One-shot Born to dance with the fire [Gakkou Roleplay | Cayden & Hubert]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Zireael, 10 Octubre 2023.

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    Zireael

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    Born to dance with the fire [Gakkou Roleplay | Cayden & Hubert]
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    Así que aquí estamos (???) Tres fics a medias por delante, un long-fic bien denso esperándome desde hace días y la mitad del semestre viéndome abrir una colección que, most likely, no podré terminar en octubre porque vamos 10 y esta es la apertura. El título went HARD ya sé, pero era para encajarlo con las spooky vibes, igual todo me sale soft, no sé.

    Estaba entre mandar los fics del Fictober en The Alchemist o en Come on and collect us from the night, pero sentí como que desentonaban de la cosa en general y pues ya una vez saqué de la colección un fic donde igual usaba las cartas así que dije why the fuck not? Who's gonna stop me tHE CARD POLICE? Es decir, yo misma.

    Para hacer el cuento corto, voy a tirar acá esos fics entonces y voy a pretender seguirlos aunque se termine octubre hasta completar los 31. Quisiera decir que voy a tratar de usar personajes ajenos en todos, pero no hago promesas ni nada porque ajá. También voy a intentar que todos tengan al menos la spooky season en común, porque hay palabras como bien amplias en cuanto a contenido ahsbdje.

    Se supone que la primera palabra que saqué fue noche, pero pasan que cosas Bruno TDF (?) Así que cambio la que me salió a disfraz y sha. Robada la idea que soltaste por el grupo sin ninguna clase de descaro y también otras cosas que mencionaron las chicas porque no tengo remedio.

    Como me salió Tarot en los dados, tuve que pasar por el proceso mental de asignarle una carta a Hubert a sabiendas de que los arcanos mayores (The Magician te estoy viendo a ti) estaban ya tomados por personajes fijos en su mayoría.
    Knight of Coins (Hubert Mattsson): Representa el trabajo duro, las aproximaciones metódicas y la rutina. El caballero de monedas es un recordatorio de que la consistencia y el compromiso son necesarios para alcanzar las metas. Incorpora la energía controlada del planeamiento, las pruebas y evaluaciones. Invertida puede asociarse al aburrimiento, el perfeccionismo y la indisciplina.

    Esta asignación es bien azarosa porque tengo poco de conocer a Hubert (?) lo digo de una vez. Me basé en el fact de que me recuerda mucho a Altan pero sin la parte violenta y a Cay pero un poco más sosegado, lo que me llevó a esta noción de rigidez intelectual (muy típica del type five del enneagram, dicho sea de paso *wink wink*). Medio obvio, pero parto de que no hay *brillitos* quilombos *brillitos* y que Hubert sigue sin saber, well, digamos la verdadera naturaleza de Cayden (?)


    Me disculpas también cualquier pendejada en el manejo del niño, pero me da amsiedad escribir con personajes ajenos (?)

    Para cerrar el bombardeo de info, dejo dicho que cuando use un personaje que no tiene carta asignada en The Alchemist, pondré los significados como hago siempre y luego actualizaré el post de cartas en la colección grande porque aunque esté fuera las asignaciones son oficiales.





    hear them chant in the dark
    hear them calling my name
    in the forest where I feel no pain
    I have sinned in the dark
    I have broken
    my binds and a promise
    to dance with the fire

    .
    born to dance with the fire
    what they call wickedness
    I call my power

    I
    [​IMG]
    The Strength
    x
    The Knight of Coins

    COSTUME
    .
    Focus . Compassion . Bravery .


    | Cayden Dunn |
    | Hubert Mattsson |

    *

    *

    *


    Cualquiera diría que esto de vestirse como hombres del siglo XIX era poca cosa para Halloween, pero fuera jodas había requerido bastante esfuerzo consciente. Lo peor de todo era que la idea ni siquiera había sido nuestra como tal, solo habíamos aceptado nuestro destino o algo así.

