Cansado de besar

Capitulo 1

— PERO, ¿por qué Provence? —insistió Kagome; había un poco más de ánimo en su voz, y su rostro en forma de corazón parecía menos tenso.

— ¿Por qué no? —Sango, al volante de la casa rodante, encogió el hombre evasivo.

La idea de adquirir la casa rodante en un principio fue de Kagome, pues su trabajo como maquilladora la obligaba a viajar mucho, por lo que le sería muy útil tener una casa móvil.

Por desgracia, no había manera en que pudiera pagarla, sino hasta que el apartamento, que ahora detestaba, se vendiera. Sin embargo, cuando le mencionó sus planes a Sango, a ésta le pareció fantástico.

“Podrías ir a donde quisieras siempre que quisiera. Hay miles de sitios listos para recibir las casas rodantes, tanto en el país como en el extranjero”. La idea del viaje a Francia había sido de sango, incluyendo la sugerencia de que Kagome debía acompañarla.

—Lo que necesita, querida, es un cambiose escenario. Unas vacaciones; de preferencia largas y exóticas.

Kagome estaba agradecida con su prima y mejor amiga Sango que la apoyaba en momentos difíciles como este, Sango dejo su trabajo y se sumergió con gusto en las “vacaciones”.

—Tal vez tenga razón— reconoció Kagome—. Podría descansar un poco. Pero no podré pagar las vacaciones en el futuro.

— ¡Tonterías!— exclamo Sango—. No puedes dejar de darte un descanso. ¡Mírate! Estás pálida, eres el fantasma de lo que eras. Durante meses, has estado a punto de desmoronarte; nadie puede culparte. ¡Ese… de hombre! (no quiero tocar susceptibilidades dejo a la imaginación de cada cual esos puntos) Deberían fusilarlo. Mira, sé que lo único que te ha mantenido es el trabajo. Pero ya pasó todo, relájate unas cuantas semanas. Diviértete. Aprende a reír otra vez.

Sí, todo había concluido, Inushaya la había dejado plantada en el altar para irse con Kikio. No quería recordar lo que sintió cuando frente a todos en el altar le dijo que se iba con ella y que nunca la amo.

Las lágrimas llenaron sus ojos y el nudo en su pecho amenazaba con ahogarla. Ya basta no pienses más en él no se lo merece, no se merece ni una de sus lágrimas.

—Me gustaría ir a Francia—admitió—. Pero, ya te dije que no tengo dinero. Pasajes de avión, hoteles…—no le permitió hablar—… y no pretendo que exprimirte, así que ni lo sugieras.

—No pensaba hacerlo. Lo que tenía en la cabeza era…

—Tampoco podría pagarte un préstamo.

— ¡Kagome! ¿Quieres callarte un momento y escucharme? Dijiste que comprarías una casa rodante, ¿cierto? Por qué no la compro yo, en principio. La usamos para viajar al extranjero. No pagamos pasajes, ni cuentas de hotel. Después, cuando vendas tu departamento, podrás pagarme y tendrás tu nuevo hogar.

A Kagome la sorprendió la inesperada propuesta, pero no debería ser así, ya que así era Sango, generosa y trataba de ayudarla de corazón.

— ¿Y?— pregunto Sango, algo preocupada

— ¿Sí!— aceptó Kagome—. OH, sí… y gracias. No te imaginas lo agradecida que estoy.

—Ahorra tus palabras— contestó Sango mientras dejaba escapar el aire que estaba conteniendo— prepara todo mañana iremos a comprar la casa rodante, para salir lo antes posible.

— ¿Te pasó el mareo?— inquirió Sango, algo preocupada

—Sí, gracias a dios.

El cruce del canal fue violento, el mar estaba encrespado y el trasbordador se movía demasiado. Kagome se alegro cuando les indicaron que habían llegado y pisarían tierra firme.

