gustaría que tuviésemos una rivalidad sana, empezar de nuevo pues. Ya que estamos aquí... ¿Porqué no intentar ser compañeros? Si nos trajeron juntos es probable que después nos hagan pelear juntos, aunque si te soy franco, ese otro sujeto que peleó con el Gladiador si da miedo. No sé... Creo que no deberíamos meternos con él—. Añadí como último, siempre calmado, no siendo brusco o grosero, solo quería hablar. Era cierto que necesitaba distraerme, fue en ese momento que me dí cuenta que... Génesis... E Iulian, me hacían mucha falta, más de la que esperé.
Sextus Parpadeó dos veces cuando escuchó que el Nórdico había sido envenenado y tensó los músculos de sus manos, convirtiéndolos en dos macizos puños. Las intrigas políticas alcanzaban niveles inimaginables y él quería mantenerse al margen de eso. Le dedicó un último pensamiento a Gedric el cual pudo cambiar su destino si se hubiera rendido. Que Gribau ni nadie conociera la casa Nitodrius tampoco le pareció extraño, era una respuesta que él ya sabía. Incluso recordó al extraño luchador que conocía una vez en la mazmorra y que cuando le nombró la casa Nitodrius el sujeto pareció incrédulo, como si nunca hubiera escuchado de ellos. Entonces estaba solo. Pero confiaba en poder comunicarse con ellos de alguna forma ya que, después de todo, eran uno entre todos. Sintió que perdió el tiempo escuchando a Anton pero se mantuvo imperturbable mientras le escuchaba sobre la actuación en la arena de combate; era algo que él ya sabía, incluso anhelaba. O al menos lo anhlaba en otro momento de su vida, ahora todo eso carecía enormemente de importancia. Tenía una misión y debía de cumplirla. Estuvo por ir al comedor pero decidió que seguir a la pequeña niña quizá le muestre un poco más el sitio donde tenía que vivir. No se entretendria tanto, solo por curiosidad... ¿sería una de las "herederas"?
Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto Comentaste a Rosefo que por el momento no te inquietaba nada pero que cualquier cosa que necesitaras le dirías. Terminaste de comer y decidiste hacer buenas migas con tu compañero. Diritio te observó y gruñó. Lo viste revolver la comida mientras veía hacia otro lado. —No seré tu amigo. Somos dos esclavos y si un día me levanto de malas te mataré mientras duermes. Quiero ser el más fuerte y no te ayudaré a que tu lo seas. Sentenció dando un tímido bocado a su comida. El entrenamiento en ese lugar te demostró que en casa Mautino estabas muy retrasado pero la comodidad de esa casa posiblemente no la encontrarías en ningún otro lugar. Suspiraste al darte cuenta que tus dos compañeros no cooperarían al momento de querer echar unas risas. Rosefo se levantó cuando terminaron de comer y habló. —Luego buscaré al otro, es posible que su entrenamiento esté llevando más de lo esperado. Vengan, les mostraré sus habitaciones, mañana los espero temprano aquí mismo en el comedor. Prepárense porque irán a la Mazmorra. Seguiste a tu guía cabizbajo esperando que las cosas se pusieran emocionantes pero estabas seguro que no lo harían. La vida allí sería un constante entrenamiento hasta que se te rompieran los huesos o tuvieras que ir a luchar a la arena. Las habitaciones eran individuales pero te tocaba dormir al lado de la habitación de Diritio y eso no te producía nada de gracia. Rosefo los dejó allí y se retiró sin decir más, recordándoles que los esperaba temprano en el comedor. Tu rival se metió en la habitación de al lado y cerró con fuerza la puerta. Había llegado tu hora de dormir. (Tira un dado por tu suerte y si sale más 3 puedes postear directamente en la mazmorra para ir avanzando) Sextus rapuma Contenido oculto Decidiste que seguir a la niña no te traería muchos problemas, ¿o sí? Para ti era una niña pero la verdad era que la diferencia de edad entre ambos no era demasiada. De cualquier forma no era esa la muchacha que tenías que "enamorar", recordabas por lo que habías visto en la arena que esa era la más pequeña, la otra era tu objetivo. Como iba un esclavo a enamorar a su dominus, Gribau sin dudas te había dado una tarea imposible. Perseguirla por Casa Gribau fue una ardua tarea. Si bien tenías una gran resistencia la muchacha era ágil y rápida, se metió por pasillos y escondrijos que te complicaron la existencia y estabas realmente perdido cuando la viste sola, sentada de espaldas a ti, con su pequeño y delgado cuerpo apoyado a una pared. No tenías idea de donde estabas, era un pasillo grande del segundo piso. Podía ser peligroso si te encontraban ahí. Te acercaste lentamente para comprobar su estado. En cuanto estuviste lo suficientemente cerca ella se dio vuelta de repente y te observó con su cara desencajada por el llanto. Nunca habías visto a nadie llorar así, las lagrimas se le derramaban a borbotones hasta sus mejillas y recorrían un río hasta su cuello lleno de tierra que quedaba marcado. Era una imagen que te dejó aturdido. Caíste de rodillas y ella gateó hasta ponerse a tu lado y te abrazó con fuerzas. Nunca sentiste tanta calidez en tu vida, era un abrazo tierno, un abrazo de necesidad y urgencia. Algo en tu cabeza te dijo que las cosas iban muy mal. Había pasado alguna cosa determinante, lo sentiste cuando ella te abrazó. Sospechabas que fuera una de las mujeres de la profecía y casi podrías decir que estabas en lo correcto sólo con haber recibido un abrazo. —¿Qué haces con mi hija? Explícate, esclavo. Ángela, ven aquí. El que hablaba era David Piscino, no lo reconocías, pero algo te había dicho Rosefo sobre él cuando recién llegabas a la casa. Era el cuñado de Gribau. Ángela se negó a dejar de abrazarte pero la pregunta de tu dominus es absoluta y está a un grito de llamar a todos los guardias y te harán pedazos si tu respuesta no lo convence. (Tira un dado de 20)
Sextus Se sorprendió cuando sintió esa extraña necesidad de consolar a la pequeña. Él mismo observaba con desprecio a toda persona que no sirviera para la guerra pero había algo en ella que le recordó a su pequeña hermana. Físicamente no se parecían en nada; los genes de la familia de Sextus eran fuertes: su hermanita menor a pesar de su edad ya demostraba dotes de atletismo y lucía unas piernas fuertes y un cuerpo esbelto. La niña frente él no era parecida pero sí eran sus ojos y su extraña mirada de niña que necesita a un hermano mayor. —Tranquila. —sostuvo su diminuta cabeza a comparación de sus manos y la apoyó en su propio hombro mientras que con la diestra apretaba levemente la espalda y daba palmaditas suaves. Las manos de Sextus eran enormes y fuertes y debían de hacer daño pero seguro la niña las notaba suaves. —Tranquila... Y cuando sintió la voz levantó la cabeza lentamente, como si no estuviera haciendo nada malo. —Me recordó a mi hermana pequeña. Lo siento. —mintió pero la voz no se quebró y Sextus le miraba muy muy fijo. —No supe otro modo de actuar que este. —lentamente se separó y se reincorporó. Sextus tenía sobre la piel a la vista, las marcas del adiestramiento salvaje de casa Nitodrius y todas las heridas cicatrizadas contra Gedric. Se quedó en silencio manteniendo la mirada. El tiempo se hizo eterno mientras esperaba la reacción de David. Algo interno le decía que esa niña era una de las herederas.
