Inspiración: Para este fic me inspire en 3 cosas hace años; La primera fue Saga, que se la pasa desnudo en el anime. Dos; Los beneficios de no usar ropa interior que leí en una revista hace tiempo atrás y por último un capítulo de mil maneras de morir titulado; Pescar la muerte. Advertencia: Este fanfic contiene ofensas, frases con doble sentido, temas bochornosos. No es yaoi. Personajes de Masami Kurumada. "Beneficios de no usar ropa interior" Escrito; jueves 22 de septiembre del 2016 Edición; sábado 15 de enero del 2022 "Qué bonito soy, que bonito soy como me quiero ¡Ah, ah! Y si me muero jamás me podre olvidar ¡Eh!" —No es cierto. —Kanon; el gemelo menor, el papuchurris de Géminis, el "todas" puede, el mangazo, la cereza del pastel, cuchurrumin, el "macho, macho man", chulo, guapura, hermosura y todo lo que termine en "ura" (Basura, diría Saga si le preguntaran). Se preguntarán porque yo, la autora, la autoproclamada esposa de Saga y amante secreta de Kanon. Bueno, nada de eso es cierto, solo en mis sueños ¡Estoy perdiendo el hilo! Volviendo al tema central de esta trágica historia. Se preguntan por qué yo digo todo eso del Géminis menor, cuando se supone que elogio más al sexy de Saga en todas y cada una de mis narraciones. La razón es poderosa, jodidamente poderosa. ¡Kanon está desnudo! ¡Desnudo! Y se ve muy bien; todo bonito, rico, suavecito, babeable, comestible. Su cuerpo esta listo para lamer por todos lados como si fuera una paletita tutsi pop. En su perlada piel se podían apreciar gotitas de agua que aun no se secaba del todo. Bueno, desnudo lo que se dice desnudo no, no lo estaba. Desgraciadamente. El gemelo malvado se encontraba maldiciendo a diestra y siniestra, sacando toda su (de por sí desordenada) ropa de su armario y cajones. Una simple toalla en su cintura y otra sobre sus hombros le daba el aspecto más sexy que se pueden imaginar. Su cabello mojado, cual cascada deslizándose por su bien trabajada espalda, dejando caer pequeñas gotas de agua que bajaban por su tersa piel perdiéndose en las partes del deseo y la perdición de toda chica (su bien formado trasero). ¿Qué buscaba con tanta desesperación nuestro sensual protagonista? Fácil de deducir, queridas lectoras, lo que todo ser humano, marciano y mengano usa; Calzones. O bóxer, tanga, matapasiones o como le quieran llamar. Eso buscaba Kanon: Sus calzones de marca Calvin Klein. —¡No me jodas! ¡No tengo nada! —exclamó dejándose caer sobre el pobre colchón. ¡¿Qué diablos haría?! Él sin sus calzones no podía vivir, se sentía desnudo, expuesto, abandonado. Sentía que le faltaba una parte de su cuerpo. Cabía la posibilidad, la pequeñísima posibilidad, que Saga hubiese tomado alguno de los tres calzoncillos que tenía pues el maldito sueldo mísero de Santo Dorado no podía abastecerse con más ¡Si apenas tenían para comer! No, definitivamente no. Saga jamás tomaría su ropa, menos la ropa interior. Y sabiendo que su hermano era nudista reconocido en todo el Santuario, obviamente llegaba a la sabia conclusión que seguía con ese título. Aunque con más decoro, según. Sin pensarlo más se alzó la cama, se secó lo mejor posible el pecho y espalda y se enfundo en su habitual remera, enrollándose su melena en la toalla que antes descansaba sobre sus hombros. Si, lo sé, a mí también me molesto que se vistiera ¡¿Que le costaba ir desnudo a buscar a su igual?! Eso me ofende, me ofende muchísimo. Kanon salió en dirección al cuarto de lavado, aun con la toalla en la cintura, dejando sus húmedas huellas tras de sí. Abrió la puerta con cautela, rogando que Saga aun estuviera en la cocina o a saber dónde. Cerro con el mayor cuidado posible para no hacer ningún ruido y sin pensarlo se acercó al cesto de ropa sucia. Vacío todo el contenido en el piso y comenzó a hurgar entre ella, tratando de encontrar calzones decentemente medio limpios para usar. Porque el sin calzones sentía que le colgaba de manera obscena. Su bien trazado plan consistía en entrar al cuarto, encontrar calzones y salir de ahí sin ser