El viaje a Francia resultó ser una experiencia fascinante, aunque cansada. Kagome nunca había estado en Francia. Tampoco acostumbraba conducir distancias tan largas, por lo que sintió alivio cuando sango volvió a tomar el volante y ella tuvo la oportunidad de contemplar el paisaje a placer.

Según Sango, había un sitio dónde ubicarse, cerca de Puit de Mirabeau; su destino eventual.

—Pero no llegaremos ahí esta noche— comentó Kagome—. Nos detendremos en algún lugar esta noche y llegaremos ahí mañana temprano.

Por lo que Sango le había dicho, Puit de Mirabeau no parecía un lugar para turistas.

— ¿Estas segura de que ese lugar es agradable, no e escuchado nada de ese sitio?

—Justamente, lejos de las manadas de turistas, un lugar sin conexión con el mundo exterior un paraíso en la tierra. — lejos de los diarios londinenses y cualquier noticia de Inushaya y Kikio

En realidad no importaba hacia donde iban o por qué. Se alegraba de haber aceptado el plan de Sango.

—Bueno, ¿no es esto mejor que el trabajo?— pregunto Sango de repente

—Sí. Aunque nunca querría tener que dejarlo por completo. De cualquier modo es maravilloso liberarse de la rutina, aunque sea sólo un tiempo—expresó sinceramente—. Más que nada, es increíble pensar que puedo sentirme libre, puedo ir y venir como yo quiera.

—Sin Inushaya que te vigile— Sango la comprendía. La vida con Inushaya había sido una inquisición y un tormento para complacerlo lo cual nunca lograba por no ser Kikio

—Te has portado de maravilla conmigo estos meses tan difíciles. Te debo una.

—Es mi obligación como el familiar más cercano que te queda y además somos amigas, se que tu harías lo mismo por mí

—Creo que tendremos suerte el clima— señalo Sango un rato después. Aún tenían muchas millas por recorrer, así que se detuvieron cerca de una serie de colinas para comer en el campo.

—Sí— admitió pero en realidad Kagome consideraba que el sol era un poco fuerte. La chica tenía una complexión delicada que iba muy bien con su cabello negro azulado. El sol que ardía sobre los arbustos también se reflejaba en las rocas a su alrededor; mariposas de color anaranjado revoloteaban sobre las flores y había algunos letreros de la comisión forestal que alertaban sobre los peligros de provocar un incendio.

—Sabes, puede que estás vacaciones se conviertan en unas vacaciones románticas— le guiño el ojo a Kagome mientras esperaba la reacción de su amiga a su comentario

— Es demasiado pronto para mí— negó con la cabeza— No estoy segura de querer conocer a alguien.

—Kagome, no todos los hombres son como Inushaya Taisho

Cuando al fin se detuvieron, las dos estaban muy cansadas. Sango concilio el sueño de inmediato, pero a Kagome, desde hacía varios meses, se le dificultaba dormir y, entre tanto, no dejaba de pensar en el pasado.

La desilusión con respecto a Inushaya. Cuando cerraba los ojos lo veía en el altar mirando a una joven de cabello negro, que estaba a su lado, cuando ella atravesó el pasillo con su vestido blanco no dejaba de verlo. Frente a sus ojos se repetía una y otra vez la imágenes simultaneas, ella llegando al altar el diciéndole que se iba con su verdadero amor, la espalda de él al salir por el pasillo con ella de la mano, sus pies cuando dejo caer el ramo fue lo ultimo que vio antes de desmayarse.

—Kagome ¿qué te pasa?

—Lamento molestarte— debió haber gruñido—. Sólo recordaba…

—Bueno, ¡no lo hagas! No vale la pena, el se lamentara de lo que hizo

Kagome se quedo sumida silencio, mientras la tristeza se apoderaba de ella.

—Kagome ¿escuchaste lo que te dije? Olvida a ese hombre y duerme. Todavía nos espera una travesía bastante larga mañana

El tráfico del mes de julio, lleno de vacacioncitas, estaba horrendo. Los autos se sobrecalentaban, al igual que el humor de sus conductores. Después de recorrer varios kilómetros con una lentitud desesperante, ¡al fin Provence! Era una región de contrastes dramáticos, oscura por los cipreses, plateada por los olivos, el rojizo de la tierra resaltaba el dorado de los maizales y cerca de la ladera de las montañas Lumberon, destacaba Puit de Mirabeau.

