Long-fic de Inuyasha - Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por The Lady, 25 Noviembre 2009.

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    The Lady

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    Tauro
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    Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)
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    Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Rin se muda a Tokyo y se topa con Sesshoumaru. El destino los volverá a unir por una simple llave y ella se enterará del secreto de la familia de Sesshoumaru. Pero no sólo sabrá ese secreto, sino que también se involucrará en cierto asunto que él tiene que resolver...


    Bajo la luna creciente

    Capítulo I

    Cuando una voz anunció por los parlantes del tren bala la llegada a la estación de Tokyo, unos párpados fueron ascendiendo lentamente para dejar ver dos pupilas color chocolate que, al escuchar por segunda vez el anuncio, por poco se salieron de sus órbitas. Rápidamente, la poseedora de esos ojos tomó su valija que se encontraba en el asiento continuo al de ella, luego se agachó para agarrar su bolso de mano y terminó saliendo como un rayo por la puerta del tren.

    —¡Rin! —exclamó una joven con su mano alzada agitándola de un lado a otro.
    —¡Tanto tiempo, Sango-senpai! —contestó la aludida esquivando a toda la gente que había en aquel andén para poder llegar a quien la había ido a buscar.
    —No me digas así. Ya no estamos en el colegio. Es Sango nada más —sonrió con dulzura mientras observaba a la recién llegada —. Vaya, has crecido. Estamos iguales de altura.
    —¿Viste? Y no eres la única que lo ha notado. Mis abuelos, en las fiestas pasadas, también me dijeron lo mismo que tú y también mi hermano mayor y su esposa. Al parecer pegué el estirón el año pasado —habló Rin con mucho entusiasmo.

    Sango abrió sus ojos café ante todo el comentario de su amiga y no pudo evitar que una pequeña risa se le escapara, pero para evitar reír a carcajadas se tapó la boca con su mano. La otra se la quedó mirando extrañada.

    —Perdona, pero es que sigues hablando… bastante. Igual que cuando te conocí.
    —Hay cosas que no cambian, ¿verdad? —sonrió Rin encogida de hombros.

    Las dos jóvenes mujeres salieron de la terminal y se dirigieron a uno de los tantos taxis que había a la salida de ese monumental edificio. El viaje fue largo debido al tránsito que había ese día, sin embargo, Rin estaba maravillada viendo los enormes rascacielos y los carteles virtuales de colores llamativos.

    Antes de llegar a su destino, Sango decidió llevar a la pueblerina a la que según su opinión era la mejor heladería de la ciudad, Nishino’s Cream.

    —Debe ser muy buena. Mira la fila que hay —comentó Rin a la vez que la puerta del taxi se cerraba detrás de ella.
    —Es excelente —corrigió la otra comenzando a hacer la fila para sacar su pedido —. Debes estar cansada del viaje, espérame en la plaza.
    —Esta bien, pero los gustos…
    —Frutilla a la crema y sambayón —espetó Sango.

    Rin asintió y tomando su valija y bolso de mano, dio media vuelta y cruzó la calle. Al llegar a la plaza su vista se deleitó con los árboles de cerezos en flor, cuyos pétalos rosados caían y adornaban el sendero de aquel parque. Al ver que había un banco por el camino, decidió sentarse en él a esperar a su amiga y la que hubiera sido su… Rin movió su cabeza de un lado a otro y trató de no pensar más en ese asunto. Cerró los ojos y trató de escuchar los nuevos sonidos que la rodearían desde ese momento en adelante, o por lo menos hasta que se graduara de la Universidad de Tokyo. Repentinamente, un zumbido bastante fuerte comenzó a retumbar en el oído de la joven. Un zumbido que no le agradaba demasiado. Cuando abrió sus ojos para ver qué era, no vio nada, luego dirigió su mirada para un costado y ahí estaba la razón del sonido. Un cuerpo alargadito, con la mezcla de los colores amarillo y negro. Así era, una avispa.
    —¡Kya! —gritó Rin desesperada tirándose al suelo al no saber cómo escapar de tan abominable criatura. Las odiaba, odiaba a las avispas y a cualquier otro insecto que tuviera un espantoso aguijón listo para atravesarle su piel.

    Al creer que el peligro ya había pasado, se levantó y miró detrás de ella. Parecía que se había ido. La joven suspiró y se llevó una mano al corazón, y nuevamente el zumbido. Sobre ella se encontraba la avispa, la cual fue directo al rostro de Rin. O eso creyó la joven.

    —¡Basta! ¡Fuera! —gritaba alzando sus manos y moviéndolas de un lado a otro mientras caminaba para atrás con los ojos cerrados, hasta que chocó contra algo.

    Inmediatamente, abrió los ojos y escuchó como algo líquido se golpeaba contra el suelo y empapaba a penas su jean color azul oscuro. No. No podía haber hecho lo que creía que había hecho. Rin se volteó lentamente, con una expresión algo atemorizada y vio a un hombre alto, con un rostro imperturbable mirándola fijamente con una botella medio vacía.

    —Perdón —fue lo único que logró decir al ver la camisa blanca toda mojada. Luego miró el contenido del frasco y lanzó otro suspiró, como aliviante —. Mire el lado bueno, es agua simplemente.

    Rin le sonrió al hombre, pero no obtuvo ningún tipo de comentario a cambio, ni siquiera un insulto. El hombre de rostro de piedra se la quedó observando con esos ojos ámbares tan peculiares que poseía

    —Muévete — dijo súbitamente. Su voz era muy varonil, firme y no contenía ni una pizca de emoción.
    —Por supuesto —obedeció la joven haciéndose a un lado y vio como ese extraño hombre pasaba a su lado, con un andar sereno.

    No sólo sus ojos eran llamativos, sino también su cabello plateado, largo y sedoso.

    —¡Rin, los helados! —exclamó Sango levantando el que era el de la otra joven.

    Rin se apresuró a ir a su encuentro y tomar su cucurucho, pero notó algo brillando en el suelo. Era una llave. Rápidamente, la tomó, la guardó en un bolsillo y siguió hasta donde se encontraba Sango.



    Luego de caminar unas cinco cuadras, las dos muchachas se detuvieron frente a un edificio pintado de un amarillo muy suave que ya estaba algo gastado. Era una residencia estudiantil.

    —Aquí es donde vivirás. No es un hotel cinco estrellas, pero es cómodo y la comida es buena —explicaba Sango mientras se adentraban en el lugar.

    Las dos jóvenes fueron hasta la recepción, cada una cargando algo del equipaje de Rin. Al llegar allí, un anciano calvo con ojos saltones las atendió.
    —Sango-san, ¿esta linda muchachita será nuestra nueva huésped? —preguntó tomando un libro viejo de hojas amarillentas.
    —Así es, Totosai-san.
    —Soy Amaii, Rin. Un placer —sonrió la muchacha.
    —El placer es mío. A ver, dónde te ubicaré… Ups, no hay habitación.

    Un silencio incómodo llenó la sala. Rin aún seguía sonriendo.

    —Es una broma, ¿verdad? —preguntó ella.
    —No, no lo es.
    —Ya veo.
    —Sí.
    —¡Tiene que ser una broma! ¡Son cerca de las ocho de la noche y no puedo salir a buscar otra residencia!
    —¡Totosai-san, tiene que hacer algo! No la puede dejar en la calle —suplicó Sango tomando a Rin de los hombros.

    El anciano volvió a recorrer con sus arrugados dedos los renglones de las hojas.

    —Hay una habitación que podrías compartir, pero es…
    —La acepto. Yo no tengo ningún tipo de problema en compartir. Es más, me parece lógico. Es más barato para las dos.
    —Los dos —corrigió Totosai.
    —¿Cómo?
    —Que son los dos. Es un hombre con el que tendrías que compartir la habitación.
    —¿Qué cosas dices, Totosai-san? —se llevó Sango una mano a las mejillas —. Rin debe estar con una mujer . No puede compartir la habitación con un hombre.
    —No hay problema —dijo Rin.
    —¿Qué? —preguntaron los otros dos al unísono.
    —Que no hay problema. A mí no me molesta. Es decir, porque comparta la habitación con un hombre no significa que sí o sí vaya a tener relaciones con él —explicó con una sonrisa en sus labios—. La tomo, Totosai-san.

    El viejo enseguida le dio la llave de la habitación, cuyo llavero decía 34. Así, las dos muchachas se dirigieron al ascensor. Sango, luego de que Rin insistiera, bajó en el segundo piso para ir a su habitación y descansar de su día como guía. Mientras tanto, al llegar al tercer piso, la otra chica fue buscando en los carteles de la puerta la que coincidiera con su llavero. Al hacerlo, dejó a un lado sus valijas y colocó la llave en la cerradura para entrar en su nuevo hogar.

    Una vez abierta la puerta, Rin vio dos camas separadas por una mesa de luz. Una de ellas estaba completamente desarmada y había calzoncillos sobre ella. Luego, a un costado había una mesa rectangular no muy grande, pero con dos sillas de cada lado. Siguiendo esa dirección había una puerta, al acercarse a ella Rin se percató que era un baño pues oía el agua de la ducha correr. Repentinamente, ésta cesó, pasaron algunos segundos y la puerta del baño se corrió abruptamente.

    Ojos ámbares se encontraron con ojos chocolate. Rin parpadeó varias veces al ver esos mismos ojos y ese mismo cabello plateado.

    —¿Qué hace una mujer en mi habitación? —gruñó el nuevo compañero de cuarto de Rin.

    La voz, esa voz no se parecía en nada a la que había escuchado antes. Era mucho más energética, vivaz. Tampoco el cabello era igual, éste ere menos lacio y más grueso. Y sus ojos, sus ojos irradiaban emociones y tenían como una chispa de rebeldía.

