Beelzebub Bebé Beel, ¿acaso lo quieres a él? [Beelzebub]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Kai, 4 Abril 2012.

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    Kai

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    Escritora
    Título:
    Bebé Beel, ¿acaso lo quieres a él? [Beelzebub]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1643
    Nunca había escrito sobre esta serie, ayer a las 9pm me provocó ya que estaba revisando mi notebook y la vi por allí guardada. Sólo he visto los primeros capítulos, es una serie para pasar el rato más que todo, muy cómica la verdad. Hay partes en donde se involucra algo de lo poco que he visto, quizás haya cierto Ooc con un personaje en particular.
    A pesar de esto, no espero que muchos de los que se pasen conozcan la serie, sólo me ha provocado hacerlo x’D
    Por cierto, se llama Beelzebub la misma. Un placer escribir.
    Bebé Beel, ¿acaso lo quieres a él?

    ―¡Quédate quieto bebé Beel! ―exclamaba Oga con una expresión de molestia.

    El pequeño y futuro lord demonio simplemente aplaudía con alegría ante los intentos fallidos de su “padre” para vestirle. Pero, ¿para qué vestirlo? Se preguntaba el joven estratega al ver a su buen amigo esquivando todo lo que el peculiar infante lanzaba, y al mismo tiempo esquivando ciertos proyectiles que se dirigían a él.

    El infante arrugó el rostro y unas cuantas lágrimas asomaron por sus grandes ojos azules, oh vaya, allí venía. Todo a causa de que resbaló de la cama y cayó sobre el pobre transportador dimensional, también conocido como “el hombre grande”. Y simplemente el llanto agudo no se hizo esperar, y con el mismo una descarga eléctrica dejó a todos carbonizados.

    Furuichi salió dando un portazo con molestia, los otros tres lo miraron marchar y parpadearon asombrados, la verdad ya debería ser inmune a las descargas del pequeño demonio.

    ―No tiene sentido, ¡esto es de locos! ―gritó en cuanto bajó las escaleras. Estaba enojado, afligido, adolorido, y chamuscado, todo junto.

    El joven estratega sólo caminó unos cuantos pasos lejos de la casa de su amigo y lanzó un suspiro ahogado. Agachó el rostro para luego subir la mirada con desánimo. En su camino decidió ir a un parque que quedaba cerca de su aún medio destruida casa. Volvió a suspirar, si bien era Oga quien se había convertido en “padre”, ¿por qué lo arrastraba a él en sus problemas? Lo peor del caso, ¿por qué lo dejaba? Allí la imagen de la joven chica, haciéndose llamar la “madre” de la criatura, acudió a su mente.

    Quizás no era lo mejor del caso, quizás ser transportado por el hombre grande le había afectado la cordura, pero, con seguridad podía decir que quería a la chica, era un demonio, ¿y qué? Ya bastantes cosas le habían pasado como para que aquello le preocupara. Allí recordó la ocasión en que ella defendió con ahínco, que, cuidar al joven lord no era un trabajo, era su destino, su deber asignado incluso antes de nacer, y allí, en ése instante recordó su rostro afligido, no fue por mucho tiempo, pero si lo suficiente para que se preocupara.

    Se acercó a un banco, y cuando se iba a sentar pudo ver una silueta que reconocería donde fuese: Hilda. La chica demonio estaba sentada en las raíces de un árbol de sakura sin florecer. Por entre las ramas se filtraba la luz del Sol, brindándole, así fuese irónico, un aspecto angelical según él.

    ―¡Hilda-san! ―Le llamó a forma de saludo y se acercó lentamente―. Qué casualidad verte por acá.

    Ella lo miró por un segundo y se preguntó si la estaría siguiendo, aunque, no había forma de que el supiera dónde se encontraba, se había ido apenas le dio el primer biberón de leche a su amo. No le dijo que marchara por que no tenía ánimos, simplemente le ignoró esperando que se fuera por sus propios medios.

    El joven albino entendió la indirecta mas no la cumplió, por lo que veía ella se sentía frustrada por el hecho de que bebé Beel no la prefiera a ella en ningún momento, siendo la que siempre le ha cuidado. Quizás era un demonio, pero seguía siendo una mujer, y como toda, poseía instintos maternos que cumplir, y más si era su destino.

    ―Oga no puede vestirlo, en todo caso, ¿para qué debe de hacerlo? ―cuestionó a manera de sacar conversación.

    Hilda le miró y simplemente decidió responderle, ése chico no era irritante, si no fuese humano, posiblemente le cayera bien. Pero sólo si no fuese humano.

    ―La habilidad Zebub de Oga y de bebé Beel ha aumentado considerablemente, por lo que, el señor demonio ha decidido hacer una visita ―respondió con simpleza―. Además, es una buena forma de ver el control del chico sobre el joven amo ―agregó.