descubierto. Y el sabor del triunfo inundo por escasos segundos su boca e inflo su pecho con orgullo. ¡Lotería! Encontró una pequeña prenda medio olorosa a humedad, pero sin nada de que asquearse. Pero al escuchar la voz profunda de Saga supo que todo su esfuerzo se fue al carajo. —¿Qué haces? —¡Joder! ¡Casi me matas del susto! —se llevó la mano al pecho, ocultando la izquierda tras su espalda, ya que en esta tenía la prenda azul marino que encontró; Sus calzones. Saga le miro indiferente, arqueo una ceja, pero no dijo más. Camino como si nada, dejando otro cesto de ropa sucia en la mesa que estaba al lado de la lavadora. —Así tendrás la conciencia. —murmuro, levantando la tapa de la lavadora y comenzó a meter dentro de ella las prendas que seleccionaba cuidadosamente. —Igual o peor que la tuya. —replico el menor para luego encogerse de hombros restándole importancia al asunto. —Ya ¿qué haces aquí, Kanon? —Aquí vivo. —dijo socarrón tratando, inútilmente, que su gemelo no se diera cuenta de que hacía precisamente ahí. Se balanceo de un pie a otro, incomodo. —No te hagas tonto ¿Qué haces aquí? en mi territorio. —Saga le miro de reojo entrecerrando los ojos e inspeccionándolo de arriba abajo, analizándolo. Su territorio, su Santuario, su reino, su todo. Kanon jamás debía entrar ahí, al igual que en su habitación. Así fuera por una emergencia, podía caer una bomba en el Santuario o desatarse otra Guerra Santa, pero jamás debía volver a entrar ahí. Después de la última vez que quiso ser buen hermano ayudando a las labores domésticas perdió todo derecho a entrar en esos recintos. ¿Qué paso? Casi nada, solo descompuso la lavadora, lavo camisas blancas con ropa de color, quemo varias camisas de vestir con la plancha y rompió accidentalmente el trapeador y la escoba al querer matar una araña con ellos, en lugar de pisarla porque simplemente le daba "cosa" Nada más eso hizo. —¡Nada hombre! ¿Por qué eres tan rencoroso? —pregunto humedeciéndose los labios, sin despegar la vista de la espalda de su gemelo. —No soy rencoroso, soy precavido. —murmuro con voz calmada mientras hecho el detergente en el electrodoméstico. —Esa ni tú te la crees. —dijo moviendo su mano como si estuviera espantando una molesta mosca. —Como digas. —dándole tres patadas a la lavadora esta comenzó a trabajar con un molesto zumbido. Desde que Kanon la había jodido solo podía arrancar así. —Ya ¿qué buscas en la ropa sucia? —Mis… mis… —"Ni se te ocurra decir tus calzones" —mis calzones. —"pedazo de idiota" Saga arqueo una ceja, indicándole con ese simple gesto que no entendía la razón. Saga quería una buena justificación. —Es que no tengo limpios. —termino asiendo un adorable puchero y mostrando lo que con tanto esmero ocultaba tras su espalda. Saga alzo ambas cejas, divertido. En sus labios dibujaron una imperceptible sonrisa, pero no para Kanon. —Anda, búrlate de tu pobre y jodido hermano menor. —balbuceó, dejando caer los hombros en señal de derrota. Una pequeña carcajada fue lo que se escuchó de Saga. —¿Cómo vas a buscar ropa interior en la sucia? Hay que ser muy marranos para hacer eso. —negó un par de veces, sus cabellos se sacudieron ante esa acción. —En casos desesperados, medidas desesperadas. —respondió el menor con sobrada calma —Oye, Saga... —"mala idea, luego no digas que no te lo dije" le susurro su conciencia —¿No tienes unos bóxeres, mata o calzones que me prestes? Aunque sea una tanga playera de hombre. Por favor. —"¡Serás un reverendo idiota! ¿Cómo se te ocurre?" Saga abrió ampliamente la mirada. La antes imperceptible sonrisa se volvió amplia y la pequeña carcajada se volvió gigantesca, tanto, que varias lagrimas se agruparon en sus ojos. —¿Me estas jodiendo? —se carcajeo llevándose las manos al estómago. —Tu no... Usas ropa interior. —"Te digo, pero tú no me haces caso... Pero síguele, a ver si se te quita lo güey". Se golpeo la frente con la palma de la mano —Lo olvide completamente. Saga le ignoro y siguió riéndose en su cara, hasta que la lavadora proclamo atención