    —Yo soy tu compañera de cuarto —contestó con alegría —Soy Amaii, Rin. Un placer.
    —Keh, no puedo compartir la habitación con una mujer. Tienes que irte. Debe haber habido algún error —habló el joven pasándose una toalla por la cabeza.
    —No, no lo hay. No quedó ninguna habitación libre, así que esta fue mi única opción —explicaba la muchacha mientras adentraba su equipaje a la habitación.
    —¡Oye, no pienso compartir esta habitación con una mujer! —sentenció el joven.
    —¿Y si fuera hombre?
    —Un hombre que parece tener noventa de corpiño, keh —se cruzó de brazos con el ceño fruncido.
    —Ay, sí. También crecieron —habló Rin sin ningún tipo de inhibición, luego volvió al tema inicial—. La cuestión es que no puedes echarme, no tendría donde dormir.
    —No es mi problema —seguía diciendo con los brazos cruzados y los ojos cerrados.
    —Prometo hacerte la cama y acomodar tus cosas si me dices donde van…

    Hubo unos segundos de silencio.

    —Yo soy Inuyasha —fue lo único que respondió mientras agarraba uno de los tantos calzoncillos que había en la cama y se dirigía al baño.
    —Un placer conocerte —dijo Rin con una voz llena de júbilo.

    Afortunadamente, ya había solucionado su problema. Lo que seguía era desempacar y empezar a sentirse como en casa.

    Al pasar un poco el tiempo, Rin ya se encontraba acomodando sus zapatos del lado del armario que le había tocado, mientras su compañero aparentemente se arreglaba para salir esa noche.

    —Vaya, ¿a dónde vas? —preguntó Rin al ver como éste se ponía perfume en el cuello — ¿Te verás con una chica?
    —No te importa.
    —Tienes razón… Lo mejor es que vayan a ver una película de terror en mi opinión. Si es buena, ella se asustará y te tomará del brazo —explicó la joven mientras sacaba las últimas cosas de su bolso de mano.
    —No necesito eso, no es la primera vez que salimos —le dijo el otro tomando su chaqueta negra. Al segundo, largó un chasquido—. Me delaté…

    Rin comenzó a reír e Inuyasha la miró con el ceño fruncido, movió su cabeza a un costado como ofendido y terminó partiendo sin siquiera saludarla, dando un fuerte golpe a la puerta.

    Por su parte, la muchacha seguía riendo mientras se dirigía al baño a dejar algunas de sus pertenencias. Su compañero de cuarto le resultaba divertido. Sin embargo, la diversión acabó al ver que su bolso había quedado completamente vacío.

    —No… y yo ya estoy en esos días. —Se golpeó con la palma de la mano la frente y su rostro se mostraba algo preocupado.

    Inmediatamente, recordó algo. Buscó su llave por la cama, la tomó y se la guardó en el bolsillo del jean. Agarró una cartera pequeña y salió de la habitación. Justo el ascensor estaba parado en el tercer piso, así que con apretar el botón las puertas automáticas se abrieron.



    Estaba sobre la vereda escuchando los autos pasar, escuchando el ruido de un tren lejano y bajo una luna creciente. Cuando se disponía a caminar, una voz lo hizo frenarse.

    —¡Qué lindo! —Apareció una muchacha de largos cabellos negros que lo miraba con una expresión llena de emoción — ¿Qué hace un cachorrito tan lindo solo?

    Rin se agachó y estiró una de sus manos para que el perro la oliera, pero éste siguió de largo esquivando a la joven.

    —¿Por qué me ignoras? —preguntó poniéndose de pie y volteando para seguirlo.

    El cachorro de pelaje blanco continuaba caminando sin prestarle la más mínima atención a la muchacha. Sin embargo, repentinamente, se vio en el aire, por lo que reaccionó lanzando un chillido.

    —No te asustes, no te haré daño. —Lo tomó Rin en sus manos y se lo llevó contra el pecho—. Pero qué lindo eres. Esos ojos dorados son hermosos.

    El perro intentaba zafarse de su agarre, pero parecía tarea imposible.

    La chica, acompañada por el cachorrito, espió por la vidriera del convini al cual entraría y vio que tan sólo había un hombre atendiendo, aunque lo de atendiendo lo tendría que poner en duda puesto que el individuo estaba completamente dormido y con una lata de cerveza a su lado.

    —Perfecto —murmuró y se adentró en el local saludando al buen hombre que sabía que no le respondería ni en sus sueños.

    La joven dio un rápido vistazo por las góndolas hasta encontrar lo que quería. Al hacerlo, se quedó mirando la infinidad de marcas que había y trató de elegir las más baratas ya que sus padres tardarían en enviarle la plata para sobrevivir en una ciudad tan cara como la de Tokyo.

    —¿Sabes, cachorrito? No sé por qué hay tantas marcas de esto. Que algunas tienen algo más absorbente que otras, que son más suaves, que tienen perfumito… blablabla —comentaba Rin al canino entre sus brazos, el cual parecía mirar aburrido a los estantes.

    Una vez elegidas las toallas femeninas, Rin comenzó a dirigirse a la caja para despertar al hombre y pagarle, pero en el camino vio que en una de las góndolas había un paquete colorido que en su interior llevaba hanami dango. La joven se quedó contemplando el paquete y luego lo tomó entre sus manos.

    —¿Sabes cachorrito? Yo solía comer esto con mi exnovio. Lo solíamos comer en estas épocas mientras mirábamos las flores de cerezo en mi pueblo natal. Pero ya no. Ya no estamos más juntos. Cosas de la vida, supongo —habló Rin con cierta nostalgia.

    Repentinamente, el pequeño canino estornudó ya que una mosca había pasado muy cerca de su nariz, provocándole cosquillas.

    —Eres tan tierno —exclamó ella abrazándolo y volviendo a su estado de alegría natural.
    —¡Oye, niña! —gritó alguien.
    —¡Perdón! Yo no quise entrar con mi perro, pero… —Rin dejó de inventar una excusa cuando vio frente a ella a un hombre agitado de piel cetrina.
    —El cachorro, dámelo —ordenó el hombre.

    Rin se quedó observando al individuo vestido en un traje verde oscuro con unos pantalones marrones. Era bastante petizo ya que su altura apenas llegaba al mentón de Rin y su cabeza podía funcionar de espejo de lo calva y lustrada que era.

    —¿Es de usted?

    Hubo un silencio.

    —¡Por supuesto que sí! Es de la familia en la que trabajo. Es su querida mascota y por eso debes devolvérmela. —Señaló con mucho ímpetu al pequeño cachorro de suave pelaje blanco que se encontraba entre los brazos de Rin.
    —Ya veo. —La muchacha alzó al canino y se quedó viendo una vez más su hermoso y tierno rostro —. ¿Sabe qué raza es? Porque yo no lo sé. Es blanco, de ojos dorados, de orejas largas y pomposas.

    Rin acercó la mojada nariz blanca del cachorrito a la suya y movió la de ella de un lado a otro, pero pareció no obtener respuesta del perro. Aún así, ella siguió sonriendo.

    —¡No hagas eso niña! Ese perro es muy especial, es de una raza rarísima y única en Japón y le pertenece a una familia rica en Tokyo.
    —¿Pero de qué raza es? —era lo único que le importaba.
    —No te lo puedo decir.
    —¿Por qué?
    —¡Niña irrespetuosa! ¡No te importa! —El hombre estaba crispado.

    Rin suspiró y le entregó el perro.

    —Tome, pequeño hombre.
    —No me digas así —masculló con el ceño fruncido.
    —¿Y cómo te puedo decir?
    —Yo soy Jaken, el gran Jaken —se presentó cuando ya se disponía a marcharse.

    Rin río ante la ironía que había en lo que dijo, pero se tapó la boca para intentar que el otro no se percatara.

    Así fue que Rin vio marcharse al cachorrito en manos de un hombre malhumorado. Ella creyó que nunca más volvería a ver a ese pequeño perro.

    Por alguna razón, Rin llevó su mano al bolsillo donde guardaba la llave de su habitación y notó que había otra con ella, la sacó. Era pequeña, parecía de esas llaves que abrían algún cajón de escritorio, o quizás algún cofre donde se guardaran cosas importantes.

    —Esta llave tiene que volver a su dueño…

    Continuará…

    ¡Espero que hayan disfrutado el primer capítulo de este fic! Va tener comedia y romance a su debido tiempo, jaja. Igual no planeó hacerlo muy largo, pero aun así espero tener seguidores que me vayan diciendo qué les parece :D

    Con respecto al apellido de Rin, quería comentar que Amaii significa dulce en japonés. Creo que va perfecto con la personalidad de Rin.

    ¡Nos leemos la próxima!

    The Lady
     
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    sessxrin

    sessxrin Fanático

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    hola!!!!
    acabe de leer el capitulo, y la historia se ve interesante, no vi errores, y me gusta como narras. estaré esperando la continuación.

    chaolines!!!!
     
  3.  
    pomy

    pomy Usuario popular

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Bueno, no tengo demasiado tiempo para comentar. Adivino que sos argentina, ¿me equivoco? Me encantó el inicio de esta historia, la seguiré de cerca. Además, me dio gracia cómo convenció a Inuyasha para quedarse en el cuarto, no puedo esperar a leer más :D

    Beso, Pomy
     
  4.  
    Heather

    Heather Fanático

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Nunca creí que llegaría a leer un fic entre Rin y Sesshoumaru, pero el tuyo será el primero, y tal parece que promete cosas muy buenas.
    Tu forma de narrar se me hace tan explicita, tan entendible. Lo haces de una manera cómoda.

