Two-Shot By the cracks of the skin [Gakkou Roleplay | Anna Hiradaira]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 9 Septiembre 2020.

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  1. Threadmarks: I. By the cracks of the skin
     
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Título:
    By the cracks of the skin [Gakkou Roleplay | Anna Hiradaira]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2486
    N/A: gigi, alguna vez vas a dejar de escribir cosas de Annita? la respuesta no las sorprenderá.
    So, esto es un delirio mayúsculo pero disfruté como un crío escribiéndolo. Probablemente se convierta en two-shot pero la verdad es que no lo sé porque acabó desviándose un poco de mi idea original y ya no sé si una continuación directa sería tan natural.
    Por cierto, esto es kinda multimedia (? Les voy a dejar la canción más o menos a mitad de fic y también va a haber un video al final. Sin más cháchara, acá va la wea uwu



    By the cracks of the skin
    I climbed to the top
    I climbed the tree to see the world

    .
    .

    Hacía frío, ¿verdad? Esa noche hacía mucho frío, al menos de repente. Puede que fueran meras asociaciones indiscriminadas, como saberte rodeada de una oscuridad con el poder suficiente para helar tus pies, piernas, espalda. Y el hielo seguiría ascendiendo, seguiría escalando y rodeando, las hiedras deslizándose por tu cintura, tus brazos, alcanzarían tu cuello y sisearían a tu oído.

    Hasta quebrarte.

    Y sería difícil distinguir su naturaleza. ¿Son de hielo? ¿Veneno, acaso? Espera, ¿y si son serpientes? ¿Sólo quieren inmovilizarte? ¿Devorarte?

    ¿Destruirte?

    ¿Silenciarte?

    Esa noche hacía mucho frío cuando busqué las luces del gimnasio a tientas, pero no se encendieron. ¿Las desactivarían durante el receso? Suspiré, resignándome a la oscuridad, y me quité los zapatos pues no toleré su repiqueteo haciendo eco por doquier. El suelo de madera laminada también era frío, y era duro, y avancé hasta el centro. Me detuve. Mierda, qué increíble silencio había. Sólo se oía mi respiración y lo odiaba, porque sonaba tan jodidamente acompasada que, de haber tenido frente a mí un espejo, probablemente lo hubiera partido en pedazos; y habría disfrutado del estruendo, de las gotas de diamante esparciéndose por el suelo, hasta que el silencio retornara y entonces quizá, sólo quizá, habría logrado oír más.

    La violencia del aire incapaz de correr con fluidez.

    El poder de los gritos desgarrando mi garganta.

    Lo que fuera.

    Y entonces habría querido recomponer el espejo, para apreciar el reflejo de lo que verdaderamente era. Un amasijo de estupidez, dolor y ansiedad. El cabello enmarañado, el maquillaje corrido, los surcos negros de las lágrimas. La mueca desagradable y tan característica del llanto real, ese que te desgarra y te vacía y te desespera.

    Hiedras congeladas apretando tu garganta, tu pecho y tu estómago hasta asfixiarte, como el monstruo del asma, el monstruo del hospital. El monstruo de mi veneno, mis errores.

    El monstruo de Kakeru muriéndose.

    Pero nada había allí, sólo silencio y una respiración pausada, mecánica, perfectamente capaz de engañar a cualquiera; yo, incluída. Ya había ocurrido antes, de hecho. Conocía esta máscara, mucho mejor de lo que me apetecería admitir. La había llevado conmigo hasta el hartazgo, hasta que las cintas se desgastaron y acabó cayendo por su propio peso. El fuego la consumió de un bocado e, insatisfecho, vino a por mí.

    Me devoró. En sus fauces el mundo explotó, lleno de colores, con el poder suficiente para quemarme los ojos; pero fue apenas eso, combustión espontánea, una supernova de parpadeo. Lo arrasé todo, me arrasó, y se extinguió.

    Allí en el gimnasio era pura oscuridad, la luna se colaba por las aberturas y bañaba la amplitud de un plateado sobrio, fantasmagórico. Blanco y negro. El lienzo se trasladaba erráticamente de uno a otro polo, se manchaba con facilidad pero cuando debía regresar a las sombras… lo hacía en un ridículo segundo. No me daba tiempo a detenerlo.

    No tenía opción, pues nunca me dominé.

    There is a house built out of stone
    Wooden floors, walls and window sills
    Tables and chairs worn by all of the dust


    This is a place where I don't feel alone
    This is a place where I feel at home

    Había desbloqueado el móvil casi sin darme cuenta, y me dirigí sin contratiempos a la carpeta de música. Le subí el volumen, dejé deslizar el aparato lejos y me recosté sobre el piso, el piso frío y duro del gimnasio. Un piano suave y paciente comenzó a rellenar los espacios vacíos, como brisa de verano. Era grisácea, fue planeando a mi alrededor con timidez y mi cuerpo reaccionó. Aún era monocromático, pero estaba en movimiento.

    Mis extremidades se arquearon de repente y luego a cámara lenta, la brisa me había alcanzado y estaba elevándome poco a poco. Era un hilo conductor, delgado y plateado, susurrándome que abandonara el suelo. Extendí un brazo al techo, ansiosa por atraparlo, pero la brisa se asustó y escapó. Entonces me incorporé, dispuesta a perseguirla.

    Nunca había memorizado una rutina concreta para esa canción, sólo almacenaba cientos de movimientos anárquicos que mi cuerpo iba seleccionando según la brisa le dictara, según su vuelo trazara. Abrí las alas de lado a lado, dándole la bienvenida, y me acuclillé sobre las puntillas.

    Jamás había sido buena con la escuela. La lógica y matemáticas me confundían, geografía e historia me aburrían. No sentía particular afición por compuestos químicos, procesos sociales o leyes nacionales. Siempre había sido tonta, de mente corta y mala memoria. Excepto cuando bailaba.

    Neuronas espejo.

    Saludé a la brisa hacia mi costado, era muy tímida y procedí lentamente. Extendí el brazo hacia ella, luego mi torso, mientras equilibraba mi peso sobre un pie. Era mi especie de sacrificio, era mi propia inteligencia. Aprendizaje por observación e imitación, memoria muscular, plasticidad y ritmo. Era como si mi cerebro estuviera esparcido por todo mi cuerpo, llevaba hilos plateados amarrados y yo era el propio titiritero.

