Colección But in the end, it was always you [Gakkou Roleplay | Finalizado]

.friendship.
.emily hodges.​

Era otro jueves cualquiera en el Sakura, lo que por supuesto significaba que tenía una cita durante el receso con mis tres personas favoritas de la academia. Efectivamente, Kohaku, Anna, Kakeru y yo seguíamos cumpliendo religiosamente aquella tradición de almorzar juntos los recesos de los jueves; y casi siempre acabábamos haciéndolo en el invernadero.

Aquel día no fue ninguna excepción, y como también venía siendo costumbre ya, Anna me recogió en mi aula para ir las dos juntas a nuestro destino. A veces lográbamos llegar antes que los chicos, pero muchas otras veces ellos nos ganaban y no teníamos ni idea de cómo lo hacían, ¡si hasta tenían que bajar un piso más que nosotras!

—¡Ajá! —exclamó Anna en cuanto llegamos al final de nuestro recorrido, con la sonrisa victoriosa ya abriéndose paso entre sus labios—. ¡Hoy hemos ganado!

—Nada de eso~

La voz de Kakeru apareció en el espacio de la nada más absoluta, lo que hizo que tanto Anna como yo diésemos un respingo por ello, y cuando ambas miramos a nuestro alrededor, distinguimos las figuras del culpable y su cómplice saliendo de algún lugar escondido entre las flores.

—Pero bueno, ¿qué estabais haciendo vosotros dos solos entre los arbustos~? —solté, sin pensarlo demasiado y sin poder esconder el tono de intención en mi voz.

Los chicos compartieron una mirada que consiguió acentuar más mi curiosidad y alcé una ceja en cuanto se centraron en mí, a la expectativa de su respuesta; hasta Anna se había quedado en silencio para ver lo que decían.

—Nada que vuestros inocentes oídos puedan escuchar, Emi~

Y, por supuesto, esa respuesta del moreno fue más que suficiente para volver a encender a Anna, que se le echó encima como venía siendo también costumbre, procediendo ambos a picarse mutuamente.

Por mi parte, solté el aire por la nariz en una especie de risa y me acerqué a Kohaku, que se había alejado de manera bastante disimulada de los dos problemáticos del grupo, para dedicarle una sonrisa algo más cotidiana.

Era la historia de todos los jueves, pero aquella era una tradición que desearía no perder nunca.

 

.family.
.alisha welsh.​

El Día de Acción de Gracias nunca había sido algo especialmente relevante para mí cuando vivía en Chicago, y aquello era extremadamente irónico teniendo en cuenta que era ahí donde más relevancia tenía la celebración, en pleno Estados Unidos.

Me gustaba ver el desfile, como a todo el mundo, y me gustaba la cantidad de comida que mamá preparaba para aquel día, pero en cuanto a la parte de celebrar con la familia y agradecer por lo que tenía… bueno, no era tan divertida.

¿Quién me iba a decir a mí que en Japón iba a ser todo lo contrario?

El primer año lo celebré solamente con la abuela, y si bien era cierto que bien en el fondo de mi corazoncito había echado muchísimo de menos a mis padres, también lo era que ninguno de los años anteriores había disfrutado tanto como lo había hecho aquel.

Al año siguiente, Joey ya tenía la potestad suficiente para pasar aquel día con nosotras, y al siguiente de aquel, Matty también se unió a la fiesta. Y ahí estábamos otra vez, los tres reunidos alrededor de la mesa mientras esperábamos a que granny saliese de la cocina con el pavo, las patatas y toda la demás parafernalia.

—Oye, Ali…

La voz de Joey, que se había sentado a mi lado y había aprovechado que Matty se había ido al baño para hablarme, logró sacarme de mi ensimismamiento, y me giré para mirarlo con las cejas ligeramente alzadas, claramente curiosa por saber qué se le había ocurrido decirme.

>>¿Y cuándo nos vas a invitar a la barbacoa esa que hacéis el 4 de julio?

La pregunta me tomó tan absolutamente desprevenida que ni siquiera pude controlar la carcajada sonora que se me escapó de los labios por ello, provocando que el puchero que había hecho con los labios para la cuestión se volviese más prominente.

—¿Quieres que traiga a dos británicos al Día de la Independencia? Eso no sería muy patriótico de mi parte, Joe~

—Pero… he visto los shorts que siempre te pones ese día. ¿No sería más patriótico presumirlos delante de mí, también?

—Oh, so that was the deal~ —canturreé, notando como la sonrisa divertida se me ensanchaba, y me estiré para coger una aceituna antes de responderle—. I’m sorry, British boy, hoy es un día para agradecer, no para pedir~

—Well then… agradecería muchísimo que me invitases a la próxima barbacoa que hagáis el 4 de julio —sentenció, manteniendo en todo momento una seriedad que no entendía cómo lograba controlar.

—Oh, shut up! —acabé por exclamar, extendiendo el brazo para meterle a traición la aceituna en la boca.

Esa movida no se la esperaba, claramente, y yo por supuesto estallé en carcajadas al ver la sorpresa que se le clavó en el rostro y que no pudo disimular de ninguna de las maneras. Justo en ese momento, también, aparecieron Matty y la abuela por sus respectivas puertas, y pude llegar a ver como ambos nos miraban con ternura antes de sentir la venganza de Joey en forma de otra aceituna que estaba intentando colarme a traición, también.

No doubt that was the best family I would ever wish to have.

 

Contenido oculto

omggg, muchas gracias por el comentario, bebi <3 ya te chillé por privado, pero no me esperaba para nada que me comentases estas cosillas so i really appreciate it u//u y gracias también a quem, por leerme uwu

.gone.
.satoko shichimiya.
​

“Nunca voy a olvidar a mamá, Satoko.”

Eso era lo que papá me había dicho cuando le había confrontado sobre su nueva novia, y por un tiempo genuinamente lo había creído. Lo había creído, hasta que me di cuenta de que había dejado de cambiar la foto de mamá que siempre teníamos en el comedor; lo había creído, hasta que me di cuenta de que las anécdotas con ella habían prácticamente desaparecido de cualquier tema de conversación; lo había creído, de verdad.

Pero había dejado de creerlo cuando me vi completamente sola frente a su tumba.

—No estoy realmente molesta con él, ¿sabes? —murmuré, agachándome para poder recoger las flores que ya se habían secado—. Creo… creo que lo entiendo, de alguna manera. Estaba tan triste antes de conocer a Sunhee, y ahora se le ve tan… feliz. Yo también estoy feliz, creo que por eso no me puedo enfadar con él.

Dejé escapar un suspiro, sin ser realmente capaz de contenerlo, y me levanté tras dejar el nuevo ramo de flores en su sitio. No hacía mucho que todas mis visitas al cementerio acababan en llanto, pues parecía ser una misión imposible hacer que el dolor fuese disminuyendo, pero en aquella ocasión, incluso llegando a sorprenderme a mí misma en el proceso, repasé el nombre de mi madre con una ligera sonrisa en los labios.

>>Nunca te vamos a olvidar, mamá, sé que papá lo decía en serio.

Sentí una suave brisa acariciándome los tobillos y miré al cielo, ensanchando la curvatura de mis labios.

>>Yo también te quiero.

 

.moment.
.alisha welsh.​

No tenía ni idea de qué mosca le había picado a mi abuela para que de repente estuviese tan interesada en mi cita con Joey de aquella noche, pero suponía que tampoco tenía mucho derecho a quejarme cuando había decidido aprovecharme de ello para que me ayudase a arreglarme para la misma. Eh, quería mucho a granny, pero eso no quitaba que me diese tremenda pereza plancharme el pelo o pintarme las uñas yo sola. ¡Nos lo estábamos pasando bien, además! Nos pusimos al día con los cotilleos, estuvimos viendo algún que otro vídeo mientras me preparaba, y, en definitiva, pasamos una tarde maravillosa.

Estaba prácticamente preparada, solo faltándome por elegir uno de los tres conjuntos que había colocado sobre la cama, cuando mi abuela desapareció de la habitación. No le di mayor importancia, creyendo que simplemente se habría cansado o tendría otra cosa que prefiriese hacer, y por eso mismo me sorprendí cuando la vi reaparecer, en aquella ocasión con un vestido azul marino colgado del brazo.

La miré con una ceja alzada, en un gesto claramente inquisitivo, but I knew better than to try getting information from her, así que me vestí sin abrir la boca; seguí fulminándola con la mirada durante todo el proceso, sin embargo. El vestido era precioso, eso sí; de satén, bastante corto, con tirantes y la espalda simplemente cubierta por un entramado de hilos. Era sencillo, pero me sentía muy bonita en él, y definitivamente seguía pensando que aquel no era el vestido adecuado para una cita cualquiera con Joey, lo que seguía despertándome más sospechas todavía.