Rundus Fustus Tal vez no usé las palabras adecuadas o tal vez no quería decir nada ni escuchar a nadie... Ni decir que en la arena parecía que comprendíamos que rivalizando no lograríamos mucho. Suspiré mientras asentía y volví a mi comida, pronto había acabado, perfecto... Estoy más sólo que nunca, solo esperaba que tener a Iulian en mente no me distrajera tanto pero, bueno. Ya me he visto en la arena que eso sucede difícilmente, así que en un momento clave seguro que no me distraigo, pero nunca se sabe. Vi el resto de la acción y solo acaté la órden, aún reflexivo si ese hombre era el mismo que en un inicio había muerto, no me creía que fuese él pues había caído en un momento pero, el hecho de que siga ahí puede y lo confundiera con alguien más... no lo sabía, no podía saberlo, solo seguir adelante. Ya me lo encontraré en algún lugar, seguro. Me acosté en la cama ya habiéndome encerrado, chasqueé la lengua mientras me quedaba reflexivo, la comodidad no era mucha pero al menos la esencial para cerrar los ojos y perderme, estaba muy deprimido, más si Diritio no parecía tan abierto como creí lo iba a estar, el azote de la puerta solo delata que estaba furioso. Suspiré pesadamente mientras intentaba despejarme y relajarme, dios. Esperé todo menos que me cambiasen de casa tan pronto, y para colmo. El viejo anda por ahí, el que me hizo convertirme en asesino antes de tiempo.
Sextus rapuma Contenido oculto No te creyó para nada lo que le dijiste. Dio dos firmes pasos hacia ti y al instante la muchacha se retiró, sin dejar de pedirte ayuda con su mirada. Nunca habías visto una mirada así, para ti era una niña todavía pero había en ella más pasión que en los ojos de cualquier otra mujer que hubieras conocido antes. —No quiero verte cerca de ninguna de mis hijas NUNCA más. Si te veo haciendo algo extraño con ellas te mataré, y créeme que puedo hacerlo, esto es Roma, no esa sucia arena donde aprendiste a luchar. Ángela, nos vamos. Y tú vete a dormir que mañana tienes que entrenar. David y Ángela se retiraron juntos, de la mano y la chica volteó dos veces a verte. Algo dentro de ti te decía que esa niña era parte de la profecía, pero un buen descanso te ayudaría a pensar con más claridad. Decidiste dejarlo por el momento e ir a dormir. Viste a Rosefo, el gladiador guía, a los pies de las escaleras y te acercaste a él. En cuanto estuviste cerca, sin decir nada, él se te acercó y descargó sobre tu estómago un golpe a una velocidad y con una fuerza tan furiosa que te doblaste en dos y vomitaste el piso. Ese tipo, sin llamar demasiado la atención, posiblemente era el doble de fuerte que Gredic. —No vuelvas a dejarme esperando que mi tiempo es limitado, no puedo esperar aquí como si fuera tu dominus. Te mostraré donde vas a dormir. Dicho eso te arrastró por tu toga como si no pesaras nada. ¿Tanto le molestaba que hubieras ido a dar un paseo? De cualquier forma no te arrepientes, ese sujeto no sabe que el destino es tu verdadero guía. Te llevó a una celda individual, muy similar a las de Casa Nitodrius. Extrañamente similar. Te recostaste en la cama con cobijas a descansar, esperando dormirte en cuanto se te quitara ese horrible dolor de estómago. Sin embargo, no sólo tus dominus y ese guía te maltrataron, tus pesadillas también. El rostro tierno y entristecido de Ángela se te apareció incontables veces y también el extraño encapuchado dándote la espalda con un dejo de decepción. Algo estaba yendo muy mal con respecto a esa profecía, debías apurarte pero no tenías idea de cuantas herederas se estaba hablando. ¿Serían sólo Ángela y quizá su hermana, Marina? ¿Habría otra heredera en algún lado? ¿Cómo se suponía que las buscarías? Al día siguiente te despertó el golpeteo incesante en la puerta, en cierto punto estabas descansado pero con la mente hecha un nudo. Físicamente te sentías extrañamente bien, como si ese puñetazo hubiera acomodado un poco tu organismo, aunque todavía te dolía el abdomen. Sextus rapuma Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto Rundus fue el último al que Rosefo despertó. Sextus ya estaba ahí y Diritio también, ninguno de los dos se veía muy bien de cara, aunque la cara de Rosefo era la peor, parecía