Microrrelato Caracol

Estaba sentado en las escaleras, esperando. Había llegado tarde al Instituto, se había dormido, y no había entrado en clase. Y allí, con los cascos del Ipad puestos, y fumándose un cigarrillo, esperaba a que tocara la campana. No miraba a su alrededor, por lo cual, no se percató de la presencia del otro chico hasta que vio sus zapatos mojados por la lluvia. Alzó sus ojos grises, esos que siempre se mostraban indiferentes, y le observó. Ante él, con una sonrisa amigable, cosa que le extrañó, estaba el matón de clase. Se quitó los cascos.
-Hola.-Lo saludó, para extrañeza del chico.
-Hola.-Respondió él, inexpresivo.
-¿Tú también te has dormido?
El chico, receloso, no contestó a la primera. Él nunca llegaba tarde ni nunca se dormía, en aquel aspecto era buen alumno... Asintió con la cabeza, dándole la razón... Sabía que el matón siempre llegaba tarde, que lo hacía aposta, que le importaba una mierda todo.
No le iba a decir que se sentara a su lado, por supuesto, no quería ni que se le acercara, odiaba su presencia, como la de todos los demás. Pero el matón, dándose por aludido, se sentó a su lado, rozándole. Él desvió la mirada, cuanto menos hablaran, mejor.
Él siempre había sido el chico pasota, el que no se acercaba a nadie, el que no hacía amigos... veía como el que estaba sentado a su lado se metía con los demás, les pegaba, les insultaba.
Le volvió a observar, sentía curiosidad por lo que pensara... Observó que miraba un punto y sonreía, siguió su punto y vio un caracol arrastrándose por la acera mojada. Cuando volvió la mirada al chico, vio como su sonrisa se ensanchaba y sin poder evitarlo, como el pie del matón aplastaba al indefenso caracol, rompiendo su concha, arrebatándole la vida.
Pálido, le volvió a mirar, ¿había disfrutado arrebatándole la vida al caracol? Sí, lo veía en sus ojos.
Sintió ira, pero se controló. Le gustaba aplastar a los demás, ¿eh? Se levantó, atrayendo la curiosidad del matón.
-¿Te divierte pisar a los demás?-Preguntó y le fulminó con la mirada, con puro odio.
El matón le observó, ¿era una pregunta trampa?
-¿Y qué pasa si ahora yo te piso a ti?-Le cogió por el cuello de la chaqueta y le levantó, poniéndole a su altura. No era mucho más alto que él, de la misma estatura.
El matón, impresionado, no contestó. No se lo esperaba, y menos de él. El pasota, el marginado, el que nunca decía ni hacía nada le estaba plantando cara. Y muy en el fondo, le admiró. Porque nadie tenía el valor de, como él, hacer aquello.
El chico, le soltó.
-No vale la pena, eres un mierda, como todos los demás.-Dijo negando con la cabeza, lanzó el cigarrillo a un charco, cogió su bandolera y comenzó a caminar bajo la lluvia, calándose de nuevo.
El matón, que había caído en las escaleras, se quedó quieto, admirado por el chico...
-¡Espera!-Le gritó.
Pero él no se detuvo, siguió caminando, dejándole atrás. No quería ni mirarle, no quería golpearle. Sabía que la palabra era un arma, que la violencia no llegaba a ningún lado... pero en aquellos momentos, tenía ganas de estamparle su puño en la cara.
Y caminó, caminó, caminó...