No tuve oportunidad de siquiera intentar preguntarle a la abuela al respecto, pues una vez terminé de abrocharme los tacones para dar por finalizado el conjunto, el timbre de la puerta resonó en la planta baja y, antes poder realmente dar cuenta qué estaba pasando, granny ya me había sacado a la calle y empujado en un Uber que, al parecer, había venido a recogerme expresamente. Resoplé al dejarme caer sobre el asiento trasero, claramente contrariada entre el secretismo de todo el asunto y la emoción de lo que sea que me estuviesen preparando, y volví a echarle una mirada recriminatoria a la abuela antes de que el coche arrancase. Oh, no se iba a escapar de mis reproches en cuanto volviese a casa. No, sir!

Joey tampoco parecía estar por la labor, ya de paso, porque los mensajes me los estaba ghosteando y las llamadas ni hablar, directas al buzón de voz. Suspiré, finalmente decidiendo guardar el móvil en el bolso, y para cuando me quise dar cuenta, el coche había parado delante del Sakura. Miré hacia al conductor con obvia curiosidad, pensando que en algún momento volvería a arrancar el coche para ir a nuestro verdadero destino, pero qué va, el hombre se bajó del asiento del conductor para abrirme la puerta y me extendió un sobre en cuanto estuve fuera del coche.

“Ven al gimnasio”

No había absolutamente nada más escrito en la nota que saqué del sobre, y dado que el coche ya se había ido para cuando terminé de leer, supuse que no me quedó más opción que seguir las indicaciones. No era alguien especialmente brillante, pero tampoco hacía falta ser un genio para imaginar que todo eso era cosa de Joey, anyway. Era obvio que había planeado algo, pero en ese punto todavía no estaba segura de si era algo muy bueno o algo terrible; me encontraba a solo un par de pasos de descubrirlo, sin embargo.

Cuando abrí las puertas del gimnasio, las luces del lugar se fueron encendiendo en cascada y… definitivamente no me esperé en absoluto lo que se presentó ante mis ojos.

El gimnasio estaba decorado exactamente igual que uno de EEUU durante la noche de graduación, o por lo menos la parte del mismo que yo estaba viendo, y Joey estaba plantado en mitad de lo que parecía ser la pista de baile con una sonrisa enorme, vestido de traje y todo.

—Welcome! —exclamó, como si aquello fuese lo más normal del mundo, y extendió los brazos a los lados a medida que yo me iba acercando a su posición.

—What…? How…? —murmuré, sin ser capaz de quitarme la sorpresa y confusión del rostro, así como tampoco pude dejar de mirar en todo momento a mí alrededor para seguir comprobando que todo aquello era de verdad.

—Tu baile de graduación, Ali-chan. Te lo he preparado solo porque estabas muy pesada quejándote todo el rato de que no ibas a tener uno, que conste.

Me respondió cuando ya había terminado de caminar hacia él, y aquel sencillo intento de molestarme fue más que suficiente para finalmente hacerme reaccionar con algo más de normalidad, clavándole la mirada con un mueca de molestia infantil en los labios y alzando la mano para darle un golpecito de nada en el brazo. El brillo de sus ojos, sin embargo, me adelantó que había anticipado esa reacción por mi parte y, antes de siquiera poder darme cuenta, sentí sus dedos afianzándose alrededor de mi muñeca.

>>Y antes de que me preguntes… —dijo en un murmullo, sacando un ramillete de flores de algún lado para colármelo por la mano, y aprovechó el impulso para dejarme un beso sobre el dorso de la misma—. No te voy a decir cómo lo he organizado.

—¿Te ha ayudado Riri?

—Maybe~

Fruncí el ceño, más que dispuesta a no caer en su despliegue de encantos con tal de poder saciar mi curiosidad, pero suponía que en el fondo hasta yo era consciente de que eso no era posible, pues el muchacho se sonrió y me tiró ligeramente del brazo hasta hacerme chocar contra su cuerpo, pasando ambos brazos por detrás de mi cintura y empezando a moverse al ritmo de la canción que… de repente había empezado a sonar en el lugar. Solté el aire por la nariz en un resoplido que acabó siendo más bien una risa y me dejé guiar sin poner más pegas al respecto.

Pasamos la noche bailando, bebiendo ponche y hablando de cualquier cosa que se nos ocurriese. No sabría decir exactamente cuánto tiempo había pasado, pero después de un rato larguísimo, aproveché que Joey se había sentado en una de las sillas para quitarme los tacones y dejarme caer sobre su regazo, notando su mano dejándome caricias distraídas en el muslo apenas un segundo después de haberlo hecho.

—Nos falta coronar al rey y la reina de la graduación… —murmuré, enterrando la cabeza en la curvatura de su cuello y haciendo un esfuerzo enorme por retener el bostezo que amenazaba con salir de mis labios.

—Ahí están las coronas.

Joey señaló la mesa que teníamos detrás con la cabeza y solo tuve que apoyar la barbilla sobre su hombro para comprobar la información. Estiré los brazos, sin levantarme realmente de mi asiento especial, y repasé minuciosamente las coronas de plástico antes de soltar una risilla divertida.

—¿Y bien? ¿Quién es la reina?

—Yo, claramente~

La tontería me sacó una carcajada cristalina, porque honestamente no me lo había esperado para nada, e inmediatamente después me incliné para dejarle la diadema más pequeña sobre la cabeza. Él hizo lo mismo con la otra, la más grande, después de quitármela de las manos, y no lo pude evitar; sonreí con toda la emoción que se me había acumulado en el pecho a lo largo de la noche y me eché delante, juntando mis labios con los de Joey en un beso profundo, lento, y lleno de cariño.

 

.attractive.
.emily hodges.​

No iba a engañar a nadie negándolo: cuando abrieron aquel nuevo maid café a apenas unos minutos de la academia, yo fui la primera en insistirles a Anna y los chicos para ir a visitarlo lo antes posible. Fue una táctica bien elaborada y completamente sutil, por supuesto, que tampoco quería darles demasiado material para que me molestasen aún más… pero, vaya, a quién pretendía engañar, sabía que los tres estaban plenamente conscientes de mis verdaderas intenciones.

La cuestión fue que, después de un par de semanas, finalmente los había convencido y habíamos encontrado un día en el que todos pudimos coincidir para visitar la cafetería en cuestión. Anna y yo estábamos emocionadísimas mirándolo todo a nuestro alrededor, Kakeru se veía bastante avergonzado a pesar de intentar disimularlo y Kohaku, como siempre, parecía que aquello ni le iba ni le venía. Nos sentamos en una mesa que vimos libre de puro milagro y, tras estar un rato sopesando qué pedir de la carta, una camarera finalmente se acercó para atendernos.

—¿Qué desean pedir los amos~?

Y estaba convencida de que jamás habríamos esperado encontrárnosla justamente a ella.

—¿Welsh-senpai…? —murmuré después de un buen rato en silencio, intercalando un par de miradas tímidas con mis amigos.

La rubia, que había estado con la mirada clavada en la libreta de su mano en todo momento, levantó la misma de manera algo brusca para repasarnos con una chispa de incredulidad plasmada en el rostro. Juraría haber visto, por primera vez en mi vida, el atisbo de una especie de sonrojo en sus mejillas, pero bien podría haber pasado por un delirio de fiebre, pues pestañeé y cualquier posible indicio de vergüenza desapareció de su semblante. Era Alisha de quién hablábamos, al fin y al cabo, y definitivamente no tenía nada de lo que avergonzarse incluso la llevar un vestido como aquel.

—Ah, really? No sé ni por qué me sorprendo, si en verdad sois todos unos salidos —soltó, supuestamente a modo de queja, y contrario a lo que hubiera podido esperar, su atención se centró muchísimo más en Anna y en mí que en los chicos—. Sobre todo, vosotras~

—¡N-no es así…! ¡Fue casualidad!

Mi intento de excusarnos, sin embargo, acabó tan rápido como había pretendido empezar, pues en ese breve periodo de tiempo, Anna sacó su teléfono móvil y empezó a sacarle fotos a traición a Alisha. La mayor no se amedrentó especialmente, a decir verdad, y en su lugar comenzó a posar como si nada al darse cuenta, lo que por supuesto logró que Anna se enfurruñase y acabase con el asunto prácticamente al instante. Solté una risilla de nada, volviendo a buscar las miradas de los chicos en el proceso, y compartí una sonrisa con ambos antes de interrumpir la escena que estaba empezando a montarse entre las dos.

>>¿Cómo es que trabajas aquí, senpai? —pregunté, alzando la voz lo suficiente como para que me escuchase, y la rubia se giró para mirarme, soltando una suspiro resignado.

