Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 18 Noviembre 2020.

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    Hygge

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    Había sido una semana... extraña, para todos. Era increíble pensar cómo, hasta hacía un par de días, algunos de ellos libraban al mundo de la amenaza de un magnate con aires de grandeza exacerbados. La región de Gérie apenas se recuperaba de sus heridas, tanto físicas como emocionales, y los miembros del Comité del Campeonato resolvieron aplazar la competición durante un corto plazo de tiempo, lo suficiente como para garantizar la seguridad de todos sus participantes y ciudadanos. ​

    La victoria temporal contra Chance había sido un gran paso para Irvine y los suyos, y nunca habían podido agradecérselo como hubieran deseado. Y ahora que los chicos regresarían a su región durante las fiestas, con la competición suspendida, era el momento indicado para hacerlo.

    Cuando Liza recibió la invitación del profesor, se encontraba dando un paseo con los chicos de Gérie por ciudad Témpera. Cayden, Givan y Aleck habían terminado aceptando su ofrecimiento como guía por la región, aprovechando el tiempo libre para expandir sus horizontes y conocer nuevos pokémon. La castaña no dudó en invitarles a la convivencia, así como se puso en contacto con el resto de los holders, organizando el fin de semana perfecto para pasarlo con sus amigos en aquellas señaladas fechas.

    El Bosque del Lago... ¿eh?

    Se moría de ganas de volverlo a ver.




    El manto níveo arropaba todo cuanto sus ojos alcanzaban a ver a través de la ventana. Los elevados abetos competían por acariciar el cielo, cubiertos de una cristalina capa de escarcha que relucía bajo la tenue luz del sol. Algunos pokémon se asomaban entre las ramas, curiosos ante la llegada de extraños, y seguían el recorrido de los vehículos sin amenazar la imperturbable paz que rodeaba el bosque.

    La enorme cabaña de madera no tardó en dibujarse en la distancia. Las luces de los focos se encontraban ya prendidas, debido a que las tardes eran muy cortas en aquella época del año, y le daban un aspecto cálido y hogareño a la que sería su refugio durante el fin de semana. Los conductores y guías de aquel innovador resort les habían mencionado que era preferible evitar sobrevolar la zona con otros pokémon, debido a la cercanía con una zona protegida, y por ello habían tenido que dividirse en ambos vehículos hasta su llegada.

    Los coches se detuvieron finalmente sobre el pedregoso camino, permitiéndoles descender con tranquilidad y recoger sus pertenencias el tiempo que necesitasen. La cantidad de bolsas de comida, regalos y adornos parecía cuestionar las leyes de la física, pero todo pareció caber con éxito. Todo marchaba bien, el viaje había sido entretenido o al menos eso parecía, hasta que...

    —No me esperaba algo así de ti, Emily Hodges.

    De uno de los coches salió una castaña de ojos azules y se giró hacia la aludida, visiblemente dolida por algo que nadie parecía alcanzar a entender. Señaló a Emily, con el rostro ligeramente enrojecido por la vergüenza y el ceño fruncido, mencionando la horrible traición a la que fue expuesta. De entre los dedos de Hodges sobresalía victorioso un pequeño papel, con una frase escrita a mano:

    "Consigue que Liza cante canciones de viaje contigo"


    ¿Eso era un... reto?

    —Y pensar que mientras aceptaba me estabas clavando un puñal en la espalda —se quejó, enfurruñada, dejando caer los brazos con indignación para dirigirse resuelta hacia el maletero, y empezar a sacar las cosas. Se le notaba que no estaba molesta en realidad, si no más bien avergonzada ante la idea de haber caído la primera en su propio juego—. ¡No me vuelvas a hablar! ¡Esta relación se ha terminado!

    El guía abrió la puerta del coche para estirar las piernas, y no pudo evitar soltar una risa baja mientras veía la escena de las chicas. Alzó la mirada hacia el hermoso paisaje, frotando las manos frente a su rostro.

    Juventud, divino tesoro, ¿eh?


    Amane Hitori Rider Lucas Diamond Gigavehl Lelouch Reual Nathan Onyrian Nekita Yugen Empezamos con esto <3 Como he tenido que inventarme algunas cosas para que todo tenga sentido el post me salió algo largo, así que tomémonos esto para ir arrancando.

    Emily ya ha matado a alguien, ojito con ella chan chan chaaan...
     
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    Tenía el rostro pegado a la ventana, observando el paisaje que se extendía ante mis ojos. Era la primera vez que iba a esa parte de Galeia, y todo era nuevo para mí. Tenía que estar algo agachado en el interior del vehículo (al parecer, había crecido un par de centímetros en mi viaje por Gérie), pero la postura algo incómoda no lograba ocultar la emoción que tenía encima mío. Cada tanto, me removía en el asiento, para intentar algo más cómodo, y descargar algo de energía.

    Antes incluso de que el vehículo frenara, la emoción pudo más, y salté hacia afuera. Me enredé las piernas con el cinturón de seguridad cuando me lo manoteé a un costado, y me caí de cara en la nieve. Ya era costumbre que saludara cada lugar nuevo que llegara estampando mi rostro contra el suelo, no iba a romper las tradiciones ahora, en especial en una fecha tan fuerte como esta. Lo hacía de forma involuntaria, eso sí. Saqué la cabeza de la nieve y me golpeé las sienes con la palma de la mano, para sacarme un poco de porquería de la oreja. Al menos, el choque de frío me había despabilado un poco.

    Me incorporé, con el rostro rojo por el frío, totalmente ajeno a que la ropa que llevaba no servía para el clima de estas épocas. Por las ansias y el apuro, me había olvidado de empacar ropa que fuera adecuada. Estaba con la musculosa y los pantalones de siempre. La chaqueta había quedado abandonada en el Centro Pokémon que había dormido, antes de salir. Esperaba que la enfermera Joy me la guardara hasta que pudiera volver. Odiaría perderla.

    La pelea entre Liza y Emily me llamó la atención, y también me hizo acordar del papelito que tenía en el bolsillo. Contemplé a todos los allí presentes con ojos finitos, estudiándolos. Allí se encontraba mi presa. Y uno de ellos también tendría que ser mi asesino. Tenía que poner todas mis dotes de detective a trabajar para averiguar este misterio. Sería bastante genial ganar. No porque Liza hubiera sido la que propuso el juego, obviamente, si no porque había prometido un premio sorpresa. No tenía idea de lo que era. Pero era un premio. Y sorpresa. Ya con eso tenía todo mi interés.

    Todos ya habían comenzado a bajar su equipaje de los maleteros. Yo simplemente había traído mi confiable mochila, con un poncho que había intercambiado a un montañero por cuarenta Braviary de origami, papel de colores para hacer más origami, mi armónica, y comida. Mucha, mucha comida. De todo tipo. Me colgué la mochila en la espalda, y como estaba liviano, me dispuse a ayudar al resto. Tomé el equipaje de Liza y lo cargué sobre mi hombro, con una sonrisa. Solo porque era la que tenía más cerca, obviamente. Solo por eso.

    También tomé el de Lucas, el de Mimi y el de Cayden, que también los tenía a mano. Con todo encima, parecía una especie de árbol raro.
     
    Última edición: 18 Noviembre 2020
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    Todo el viaje se había mantenido en silencio, el destino era uno de sus lugares favoritos pese a que en realidad disfrutaba más de sus campamentos con la fogata y la compañía de sus pokémon, lejos de esa clase de cabañas o edificios, así que en cierta forma, conocer aquella parte del bosque del lago era tan siquiera algo interesante y más por el hecho de que se iba a convivir con los demás después de un muy buen rato de estar siendo ajeno a todo en realidad.