    Rin me mata de risa, que afortunada es al ver a Inuyasha en toalla O. o mejor aún, lo afortunada que es en dormir en el mismo cuarto, yo me muero.
    Ósea que cuando una avispa atento contra la vida de Rin Loool, ella chocó en ese momento con Sesshoumaru, de allí la llave perdida.

    Tengo una hipótesis acerca de ese perro, tal parece qué ese perro es Sesshoumaru de noche que se transforma O. o Puede que sí, puede que no. Pero sería una gran idea.
    Así que Rin se involucrara en la familia de Sesshoumaru.

    Me gusto lo atenta que era Sango con ella, un día de esto pondré a Sango de mala en algunos de mis fic’s, ya que siempre es la buena amiga de todos. Y Rin tenía razón en lo que dijo acerca de las toallas, que sí son de olores, más absorbentes, etc etc…

    Bueno me despido. Espero el próximo capítulo pronto, trata de darle entusiasmo al fic y no abandonarlo para que consigas muchas seguidoras de esta historia que promete mucho.


    Heather.
    :cosita:
     
  5.  
    olga

    olga Usuario común

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    holaa!
    acabo de leer el capi
    y me parecio muy interesantee
    jajaa inuyasha siempre taan niñoo
    jeejeje me encanto lo de la avispa sabes por ke
    por ke me sono a mi io levanto al mundo por ke una avispa no me pike jajajajaa bno nos seguimos leyendooo cuidathee bye bye!
     
  6.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

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    Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Bajo la luna creciente

    Capítulo II

    La luz del sol matinal entraba a caudales por una ventana, la cual estaba abierta desde un costado y permitía que el aire fresco se metiera en la habitación. Dentro de una de las camas alguien se movía de un lado a otro, completamente tapado y mostraba de esa manera su disgusto por la luminosidad que había en ese momento.

    —Inuyasha, ya es hora de levantarse. Son las nueve de la mañana y hay que ir a desayunar —habló Rin mientras se peinaba su largo cabello negro y miraba las sábanas que tapaban al joven—. Me dijeron que hacen una sopa de miso exquisita en el desayuno y que también hay algunas comidas de los desayunos occidentales. Parece muy bueno todo, ¿verdad? Si es así de rica la comida yo diría que esto se parece más a un hotel de alta categoría que a una residencia estudiantil. ¿Sabes? Yo jamás comí…
    —Ahí me levanto —dijo Inuyasha con una voz media lúgubre. Su cabello era un completo desastre y ocultaba gran parte de su rostro—. Mujer, como hablas.
    —Sí, se podría decir que es una de mis características —río Rin.

    Inuyasha, haciendo a un lado sus mechones plateados, la miró con los ojos fruncidos y luego bostezo sin molestarse en tapar su boca. Se levantó, fue al armario, sacó ropa y se giró para mirar a Rin.

    —De acuerdo, me iré al baño a meditar mientras te cambias —dijo ella sin más remedio.


    Cuando los compañeros de cuarto entraron en el gran comedor, alguien apareció detrás ellos y les golpeó los hombros para que voltearan.

    —Pero si estás acompañado por una bella muchacha, Inuyasha. Yo soy Houshi, Miroku. Un gusto conocerte —se presentó un joven hombre de cortos cabellos castaños sonriéndole a Rin de una manera seductora.
    —Mucho gusto. Yo soy Amaii, Rin —contestó ella con sus labios curvados formando una dulce sonrisa.
    —¿Ella fue la afortunada que llevaste al cine?—lo codeó Miroku a su amigo.
    —Keh, por supuesto que no. Y no te la presentaré hasta que cambies tus modales. —Se cruzó de brazos Inuyasha mirando muy seriamente a su amigo.

    Mientras los jóvenes discutían, Rin buscaba de un lado a otro a su amiga, pero no la veía por ninguna parte.

    —¿Te pasa algo, Rin? —preguntó Miroku al ver el rostro de desconcierto de la joven.
    —Estoy buscando a una amiga. Su nombre es Sango, no sé si la conocen.
    —¡Por supuesto que la conozco! —exclamó Miroku—. Es una bella mujer de largo cabello castaño oscuro atado a una colita. Sus ojos cafés traen una paz inimaginable. Su figura esbelta está para ser retratada…
    —Miroku…
    —Su trasero es tan… —Un golpe en la cabeza hizo que el joven se callara.
    —Desgraciadamente, lo conozco a este sujeto —habló Sango con cierto rencor hacia el aludido—. Y supongo que este será su amigo… no sé si pervertido…
    —¡Oye, yo no soy como él! —gritó Inuyasha señalándolo con su dedo índice.
    —Ya que estamos todos aquí, ¿por qué no desayunamos juntos? —sugirió Rin con cierta emoción en la voz.

    Miroku apoyó la moción dirigiendo sus ojos azules a Sango, la que no parecía muy convencida de compartir una mesa con aquel individuo, pero para no desfigurar el rostro de felicidad de su amiga, terminó aceptando. Por su parte, Inuyasha tan sólo emitió un “keh” y fue en búsqueda de su desayuno.

    La mesa en que estaba sentado el cuarteto estaba adornada por los cuencos que contenían la sopa de miso y los que llevaban el arroz blanco y por las tazas de té de hermosas cerámicas de suaves colores.

    A mitad del desayuno, Rin trató de acomodarse mejor en el asiento y al hacerlo sintió una puntada en su parte trasera. Inmediatamente, recordó que había puesto dos llaves en el bolsillo de su pantalón de jean celeste claro. Las sacó y las puso sobre la mesa. La más pequeña de las llaves le llamó poderosamente la atención al joven que estaba sentado frente a ella. Tanto lo afectó que a los segundos de haberla colocado en la mesa, la tomó salvajemente.

    —¿De dónde sacaste esta llave, Rin? —preguntó Inuyasha fijándose en la parte superior de ésta, donde estaba gravada una pequeñísima luna creciente.
    —Ayer me choqué con un sujeto y supongo que ahí fue donde se le cayó, pero me percaté tarde para devolvérsela —contestó a la pregunta y rápidamente comento: —. Tú tienes un gran parecido a ese tipo. ¿Acaso son parte de alguna tribu urbana que se tiñe el cabello de plateado?
    —Mi pelo es real y también lo es el del hombre que te encontraste —le informó Inuyasha tirándole la llave devuelta a la joven.
    —¿Conoces al dueño de la llave? —preguntó Sango.
    —Desgraciadamente, es mi medio hermano.
    —¿Tu hermano? —repitió Rin.
    —MEDIO hermano. Sí quieres devolvérsela yo sé la dirección donde lo puedes encontrar. Yo solía vivir allí.
    —Pero debe quedar lejos, digo, por eso estás en esta residencia, ¿verdad? —cuestionó Sango con la taza de té entre sus manos.
    —No, estoy aquí porque fue lo más barato que conseguí para poder pagarlo yo. En realidad yo vivo en Tokyo.
    —Lo que sucede es que Inuyasha no soporta a su medio hermano, Sesshoumaru —explicó Miroku pasándose una mano por su corto cabello—. Él estudió en el exterior y al volver a Japón se instaló en la casa familiar, así que…

    Hubo algunos segundos de silencio combinados con miradas dirigidas hacia Inuyasha por parte de las muchachas.

    —¿Me puedes decir la dirección? —preguntó Rin rompiendo el silencio—. Así le devuelvo esto a tu medio hermano.



    Rodeada por un murallón de piedra se encontraba la casa de la familia de Inuyasha y su medio hermano. Rin, tras recorrer toda una parte de murallón que parecía no tener fin, divisó las rejas que le permitirían acceder a la propiedad. Al estar ahí, tocó un timbre que estaba pegado a la gran pared de piedra y la atendió una voz que era masculina, pero bastantee chillona, vieja y malhumorada. Por alguna razón, pensó haberla escuchado antes. La joven explicó la razón de su visita e inmediatamente, las rejas se corrieron a un lado.

    Al introducirse en la propiedad, Rin se vio rodeada de un hermoso jardín perfectamente podado y adornado con pequeñas flores de colores lilas y rosas pálidos. Era una preciosura aquel lugar. Sin embargo, no pudo contemplar mucho más el jardín de la entrada porque un hombre petizo apareció en la puerta de la gran casa, la cual tenía una arquitectura tradicional japonesa, con esos techos cuyas terminaciones se doblaban a penas para arriba.

    —No tengo todo el tiempo, ¿sabes? —dijo el hombre de piel cetrina que Rin, al acercarse cada vez más, reconoció inmediatamente.
    —Tú eres el pequeño hombre que se llevó a ese cachorrito tan particular.
    —¡Mi nombre es Jaken! —la corrigió ya encolerizado.
    —Jaken-san, no es bueno estar de malhumor todo el tiempo. Debería tranquilizarse —aconsejó Rin brindándole una de sus famosas sonrisas.
    —Ya se me hizo conocida tu cara cuando tocaste el portero. Pero no pensé que efectivamente serías tú, niña —comentó el viejo hombre mientras le hacia un ademán con su mano para que la joven lo siguiera.

    Al adentrarse en la mansión, se percató que toda la fachada tradicional de su país permanecía puertas para fuera ya que puertas para adentro era una mansión moderna donde ni siquiera hacia falta quitarse el calzado.

    Frente a ella había un gran living comedor iluminado por el sol que entraba de los dos ventanales que había a cada lado de la enorme habitación. El lugar que sería el living estaba desnivelado y compuesto de tres sofás de dos plazas, una pequeña mesa ratona y un plasma.