—Quiero llevar a Joey a Chicago este verano y necesito dinero —admitió, y me pareció notar cierto nerviosismo en el movimiento que había empezado a hacer con el bolígrafo entre sus dedos—. Aquí pagan bien y ni os imagináis las propinas que me he sacado en esta semana.

—¿Y senpai lo sabe?

—¿Joey? —cuestionó, con un toque de incredulidad en su tono de voz, antes de dejar salir una risa nasal y girar de nuevo el cuerpo para señalar con la cabeza hacia una mesa algo más alejada de nuestra posición.

Todos nos inclinamos para ver mejor lo que nos estaba enseñando y lo que vimos fue, para sorpresa de todos, al mismo Joey vestido como todo un mayordomo inglés, sirviéndole unas tazas de té a un par de chicas que poco más e inundaban la cafetería con sus babas. Tampoco era yo quién para juzgarlas, honestamente, porque tuve que hacer un esfuerzo consciente por cerrar la boca y que no se me notase demasiado que me había quedado igual de pillada que ellas con la imagen.

>>Sashie, ¿te importaría atender esta mesa? I’m gonna take a smoke~

Procesé las palabas de Alisha algo más tarde de lo que hubiese sido de esperar, haciendo que reconociese la melena rojiza de la Sasha que ya conocía un buen rato después de volver a incorporarme en mi asiento. A ella sí que se le notó la vergüenza de manera mucho más obvia, aunque también supo disimular la misma con relativa rapidez; por suerte, la poca confianza que Anna le tenía en comparación a Alisha hizo que no hubiese ningún percance innecesario con ella.

—¡Ali me arrastró! —fue toda su defensa; honestamente, todos la creímos sin dudar.

Tras finalmente pedir lo que íbamos a querer tomar, no pude evitar seguir a la mayor con la mirada mientras se alejaba, y en ese movimiento me di cuenta de la presencia de Joey nuevamente. Él también pareció reconocernos, pero parecía tener demasiada prisa por irse a cualquier otro lugar así que simplemente nos saludó desde lejos, con una sonrisa radiante, y lo vi meterse por una puerta que indicaba ser solo para empleados. ¿Planearía acompañar a Alisha…?

—Em, toma.

Giré el rostro hacia delante cuando escuché la voz de Anna, dando de lleno con un pañuelo que la chica me estaba extendiendo y una sonrisa ladeada cuando levanté la vista para mirarla a la ojos, pestañeando un par de veces con obvia confusión.

>>Se te están cayendo las babas~

—¡N-nada de eso! ¡Mejor dáselo a Kakeru!

Al pobre chico me lo arrastré al desastre sin ninguna clase de vergüenza, y la sorpresa fue tal por parte de todos, que el moreno ni siquiera tuvo demasiado tiempo para poner una excusa creíble. ¡Lo había visto poniéndose igual que yo! ¡Y a Anna y a Kohaku también! ¡Nadie ahí era inocente de pensamientos impuros y pensaba arrastrarlos conmigo, hombre!

Desde luego, aquella iba a ser una salida muy difícil de olvidar.

 

.activity.
.riamu yumemi.​

Los focos y las cámaras siempre me habían amado, o al menos esa era la creencia con la que me había obligado a crecer. No siempre había tenido tanta confianza en mí misma como podía parecer, más bien todo lo contrario; no era fácil criarse con unos padres que solo aceptaban trabajar con los mejores actores o los mejores modelos. Era un buen ambiente para aprender, quizás, pero también era difícil creer que valías algo cuando lo único que veías a tu alrededor era la más absoluta perfección.

Pero siempre había amado actuar.

Incluso cuando mi autoestima me hacía creer que no valía la pena intentarlo; incluso cuando mis padres nunca se habían tomado en serio mi pasión por ello. La realidad era que, con casi toda seguridad, aquello había sido lo único que me había tomado realmente en serio en mi vida, y toda la práctica que le dediqué finalmente dio sus frutos cuando me dieron el papel protagónico en la obra que el club de teatro preparó para el festival cultural.

Objetivamente, no era para tanto, pero para mí significaba mucho más de lo que cualquiera pudiera imaginarse. Que el resto del club hubiese decidido que me merecía el papel de la protagonista se traducía en que confiaban en mis habilidades… confiaban en que se me daba bien de verdad.

Y quizás ese reconocimiento era lo único que había estado buscando hasta ese momento.

No hubo el más mínimo rastro de mis padres entre el público, aunque a aquellas alturas eso ni siquiera podía considerarse una sorpresa. No me importó demasiado (o intenté que no me importase), y prefería centrarme en las caras que sí había reconocido durante la actuación: Nana había venido, por supuesto, Thi y Abby también —-esta última, de hecho, casi salta de su asiento al verme salir en escena—; fue imposible no distinguir también la melena rubia de Alisha, que claramente venía acompañada de Joey, y por ahí también me pareció ver a Anna con un buen grupo de gente que parecía haber arrastrado con ella a la obra. Así y todo, el rostro que más me alegró ver fue el de Kou, que para colmo había acabado sentado en primera fila.

A la salida, junto a todo el tumulto de familiares, amigos y demás miembros del club, mi pequeño club de fans, liderado por Abby, me recibió con abrazos y diferentes felicitaciones. Me sentí genuinamente feliz ahí, en medio de aquella lluvia de apreciación, y no pensé que el momento pudiese mejorar hasta que, mientras estaba hablando con Alethea, deslicé la vista hacia el pasillo y distinguí a… ¿Naga-chii saliendo del gimnasio? Me di cuenta en ese instante que Kou no estaba en por ningún lado de las cercanías, y por supuesto, la curiosidad fue mayor que yo; me excusé con los demás y me dirigí hacia el gimnasio.

El lugar se encontraba vacío, pues casi todas las reuniones se habían acumulado en el pasillo o sus inmediaciones, a excepción de una única figura plantada prácticamente en el centro del mismo. Me mordí el labio inferior al verlo, haciendo un esfuerzo enorme por no derretirme ahí mismo, y me acerqué a paso ligero hasta su posición, aceptando al instante el ramo de flores que llevaba entre las manos y que me entregó en cuanto estuve a una distancia adecuada.

—Un ramo de flores para la estrella de la obra, ¿no? —cuestioné, sin poder evitar el tono de ligera diversión que me permeó la voz.

—Por supuesto, Ri-chan~ —me respondió Kou, con un tono de voz tranquilo que contrastó perfectamente con el mío, y lo vi aprovechar la cercanía que aún tenían nuestras manos para inclinarse y dejarme un beso sobre el dorso de la misma.

Yo era un poco más lanzada que eso, aunque igualmente disfrutaba esos detalles de caballero que tan bien sabía hacer el castaño; la cuestión es que esperé a que terminase con el acto, pero le sonreí con un conocido aire juguetón en cuanto levantó la vista e, inmediatamente después, tiré de su mano con la suficiente fuerza como para hacer que nuestros labios se uniesen en consecuencia del impulso.

—¿Por qué no me sacas de aquí y vamos a tomar algo para celebrar mi gran debut? —solté contra sus labios cuando nos separamos, sin perder la chispa de diversión de mi mirada y sonrisa en ningún momento—. ¿Serás capaz~?

—¿Acaso te he decepcionado alguna vez, Ri-chan~?

Negué con la cabeza, riendo ligeramente.

—Nunca.

 

Contenido oculto

bueno, antes de nada, muchísimas gracias a mi bebi por ese comentario tan precioso que me alegró el día, la semana y probablemente el mes entero ;; ya te chillé por privado enough, pero thank you once again honey bee <3

.more than one.
.alisha welsh.​

No me consideraba una persona especialmente organizada, pero al menos tenía que admitir que sabía hacerlo cuando era algo que me interesaba. Por ejemplo, con el tiempo me había vuelto una completa experta en que las diferentes citas con mis ligues no se pisasen de ninguna de las maneras. Bueno, puede (y solo puede) que Joey me hubiese asesorado un poco de vez en cuando, ¡pero el mayor mérito del trabajo era mío, eh!

La cuestión era que, gracias a aquella maravillosa agenda, yo tenía tres maravillosas citas durante aquel maravilloso sábado de mayo. ¿Se me notaba emocionada? Bueno, es que había pasado casi una semana a dos velas y una de verdad que echaba de menos el sexo cuando no lo tenía a mano.

Así que por la mañana había quedado con un universitario de lo más lindo, a la hora de comer con un tipo de Tinder con el que había quedado un par de veces ya, y por la noche… well, digamos que con un invitado especial.