    La brisa se alejó una vez más, ahora parecía azulada aunque mi dolor se acercara con la marea. Lancé una patada al cielo y me apresuré hacia ella, pero… me estaba descuidando. Debía cultivar la paciencia, de otra forma no aceptaría mi abrazo. Buscarme a mí misma, ¿verdad? Mis brazos, extendidos, comprendieron el mensaje y regresaron hacia mí, regresaron para rodearme y me arqueé hacia el cielo una vez más, cerrando los ojos. La oscuridad ya no me asustaba, tampoco congelaba. Si hubiera permanecido allí quizás habría notado más cosas: el torrente de mi sangre o la tibieza en mi respiración. Quizás habría sentido la cascada de cabello oscuro abandonando mi espalda.

    Y me alejé. Ansiaba la brisa, pero no era ella a quien debía perseguir. Tracé un camino de regreso, aún anhelándola, la despedí como si la punta de mis dedos se negara a resignarla, y me despegué del suelo. Me despegué para volver a caer, girar y comprender que todo aquello era parte de mí. No era cielo o infierno, no era blanco o negro. No era fuego o hielo. Lo entendí con una intensidad abrumadora y un chispazo eléctrico me sacudió el cuerpo. La brisa estalló a mi alrededor en tonos rojizos.

    Me liberó.

    Comencé a danzar sin orden ni concierto, adonde la brisa y mis hilos plateados me llevaran. Me poseía y había perdido el control. Salté, giré, caí y expandí. Quebré, liberé, recompuse y volé. Era lo hermoso de la danza contemporánea, buscaba derramarse fuera de los límites, sacudirse como animal salvaje ante cualquier norma. Gritaba con la belleza de la libertad sobre la tierra, reclamaba y demandaba sin pretensiones lunáticas.

    Era lo humano, no lo espiritual.

    Era la carne, no lo etéreo.

    Era lo dionisíaco, no apolíneo.

    Podía ver su luz a través de mis grietas desordenadas, bañándome el cuerpo con una fuerza que a veces me abandonaba pero siempre regresaba. Quemaba, ardía, podía volar, podía gritar y expresarme.

    Era mi inteligencia.

    Lo era todo en mi vida.

    Jamás había sido capaz de crear música, de dominar las cuerdas, distinguir los tonos o comprender un pentagrama. No podía ser su artesano, pero sí su intérprete. Podía permitirle recorrer mi cuerpo, agitar la brisa y susurrarme todo aquello que anhelara o extrañara. La música me hablaba en un idioma que jamás sería capaz de poner en palabras, poseía una intensidad arrolladora y me aniquilaba sin excepción; pero al final siempre, siempre me reconstruía. Jamás me dejaría sola.

    Era una especie de compañía, de parte indivisible. Una vida sin música, sin luz ni movimiento sería sinónimo de muerte e inexistencia.

    Había muerto, de hecho, morí durante años y cuando el dolor fue insoportable descubrí que no sentía las piernas, o los brazos o la lengua. Había olvidado cómo hablar, moverme o amar. Estaba entumecida, hacía frío y el mundo había perdido su color.

    Pero había vuelto. Puede que la brisa se resintiera a mi alrededor y aún no lograra alcanzarla, puede que el camino fuera largo y cada día, un nuevo desafío. Puede que siempre estuviera al borde del abismo, transitando una cuerda floja sobre un océano monocromático. Puede que volver a perderme fuera tan, tan fácil que de vez en cuando lo hiciera. Así y todo, había vuelto.

    Y dolía.

    Pero también era hermoso, ¿verdad?

    Cuando la canción iba acabando fue como si la cuerda ceñida a mi espalda se estuviera acabando. Me agoté y fui desinflándome poco a poco, con cada pequeña y sutil presión sobre las teclas del piano. Regresé al origen, sometida a cierta irónica circularidad, y me dejé caer en el suelo. Allí estaba el techo oscuro, la sombra de las vigas, y la brisa desapareció por los costados de mi visión. Se había expandido con la intención suficiente para cubrirme de pies a cabeza, me acarició la mejilla y se marchó. Era un arcoiris.

    Adiós.

    Ya no sólo había silencio u oscuridad. No era todo blanco y negro. Los colores vibraban en mi pecho y me lo estrujaron sin piedad, le arrancaron las costillas y me invadieron con la intensidad acumulada de todas esas semanas en negativo.

    Siempre regresaban como una vorágine o un incendio forestal. Siempre eran una jodida supernova.

    Por eso, cada vez que los perdía, me aterraba recuperarlos.

    El sonido de pisadas fue cobrando más y más relevancia, hasta convertirse en alguien. No necesité verlo, sabía que ninguna otra persona iría a buscarme o lograría adivinar dónde encontrarme. Kohaku se agachó junto a mí, en silencio, y buscó mis brazos para rodearse con ellos. Me aferré a su espalda de forma automática, como el reflejo de prensión de un bebé, y sollocé con fuerza.

    —Hazlo —me susurró—, deja de llorar en silencio o vas a inundarte.

    Fue una especie de hechizo mágico. Las lágrimas corrieron raudas y todas las hiedras se destensaron. Lloré, lloré a gritos como un maldito crío. Mi cuerpo empezó a temblar, un espasmo tras otro, las emociones se mezclaron con los colores y creí asfixiarme; pero estaba respirando perfectamente, por primera vez en mucho tiempo el asma no había aparecido.

    —Me duele. —Mi voz fue similar a un desgarro ahogado—. Me duele mucho, Ko.

    La tranquilidad de Kohaku era la danza de un arroyo cristalino, justo al lado de mi tormenta. Me acarició el cabello una y otra vez, sin decir una palabra, mientras le mojaba toda la camisa y repetía lo mismo sin parar.

    Me duele.

    Es insoportable.

    Estoy cansada.

    ¿Por qué? ¿Por qué era tan estúpida? Tan egoísta, tan ambiciosa. ¿Por qué no podía conformarme con lo que tenía? ¿Por qué siempre ponía todo mi puto empeño en lo que no me correspondía?

    Me había deslizado fuera de la fiesta sin llamar la atención de nadie, justo como quería, aunque al mismo tiempo había deseado que lo notaran. No.

    Que él lo notara.

    Me había atado con cables de acero a la primera fila de un espectáculo que no quería presenciar, porque era esa estúpida y no estaba hecha para amar ni ser amada. En mi cuerpo sólo había espacio para luces y sombras, grietas profundas, explosiones abrasadoras o quietud asfixiante. ¿Por qué insistía con la idea de volar pero luego era la primera en sujetarme al suelo?

    ¿Por qué siempre arruinaba lo que más quería?

    ¿Y por qué estaba tan malditamente aterrada?