    La mirada de Rin se detuvo en el sofá del medio, donde una figura conocida se hallaba sentada leyendo un libro, el cual dejó sobre la mesa al sentir la presencia de alguien. El hombre se levantó y se acercó a un paso sereno hacia la muchacha.

    En ese momento, Rin pudo volver a ver con más detalles las facciones del hombre que se chocó el día anterior. Su mirada ámbar era fría y esos ojos, rasgados, parecían penetrar hasta el fondo más incógnito del alma de la joven. Su cabello era tal cual lo había visto el día anterior, plateado, lacio, sedoso y no había ni un pelo fuera de su lugar. Rin ya se estaba preguntando qué tipo de producto usaría. Y sus labios, su nariz, todo parecía estar en perfecta armonía en ese rostro, al igual que en su cuerpo…

    —La llave —. La voz profunda y firme del joven hombre pareció devolver a la tierra a Rin.
    —Disculpe, Sesshoumaru-san. Tome, aquí tiene —sonrió ella colocando la llave en la mano abierta de aquel individuo que alzó una ceja ante lo que había dicho la chica—. ¿Qué sucede?
    —¿Cómo sabes mi nombre?
    —Ah, perdone. Yo llegué aquí porque su medio hermano fue el que me dijo que esa llave era de usted —comenzó a relatar Rin—. Inuyasha y yo somos compañeros de cuarto, por si se pregunta cómo lo conozco. Un tanto refunfuñón él, pero me agrada. ¡Por cierto! Me quiero disculpar por la otra vez. No fue mi intención mojarlo, pero supongo que no hubo problema con su camisa porque era agua lo que se le cayó encima, ¿verdad?
    —Tienes suerte de que haya sido agua, niña —se metió Jaken en la conversación.
    —Me alegro —dijo Rin y luego volvió a observar a Sesshoumaru —. Usted no es tan grande, por eso, ¿lo puedo dejar de tratar como usted?
    —Haz lo que quieras —respondió también observando a la joven que se encontraba parada frente a él, mirándolo con cierta admiración. Pudo notar que su mirada era como la de una niña inocente.

    Sesshoumaru se dio la vuelta y comenzó a caminar para salir del living comedor, pero un comentario de Rin hizo que se detuviera.

    —Tienes un lindo cachorrito y muy tierno, por cierto —le dijo la joven sonriéndole.
    —¿Tierno? —repitió Sesshoumaru mirándola de soslayo, apenas girando su cabeza para la dirección donde estaba ella.
    —¡No le puedes decir tierno al perro de la familia! ¡Sería un insulto! —gritaba Jaken acercándose peligrosamente a la chica.
    —¿Por qué llamar a un cachorro tierno es un insulto? No lo comprendo —cuestionó Rin con una expresión incrédula en su rostro.
    —¡Tú no sabes nada! No vuelvas a llamar tier- —
    —Silencio —ordenó Sesshoumaru tajantemente e hizo que su sirviente lo obedeciera en enseguida—. Te puedes retirar.
    —Sí, claro. Fue un gusto volver a verte. ¿Quieres mandarle un saludo a tu hermano? —Sesshoumaru la volvió a mirar de soslayó pero con su ceño fruncido—. Perdón, medio hermano.

    Rin rió nerviosamente y no obtuvo ninguna respuesta por parte del frío hombre. Éste siguió caminando para retirarse del lugar.

    —Mándele un fuerte abrazo a tu lindo cachorrito. Espero alguna vez volver a verlo —dijo Rin muy animada mientras ella empezaba a caminar para la dirección contraria que uno de los dueños de la casa.

    Sesshoumaru no estaba acostumbrado a ver jóvenes mujeres que ni bien lo mirarán no intentaran seducirlo por lo sobrenaturalmente bello que era. Esa muchacha, de la cual no sabía el nombre y tampoco le interesaba, lo miró con unos ojos brillantes llenos de inocencia y donde se podía leer claramente cierta adoración. Esos mismos ojos que miraron a su perro, pero con ternura a diferencia de adoración.



    Esa misma noche, Rin y Sango fueron a tomar unos tragos a un bar que quedaba en el barrio de Shibuya. En aquel antro de fuerte música y luces tenues, las dos jóvenes, sentadas sobre la barra, reían y hablaban de su vida en su pueblo natal y Rin le contaba todas las novedades que la otra se había perdido por haberse ido a vivir a Tokyo. Luego, hablaron de Sesshoumaru y lo extraordinariamente bello y sexy que le había parecido a Rin. En ese momento fue que su charla acabo, ya que a pesar de que habían tomado algunos vasos de cerveza, las dos sabían que el hablar de chicos remitía a una situación no muy feliz que le había ocurrido a la más joven de las dos con el hermano menor de Sango.

    —Sango, por qué no volvemos a la residencia —preguntó Rin bajándose torpemente de la silla giratoria en la que estaba.
    —No puedo, ¿recuerdas que te dije que me encontraría con unas compañeras de la facultad? Y no puedo no estar con ellas porque luego soy yo la que se encarga de llevarlas sanas y salvas a sus casa —explicó la joven largando un suspiro.

    Rin asintió con una sonrisa y apoyó una mano en el hombro de su amiga para despedirse.

    Una vez fuera del local, Rin comenzó a caminar por la vereda rodeada de varios carteles coloridos que la acechaban tanto en el firme suelo por donde ella transitaban como en las alturas, ya que éstos eran parte de altos edificios. Su cabeza le dolía bastante y no podía ser por otra cosa más que por la cerveza, que encima la había tomado sin comer demasiado en la cena. Cuando comenzó a ver cada línea del suelo doble, ya se preocupó. Perfecto, estaba borracha y no sólo se encontraba ebria, sino que además estaba sola.

    —¿Por dónde estaba la parada del colectivo? —se preguntó llevando su mano a la cabeza la cual parecía que explotaría en cualquier momento.

    La joven siguió caminando tratando de recordar donde se encontraba la parada del transporte que la llevaría a su casa, pero ahora lo hacía como si estuviese meditando, con los ojos cerrados. Los pies de ella se seguían moviendo sin saber a donde irían. El ruido de un camión la hizo volver en sí, pero cuando volteó lo único que vio fue una luz que la encandiló.

    Un fuerte tirón de brazo, la luz del camión y el color plateado; eso fue lo último que vio Rin antes de desmayarse.

    La joven cayó en los brazos de un hombre vestido en una sencilla chomba negra con un pantalón color blanco. El hombre, Sesshoumaru, reconoció a la joven de la solera anaranjada como la que había ido ese mismo día a su casa y a la que había conocido cuando ésta trataba de huir de una avispa.

    —Despierta —dijo moviéndola un poco entre sus brazos, pero no obtuvo reacción alguna. La joven estaba completamente desmayada y sin intención de abrir sus ojos.

    Sesshoumaru se puso de pie cargando a la muchacha y comenzó a caminar en la dirección que se había ido aquel camión. Cruzó la calle de doble mano y llegó a una limusina que lo esperaba hacia más de una hora.
    Cuando Jaken vio a su patrón acercarse con una chica entre sus brazos, inmediatamente bajó del auto y abrió la puerta para que los dos pasajeros pudieran entrar sin problemas.
    Allí adentro, Sesshoumaru acostó a la joven en el asiento en diagonal a él y se sentó cerrando los ojos.

    Ese día no había sido uno muy bueno para él y no tenía ganas de ver la cara de su estimado medio hermano para que le arruinara aún más ese día. Por esa razón llevaría a Rin a su hogar.

    —Maldita bruja —murmuró abriendo los ojos y mirando con el ceño fruncido sus puños cerrados.

    Esa mujer había sido la causa de que ese día haya sido tan malo. Esa bruja no aparecía en ningún lugar y él la necesitaba. No podía soportarlo más. Los puños del joven hombre se tensaron y él solo quería matar a alguien.

    Un gemido hizo que la mirada ámbar de Sesshoumaru se dirigiera a la joven que dormía profundamente en su limusina. Por alguna razón, el contemplar a una persona que irradiaba inocencia lo hizo sentirse más tranquilo, y sus pensamientos se desviaron completamente de la bruja, su engaño y el problema fundamental.



    Los rayos del sol pegaban en el rostro dormido de Rin que parecía no responder a que tanta luz diera sobre éste. Sin embargo, los ojos de la joven se abrieron cuando escuchó el chillido de una puerta y encontró sobre ella un techo desconocido.

    —¿Dónde estoy? —fue lo único que atinó a decir y cuando se sentó sobre la cama, la cabeza le retumbo—. Qué dolor.
    —Toma. —Una mano misteriosa le entregó una pastilla. .

    Cuando la joven subió la mirada se encontró con ese bello y sexy rostro del que le había hablado a su amiga la vez anterior. No pudo evitar refregarse los ojos para saber si era real lo que sucedía.

    —¿Sesshoumaru? —preguntó. El otro no respondió a esa pregunta —. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me pasó? Es tu casa, ¿verdad?
    —Estabas borracha, te desmayaste y te traje a mi hogar —respondió muy sintetizadamente las preguntas de la joven.
    —¡Perdón! Yo no quise ser una molestia —exclamó Rin algo avergonzada tratando de recordar algo del día anterior —. Creo que es mejor que me vaya de aquí. No quiero ser una carga.

    Con eso dicho, la joven intentó de un solo impulso ponerse de pie, pero todo pareció girar alrededor de ella y rápidamente perdió el balance. Nuevamente, cayó en brazos de Sesshoumaru, pero esta vez, para su fortuna ella estaba completamente consciente. Cuando levantó su rostro vio que tenía el de Sesshoumaru sólo a centímetros de distancia.