    Iba a también conocer rostros nuevos junto con todas las historias de lo que pudieran contarle de las nuevas aventuras que habían estado haciendo y quizás, esa era la parte que más le emocionaba.

    Escucharlos.

    Al llegar al destino, bajó del segundo vehículo de un salto, haciendo que sus pies se hundieran un poco en la nieve, fue a tomar sus pertenencias y rápido comenzó a buscar con su mirada a alguien específico, estaba seguro que ella en sí era a la que menos había visto de todos y ya allí... era ya casi una necesidad saludarla, ver como estaba, hablar un poco incluso si solo eran las preguntas típicas.

    Se conformaba con poco pero significaba mucho.

    Dirigió sus pasos hacia el primer vehículo y apenas la vio, una sonrisa se formó en su rostro —¡Emi! Hey...Hola... —Su rostro se sonrojó ligeramente por prácticamente creer que había sido...demasiado llamarla de esa forma, de igual forma, sabía que podía culpar al frío de aquel color en su rostro y no se preocupaba demasiado.

    Dio un paso hacia ella pero terminó deteniéndose, algo dudoso, ¿abrazarla? Quería hacerlo, sí, pero...¿ella querría saludarlo así? Frunció su nariz ligeramente, prefiriendo extender sus brazos ligeramente hacia ella para avisarle la intención que tenía antes de que siquiera arriesgarse a que fuera incómodo.

    —¿Abrazo? —Preguntó con una pequeña sonrisa avergonzada y nerviosa.
     
    Última edición: 18 Noviembre 2020
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    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Mi idea de unas vacaciones en algún lugar cálido se fue por el desagüe cuando acabé en un coche rumbo al lugar más frío de Galeia junto a un puñado de desconocidos. ¿Qué eran entrenadores nuevos? No me interesaba. Tener que lidiar con unos desconocidos novatos en mis vacaciones sonaba igual de mal que tener que cargar con un puñado de bebés llorones.

    Al menos tenía la ventanilla del coche para poder echar un vistazo al lugar gélido que sería mi pseudo hogar durante los próximos días. El entorno completamente nevado me ponía los pelos de punta. Mi resistencia a las bajas temperaturas era irrisoria pero al menos en esa ocasión me había asegurado de tomar todo lo necesario para no acabar como la cabeza de un Eiscue. Ropa de abrigo, botas de montaña, un set de té phu érh en latas, calentadores, guantes y gorro de lana de Wooloo.

    (Gracias Nana)

    Tenía el rostro apoyado contra la ventana y la mejilla apoyada sobre el puño cerrado. Mi expresión divagaba entre la desidia y el hartazgo. Nieve... ugh. Al menos no estaba prestando atención alguna a las conversaciones banales de mis compañeros. Me había enchufado los auriculares en las orejas y le había pedido a Dex que eligiera una canción decente.

    Clásicos de Glam Sinnoh.

    Qué típico.

    Adolescentes y una cabaña en mitad de la nada. Nada malo ocurría en las películas con ese escenario ¿no?

    Sentí el crujir de la nieve bajo mis botas de montaña nada más el vehículo se detuvo y abrí la puerta. El aire fresco me acarició las mejillas, me erizó la piel y meció sutilmente mi cabello rubio que había optado por dejar suelto. Un escalofrío gélido me recorrió la espalda.

    Me encogí contra el anorak.

    Por el amor de Arceus.

    La brisa trajo las voces de Liza y Emily hablando sobre el juego ridículo que se les había ocurrido para este viaje. Al menos mi misión me gustaba bastante.

    —Nikolah ten cuidado con mi equipaje—le espeté al entrenador que caminaba pesadamente sobre la nieve cargado de mochilas y demás—. ¡Ni si te ocurra arrojar por el suelo mi ropa de temporada! ¿Me oyes?

    Al menos no tenía que cargarla yo.

    Cerré la puerta del coche y eché un vistazo más pausado a la cabaña. Era grande, con paredes de cristal que dejaban entrever un interior lujoso y sofisticado. Olía a leña recién cortada.

    >>Déjame adivinar... ¿ahora es cuando nos van matando uno a uno y luego descubrimos que el asesino está entre nosotros y nos guarda rencor por alguna razón ridícula y totalmente innecesaria?
     
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    Zireael

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    Leo
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    Cayden Dunn

    Con todo al final habíamos aceptado la invitación de Liza a Galeia, no era ningún máster en habilidades sociales todavía, pero algo se hacía y ni mi propio carácter iba a quitarme la oportunidad de conocer otra región y otros pokémon, así como me había negado a dejar que me impidiera participar en el torneo.
    La ventaja de haber crecido en Pueblo Sereno es que si algo iba a tomarme desprevenido, no iba a ser el frío, ni en Gérie ni en la región que fuese.

    No debía esperarse la gran cosa de mí encerrado en un auto con un puñado de gente, había puesto la atención en el móvil y si acaso levantaba la vista a veces, si alguien hablaba. Por demás no iba a ser el que hiciera por dónde iniciar conversaciones, podía intentarlo con Gen y Aleck o no sentirme tan fuera de lugar con Liza, pero de ahí en fuera... bueno.

    Al bajar del auto me regresé el móvil al bolsillo mientras me ajustaba la bufanda al cuello con la mano libre, Liza estaba indignada porque había terminado jodida en su propio juego y la situación me sacó una risa ligera.
    Avancé hacia el maletero, con intenciones de sacar mis cosas ahora que no sé quién lo había abierto, pero antes de que pudiese hacerlo Nikolah —que se había ido al suelo, vaya sorpresa—, ya había encargado de tomar varias maletas, incluida la mía, y las echó encima como si de repente tuviese complejo de Mudsdale.

    —¡Nikolah, si te vuelves a caer con todo eso encima te vas a hacer daño en serio! —No era que fuese a detenerlo diciéndole eso nada más, pero tampoco podía controlarme mucho con ese tipo de cosas. Suspiré entonces—. Pero gracias de todas maneras...

    Había que ver el contraste, porque la voz que se había alzado antes de la mía había sido la de la rubia aquella de la ruta 13 con pintas de princesa. ¿Qué tuviera cuidado con su equipaje? Si el chico parecía un maldito árbol con todas esas cosas encima, más debería importarle la espalda del otro pobre que sus cosas. Como fuese no iba a ser yo quien le reclamara por su actitud, que tampoco me apetecía llevarme su evidente mal carácter.

    Ugh, tenía también aquella misión que nos había dado Liza a cada uno, ¿cómo se supone que la cumpliese? No quedaba más que empezar a darle cabeza, aunque tenía un par de ideas.
     
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    Rider

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    Aleck Graham

    El viaje había sido largo y algo incomodo, pero no tenía nada que ver con el hecho de pasar navidad con unos desconocidos, o en una región totalmente nueva para mí ¡Es que me había tocado la parte central del auto! No podía casi moverme en todo el camino, no podía recargar mi cabeza, ni siquiera podía mirar por la ventana, siempre tenía que estar en medio para todo ¿Verdad?

    Ya llevamos un tiempo en Galeia junto con Liza, quien no había mostrado fugazmente algunas zonas de la región e invitado a pasar las fiestas junto con los holders de Galeia, sin duda era una buena guía; a mi no me desagradaba la idea, conocer gente nueva, visitar una región distinta, salir de la rutina, cualquier cosa iba a ser mejor que volver a pasar navidad en casa de mis padres...Además, era gratis, si es que no podía pedir más, aun si algo salía mal, el simple hecho de pasar navidad en una zona tan bella como esta y junto a Cay y Gen lo hacía algo imperdible.