    Además, aunque sonara raro viniendo de mí tenía que aprovechar que el otro no había puesto peros siquiera. No creía que el carácter de Hubert fuese así, rebelde quería decir, aunque el punto era el mismo. No parecía tener tantas resistencias contra el mundo; batallaba consigo mismo, sí, pero no con los demás. Quería ser parte de las vidas de otros, no meterse en la cueva para morir allí.

    Esa era, quizás, la diferencia fundamental en nuestras personalidades.

    —¿Y tomaste la idea por qué? —Fue lo primero que le dije mientras le ajustaba la gabardina luego de que él se la hubiese puesto.

    —Porque fue una idea divertida, ¿no crees? Es una manera de crear lazos, interactuar e incluirnos en el mundo —contestó con la simpleza de, bueno, del príncipe que justifica sus argumentos con un montón de verborrea y yo sonreí sin darme cuenta—. Aunque la tomé sin pensar que había una parte de broma en lo que dijo.

    La tontería la había soltado Sonnen hace unos días a la pasada, ni siquiera se detuvo, solo nos vio en el pasillo conversando y quizás por tocarme los huevos habló lo bastante alto como para que lo escucháramos. Dijo que Halloween se acercaba y que más nos valía disfrazarnos, luego soltó tan pancho que de Sherlock Holmes y Watson y se fue sin esperar respuestas. Lo dijo con su tono plano, así que la parte de la broma nos la quedó debiendo, sonó terriblemente serio.

    Días después Akaisa volvió a invocarme, pidió otra sarta de invitaciones, acudí a Sonnen de nuevas cuentas para la parte gráfica y tuvimos preparado todo de nuevo, reciclando los diseños anteriores. Esta vez el sobre era completamente negro, la mariposa grabada resaltaba en rojo metálico y la tarjeta en sí estaba decorada con murciélagos del mismo tono de rojo. Convocaban a todos los invitados a las once de la noche a las puertas de la mansión Akaisa.

    Un poco rollo La Máscara de la Muerte Roja.

    Katrina era indiferente al sufrimiento fuera de sus paredes.

    Halloween caía sábado, así que la repartija la hice el viernes y le había llegado a Hubert con la suya personalmente durante el receso, en vez de solo dejársela en el casillero como a todos los demás. Era lo mismo que había hecho cuando invité a Kurosawa a la mascarada, supuse que porque percibía que ciertas personas necesitaban el empujón; entonces había sido ella, ahora era el mocoso. Con esas actitudes al final lo del caballero no era tan en broma como lo había dicho hace meses.

    Aceptó sin más, recordó la idea de los disfraces de Sonnen y la trajo sobre la mesa, fue más una idea al aire si debíamos ser honestos. Lo molesté un poco diciendo que si quería que nos disfrazáramos juntos, respondió que sí sin titubear y a me dio el corazón para rechazarlo. Tampoco era que quisiera decirle que no de por sí, pero terminé por tener que aferrarme a la tontería y aquí estábamos, terminando de prepararnos para aparecer en la casa de Katrina.

    Esperaba no terminar comiendo césped esta vez.

    Le había dicho a Mattsson que llegara a mi casa para prepararnos, al mejor rollo de una noche de chicas y me importó bien poco. Había conseguido varias prendas de segunda que hacían la función, pero también le había encargado algunas cosas a Shimizaki-san, la que me ajustaba los trajes. Si íbamos a hacer esto, íbamos a hacerlo bien, yo no aceptaba cosas a medias.

    Me le quedé mirando un rato, toda la ropa parecía hacer el match necesario y el mocoso se veía bien, ni modo. En todo caso me excusé un momento, fui al baño para traer el gel para el cabello y regresé con Hubert; pesqué algo de gel con los dedos y me tomé el atrevimiento de comenzar a peinarlo.

    —¿Puedo preguntarte qué tienes en mente? —dijo en voz baja sin interrumpir mi tarea en realidad.