dejando de funcionar. Otra patada y volvió a trabajar como si nada. —Perdóname la vida ¿No? —murmuro con ya un notable mal humor y fastidio al ver que Saga volvía a reír en sus narices —Lo olvide porque ya me siento desesperado. —Vale, perdona. —se limpió la última lagrima provocada por la risa —¿Qué vas hacer entonces? —cuestiono. ¿Qué iba hacer? Qué buena pregunta, que buena pregunta porque ya tenía la respuesta. —Pues por el momento usar este. —le mostro los calzoncillos sucios. —No me queda otra opción. —Puerco. —Saga hizo una mueca de asco. Esos calzones estaban ahí desde hace una semana. No los lavo porque le dio pereza. —Casos desesperadas, medidas desesperados. —volvió a recitar su anterior frase, caminando hacía la puerta que daba al pasillo. —Bueno. —se encogió de hombros el mayor de los dos —Solo espero que no se te meta un candirú. —murmuro maliciosamente, dándose la vuelta a la lavadora. Su hermano tenia que pagar de alguna forma el haber entrado a su territorio. Kanon se detuvo en seco. Durante unos escasos segundos se estático, para luego voltear con los ojos entrecerrados. —¿Candirú? —Ya sabes, —murmuro sin voltear todavía, divirtiéndose enormemente —es una pequeña bacteria —"un pez de las Amazonas" recordó —que entra por tu pene. —"Oh Athena" Kanon, por su parte, abrió los ojos grandes y los dirigió a su cubierta entrepierna —Y causa un dolor insoportable. —"Como me gusta ser el cariñoso hermano mayor..." Kanon se quedó mudo en donde estaba. Pensando... —¿Y cómo te lo sacan? —trago grueso alejando con cierto temor su ropa interior sucia —Me imagino que al ser una bacteria te la eliminan los antibióticos. —No. —Saga se dio la vuelta y le miro con la expresión mas seria que pudo hacer —En realidad, al entrar a tu pene, la bacteria penetra tu uretra hasta y con un par de horas que este ahí se convierte en una especie de sanguijuela. Llega hasta tu vejiga y ahí comienza a depositar sus huevecillos. Llegado a ese punto, te mueres de la peor manera. Y para deshacerte de él no queda más remedio que… —extendió su dedo índice de la mano izquierda y con el dedo índice y de en medio de su mano derecha simulo que era una tijera. Realizo un corte imaginario a su dedo —cortarlo. Kanon le miro boquiabierto, carraspeo y desvió la mirada. —No te creo. Saga negó solamente y se encogió de hombros. —No me creas. —alzo ambas manos a modo de defensa —Pero sabes bien en el fondo que te estoy diciendo la verdad ¿Sabías que usar ropa interior causa infecciones a las mujeres y hace que a nosotros nos llegue la probabilidad de que el candirú entre "ahí"? —"¿Porque seré tan jodidamente mentiroso?" Kanon simplemente no contesto, más su cerebro comenzó a trabajar a velocidades impresionantes. —¿Acaso por eso no usas ropa interior? —Saga asintió solmene —Que jalada. —Ya te dije, si no quieres creerme, haya tú. —el mayor se dio la vuelta. Kanon arqueo su ceja izquierda esperando a que Saga continuará, porque estaba seguro que esa no era la única razón. —Ya ¿Es todo? —pregunto incrédulo y un poquito asustado, realmente no quería saber más. Pero la curiosidad le doblegaba. Maldito fuera él y su curiosidad morbosa. —La verdad, no, pero sé que dirás que estoy loco. —"aunque realmente lo estoy" pensó para sí. —Soy todo oídos. —Kanon apoyo su cadera en la mesita donde estaba el cesto, se cruzó de brazos y espero paciente una respuesta. —Hay cuatro beneficios de no usar ropa interior, Kanon. —alzo los cuatro dedos de su mano derecha —El primero ya te lo dije; Así no hay riesgos de que te entré el candirú porque, aunque este sucia o limpia, entra porque entra. —"Que cabrón soy" bajo un dedo —El segundo: Es más cómodo. —Kanon alzo ambas cejas —Si te das cuenta, la ropa interior se marca cuando usas ropa ajustada. Al principio resulta extraño y abrumador, pero después te acostumbras. —dijo sonriendo para sí. Kanon simplemente ladeo el rostro, viéndole como si en lugar de su hermano fuera un extraterrestre con graciosas antenitas. —Alto —le silencio Kanon —¿Las mujeres