    Tras unas horas de viaje y dolores de cuello más tarde, los autos se detuvieron en nuestro destino, ese cabaña junto al lago de la que tanto había hablado la castaña, se veía ciertamente cálida y acogedora, nos habían explicado porqué le habían ofrecido este lugar para pasar navidad, había dicho algo sobre una recompensa, pero ya no era capaz de recordar, tampoco había prestado mucha atención para ser francos.

    Todos se apresuraron a bajar de los vehículos, unos demasiado quizás, el pobre Nikolah había tropezado y caído directo a la nieve, casi se podía ver la forma de su cara en el piso, reí un poco y me acerqué a tratar de ayudarlo a ponerse de pie, pero para cuando llegué el ya se había levantado por su cuenta; me dirigí entonces al maletero para recoger mi equipaje: Mi confiable mochila de cuero y una maleta de mano en donde había guardado unas cuantas cosas más. Saque de mi mochila unos guantes azules sin dedos y una chaqueta del mismo color que había comprado en Villa Cruce.

    Decidí tomar también una de las maletas de Givan y se la arrojé con algo de cuidado. — ¡Hey, Gen, atrápala! — Exclame y seguidamente el chico pudo atrapar sin problema su equipaje, aunque el movimiento había sido algo repentino, no huno ningún accidente.

    Comencé a caminar rumbo a la entrada de la cabaña, sólo para notar que mucho de los chicos ya estaban interactuando entre sí.

    — Veamos: Personas discutiendo, saludos incomodos, caídas, caras de gente que parece que no quiere estar aquí... ¡Sip, esta si será una navidad de verdad! — Exclamé con una gran sonrisa, este viaje tenía todas las posibilidades de convertirse en una anécdota inolvidable.

    Tras avanzar un poco más, y contemplar el bello paisaje nevado del lugar, solté un pequeño suspiro, pude contemplar cómo mi aliento se condesaba y se convertía en vapor, era una imagen de postal, incluso me recordaba un poco al Valle Tundra, pero entonces pude escuchar una voz femenina algo irritada, era la misma chica rubia que habíamos visto en la ruta 13, le recriminaba a Nikolah con fuera a dejar caer sus maletas, luego mencionó tras la discusión de Liza y su compañera sobre cómo esta situación podría tornarse en una típica película slasher serie B.

    —¡Ah! ¿También te ha pasado a ti? — Pregunté a la chica rubia, parecía que no tenía mucha intención de socializar, pero al menos no era un intento perdido, de alguna manera había que empezar a romper el hielo con los chicos de Galeia, porqué presentía que tal vez ni Gen ni Cay lo harían, aunque no sabía si había elegido a la persona correcta, parecía un chica seria y distante social, hasta un poco más que el Pelo de Fuego, de hecho, era cómo ver a Cay pero en chica y versión rubia.

    Solté un pequeña risa nasal por mis propios pensamientos tras negar con la cabeza suavemente.

    Liza tenía razón, son un grupo muy variopinto.

    Di un ultimo vistazo a todos los presentes mientras apretaba mis manos por el frío. —Bueno ¿Qué esperamos? ¡Hay que entrar!— Exclamé mientras recordaba la pequeña nota en mi bolsillo.

    Serán un lindas vacaciones...
     
    Última edición: 18 Noviembre 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Mierda. Qué frío.

    Me froté las manos enguantadas, exhalando aire caliente que formaba ligeras volutas de vapor, y estaba en ello cuando una voz desconocida me asaltó. Creía haber dejado bastante claro que no estaba por la labor de socializar.

    Fruncí el ceño.

    ¿También me había pasado a mí, decía? ¿Qué cosa? ¿Creía que tenía una bola de cristal para saber qué estaba pensando? ¿Algún tipo de conexión telepática?

    Le dirigí una mirada de soslayo, hastiada, hosca. Esa clase de miradas de no querer lidiar con mierda que solía dirigirle a Lockhart. Pero nada más hacerlo fue como si la imagen de cierta persona que conocía se superpusiera sobre él durante unos segundos. Cruzó mi pecho como un fogonazo. El cabello castaño revuelto y los chispeantes ojos dorados. Esa vibra enérgica, como si la electricidad corriera por sus venas de forma imparable.

    Me lanzó su imagen a la mente, nítida como el cristal. El tren de mis pensamientos se paralizó de súbito y necesité algunos segundos para volver a ponerlo en marcha.

    "¿Huh?"

    No me había tomado mi tiempo en visualizar las caras de los novatos porque sencillamente no era de mi interés. El pelirrojo que me recordaba al cabrón egocéntrico de Arnie, el tipo misterioso y... este.

    Era ridículo. Alpha no había venido con nosotros. Estaba en paradero desconocido desde entonces y dudaba siquiera que quisiera estar bajo el mismo techo que yo. Tampoco era como si yo quisiera saber de él. Me traía sin cuidado. Cuanto más lejos estuviésemos el uno del otro, tanto mejor.

    Sin embargo, este idiota sonriente que desconocía y se había acoplado a nosotros como un maldito Joltik, se le parecía tanto que por un momento lo creí.

    Lo creí y... dudé.

    Por un instante sentí que Alpha había venido con nosotros.

    Logré recomponerme bastante rápido, sin embargo. Logré volver a hacer funcionar mi cerebro de forma apropiada. Y entonces, irritada, le dirigí la sonrisa más falsa que tenía en mi arsenal. Ni siquiera me molesté en disimular el hecho de que era puro teatro.

    —Piérdete.

    Le dije sin más, sin atisbo alguno de lástima, sin la más mínima chispa de amabilidad, y resueltamente avancé hasta la puerta de la cabaña.
     
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    Lelouch

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    Ugh, ¿Por qué me había dejado convencer de hacer un viaje a una zona tan helada en pleno invierno? No lo recordaba, pero probablemente había sido por la comida y el techo que Liza me prometió.

    Al menos me había aprovisionado con lo necesario para no morir de frío; llevaba un abrigo negro que, incluso sin ser demasiado grueso, mantenía mi temperatura corporal, botas de nieve, guantes y un par de orejeras de color rojo oscuro que había conseguido por allí.

    El viaje al infierno al menos fue relativamente tranquilo, pues había decidido dormir durante el mismo para sufrir lo menos posible. Dormí recargado sobre el hombro de la pobre alma a la que le tocó ir a un lado mío, llevando a Litwick en brazos. La pequeña velita, entusiasmada por el viaje, había proporcionado algo de calor extra al vehículo, lo que había hecho mi descanso algo más agradable.

    Desperté hasta que llegamos a nuestro destino, saliendo del vehículo aún con el pequeño pokémon en brazos, lo que probablemente haría durante la totalidad de mi estancia en el lugar. Y lo que me recibió fue una escena que no me sorprendió en lo absoluto: Mimi había comenzado a pelearse con el resto desde el minuto cero.

    —No le hagas caso —le dije al chico que le había hablado a Mimi, poniendo mi codo confianzudamente sobre su hombro—, a menos que tengas títulos nobiliarios o tu familia sea dueña de una empresa unicornio, es un caso perdido intentar hablarle. Y la vacante de chico tonto, alegre y despreocupado que puede ganarse su corazón ya la ocupó otro compañero nuestro, así que mala suerte —me despegué de él y negué teatralmente con la cabeza—. Si quieres mantenerte en una pieza mi recomendación es que hagas caso a su única palabra, o que te consigas un buen escudo.