    En cierta medida este muchacho era bastante dócil.

    —Pues un Sherlock más estilo Robert Downey Jr. You know, a handsome one. —La simpleza de mi respuesta hizo que parpadeara con algo parecido a la confusión, pero noté que sonreía a pesar de eso—. Con esta mata de pelo no hay manera de que tengamos un Sherlock como el de las ilustraciones de mil novecientos, Hubby. Te faltan veinticinco años encima para comenzar a quedarte calvo y tener más entradas que un castillo.

    —¿Crees que me quede calvo? Según recuerdo, tiene que ver con la genética.

    —No sabría decirle, mi querido príncipe, pero le aconsejo aprovechar sus tiempos de juventud.

    Entre la explicación del Sherlock que queríamos lograr, lo de la calvicie y lo del príncipe conseguí arrancarle una risa liviana y me dejó terminar de peinarlo (o despeinarlo, quién sabe). Para cuando terminé con él, pasé por la pena de hacer algo por mi propia maraña de pelo. Los rizos no ayudaban mucho, la verdad fuese dicha, así que hice lo mejor que pude medio dividiéndolos y bajando el volumen con gel.

    Que nadie me dijera que no tenía compromiso con la causa, de verdad.

    Con todo finiquitado hicimos una revisión final, Hubert se acomodó mejor la ropa otra vez, buscó la pipa que había conseguido en quién sabe dónde y yo me ajusté el traje gris, completo, antes de recibir la chistera que él me alcanzó. Salí al pasillo entonces, arrastrando al chico conmigo, y me planté frente al espejo que había allí.

    —Te quedo debiendo el bigote, campeón, pero yo creo que vale —dije mientras me colocaba el sombrero—. ¿Estamos listos?

    —Listos —reafirmó aunque se le quiso colar algo de risa en la voz—. Con o sin bigote me atrevería a decir que al menos los disfraces recogen la esencia de los personajes.

    —Y por ese tipo de comentarios es que te dicen que te vistas de Sherlock. Vamos tirando o llegaremos tarde.

    .
    .
    .

    Todo fue prácticamente idéntico, en la entrada de la mansión Akaisa nos recibió un gorila que nos pidió las invitaciones y nos dejó pasar sin siquiera brindarnos una sonrisa de cortesía. El cabrón tenía gafas oscuras a las once de la noche, pero nadie se lo cuestionó porque seguro te plantaba en el jardín de una hostia y al menos yo no quería terminar como una florecita en el jardín de unos ricachones.

    En la entrada vi personas conocidas aquí y allá, todos disfrazados. Seguían el camino que guiaba a la casa, decorado por lámparas de calabaza y telas de araña de estas de mentiras. Alguien debía haberle ayudado de nuevo con la decoración, asumí que debió ser Mason que siempre conseguía cosas de esas en lugares de lo más raros. Independientemente, allí estaba todo y las lámparas del jardín, las permanentes, estaban cubiertas con difusores de luz de tela roja, manchando el césped, el camino y las siluetas de ese color.

    —¿Dices que la propiedad es la casa de una de tus compañeras de curso? —Buscó confirmar Hubert mientras sus ojos escaneaban el espacio, desde los objetos inanimados hasta las personas.

    Como siempre, estaba leyendo el libro llamado Personas en Sociedad.

    —Sí, en abril también hizo una fiesta por su cumpleaños. Ella y otros chicos organizaron una mascarada, fue entretenida.

    Entretenida era decir poco, había sido un caos bastante importante por muchísimos motivos que incluso se me escapaban. El caso era que él no necesitaba todo el contexto, no tardaría en darse cuenta de cómo serían las cosas de por sí.

    —Efectivamente, mi estimado… ¿Holmes? —La voz que nos interrumpió fue de Katrina, nos había alcanzado desde algún punto mientras recorríamos el camino hacia la casa y se coló frente a nosotros luego de haber hablado. Observó a Hubert de arriba abajo, ni siquiera lo disimuló—. Ah, qué eficiencia, Dunn. ¿Sangre nueva? Bienvenido, cariño, como te perdiste de la mascarada inaugural espero que disfrutes la fiesta de Halloween.

