Mirai Nikki C de Cadáver [Días de Abecedario] (One shot)

Este es mi tercera historia para la actividad "Días de abecedario". Hice este pequeño fic sobre el punto de vista de Ryosuke Houjou ante la muerte de sus padres, en base a una imagen demasiado triste que vi por internet </3 Aquí se los dejo, disfruten~.
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C de Cadáver​

Hace rato la última persona que aún continuaba en el lugar se había marchado. Aún resonaba en mi cabeza el oxidado rechinar de la puerta de hierro cerrarse para no volverse a mover más, al menos, por el día de hoy. El cielo se va ennegreciendo lentamente y la fresca brisa alborota mis cabellos con frenesí. Algunas de las flores, demasiado marchitas como para influir algo de peso sobre sí mismas, fueron arrastradas por el viento como si de simples hojas de papel se tratasen.

Mantuve una mirada vacía e inexpresiva ante la imagen que tenía frente a mí. El inquietante y molesto silencio comenzaba a martillearme los oídos y a pesar de la fría brisa otoñal que acariciaba suavemente mi piel, sentía que me ahogaba allí mismo. Me ahogaba en mi propio dolor.

—Os odio, no sabéis cuánto... —aquellas palabras afloraron de mis labios con desdén, con rabia... Estaba cegado por la ira, pero se trataba de una ira superficial y vacía. Apreté los puños ante aquellos pensamientos difusos, y pateé el suelo descargando así parte de mi dolor.

¿Por qué? ¿Por qué tenía que sentir este malestar en el pecho? ¿Por qué sentía ese nudo en la garganta impedirme respirar con normalidad? No lo entendía, ellos se habían portado tan mal conmigo... Me ignoraron, solo se dedicaron a gritarse mútuamente y a hacerse daño entre sí. Yo siempre estuve al margen, de más, siempre deseé revelarme de una vez por todas y hacerme notar...

Pero... ahora que tengo mi diario del futuro, que puedo lograr convertirme en el nuevo dios de este asqueroso mundo y dominarlo junto a mis queridas marionetas... ¿por qué siento esta... lástima? ¡No tenía motivo para sentirla, era absurdo por donde se viese!

Las nubes que se van formando avecinan una repentina tormenta. Y, a su vez, en mi pecho se va formando un llanto que me niego a dejar escapar. Mi quebradero de cabeza se convierte en un punzante y molesto dolor, me siento ligeramente mareado... Las frías gotas de lluvia comienzan a descender sobre mi cabello pelirrojo y mis botas se oyen resonar sobre el pavimento mojado. Las tumbas comienzan a decorarse con pequeños puntitos irregulares, y forman un pequeño camino a traves de sus fotos. Coloqué la bolsa que traía conmigo en el suelo, y me acurruqué en el medio de ambos. Como solíamos hacerlo hace tanto...

Así, mis lágrimas acompañan las heladas gotas de lluvia y mis pequeños sollozos se perdieron en medio de los incesantes truenos que ahora resonaban por todas partes. Mi cuerpo comienza a temblar por el frío de la lluvia, pero no me veo con fuerzas suficientes como para buscar refugio ahora. Necesito llorar, llorar como siempre había hecho cuando me hacía una herida en la rodilla, como cuando mamá me abrazaba y me susurraba al oído para que dejase de hacerlo, como cuando me convencía de que todo iba a estar bien.

Pero ahora ella no está, ni su calor. Ni ella ni papá.

Estoy solo.

Deseando dentro de mí en convertirme en un cadáver más, y poder volver a estar con ellos.

Porque a pesar de haber sido siempre una familia rota, seguía siendo tan solo un niño de seis años que necesitaba el cariño de sus padres. Porque después de todo eran mi familia, y los necesitaba a mi lado. Encogido en un rincón del húmedo y oscuro recoveco, llorando y sintiendome un pequeño niño indefenso de nuevo, acabo por sumergirme sin querer en un profundo sueño.

—Buenas noches papá, mamá. Que tengan dulces sueños...