también? —Saga asintió solemne —¿Y cuándo traen falda? —Kanon, soy hombre no mujer, los problemas de mujeres son de eso; Mujeres. —puntualizo. —¿Te imaginas a Saori sin calzones debajo de ese vestido? —movió las cejas divertido. —¡Kanon! Saori es una niña ¡Y es nuestra diosa, pedazo de imbécil! —con rudeza le estampo una camisa en la cara. —Yo solo decía. —gruño, apartando la prenda y se acomodo la toalla, por el golpe se había aflojado un poco. —Pues no andes diciendo, baboso. —Bueno, pero ¿Te imaginas a una mujer con falda y sin nada debajo? —No, no me imagino nada. Lo más seguro es siempre les da un aire colado. —sacudió la cabeza —¡¿Vez que tonterías me haces decir y pensar?! —¡Eh! —alzo ambas manos a modo de defensa —Que no te he puesto una pistola en la cabeza y te he obligado a imaginar. —Aunque me duela, tienes razón, pero lo que hagan ellas es cosa de ellas. No creo que se paseen sin nada debajo de la falda. —medito. —Yo también. Tu cuando eras Patriarca no usabas nada debajo de esas túnicas. —señalo a su hermano, el cual arrugo el entrecejo —Igual que ahora, la diferencia es que usas pantalón. Que, a decir verdad, ni se nota que no usas nada. —arrugo la frente ante su observación. —¿Tu como diablos lo sabes que no usaba nada debajo de las túnicas? ¿Me viste o qué? —le reclamo, ignorando sus últimas palabras. —Tengo mis fuentes hermano, tengo mis fuentes. —meneo el dedo índice —A todo esto: Cuando peleaste con Seiya no traías nada de nada, pero después cuando Géminis te abandono —Saga se removió incomodo en su lugar —tenías pantalones ¡¿Como le hiciste?! Le dijiste a Géminis: Armadura ven aquí, cubre mi cuerpo y tráeme unos pantalones... ¡Ahora! ¿O qué onda? —De eso, Kanon, ni yo tengo una remota idea, si quieres saber creo que morirás primero antes que obtener una sabia respuesta. —Ah. —atino a responder Kanon —Hermano y cuando las mujeres les llega "Andrés" ¿cómo le hacen si no usan ropa interior? Saga parpadeo confuso, ¿Quién demonios era Andrés? —¿Cuál Andrés? ¿De quien me hablas? —pregunto extrañado. —Pues él que las visita cada mes. —sonrió con picardía el menor. Saga se confundió un poquito más, pero su cerebro empezó a trabajar a velocidad luz. Su hámster estaba dando vueltas a lo endemoniado. Hasta que entendió las palabras de Kanon. Y su mente traicionera imagino todo. "Kanon hijo de..." —¡Kanon! —grito, estampándole con rudeza la bolsa vacía del jabón. —¡Joder! Perdona, era broma, ¡Era broma! —grito apartándose de un brinco y echándose a correr junto al resguardo de la puerta, pues Saga ahora tenían intenciones asesinas de golpearle con el embace de cloro. Pero no contaba con que su gemelo se lo lanzaría directo a la cabeza. De que Saga tenía buena puntería, la tenía —Hubiera sido una piedra y me descalabras. —se sobo con cuidado la sien. —Cuanto me hubiera gustado que si fuera una piedra. —Ya, era broma, no exageres. —se permitió respirar tranquilo hasta que Saga soltó un bufido: Estaba fuera de peligro. —¿Sigo o no? —pregunto, sabiendo de antemano que Kanon diría que sí. Kanon murmuro un escueto "Por favor" y continuo con su conversación anterior. —Tercera: No estás expuesto a los químicos. Ya sabes que las prendas están teñidas con ciertas sustancias que pueden irritarte ahí. —Kanon arrugo la frente —Aunque eso solamente les pasa a las damas. —antes de que Kanon abriera la boca para hablar, Saga se le adelanto —Y, por último; Te hace más seguro de tu cuerpo... —¡¿Más?! —exclamo —Sí yo estoy cien por ciento seguro que traigo a todas las Amazonas muertas tras de mí. —se señaló así mismo —Y estoy segurísimo que más de la mitad desea tenerme en su cama. —Nos seas fanfarrón. —le lanzo una prenda a la cabeza, sin reprimir la sonrisa que asalto sus labios —Aunque tengas razón, no te dejes caer, que te pegas duro. —Pero mira quien lo vino a decir. —puso los ojos en blanco, devolviéndole la remera que le lanzo —¿Quieres dejar de lanzarme ropa? Que no soy cesto. —dijo apoyándose en la puerta. —Kanon, si fueras un cesto serias de basura, no