    Me calmé, en algún momento lo hice y fue agotador. Me separé de Kohaku, fui incapaz de verlo a los ojos y sorbí la nariz, secándome las mejillas. Dios, debía verme horrible. El muchacho se incorporó y me extendió la mano, a lo cual obedecí sin chistar.

    —Ya vamos a casa —me dijo—, hace mucho frío aquí.

    Asentí en silencio y comenzamos a caminar, él se encargó de recoger mi móvil pues mi mente se había vaciado y no podía pensar realmente en nada, sólo revivir los recuerdos y…

    —¿Lo viste? —pregunté.

    ¿Ver qué, Anna? ¿El beso o el baile?

    —Sí, te estuve espiando un rato —confesó, junto a una risa suave.

    ¿Mientras yo los espiaba a ellos o mientras danzaba?

    —¿Y qué tal?

    ¿Notó mi ausencia? ¿Notaste mi dolor?

    —Pareció que luchabas. Que luchabas en silencio frente a un monstruo invisible… o algo así.

    No lo notó, ¿cierto?

    —Eso es… bastante preciso, de una forma extraña.

    Claro que no.

    —¿Verdad? —Volvió a reír y se dio unos golpecitos en la sien—. Sexto sentido.

    No le corresponde.

    —Woah, qué miedo~

    Ni es su culpa.

    —Venga, como si no estuvieras ya acostumbrada.

    Es hora de soltar las cuerdas.

    —¿Se supone me acostumbre al superpoder de un amigo?

    Soltarlas de verdad.

    —¿Por qué no? Deberías intentarlo. —Hizo una pausa al llegar fuera del gimnasio y me sonrió; sus ojos ámbar chispearon—. Hazlo, Anna.

    Suéltalo.

    Ya suéltalo.

    Le sonreí en respuesta, aunque todo dentro mío aún doliera y cada pequeño movimiento pareciera arrojarme otra vez al deseo inaudito de llorar. Tenía razón. Como siempre, Kohaku tenía razón. Busqué su mano entre el frío otoñal; era cálida, como el verano, y sabía a brisa de invierno.

    En sus ojos brillaron todos los colores de la primavera.

    —Sí. Lo haré.



    Por si alguien quiere ver el video en el cual me inspiré, se los dejo acá:

     
    Última edición: 9 Septiembre 2020
    • Ganador Ganador x 4
    • Fangirl Fangirl x 1
  2. Threadmarks: II. You're dripping like a saturated sunrise
     
    Gigi Blanche

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    Título:
    By the cracks of the skin [Gakkou Roleplay | Anna Hiradaira]
    Clasificación:
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    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
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    3965
    N/A: y se convirtió en un two-shot nomás JAJAJA. Bueno, esta idea se me ocurrió de repente ayer mientras me comía una milanesita y no podía dejarla estar. Tenía, de hecho, un amasijo de ideas inconexas y no creí que sería capaz de integrarlas en un todo coherente, but i kinda did it (? Igual siento que dejé muchas cosas en el tintero que podría (o debería) haber desarrollado con anterioridad, but fuck it. This is a huge what if porque me va el delirio.

    Gracias a Pau y Gabi por leer aaaaa <3





    You're dripping like a saturated sunrise
    You're spilling like an overflowing sink
    You're ripped at every edge but you're a masterpiece


    .
    .

    El sol prácticamente rajaba la tierra. Hacía un calor del demonio pero era el primer día de clases luego del receso y, bueno, nobleza obliga. De cualquier forma siempre me había llevado bien con el verano, mi cuerpo se acostumbraba fácilmente. El bronceado, el rosa desvaído, los destellos castaños en medio de la espesura negra. Bajo el sol conseguía una especie de piel diferente, como si fuera otra Anna. Se notaba a leguas que no era sólo japonesa, aunque ese tipo de cosas me arrojaran sin réplicas a la categoría de gyaru en la cual nunca había accedido estar; todos lo asumían y en algún punto me aburrí de aclarar.

    Al menos el uniforme era fresco y no llevaba calcetines. Siempre me quitaba los zapatos ante la menor posibilidad y por ello iba descalza en el patio norte, bajo el árbol del centro, mientras descansaba. Ya había comido un pan de la cafetería y ahora faltaban unos… veinte minutos para volver a clases, creía. Mantuve la vista fija en las ramas oscilantes mientras los párpados poco a poco me vencían por su propio peso, los rayos de sol se filtraban a través de los huecos que dejaba el follaje y me bañaban de una extraña calidez. El césped bajo mi cuerpo estaba fresco y mullido.

    ¿Qué estarían haciendo los demás? Empecé a dibujarlos sobre mis párpados cerrados. Jez y Joey en la biblioteca o el club de fotografía, mientras ella leía o él le mostraba sus últimos revelados. Emi y Kohaku en el salón de actos, probablemente, Ko solía tocar un rato la guitarra luego del almuerzo y a ella le encantaba escucharlo. En cuanto a Konoe y Altan, bueno, quizá se hubieran quedado en el aula conversando o se hubieran refugiado del calor en el invernadero. No se llevaban bien con el sol cuando iba tan intenso.

    Siempre había tenido una facilidad inaudita para dormir en cualquier lugar, Kohaku solía reírse de eso. Nunca le había hablado de los tiempos donde no fue así y ahora no hacía realmente falta, pues la brisa se mecía entre las hojas y me dejé ir poco a poco.

    Regresé gracias a la alarma que había programado en mi móvil, la campana apenas se oía allí. Entreabrí los ojos, algo adormilada, y advertí una textura extraña junto a mis dedos. Era un papel en blanco, y al darlo vuelta… había un dibujo. Los trazos de carbonilla eran un poco bruscos y robustos, y aún así las formas se comprendían a la perfección. Allí estaba yo, bajo la sombra del árbol durmiendo, y la inscripción en letras pequeñas me obligó a fruncir el ceño.

    Te ves tan sola.

    ¿Quién mierda me había dibujado mientras dormía? Era demasiado creepy. Miré a mi alrededor, pero ya todos estaban volviendo a clases y decidí apresurarme. Podía buscar respuestas en el lugar más obvio de la Academia, ¿no?

    Fue fácil. En el club de arte había una muchacha sentada junto a la ventana, sus dedos manchados de carbonilla y su sonrisa condescendiente. El cabello castaño, como una cascada de bronce, la mirada violácea y la piel de porcelana. La reconocí de inmediato. Era la idiota que me había ignorado el primer día mientras se fascinaba con Jez y Altan.

    Puede que hubiera encontrado un camino para volver a mí la mayoría del tiempo, la noche del gimnasio dos semanas atrás había sido estúpidamente fundamental en eso. Aún así, andar sola me ponía nerviosa. Necesitaba a mi manada.

