En un diminuto lugar de mi vida, se oculta la realidad, nuestra realidad. Es un lugar pequeño sin importancia, pero que cada vez que te veo va haciéndose mayor. En él viven muchos ángeles, uno de ellos tiene las alas negras. Es un ángel caído pero no me importa, igual lo acogí. Todos los ángeles de nuestra amistad, están muy felices siempre y ríen cuando estás conmigo. Pero el ángel caído está solo y apartado del resto, él es diferente. Representa mi dolor que tú provocas en mí, esas palabras que dices y que hacen que mi pobre corazón muera de dolor. Cuando me dices algo y siento un fuerte impulso en mi interior que me llena de ira y rabia, y a la misma vez que desearía no haberte conocido para no sufrir tanto. Cada vez que me dices algo que me duele como una estaca atravesándome el corazón, el ángel canta. Todos los ángeles de nuestra amistad, ese lugar, cantan. Pero éste tiene un canto oscuro, melancólico, seco, dulce, triste y empático. Cuando canta el resto de ángeles sufren y caen al suelo de dolor. Los mata y no le importa en absoluto, pues su poder de tristeza no tiene comparación con la felicidad del resto. Mi ángel caído cada vez que da ese canto negro mata a más de un ángel. Se que esto no vasta para que te compadezcas de mí, por eso espero que te compadezcas de los pobres ángeles que forman nuestra amistad. Cuando el ángel caído canta y empieza a matar al resto de ángeles, éstos caen siendo torturados por cada nota de él. De la nada, aparecen unas cadenas de espinas que los atan los unos a los otros, y cuando todos son unidos por esas cadenas, nace una rosa negra. De la rosa nace otro ángel caído. Éste también tiene las alas negras, tiene el cabello largo, blanco, sedoso y liso, sus ojos son blancos y están llorando sangre. Él se une al canto negro de mi maligno ángel caído. Ahora, con el nacimiento de éste, uno de los ángeles muere. Ya no tiene alas y ha perdido su luz, está lleno de heridas y de sangre. Se acerca al nuevo ángel caído arrastrándose por el suelo como puede, pero a penas roza una de las jóvenes piernas de él, su cabeza se separa de su maltratado cuerpo y forma un hueco negro en mi corazón. Ese hueco ya no puede ser nunca más sanado. Imagina, por cada palabra, por cara mirada, por cada broma, por cada contestación, por cada expresión, por cada gesto, por cada cosa que hagas que me pueda dañar, hay una probabilidad de que nazca otro ángel caído en mi interior. ¿Qué pasaría entonces? El resto de ángeles son los que hacen que nuestra amistad perdure, pero cuantos más ángeles haya, más cantarán, y cuanto más canten más poder y daño harán al resto de ángeles, por lo que en algún momento acabarán todos con el último y mi corazón estará lleno de huecos negros. Hoy ha nacido otro ángel caído en mi corazón. ¿Vas a seguir haciéndome todo este daño siempre? Alma que mata mi corazón, lo que quiero decirte es que un ángel caído se ha unido al Canto Negro de mi interior.