El universitario era un muchachito adorable, honestamente. Quizás un poco demasiado suavecito para lo que solía ser mi tipo, pero oye, a veces me gustaba que me tratasen como a una princesa. Habíamos quedado para desayunar en una cafetería bien cozy, de esas que nos obligaban a estar bien pegaditos mientras él me contaba sus aventuras universitarias y yo, a pesar de que me costaría admitirlo, le hacía ojitos sin parar. Con cada tontería que soltaban me daban más ganas de comérmelo, y estaba a punto de lanzarme a ello, de hecho, cuando la pantalla de mi móvil se iluminó. Lo vi por el rabillo del ojo, y ni siquiera intenté reprimir el suspiro de decepción que me escapó los labios al verlo. Me disculpé con el muchachito que, por supuesto, fue super comprensivo y revisé los mensajes que había recibido.

No exageraba si decía que se me había ido todo el color de la cara al leerlos.

Tuvo que ser muy obvio, porque el chico me miró con cara de preocupación, pero mi mente ya estaba en otro plano para aquel entonces; me excusé para ir al baño, prácticamente saliendo para ir al mismo, y ahí no tardé ni un segundo en marcar el número de la única persona que podía salvarme.

—¿Ali?

Joey sonaba estúpidamente adormilado, lo que en cualquier otro momento me hubiese parecido igual de estúpidamente atractiva y hubiese provocado que bromease sobre cómo un campesino como él había fallado en su tarea de madrugar. En su lugar…

—Joe, we fucked up!

—Woah, ¿qué dices? Por cierto, ¿tú no estabas en una cita?

—Yeah, I am! I’m in two dates, actually!

—Cariño, voy a necesitar que respires y te expliques, porque has entrado en full psycho Ali y no te sigo.

Contra todo pronóstico, seguí las indicaciones de mi amigo y tomé un montón de aire para poder soltarlo poco a poco, calmándome en el proceso.

—Acabo de recibir un mensaje del chico con el que se supone que he quedado la semana que viene. Dice que está de camino al restaurante en el que hemos quedado, y adivina qué, el maldito restaurante está enfrente de la cafetería donde estoy —le expliqué, algo más tranquila (aunque no mucho)—. No sé cómo, but I’ve messed the dates. Ugh, y seguro lo he hecho con las tres… no, seis citas. Fuck me.

Estaba un 99,99% segura de que Joey se estaba aguantando como un campeón las ganas de reírse en mi cara, y seguramente en cualquier otra ocasión no hubiese tenido un problema real con ello, pero tanto él como yo sabíamos cuándo era seguro picarme y cuándo no.

—Vale, esto es lo que vamos a hacer: primero, vas a decirle al muchachito de ahora que te ha surgido una emergencia… con la cara que habrás puesto al leer los mensajes de antes, estoy seguro de que te va a creer; segundo, vas responderle al tipo del futuro que te has puesto enferma y que no lo vas a poder ver; por último, voy a recogerte al parque de la esquina y vamos a comer un helado mientras nos inventamos las excusas más absurdas posibles para los otros pobres diablos.

—You’re the love of my life, did I ever tell you? —le solté junto a una risilla ligera cuando acabó de explicarme su plan maestro, incapaz de imaginar una mejor resolución del problema.

—Ah, pero Matty va a tener que venir también.

—The two loves of my life, even better.

—Greedy.

—Yessir.

 

Contenido oculto

oh my, oh my, thank you again por el comentario bebi linda, i'm so head over heels right now u//u es super gracioso porque tu comentario anterior me incitó a retomar la colección, mi capítulo ha hecho que me comentaras again y yo me he vuelto a inspirar para escribir esto, so aren't we just the best girlfriends ever? uwu

n/a: este capítulo conecta como continuación directa del anterior, vii. more than one.

.of your life.
.alisha welsh.​

Tal y como Joey había predicho, no fue especialmente difícil hacer creer al muchacho de que me había enterado de algo tan grave que tenía que irme de ahí urgentemente; mi cara sí que tenía que haber sido un poema cuando abrí los mensajes. Siendo tan dulce como era, me preguntó si necesitaba que me acompañase a algún sitio o si podía ayudarme con algo, pero apenas tuve el tiempo suficiente de decirle que no hacía falta de la manera menos rude posible. Tuve que ser super sneaky al salir, también, que lo último que necesitaba era que el otro tipo estuviese ya por la zona y me viese; tuve algo de suerte y fui capaz de escapar hacia el parque sin más incidentes por el camino.

Me dejé caer en un banco algo apartado, junto a un suspiro de alivio, y saqué el móvil para comprobar la hora antes de enviarle el mensaje correspondiente a mi segundo problema del día; lo silencié inmediatamente después, para no tener que lidiar con cualquier posible queja. Joey y Matty aparecieron no mucho después, localizándome con sorprendente facilidad entre la multitud, y los recibí a ambos con un abrazo enorme que logró atrapar a ambos contra mi cuerpo. Los había visto literalmente hacía dos días, pero, ¿qué importaba? Ya era conocimiento común que adoraba a esos dos como a nadie.

—Oh, Matts, qué lindo verte a la luz del sol~ —canturreé, picándole una mejilla con el dedo índice antes de dejarme caer para volver a tocar por completo el suelo.

Mi querido Matty tenía muchas opiniones en ese momento, se lo estaba viendo en esa carita tan bonita que seguía apareciendo en alguno de mis sueños, y no estaba del todo segura si era por mi intención de molestarlo con aquel comentario o por todo el embrollo en el que me había metido gracias a que me gustaba demasiado jugar con los hombres. Lo conocía lo suficiente para saber que nunca conocería el porqué, ya que no diría nada al respecto probably ever, y el siguiente paso lógico fue centrar mi atención en Joey, a quién le dediqué una sonrisa inocentona mientras me llevaba las manos tras la espalda.

>>So… sorry for waking you up yelling… —murmuré, echándome encima la mejor cara de cordero degollado que tenía en el arsenal.

¿Realmente lo sentía tanto como podía parecer por la escena que estaba montando? Qué va, ni de coña. Pero, ¿dónde quedaba toda la diversión si no le ponía algo de dramatismo al asunto? Joey tenía que saberlo también, porque apenas pudo aguantarse la gracia que le estaba haciendo mi disculpa, y lo cierto es que logró disimularlo muy bien al acercarse para echarme el brazo por encima de los hombros para apretujarme contra su pecho.

—Te perdono, pero solo porque va a merecer la pena ver como te tienes que deshacer de cuatro tíos por mensaje~

Le solté una risa irónica como toda respuesta, dándole un golpe de nada en los pectorales antes de escaparme de su agarre. Me refugié detrás de Matty, asomándome por un lado del chico para sacarle la lengua a Joey, y pude ver como ambos se relajaban visiblemente ante la tontería, justo un par de segundos antes de que empezase a arrastrarlos hacia mi heladería favorita de la zona.

Unos cuantos minutos después, llegamos a nuestro destino, y por suerte encontramos una mesa libre que era perfecta para los tres. Joey me dijo que Matty se iba a encargar de pagarnos los helados, lo que por supuesto hizo que lo mirase con una sonrisa traviesa antes de pedir la orden más extravagante y cara que hubiese en la carta. El pobre chico no pude hacer nada para evitarlo, aunque si me preguntaba, yo en el fondo creía que le gustaba mimarnos si se le daba la oportunidad.

Cuando ya tuvimos los helados a disposición, saqué el móvil para dejarlo en medio de la mesa, no sin antes dejar escapar un sonido de queja al saber la misión que teníamos por delante; no me hacía nada de gracia desperdiciar así tantas citas que podían haber acabado tan bien. Joey estaba encantado, por otro lado, que no tardó ni dos segundos en abrir los chats de las personas que correspondían; no tenía ningún problema si salía con cien chicos a la vez, pero vaya, eso no quitaba que adorase cuando tenía que cancelar alguna cita (imagina seis).

>>A este le podemos decir que has tenido una crisis de identidad y que has decidido meterte a monja.

—Lovely, pero me encantaría que fuesen excusas que me permitan volver a tirármelos en un futuro cercano.

—Y podrás… cuando le digas que has tenido una crisis de fe y que has decidido volver a tu vida casquivana anterior.

Rodé los ojos de manera muy obvia ante su conclusión, pero al chico se le vio tan emocionado por la idea que había tenido que no me quedó más que aceptarla sin rechistar. Al siguiente le tuve que decir que la perrita de mi abuela estaba de parto y tenía que ir urgentemente al veterinario, al tercero le dije que me había bajado la regla (se nos estaban acabando las ganas de pensar y el helado), y al cuarto…

—Matty, ¿podrías traernos más servilletas, por favor?

Mi petición sorprendió al nombrado, fue bastante evidente, pero cuando el chico buscó la mirada de Joey y se dio cuenta de que él no lucía ni una pizca igual de confundido, pareció entender la situación y se levantó sin añadir ningún comentario más. Lo seguí con la mirada, sin perder en ningún momento la sonrisa que le había dedicado en un inicio, y finalmente dejé escapar un suspiro pesado mientras recuperaba mi móvil.