    Estampé el dibujo sobre la mesa junto a la chica y la miré, seria.

    —¿Te divertiste?

    Ophelia le dedicó un breve vistazo al papel y abandonó la carbonilla entre sus dedos, suspirando con la delicadeza de una princesa. No se incorporó, me observó desde abajo.

    —Hiradaira-san, ¿verdad? Me disculpo contigo si te molesté, no era mi intención.

    —¿Cuál era, entonces? ¿Bendecir al mundo con tu arte?

    Ugh, a veces podía ser tan desagradable, tan prepotente, tan...

    Eres una enana odiosa.

    Ophelia meneó la cabeza y, como si estuviera hecha de paz, volteó hacia la ventana y sonrió. Me recordó a Kohaku, de una forma extraña.

    —El mundo cobra sentido para mí sólo a través de mis dedos, sobre una hoja de papel. Es allí, en los trazos raudos, donde la realidad finalmente me alcanza y entonces puedo intentar comprenderla. Mi arte es mi visión, Hiradaira-san, y quise compartir mis ojos contigo. —Se volvió hacia mí—. ¿Cómo es tu mundo?

    Me sentí pequeña, aunque estando ella sentada la superara en altura. Me sentí ridículamente pequeña bajo la mirada atenta de esa niña de quince años y suspiré, rascándome las raíces del cabello. Mi voz ya no sonó hostil.

    —Mi mundo… está lleno de colores. A veces los pierde; los ha perdido, de hecho, más veces de las que me gustaría admitir. Me hundo con facilidad y no en agua, es más bien lodo.

    Fruncí el ceño, asimilando la imagen que yo misma había planteado. El barro tenía ese color amarronado, homogéneo, de cuando mezclas todos los colores de la paleta y se anulan entre sí. Podía contener miles de ingredientes pero los enturbiaría todos, los revolvería y los convertiría una masa indistinta, sin voz ni identidad. Y nadie lograría adivinar que ese lodo alguna vez fue un arcoiris, brisa de verano o una sonrisa deslumbrante.

    —También es de movimiento —agregué, ante la mirada insistente y silenciosa de Ophelia—. No soporto la quietud, el mundo cobra sentido para mí cuando me muevo, cuando mi cuerpo se expresa. Es mi mejor lenguaje.

    —¿Te gusta bailar, Hiradaira-san? —Asentí—. ¡Ah! Qué maravilla. Jamás fui virtuosa para esas cosas, pero disfrutar una muestra de la Academia Vagánova siempre me quita el aliento. La elegancia, la pulcritud, las formas y fluidez. Es deslumbrante.

    Era obvio que a una princesa como ella le iría el ballet ruso, ¿verdad? Podría haberlo predicho sin problemas.

    —Como sea —redondeé, presionando con insistencia el papel sobre la mesa—. ¿Qué onda el dibujo? Fue bastante creepy, ¿sabes? ¿Qué es eso de querer compartir tu visión conmigo?

    —Justo como suena, Hiradaira-san. Me pregunté qué habría delante de ti, y si de alguna forma… prestarte mis ojos lograría ayudarte.

    —¿Ayudarme? ¿Con qué?

    —Contigo misma.

    Su respuesta tan inmediata me detuvo el corazón por un momento, tuvo el poder suficiente para sosegar la rabia que, quizá sin darme cuenta, había empezado a caldearme las venas. Al final sólo era una niña impulsiva, ¿no? Impulsiva, asustada, insegura e, irónicamente, prepotente y orgullosa.

    Sin importar cuánto deseara algunas cosas, nada me empujaba lo suficiente para salir a buscarlas.

    —¿De qué hablas, niña? —mascullé, ya no molesta sino más bien confundida.

    Ophelia volvió a suspirar con modestia y se incorporó. Su figura lánguida se plantó frente a mí en toda su extensión y tragué saliva, incapaz de quitarle los ojos de encima. Ella me sonrió y se alejó lo suficiente para admirar unas pinturas aún empotradas en sus catres.

    —También veo el mundo en colores, Hiradaira-san, pero probablemente no de la misma forma que tú. Yo jamás los pierdo, si algún día me ocurriera, de hecho…

    Suspendió una pausa en el aire que me apretó el pecho, como si el mismo vaivén de la conversación hubiera completado la idea en la mente de ambas.

    Moriría.

    —¿Ves colores en las personas, Hiradaira-san?

    Fruncí el ceño. ¿Colores en las personas? Era extraño, si tuviera el talento podría sostener un pincel y derramar las explosiones que mi cuerpo proyectaba al bailar. La brisa surcando el aire, rodeándome, evitándome, yendo y viniendo, como un flujo de energía constante. Podría esparcir la tinta según la música me ordenara, pero en las personas…

    —¿Tienen colores? —pregunté.

    Ophelia asintió.

    —Arrojan cientos de tonalidades, nadie está desprovisto de color y… por eso todos y cada uno me resultan tan imprescindibles. No hay una sola vida inútil en el mundo. ¿Puedes imaginar cuál es tu color, Hiradaira-san?

    Vaya, no tenía idea. Sólo lograba pensar en algún estúpido rosa, quizá fucsia, como si el chicle se hubiera empañado con ligeras gotas de negro. Era lo que siempre veía al espejo, y no me desagradaba pero… poco a poco dejaba de sentirlo mío.

    Meneé la cabeza y Ophelia sonrió, volviendo junto a la ventana. Alzó un brazo y repasó el vidrio con la yema de los dedos.

    —Amarillo, de los más brillantes y limpios. Ni una pizca de rojo o azul. Es un amarillo similar a la luz del sol, a los girasoles y las hojas de arce en otoño. ¿Sabes algo? El amarillo es uno de los colores más controversiales. Ha poseído cualquier cantidad de significados, según la cultura y el momento histórico. Asociado con deidades y entidades magnánimas, a veces, otras con la enfermedad, la herejía y la prostitución. Ha sido riqueza y claridad, desorden e inestabilidad. —Se concedió un momento para mirarme—. A mí me gusta relacionar los colores con la naturaleza, y prestar atención simplemente a las vibraciones que envían a mi corazón; a las ideas que consigo expresar sobre un lienzo gracias a ellos.

    —¿Y esas son?

    ¿Había sonado ligeramente ansiosa? Era muy probable. Ophelia había zanjado el camino correcto para depositar paños fríos sobre mi sangre caliente, y ahora sólo quería seguir escuchándola. Ella me sonrió, su sonrisa ya no me incomodaba, y volvió a sentarse para recoger la carbonilla y el cuaderno de bocetos.