    Bostecé, aún adormilado por haber despertado hace tan poco, levantando ambos brazos y a Litwick con ellos.

    —Como sea, si sigues interesado en hacerte amigo de Mimi no olvides avisarme. Quiero estar presente cuando ocurra el desastre —reí.
     
    Última edición: 19 Noviembre 2020
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    Hygge

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    Liza White

    Mi pseudo molestia con Emily no tardó en desvanecerse a los pocos minutos, y justo cuando trataba de sacar a duras penas mi equipaje del fondo del maletero fue otra persona la que se encargó de ello. Y del suyo. Y del equipaje de otras tres personas más.

    Nikolah Cruz me dirigió una sonrisa genuina, sepultado entre equipajes y con algo de nieve esparcida sobre su cabello dorado por la reciente caída, y le devolví el gesto de forma tímida, tomada por sorpresa. Hacía bastante tiempo que no nos veíamos, y fui consciente en ese instante de que había echado de menos esa sonrisa boba e increíblemente bondadosa suya. ¿Él también me habría echado de menos? ¿Qué clase de pregunta era esa, por amor a Arceus?

    No alcancé a reparar en el reclamo hacia la labor del rubio, quizás demasiado metida en mis preguntas sin respuesta. Y quizás también se debía al hecho de que incluso en un paraje nevado como aquel, Nikolah llevaba una única camiseta de tirantes, que apenas alcanzaba a tapar su torso. Y encima era como dos tallas inferior a la suya. Y no debería estar fijándome en eso. Las hormonas se me habían revolucionado demasiado desde mi viaje a Gérie.

    Me masajeé las mejillas enrojecidas, exhalando una ligera nube de vapor, y respiré hondo antes de tomar la bolsa de comida que habíamos comprado antes de partir. Tenía todo lo necesario para hacer y hornear dulces, que sabía que Dante y Niko agradecerían, y porque no podía haber una navidad sin dulces caseros de por medio. Seguí a los chicos hacia las puertas de la cabaña, liderados por aquel guía y sus llaves, y fue entonces cuando reparé en la pseudo discusión que se estaba llevando a cabo detrás de mí. Mimi ya estaba haciendo gala de sus dotes sociales para incomodar a uno de los chicos de Gérie.

    Suspiré con cierto hartazgo, reduciendo la velocidad hasta colocarme junto a Aleck e Ian. ¿De verdad era tan difícil para ella comportarse un solo día? Aquello era muy importante para mí, pero o no parecía darse cuenta o le daba lo mismo a secas.

    Le di un ligero golpecito en la nuca a Ian con mi mano libre, dirigiéndole una mirada de reproche antes de volverme hacia Aleck.

    —No le des ideas, bobo —le reclamé, pero mi tono fue más suave de lo esperado. Le dirigí una pequeña sonrisa de disculpa a Aleck—. No se lo tengas en cuenta, ¿sí? Te compensaré con galletas más tarde.
     
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    El guía del resort vacacional, que había estado aguantándose la risa desde hacía unos minutos, introdujo las llaves en la cerradura, y les dirigió un último vistazo para asegurarse de que le seguían antes de abrir la puerta. Los chicos pudieron sentir cómo una oleada de calor los envolvía y hacía desaparecer cualquier rastro de aquel clima invernal.

    El hombre, al notar la sorpresa en ellos, se sonrió.

    —Siempre dejamos puesta la calefacción antes de la llegada de los huéspedes —aclaró, apoyándose en la puerta, e hizo un ademán con la mano hacia el interior—. Adelante, pasad. Es toda vuestra.




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    Les recibió un enorme interior de paredes blancas y suelo de parqué reluciente, que podía pasar por recién estrenado con facilidad. El olor a leña se esparcía por la amplia sala y le brindaba cierto toque hogareño que parecía haber perdido entre tanto lujo. La chimenea era artificial, pero lograba dar el mismo calor que una, justo frente a una serie de sillones donde cabían perfectamente los diez presentes y más.

    —Si seguís las escaleras hacia el segundo piso encontraréis cinco dormitorios, con dos camas cada uno. Tenéis también dos baños, uno en la planta inferior y otro en la superior. No os preocupéis por el frío, el termostato lo podéis encontrar por allí —señaló la pared de la cocina, diseñada al estilo americano sin puertas ni tabiques de por medio—. El internet también llega a todos los rincones de la casa, así que no estaréis incomunicados.

    A medida que los chicos iban adentrándose al hogar y dejaban las bolsas y equipajes sobre la mesa el segundo guía del vehículo se acercó hasta la puerta, y con él parecía venir un pequeño pokémon en el que no habían reparado con anterioridad. Se trataba de un Snorunt, quien tembloroso frotaba sus pequeñas patitas una sobre la otra de manera cómica. Sobre su cuello relucía un curioso collar que brilló bajo la luz de los focos.

    —Ah, aquí estás. Chicos, este es Yukio —presentó al pokémon, quien pareció soltar una risilla encantado de ver que era el centro de atención por un instante—. Os acompañará durante el fin de semana y protegerá la cabaña con su presencia. Es algo travieso, pero muy bueno en su trabajo como guardián.

    Era cierto, ya había mencionado antes algo sobre eso. ¿Una... zona protegida? ¿Por eso debían procurar no sobrevolar la zona y soltar a sus pokémon cerca del área prohibida? ¿Y qué tenía ese diminuto pokémon para que pudiese protegerlos con su presencia?

    El hombre dejó las llaves sobre la mesa, y se volvió hacia los chicos una última vez. Ahora que se fijaban bien, con la luz de la cabaña sobre su cuerpo, pudieron notar cómo un extraño tatuaje sobresalía de su hombro derecho, descubierto al igual que Nikolah. Parecía un copo de nieve, pero tenía una curiosa terminación que lo anclaba al suelo, casi como si se tratase de un tallo. Una diminuta hoja sobresalía de uno de los costados.

    ¿De dónde sacaban esa maldita resistencia al frío esos dos, en cualquier caso?

    —Cualquier duda o emergencia, el botón que da a la central lo tenéis en la entrada. Pulsadlo y no tardaremos en llegar. ¿Alguna cosa más?

    >>¿De qué se trata la zona protegida?
    >>¿Qué tiene de especial Yukio?
    >>Sobre el tatuaje extraño
     
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  11.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Emily Hodges

    —Teehee~ Lo siento, Li, pero ya sabes... en la guerra y en el amor todo vale~

    Salí del coche con una sonrisa victoriosa mientras decía aquello, aprovechando la libertad de movimiento para estirarme en mi totalidad, soltando un suspiro cuando sentí que el cuerpo se me destensaba. El viaje no había sido incómodo pero se había hecho algo largo, quizás también por la expectación de llegar cuanto antes al destino, y acostumbrada a viajar volando con Pokémon... pues bueno, costaba acostumbrarse.

    Me guardé el papelito de la antigua misión junto a la nueva que había recibido de Liza mientras ella misma se centraba en otra cosa. Me dirigí hacia el maletero del coche para sacar mi equipaje, una maleta relativamente grande teniendo en cuenta que solo íbamos a estar un par de días ahí y una mochila que me colgué del hombro. ¡Había que estar preparado para cualquier cosa, vale!