no haber dormido nada en absoluto. —Bien, tienen que ir a la Mazmorra por provisiones, es obligatorio —remarcó eso último dirigiéndose a Sextus—. Pueden hacerlo antes o después de comer, ustedes elijen. Caminaron un poco sin rumbo cierto y Rosefo volvió a hablar. —Aquí hay cinco patios de entrenamiento. El patio de destrucción es donde pueden entrenar su fuerza. El patio de público donde pueden entrenar su actuación en la arena. El patio de juegos, ideal para entrenarse en todo lo referente a su resistencia física. El patio de la fortuna que realmente no es muy útil pero ahí a veces encuentran a Danilo que a pesar de ser un sujeto muy tosco es un experimentado en el tema de apuestas, no me pregunten mucho más pues sólo he ido una vez en mi vida. El último patio, es el de destreza, ahí pueden ir a entrenar un poco con armas específicas, buscando lograr alguna maestría con ellas. Pueden ir a cualquiera que elijan, yo los escoltaré una vez que terminen de comer y de ir a la mazmorra. Por mi parte iré al patio de destreza. —Yo iré al de destrucción —comentó rápidamente Diritio. Ustedes tenían que elegir. Luego de elegir, podrán ir a la Mazmorra (Rundus ya lo hizo, Sextus debe hacerlo) y luego pasar por la cocina a tomar un bocadillo y empezar a entrenar. Rundus Fustus ya estuvo en el patio de destrucción y reconoce que es un buen entrenamiento. El patio de público es donde ya estuvo Sextus y por lo que Anton le había dicho debía seguir yendo ahí para mejorar su carisma y con él empezar a pensar en su difícil misión, aunque no era obligatorio que lo hiciera. El patio de juegos sonaba interesante aunque ambos iban muy bien con el tema de resistencia. El de la fortuna sonaba muy prometedor, al menos para hacerle una visita, aunque temían perder allí el tiempo. Y por último, el lugar a donde se dirigía Rosefo al parecer era el sitio más popular, las habilidades en combate nunca están de más. Opten por un destino, no hacen falta dados esta vez.
Sextus Miró con odio a su entrenador cuando se formaron con los nuevos integrantes. Sextus tenía en claro que podía matar a quien sea de los presentes si era empujado por su poder interno pero se tranquilizó. No estaba allí para ser un asesino, estaba allí para salvar a esa niña. Y debía tener su rol de gladiador para hacerlo, quizá con el tiempo pueda acercarse más. Claramente no pensó en la amenaza del dominus David. Miró a sus compañeros y notó cierto semblante familiar en Rundus pero no podía estar seguro. Lo miró en silencio y luego a Diritio y volvió a mirar a su entrenador. —Iré al campo de la destreza. —informó también, dando un paso hacia el frente. —Y a la mazmorra. Luego podría comer algo para empezar su entrenamiento a tono.
Rundus Fustus Al volver de la Mazmorra, algo dañado y magullado, pero agotado. No tardé en reunirme con mis compañeros y junto con el misterioso Sextus. Ahí mismo, empezó a hablar Rosefo, al menos no hubo nada destacable hasta que llegó a la parte de los sitios a entrenar. No evité mirar esta vez a Sextus, solo un momento, para después volver a mirar a Rosefo, estaba claro los sitios y me quedé reflexivo. La Fuerza lo tomaba decente, más con el recién entrenamiento, mi Carisma lo sentía óptimo y mi Resistencia me ha gustado desde hace mucho. Ir a practicar una nueva habilidad era tentador, pero había algo que me llamaba poderosamente la atención. "El Patio de la Fortuna" como le llamó. ¿Qué podría ser? No sonaba a un sitio muy próspero, y estaba claro que ser supersticioso no me iba a servir de mucho. Pero... ¿a quién engaño? A estas alturas, con esa milagrosa armadura y accionares que he ejecutado que ni yo mismo me explico y hasta con la aparente actuación sobrenatural de Sextus sería ya estúpido de mi parte no ceder aunque fuese un poco. ¿Tal vez y en verdad hay algo más? Tenía que intentarlo. —Bueno, parece que tomaremos caminos distintos, iré al Patio de la Fortuna. Quiero ver qué puede haber allí—. Comenté con calma y seguridad, en realidad no quería estar cerca de nadie por ahora y no sabría si decir que era lo mejor por ahora. Suerte... ¿Actos divinos y Suerte influyen tanto como tener gran destreza en lo que haces? Me atrevería a decir que sí.