    —Son un poco contradictorias, mutan según los demás colores que lo acompañen. Tu amarillo puede ser la inocencia, la alegría y vibrantes en la ropa de un niño pequeño, correteando de aquí para allá con su cometa; pero es inestable y voluble, apenas una gota de cualquier otro pigmento lograría modificarlo de raíz, y puede volverse entonces envidia. Egoísmo. Hipocresía.

    No pude más que quedarme allí, estaqueada al suelo, mientras sentía que aquella desconocida me sacaba una radiografía de pies a cabeza. Contrario a lo que habría esperado, sin embargo, no me molestó. Era incómodo y algo agobiante, pero no me envió la necesidad imperiosa de cerrarle la boca. No me pateó el orgullo.

    Fue como si involuntariamente hubiera aceptado todos y cada uno de mis defectos.

    —¿Ves un color en todas las personas, entonces?

    Ophelia asintió y comprimí los puños un momento antes de entreabrir los labios.

    —Altan Sonnen. —Su carbonilla se detuvo de golpe—. ¿Qué es?

    La castaña alzó sus ojos violetas hacia mí por última vez, una extraña nota de curiosidad y calidez danzando en ellos. Respondió sin demoras ni tapujos.

    —Azul. Es un azul oscuro, como las profundidades del océano. Difícil de empañar, difícil de manipular. Agresivo y avasallante, pero también frío, elegante y melancólico, muy melancólico. Estoico, sabio, áspero. Allí donde su azul mancha, la luz no llega. Pero puede reflejarla, Hiradaira-san. Si se lo agita lo suficiente, puedes arrancarle cientos de destellos.


    .
    .

    En ese momento lo supe. Aunque me llevara un tiempo procesarlo y asumirlo, en ese instante donde Ophelia manchó mi mundo de colores lo supe. Lo que tenía que hacer, lo que quería hacer.

    Siempre había sido esa estúpida.

    Investigué un poco, pues me daba bochorno caer frente al niño genio con un plan vago y agarrado entre alambres. La noche anterior apenas dormí de los nervios, pero ya me había decidido. Iba a hacerlo. Después de todo, me había obligado a enviarle aquel mensaje para no tener más alternativa. No confiaba en la Anna del futuro, podía ser una puta gallina cuando quería.

    Fui al patio frontal cuando la campana del receso sonó, como había decidido y él había respondido con un simple sticker de un gatito guiñando el ojo. Seguía haciendo un calor del demonio y lo encontré echado debajo de un árbol. ¿Había llegado antes que yo, desde el tercer piso? Toda la situación me arrancó una sonrisa.

    Era debajo de ese árbol donde Jez nos había presentado, ¿verdad? La mañana de las pruebas físicas.

    —Luces derretido.

    —Adivina de quién es la culpa.

    Solté una risa floja y me senté junto a él, sosteniendo la falda contra mis muslos. Había que ver la habilidad que teníamos para hablar con normalidad luego de toda la mierda.

    Él se estaba liando con Konoe, no entendía las razones, no sabía cómo preguntar y mi cerebro se convenció entonces de las peores razones, porque estaba molesta, estaba celosa y era una idiota. Cosas como amor, atracción y debilidad. Cosas que lucían tan lejanas e impersonales, que nunca me alcanzaban.

    Él había encontrado la forma de proyectarme su mundo, describirlo, pero yo solo huí. Huí porque no supe cómo ayudarlo, porque vi las peores versiones de mí misma en su oscuridad y me asusté. Me habría largado a llorar como una niña si hubiera abierto la boca y mi puto orgullo me lo impidió. Le solté la mano, aún a sabiendas de cuán asfixiante y aterrador podía ser el mundo monocromático. Pero estaba molesta, estaba celosa y sólo pude pensar una cosa.

    Que te ayuden tus princesas.

    Él había agredido a Violet. Middel lo había descubierto, nunca supe muy bien cómo, y la noticia de la desgracia se esparció como líneas de gasolina. Hice lo de siempre: lo mordí y le inyecté todo mi veneno, abrí el mechero y prendí fuego todo el puto lugar. Estaba molesta, estaba celosa y su imagen se había entremezclado con las caras de los tipos que aborrecía. Fui jodidamente injusta, y le grité y ardió y nos quebramos.

    —¿Eh~? ¡Pero si hace tan lindo día!

    Y luego lo vi en la fiesta, besándose con Konoe, y me rompí.

    —En Mercurio, quizá.

    Y bailé hasta arrancarme el aire de los pulmones y saqué la cabeza del lodo.

    Habían ocurrido tantas cosas y, sin embargo, ahí estábamos. Haciéndonos los idiotas. Puede que el tiempo hubiera mitigado el impacto de los golpes y que, de hecho, fuera mucho más sencillo hacer de cuenta que nada había pasado. Lo entendía, había sido así durante años. Da pereza entrar en conflicto, ¿verdad? Dejamos que los tragos amargos se acumulen al fondo del estómago porque realmente no molestan en tanto nada pase.

    Pero era incorrecto.

    —Yo creo que un mercuriano se estaría cagando de frío ahora mismo.

    —Hmm. —Altan era una jodida enciclopedia andante y no me extrañó que se tomara en serio el comentario—. De día hacen unos 350°C allá, así que sí. Más que cagarse de frío, diría que morirían congelados.

    —¿Acordamos entonces en que todo es cuestión de perspectiva?

    Sonnen me observó de reojo y soltó una risa por la nariz, meneando la cabeza.

    —Cuestión de adaptación y termodinámica, más bien.

    Inflé apenas las mejillas, arrugando el ceño, y le piqué luego el hombro para que me prestara atención. Lo hizo a medias.

    —Pero bueno, senpai, ¿acaso no te mueeeeres de curiosidad por saber a qué viene esta cita misteriosa?

    Podía serlo, ¿verdad? También podía ser esa Anna con él. La Anna del amarillo vibrante, enérgico e infantil. Contra todo pronóstico, fluía con bastante naturalidad.

    Era la alegría, ¿no? Su compañía me alegraba.

    Su voz, sus ojos y todas las mierdas cursis del jodido amor.

    —De una u otra forma vas a soltarme la pasta, ¿no? —replicó, sonaba un poco áspero pero no molesto—. Ni en joda podrías contenerte.

    Resoplé, esculcando en mi mochila, y no respondí a su comentario. En cuanto encontré lo que buscaba, una sonrisa brillante se me pegó al rostro y le puse frente a la cara una hoja de papel. El muchacho dio un respingo y retrocedió por reflejo antes de comprobar que sólo era un dibujo inofensivo.