— ¿Ya llegamos?— Kagome estaba sorprendida. ¿Un campo? ¿Ninguna comodidad? En un rincón había una tienda pequeña; la única evidencia de otro vacacionistas. Intrigada, movía la cabeza, buscando algo de civilización, pero solo veía más praderas y montañas — ¿Ahora qué?— preguntó

—Tenemos que ver al propietario y pagar nuestra renta— Sango extrajo un sobre lleno de billetes de su bolso—. ¿Lo harías? Me duele la cabeza por conducir bajo ese sol ardiente.

— ¿Ahora?

— ¡Claro! Es necesario para que no pienses que somos unas intrusas, además me dijeron que el dueño te puede proporcionar huevos y leche fresca.

— ¿Adonde voy?

—Como a kilómetro y medio de aquí—consulto la copia del mapa—. Se llama el Molino Gris, pregunta por la señora Kaede.

— ¿Es la propietaria?

—Supongo que sí o la esposa del dueño— contesto Sango

Kagome suspiro saco si bicicleta del remolque. Al menos el terreno era plano. Iría y regresaría en un momento. Se colgó la cámara de fotos al hombro; nunca se sabía si se presentaría algo interesante y partió.

Aunque aún hacía mucho calor, descubrió que disfrutaba el ejercicio después de tantas horas de viaje. El valle estaba alineado con arbustos y las colinas cubiertas de olivos y cerezos. Muy pronto vio a la derecha un letrero que anunciaba: “El Molino Gris”

Se detuvo sobre la grava del sendero y con cierta brusquedad logró evitar una caída. Con ojos muy abiertos contempló la escena frente a ella.
No era un molino común, como ella esperaba, sino un antiguo molino de agua al lado de un río que más adelante formaba una poza profunda.

Era fácil ver por qué tenía ese nombre. El techo de tejas azules grisáceas, las paredes de madera estaban adornadas con rosales en alegres amarillos y naranjados.
Kagome tomó su cámara, pensando en las fotografías que lograría. Pero, lo primero era lo primero.

Se acercó a la puerta principal luego de subir por las escaleras. Una mujer robusta respondió a su llamado.

— ¿La señora Kaede?

— Sí, soy yo, jovencita ¿en que puedo servirle?

—Vine a pagar la renta— Kagome hablo rápido—Detuvimos nuestra casa rodante en su propiedad.

—Ah… ¿usted debe ser la señorita Higurashi?— la invitó a pasar con un gesto. Kagome no necesitó mayor invitación; se moría por ver el interior.

La entrada estaba justo entre el comedor y el salón, lo que permitió ver las dos áreas. El suelo estaba recubierto con madera y sobre una mesa antigua había un gran arreglo floral.

—Tiene una hermosa casa— comentó Kagome, mientras la señora Kaede extendía un recibo. Pero para su sorpresa la mujer negó con la cabeza.

—no, señorita. No es mi casa. Es del señor Taisho.

La sangre se congelo en el cuerpo de Kagome, esto no era verdad, su mente no funcionaba, todo su ser se paralizo, tomo el recibo de las manos de la asombrada mujer y corrió fuera de la casa, tenia que salir de ese lugar, de ese país si fuera preciso. Sabía que Inushaya se había ido con Kikio, ella no soportaría verles la cara a los dos en ese lugar.

En su rápida huida no se fijo en un jinete que no tendría tiempo de frenar a su corcel antes de arroyarla. Todo paso tan rápido que cuando se dio cuenta estaba en el suelo con su bicicleta enredada en sus piernas y un hombre parado a su lado con expresión furiosa.

— ¿Qué demonios pretende?- preguntó con voz hosca— ¡Como si no pudiera adivinarlo!