    Giré la cabeza con algo de sorpresa al escuchar que alguien me llamaba y una gran sonrisa se me plasmó en los labios cuando distinguí la figura masculina que lo había pronunciado.

    Dante.

    Sentí una calidez en el pecho que no había sentido hacía mucho mientras lo veía acercarse. Lo seguía queriendo, quizás mucho más de lo que podría imaginarse, pero ya no había ninguna clase de dolor o resentimiento por... bueno, todo lo sucedido. Solo cariño, el más puro y sincero cariño que profesaba por mis amigos.

    >>Claro~ —respondí, sin perder la sonrisa y no esperé, en realidad, a que se decidiese porque nada más terminar de hablar me lancé para rodearlo con mis brazos—. Me alegra mucho verte de nuevo, Dante —murmuré, con el rostro enterrado en su pecho.

    Tras darle un último apretón más fuerte me separé finalmente, justo en el momento en el que el guía abrió la puerta del lugar donde nos quedaríamos y, con un movimiento de cabeza, le indiqué al chico que me acompañase hacia el interior, si quería.

    >>Woah~ Se ven que han aflojado la pasta, eh —solté, observando el lugar con los ojos bien abiertos tras dejar el equipaje sobre las mesas.

    Bueno, ¡más que merecido nos lo teníamos! Después de salvar el mundo por incontable vez, qué menos que un sitio así de lujoso para unas vacaciones. Bien hecho, bien hecho.

    Escuché la explicación del guía con atención en cuanto comenzó a hablar, aprovechando el calor del sitio para quitarme los guantes y la bufanda mientras lo hacía, y por supuesto me agaché para estar a la altura del Snorunt en cuanto este llegó a la casa.

    >>Hola, Yukio~ —canturreé, moviendo los dedos cerca de su rostro con aire juguetón—. Eh, señor guía, ¿qué tiene de especial Yukio? ¿Tiene algo que ver con el collar que lleva?

    Woah, os presento a Emi toda healthy habiendo superado a Dante im so proud of my girl ;---;
     
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  12.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    Sonreí ante las preocupaciones de Cayden y ante las amenazas de Mimi. No importa cuantos finales del mundo o amenazas internacionales pasasen, todos seguían iguales. Mimi e Ian seguían con su cara de trastero habitual, Emi igual de tierna que siempre, Dante tímido como él solo, Cayden con su rostro de cansancio. Lo que me sorprendía era que Givan estaba completamente callado. Solía soltar sus enormes exposiciones en congregaciones como esta. Bastante apropiado para un profesor, debía decir.

    Noté que alguien me estaba observando, y al darme vuelta, pude ver a Liza. Pestañeé perplejo unos segundos, y luego me giré, bruscamente, las mejillas enrojecidas. ¿Por qué me estaba mirando tan intensamente? ¿Tenía algo encima? ¿Me quedaba nieve en el rostro? ¿Estaba mal vestido? ¿Estaba llevando mal su equipaje? ¿Por qué me interesaba tanto de súbito? Agité la cabeza. Si seguía así de distraído, iba a terminar tumbando todo al suelo. Y no quería incurrir en la ira de Mimi. No tan temprano en el viaje. Porque seguramente iba a incurrir en ella durante nuestra estadía. No estaba Alpha acá como para canalizarla. Aunque Ian solía ser un buen sustituto.

    En cuanto entramos a la cabaña, dejé el equipamiento que llevaba al lado de la puerta, para que cada uno hiciera lo que quisiera con el suyo. Igual aclaré que podía ayudar a subir su equipaje a quien quisiera, ya que teníamos los dormitorios en el segundo piso, al parecer. Así que íbamos a dormir en parejas. Bueno, me preguntaba si alguien ya había organizado como nos repartiríamos, o si lo haríamos en ese momento. Éramos diez, así que dos por habitación. Un segundo. Éramos siete chicos... y tres chicas. Una de ellas seguramente tendría que dormir con alguien más. Con un chico. No me imaginaba a Mimi siendo la afortunada en ese caso. Seguramente sería Dante con Emily, pensaba. O tal vez Dante con Liza. Aunque tal vez... Miré a Liza de soslayo, y luego aparté la mirada, hacia el guía, las mejillas ardiendo.

    Desde que había vuelto de Gérie estaba raro. ¿Qué tenía esa región? Todos estábamos algo raros después de volver de allí. Como si hubiéramos tenido una... realización.

    Sin embargo, hubo un par de cosas que me llamaron la atención de la explicación del hombre.

    — Mencionaron un par de veces eso de zona protegida. ¿Qué significa? ¿De qué se trata?— pregunté, luego de que Emily hiciera lo propio.
     
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  13.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    El guía abrió la puerta y al ingresar en el hall un calor agradable me recibió. La temperatura era sorprendentemente cálida allí dentro. ¿Alguien tenía alguna duda de que no me iba a mover de la cabaña en los próximos días?

    Y un cuerno de Tauros.

    Me quité el gorro de lana y los guantes y aún así tuve la necesidad de frotar mis palmas frías para que mi piel se acostumbrase a la temperatura cálida de la cabaña. Era un lugar... bastante elegante, no iba a quejarme en ese aspecto. Al menos no nos habían lanzado a un zulo de madera cochambroso sin cobertura o internet. Era un alojamiento de lujo y si debía ser honesta, a mí me encantaba el lujo. Incluso si vivía bastante alejada de él.

    Vi a Emily acariciar al Snorunt, Yukio. Y la misma pregunta hizo eco en mi cabeza. ¿Qué tenía de especial un Snorunt con un collar? ¿O qué tanta protección podía ofrecerles a entrenadores que tenían legendarios en sus equipos? ¿Era siquiera necesario tener un Snorunt guardián?

    —Hey, sobre el tatuaje—inquirí al guía. Y entonces recordé un tipo de recurso que crecía en Gérie, en el Valle Tundra. Confundida, fruncí ligeramente el ceño—. ¿Eso es una flor de cristal? Creía que no sabían de su existencia en Galeia.
     
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    Hygge

    Hygge Game Master

    Acuario
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    El Snorunt le dirigió una sonrisa a Emily, dejando de frotar sus patitas ante su llegada, e hizo el amago de darle un abrazo cuando su verdadera intención era otra. El guía, que conocía de sobra sus tendencias de hurgar en equipajes ajenos, lo tomó en brazos antes de que llegase a abrir la cremallera de la mochila.

    —Veo que tienes buen ojo, chica —concedió, dejando que Yukio se acomodase con una risita entre sus brazos. Alzó el collar sobre la palma de su mano; se trataba de una especie de pieza de piedra bien pulida, que por la disparidad de sus bordes parecía formar parte de una mucho más grande. Sobre la misma se dibujaban trazos pulcros que no parecían reflejar nada, o al menos, no con ese fragmento como única referencia—. ¿Has oído alguna vez hablar acerca de la leyenda de los Snorunt? Se dice que son seres espirituales que adquieren forma de pokémon, similar al de un niño, y que su presencia protege las casas y a sus habitantes de las criaturas de la noche, que tanto atemorizaban a los humanos tiempo ha.

    >>Son meras creencias, pero lo cierto es que este pokémon parece tener alguna vinculación extraña con una entidad que ha habitado este bosque durante siglos. O, al menos, con parte de la influencia del talismán que porta en su cuello —Acarició la cabeza del pokémon antes de seguir hablando—. Nadie sabe de qué pokémon se trata, pero aún existen ciertos descendientes directos que aseguran que la presencia de este amuleto tiene alguna influencia en él. Algo, que origina cierto rechazo en el pokémon, como un repelente específico para él.