    Llevaba extensiones negras, así que el cabello le caía en ondas amplias casi hasta las caderas y se las había arreglado para que sus mechas no desentonaran tanto. Llevaba algo parecido a un wolfcut aunque más largo, así que todo se mezclaba en capas que le daban volumen, disimulando el corte entre el cabello natural y las extensiones.

    Su heterocromía la cubrían unas lentillas moradas, brillantes, y llevaba un corset negro, una enagua del mismo color con aberturas en ambas piernas y unas botas de tacón que debían haberle partido los tobillos a cualquier simple mortal. Daba vibras de hechicera a secas, pero supuse que era una en específico.

    —Gracias por la invitación. Se nota el esmero que le has puesto al evento —atajó el moreno, el uso de palabras sonó tan rebuscado como siempre y lo dejé ser.

    La mirada y la sonrisa de Akaisa me dejaron claro que supuso que lo pomposo del hablar de Hubert era parte del teatro, pero yo bien sabía que era el Hubert real. Después de todo la tontería del príncipe y el caballero no me la había inventado porque sí, era que el chico a veces hablaba como uno y te daba entre risa y ternura.

    Como fuese, Katrina hizo una reverencia bastante formal por las risas, al erguirse invadió mi espacio y se estiró para hablarme en su susurro. La cercanía me tensó el cuerpo, pero no retrocedí y me quedé esperando.

    —Cuida de tu preciado Holmes, Watson. Sabes cómo pueden ponerse las cosas adentro —advirtió en un murmuro, su mano encontró la corbata del traje y la ajustó antes de regresarme el espacio. Creí que solo se iría, pero añadió algo más—. No hace mucho pasó Ishikawa detrás de Emily y Anna. Búscalo, no creo que quieras perderte el espectáculo, después de todo pareces tener cierto interés en los príncipes~

    La hija de puta dejó ir la frase así, sin más, y casi consiguió atorarme la saliva en la garganta. Bufé, pesqué a Hubert del brazo y me lo llevé sin ser demasiado brusco para dejar de comernos el numerito de Katrina por lo menos, porque se quedó para recibir a alguien más.

    Noté que el muchacho se sobresaltó, pero aún así se despidió de la chica y ya después cedió a mi urgencia de sacarlo de allí. Si notó por qué estaba escapando no lo dijo y yo me quedé tranquilo con eso. Tampoco había que darle tantas vueltas al asunto.

    Adentro nos recibió la penumbra de la casa, iluminada de forma estratégica para darle un aire de misterio. Las voces se escuchaban desde el interior en el salón, la parte trasera de la casa donde estaba la piscina e incluso había gente subiendo las escaleras a la segunda planta, arrastrando el bullicio consigo. Todavía la noche no había ni comenzado, pero se notaba que más de uno había bebido algo de calentamiento antes de llegar.

    —¿Y bien? ¿Por dónde sugieres que comencemos? —preguntó Hubert unos segundos después mientras avanzábamos por el pasillo en dirección al salón, quizás—. Es la primera vez que asisto a uno de estos eventos, como debes imaginar.

    —Querido Mattsson, lo primero que debemos hacer es conseguir unas bebidas —respondí en tono formal, claramente impostado—. Sería una pena que se me secara la garganta.

    Lo mejor sería ignorar todos los dobles sentidos posibles de esa oración, sin duda porque el argumento final era el mismo. Akaisa despilfarraba en alcohol como una desgraciada, así que sabía que lo que menos faltaba era de dónde elegir, solo bastaba decidir el cómo. En vistas de la inexperiencia de mi acompañante, lo más decente era no meternos en los juegos, al menos por ahora.

    Volvería a sopesar la posibilidad cuando tuviera algo de alcohol en sangre.
     
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