    —¿Qué carajo? —masculló, soltando el aire, y me vio por encima del papel—. ¿Y esto?

    —¡Un arcoiris!

    —Sí, veo, gracias. ¿A qué viene?

    Solté una risilla socarrona y atraje la hoja a mi pecho, para yo también poder verla.

    —¡Mira! Morado, azul, celeste, verde, amarillo, naranja, rojo. ¡Son siete colores!

    Dejé el dibujo sobre el césped y alcé otra hoja donde había escrito una lista de siete entradas.

    —¿Y cuántos días tiene la semana? ¡Exacto! Mira: lunes, rojo. Martes, verde. Miércoles, azul. Jueves, morado. Viernes, amarillo. Sábado, celeste. Domingo, naranja.

    Altan seguía sin entender y no podía culparlo. Le sonreí, incorporándome de un salto, y puse los brazos en jarra al observar el patio.

    —¿Qué día es hoy? —inquirí.

    —Martes —respondió en tono neutro.

    —¡Martes! —repetí, quizá con demasiada energía, y le señalé la lista—. ¿Qué toca hoy?

    —Eh, verde.

    —Pff, ¿en serio ya te los memorizaste? Jodido niño genio. ¡En fin! ¡Verde!

    Tenía una habilidad de antología para moverme entre los espectros, tanto que realmente se lo podía considerar errático en vez de adaptativo. Me acuclillé junto a él, me dejé caer y mi cabello me siguió de cerca. Recosté los brazos sobre las rodillas y le sonreí, reduciendo el volumen de mi voz a un murmullo suave, paciente, casi maternal.

    Era esa estúpida, ¿verdad? La que daría lo que sea con tal de cuidar a las personas que consideraba parte suyo. Como una leona con sus cachorros.

    Mentiría si dijera que una parte de mi pecho no dolía al estar con él, pero me dolía aún más la idea de no intentar ayudarlo, acompañarlo o animarlo. La idea de dejar de ser su amiga.

    —Mira todo el verde que nos rodea, Al.

    El cariño también se filtraba, ¿verdad? No sólo el veneno. Se escurrían por las grietas de la piel y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.

    —¿Ves? —insistí, señalando aquí y allá—. El césped, este árbol, y aquel, y aquel otro. ¡Mira allá! La pizarra de ese aula también es verde. ¡Oh, y el techo de ese edificio! Hasta los bancos que, hmm, están algo descorchados pero yo creo que en algún momento debieron ser verdes, ¿no? Los dejaré pasar. ¡Ah! —Alcé mi dibujo del arcoiris y señalé la franja indicada con una sonrisa casi victoriosa—. Verde.

    Altan no comprendía, me estaba siguiendo la corriente pero su cerebro realmente aún no había podido atar los hilos. Cuando llegó la hora de explicar mi plan maestro perdí algo del brío anterior, porque a decir verdad seguía dándome vergüenza y… y bueno.

    Volví a dejar el dibujo sobre el césped y mis movimientos se tornaron lentos, cuidadosos. Distraje mi mirada con cualquier cosa antes que sus ojos, jugueteando entre las briznas de césped. La brisa nos trajo el aroma del verano.

    —Uhm, estuve pensando. Un par de cosas pasaron aquí y allá y, eh, tuve esta idea. Es bastante tonta y soy muy consciente de que no es ninguna fórmula mágica, en serio. No… no resolverá nada, lo sé, pero quizás… ¿quizá te ayude un poco? Además se lo comenté a mi terapeuta y dijo que no era un mal comienzo.

    Me corrí unos mechones rebeldes tras la oreja, soltando una risa casi forzada. Lo estaba haciendo, ¿verdad? Estaba permitiendo que mi pasado se filtrara entre las grietas. Sentí unos toques de calor en mis mejillas y tragué saliva, nerviosa. Tenía la garganta seca.

    —¡C-como sea! —farfullé, forzándome a alzar la mirada, y me acobardé un momento al encontrar la intensidad de sus pozos oscuros. Recogí la hoja de la lista y se la aventé encima—. P-puede que veas el mundo en blanco y negro y sé que no tiene una solución fácil, que es una mierda y que… asusta. Asusta un montón. Pero el otro día estaba bailando y, uhm, la brisa estalló y apareció un arcoiris y…

    Ah, ahora sí me sonrojé de verdad. Estaba sonando como una lunática, ¿verdad?

    —¡Ah, como sea! —exclamé, mis manos se comprimieron sobre el césped y arrancaron unas hebras de cuajo—. ¿Qué tal si te enfocas en un color cada día? Desde que te despiertas hasta la noche. Intenta buscar ese color en todas partes, todo el tiempo, enfócate en él. Yo lo estuve haciendo y… ¡y están por doquier! ¡Te lo aseguro! Cuando prestas atención es… es increíble.

    Apreté los labios, estaba tan nerviosa que sentía el corazón martilleándome el pecho directo contra las costillas. Busqué aire para calmarme.

    —Sé que no es sencillo —insistí, porque realmente no quería que pensara que estaba banalizando su problema—. Sé que salir es un trabajo de esclavo pero volver a caer es tan, tan fácil. Pero… salí. Salí de ahí, Al, y quiero que tú salgas también. E-entonces me puse a pensar y pensar, y no soy tan astuta como tú pero…

    Haría lo que sea por ti.

    —¡P-pero tú eres azul! ¡Y si lo mezclas con amarillo consigues verde! Y el verde es el color de la esperanza, ¿verdad? O al menos así decía una canción de Diego Torres, creo…

    Estaba divagando, así que finalmente me callé y aguardé. Dios, fue una espera horrible, pero él soltó una sonrisa por la nariz y me revolvió el flequillo, y cuando busqué verlo… lucía tan relajado.

    Me dieron ganas de llorar.

    —Gracias, tanuki. —Carraspeó suavemente y le echó un vistazo a la lista—. Verde, ¿eh? Vale, comencemos por ahí. Puede que me de una pereza terrible hacerlo, igual, así que cuento contigo para recordármelo.

    Sólo necesitaba eso.

    Ser su amiga.

    ¡Aye, sir! —canturreé, ejecutando un saludo militar, y me reí; me reí llena de felicidad—. Seré el grano en el culo más grande que alguna vez hayas tenido, ¡ya verás!

    Su aceptación me había envalentonado, y entonces se me hizo muy difícil morderme la lengua… porque ni de cerca había pensado sólo en eso. Tenía prácticamente un plan logístico de acción para él, ¡sólo no había querido asustarlo!