Sextus rapuma Contenido oculto Decidiste entrenar en el patio de destreza. Luego de tu incursión a la mazmorra y de una comida un tanto mejor que la de Casa Nitodrius pero sin ser más que comida sosaina para gladiadores, Rosefo te guio allí y no pudiste evitar sentir que habías elegido el lugar correcto. Había una gran cantidad de gladiadores fuertes, parecía ser un lugar muy competitivo y es que se hacían carreras. La competencia perfecta para mejorar tu resistencia y llevarte a romper nuevos límites. Rosefo llamó a un gladiador veterano que había por allí y le pidió que te diera algunas instrucciones pues él debía hacer otras cosas. El gladiador veterano era un sujeto de cabello ya entrecano pero de un físico muy curtido, no tan robusto pero si bien fibroso. Ese sujeto debía tener los músculos de hierro. Se llamaba Prudencio. —Muchacho, has elegido iniciar tu estadía en este patio. Pues en este patio no hay lugar para haraganes. ¿Por qué no me tiras unos 100 metros llanos en velocidad, 10 vueltas a la pista sin parar y por último 5 piques ida y vuelta en la colina? Así veremos de qué estás hecho, luego dime en qué quieres competir. Ven, te iré explicando. No entendiste mucho al principio pero luego Prudencio te comentó. Los 100 metros era una pista de tierra pulida de una punta de la pista a la otra. No era mucha distancia pero viste a unos tipos correr como gacelas por allí, estabas seguro que no darías la misma velocidad que ellos. Las 10 vueltas a la pista de 400 metros era una carrera de resistencia y muchos se lo tomaban con más calma, de cualquier manera hacer eso sin descansar podría llegar a dejarte sin aire para todo el día. Al final, a corta distancia de la pista, había un terreno desnivelado que debe haber tenido unos 50 metros. Allí también debías dar tu máxima velocidad bajando y subiendo, controlando tu velocidad de bajada para no terminar rodando por el piso y poniendo toda tu fuera en tu velocidad de subida para hacerlo lo más rápido posible. Luego de ese entrenamiento, Prudencio te hará competir con algún grupo en cualquiera de las pruebas y eso puede llegar a desarrollar todo tu potencial. Tirarás siete dados por tu resistencia, cinco por tu fuerza y un dado de 20 además de elegir en cual de las carreras competirás. Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto No entendías bien por qué un sitio tan profesional como Casa Gribau tendría un lugar llamado el Patio de la Fortuna pero querías comprobarlo. Luego de una rápida incursión a la mazmorra y de llegar bastante herido decidiste despejarte yendo a ese lugar, tras una comida ligera y haber tenido que dejar obligatoriamente allí tus trozos de carne. Rosefo te escoltó al lugar indicado pero no era un espacio abierto sino cerrado, que te recordó a las salas de entrenamiento de Casa Mautino. Allí, sorprendentemente, lo primero que encontraste fue a Detoxo. ¿Qué hacía en Roma? El sujeto se percató de tu presencia y se acercó a hablar. Rosefo lo observó sorprendido. —¿Se conocen? Bueno, te lo dejo, explícale un poco de qué trata esto, yo iré a entrenar. Rosefo parecía ser muy profesional. Detoxo te observó detalladamente asintiendo con la cabeza. —Así que estás aquí. Tienes agallas, de todos los lugares era donde menos esperaba verte, supongo que no te han dejado opción. Detoxo te hizo señas para que caminaras con el por el recinto. No había muchos gladiadores allí pero había algunas esclavas sirviendo vasos de vino y algunas mesas con juegos de cartas y de fichas. Eso te pareció interesante sobremanera. —Casa Gribau es un sitio muy famoso en Roma desde hace muchos años y aquí hay apuestas todo el tiempo. Muchos dicen que la fortuna no se entrena pero están equivocados. Cuanto más tientes a la fortuna más atraerás tu atención sino, ¿cómo tendría alguien suerte si nunca lo intenta? —Detoxo señaló al sujeto regordete que habías visto en el palco cuando Anton te llevó allí para avisarte que irían a Roma—. Ese es Danilo. Es un bueno para nada pero sabe aún más que yo de apuestas. Su filosofía es perder todo lo posible en juegos sin importancia para tener toda la fortuna reservada para los eventos especiales. Ven, mira esto. Te mostró 3 de las muchas mesas que había. El juego de dados era el más simple de entender, debías tirar dos dados de 6 tres veces y en cada par tratar de sumar 7. Era lo más difícil, sumar el siete, pero si tu suerte estaba de tu lado lo harías. El juego de fichas era estratégico, llevaba un poco más de tiempo pero no era muy difícil de seguir una vez que aprendías. Tenías 10 fichas que debías mover por el tablero de forma de atrapar todas las fichas de tu rival, incluso se podía jugar de a varios jugadores. Por último, estaba el juego de cartas. Las cartas eran unos trozos de pergamino endurecido con marcas. Te daban 5 cartas al azar y con esas cinco debías formar una de las combinaciones con mayor puntuación, era sencillo de entender pero difícil de jugar ya que dependías mucho de tu suerte y tu estrategia. Detoxo te invitó a probar los juegos así que vas a jugar una vez a cada uno. Tirarás 6 dados de 6 para el juego de dados. Tirarás 10 dados de 20 para el segundo. Y en el último harás lo siguiente. Tirarás 10 dados de 13. Se tomarán los primeros cinco dados. Podrás reemplazar cualquiera de los primeros cinco por el sexto (lo elegirás editando tu post luego de tirar los 10 dados). Si elijes reemplazarlo perderás el dado elegido y tendrás el sexto y deberás repetir el proceso con el séptimo dado. Así hasta que hayas decidido qué hacer hasta el último dado. Lo que formes será tu puntaje según la siguiente tabla: Escalera de 5 dados seguidos: Es el puntaje máximo, cuanto más altos sean los dados mejor. Cinco dados iguales: Es el puntaje siguiente de la escalera más baja. No importa la numeración. Cuatro dados iguales y uno diferente: El dado diferente gana puntos cuanto mayor sea. Tres dados iguales y dos iguales: Lo mismo Tres dados iguales y dos diferentes Dos dados iguales y tres diferentes
Sextus Se sintió abrumado con todo ese entrenamiento; él estaba acostumbrado a exigirse físicamente pero esto era otro nivel. La punta de los dedos comenzó a picarle indicando que su adrenalina iba subiendo poco a poco. —Competiré en la carrera de colina. —dijo sin estar tan seguro. Sextus era alguien explosivo, de fibras rápidas. Las otras carreras lograría una gran marca a los 50 metros pero llegaría cansado a los 100. Ni que decir a los 400. La prueba de 50 parecía adecuada. Tomó aire, dió unos saltos en el lugar y comenzó con el entrenamiento.