    ―Y eso te agrada ―dijo el joven mientras se sentaba a su lado.

    ―¿Hump? ―Le miró con duda, ¿acaso él?

    ―Es difícil que no me haya dado cuenta. Justo como esta mañana, no te agrada mucho que Oga tenga a bebé Beel, así sea a la fuerza ―sonrió al verla confusa.

    La chica no supo qué hacer o decir, de verdad el joven tenía un don de estratega, o acaso era que estar tanto en el mundo humano la había hecho más débil con respecto a emociones. Decidió no preocuparse por ello, de momento.

    ―Explícate ―demandó.

    ―Es sencillo Hilda-san, en la mañana, luego de darle de comer a bebé Beel quisiste vestirle tú, estar un momento él, pero, cuando te diste cuenta ya estaba sobre Oga muy contento. ―Ella frunció el ceño al recordarlo―. Por eso saliste de la casa.

    ―Eso no tiene nada que ver, tenía que sacar a pasear a Akubaba.

    ―Hilda, no es por nada, ni vayas a sacar tu espada, pero, Akubaba puede pasear solo. Tú eras quien quería pasear.

    Ella le acalló con la mirada mientras se recostaba en el tronco del árbol y el chico se levantaba levemente, al menos lo había intentado. Suspiró y empezó a caminar rumbo a su casa, quizás él se equivocaba. Pero no lo creía así, no con la cara triste que a veces se implantaba en el rostro de la chica demonio.

    ―Furuichi, espera ―pidió. A el aludido le recorrió un escalofrío, se volteó cubriendo su rostro con ambos brazos, pero nada pasó―. Quizás tengas razón.

    ―¿Ah?

    ―Es decir, desde el principio, cuando vine a buscar al joven amo, prefirió a Oga. ―Una sonrisa la asaltó―. Es posible que por ello me agrade dificultarle un poco las cosas.

    ―¿Eso no es bueno? Es decir, en el caso de ustedes los demonios ―aclaró rápidamente.

    ―Debería serlo ―respondió ella―. Pero no lo siento así, debe ser el mundo humano o algo que tenga que ver con las dimensiones. ―Se encogió de hombros.

    ―Eso es sentir celos ―dijo con una sonrisa y cerrando los ojos.

    ―¡Debo estarlo! ―exclamó, asustando al chico―. ¡Soy yo quien debe criarlo, es mi deber, mi motivo de existir! Ya te lo había explicado, y sinceramente, entre el amo, Oga y tú, no me dejan acercarme, deseo hacerlo. ―Mientras hablaba fue disminuyendo el tono.

    Furuichi no pudo soportar y rió a carcajadas, quizás terminara sin un brazo o degollado por la rubia, pero, de verdad no esperaba verla así, escucharla tan normal, tan humana.

    ―¿De qué te ríes? ―cuestionó mientras le colocaba su espada debajo del mentón.

    ―Lo lamento ―dijo mientras alzaba ambos brazos al lado de su cabeza―, pero nunca creí que me dijeras esto a mí, o que si quiera lo mencionaras. Es muy normal sentir celos, no tiene por qué incomodarte, sólo trata de ganarte a bebé Beel como lo hace toda madre, con cariño. Quizás sea un pequeño lord demonio, pero, amor nunca está demás.

    La chica abrió enormemente sus ojos ante la respuesta del albino, era cierto, el pequeño Beelzebub seguía siendo un bebé después de todo. Sonrió un poco y justo en ése momento una gran nube morada grisácea se posó en lo parecía ser la casa de Oga, además de que unos rayos le acompañaran.

    ―El Gran Amo ha llegado ―dijo la joven viendo al lugar―. ¡Akubaba! ―llamó. El gigantesco pajarraco apareció al lado de ellos y Hilda saltó sobre él.

    Furuichi miró con una sonrisa a la joven, no era mucho lo que había durado, pero, por mientras, todo iba bien, los dos se habían tomado un respiro, pero tenían que volver a su angustiante realidad.

    ―¿Vienes o no? ―preguntó mientras tomaba las riendas del ave.

    El chico subió sin saber por qué, la verdad, esta vez no era Oga quien lo arrastraba con él, sólo decidió dejarse llevar. Y ahora que lo pensaba, ¿cómo sería su vida sin ése bebé, o sin Hilda? No, no podía imaginarla, pero, mientras tuviese la oportunidad, viviría todo lo que se le pusiera en frente por estar con ellos, después de todo los quería, incluso a ése bebé que le daba descargas eléctricas. Ahora mismo, sudaba de pánico, conocería al verdadero padre de la criatura, un escalofrío le recorrió.

    ***

    Well, debo perfeccionar mis finales, lo sé! x’D Si bien el título no tiene tanto que ver, ha sido lo más decente que pude concebir. Un placer escribir de ellos, serie recomendada : 3
     
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