Contenido oculto Empecé a escribir y cuando me fijé, me había pasado de las 750 palabras (y lloré porque tuve que arreglarlo lo mejor que pude :'D). Aquí va, para el juego La Caverna del Dragón. Espero que les guste :3 (750 palabras) Los ojos irritados fueron lo primero que Ana observó al llegar a ella. Lo segundo, fue su nariz roja y paspada por el papel higiénico, lo que la obligó a negar con la cabeza en desacuerdo. Por último, pero no menos importante, sus labios resecos y esa expresión amarga que se robaba absolutamente toda la vitalidad de Lucinda Bertley, fue suficiente para que su enojo aumentara en grandes, grandes cantidades. Tan grandes que podría servir para aplastar al miserable que le había hecho eso a su amiga. —No quiero ser quien diga esto —llevó sus manos a su cintura, caminó frente al ente en el que se había convertido Lucinda y se detuvo nuevamente frente a ella con su expresión de pura determinación —, pero te lo dije. Ese idiota no te merecía. —Lo sé. —¿Cómo se atrevió? —Ni yo lo entiendo. Ana bufó. De hecho no era lo único que quería hacer; sus manos le dolían con las ganas indeseables que tenía de estrangular el cuello de Taylor Cooper. Oh, sólo Dios sabía cuánto deseaba verlo retorcerse por una gota de oxígeno bajo sus manos. Pero no, no podía hacerlo, no porque no pudiera, sino porque Lucinda sería una criatura aún más infeliz de lo que ya era. Porque sí, sabía que en el fondo ella aún lo amaba con locura. Creía que eran una de las tantas razones por las que no podía ser sensible con aquel tipo de temas. Las rupturas de parejas le parecían lo más estúpido que existía en la Tierra, en especial cuando los sentimientos estaban aún a flor de piel. Dijese lo que dijese, ella no lo entendería. Se convertían en mulas, en mulas extremadamente tercas. —Demonios, Lu —soltó con indignación —, estás perdida. Pero tiene solución. —¿Cuál? ¿Volver con él? ¿Me ayudarías? —¿Estás loca? El llanto angustioso regresó a empapar su rostro; sus ojos eran como dos canillas rotas imposibles de reparar. Dejó escapar un suspiro mientras escuchaba sus lamentos: era como una pequeña niña indefensa, pero perdida en el desolado desierto del amor no correspondido. Negó con la cabeza y se sentó en la cama junto a Lucinda mirando hacia las paredes que, esas feas paredes con ese ridículo empapelado floral rosa chillón, dañaban su vista. Sobó la espalda de la víctima, le dijo que todo estaría bien, aunque ni siquiera estuviera convencida de sus propias palabras. Pero no importaba que tan falso aquello hubiera sonado, era lo que necesitaba escuchar en ese lamentable momento. —Antes de irse —murmuró Lucinda entre los hipos provocados por el llanto —, me lanzó un gel diciendo que lo necesitaría. —Eso es nuevo —Lucinda se colocó de pie y se acercó a su escritorio rebuscando entre el desorden la botella de gel —, y muy extraño —la botella voló hasta la cama y Ana giró la cabeza hacia la botella transparente con una etiqueta mal hecha. Una de sus cejas se levantó con curiosidad y tomó con dos dedos el objeto, prácticamente, con asco —. ¿Dignidad? —¿qué clase de broma cruel era eso? Se dijo irritada. Algo se removió en su interior, sí, sus ansias por estrangularlo regresaron y esta vez ni la infelicidad de Lucinda la detendría —. Está muerto. —Ana... Era tarde, Ana se había largado por la puerta echa una furia. Ni el mismísimo demonio se hubiera atrevido a cruzarse en su camino. Lucinda se colocó, a una velocidad inhumana, las pantuflas en forma de perritos y una chaqueta apenas lo suficiente gruesa, para salir al helado exterior que no había tocado en semanas a causa de aquel infortunio. Conociéndola, sabía que no lograría detenerla y una parte de ella deseaba, con gran fervor, no llegar a hacerlo. ~•~ —Eres preciosa, cariño. Tylor Cooper le sonreía con coquetería a una muchacha que reía tontamente a su lado. Se podría decir que era el típico casanova y todo lo que tenía de atractivo, lo tenía de estúpido. A Ana nunca le había infundido confianza; siempre supo que era un ser despreciable desde el primer instante en que lo había visto. Claramente, aquello era algo que, sin pelos en la lengua, se lo había mencionado a su mejor amiga, ¿pero cómo podría haber luchado contra ese enfermo amor ciego? Ah, pero ahora tenía terreno libre para partirle la cara. —¡Cooper! —no fue difícil encontrarlo, el idiota siempre frecuentaba el mismo café desde que era un puberto sin gracia; se lanzó hacia él y lo derribó de un limpio puñetazo —. Creo que olvidaste esto, bastardo maldito —le tiró el gel en la cara.
Saludos. No tengo mucho que señalar aquí: "...Dijese lo que dijese..." "...como dos canillas rotas..." ¿A qué te refieres con canillas? "...mirando hacia las paredes, esas feas paredes con ese ridículo empapelado floral rosa chillón que dañan su vista...." Imagino son personajes de algún otro fic que tienes en el foro. Y me dirán presumido, pero no tengo idea qué había en el frasco de gel. "Empecé a escribir y cuando me fijé, me había pasado de las 750 palabras" ¿No era "mínimo" el número del dado x 150?
Ah, vaya no comprendí entonces lo que había querido decir Morde (ERROR MÍO). Gracias por las correcciones, las aprecio mucho (ya me pongo a corregirlos ). Canillas son ¿grifos? Por donde sale el agua (no sé si me explico). Sobre lo otro, no es lo que tenía el gel, sino por lo que decía la etiqueta del gel, que era "Dignidad". Y los personajes no son de otros fics, que yo sepa .
¡Hola! Bien merecido se tenía ese golpe y creo, que fue poco XD hubiese sido bueno que hubiese alguien filmando todo y subiera el video a compartirlo en Internet ¡qué genial habría sido! Me gustó mucho. ¡Un abrazo!