Rundus Fustus Poco después de dar un bocado a la comida que me dejaron y haberlo interrumpido, Rosefo me llevó a la famosa área donde se dice que la suerte mejora el que decida entrar ahí. Con cierto temor a perder el tiempo, resultó ser un sitio amplio pero cerrado, ciertamente silencioso y me atrevería a decir que hasta pacífico y agradable a diferencia del resto de la titánica Casa. Ahí, me encontré con un rostro que jamás creí hallar, el mismísimo Detoxo. ¿Tanto poder tiene? ¿Pero qué clase de conexiones tiene? Para que esté aquí en Roma es toda una sorpresa, pero más que disgusto, me provocó todo lo contrario. Ahora él parecía ser un mejor dominus a diferencia del actual, además. Podría ser mi conexión para con Casa Mautino, al parecer el destino no me separaba totalmente de Iulian y compañía. El comentario inicial de Detoxo me hizo reír un poco apenado, así que no me quedó mas que asentir. —Bueno, al parecer tengo mucho más potencial del que esperaba. ¿Qué haces aquí? No esperaba verte tampoco por estos lares—. Comenté mientras me hacía la ceña para que lo siguiese. La escena de apuestas era increíble, mujerzuelas sirviendo vino, gladiadores, aunque pocos, jugando, e inclusive Detoxo me mencionó a un tal Danilo a quien por supuesto vi de lejos, me quedé reflexivo ante lo que me decía sobre conocer más las apuestas, aunque fuese un bueno para nada, tal vez a futuro podría aprender algo de él. Pronto Detoxo me llevó a un trío de mesas, donde pude ver y escuchar la breve explicación de los distintos juegos, me llevaría tiempo abarcarlos los tres aprovechando que Detoxo estaba presente, asentí con calma y fue como me puse a ello. Mientras me dirigía a la primera mesa, solté un comentario final. —¿Crees que pese a todo... necesites mi ayuda en algo más? ¿Aunque me halle aquí, en Roma?—. Le dije a Detoxo, con calma. Contenido oculto: Movimientos de la tercera mesa Elijo desechar el sexto, séptimo y octavo dado (9, 5, 8) Y tomo el noveno dado (12) para reemplazar el quinto dado (5) y el décimo y último (13) lo tomo para reemplazar al tercero (2) haciendo el par igual con el 13 que es el primero. Por lo que al final quedarían con: (13-8-13-9-12) Es así... ¿Verdad?
Sextus rapuma Contenido oculto El entrenamiento fue muy pero muy intenso. Nunca habías entrenado tanto en tu vida. Lo primero que hiciste fueron los cien metros en velocidad y explotaste como una gacela. ¡Ganas 5 puntos en Resistencia! ¡Aprendes la habilidad Arremetida! La carrera de los 4 km. fue horrible. Te cansaste demasiado, hiciste un tiempo mediocre pero seguramente te ha servido para disminuir el exceso de grasa de tu cuerpo. ¡Ganas 5 puntos en Resistencia! Tus idas y vueltas a la colina también fueron mediocres. A pesar de que tenías una gran fuerza al parecer no estaba en tus piernas. Habías acumulado cansancio y dos veces te caíste a medio camino lastimándote seriamente los pies. Para tu suerte las otras tres idas y vueltas no estuvieron tan mal, lograste mantener un buen ritmo gracias a tus fuertes pulmones y músculos. ¡Ganas 10 puntos en Fuerza! ¡Ganas 5 puntos en Resistencia! Al finalizar te tomaste un respiro. Habías hecho eso en menos tiempo del que esperabas pero estabas terriblemente cansado. Ibas a hacer 5 piques otra vez pero esta vez en competencia, con dos sujetos que se veían más atléticos que tú pero no tan fuertes. Habías elegido el sitio ideal para competir. Luego de ver competir otros grupos llegó el turno de ustedes y alguno de los que ya había competido dio la señal para que arrancaran. Uno de tus competidores fue devastador. Cuando ibas a arrancar la tercera vuelta él ya arrancaba la cuarta. Por suerte para ti, otro rival no parecía estar inspirado y terminaste haciendo un papel dentro de todo bueno. ¡Ganas 5 puntos en Resistencia! Demasiado bien para el primer día. Sin embargo, algunos de los que estaban mirando empezaron a hablarle al último que cuando estabas terminando la última vuelta probablemente él empezaba su cuarta. —Felicitaciones por el segundo lugar —dijo uno. —Sí, eso, bien que venciste a ese cabeza hueca sacado de esa casa imaginaria. El último lugar rio con ellos mientras te echaban miradas burlonas. Estabas muy susceptible últimamente y te dieron serias ganas de molerlos a golpes, cosa que podrías hacer ya que no había nadie controlando. Sin embargo, no habías gastado mucho tiempo, podrías quizá dar una vuelta por el patio de público que no debía ser tan intenso como ese entrenamiento o al menos tomar un baño ya que estabas completamente empapado. Elije lo que vas a hacer y ve con tu d20. Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto Te pusiste a ver un poco de que iba eso. Tiraste los dados. A la primera un 7. Detoxo, Danilo y los demás gladiadores te miraron incrédulos. Debía ser la suerte de principiante. Te pidieron que tires nuevamente. Un siete en toda la regla. Sacar una vez siete era suerte pero sacarlo dos veces escapaba de las expectativas de todos. Te rogaron que tires una vez más. Tiraste, los dados rodaron y... sumaste seis entre los dos. Todos suspiraron, algunos hasta decepcionados pero la mayoría entusiasmados por tu gran suerte, te alabaron por ello. ¡Ganas 10 puntos en Suerte! Luego de eso ya te metiste más en ambiente. Te pusiste a jugar a las fichas con un gladiador alto y corpulento. Era más gordo que musculoso a tu entender. Sin embargo, en el juego te aplastó. A pesar de que eras bueno con la estrategia no pudiste contra él que ideó severos planes para arrasar cada una de tus fichas dejándote acabado en poco tiempo. No parecías tener en ese la misma suerte que en el otro. En el juego de las cartas transpiraste cada gota de nerviosismo. A los otros tres contendientes los tenías impávidos. No expresaban nada y temías que esa tranquilidad significase que estaban por aplastarte. Al final de la última ronda, cuando todos presentaron sus cartas pudiste ver el resultado. Tus cartas eran mejores que las de los rivales salvo de uno que se encontraba sonriente con 2 pares de cartas con la misma marca. No lo podías creer, estuviste muy cerca de ganar pero ese sujeto se llevó toda la gloria de esa mesa. ¡Ganas 5 