Bigotes veía con recelo la caja que yacía sobre el armario, grande y blanco, de la habitación. No entendía cómo había acabo ahí. Un día atrás la había tenido para él solito, jugando y durmiendo en ella. ¿Qué había pasado? Su profunda mirada veía a través de la ventana la oscura noche. A un lado, su humano roncaba plácidamente en su cama, mientras su pecho subía y bajaba a causa de su respiración. El muy maldoso le había quitado la caja justo cuando ya había conseguido llegar hasta arriba del armario. ¡Imperdonable! La luna alumbraba tenuemente la habitación. Bigotes había saltado de forma majestuosa a la cama y caído junto a su humano. Lo contemplaba con sus grandes ojos mientras su nariz le recorría el rostro. Era él, sin dudas. Empezaba a masajear con sus patas la parte en la que se iba a acostar, cuando la imagen de una caja le llegó a la cabeza. Le preparó un regalo para el siguiente día. Vendetta. Una estruendosa canción anunciaba el inicio de otro día. Bigotes escuchó a su humano alzar la voz, seguramente ya había visto su regalo. Una hermosa bola de pelos sobre la mesa. Entre abrió los ojos y pudo verlo entrar y salir de la habitación. El alboroto matutino no se hizo esperar. Para su sorpresa, su humano tardó más de lo acostumbrado en irse. Lo escuchaba murmurar y mover cosas. ¿Podrías dejarme dormir? Sintió la mano de su humano acercarse a él y acariciarlo suavemente. Estaba por corresponderle, pero sintió la otra mano rodearlo. Se vio alejado de la cama y de todo. Su humano caminaba con él sobre su hombro. Con un ligero maullido le advertía que no le gustaba. Las grandes manos lo depositaron en una singular superficie, con un olor extraño. Las miradas de los dos se encontraron. El humano le sonrió, antes de acariciarlo una última vez y retirarse con prisa. Espera. Se bajó con prisa de aquella estructura y se refugió sobre el sillón. Miraba con recelo su extraña forma y sus diferentes pisos. Sus ojos se abrieron como platos al ver una enorme caja junto a esta rara cosa. ¿Qué hago? Los minutos pasaron y Bigotes seguía sin decidirse. Su atención estaba completamente puesta en la caja. Con sigilosos pasos se acercó, sus sentidos estaban atentos a cualquier cosa que pudiese ser una amenaza. Esta es MI caja. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero él estaba feliz. Rodaba por toda la caja, daba uno que otro salto y se volvía a acostar. ¡Qué dicha la mía! Escuchó las llaves y posteriormente a su humano entrar a la casa. Sabía que en sus brazos llevaba una bolsa cargada de comida. Bigotes asomó la cabeza por la caja y lo vio sirviéndole comida y agua. Por las ventanas se veía el sol en su plenitud. A lo lejos, su humano lo llamaba a comer. Es temprano, deja dormir. Bigotes no quería salir de la caja, deseaba seguir durmiendo. Pero tenía hambre y sentía su cuerpo un poco tenso. Se levantó y, todavía dentro de la caja, se estiro hasta terminar de despertar. De un salto salió de la caja y, con suma elegancia, se acercó a su área de comida. No sin antes dirigirle una mirada despectiva a la estructura extraña que descansaba junto a su caja. ¡No me gustas! Caminó por toda la casa, brincando por aquí y afilando sus uñas por allá. Se acercó a la ventana y de un brinco llegó al borde. Le encantaba cuando su humano la abría. El frío viento de la noche alborotaba sus cabellos y llenaba sus pulmones. ¡Qué fresco! Los minutos pasaron y la necesidad de respirar aire fresco se fue mitigando hasta desvanecerse. De un salto regresó a la comodidad y confort de su casa. De vuelta a su caja, no olvidó clavar sus uñas en el sillón para relajarse aún más. No pudo evitar mirar a su alrededor al no encontrar su caja. No de nuevo. Recorrió toda la casa con los ojos bien abiertos. No veía su caja por ningún lado. Su humano se hallaba leyendo en el sofá. Por momentos paraba y miraba a la nada, absorto en sus pensamientos. Bigotes empezó a maullar, parado en donde antes estaba su caja. ¡La quiero de vuelta! Su humano lo miró divertido. Se levantó y caminó a su recamara. No tardó nada en volver, entre sus manos traía su juguete favorito. Bigotes abrió los ojos y le dedicó toda su atención. Le aventó el pequeño juguete y en cuestión de segundos ya lo traía de aquí para allá. Lo lanzaba de una pata a otra o lo mordía con todas las intenciones de romperlo. ¡Grrr! Bigotes estaba en modo cazador y ese pequeño juguete era su presa. Sus sentidos estaban tan alertas, que lanzó una zarpada a su humano cuando su mano se acercó a acariciarlo. Al reconocerlo se calmó un poco, pero sus ojos seguían con malicia su mano. Sus delgados dedos se acercaron a su juguete y lo tomaron entre ellos. Su humano se lo enseñaba y posteriormente se lo alejaba. Estaban jugando. Bigotes no tardó en aburrirse al ver que no podía hacerse con el juguete, pero sus ojos todavía lo seguían en cada movimiento. ¡Ya dámelo! Por coincidencias, o no, su juguete fue a dar a lo más alto de la extraña estructura. Su humano lo llamaba y tocaba con suavidad la superficie de esa cosa, indicándole que se acercara. No lo iba a hacer. Lo que sea que fuese eso, no le gustaba. Ni loco. Se quedó mirando su juguete. Lo quería. Los minutos pasaron y él seguía parado en el mismo lugar, dedicándole su mirada más fría a la extraña estructura. Pasado un tiempo su humano se acercó con algo entre las manos. Su caja. Bigotes la vio con curiosidad mientras su humano la ponía, también, sobre la rara estructura. ¿Cuál es tu problema? La noche siguió avanzando y su humano no tardó en irse a la cama. Él seguía viendo eso. Se acercó con miedo y lo olfateo un poco. No era nada del otro mundo. Caminó alrededor de la estructura y la analizaba por todas partes. Halló un lugar donde era divertido afilar sus uñas. Con cautela subió al primer piso y se sorprendió al ver lo cómodo que era. Rodar sobre eso era tan reconfortante. Tenía muchas cosas que explorar y su curiosidad le rogaba hacerlo. Me gusta. A la mañana siguiente, bigotes dormía como nunca dentro de la caja, sobre su nuevo parque de juegos. Su humano lo contempló divertido mientras se encaminaba a la cocina a prepararse un café. ¿Quién te entiende, gato?
Hola, awww los gatos son tan lindos, y a decir verdad me gustó tu historia, Bigotes tiene la típica actitud a la de mi gato, bueno al que tuve. Y lo entiendo, los gatos son tan listos, lograste darle la idea del comportamiento del gato ya que ellos son así, caprichosos pero son tan tiernos, me gustó tu historia. Fue fácil saber que era un gato desde el principio ya que por su comportamiento y sus acciones. Por otro lado, muchas cosas no me agradaron. Por ejemplo, si hay saltos en el tiempo debes respetarlos. Si el humano se fue ¿Regresó tan rápido? ¿La noche llegó tan rápida? Debes respetar esos saltos de tiempo, o sino tu historia se verá muy corrida. Tu ortografía, está bien, de todas formas te recomendaría releer tu historia siempre, hay oraciones que no se comprenden mucho. Pudiste sacar más de tu historia, es muy bonita, pero le hace falta algo. ¡Sigue así! ¡Hasta luego =^•^=