    Es bellísimo —pensó contemplándolo.
    —Tienes resaca. Descansa un poco más —aconsejó el hombre, pero su voz hizo sonar a ese consejo como si fuera una orden.

    Rin asintió y volvió a acostarse en la cama.

    —¿Por qué tienes el cabello plateado? —preguntó Rin con ojos que le pesaban y una voz adormilada.

    La respuesta no tardó.

    —Soy descendiente de una famila de Inuyoukai.

    ¿Había dicho youkai? ¿Descendiente de una familia de Inuyoukai?

    Rin no pudo decir nada más porque enseguida todo se volvió oscuro.

    Continuará…

    ¡Muchas gracias por sus reviews, sessxrin, pomy y Heather Smith! Estoy muy feliz de que les guste mi fic :)
    Espero que disfruten este capítulo también.

    Con respecto al barrio de Shibuya, este un uno de los 23 barrios especiales de Tokyo y es muy popular entre los jóvenes. En él hay una zona que está lleno de clubes nocturnos (sería una especie de boliches, no me refiero a los cabarets) y otras cosas interesantes (love hotels, jajaja) para un público más adulto. Para más info, http://es.wikipedia.org/wiki/Tokio

    ¡Nos leemos la próxima!

    The Lady
     
  7.  
    sessxrin

    sessxrin Fanático

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    Pluma de
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    hola!!!!!
    wuaoo!!!cada vez me gusta como redactas es tan fácil y fluido leer, por eso es una de las cosas que me gusta leer tu Fanfic.
    la personalidad de Rin es como yo me la imagino, ¡hablando hasta por los codos xD! e Inuyasha tan lindo y despreocupado como siempre!!!!
    y Sesshoumaru tan encantador, nunca me imagine que la llevaria a la casa de él, aunque claro ya que la conoce...

    me pica la curiosidad ¿quien es esa tal "bruja"? no lo sé, pero tengo muchas ansias de saber...

    estaré leyendo tu fanfic....
     
  8.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Hola, vi cuando publicaste, pero no había tenido tiempo de comentarte, lo siento.
    Así que… empecemos.
    Me encanta cómo se lleva tu historia, es fácil de leer y tiene buen ritmo. No le he notado errores.
    Me gustó como manejaste la personalidad de Rin, dulce e inocente como siempre, je, y habladora, eso me encanta de ella. Me dio gracia la parte de la avispa, Dios, me estaba riendo sola.
    Me gustó el choque entre Rin y Sesshoumaru, es muy típico, siempre me ha gustado ese tipo de encuentro accidental. Me he intrigado con la llave que se encontró tirada.
    También amé el edificio, no sé por qué. Pero sin duda, lo más divertido a mi parecer fue el encuentro con Inuyasha. Fue graciosa la discusión con Inuyasha, me encanta la idea de que estén juntos en un cuartito, jeje.
    También me gustó el choque con Jaken. Eso es algo tan típico… “gran Jaken” jajajaja xD
    Nah, ¿de verdad Sesshoumaru se transforma en perro blanco en las noches de luna creciente? Creo que estoy fabulando
    Me encanta la relación de grupo que hay en esa residencia, nada más veo que falta Kagome… Me encantó la descripción de la mansión, wow, quiero uno de esos.
    Pero qué barbaridad las amigas de Sango. Por algo detesto el alcohol.
    Pobre Rin. Por algo será que nunca bebo, aunque debería considerar mis opciones y comenzar a beber, si es que eso puede llegar a hacer que termine en la casa de un muchacho adinerado. Claro que, de borracho, quien sabe en donde puede uno terminar… xD

    Y entonces él descubrió que ella era su equilibrio.
    Eso suena tan a mí…

    ¿Y a quien le dice bruja? Mira nada más.

    Pobre de Rin al despertarse —y no lo digo solo por la resaca—, me la imagino avergonzada, con la cabeza gacha y haciéndose hacia atrás… cualquiera se sentiría así de intimidado ¿no crees?


    Bueno
    Te estaré leyendo, mantenme al tanto.
    Luchy te saluda!
     
  9.  
    olga

    olga Usuario común

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    Escritora
    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    holaa!
    por dios el capitulo me gusto mucho cada vez se esta relacionando mas y mas con sesshoumaru y mira nada mas las coincidencias y nuestro mundo pequeño quien diria que lo volveria a ver que interesante... pero bueno nadamas leyendo un poco me emociono de mas jaja
    espero que despues de esto sigan conociendose mutuamente y que su relacion se vaya haciendo con mas lazos ok
    cuidate mucho, muschos saludos desde mexico!!!
     
  10.  
    Heather

    Heather Fanático

    Sagitario
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    Pluma de
    Escritora
    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Hola.
    Ya te había mencionado que me encanta la manera en la que narras, se hace tan entendible, todo está bien, la narrativa, la trama, los personajes. Sobre todo ellos, ya que no se salen de su propia personalidad.

    Rin es tan habladora x’DD. Espero el próximo capítulo.

    Heather.
    :cosita:
     
  11.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
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    Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Bajo la luna creciente

    Capítulo III

    Alguien sacudió el hombro de Rin una vez y no obtuvo respuesta de la joven que dormía placidamente. Nuevamente la sacudió, pero tampoco obtuvo respuesta. Una sonrisa malvada se dibujó en el rostro del hombre que la trataba de despertar y volvió a dirigir su arrugada mano al hombro de la chica, pero esta vez la comenzó a mover de un lado a otro, sin ningún tipo de compasión.

    —¡Ya me levanto! —exclamó ella quitándose la mano de encima, pero aún con sus ojos cerrados, los cuales no tardaron en abrirse para ver un ceño fruncido—. Jaken-san… ¿qué hora es?
    —¡Son la una del mediodía! ¡Vamos, levántate y vuelve a tu casa! —Le sacó las sábanas de encima.
    —¿La una del mediodía? —Se sentó abruptamente y con una expresión sorprendida —Cómo dormí… pero me hizo tan bien. Le tengo que ir a agradecer a Sesshoumaru.

    Con eso dicho, se colocó sus sandalias que combinaban con la solera anaranjada, y salió de uno de los cuarto de huéspedes. Sin embargo, a los dos segundos regresó.

    —Jaken-san, ¿dónde está su cachorrito?
    —¡Niña, no seas entrometida con las pertenencias de la familia! —Rin enseguida huyó de los regaños del viejo y fue en busca del hombre de imperturbable expresión



    Sentado en una mesa ubicada en el jardín trasero de la mansión, el hombre de larga cabellera plateada estaba dando vuelta a la página de un libro. Al finalizar de leer aquella, cerró el libro y lo depositó en la mesa junto a otros papeles que había en ella. Paso seguido, se recostó en la silla blanca y miró el cielo despejado de aquel día soleado.

    Ese cielo azul no le hubiera sido tan lejano de haber nacido youkai ya que podría haber volado por los aires libremente, sin que ningún tipo artefacto se interpusiera entre él y el cielo. Pero, a pesar de tener en sus genes algún rastro de esos seres sobrenaturales, predominaban mayoritariamente los humanos y eso lo demostraba su mortalidad, el no poder volar y el no poseer una fuerza descomunal.

    El hecho de pensar que alguna vez creyó poder convertirse en un youkai puro… Era pequeño en ese entonces y él soñaba en ser como esos poderosos y majestuosos Inuyouakis que volaban por los aires. Aquellos seres extraordinarios que eran confundidos por las personas del pasado como perros gigantes. Idiotas. Inmediatamente, sin quererlo, relacionó todos esos pensamientos con una mujer.

    —Tsubaki —pronunció su nombre con veneno y sus puños se tensaron, sin embargo, unos pasos detrás de él lo desviaron de sus pensamientos negativos—… Estás despierta.
    —Así es —asintió Rin acercándose al hombre —. Quiero agradecerte lo que hiciste por mí. Esa pastilla y el hecho de que me dejaras dormir más me hicieron muy bien. Muchas gracias.

    Rin se inclinó para mostrarle su agradecimiento y cuando se incorporó le sonrió abiertamente, sin dejar de contemplar ese rostro perfecto frente a ella. El otro tan sólo la observó hacer todos esos movimientos y luego giró su rostro para otro lado. A decir verdad, la joven no esperaba otro tipo de reacción por parte de él.
    Cuando estaba a punto de despedirse, recordó algo, algo que había pasado unas horas antes.

    —Oye…
    —¿Qué?
    —¿Es verdad lo que me dijiste? —Sesshoumaru se volteó hacia ella y le alzó una ceja —. Eso de que eres descendiente de una familia de Inuyoukais…
    —Sí.
    —¿Acaso es algo que le cuentas a todo el mundo? —indagó la joven.
    —No. Nadie lo sabe.
    —¿Por qué me lo contaste? Es decir, tú ves que hablo hasta por los codos. ¿No tienes miedo que cuenta la verdad?
    —No.
    —¿Por qué?
    —No pareces de esas personas que anda divulgando los secretos de otros.
    —Bueno, en realidad no es tan así.
    —Hablo de cosas importantes —dijo él volviendo su mirada ámbar a ella.
    —Eso puede ser…
    —Yo no me equivoco con la gente.

    Rin se quedó observando a ese hombre cuya belleza era indescriptible. Sus ojos chocolate se quedaron contemplando esas peculiares pupilas de color ámbar hasta que el otro las corrió de su vista. Aun así, ella sonrió y sonrió por el hecho de que una persona que parecía tan fría, tan lejana y con pocas ganas de hacerse amigos la había tomado como alguien confiable. Eso la hacía muy feliz.