    —Bueno, también estuve pensando, ¿sabes? Entiendo esa necesidad de descargar energía porque ¡mierda, hombre! ¿No me ves rebotando de aquí para allá todo el día? Y entonces me pregunté si quizá te serviría hacer algún deporte, o alguna actividad física, ya sabes. Mira, yo trabajo aquí en este gimnasio y hago kick boxing lunes, miércoles y viernes, las instalaciones son muy buenas y…

    No sé cuánto tiempo lo tuve secuestrado sin parar de hablar, ciertamente. Al final lo sobrepasé un poco y le pedí disculpas entre risas, porque me había emocionado. Hacía mucho tiempo de la última vez que habíamos hablado con normalidad, y cuando sentí que todo podía volver a estar bien entre nosotros… la alegría sencillamente me desbordó.

    Al final me incorporé de un salto, recogí mis cosas y me alejé correteando con el brazo en alto. El sol me dio de lleno, su calidez se expandió por todo mi cuerpo y recordé las palabras de Ophelia. Miré al cielo.

    Era tan azul.
     
    Última edición: 10 Septiembre 2020
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    MIRA MI CULO INQUIETO NO PUEDE ESPERAR AAAAAAAAA te estoy comentando mientras los demás exponen sus proyectos pORQUE HOLY FUCK GIRL IM-

    Voy por partes pues

    Mira que aquí yo todavía pensaba que la cuestión era solo de Annita y sus issues pre Gakkou, pero este párrafo en particular me tiró a Altan y me pensé: sis los núcleos de sus personalidades, sus maneras de leer el mundo y aprehenderlo son tan diferentes, pero gurl de alguna forma encajan sabes? Encajan porque están cagados, encajan porque esta niña de alguna forma se coló por las defensas del imbécil.
    Y de la nada tuve esta imagen super pendeja, del cara de culo ayudándole a estudiar para los exámenes y explicándole las cosas que tenga que explicarle las veces que sean necesarias, aunque él se las sepa al derecho y al revés y no le interesen y le aburran bc he's that bitch, y cuando tiene que tenerle paciencia a sus amistades, se la tiene and idk uN DELIRIO PERO IT WAS SO SWEET.

    No como el resto de esto tan angsty *sobs*

    Sis siempre hay partes de las narraciones de Annita que me hacen mierda el corazón porque I feel it SO BAD. Este fue uno de esos just random Pau fact.

    Aquí el corazón se me hizo mierda y casi lloro ayer que lo leí. Ver a Anna de esta manera me DESTROZA, no te explico, es como cuando Jez llora like for real. Es tan terrible y de alguna manera da tanto miedo que mira, Kohaku, te amo yo por estar ahí para la niña ya que MI HIJO ES ALTO PELOTUDO *le pega aunque le vaya a pegar de vuelta*
    Y dios, aunque me duele tanto, aunque me aterra tanto, sé que necesitaba llorar así. Lo sé bien y *dies*

    Aquí me seguí haciendo mierda porque CAÍ EN LAS COSAS, SABES? CAÍ Y DIJE ALTAN JODIDO IDIOTA PUEDES PARAR DE SER IDK LIKE THAT? I HATE MY SON.
    But im in for some drama.
    Y dios me dio tanta pena por Annita, tanta porque esto es espantoso y duele tanto i just- *la huggea*

    Antes de que Ophelia respondiera la mente, mi propia mente de archivo, se puso a mil y repasé like un huevo de colores, de lo que podían significar, tratando de adelantarme a la respuesta de Ophelia pero no logré ni por asomo caer en el amarillo pero cuando ella lo dijo oh dios se sintió tan... correcto? Tan acertado que casi se sintió como una epifanía (?)

    I JUST WENT AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

    Te juro que aquí literalmente casi chillé, porque fue como: ANNITA SO THAT'S THE TEA? THAT'S THE FUCKING TEA?
    —Paula, 22 años, sabía cuál era tea.

    Lo que te dije en wa antes. ESTO ES ORO.
    Cuando Anna preguntó de nuevo se me activó el archivo, por puro reflejo: negro.
    Pero yo, madre de este imbécil, sé que con todo no puede ser un color tan pesado, jamás.
    Rojo: calza con la rage, pero still demasiado vibrante y en el fondo este bitch es kinda gloomy y, confirmado por mis propios fics, un crybaby.
    Morado: conocido como tono muerto, mezcla de color frío y cálido. Bastante más acertado.

    PERO SIS CUANDO OPHELIA SUELTA ESTA SHIT? GURL im dead, porque no pensé en azul porque venía pensando like en el azul primario, sabes? El azul puro y ese ni por asomo se lo tiraría a Al, pero cuando dice que azul oscuro WHOOSH epifanía de nuevo y como te dije, me tiró de golpe al azul de Prusia, and i just-
    Encima luego lo describe y mira es que estoy MUERTA. El azul puede ser abrumador, frío, si lo fuerzas hasta puede ser violento al ponerlo junto a otros tonos, pero ohboy cuando suelta lo de la melancolía i just broke.
    Encima lo del reflejo ay diosito aiuda.

    Aquí fue además, cuando pensé que el amarillo y el azul HACEN VERDE *dies* Pero eso sí, es un amarillo específico, sin tintes rojos o azules. Un amarillo puro puede crear tonos de verdes bellisísimos, tiene el poder de aclarar el azul más profundo y es, en general, el amarillo el que se usa para dar luces más que el propio blanco.

    Just beautiful. Sabes que soy weak por estas cosas.

    Mi hijo y yo misma in a nutshell.

    AAAAAAAAAAAAAAA bitch she in lov ;--; amo.

    Me parto. Me encanta pensar en Anna diciéndole este tipo de cosas al pendejo JAJAJA like: ugh, de nuevo, ya te lo memorizaste?

    No te explico yo lo weak que soy por Annita diciéndole Al, porque me pone super soft, demasiado. De hecho creo que las únicas personas que le dicen así son pues sus padres, Jez y Shiori (hasta que se pone salty af con él) e imaginar a Anna diciéndole Al DIOS MÍO BELU MI CORASON, TEN PIEDAD.

    Just dead by softness. Que le diga que cuenta con ella para que se lo recuerde ;----; he just weak.

    Este final, girl. ESTE PUTO FINAL. AAAAAAAAAA.