    Al hombre se le notaba especialmente interesado en dicha leyenda, y pronto pareció darse de que quizás se estaba entusiasmando de más. Dejó al pokémon en el suelo finalmente, volviéndose hacia Emily con una sonrisa.

    >>Lo cierto es que Yukio apareció un buen día de la nada, mientras realizábamos las preparaciones de la zona, y desde su llegada jamás volvimos a tener problemas con ello. Supongo que es una suerte de milagro hecho pokémon.


    —La zona protegida está directamente relacionada con el pokémon del Bosque del Lago que os mencioné antes —se apresuró a explicar el hombre, esta vez hacia Nikolah, sin borrar su sonrisa. Vaya, si le daban cuerda podía entretenerse bastante con aquel tema—. Al parecer habita en algún lugar en el corazón del bosque, allí donde parece soplar una eterna ventisca, haciéndolo difícil de encontrar de por sí. Nadie se atreve a pasar de esa línea, tanto por las condiciones climáticas adversas como por la leyenda de aquella bestia, capaz de congelar con su aliento a sus víctimas hasta morir congelados en cuestión de segundos.

    Soltó un suspiro, ligeramente alicaído de repente.

    >>Lo peor de todo es que aún existen personas lo suficientemente estúpidas como para ir detrás de él. El gremio de cazadores Pokémon paga una suma exorbitada por su cabeza; la furia que parece dominarlo lo hace una criatura muy poderosa y distinta al resto de su especie —Se pasó una mano por su cabello, desviando la mirada—. A mí me da verdadera lástima. Solo de imaginar el dolor que se esconde detrás de esa fachada inestable me hace querer comprender qué le han hecho para llegar a un estado similar.


    El guía pareció genuinamente sorprendido ante la pregunta de Mimi.

    —Vaya, no pensé que tú también la conocerías. Ya no quedan ejemplares de ellas en Galeia, de hecho, pero no fue así en otra época —se explicó, pasando el pulgar sobre la figura de manera inconsciente—. Mi linaje es originario de Ciudad Barniz, pero antes de ello realmente era una tierra de nadie. Varias tribus nómadas venidas del desierto, el volcán y el lago competían por hacerse con el lugar, hasta que años después terminaron erigiendo juntas la ciudad. El símbolo de mi familia siempre fue la flor de cristal, dado que anteriormente crecía de manera abundante en el Lago Helado.

    Liza, que se había mantenido escuchando con suma curiosidad la historia, se acercó con la mochila entre sus brazos.

    —¿Y por qué desaparecieron? ¿El clima hizo insostenible su crecimiento o algo así?

    —Esa sería la explicación científica, sí —asintió hacia la castaña entonces—. Pero también existe una leyenda que menciona el porqué de su extinción. Pero solo son eso, leyendas. En cualquier caso creo que ya me extendí suficiente, chicos, y seguro que estáis cansados por el viaje —se apartó de la puerta, haciéndole un gesto al conductor para que fuera encendiendo el coche—. Os dejé las llaves en la mesa de la entrada, espero que disfrutéis de vuestra estancia.

    >>Ah, sí. Y Feliz Navidad.

    Finalmente la puerta se cerró a sus espaldas, y el ambiente que la historia había creado alrededor terminó por desvanecerse a medida que volvían en sí. La castaña fue la primera en hablar, apoyándose en la mesa, reflexiva.

    —Bueno, pues creo que lo primero que deberíamos hacer ahora sería dividirnos las habitaciones, ¿no? Solo somos tres chicas, así que creo que lo conveniente sería que eligiéramos nosotras primero —intercambió miradas entre Emily y Mimi—. Yo no tengo problema con cualquier combinación, así que la decisión es vuestra.
     
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  15.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    Mientras escuchaba atentamente lo que el hombre estaba explicando (de manera muy emocionada cabía agregar), una extraña imagen comenzaba a gestarse en mi cabeza. Esa descripción... me sonaba a algo. A alguien. Se encontraba relacionado en sí con lo que me había pasado hace ya varios años, aunque de manera indirecta. Pero no podía ser. O tal vez sí. O sea, todo lo que el guía contaba daba a entender sobre eso. El frío impenetrable, su aislacionismo, su poder. Mis manos comenzaron a temblar levemente. No por frío. Si no por la emoción. Tal vez, allí, pudiera encontrar algunas respuestas. Miré alrededor, a todos mis amigos. Sin embargo, no podía salir a buscarlo así como así. Seguramente los terminaría arrastrando, de manera directa o indirecta. Y estaban de vacaciones, hacer eso sería muy egoísta. Sí, a la noche. Me colaría afuera por la noche. Total, el frío nunca me había molestado.

    Sin embargo, las últimas palabras del guía me arrancaron de mi estado de ensoñamiento mientras miraba por las ventanas. Navidad. Iba a ser Navidad. ¡Navidad! Esta vez, todo el cuerpo me estaba temblando de la emoción. En cuanto los hombres se marcharon, liberé a Florencio, me abalancé sobre el equipaje de Liza, y saqué todos los ingredientes que habíamos traído. Harina, azúcar, esencias, frutas frescas, deshidratadas, y abrillantadas, chocolate, frutos secos y un sinfín de distintos ingredientes en bolsas fueron ocupando mis brazos y los cuatro de Florencio.

    — Si me necesitan, estoy en la cocina.— dije, con una sonrisa, mientras me dirigía como un rayo hacia allí.

    Asomé la cabeza, mirando a Liza unos segundos.

    >> Gracias... gracias por los ingredientes. Me había olvidado de traer. Je.— dije al fin. Quería decir otra cosa. Probablemente referido a la habitación. Pero no entendía por qué era tan difícil decirlo.

    Simplemente me encogí de hombros, y me puse manos a la obra. Era la primera vez en muchos años que iba a tener una Navidad con una familia. Más valía hacer que fuera un recuerdo duradero. Ya haría tiempo para preocuparse por aquella corazonada luego.
     
    Última edición: 19 Noviembre 2020
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    Rider

    Rider One of a Kind

    Cáncer
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    Aleck Graham

    La rubia se quedó mirándome un segundo tras mi comentario, sus pupilas parecían dilatarse y su cuerpo permanecía totalmente inerte en la entrada, incluso miré a mis alrededores ciertamente confundido, ¿Realmente me estaba mirando a mí? Casi se sentía cómo si ella estuviera viendo a otra persona atreves de mí.

    Súbitamente el semblante chica cambio, por una sonrisa, terriblemente fría y vacía; pronunció una simple palabra, con una voz tan indiferente como su mirada.

    ¿Perderme? ¿Qué más perdido puedo estar? Estoy en una región lejos de mi hogar, con gente que no conozco.

    — ¡Gusto en conocerte! — El saludo salió de mi de manera totalmente involuntaria, su desdén en cierta manera me recordaba a cuando trataba de convivir con primos y amigos de la familia, y cómo mis padres pretendían forzarme a ser amable con ellos de cualquier modo a pesar de sus actitudes.

    Por por alguna extraña razón, la sensación no fue la misma que cómo cuando era niño y tenía que pasar por una situación similar, supongo que el impacto era menor cuando venía de alguien que propiamente no conocía, o quien sabe, quizás era porqué sólo quería a alguien que de alguna manera me recordara lo déspota que era mi familia para al menos sentirme un poco en casa.