>>¿Sabes? Este me lleva a sitios bastante poco concurridos, no debería ser un problema si quedo con él.

—Ali…

—Ya sé que no te gusta que esté casado, but he gives me really nice gifts…

—Fuck him, Ali. ¿Quieres joyas caras de regalo? I can do that.

No pude evitarlo, claro, la expresión del rostro se me suavizó hasta lo absurdo y ni siquiera pude pretender disimularlo.

—No need, I was joking~

—That’s not funny.

—Oh, but it was —solté junto a una risilla, inclinándome apenas para dejarle un beso sobre la nariz, y él arrugó la misma tras el tacto, pero en ningún momento expresó algo parecido al rechazo por el gesto.

Tanto él como yo sabíamos que no estaba bromeando, pero no había ninguna necesidad de indagar más de lo necesario en el asunto; al tipo le mandé un simple mensaje diciéndole que no podríamos vernos esa noche y guardé el móvil. No tenía que inventarme ninguna excusa, ambos sabíamos que él no estaba en posición de ponerme en su contra exigiéndome nada, al fin y al cabo.

Matty volvió no mucho después, posiblemente después de haber visto que había vuelto a guardar el móvil y que Joey y yo nos andábamos robando los helados como dos críos.

>>¡Os invito a comer a algún sitio! —propuse una vez estuvimos fuera, mirándolos a ambos con una sonrisa brillante—. Ah, pero que no sea en Minato ni en Shinjuku, claro. Just in case…

Y es que, si tenía que ser sincera conmigo misma, hubiese cancelado otras veinte citas si eso hubiese significado que podía compartir algo de tiempo con las personas que de verdad quería.

 

.future.
.emily hodges.​

La idea había surgido como una pequeña broma entre Anna y yo después de haber visto alguna serie juntas. ¿O había sido por verlo en redes sociales? Honestamente, todo había sido tan de pasada que ni siquiera lograba recordarlo con claridad. No nos lo habíamos tomado para nada en serio, en resumidas cuentas, pero con el tiempo la imagen se fue formando cada vez con más claridad,

Una cápsula del tiempo.

Anna y yo habíamos sido las primeras en discutirlo, queriendo tenerlo todo más o menos organizado para cuando se lo fuéramos a contar a los chicos, y no pasó mucho tiempo hasta que ese fue el caso. No fue fácil, a decir verdad, porque plantearles la idea implicaba asumir que pronto se graduarían y que, a pesar de que seguiríamos viéndonos, posiblemente ya no sería lo mismo.

Sea como fuere, el plan pareció agradarle a los chicos, por lo que nos dimos un tiempo para pensar qué queríamos dejar dentro del baúl y, una vez ese tiempo pasó, nos citamos en el parque Ueno. El asunto era sencillo, en realidad, así que decidimos darle algo más de emoción al proponer que ninguno supiese lo que los demás habían elegido guardar; por eso mismo, Kashya había acabado acompañándonos en el viaje. Uno a uno fuimos pasando junto a ella, dejando nuestro objeto dentro del baúl, y después enterramos el mismo debajo del gran cerezo que había en la colina.

—Chicos… —murmuré una vez terminamos, bien entrada la noche, llamando su atención mientras nos dirigíamos a la salida del parque—. No sé lo que nos depara el futuro, quién sabe dónde estaremos cada uno de nosotros dentro de quince años... pero me da paz saber que nos volveremos a ver para desenterrar la cápsula. Y… no sé, llamadme idealista, pero creo que seguiremos siendo nosotros sin importar el tiempo que pasé.

La tontería había conseguido aguarme los ojos, pues no había manera de esconder lo mucho que me asustada la simple imagen de un futuro sin ellos en mi vida, y aparté la mirada hacia el cielo en un intento de disimularlo. Anna me echó los brazos por encima, sin permitirme esconder lo que estaba sintiendo, y compartí una mirada significativa con los chicos al bajar la vista.

>>Os quiero mucho.

—¡Y nosotros a ti, Em!

El futuro definitivamente daba menos miedo con ellos a mi lado.

 

.place.
.alisha welsh.​

—Ha, I knew it!

—Fuck’s sake!

La voz de Joey me había sobresaltado hasta el punto de casi hacerme caer del banco, ya que, quizás por primera vez en mucho tiempo, estaba tan concentrada en mi propia mierda que no fui capaz de sentir su presencia de antemano. Toda la escenita al chico le hizo muchísima gracia, claro, y ni siquiera lanzarle una mirada de puro reproche hizo que las carcajadas disminuyesen, así que tuve que desistir al volver a acomodarme sobre el banco con un suspiro pesado.

Joey no tardó en imitarme, una vez se hubo obligado a parar de reírse en mi cara, y yo le di una buena calada al porro que seguía teniendo entre los dedos, siguiendo su camino de reojo. Nos mantuvimos un rato relativamente largo en silencio, solo admirando el festival de luces que era la ciudad de Tokio desde ahí arriba.

—¿No fue aquí donde decidimos empezar a salir? —soltó el chico de repente, haciéndome alzar ligeramente las cejas mientras dejaba escapar una risa nasal.

—Y dónde lo dejamos, también —añadí, junto a una cortina de humo.

Joey imitó mi risa anterior al oír aquello, inevitablemente provocando que a mí se me formase otra sonrisilla divertida por ello, y al mismo tiempo vi como extendía la mano para que le pasase el porro, cosa que hice sin demasiado problema.

—So…

La frase se le quedó suspendida en el aire, al igual que su manto de humo, y me encogí de hombros con cierto desinterés mientras recuperaba el cigarro de su mano.

—It’s so stupid, really. ¿Recuerdas que estaba intentando salir con alguien en serio? Tener solo una pareja y todo ese rollo, just to see what was all the deal about —empecé, gesticulando con la mano que tenía libre a mitad de la explicación, y busqué a Joey de refilón para comprobar cuando asintió con la cabeza—. Well, the guy cheated on me. No estoy triste ni nada, eh, no hace falta que te enfades —rectifiqué lo más rápido posible, habiéndome dado cuenta demasiado tarde de que aquello se lo estaba contando a la única persona capaz de posiblemente hacerle cualquier cosa a alguien que me hubiera hecho sentir mal—. I just don’t get it, honestly. ¿Quién querría acostarse con otra teniéndome a mí en exclusiva? It’s so dumb.

Joey no había reaccionado de manera muy visible hasta el momento, pero ni siquiera él pudo resistirse a soltar una nueva risa por mi comentario final y, una vez más, conseguirlo me sacó una sonrisilla de suficiencia. All in all, me aliviaba ver que me creía y que estaba dispuesto a tomárselo tan a broma como yo; eso no evitó, sin embargo, que buscase mi mano libre para apretujarla, así como tampoco evitó que me instase a apoyar la cabeza sobre su hombro. Nos quedamos otros buen rato así, con él repartiendo caricias azarosas sobre el dorso de mi mano, y no fue hasta que nos acabamos el porro que el muchacho volvió a hablar.

—Te voy a pedir que nos casemos aquí.

—What, now?

No supe de donde saqué la fuerza para reaccionar con relativa gracia, porque no iría a engañar a nadie diciendo que no me había cagado hasta las patas al escucharlo soltar tan pancho aquello, salido de la más absoluta nada, además.

—No, dummy —contestó, y pude notar como hacía una esfuerzo titánico por no partirse de nuevo el culo a mi costa en ese mismo instante—. En unos… ¿veinte años, por ejemplo? Ya sabes, como hacen en las pelis: “mi mejor amigo y yo nos hemos prometido a casarnos a los 30 si ninguno tiene pareja para entonces”.

—¿Y harías toda una escena para pedírmelo? ¿Con flores, música and all that crap? —bromeé, visiblemente mucho más relajada al respecto tras la (muy necesaria) aclaración.

—Por supuesto, ¿con quién crees que estás hablando?

—¿Y si te digo que no?

—You would break my heart into a million pieces —dramatizó, llevándose la mano que tenía libre al corazón—. But you wouldn’t do that, right?

—No, I wouldn’t.

…

>>Okay, let’s do that! —exclamé después de un rato en silencio, levantando una mano con el meñique alzado--. Mi mejor amigos y yo vamos a prometer casarnos a los 30 si ninguno tiene pareja para entonces~

Francamente, sonaba a un planazo de puta madre.

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Contenido oculto

gabi, deja de escribir todo el rato de las mismas personas, you are better than this
...
i'm actually not

 

.pet.
.kashya thornton.​

Tener alguna clase de mascota nunca había estado entre mis planes. De entre toda nuestra familia, de hecho, Kenneth era el único que alguna vez había mostrado interés en ello; y debía admitir que no lo había hecho mal, aunque dudaba que una tortuga requiriese demasiada atención de todos modos.