 

Al ver la cabellera plateada ya no pudo pensar con claridad. Kagome se estremeció y su rostro debió revelar su temor, pues cuando el hombre volvió hablar lo hizo con desdén e impaciencia.

— ¡Po Dios, mujer, no estoy a punto de atacarla! Póngase de pie y dígame quién es — le extendió la mano, pero Kagome le abofeteo la mano para que no la tocara

Todavía sentía que el corazón le latía alterado. Se libró de la bicicleta, trató de ponerse de pie y volvió a hundirse con un grito de dolor. El tobillo, que había girado con exageración, se negaba a sostenerla.
El hombre maldijo y se acercó a Kagome. Unas manos fuertes, pero gentiles le enderezaron la pierna.

— ¡No me toques, maldito mentiroso!— el hombre quedo congelado y la furia surgió dentro del como un volcán de lava hirviente, ¿cómo esta mujer le habla así? Ella fue la que se lanzo frente a él.

— Escuche señorita, será mejor que modere su lengua.

— Tú a mí no me vas a decir que modere nada, eres un maldito desgraciado— sacando fuerzas de flaquezas y sintiendo la humillación del día de su boda sumado al hecho de que él la trataba como si estuviera furioso con ella. Maldito descarado ella fue la humillada ella era la única con derecho a estar furiosa. Se levanto y trato de sostenerse en un solo pie usando su bicicleta de apoyó, la cual no parecía haber sufrido daño alguno por la envestida.

— ¿Pero que demonios le pasa mujer, es que acaso se golpeo la cabeza? — ya no había rastro de amabilidad, solo un frío y controlado enojo

— Sí, claro que sí me golpeé la cabeza. No hay otra razón lógica para entender que me haya fijado en un patán como tú. — Las lágrimas salieron a granel mientras su cuerpo temblaba—. ¿cómo pudiste Inuyasha? ¿Dime por qué lo hiciste? Tenias que humillarme así

El hombre frente a ella se tenso al oír la mención de ese nombre, y el entendimiento lo atravesó como un relámpago todo su cuerpo. Ella lo confundía con su medio hermano.

— Señorita, — la sujeto tiernamente para que no cayera, cuando vio que ella no oponía resistencia la cargo en sus brazos y se dirigió con ella a la casa. La sentó en un sofá y llamo a la señora Kaede — llame a un medico de inmediato.

— Sí señor —la mujer recibió la orden apenas apareció — pero si es la señorita Higurashi

— ¿Quién?

— Es la joven que me alquila el terreno señor, ¿recuerda que le dije que una joven inglesa me pidió que le alquilara el terreno? — no dijo más y despidió a Kaede con un movimiento de la mano, la joven seguía llorando sin decir nada.

—Señorita Higurashi, — la voz fue suave más como una caricia. Para no asustarla.

— Inu… ya…sha —hipió la joven

—Señorita Higurashi, no soy Inuyasha. Mi nombre es Sesshomaru Taisho.

La joven tardo en reaccionar por lo que Sesshomaru supuso no lo había escuchado.

— Soy Sesshomaru Taisho señorita Higurashi— repitió mientras con una mano le acariciaba el largo cabello de la joven.

La joven levanto su cabeza que asta el momento tenia escondida detrás de sus manos. Parpadeo varias veces para tratar de aclarar la vista. Pero sus ojos solo veían la cabellera plateada y unos ojos dorados. La voz que le llegaba no concordaba con la voz del hombre que tanto amaba.

Poco a poco se fue tranquilizando mientras veía esos ojos dorados que la veían con algo de preocupación, pero lo que dominaba esa mirada era una fría molestia por su presencia. Vio que el rostro frente a ella era diferente más afilado, más duro en sus facciones.
Aunque él estaba en cuclillas frente a ella se veía que era más alto y más corpulento

— ¿Sesshomaru Taisho?—preguntó la joven sin llegar a entender del todo.

—Sí, ese es mi nombre. Soy el hermano mayor de Inuyasha.