    —¿Te puedo preguntar algo?
    —Ya me estás preguntando —contestó Sesshoumaru entrando en la casa seguido por la muchacha que reía algo apenada.
    —Tienes razón… Pero, además de tu apariencia, ¿hay algo que te diferencie de los humanos comunes y corrientes?
    —Mis oídos están muy desarrollados. También mi olfato —dijo él y vio que Rin se sonrojó.
    —Eso quiere decir… ¿qué puedes olerme? —titubeó con la cabeza algo inclinada para abajo y mirando al joven con ojos aguados.
    —No seas tonta. Es algo común que le sucede a todas las mujeres —habló Sesshoumaru apunto de subir unas escaleras.
    —Sí, tienes razón —dijo Rin ya más tranquila y luego lo miró con curiosidad —Oye, ¿Inuyasha también tiene esas habilidades tuyas?
    —Claro que no. A diferencia de él yo soy hijo de dos personas que poseen genes de youkai. En cambio, la madre de Inuyasha era una simple humana —explicó con el ceño fruncido y con un tono de voz más severo.
    —Ya veo… Bueno, Sesshoumaru, no te quito más tu tiempo. Me voy. Muchas gracias por todo —se despidió dirigiéndose hacia la izquierda.
    —Es hacia la derecha la salida de mi casa —le aclaró Sesshoumaru.
    —Gracias. —Correteó ella para el otro lado, pero frenó abruptamente y se dio la vuelta —. Por cierto, yo soy Rin. Amaii, Rin.

    La sonrisa de aquella joven quedó grabada en la mente de Sesshoumaru. Una sonrisa llena de dulzura e inocencia. No era la clase de sonrisa insinuadoras a las que él estaba acostumbrado. Sin embargo, Sesshoumaru sabía que a esa tal Rin algo le pasaba con él ya que su corazón, al acercársele, latía un poco más rápido. Además, esa mirada que se clavaba fijamente en sus ojos, llena de admiración, seguramente no se la daba a cualquier persona.

    Pero a él esas cosas poco le importaban.


    Un reloj que colgaba de la pared blanca de un aula marcaba que eran las doce en punto del mediodía. Dentro de aquella sala, una joven cerraba su cuaderno de notas y abría su mochila para guardar tanto el anotador como su cartuchera. Una sonrisa estaba dibujada en sus labios rosados y un brillo se reflejaba en sus ojos.

    Finalizó mi primer día en la universidad. Todavía no lo puedo creer. Estoy en Todai. ¡Valió la pena haberme matado estudiando el año pasado! —pensaba Rin emocionadísima mientras caminaba por los pasillos de aquella institución. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no vio que había alguien delante de ella —. Ouch.
    —¡Perdóname! —dijeron dos voces femeninas al unísono.

    Frente a Rin había una joven de su misma estatura. Sus ojos eran del mismo color que los de ella, pero la forma de éstos era más redonda y sus pestañas eran cortas comparadas con las de la nueva estudiante de Todai. Por otra parte, su cabello era de un tono negro azulado, y éste último color se lo veía cuando las luces daban directamente sobre su cabeza. A Rin le fascinó aquello.

    —Perdóname, no quise…
    —No te preocupes, está todo bien. No fue nada —dijo la otra joven moviendo la mano de un lado a otro con una sonrisa en su cara.

    Cuando la muchacha del cabello negro azulado siguió caminando para el lado contrario de Rin, ésta inmediatamente recordó algo y se acercó a ella.

    —Oye, ¿sabes dónde queda la fotocopiadora? Tengo que fotocopiar un apunte y no sé donde está ese lugar —preguntó Rin imitando los pasos apresurados de la otra chica.
    —¿Eres nueva? —De repente, dejó de estar apurada.
    —Sí. Acabo de entrar este año a Todai. Estudio Ciencias de la Educación y hoy tuve Educación I e Historia General de la Educación —comentó Rin con excitación —Tomé muchos apuntes, ¿sabes? Yo era malísima en eso en el colegio, pero ahora parece que no lo soy.

    La otra joven comenzó a reír y Rin se la quedó mirando extrañada. No entendía que le sucedía.

    —Perdóname, pero es que hablas un montón. Es gracioso. Pero me agradas —confesó la muchacha —. Ven, yo te llevaré a donde está la fotocopiadora y luego te diré donde quedan las librerías donde puedes encontrar los libros a los mejores precios.
    —Muchas gracias. Yo soy Amaii, Rin.
    —Yo soy Higurashi, Kagome. Pero dime Kagome simplemente —se presentó la otra.



    Miró su celular y no había ningún mensaje. Volvió a mirar su celular a los cuatro segundos y verificó nuevamente que ella no le había enviado nada. Inuyasha se apoyó contra las rejas que lo separaban del campus de la universidad y se cruzó de brazos. Ella debería haber estado con él hacia diez minutos. Él odiaba la impuntualidad, sobre todo porque era muy impaciente.

    Repentinamente, divisó a la distancia una joven vestida en una remera a rayas verdes y blancas que alzaba su mano y la agitaba. Inuyasha sonrió al reconocerla, pero su sonrisa desapareció al ver que quien la acompañaba también lo saludaba. Una chica que vestía un jean oscuro y una remera fucsia fruncida en el escote.

    ¡No! ¡Encima no le conté nada sobre mi compañera de cuarto! ¿Qué hará cuando se entere que es una mujer? —Inuyasha tenía un rostro preocupado, pero que inmediatamente trató de cambiar al ver que ellas dos estaban mucho más cerca.
    —Inuyasha —dijeron las dos al unísono.
    —¿Eh? ¿Lo conoces, Rin-chan? —preguntó Kagome algo confundida mientras señalaba al chico con el que estaba saliendo desde hacía tres semanas.
    —Sí. —En ese momento, a Rin se le encendió la lamparita — ¿Tú eres las chica que sale con Inuyasha? ¿La que llevó al cine la noche en que yo llegué?
    —¿Le hablaste de mí, Inuyasha? —sonrió Kagome con dulzura.
    —¡Claro que no! ¡Ella simplemente lo adivinó! —explicó el otro algo irritado.
    —¿En serio? Yo sí le conté a mis amigas sobre ti… —Kagome lo miró frunciendo los ojos y su aura trasmitía cierta decepción y enojo por la forma en que Inuyasha había respondido su pregunta.
    —Oye, no te enojes… yo.

    Rin miró a su compañero de cuarto y vio que tenía cierta debilidad frente a esta joven.

    —No importa, Inuyasha —dijo severamente el nombre de éste—. Lo que quiero saber es, ¿de dónde se conocen ustedes?

    Rin miró al muchacho y él la miró a ella. No sabía que decirle, no se le ocurría nada, absolutamente nada. Su mente estaba en blanco.

    —De… Se aloja en la misma residencia que yo —dijo algo nervioso. Sin embargo, no estaba mintiendo, sólo ocultando cierta información.
    —¡Genial! Rin, si tienes alguna duda sobre alguna de las materias que cursas, sólo llámame —hablaba Kagome muy entusiasmada.
    —¿Estudian lo mismo? —preguntó Inuyasha.
    —Si, pero ella recién empezó.
    —Ya veo —dijo el joven mientras le mandaba miradas muy nerviosas a Rin, quien se encogía de hombros y su expresión en el rostro trasmitía que ella no podía hacer nada ante la situación.
    —¿Qué esta sucediendo? —preguntó Kagome seriamente.
    —¿De qué hablas? —Las gotas de sudor bajaban por la frente de Inuyasha.
    —Algo me estás escondiendo.
    —Es que…
    —Inuyasha… —pronunció su nombre de una manera fantasmagórica.
    —¡Rin y yo compartimos la habitación! ¡Pero te juro que nunca le hice ni le haré nada! ¡Además, está conmigo porque no había otra habitación disponible! —largó toda la información de una sola vez con los ojos cerrados, como si estuviera esperando a que la misma muerte fuera por él.

    Kagome fue procesando la información que le trasmitió Inuyasha lentamente. Por eso, primero miró a Rin, quien trataba de mantener una sonrisa nerviosa en su rostro, y luego lo miró al muchacho. Después, su mirada chocolate bajó y se quedó contemplando la nada un buen rato mientras sus labios finos se iban encorvando mostrando una sonrisa.

    —Tienes que decirme esas cosas de entrada —dijo Kagome serenamente.

    Inuyasha se la quedó miando boquiabierta ya que hubo algunas situaciones desde que salieron que demostraron que esa mujer frente a él era bastante celosa. Sobre todo cuando la camarera de un restaurante al que ellos solían ir seguido, llamada Kikyo, se le acercaba constantemente.

    Kagome tomó del brazo a Inuyasha y comenzó a hablar como si nada hubiera ocurrido. Ella sabía lo que estaba pensando ese joven, y a decir verdad, en el momento que escuchó esa confesión, se puso celosa. Sin embargo, si él no la considerara importante, no le hubiera dado ningún tipo de explicación. Además, no se la debía porque no eran aún novios. Pero, a pesar de eso, se la dio y ella sintió que esa explicación se pareció a la que usan los novios para tranquilizar a sus parejas. La felicidad y la excitación inundaron el corazón de Kagome.




    Acompañada de la alegría que tanto la caracterizaba, Rin guardaba en su cartera negra algo de plata que había ido a buscar al banco ya que sus padres le habían hecho un depósito en una cuenta bancaria. Algún día, ella abriría una propia y la llenaría con el sudor de su frente, es decir, mediante el salario de su trabajo; obviamente, cuando lo consiguiera.

    —Debo empezar a buscar algún trabajo. En lo posible de pocas horas, para que me deje margen para estudiar —reflexionaba la joven mirando sus propios pasos.
    —Sesshoumaru-sama, espéreme —gritó alguien con una voz agitada.