Por ese mismo motivo, cuando Emily se presentó en nuestra casa con una cría de gato en sus brazos, no me sorprendió en lo absoluto que Ken estuviera detrás de ella. Los dejé pasar sin comentar nada al respecto, siendo seguida por ellos hasta el salón, y no fue hasta que nos acomodamos en el sofá que Emily finalmente cedió.

—Ka-chan, ¿te acuerdas de la gata que Kohaku y yo encontramos en su santuario? ¿Que la empezamos a cuidar y nos dimos cuenta de que estaba embarazada? —empezó a contarme, permitiendo al mismo tiempo que el gatito se acurrucara entre nosotras—. Ha parido ya, como te podrás imaginar. Les hemos conseguido casa a todos… excepto a este pequeñín. Kohaku se ha quedado a la mamá, claro, así que me he quedado con la cría a ver si conseguía convencer a mis padres… ¡pero entonces! Me he cruzado a Ken, hemos hablado y hemos pensado que, quizás, sea buena idea que se quede aquí con vosotros…

Toda la contextualización no había sido realmente necesaria, pues ya la había podido intuir con la información que tenía de antes y las caras que los dos me llevaban, pero permití que me la hiciese, aun así; en parte porque se veía que se lo había preparado y, en otra parte, porque… era Emily, suponía.

—Vale.

Pude ver en sus rostros que esa no era la respuesta que habían esperado, pero… ¿por qué iba a negarme? La realidad era que me daba bastante igual.

>>Kenneth se encargará de cuidarlo, ¿no? Y esta también es su casa, así que… —añadí, encogiéndome de hombros con indiferencia, y permití que Emily se me tirase encima en un abrazo… a pesar de no entender muy bien el motivo de ello.

Emily se tuvo que ir no mucho después, pues ya estaba empezando a anochecer, y Ken salió corriendo hacia la tienda de conveniencia más cercana, ya que ahora íbamos a necesitar aprovisionarnos para el nuevo miembro de la familia. Durante todo aquello, el gato no se movió ni un milímetro del hueco que se había hecho en el sofá, y yo lo miré durante un largo segundo, antes de volver a acomodarme a un lado suyo para seguir leyendo el libro que había dejado a medias con la visita imprevista.

Pasó un buen rato hasta que, de repente, sentí como el animalito se desperezaba y se acercaba a mí, subiéndose a mi regazo para volver a acomodarse ahí como si nada. No me moví, temiendo que fuera a sucederle algo si lo hacía, y esperé a que Kenneth volviera para que me ayudara a proceder. No fue la idea más inteligente, debía admitir, pues lo que el chico hizo fue reírse de la situación mientras me sacaba fotos… y la verdad era que no le veía la gracia, pero lo dejé ser.

—Eso es que le gustas —me dijo al final, después haberse quedado bien a gusto y pasando a mi lado para revolverme el pelo.

¿Le… gustaba?

Miré al gatito con la cabeza ligeramente ladeada, sin poder evitar la curiosidad que sentí al respecto, y estiré la mano para acariciarle con cuidado detrás de la oreja.

—Ken, está… vibrando.

—Está ronroneando —me corrigió, asomando la cabeza por la puerta que daba desde el pasillo—. Parece que os vais a llevar bien~

Huh. Quizás... no fuera tan malo tener una mascota.

 

.love.
.alisha welsh.​

—Okay, listen up, punks! —mi voz rebotó contra el micrófono y al instante me separé un par de centímetros, echando un vistazo hacia la puerta de la sala para comprobar que Abby me levantaba el pulgar—. Este sábado es catorce de febrero y ya sabéis lo que eso significa: Joey y yo hemos organizado una fiesta para celebrarlo. Todos los detalles están en el cartel rosa que hemos colgado en el tablón de anuncios.

Me quedé en silencio un par de segundos, mordisqueándome el labio inferior para intentar controlar la sonrisa que amenazaba con formárseme, y justo cuando ese tiempo pasó, vi de reojo como Abby me miraba con cierto apremio.

>>Ah, sí —retomé finalmente, permitiendo que la sonrisa divertida se me colase en los labios—. Agradecimiento especial a Ri-chan y Abby-chan, que han financiado la fiesta y hasta nos han cedido el lugar de celebración. Si hay algún interesado en agradecerles de manera especial durante la fiesta, es más que bienvenido a hacerlo~. Okay, see ya this Saturday, folks!

Finalmente apagué el micrófono, satisfecha de haber podido hacer el anuncio sin que la directora llegara a regañarnos por haber usado la sala multimedia para algo que no era, y me le di un ligera cachetada a Abby mientras salíamos de la sala. Era bastante temprano todavía, así que nos permitimos asomarnos por el pasillo de la planta baja y… ¡bingo! Todo el mundo se había arremolinado en el tablón de anuncios.

>>High five, sis!

El asunto de la fiesta había salido de manera super casual, a decir verdad, un día que casualmente habíamos acabado almorzando los cuatro juntos. Joey y yo nos pusimos a planear nuestro posible día de San Valentín, Riamu empezó a quejarse de que Shinomiya no le había preparado nada a pesar de sus más que constantes insinuaciones y, bingo-bango, decidimos hacer una fiesta para todos. Ella nos dijo que podíamos usar una segunda casa que sus padres tenían en Ginza (obvio) y Abby se ofreció a ayudarnos con toda la organización, asunto que fue super fácil teniendo en cuenta que había dos niñas bien en el comité. Hey, no tenéis idea de lo fácil que se vuelve todo con una tarjeta de crédito ilimitada.

Claro que, al final, Riri nos dejó colgados porque resultaba que Kou sí le había preparado toda una cena romántica para esa noche, pero había querido que fuese una sorpresa para la chica. It was a pity, but oh well, at least she was going to get laid for sure, so good for her.

Abby, Joey y yo sí que seguimos con la fiesta, así como también lo hizo el resto de la academia porque, lemme tell ya, la asistencia fue, como mínimo, del noventa por ciento. And it was a blast, too! La casa era enorme, así que habíamos podido preparar un montón de juegos en diferentes habitaciones (y también habíamos dejado unas cuantas libres para cualquier parejita traviesa), teníamos un montón de alcohol y el día siguiente era domingo, por lo que básicamente no teníamos ninguna restricción.

A Abby la perdimos a medio camino de la noche, lo que nos hizo especular que había encontrado a alguien que le agradeciera su aportación a la fiesta, mientras que Joey y yo… we also had our fun, separatedly. Aun así, acabamos encontrándonos en uno de los cuartos cuando la fiesta acabó, bien entrada ya la madrugada.

—I think this is her parents’ room —comenté, en voz más bien baja, tras haber dado una vuelta de inspección por el lugar.

—Eso parece, sí. ¿Crees que Ri nos mataría si usamos la cama de sus padres?

—Nasty —contesté, no sin antes haber dejado salir una carcajada bastante sonora en respuesta directa—. Aunque voy a tener que decepcionarte, peaches. I just wanna sleep, I’m beaten.

—Yeah, me too.

Le sonreí entonces y acorté la distancia que habíamos mantenido hasta el momento, estirando el brazo en su dirección para poder chocar mi copa con la que él también había traído.

—Happy Valentine’s, honey —murmuré, dejando el espacio suficiente para que Joey me devolviera la felicitación antes de inclinarme para dejarle un beso de nada sobre los labios.

Y sí, aquella noche dormimos como reyes en la cama de los padres de Riamu… ups~

 

.broken.
.emily hodges.​

En el fondo siempre lo había sabido: Kohaku iba a romperme el corazón.

No de manera intencional, eso lo sabía mejor que nadie, ¿pero era acaso suficiente para excusarlo por completo? Sabía que, desde aquella conversación en el invernadero, el chico había hecho lo posible por intentar enmendar los posibles líos de nuestra relación, así que no tenía ningún derecho a culparlo por aquel desastre.

Yo era la única responsable, si debíamos ser completamente honestos.

Había notado sus intentos por normalizar nuestra situación y yo, que había sido la primera en pedirle que nuestra amistad no se perdiese pasase lo que pasase, también quise esforzarme para que nada cambiase. Así que seguí comportándome como lo había hecho siempre, seguimos pasando el tiempo juntos, y hasta nos hicimos más cercanos gracias a ello. Estaba feliz por ello, claro, aunque aquella misma cercanía hizo que los sentimientos que estaba intentando ocultar fueran cada más intensos también.

Pero él compartía aquella parte de su vida con Sugawara, a veces con Dunn, y quizás incluso con más chicos que no conocía; quizás también con chicas. No sabía si a Kohaku le gustaban las chicas o no, pero lo que sí había aprendido con el tiempo era que la que no le gustaba era yo.

Y estaba bien.