    Momentos después de que el guía abriera la puerta de la cabaña y la chica entrara, otro de los holders de Galeia se acercó a mí, recargado su codo en mi hombro, chico de cabello castaño, un poco más alto que yo, hablando sobre cómo era la rubia, Mimi era su nombre aparentemente.

    — Espera, espera, espera ¿Chico tonto y alegre? ¿Vacante? — Pregunté sin que el chico me prestara mucha atención, continuó hablando, sobre cómo era más prudente tratar de alejarme de los problemas. —...¿Sabes donde puedo conseguir un escudo? Sólo por si las dudas.— Respondí un poco desanimado, no por la situación con la rubia, si no por las palabras de chico, ¿Acaso todas estas personas me veían así?

    Liza entonces se acercó a nosotros dos, dándole un leve golpe en la nuca, mencionando que me daría galletas; solté una pequeña risa nasal y le agradecí a la castaña, cuando los dos entraron en el lugar, me adentré con ellos, buscando con la mirada a Cayden y Givan, que los había perdido de vista por un instante.

    Ya dentro del resort, la temperatura era mucho más agradable, tanto que decidí quitarme nuevamente mi chaqueta y colgarla sobre mi hombro; el guía nos dio una breve guía sobre el lugar y las habitaciones y salas del mismo ¿Tocaba compartir habitación? No estaba acostumbrado a tal cosa, pero no era momento para preocuparse por eso. Un pequeño Snorunt se nos acercó junto con el guía, parecía tener un collar, se le veía bien, lo saludé amistosamente y él contesto de regreso.

    —Yukio ¿Eh? ¡Lindo nombre! — Pronuncié por lo bajo mientras los demás preguntaban sobre el Pokémon y un extraño tatuaje que portaba nuestro guía, pero había una sólo cosa que mantenía ocupada a mi mente, pues habían mencionado algo sobre una "zona protegida" Mi mente se lleno de dudas, el simple hecho de pensar en una zona probablemente prohibida para nosotros hacía que cada célula de mi cuerpo quiera adentrase en ella, pero era un invitado aquí, se suponía que debía mantenerme fuera de los problemas.

    Aleck, no vayas a preguntar sobre la zona protegida, no preguntes sobre la zona protegida, no preguntes sobre la zona protegida, ¡No preguntes sobre la zona protegida!

    Antes de que mi impulso de idiotez me ganara, alguien pregunto sobre el lugar, había sido el buen Nikolah; sequé el sudor de mi frente, aliviado de sentir que no era el único con la duda, ya más calmado, me recargué en la pared esperando respuesta de nuestro guía.

    El sujeto entonces respondió de manera atenta a todas nuestras dudas, pero no pude prestar atención más que a aquella leyenda de la criatura del bosque, sobre lo mortífera que era y cómo había personas que pretendían darle caza.

    Vaya, entonces se me adelantaron.

    Realmente no tenía intenciones de cazarlo como un maldito loco desalmado, pero la idea de adentrarnos al bosque a investigar era irresistible, sin dudas, al menos para mí.

    El guía entonces dejó la cabaña, nuestras vacaciones habían oficialmente empezado; ahora sólo teníamos que discutir la asignación de habitaciones, supongo que tendría que compartir la habitación y no había nada que pudiera hacer al respecto, espero que el menos me acomoden con Gen o el Pelo de Fuego, aunque si por mi fuera, sería capaz de dormir en un sillón.
     
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  17.  
    Lucas Diamond

    Lucas Diamond Dios de FFL

    Aries
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    Lucas Diamond

    ¡Al fin, vacaciones! Ya nos lo habíamos ganado, ¿no? La victoria contra Chance fue todo un éxito, pero todas las emociones y experiencias que habíamos vivido en el último mes eran demasiado como para seguir sin más. ¡Y ahora podríamos desconectar de todo, en una casa rural en medio del Lago Helado, sin gente a kilómetros a la redonda, rodeados de nieve y temperaturas extremas! ¿Qué podía salir mal?

    El viaje hasta el bungaló fue más entretenido de lo que esperaba. Pude escuchar a Liza y a Emily cantando canciones, mientras yo jugueteaba con mi pokéreloj, junto a Ian. ¡Ese chico podía parecer ser algo hosco, pero en el fondo era muy cariñoso! Se pasó todo el viaje apoyado sobre mí, mientras jugábamos a un apasionante duelo de cara o cruz.

    —¡Vamos 147 a 154, esto está muy emocionante! Necesito remontar antes de que lleguemos o si no tendré que hacerte la cama todos los días, como habíamos apostado. ¡Pero aún queda tiempo, ahora elijo yo cara, seguro que gano! —Toqué la moneda de mi pokéreloj, y... cruz. Nada, otro punto más en la función contador para Ian.

    >>¡Pero menuda suerte tienes, no es justo! ¿Cómo lo haces para saber siempre lo que va a salir? O bueno, 155 de 302 veces, para ser exactos.

    "Zzzz..."

    Finalmente llegamos, y pude notarlo cuando Liza comenzó a exclamar públicamente su dolor por la traición de Emily. ¡Había sido asesinada por ella! Vaya, su propuesta de cantar canciones de viaje había sido muy inteligente, sin duda... Bajamos del vehículo, yo algo decepcionado. Mientras observaba a Ian recoger su equipaje, le detuve.

    —¡Hey, que sepas que solo ha sido suerte que hayas ganado! 516 a 472, ¿quién lo hubiera dicho? ¡Pero espero que a la vuelta me des la revancha! Aunque no podamos apostar hacernos las camas de nuevo, ¡pero eso es lo de menos! ¡Nos jugaremos el orgullo! —terminé. Fui a recoger entonces mi equipaje, cuando...

    >>¡AHH! ¡No puede ser, mi equipaje ha desaparecido! —bramé, preocupado, revolviendo todas las maletas que aún quedaban por sacar del autobús. Comencé a llamar la atención de todos— ¡Rápido, tenemos que deshacer todo el camino para encontrarlo, no puedo estar aquí sin mis cosas! ¿¡Y qué será del regalo que tenía preparado!? ¡No, no, n-! —Al girarme, vi al fin mi maleta. La llevaba Nikolah, quien la había cogido por... alguna razón, para ayudar a llevar las cosas a la casa.

    Me llevé las manos a la cabeza, sacudiéndola en el proceso. No había sido un despiste, ¡solo no me había fijado! Pero era normal con este frío, ¿no? Tenía la cabeza ocupada en otras cosas, o algo así.

    —G-gracias, supongo...

    Entramos al fin al que sería nuestro hogar, acompañado de aquel guía. Nos dio unas breves instrucciones sobre cuartos de baños, regulación de temperatura, dormitorios, etc. Y también nos proporcionó un "guardián" para nuestra estancia. ¿Cómo funcionaba eso? Era un Snorunt, pero no parecía nada especial.

    Los chicos no tardaron en preguntar. Emily reparó en el abalorio que portaba el pokémon, y Nikolah quería saber más sobre por qué esta era una zona protegida. La respuesta a ambas preguntas parecía confluir en lo mismo: un pokémon. El pokémon del bosque del lago. Había una leyenda, por lo visto, sobre ese ente. Según nos lo describió, parecía ser despiadado, capaz de congelar a cualquier ser vivo. ¡Guau, sonaba apasionante! ¡Tendríamos que ir a buscarlo y capturarlo, ¿no?! Eso serían unas grandiosas vacaciones.

    A-aunque el guía disuadió cualquier esperanza de exploración que tuviéramos. ¡Vaya! ¿Tan peligroso era? Nosotros habíamos salvado al mundo, quizás podríamos...