de ropa. —ignoro la mirada asesina que este le dedico —Y al entender que estas desnudo bajo la ropa, te vuelves más consiente de tu físico, te dará más seguridad y te sentirás más sexy de lo que ya eres. —soltó una gustosa carcajada, Kanon atino solamente a fruncir el ceño. —Vaya, así que por eso no usas ropa interior. —Saga asintió —Para elevar más tu autoestima. —volvió a asentir —Que jalada. —Piensa lo que quieras Kanon, me tiene sin cuidado. —soltó despreocupado recargándose en la lavadora y cruzando los brazos sobre su pecho. —Lo sé. —le miro de reojo, mientras abría la puerta, dando por finalizada esa extraña pero interesante platica —Pero estas equivocado si crees que voy a seguir tu consejo. —Técnicamente, no es ningún consejo, es un estilo de vida. —le sonrió mostrando su blanca dentadura que Kanon estuvo tentado a decirle que le pagarían muy bien si fuera modelo de pastas dentales, —Pues vaya estilo de vida tan más raro. —le dijo antes de cerrar la puerta y caminar a su habitación. —¡Y no es mentira sobre el candirú! —escucho el grito de Saga, proveniente de la pequeña habitación. —¡Te creo! —replico irónico. En cuanto entro a su cuarto lanzo la prenda azul a su cama, se despojó de la toalla en su cabeza y se peinó su indomable melena, dándose por rendido al ver que nunca podría dejarla quieta. Se agacho para recoger su típico pantalón de entrenamiento que se encontraba en el piso al igual que toda su ropa, ya después vería la forma de que Saga la acomodara de nuevo en su lugar. Antes de enfundárselo miro al calzoncillo que descansaba sobre su cama, para después tomarlo entre sus manos. —Me lo pongo o no me lo pongo, eh ahí el maldito dilema. —murmuro para sí, volteando la prenda al derecho y al revés, buscando algún indicio que ahí había un candirú. Aun después de su ardua inspección sobre la pequeña prenda la lanzo hacia el cesto que Saga había dejado en la esquina. —No señor, el candirú no entrara en mi Kanoncito. —se enfundo los pantalones, se retiró la toalla y se colocó sus zapatos. ¿Apoco creyeron que andaría así como así poniéndose sus pantalones? Yo sí ¡Qué decepción! ¡Jodeeer! Se contemplo un par de minutos al espejo y sonrió con coquetería. Se notaba que sus padres lo habían procreado con un montón de amor y ganas. —Solo por este día. —se dijo a sí mismo al caminar por el pasillo, desconociendo que era escuchado por su igual —Ya cuando estén limpios los volveré a usar —se dijo antes de salir en dirección al coliseo. Poco a poco su figura se fue perdiendo a la vista de Saga, el cual lo había visto salir de su cuarto y escucho su conversación consigo mismo. Una pequeña carcajada salió de sus labios, antes de darse la vuelta y volver a retomar lo que iba hacer; Quemar los dos bóxeres de Kanon y entrar por el calzón azul que, seguramente, estaba en su cuarto esperando en el cesto que dejo ahí. —Eso mismo me dije yo, —sonrió con nostalgia —el día que no tenía calzoncillos limpios. Desde ese entonces, deje de usarlos. —después soltó una carcajada. ¿Beneficios? ¿Miedo a una bacteria que en realidad es un pez de las Amazonas? Que va. Nadie, ni siquiera Kanon, sabría la razón porque ya NO usaba ropa interior. Porque, simplemente, el día en que los dejo le paso lo mismo que a su gemelo; no tenía calzoncillos limpios para usar. Pero ese era su secretito y se lo volvería a llevar a la tumba otra vez. ˜En el Coliseo, con Kanon˜ —Vaya, Kanon, te ves más sexy que el día de ayer. —dijo la Amazona de Águila, logrando que Aioria la mirara como si tuviese dos cabezas. Kanon sonrió pícaro. —Gracias, Marín. Ya era el décimo piropo del día por parte de las Amazonas. Y eso era raro y tremendamente bueno para su ego, que se hinchaba cada vez un poquito más al ver que no había amazona que se resistiera a recorrerlo de arriba abajo tras la fría mirada de la máscara. Porque de eso estaba seguro, no dejaban de observarlo y eso le gustaba. Mucho. Quizá Saga tenía razón, no usar ropa interior traía muy buenos beneficios. Excelentes beneficios. x-Fin-x