Pero también dolía.
​

—Emiliana… —la voz de mi hermano se coló a través de la manta que había decidido echarme sobre la cabeza, logrando sacarme solo un ligero ‘¿mhm?’ como toda respuesta—. Ha venido Anna a visitarte.

La mención de aquel nombre me causó un revoltijo de sentimientos que fui incapaz de descifrar y que, por lo tanto, me paralizaron en el sitio sin remedio. No dije nada, no me moví, y lo siguiente que sentí fue el ligero peso de la chica a los pies de mi cama.

—Emi…

No quería darle pena a Anna, tampoco quería mirarla a los ojos y saber que estaría pensando que ya me lo había advertido. Egoístamente, no quería depender de ella, pues a veces pensaba que mi papel siempre sería el de apoyarla cuando estuviese hecha un desastre y nunca al revés.

>>Han metido la nueva película de Ryan Gosling en Netflix y he traído helado de chocolate, además de varias porquerías que he encontrado descontadas. Yo me voy a poner a verla, si te la pierdes… ¡ese va a ser tu problema, que lo sepas!

No me moví a pesar de la amenaza, pero eso no evitó que la chica cumpliese con la misma, ni mucho menos. Cerró las cortinas de mi ventana, encendió mi portátil, y un buen rato después escuché la música inicial de la película en cuestión.

Me tomó un par de minutos, pero al final decidí sacar la cabeza del refugio que había decidido hacer en mi cama. Fue solo eso, una pequeña abertura que me permitiera ver la pantalla desde mi posición, pero Anna me extendió el bol de palomitas, sin realmente apartar la mirada de la película. Me había escuchado, o quizás sentido, y había sabido no atosigarme con toda su atención. Así que saqué la mano para poder coger un puñado de palomitas, sin más remedio que erguirme para poder comerlas sin morir en el proceso.

Y quizás aquello estaba bien, también.

Tener el corazón roto por un amor no correspondido y aprender que se podía arreglar, como cualquier cosa, si recibía el cariño y cuidado que necesitaba.

Y quizás aquel no fuese el trabajo de la persona que lo había roto, si no de alguien mucho mejor: una amiga que me querría lo suficiente como para pasar por el proceso.

 

.oneself.
.riamu yumemi.
​

Pasaba mucho tiempo sola, aunque eso no significaba que supiera estar sola. Nunca me había parado a pensarlo en profundidad, para ser honesta, pero un día cualquiera simplemente tuve la epifanía y me di cuenta que no podía seguir así. ¿Por qué? Pues porque así lo decidí en ese momento. Nada tenía que ver el hecho de que mi mágica solución al problema fuera un viajecito improvisado de fin de semana, qué va.

Efectivamente, la mejor manera para aprender a estar sola era obligarse a estar sola. Así pues, hice lo que cualquier adolescente con fondos ilimitados haría: me alquilé una cabaña en mitad del bosque para todo un fin de semana. ¡Todo legal y seguro, tranquilos!

…aunque mejor avisaba a un par de personas de dónde iba a estar… solo por si acaso, claro.

La idea era pasar un par de días sin ninguna distracción de las mías, como los videojuegos, la sala de proyecciones con todas las plataformas de streaming existentes disponibles, el enorme vestidor que me había empeñado en llenar comprando ropa como loca… y bueno, creo que se entiende el concepto. La única excepción había sido el teléfono móvil, aunque me iba a obligar a dejarlo en modo avión a menos que hubiera algún tipo de emergencia.

El primer día no fue para nada desastroso. La mayor parte de la mañana la dediqué para acomodar las cosas que había traído, me pedí algo para comer durante el almuerzo y, por la tarde, di un paseo por el bosque, que acabó conmigo dándome un baño en un lago cercano que encontré. Acabé tan cansada por todo aquello, y el viaje en sí mismo, que por la noche caí rendida nada más tocar la cama.

El segundo día fue bastante menos llevadero. Por la mañana me entretuve escribiendo en un diario que había traído, y también intenté hacerme algo de comer yo sola (aunque eso acabó bastante mal y tuve que volver a pedirme la comida por delivery), pero por la tarde ya me estaba aburriendo demasiado. ¿Tenía sentido aprender a estar sola cuando en casa tenía tanto entretenimiento disponible? Cada vez tenía más dudas al respecto, honestamente.

Ah, pero había sido inteligente. Había traído una botella de vino conmigo y planeaba bebérmela antes de volver a casa; esa tarde parecía ser el momento perfecto para ponerme con ello. Primero me eché una más que necesaria siesta después de comer (al menos podíamos decir que aquel finde me había servido para dormir con ganas), y después abrí la botella, bebiéndome el contenido en copas que me iba sirviendo a medida que leía un libro (el único entretenimiento externo que me había permitido traer, por aquello de que en teoría era más instructivo que lo que solía hacer en casa con mi tiempo libre).

El alcohol se me subía muy rápido, no necesitaba beber mucho para sentirme achispada, por lo que fue cuestión de… ¿una hora como mucho? antes de que acabara quitándole el modo avión a mi móvil y marcara el número de teléfono de la primera persona que se me había pasado por la cabeza.

—¿Ri-chan?

—¡Kouchiiiiii! —exclamé al escuchar su voz, arrastrando las letras finales de su nombre un poquito más de lo necesario—. ¿Cómo está mi Kouchii favorito~?

—Estaba durmiendo, Ri-chan.

—¿Eeeeh? ¿Tan pronto? ¡Qué aburrido, Kouchii!

¿A qué venía eso de repetir su nombre tanto? ¡Ni idea! ¿Pero a qué sonaba lindo? Kouchii, Kouchii, Kouchii~

—Pensaba que habías ido de viaje para pasar tiempo sola, no para emborracharte.

—¿No puedo hacer las dos cosas? ¡Soy polivalente!

Si estaba intentando regañarme, la verdad era que no le estaba saliendo muy bien, porque lo escuché soltar una risa nasal que sonaba bastante como si se estuviera divirtiendo.

—¿Necesitas que vaya a recogerte, Ri-chan?

—¡Noooo! ¡No, no, no! ¡Estoy muy bien aquí! Bueno… me aburría un poco, ¿sabes? Por eso me bebí un poco de vino y…

—¿Un poco?

—¡Un poco! Y entonces pensé que quería llamarte. ¡Espera! ¿Para qué quería llamarte yo? ¡Ah! Quería decirte que te quiero mucho, Kouchii. O sea, quererte como amigo, claro, no como algo más. Amigo con derecho a roce, más bien, porque tú y yo… nos rozamos bastante, eh. Y te preguntarás a que viene esto, ¿verdad? Pues es que he estado pensando mucho, porque no tenía otra cosa mejor que hacer, y me he dado cuenta de que… tú me cuidas mucho y me tratas muy bien. ¿Sabes? Si alguna vez estoy en problemas, creo que serías la primera persona a la que llamaría para que me ayudara. ¡Bueno! ¡Después de Nana, claro! Ella… es mi persona favorita.

—Deberías ir a dormir, Ri-chan —fue toda la respuesta que recibí, tras un largo rato de silencio a través de la línea.

—Sí… ¡no! No, espera, también tengo que llamar a Milly y Thi. ¡No te pongas celoso! Pero es que a ellas también las quiero mucho. Oh, pero Milly seguro está montándose algún trío por ahí, y Thi es igual de aburrida que tú, debe estar durmiendo… ¡Mañana las llamaré, ¿vale?! ¡Buenas noches, Kouchii!

—Buenas no-

Al pobre lo corté antes de que pudiera reaccionar o responderme de alguna manera. Casi todo había sido un monólogo, fácilmente podía haberle grabado un audio y hubiese conseguido el mismo efecto, pero… bueno, así me había apetecido hacer las cosas. ¡No necesitaba que me respondiera! Estaba contenta con haberle dicho lo que sentía, porque era probable que sobria me diera demasiada vergüenza admitirlo, y como ya estaba contenta con lo que había hecho, me levanté para ir a la cama, tal y como le había prometido al chico.

Antes de dejarme caer sobre el colchón, y probablemente acabar dormida nada más tocar el mismo, recibí un mensaje que no tardé en revisar.

Yo también.

Era de Kouchii, por supuesto, y todavía estaba lo suficientemente consciente para saber a qué se refería. Me sonreí como una tonta en consecuencia, pues, y aquella noche dormí como una reina.

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Contenido oculto

belu, si lees esto, this is just me living in delululand, no prometo que los fics autóctonos de ahí sean ic so take that into account (?)

 

n/a: este capítulo es continuación (no muy directa) de este anterior: ix. future.

.past.
.emily hodges.​

Quince años se sentían como un montón y, sin embargo, cuando me bajé del coche en aquella colina de Ueno, sentí como si hubiese sido ayer que nos reunimos para enterrar la cápsula del tiempo. Ya no recordaba quien había sido el genio que había pensado que esperar quince años para aquello era buena idea, pero al menos uno de nosotros también había tenido la maravillosa idea de apuntar la fecha de nuestro reencuentro obligatorio en los móviles (y sí, estuvimos cerca de media hora para lograr mover el calendario hasta la fecha en cuestión).