    Pero no. No era el momento. Ahora no podía estropear estas vacaciones por un impulso. No podía... ¿verdad?

    —¡Bueno, no es momento de pensar en pokémon malvados que aniquilan humanos y necesitan de un guardian! Ya tendremos tiempo para contar historias de miedo. ¡Yo apoyo la idea de Liza, elijamos habitaciones! ¡Me pido la que esté más cerca del cuarto de baño! E Ian irá conmigo, supongo —bufé, algo molesto—. Tengo una apuesta que cumplir, pf.

    >>Oye, a todo esto... ¿No debería avisar alguien a Niko de que vamos a repartir habitaciones, que acaba de irse? ¡Ve a llamarlo, Liza, que la idea ha sido tuya!

    Y tras soltar aquellas palabras, cogí mi maleta y la llevé al que había adjudicado como mi cuarto. ¡Estas vacaciones iban a ser lo más!
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Leyendas, una criatura monstruosa, tribus nómadas que formaban ciudades con el tiempo... sonaba a ese tipo de cosas que terminaban involucrándonos más de lo que deberíamos. Me había apoyado en la mesa con el codo flexionado y apoyado sobre la mejilla y extrañamente estaba prestando atención. Eran historias... ¿no? Como esas que se contaban de campamento alrededor de una fogata.

    —¿Y por qué no dormimos las tres en una misma habitación?—cuestioné cuando la voz de Liza volvió a alzarse. Algo tensa sentí el calor extenderse por mis mejillas y jugueteé con un mechón de cabello con la mano contraria—. Emily y yo acostumbrábamos a dormir juntas en el Centro Pokémon. Aunque no sé si le resulte un inconveniente después de todo.

    Le dirigí una mirada de soslayo, cauta y nuevamente regresé mi mirada hacia White. No lo había olvidado, incluso si había dicho que no era la gran cosa.

    Nos habíamos besado.

    Nos habíamos besado en un callejón cualquiera de Pueblo Atracadero. Y había estado... bien. Había sido algo así como mi primer beso real. Pero no era más que un beso y no tenía mayor trasfondo o importancia.

    Yo ya no estaba interesada en el amor. Le había dado mis sentimientos románticos de cenar a Raiden.

    Vi a Nikolah correteando como el bobo inquieto que podía ser y lo seguí apenas con la mirada. Arceus, era como ver revolotear a un Flygon con hiperactividad. Estaba nervioso, tenso, y acompañado de su Machamp había sacado todo tipo de ingredientes del equipaje de Liza. Ah, pero vaya~ esbocé una sonrisa indescifrable.

    Bueno, no era precisamente estúpida. Tampoco era necesario ser un genio como Hubert para entender la situación entre ambos, pero yo era una persona observadora. Me gustaba observar a la gente por puro y mero entretenimiento. Bajé el tono de voz, ligero, y divertida, cómplice, le guiñé resueltamente uno de mis ojos.

    Eran momentos como esos, cuando estaba con mis amigas, que podía mostrarme tal y como era. Sin máscaras, sin la necesidad imperiosa de mantener las distancias.

    Solo yo.

    >>Aunque es un poco ridículo dormir apiñadas cuando tenemos cinco habitaciones entre las que elegir ¿no?
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    Cayden Dunn

    Aleck evidentemente no había tenido suerte con la rubia cara de "Odio al mundo y a todos los simples mortales", pero al menos Liza y otro chico se había acercado a él para, bueno, más o menos sacarlo de la línea de fuego o hacerle entender que no era nada raro que la otra reaccionara de esa manera. No escuché realmente lo que le dijeron por completo, pero lo tenían escrito en la cara.

    Al final el guía abrió la puerta para que pudiésemos entrar y nos recibió el interior cálido de la cabaña. Era reconfortante a decir verdad, daban hasta ganas de solo dejarse caer en uno de los sillones frente a la chimenea artificial y echarse una siesta de las buenas. Contuve el impulso de hacerlo solo para poner atención a las palabras del hombre, mientras me sacaba la bufanda y la chaqueta para colgarlas por ahí.

    Yukio.

    Deslicé la mirada al pokémon y la verdad no importaba su aspecto, que no era ni robusto ni intimidante ni nada, si él decía que iba a ser nuestro guardián, pues iba a ser nuestro guardián y punto aunque ganas de preguntar por qué no me faltaban, lo mismo con lo de la zona protegida, pero lo que más me llamó de repente fue el tatuaje que asomaba en su brazo.

    Flor de cristal.

    Era uno de los recursos disponibles en Tundra.

    Para mi suerte todos se le arrojaron encima con preguntas al guía, sobre Yukio, la zona protegida y la flor de cristal. Había que ver porque al otro se le aflojó la lengua y casi creí que iba a sentarse en el sofá, pedirnos total atención y soltarnos no sé, la historia de su vida completa como si fuéramos sus mejores amigos de la nada.

    Una leyenda que justificaba la desaparición del flor de cristal en Galeia.

    Bueno bueno, el hombre ni se había dado cuenta que le había metido curiosidad a un montón de brutos que en el peor de los casos iban a salir a mitad de la noche a buscar respuestas o cualquier mierda, no había que conocerlos demasiado para ver que era una posibilidad porque después de todo en esa ensalada de gente estaban personas como Nikolah y Aleck.

    La verdad es que estaban sucediendo tantas interacciones a mi alrededor que ya estaba comenzando a sentirme algo incómodo pero me lo tenía que aguantar, no iba a salir como un loco de la cabaña a buscar morirme de frío afuera con tal de tener, no sé, diez minutos de paz. Además estaba eso de repartir habitaciones.

    Había perdido a Gen de vista, ciertamente, y solo alcancé a ubicar a Aleck luego de ignorar un poco las conversaciones a mi alrededor de forma que me acerqué a él.

    —Eh, Aleckandro, ¿qué dices de compartir habitación? —pregunté una vez estuve a su lado.
     
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    Amane

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    Escuché con atención el relato del guía, tras haberme incorporado cuando apartó al Snorunt que intentó robarme, y juraría que un brillo de emoción apareció en mis ojos con la historia. Vamos, estábamos tan acostumbrados a esa clase de aventuras que al final les había pillado cariño y aunque estuviésemos de vacaciones, una no podía controlar sus instintos.

    Sea como fuere, el guía acabó yéndose tras decir que era peligroso y suspiré, girándome hacia Liza cuando habló. Pues nada, tocaba relajarse y esas cosas, ¿no? Puf, pues qué remedio.

    —Oh, cierto —dije, dando una palmada—. Solo somos nosotras tres~ Eh, pues a mi también me da igual, la verdad.

    Niko salió prácticamente corriendo antes de decidir nada y luego Mimi y Lucas hablaron, haciéndome intercalar miradas entres ambos. ¿Eh~? ¿Dormir las tres en una habitación y dejar que alguien tuviese cama doble?

    Y encima ahí se iba mi posibilidad de arrastrar a Ian conmigo solo para molestarlo por la noche.

    Pfff.

    >>¡Eh, Niko! —exclamé, asomándome ligeramente por la puerta de la cocina—. ¿Qué vas a hacer? Bueno, a lo que sea, ¿le puedes echar chocolate para mí, por fa? Gracias~

    Volví dónde los demás y me dejé caer sobre el sofá con las rodillas, mirando al resto con las mejillas apoyadas en las manos.

    >>Pues eso, nos repartimos como queráis~ Podemos echarlo a suertes, si no nos decidimos o lo que sea...
     
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