puntos en suerte! Al final perdiste la cuenta del tiempo que te consumió ese lugar, cuando decidiste relajarte ya tenías hambre, habías pasado ahí tanto rato que te sentiste culpable de haber perdido tanto tiempo jugando aunque sentías que hacía mucho que no estabas tan contento. Te preguntabas si realmente ese podría ser un entrenamiento y te ayudaría a la hora de luchar. Al final, Detoxo se acercó a ti cuando te ibas. —Ven un momento, debemos hablar. El fornido sujeto te empujó despacio hasta un rincón, miró hacia todos lados esperando que nadie lo vea y te habló. —Estás en un sitio peligroso. Recuerdas a Anton, ¿verdad? Los recuerdos de la trágica noche donde debiste llevarte la vida de esas muchachas invadió tu mente. Siempre estaba presente en ti, no tenían por qué recordártelo. —El día en que se retiró de Casa Mautino me dejó dicho claramente que te iba a buscar otra vez cuando estuviera ahí. Específicamente a ti. Y ahora te tiene aquí, como su esclavo. Podrá utilizarte a su antojo, hasta el momento a lo mejor no ha ido por ti porque debes haber llegado hace muy poco pero lo hará, te lo aseguro. Él me debe a mi cosas, así como yo le debo a él, por lo que no te molestará si tienes algún encargo mío que realizar. Detoxo quitó la presión sobre ti para que caminaras libremente a su lado mientras él iba hacia la salida de Casa Gribau. Lo seguiste a su lado. —Pasaré por casa Mautino, ¿necesitas que haga algo por ti? ¿Hay algo que quieras saber? Siéntete libre de consultar o solicitarle a Detoxo lo que sea, si está dentro de sus posibilidades te ayudará con eso.
Sextus Miró con odio a los presentes que intentaban burlarse de él en su cara y avanzó sin miedo hacia ellos hasta detenerse a una distancia de nariz a nariz del primero que habló. Un lento y lúgubre estertor comenzó a brotar de su tórax de gorila mientras su voz salía disparada como una caldera hirviendo. El aspecto de Sextus seguro era terrible: rojo de sol y de cólera, peludo de la barba que no se afeitaba hace semanas. —Repitelo y meteré tu lengua por el culo para que recuerdes lo que comiste hace tres días. —dijo con furia, preparado para saltar contra cualquiera sin importar que le superarán en número. —No sabía que estaba rodeado de adolescentes idiotas, pensé que aquí se formaban guerreros. Y sin más se giró como si aquellas personas no valieran más de su tiempo. La seguridad de Sextus era tan palpable que se podía sentir en el aire. Decidió que lo mejor era ir al patio público a ver qué le esperaba. Después de todo Anton le había comentado que allí sería el mejor lugar para comenzar su destino en casa Gibrau.
Rundus Fustus Increíblemente al tirar los dados me salió el 7 por primera vez, eso me hizo musitar claramente sorprendido. Inclusive eso hizo que se captara la atención de todos al acto, yo miré a los presentes igual o más incrédulo que ellos, por lo que volví a tirar y parecía ser una broma, si el primero había sido 5 y 2, ahora eran 2 y 5. Los demás se quedaron atónitos y yo también no me podía creer mi suerte, me pidieron tirar una vez mas y... Nada... 3 y 3. Eso hasta a mí me hizo musitar decepcionado y los demás estaban incrédulos aún así, de igual manera, sonreí maravillado. Para con el resto de mesas no me fue exactamente mejor, aunque en la de cartas, a diferencia de las fichas fue mucho mejor, de alguna manera, no podía ser tan pesimista, me atrevería a decir que de hecho... Me fue de maravilla, inclusive de alguna forma me sentía mucho mejor. Quiero decir, de alguna manera siento que perdí el tiempo pero... ¿Era así? ¿Era cierto que la "suerte" se "entrenaba"? Al menos, para las exigencias de la Casa, me sorprendía de sobremanera que existiese un lugar como este, y la verdad es que fue todo un distractor de estos problemas pese a todo. La sonrisa no me lo podía quitar, eso era innegable. Sin en cambio, cuando iba a retirarme, Detoxo me habló, y no dudé en ir con él. Poco después, se aseguró que nadie nos viese, y escucharlo no fue precisamente algo que no supiese ya, más si el flash con las chicas me volvía a retumbar el cerebro y hasta el alma. Cuando escuché esa última parte, me dejó sorprendido... ¿Algo que quisiera de él? Me quedé pensando, era una posibilidad tan grande y maravillosa que literalmente jamás vi venir, y con tan poco tiempo nunca se me ocurrió algo que fuese único y al menos justo para con el momento. —Bueno... Sí, hay tres cosas, dos son para información, y uno es un favor. Si no quieres cumplirme con todos, esta bien. Pero el favor es lo que me importa por ahora... >>En primera instancia, las dos cosas son... ¿Qué hay en esta casa realmente? Quiero decir, pareciese que es un edifico enorme, con distintos pisos. Si Anton va a tenerme de... ugh, no lo sé. Quisiera saber al menos, lo que sepas, qué hay en esta casa. En cuanto a los encargos estaré dispuesto, cuanto sea y como sea. No quisiera estar en manos de él. >>Lo segundo, ¿hay alguna leyenda o algo similar acerca de alguna arma legendaria o algo similar? Sé que sonará absurdo, pero empiezo a creer que de verdad todo lo que cuentan sobre los dioses y sus milagros es bastante real si de verdad se tiene fe... Y si son capaces de hacer cosas imposibles, no dudo de que exista un arma a nivel de ellos. Vaya, debiste verlo en mi pelea... y esa armadura. No sé si haya manera de que me puedas contar sobre donde, cómo o qué hacer para buscar algo así. >>Y lo último... ¿Has llegado a conocer a un esclavo de Casa Mautino llamado Iulian? La verdad es que este es el favor, bastante simple, a decir verdad. Y es que quisiera que le contaras lo que ha sido de mí, pero al menos terminando con que al final, todo estará bien, y que nos volveremos a ver, pero que de momento estaremos separados por no sé cuanto tiempo. En realidad dudo que aún quede alguna conexión para conmigo y Casa Mautino. Como dije, sé que es mucho, y si no quieres cumplir con todo lo comprenderé. Sé en donde estoy, Detoxo, y no me siento cómodo... Pero sé que me ayudarás, en la medida de lo posible, seré fuerte. ¿De acuerdo?—le sonreí de forma verídica, realmente estaba asustado, y mucho. Pero tenía que ser fuerte. Por los chicos.