    Cuando ella escuchó aquel nombre, una sonrisa más grande que la que tenía segundos antes apareció en su rostro. Se volteó y vio como los dos hombres caminaban en dirección a un local. Cuando Rin identificó la esquina, se percató que se trataba de Nishino´s Cream, la heladería más popular de Tokyo. Impulsivamente, se dirigió hacia allí.

    —No te necesito. Te puedes ir o si quieres espérame en la limusina —habló Sesshoumaru con firmeza parado frente a la entrada de la heladería.
    —¿Seguro que no me necesita? —preguntó Jaken.

    El joven hombre lo miró de soslayó con el ceño fruncido e inmediatamente Jaken retrocedió ante el pavor que le provocaba esa mirada asesina. Tragó saliva y luego de mostrar una reverencia se fue del lugar.

    Sesshoumaru entró al local, ignorando las adulaciones de las jóvenes que había en él y pasó por una puerta que no tenía cartel alguno. Detrás de está había, doblando a la derecha, una oficina cuya puerta estaba entreabierta. El joven la abrió completamente y se encontró con una mirada tan ámbar como la de él. Un hombre sentado en su escritorio, de cabello plateado recogido en una colita, le sonrió abiertamente a su hijo.

    —Supongo que es una broma lo que me enteré, ¿verdad, padre? —indagó el más joven de los dos hombres
    —No. No lo es —respondió su padre viendo unas cuentas —. Ah… necesito llamar a mi contador.
    —No me cambies de tema.
    —No lo cambié. Es que tengo tantas cosas en la cabeza, hijo. Además, este mes no es el mejor de todos —dijo el hombre con cierta angustia en su rostro.
    —A nadie le interesa el aniversario de la muerte de esa mujer —señaló el joven con frialdad.
    —¡Sesshoumaru, no seas así! —exclamó Inutaisho poniéndose de pie violentamente y crispado— ¡Y no, no es una broma lo que escuchaste! Si quieres ser el sucesor de este negocio, o empezar siendo el contador de algunas de las sucursales, primero tienes que empezar atendiendo al personal. En algún momento tienes que tener contacto con los clientes a los que quieres satisfacer, ¿sabes?
    —¿Yo? ¿Por qué no le pides eso a Inuyasha?
    —Él no está interesado en el negocio.

    Sesshoumaru se quedó contemplando a su padre con esa expresión de piedra que poseía, con la que era absolutamente imposible leer algún tipo de sentimiento. Su padre detestaba eso, el no poder saber qué sentía, qué pensaba su hijo. Segundos después, el joven se marchó de la oficina, cerrando con brutalidad la puerta.

    Sesshoumaru se quedó en el pasillo y su mirada se clavó en una pared vacía. ¿Servirle helado a la gente? Ni loco realizaría esa tarea. Era imposible que lo humillaran más, ¿verdad? No. No era imposible. Genial, su vida desde hacía meses estaba marcada por las humillaciones.

    —Veo que este no era el camino para el baño —habló una voz muy conocida para el hombre.
    —¿Qué haces aquí? —preguntó.
    —La verdad es que te vi entrando a la heladería y decidí venir a saludarte, pero cuando entré acá te perdí de vista entre toda la gente que había en el local. Luego, me dieron ganas de ir al baño y me metí por esa puerta y… ¡Perdón, no quise escuchar su conversación! —se inclinó Rin sumamente avergonzada.
    —Son dos secretos que debes guardar ahora —le informó Sesshoumaru mirándola fijamente.
    —Por… supuesto —respondió la joven —. De verdad, te pido perdón. Sé que fui una irrespetuosa y siento que me estuve entrometiendo en tu vida… porque me interesas mucho.
    —Cállate —exigió él.
    —Perdón.
    —Yo no pienso nada de eso. Deja de embrollarte la cabeza —dijo el joven con apatía.

    Una sonrisa apareció en el rostro de la muchacha. Esa expresión, aunque le costara admitirlo a Sesshoumaru, le sentaba mejor a Rin.

    —Oye, ¿qué te parece si tomamos un helado? —Sesshoumaru se quedó observando a la joven —. No es que piense que por que seas el futuro dueño de esta heladería me vas a dar helado gratis. Es más, yo invito.
    —No. Tengo cosas importantes que hacer —contestó inmediatamente.
    —Claro. Esta bien —sonrió ella —. Bueno, seguiré buscando el baño. Nos vemos.

    La joven se despidió rápidamente de Sesshoumaru y al salir del estrecho pasillo ni se molestó en buscar el baño. Eso había sido una excusa. Simplemente, se retiró de aquel lugar en el que aún jovencitas seguían halagando al joven de cabellos plateados. “Seguro es extranjero” concluían todas.

    —Que tonta que soy —murmuró Rin con un rostro angustiado.

    Luego de hacer la mitad de una calle rodeada de un aura deprimente, la joven levantó la cabeza y se encontró con una luna en su cuarto creciente que brillaba en el cielo y sonrió.

    —Por lo menos, luego de cinco días, lo volví a ver. —Rin se percató que un sentimiento estaba floreciendo en su corazón.

    Continuará…

    Muchas gracias por sus reviews a Olga, sessxrin, asurama (me encanta tu imagen :P) y Heather Smith.

    Al escribir este fic me di cuenta que adoro poner a Sesshoumaru en situaciones un tanto embarazosas, ajajaja. Pero siempre mantendrá esa actitud fría y tan majestuosa, no se preocupen.

    Por cierto, Todai es una abreviatura para una d elas universidades más prestigiosas de Japón, Tokyo Daigaku o Universidad de Tokyo. Es muchos animes aparece mencionada. Por ejemplo, Love Hina, Sakura Tsushin (un anime un poco demnasiado ecchi, aja)

    Nos seguimos leyendo

    The Lady
     
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    sessxrin

    sessxrin Fanático

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    hola!!!!!!
    bueno, me gusto demasiado el capitulo, como ya te dije antes, me encanta tu forma de escribir, tan fluida y no me aburro leyéndola.
    me gusta como manejas las personalidades, definitivamente amo a Sesshoumaru y a la Rin de tu Fic, son tan encantadores!!!.

    estaré leyendo el fanfic.
     
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    Asurama

    Asurama Usuario popular

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Hola, hola, estoy aquí de nuevo.
    Me alegra que te guste mi imagen. Tengo hechas mis imágenes favoritas de muchas clases, y las colecciono. Todas y cada una de ellas (avatares, firmas, imágenes de perfil y demás) son verdaderas obras de arte en las que imprimo dedicación y tiempo, para poder crear algo original que agrade a la vista.
    Bueno, esta semana me puse con ganas de criticar, así que aquí va una de las críticas esas que ya me hicieron conocida en este foro.

    En primer lugar, veo que has mezclado nuestros propios modismos con el “castellano neutro”, queda un poco raro al leer.
    Por ejemplo, pusiste “Son la una del mediodía”. Sí, nosotros somos así de mal hablados, ya sé, pero tratemos de que no se note acá: la expresión correcta es es la una del mediodía”.
    Y la frase Le tengo que ir a agradecer”, sería: “tengo que ir a agradecerle”.
    De repente, estoy cayendo en la cuenta de que tenemos algo muy distintivo en nuestros modismos…
    Yeah, hay muchos modismos nuestros.
    ¡Viva la Argentina! (aunque se esté cayendo a pedazos, ejem)

    “Al finalizar de leer aquella…”, con poner “Al finalizar de leerla” basta, ya sabemos que hablábamos de las páginas del libro.
    Escribiste mal “Inuyoukai”. Para estos casos, yo introduzco las palabras correctas en el diccionario. Es infalible a la hora de escribir ;) , te soluciona unos cuantos problemas de andar revisando si les pusiste bien sus nombres…

    Aunque en el párrafo de la confesión plasmaste bien todo lo que sintió Kagome, creo que quedó algo redundante, repetiste cosas que, a mi parecer, quedaban bien entendidas de entrada.…
    Yeah, todos sabemos lo que significa Todai.


    Jaken ha sido demasiado violento con ella, pobre Rin. En contexto real de estos personajes, Jaken habría recibido un buen golpe.
    No entiendo por qué Rin se ha fascinado tanto con “el cachorrito”… que ya nos hemos dado cuenta de lo que pasa.
    Sesshoumaru con ansias de ser youkai… te juro que nunca me lo imaginé así :) él está tan orgulloso de ser un youkai completo y de su naturaleza sobrenatural (paradójico).
    En realidad, los Inuyoukais, además de ser espíritus en la naturaleza eran literalmente perros gigantes, no veo en dónde podría estar la confusión. Eso de poder volar por toda la inmensidad del cielo… es tan poético. Aunque, curiosamente, los inuyoukais que estoy creando no vuelan, pese a ser espíritus de viento… aunque, eso sí, saltan como si volaran.
    Así que Tsubaki era la bruja, ya me parecía.
    De todos modos, me parece que a Sesshoumaru realmente se le fue la lengua demasiado rápido al confiarle algo así a una persona que tan siquiera acaba de conocer…

    Wo… Kikyou camarera… no me la imagino…
    Me ha gustado la rápida química entre Kagome y Rin. Era, sin duda, lo que le faltaba a esta historia, ahora sí que no le falta nada. Casi.
    Dios, no puedo creer lo que el padre le ha hecho a Sesshoumaru, y yo que creía que el del manga era cruel… pero es verdad que, cuando uno emprende cualquier cosa, ha de comenzar desde bien abajo y luego ir remontando vuelo.
    Bueno, en fin, ya veremos…

    En cuanto a fluidez, redacción y modo de llevar la trama, creo que tu fic es uno de los mejores que he leído hasta el momento.
    Como me he sentido halagada por lo que has dicho de mi imagen, te dejo algo…
    http://foro.cemzoo.com/albumes/95235-asurama/9320-luchy/f266911.html

    Y además, puedes pasarte por todos los álbumes de mi perfil y ver mis obras de arte, me encantaría tener un comentario tuyo.
    Oh, y casi lo olvidaba, he escrito muchos fics de Sesshoumaru y Rin, algunos terminados y otros aún en proceso. Te invito a pasarte por alguno de ellos alguna vez, y también por los extensos análisis que he hecho de este carismático youkai.