La realidad era que siempre había tenido la esperanza de que no sería difícil recordar la fecha, pues todos seguiríamos siendo amigos incluso tantos años después y sería un tema del que posiblemente hablaríamos a menudo durante todo aquel tiempo.

Mi deseo se cumplió… a medias.

—¡Emi! ¡Tenías que haber esperado que te abriera la puerta!

—Annie, en serio, no hace falta que me lo hagas todo. Pues apañármelas bastante bien sola…

—Que puedas hacerlo no significa que debas hacerlo.

Suspiré ligeramente, pero al final no me quedó más que dedicarle una sonrisa de derrota mientras levantaba las manos en un gesto de inocencia, viendo como ella misma se sonreía con orgullo al saberse victoriosa de aquel pseudo debate (y básicamente todos los demás que habíamos tenido hasta ahora). Nos reunimos en la base de la colina y, honestamente, lo supe antes de que Anna abriera la boca: no iba a dejarme subir hasta donde habíamos enterrado la cápsula.

—Pero Annie…

—No. Me vas a decir que el médico ha dicho que es bueno que pasees, pero estoy bastante convencida que subir una cuesta así no entraba entre las opciones de paseo.

Anna había conseguido trabajo como profesora de baile en un estudio de Osaka, así que había tenido que mudarse ahí desde hacía ya un tiempo atrás, pero cuando le conté que me había quedado embarazada… lo dejó todo para venir a cuidarme; poco importó que le dijera que tenía a mi marido y que no necesitaba arruinar su carrera por mí. Así que aquellos últimos meses habían sido interesantes, cuanto menos.

>>¿Y estos dónde estarán? ¡¿Cómo se atreven a hacer que estés tanto rato de pie?!

Nuestros caminos habían seguido sus respectivos cursos, aunque habíamos mantenido el contacto. Anna había sido la única en irse de Tokio: Kohaku se había quedado cuidando del templo de su familia y Kakeru había encontrado trabajo siendo administrativo en una empresa; era un puesto tranquilo y algo aburrido, pero todos pensábamos que eso era lo que el chico justamente necesitaba. Yo también había hecho mi vida ahí, así que siempre hicimos lo posible por reunirnos de vez en cuando, así fuera para tomarnos un café, incluso si la vida adulta a veces nos lo dificultaba.

—¡Ya estamos aquí! —la voz de Kakeru se materializó a nuestro lado no mucho después de la queja de Anna, quien por supuesto se giró abruptamente con el regaño en la punta de la lengua—. ¡Antes de que digas nada, Anna, escúchanos! Kohaku y yo hemos tardado porque hemos ido a comprarle a Emi unos mochi de mango, que en el audio que mandó por el grupo se escuchaba como te lo decía antes de cortar. Tenemos que cumplir los antojos de la embarazada, ¿no?

—Ay, chicos… —murmuré, siendo que a Anna no le quedó más que aceptar aquella justificación y morderse la lengua—. Iba a decir que no hacía falta, pero os estaría mintiendo muy descaradamente.

Con el montón de mochis que me habían comprado, ya no tuve ninguna queja cuando Anna insistió en que Kohaku iba a tener que quedarse vigilándome mientras ella y Kakeru se encargaban de desenterrar y traer la bendita caja. Tenía tantísimo antojo que apenas le hablé al pobre Ko, pues simplemente me senté en un banco y empecé a comer sin pausa alguna. Anna y Kakeru aparecieron un buen rato después, cuando yo ya había devorado todos los dulces, y di un par de palmaditas cuando dejaron el baúl frente a nosotros.

—¿Os acordáis de lo que dejasteis? —cuestioné, recibiendo una negativa por parte de todos (yo incluida).

Anna fue la primera en encontrar su pertenencia, soltando una risilla divertida cuando pareció recordar el motivo de que hubiese metido esos cascos ahí dentro.

—Estos son los auriculares que llevé el primer día que llegué al Sakura —nos explicó, jugueteando con el cable entre sus dedos—. Estaba muy molesta por el traslado, pero justo entonces conocí a Jez. Luego fue la fiesta de la azotea, Emi y yo nos conocimos, y… bueno, al final no fue un cambio tan malo.

—Hablando de esa fiesta… —murmuré, un par de segundos después de que Anna acabara su anécdota, y estiré el brazo para señalar un pequeño objeto que logré identificar dentro de la cápsula—. Ese es el pintalabios que usé para esa noche. Aquella fue la primera fiesta a la que me invitaron, y encima nos colamos en la academia de noche… estaba muy nerviosa y muy emocionada. Fue un cambio muy drástico en mi vida, aunque pudiera no parecerlo, pero Annie estuvo conmigo desde entonces y siempre, siempre le estuve agradecida a esa noche por habernos juntado.

Compartí una mirada con la chica, notando entonces que ambas habíamos acabado con los ojos llorosos, y una sonrisa enorme se me plantó en los labios cuando se levantó para que pudiéramos abrazarnos.

>>Annie, muchas gracias por cuidar siempre de mí y por no haber dudado ni un segundo en darle la vuelta a tu vida con tal de seguir haciéndolo —le dije, habiéndonos separado lo suficiente para volver a mirarnos a los ojos, y apreté ligeramente sus manos con las mías—. Sé que a veces me molesto porque pienso que me estás sobreprotegiendo, pero agradezco mucho tenerte a mi lado en estos momentos.

—Em… lo sé, sé que a veces me paso de estricta… lo siento. Gracias por aguantarme y dejar que me quede contigo a pesar de ello. Sabes que no habría soportado la idea de no haber estado ahí durante todo el proceso de nuestra mini-Emily.

Volvimos a abrazarnos, aguantando las lágrimas de puro milagro, y no nos separamos hasta que escuchamos a uno de los chicos carraspeando. Darnos cuenta que estábamos teniendo toda una escena cuando quedaba media caja por descubrir nos hizo su gracia, por lo que soltamos un par de risillas mientras nos disculpábamos con ellos y, finalmente, les dimos pie a que también tuvieran su momento.

Lo que Kohaku sacó fue una tetera preciosa que tanto él como yo identificamos al instante, pues compartimos una mirada de sorpresa, entendimiento y bastante diversión al segundo de verla.

>>Contexto, por favor…

—Esta es la tetera que había en el invernadero —empezó a explicar Kohaku, ante la atenta mirada de los otros dos—. Un día me la llevé a casa para limpiarla y… se me olvidó devolverla. Para cuando me di cuenta que era de ahí, la directora ya nos había dado una nueva, así que Emi y yo no las quedamos. Y… oh, mira eso —me sonreí enternecida, pues recordé el detalle que Kohaku nos iba a enseñar antes siquiera de que le diera la vuelta a la tetera—. Un día le dibujamos un girasol y unas glicinas en la base, para no olvidar de dónde era.

—Pequeños delincuentes —comentó Kakeru, casual como solo él sabía ser, y ambos culpables soltamos una risilla de derrota por la acusación—. Y dejamos lo mejor para el final… ajá.

Lo que Kakeru había guardado era un delantal que le habíamos cosido entre todos por su cumpleaños. Fue en una época en la que Anna no podía hacer mucho ejercicio, así que intenté enseñarle algún hobby nuevo más tranquilito… y ya de paso aprovechamos para hacerle el primer regalo al chico de nuestra parte. La realidad había sido que Kohaku solo buscó el diseño, Anna acabó haciendo de apoyo motivacional y yo lo cosí casi todo; nos lo pasamos bien aun así y seguí considerando que había sido un regalo de parte de todos. Al mes le hicimos uno mucho más decente, pues aquel había salido un poco desastroso, a decir verdad, pero el detalle le emocionó tanto a Kakeru que no dudó en guardar el primero para recordarlo en el futuro.

—¿Vamos a tomar algo, chicos? Hace mucho que no nos vemos los cuatro y me apetece recordar viejos tiempos en el Sakura —propuse después de un rato, una vez todos terminamos de tener nuestro pequeño momento de gloria.

—¡Claro que sí! —fue Anna la que exclamó aquella respuesta tan efusiva, pero los chicos también se mostraron igual de emocionados.

Mientras nos alejábamos, recordé lo feliz que había estado el día que enterramos aquella cápsula de tiempo, lo contenta que me ponía que tuviéramos una excusa para volver a vernos y lo convencida que estaba de que todos íbamos a seguir siendo nosotros mismos sin importar qué pasara; que seguiríamos estando juntos, también.

Y pensé que me alegraba no haber dudado en ningún momento de aquel presentimiento, pues ellos siempre serían mis personas.