Sextus rapuma Contenido oculto Chocas contra los buscapleitos. Realmente eras una persona temible en el lugar porque nadie dijo nada ante tu enfrentamiento. Esperaron lo que dijiste callados y sin decir nada dejaron que te dieras la vuelta para irte. Sin embargo, tu imposición sobre ellos no resultó para nada grata. Quizá esperaban que te unieras a su grupo de idiotas habladores para molestar a otra gente pero ese no era tu estilo. Cuando te fuiste se quedaron murmurando en voz baja entre ellos, deberías ir con cuidado a partir de ese momento. Decidiste dar una vuelta más por el patio público, realmente estabas agotado y no querías seguir forzando tus músculos para lastimarte, posiblemente con el paso del tiempo te adaptarías a dar una vuelta en cada patio por día. Caminaste con tu enorme cuerpo hacia el patio de público, si era como la vez anterior no habría nadie allí. Pero, a diferencia de esa vez, en ese momento sí había gente. Para tu sorpresa, todas las presentes eran mujeres. Rodeadas por las escalinatas donde se suponía que debía estar el público había cinco mujeres. La que más llamaba la atención era Lorela Gribau, con una enorme y hermosa peluca rojiza que rodeaba toda su cara y caía por su espalda hasta por debajo de la línea de su cintura. Con su sorprendente carisma, guiaba a las demás mujeres. Una de ellas, ataviada con un señorial vestido de copa, era Marina, la mayor de las hijas, con una cara de completo fastidio por tener que seguir a su madre en sus clases de teatro. La otra, pintarrajeada de verde en varios lugares, con ropitas harapientas también verde y una horrible peluca marrón con los mechones duros como el concreto apuntando al cielo era Ángela. Ella estaba sonriente, parecía disfrutar de su papel, sea lo que sea que estuviera haciendo y fue la primera en notar tu presencia y tratar de hacerse pequeña por la vergüenza. Las otras dos mujeres no tenías idea de quienes eran pero una era alta y llevaba puesto una armadura de soldado romano que le quedaba enorme y la hacía ver como un esqueleto con ropa. La restante era más bien baja, de figura curvilínea, llevaba un atrevido maquillaje y vestía de toga como una esclava cualquiera pero no te costó deducir que posiblemente estuviera ejerciendo un papel de prostituta. Ángela les indicó a todas que tenían compañía y allí las mujeres repararon en ti. La cara de asco de Marina fue dura, después de todo debías cuando menos caerle bien pero iba a ser una tarea difícil. Las demás también te vieron de mala manera pero al menos no fue tan intenso el desdén. Lorela te habló. —Justo a tiempo. Querida, desvístete y dale la armadura. La chica alta comenzó a sacarse la armadura mientras te acercabas lentamente a ver de qué se trataba todo eso. La pequeña y Marina buscaron una tela para cubrir tu visión cuando ella quedó desnuda. Luego la envolvieron en esa tela y fue a sentarse a la escalinata. —Serás nuestro soldado romano. —Pero mamá... —comenzó a quejarse Marina y fue interrumpida. —Marina, no siempre vas a poder actuar con la gente que quieres, a veces hay que resignarse y aceptar trabajar cerca de mucha gentuza. Las palabras de Lorela fueron hirientes aunque casi sonríes. En esa casa parecía que todos estaban infectados con esa horrible actitud altanera. La mujer se te acercó. —Jamás vas a ser ni de cerca algo parecido a un soldado romano, con ese porte y gallardía que tienen, con esa espalda recta mirando al horizonte dispuestos a luchar por su emperador y por todos los ciudadanos. Tendrás que resignarte a ser algo que parezca un soldado, con tu espalda recurvada y tu rostro lleno de cicatrices y lodo. Te diste cuenta que mientras ella decía todo eso las mujeres echaban algunas carcajadas. Iba a ser difícil llevar eso, podrías negarte aunque en ese caso ya no tratabas con tus iguales sino contra tres dominus. La cara sonriente de Ángela parecía querer darte ánimos, al menos ella estaba de tu lado. —Ponte la ropa. Haremos la escena donde Greta (Marina) encuentra a su amado Mauro (tú) con una prostituta en plena carpa de la batalla por Bizencia. Deberás vestirte de la forma que mejor creas para la situación que acaban de plantearte. Tienes puesta una toga y una subligaria, puedes dejarte todo o quitártelo. En el suelo hay hombreras, grebas y botas. También hay a un lado una coraza que puede cubrir parte de tu torso y de tus cuadriceps. Una vez que elijas tu vestimenta el ensayo tendrá tres actos: 1) La prostituta te dice algunas cosas bonitas y luego te pide que de una vez por todas mates a tu horrible mujer que solo les quita tiempo. Deberás improvisar lo qué dirás ya que no te dirán qué tienes que decir realmente. 2) Greta llega corriendo y los encuentra. Arma un escándalo terrible y te culpa por todo lo que está sucediendo. Vas a tener que improvisar ahí también. 