— Oh…—fue todo lo que pudo decir antes de que otra catarata de lágrimas surgieran de sus ojos

El doctor llego y la reviso tranquilamente el tobillo hinchado y diagnostico una buena torcedura.

— ¿Cuánto tiempo pasará antes que pueda caminar sobre él? — la vos de la joven era solo un murmullo.

—Una semana, tal vez diez días. Lo siento mademoiselle.

— Mmm… despediré al doctor y luego la llevare a su casa.

Inuyasha, pensó la joven mientras las lágrimas amenazaban con salir nuevamente.

Sesshomaru despidió al medico. Pero este le dio una advertencia antes de retirarse.

—La joven esta, muy sensible y puede que algo traumático le haya ocurrido recientemente. Sea lo que sea sería conveniente vigilarla es muy común que en una situación como esta llegara a deprimirse.

El no tenía ninguna duda de que el episodio traumático que la tenía llorando era por culpa de su medio hermano.

 

Capitulo 3

Sesshomaru regreso con paso lento y majestuoso a la sala donde una joven de cabellera negra lloraba entre hipo e hipo y trataba de recuperar el dominio de si misma.

—Será mejor que me valla— Dijo la joven tratando de no mirarlo directamente, solo era capas de ver sus zapatos para no ponerse a llorar nuevamente.

—Señora Kaede podría traernos el té, para la señorita Higurashi y para mí.

—Oh… por favor no se moleste por mí—empezó Kagome—No quiero ocasionar ningún…

—No es problema en lo absoluto— Declaro Sesshomaru en tanto se retiraba Kaede de la habitación. — el tomo asiento a su la derecha de la joven y la contemplo con detenimiento.

Sesshomaru vio claramente que era una joven hermosa, cuya piel era tan perfecta y pálida con leves toques de rosa. Los ojos chocolates abnegados en lágrimas eran de un chocolate calido y luminoso, la boca de joven era rosada y con apariencia suave una clara invitación a besarla. Su figura curvilínea era una tentación para todos los sentidos. En conclusión la clase de mujer que le gustaban a su hermano.

—Señor Taisho creo que debería irme— la joven hizo amague de pararse, pero sabiendo que su pie no la sostendría se sostenía al posabrazo del sofá y intento de mantener el equilibrio.

—Señorita Higurashi no puede caminar, como el medico le a dicho y como usted misma lo puede comprobar—.La miro tranquilamente sin intentar tocarla ni acortar la distancia que los separaba. — Tome el té con migo y luego la llevaré a su casa rodante.

—Señor Taisho le agradezco su amabilidad pero preferiría irme ahora mismo—. La pocas fuerzas que había reunido para controlar el llanto que amenazaba con volver a salir se estaba agotando tenía que salir de ese lugar y no ver a ese hombre.

Sesshomaru la contemplo, vio como se esforzaba por estar de pie y como en toda la conversación no había retirado la mirada de sus botas. Ella no quería verlo, eso lo consterno sumamente. Se había topado una o dos veces con mujeres alas que su hermano había desdeñado pero por lo general lo miraban con odio o no les importaba el parecido. Que solo se reducía al color de ojos y el cabello. ¡Nada lo unía a ese mequetrefe.!

—Muy bien la llevare a su casa rodante. —salio de la habitación justo cuando la chica se desplomo sobre el sofá sumida en su dolor.

Cuando él regreso Kagome se compuso para verse lo más despedazada posible haciendo que el seño de Sesshomaru se frunciera aun más.

¿Qué había echo está ves este desgraciado? No lo entendía, tenía a una joven hermosa enfrente y estaba viendo como se caía a pedazos por el peso del dolor que la embargaba.

—El coche ya está listo— se dirigió hacia el sillón y sin previó aviso la tomo en sus brazos y la levanto para tomar rumbo al coche que los esperaba afuera.

—Señor Taisho, yo puedo caminar por favor bájeme— la inquietud de Kagome por estar en los brazos de ese hombre aumentó junto con el sonrojo de sus mejillas.