    Ya para un comentario like, general. Sabes que me gustó muchísimo la narración del primer capítulo, es hermoso, es conmovedor casi al punto de las lágrimas y eriza la piel, al menos a mí me hizo sentir así.
    Siempre he admirado tu forma de escribir por eso, es delicada de alguna manera y aún así carga consigo tanta fuerza y gracias a esto me di cuenta que recuerda un poco a la danza en general. Puede ser delicada y cargar consigo muchísimas emociones.
    Nunca he sido muy ávida a la danza (a practicarla). Me pone incómoda, ciertamente, no estoy muy en paces con mi propio cuerpo y en mi colegio teníamos una clase de baile que siempre odié, tal era mi odio que no hacía nada nunca y era bueno, el grano en el culo de la profesora (?) de todas las ramas del arte la danza es esa que, un poco así como Altan con los instrumentos, no me quedó más que ver de lejos.
    En fin, eso. Que admiro esa manera de escribir que tienes.

    Creo que no me quedo mucho más. Gracias por esta joya, de verdad me encantó ♥
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    HOLA

    Estoy muy cansada pero tenía esto abierto en una pestaña y no sé, tenía muchas ganas de comentarte esto desde que me lo leí así que dije: alv, hoes before school SO HERE I AM no prometo que sea un comentario decente pero bueno (?)

    Dios dios el primer capítulo es tan precioso que quiero llorar. Es que omg no sé si alguna vez te lo he dicho a ti en algún comentario o no pero es que te prometo que se nota mucho cuando uno disfruta lo que escribe y no digo que no disfrutes con otros escritos que hayas hecho, porque igual todos son preciosos, pero hay algunos que siento que tienen algo diferente. Los de Anna, especialmente, y este en concreto, me da la sensación que de verdad lo disfrutaste y se nota, y una como lectora pues lo disfruta igual o incluso más.

    Es que me encanta la descripción del principio, de como se siente, y la del baile omg es que es preciosa kalsndak la comparación con la brisa, como se mueve y lo siente, como es un constante ir y devenir de ella y la brisa, los colores, como explota al final y todo cobra sentido... i just, pelos de punta, te lo prometo. I mean, no es que sea yo la bailarina profesional ni nada por el estilo, pero es la única actividad física que hago y de verdad disfruto y well, kinda que lo entiendo porque uno desconecta cuando está moviéndose y idk, obvio para anna es mil veces más intenso y más importante pero creo que pueod entender la situación para ella y así, you see.

    Also, adoro el baile contemporáneo, así como dato random (?)

    Y luego la escena con Ko-kun plS IT'S SO CUTE SOMEONE PRTOECC THIS FRIENDSHIP ES LO MEJOR QUE EXISTE EN EL MUNDO. Sinceramente creo que no podía haber mejor persona para que la encontrase, y de hecho no había otra persona que podría encontrarla como bien dices, and he is so soft and I LOVE HIM BUT ALSO I WANNA PROTECC HIM BECAUSE HE IS JUST SO SAD AND HE DESERVES TO CRY AND BE HUGGED AS WELL AND AND AND *llora*

    Y es que el final me ha puesto así tan soft, even tho everything is so sad idk. Es que Ko me pone soft a veces horny también pero che

    Y chale, se me ha hecho super tarde y mañana madrugo y estoy super w a s t e d así que al final sí que va a ser school before hoes(?? so bueno, te dejo el comment este mierdoso del primer cap y, por mucho que no me guste dividirlos así, te comento el segundo mañana o cuando no me esté muriendo por el telecole. So eso, i wov you ;;


    * * *​

    SO HELLO NO HE MUERTO PORQUE ME HE SALTADO LA PRIMERA CLASE SO LET'S FUCKING GO ESTOY IN THE MOOD DE COEMTNAR y no hacer cosas de la facultad like i promised myself yesterday(????

    MIRA YO AMÉ ESTE CAPÍTULO POR MUCHAS COSAS PERO LISTEN NO PUEDO NO EMPEZAR DICIENDO QUE...

    LET ME JUST AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA I WENT ALL FERAL WITH THAT IM SORRY MOM WHY AM I SO INTENSE? Sabes que ya me imaginé a Emi pidiéndole que le enseñe a tocar algo básico Y LA COSA SIENDO BIEN SENSUAL??? OH BOY mi mente 3000 de iq.

    Anyways, dios, no me esperé para nada que metieses a Ophelia en este fic pero creo que fue super acertado bc la conversación fue so beautiful y las dos niñas son kinda soft y idk, super cute todo. Obvio que al principio Anna va toda tanuki enojada como ella es (?) pero la capacidad que tiene Ophelia que iGNORARLA y seguir como si nada, sis, SHE IS A QUEEN I'VE DECIDED. En verdad es genial porque es de primero, es super peque, pero con lo madura que es pues ahí hace que todos se olviden que en verdad son mayores jajaja

    QUE ME SORPRENDIÓ QUE ANNA NO DIJESE ROSA, PUES OBVIAMENTE PERO QUE LUEGO DIJESE AMARILLO FUE COMO TREMENDA REVELACIÓN SABES???? dios santo le pega un mogollón porque es el color de la actividad, de la energía, pero también de la calidez y el verano y si eso no es anna istg no sé quién es. Y Altan, sorprendentemente, también me pega con azul??? azul oscuro ofc, pero que también puede acabar siendo claro y aaaaa que lindo (aunque obvio esperaba el negro)

    Y LUEGO LO DEL ARCOÍRIS ES QUE FUE TAN SOFT QUE LLORO????? ES QUE DIOS TODA LA ESCENA, ESA ANNA TAN CUTE Y ALTAN ASÍ TO DONE PERO AL FINAL TODO ENTERNECIDO Y LO DE BUSCAR UN COLOR CADA DÍA Y QUE EL VERDE ES LA MEZCLA DE AMBOS Y YO QUE SÉ SIS FUE TODO TAN SOFT Y TAN BONITO Y TAN NATURAL A PESAR DE TODOS LOS PROBLEMAS QUE HAN TENIDO QUE YO ME ALEGRO MUCHO POR ELLOS Y AAAAA *rueda*

    Chale, no sé que va a pasar con el Altanna, igual que con muchas otras ships, pero yo estoy aquí rooting por ellos IGUAL QUE EMI así que pues fangirl estoy y omg la narración tan llena de colores y tan linda dios adoré este fic con todo mi ser la verdad, me lo devoré cuando lo leí.

    Chale, siento el comentario un poco cutre, comenté un poco de cabeza de lo que recordaba y sigo un poco wasted so añlskndaksj pero quería comentarte de verdad aunque no hace justicia pero lo amé y soy super fangirl y mira, idk, lloro, nunca me cansaré de leeros y comentaros y fangirlear *rueda* so eso, wov you and your babies and your writings laskjda
     
    Última edición: 20 Octubre 2020
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