3) En el último acto, la prostituta toma un cuchillo de una mesa e intentará ir por Greta. ¿Qué harás? (Tira cuatro dados de 20 ya que no tienes carisma) Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto Detoxo escuchó todas tus preguntas mirando por sobre el hombro, estaba nervioso a pesar de que sus negocios contigo no eran ningún secreto para los Gribau y eso te llamaba la atención. —La casa no es el problema, el problema es la familia. Anton no tiene todos los días esos antojos como el de la otra vez pero de vez en cuando los tiene. Puede que te mande a llamar para repetirlo. Y no sólo es él, toda su familia es inescrupulosa, harán lo que se les antoje. Tendrás suerte si no te elijen a ti. Llévate bien con David Piscino, él es el único que no es de esta familia y tiene un pensamiento totalmente distinto. Detoxo escuchó tu segunda pregunta con desinterés. —Mira, yo vendo armas y armaduras. La verdad que no sé que influencia tienen los dioses sobre ellas, eso tendrías que preguntárselo a los que lo hacen, los herreros. Si le dices a tu guía de ir a la herrería quizá podrías hacer la misma pregunta allí y obtener una respuesta mejor, yo sólo sé que los dioses son caprichosos y que si les gusta tu rezo te ayudarán, sino te castigarán. Lo último que le dijiste le produjo una sonrisa en los labios. —No te preocupes, veré la forma de darle noticias tuyas a Iulian. Tengo una agenda ocupada pero me hago tiempo para pasar por la mayoría de las casas de gladiadores. Cuando vaya a Mautino le hablaré de ti. Al final, Detoxo se puso muy serio y te habló en una voz muy baja, apenas podías oírlo. Sacó de entre sus ropajes un paquete pequeño, un poco más grande que tu puño y te lo dio. —Por tu bien, no habrás eso. Es parte del encargo que debo hacerte, es algo peligroso pero con esa suerte que tienes un poco de habilidad lo harás sin problemas. En el segundo piso hay un pasillo con habitaciones, debes encontrar la L. No será fácil encontrarla, las habitaciones son muchas y si te quedas demasiado tiempo en el mismo lugar puede ser peligroso. Una vez que la encuentres sólo debes golpear la puerta y darle eso a quien te abra. Te pagaré muy bien y estaré e deuda contigo. Los trabajos que incluyen usarte como juguete sexual son más fáciles pero no creo que te traiga buenos recuerdos, de cualquier manera te buscaré uno pronto, no queremos que esa herramienta tuya se ponga perezosa, hay unos tipos muy locos aquí en Roma, algunos más que Gribau. Te pusiste pálido pero Detoxo te sonrió mientras se alejaba. —Pero en el buen sentido, hombre, no volveré a meterte en un aprieto como aquel otra vez. Creo. Ahora, recuerda lo que te encargo, ten cuidado pero hazlo. Sin decirte más, Detoxo te dejó con el paquete en la mano y lo envolviste en tu toga. Se veía un poco rara pero podías disimularlo un poco para que nadie se diera cuenta. Caminaste un poco por tu cuenta en la casa intentando encontrar algo conocido pues era un lugar grande y todavía no encontrabas bien los sitios. Lograste toparte con tu guía, Rosefo. —Muchacho, ¿dónde vas? Ahora puedes elegir qué hacer. Detoxo te ha dado algo de información importante. Primero, el tema de la herrería donde puedes encontrar respuestas. Luego, la misión que debes hacer aunque no sería bueno tener a Rosefo cerca mientras haces algo tan sospechoso. Por último, comer, hacer algún entrenamiento en otro de los patios o descansar siempre son buenas ideas, puedes pedirle a tu guía que te escolte a uno de los sitios o que te deje deambular un poco solo a ver si logras avanzar con ese recado del negociador.
Sextus Se tragó el ego y el orgullo ante las palabras de Lorela en comparación con los legionarios. Su padre era un legionario y el único recuerdo que tenía de él era de un sujeto perverso, borracho y peligroso. Seguro estaría muerto boca abajo en alguna campaña del norte. Se rascó la nuca al recibir las instrucciones del teatro; él no era alguien de expresiones tan fuertes, tampoco alguien que le gustara mostrarse, al menos fuera de lo que era la arena de batalla. Miró las ropas y su mirada paseó hasta cruzarse con las de Ángela. Le sonrió levemente y guiñó un ojo. Sonrió con malicia al principio al tener una idea. Se quitó la toga y la subligaria, quedando totalmente desnudo. En parte para demostrar a la perra de Lorela que él no tenía nada que envidiar al físico de un legionario, incluso quizá lo superara. Y en otra parte para poner en vergüenza s las mujeres. Se quedó ahí desnudo y miró con intensidad a la prostituta. La mirada no era la mirada de galán o de alguien que busca complicidad, usando gestos de la cara o el cuerpo. No. La mirada era fija, sin parpadear, con los músculos del cuerpo rígidos y en alerta. Era la mirada de un asesino. La tomó por la cintura y la atrajo hacia él, justo hasta el pecho de buey. —Ya tendremos tiempo, amada. Pero recuerda que eres una puta. Mi puta. Y mi señora mujer está por encima de tu posición. Paciencia, querida; pronto la desterraremos y estará lejos de aquí. Quizá en Hispania. Y tu conmigo en la cima. Se rió mentalmente al tratarla de esa forma. Era la única forma de insultar a una mujer de su posición, por medio de una escena cutre de teatro. Para la siguiente escena, cuando Greta entró en acción, Sextus se colocó la subligaria rápidamente e intentó sin éxito colocarse la toga con rapidez. La verdad no sabía qué decir ante esta escena. —Greta... —murmuró entre dientes, buscando miradas de afirmación entre las mujeres. Se interpuso entre ella y la prostituta. —No es lo que parece. Y en la última escena Sextus se quedó muy quieto, viendo como la prostituta se acercaba con el cuchillo. Sextus la miró con tanta intensidad que seguro la actriz habrá pensado que le pertenecía de verdad. —Quieta mujer. —ordenó con tanta rotundidad que el aire se volvió espeso. No era una simple orden, escondía algo más. Era una amenaza en toda su totalidad.