—Tranquilícese Señorita Higurashi, pesa tanto como una pluma en mis brazos.

De alguna manera la expresión “en mis brazos”, junto con el breve contacto, pareció una intimidad que la transporto a una escena que ella esperaba que ocurriera luego de la ceremonia religiosa. La cual no se llevó acabo como tampoco Inuyasha la cargo en sus brazos y traspuso el umbral de la habitación

Con sumo cuidado le coloco en el asiento del copiloto de su flamante vw deportivo gris plata cuyos vidrios polarizados no permitían la vista al interior del coche, las líneas de este eran comparadas a un animal agazapado listo para el ataque.

Kagome se quedo impresionada y abrumada por el lujoso coche al igual por la habilidad que demostraba el señor Taisho para manejarlo se veía que sus fuertes manos no perdían jamás el control del animal que tenia entré e manos y el cual aprovecharía la menor distracción para salirse con la suya como proclamaba el rugiente motor.

Kagome se sumió en un profundo silencio que no rompió hasta que la puerta del coche se abrió y Sesshomaru intento ayudarla a salir. Una preocupada Sango salio corriendo de la casa rodante y se dirigió hacia su prima.

—Señor Taisho muchas gracias por su ayuda— le dijo Kagome mientras se sostenía de sango con fuerza. Esta al ver a Sesshomaru y los rastros de lágrimas en el rostro de su amiga no lo dudo y supo el por que del llanto.

—Gracias por traerla yo me ocupare de ella— dijo Sango mientras ayudaba a Kagome a poner distancia de Sesshomaru

Sesshomaru solo asintió con la cabeza y las contemplo mientras con dificultas ingresaban en la casa rodante. Desandando el camino hacia su coche y tomo rumbo a su casa, mientras en su cabeza se preguntaba por que estaba esa chica allí y cuanto le costaría el error de su medio hermano.

 

Capitulo 4

Cuando las dos amigas entraron en el remolque y se sentaron cómodamente Sango fue la primera en romper el hielo.

—¿Kag estás bien?

— Si, en unos días el tobillo mejorara, estoy segura — esquivaba la mirada de su prima a toda costa.

—¡Sabes muy bien a que me refiero! — Sango estaba exasperada, pero sabía que lo mejor era que lo sacara todo fuera ahora no Kag no podría continuar.

El llanto llego como un alud dejando a las dos chicas cansadas física y emocionalmente. Al amanecer de un nuevo día Sango tomo la bici y se fue al pueblo para buscar comestibles, Kagome le aseguro que estaría bien y que no se apurara por regresar estas eran sus vacaciones y no tenía que interrumpirlas por su culpa.

Todo estaba muy bien, pensó Kagome luego que Sango se fuera, lavo los platos del desayuno y se arregló un poco ¿Qué haría el resto del día? Aunque era temprano, ya hacía calor. Más tarde haría demasiado, como para asolearse, así que debía aprovechar la oportunidad. Gracias a Dios, auque el tobillo aún le dolía ya no estaba hinchado y podía apoyarlo un poco.

Se puso una camiseta rojo brillante de escote bajo cuadrado y una falda envolvente con estampado de flores. Se untó un poco de loción bronceadora sobre la pálida piel, se ajustó el sombrero los lentes oscuros y salió a tomar sol.

Kagome todavía se recuperaba de las múltiples noches de insomnio de las semanas anteriores; el viaje había incrementado su cansancio y no estaba acostumbrada a las literas, por lo que en pocos minutos cayó dormida y soñaba.

La rodeaban los brazos cálidos y sensuales de Inuyasha, fuerte pero gentil en su tacto su cuerpo irradiaba calor que envolvía el de ella, la dulce mirada ambarina la contemplaba con ternura.

Una cálida sensualidad la invadió y Kagome se movió sobre la silla, el sombrero de paja cayó al suelo y la falda se recorrió, exponiendo las piernas desnudad hasta el muslo. El sol subió más todavía y aumento el calor. De repente la chica despertó sobresaltada al sentir una mano poderosa sobre el hombro.

— ¡Pequeña tonta! ¿Trata de añadir una quemadura de sol a sus dolores?

Soñolienta y aún sumergida en el sueño Kagome lo miro con la vista borrosa.

— ¡Inushaya! —murmuro con voz ronca y con placer notorio y una ligera sonrisa se dibujó en sus labios, proyectándolos un poco como invitando a un beso.

— ¡Por Dios! ¿Se está friendo? — Declaro él carente de todo romanticismo —Qué bueno que vine. Media hora más y parecería una langosta hervida. Parece que esto se convierte en un hábito — añadió con un trazo de irritación. Tiro de Kagome y la llevó en brazos a la casa rodante.
Y bien despierta y avergonzada por el sueño tan vivido que por un momento la siguió hasta la realidad, Kagome luchaba y protestaba.

— ¡Bájeme! ¡No es mi cuidador!— debido a esos cuantos segundos en que lo aceptó con suave satisfacción, su voz sonó más aguda de lo que debía.

— ¡Alguien debía serlo! — Contestó— ¿En dónde está esa prima?— miró a su alrededor como si esperara que Sango se materializara.

—Salió

— ¡Y la dejó sola! Maldita irresponsable…

— ¡No culpe a Sango!— lo interrumpió— Yo le dije que no importaba. Que estoy bien no necesito niñera además ella también está de vacaciones no es justo que se quede aquí encerrada por mi culpa. Además necesitamos víveres.

— ¡Creo que es más agradable dormida despierta se vuelve una arpía! — dicho esto se sentó frente a ella. — Quiero queme diga ¿qué le hizo?

— Por favor vallase. —contestó Kagome mientras volteo su rostro para que no lo viera

—Hagamos un trato yo me voy y no la molestare más, pero a cambio usted me dirá que le hizo el cretino de mi medio hermano.

— ¡No tengo por que decirle nada! — exclamo la joven algo agitada volteando a verlo acomodarse cómodamente en el asiento.

—Usted decide señorita Higurashi, usted me odia por algo que mí medio hermano hizo y quiero saber que fue y cuanto me va a costar — la fría mirada del hombre no dejaba duda de que hablaba enserio.

— ¿Costarle? ¡¿Costarle?! ¿Por quien diablos me toma! Acose cree que lo que Inuyasha me hizo lo puede resolver con dinero? — Kagome dejo libre todo el resentimiento y dolor que tenía guardado en su interior.

— ¿Podemos dejar la actuación de lado e ir directo al monto? Traje mi chequera con migo, sólo diga una cifra. —de bolsillo de su camisa saco una elegante chequera forrada en cuero y una lapicera listo para anotar la cifra que pedía

— ¡Lárguese de mí casa! Son los dos iguales unos canallas, miserables — las lágrimas corrían a tropel por las mejillas de Kagome — ¿Cuánto cree usted que vale el echo de ser humillada en publico? ¿Oh que destrocen tu corazón sin decirte nada? ¿Dígame señor Taisho su familia tiene corazón?

—Señorita Higurashi no necesita hacer una actuación para que le de una jugosa cifra sólo diga el monto que tiene en su cabeza y lo multiplicaré con gusto.

— ¿No lo entiende, verdad? No quiero su dinero si vine a este lugar era por que no quería saber más nada de los Taisho, quería un lugar alejado del mundo para juntar los pedazos de mi ser. No vine aquí a buscarlo a usted., ¡diablos ni sabía de usted!

—Perdone que sea incrédulo y la felicito Portu actuación es una actriz consumada sin dudas… — no termino lo que iba a decir por que una bofetada por parte de Kagome le asesto en la mejilla.

— Lárguese, apenas vuelva mí prima nos iremos de este lugar.

Sesshomaru la contemplo sin decir más y salió de la casa rodante. Decidió que esto asunto le gustaba menos que antes e iría a buscar a la prima para saber que pasó en realidad.