    Luchy te saluda.
    :sess:
    :rinchan:
     
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    holaa!!!
    siii me gustoo el capituloo pero la verdad no me imagino a sessho vendiendo heladoos uii si el los vendiera todos los dias iria por uno jajajajaja y sii aunke haga frio tambien iria jajaaja bueno luego inuyasha dandole explicaciones a kagome pero todavia no son novios ¿como puede ser eso? bueno le da algo mas a la historia jeje cuidate mucho y tambien quiero alagar las imagenes de Luchy verdad que son hermosas! uii bueno ya me voy byee!
     
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    holaa!!!
    siii me gustoo el capituloo pero la verdad no me imagino a sessho vendiendo heladoos uii si el los vendiera todos los dias iria por uno jajajajaja y sii aunke haga frio tambien iria jajaaja bueno luego inuyasha dandole explicaciones a kagome pero todavia no son novios ¿como puede ser eso? bueno le da algo mas a la historia jeje cuidate mucho y tambien quiero alagar las imagenes de Luchy verdad que son hermosas! uii bueno ya me voy byee!
     
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    The Lady

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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Bajo la luna creciente

    Capítulo IV

    El celular de Rin en ningún momento vibró durante la clase de didáctica. Eso la preocupaba, pero sabía que tampoco podía llamarla ya que quizás eso significara interrumpirla en un momento lleno de alegría o lleno de tensión.

    Cuando el profesor dio la lección por terminada, la muchacha inmediatamente se levantó de su asiento y pasó volando por los pasillos y las escaleras de la institución. Al llegar a la entrada, con una respiración entrecortada, vio caminar por el sendero que dirigía a la puerta de la Universidad de Tokyo a una joven de larga cabellera negra azulina. Sin embargo, su rostro no se alcanzaba a divisar.

    —Kagome —murmuró Rin con preocupación.

    Al escuchar su nombre, la muchacha alzó su mirada chocolate y le mostró una gran sonrisa a la chica que tenía frente a ella.

    —Después de un mes y medio de salir juntos, por fin soy la novia. —Un leve sonrojo apareció en las mejillas de Kagome.
    —¡Eso es genial! —exclamó la otra con sus brazos abiertos para los costados.
    —¡Sí! Tengo que avisarle a Sango-chan —dijo a la vez que buscaba el celular en su mochila.

    Se encontraban a principios de mayo y ya hacía un mes de la llegada de Rin a Tokyo. En ese mes, la joven presentó a Kagome y a Sango, lo que hizo que las tres comenzaran a disfrutar juntas las noches de la ciudad. Sin embargo, Rin tenía determinantemente prohibido dejar que Miroku y Kagome se conocieran. El mayor miedo de Inuyasha era que por la perversidad de su amigo, ella extrapolara ese comportamiento en él.

    —Creo que por fin lo conocerás —habló Rin.
    —¿A quién?
    —Ya lo verás —sonrió la otra.

    La más joven de las dos universitarias comenzó a contemplar el cielo azul a la vez que caminaba junto a su amiga, quien estaba mandando un mensaje de texto a toda persona que conociera sobre ese gran día.

    Rin suspiró y recordó la felicidad que invadió su corazón el día en que Kohaku le pidió ser su novia. Ella tenía quince años, jamás había dado un beso y se lo estaba guardando para dárselo a alguien especial. Ese alguien era, en aquel momento, Kohaku, el muchacho del que estaba enamorada. Pero no sólo tuvo su primer beso con él, sino que también su primera vez. Rin volvió a suspirar. Sin embargo, los destinos que habían elegido eran diferentes y, antes de las vacaciones de invierno del último año de secundaria superior, luego de dos años de noviazgo, terminaron su relación.

    Repentinamente, la imagen de Sesshoumaru invadió la mente de Rin y su sonrisa nostálgica pasó a transformarse en una ansiosa y algo avergonzada mientras el ritmo de su corazón se aceleraba.

    —Hace tres semanas… —murmuró al aire.


    Sango, apoyada contra una pared, cada tanto miraba la hora en su reloj y luego dirigía su mirada café a la puerta que tenía frente a ella. No entendía qué rayos hacia que Rin e Inuyasha tardaron tanto. Kagome seguro llegaría en cualquier momento.

    Esa noche era la primera vez que salían los cinco juntos. Los cinco. La joven no pudo evitar fruncir el ceño. Desgraciadamente, él también iría con ellos, por lo que ese inconveniente la imposibilitaba a calificar la noche como una buena noche. Y no sólo eso, sino que la salida obtendría una nota negativa si ese sujeto comenzaba a seducir a cuanta mujer se le cruzara por la vista… un momento, ¿y eso a ella qué le importaba?

    —Te queda muy bien el rosa, Sango —dijo Miroku al salir del ascensor.
    —Gracias —respondió la aludida cortantemente. Efectivamente, ella llevaba puesto un corsette rosa que hacia juego con sus pulseras y aros.
    —¿No estás emocionada? Será la primera vez que salimos los dos —comentó el joven hombre a la vez que se apoyaba contra la pared.
    —No salimos los dos solos. Y además, ¿porque tendría que estarlo? Si te veré hacer lo que te vi haciendo desde el día que te conocí en esta residencia.
    —¿Estás celosa? —preguntó Miroku alzando una ceja y acercándose más a Sango.
    —Por supuesto que no —trató de responder lo más compuesta posible. No quería perder siempre su temperamento con él.
    —Para tu información, yo jamás le he regalado flores a las mujeres con las que salí, ni con las que me viste entablar charlas tan amistosas que finalmente terminaron algo violentamente —comentó el joven llevándose una mano a la mejilla y riéndose nerviosamente.

    Ante el comentario, Sango recordó el día de su cumpleaños. Ese día, hacía cuatro meses, alguien tocó a la puerta de su habitación. Cuando ella fue a abrir, se encontró con un gran ramo de rosas y detrás de éstas estaba Miroku. Ella ya lo conocía y sabía acerca de su fama de mujeriego, así que por cortesía aceptó el regalo, pero no esperó nada más por parte de él. De hecho, desconfió de las intenciones que tuviera aquel joven que estaba frente a ella. Finalmente, su desconfianza salió a la luz y Miroku terminó con un cachetazo en la mejilla.

    —¿Sabes? Si ese día no hubieras intentado tocarme, quizás mi perspectiva sobre ti hubiera cambiado. Pero finalmente pasaste la raya, así que sólo confirmaste que eras un pervertido —habló Sango con sinceridad.
    —Es esta mano maldita. Yo no la controlo —dijo Miroku con una voz exagerada a la vez que exhibía su supuesta mano maldita.

    La muchacha junto a él lo observó con los ojos fruncidos y los brazos cruzados. ¿Cómo se atrevía a mentirle de esa manera? El joven hombre suspiró al percatarse que Sango no le creía, y lo bien que hacía. Sin saber qué decir, bajó su mirada y miró su calzado negro que hacía juego con el jean que llevaba puesto.

    —Pero es verdad lo que te dije acerca de las flores. Yo jamás le regalé flores a una mujer. Y sé que te costará creerlo —habló Miroku repentinamente.

    Sango se volteó y clavó sus ojos café en los azules del joven y, al recordar su regalo de cumpleaños, se sonrojó.

    —¡Ya estamos listo! —exclamaron Inuyasha y Rin abriendo la puerta en el momento justo que del ascensor salió Kagome.

    El grupo estaba completo.



    Cuando el reloj de Rin marcó la una de la madrugada, la joven tuvo que retirarse del club nocturno puesto ese fin de semana ella tenía que estar lucida para poder estudiar para los parciales que se avecinaban.

    —Tenía tantas ganas de bailar —pensó con una expresión de puchero mientras caminaba por las veredas de luces chillonas.

    Cuando llegó a una estación de subte, la joven sacó de su cartera la billetera donde guardaba la tarjeta electrónica. Sin embargo, al abrirla, ésta no estaba en su compartimento. Sin preocuparse demasiado, buscó las monedas que podía llegar a tener. Primero las buscó en el monedero y luego en los bolsillos de su pantalón blanco, pero se encontró con que no tenía ni un centavo. Genial, no podía ni volver en subte ni en colectivo, lo único que le quedaba era volver a pie. Para su fortuna la residencia no estaba tan lejos de donde se encontraba en esos momentos, así que la muchacha comenzó su andanza.

    Durante gran parte de la noche, Rin estuvo observando el comportamiento de Kagome e Inuyasha. Cada vez que sus miradas se cruzaban, en sus labios se formaba una dulce y sincera sonrisa. En esos instantes, Rin recordó que lo mismo le ocurría a ella y a Kohaku. Un simple cruce de miradas venía seguido de una sonrisa, era algo casi automático.

    En cierto momento, a Rin le preocupó que el pensar en Kohaku significara que aún ella sentía algo por él, pero inmediatamente entendió que lo que ella en realidad quería era no estar sola y ser querida. Eso era lo que Rin deseaba, pero no quería estar con cualquier persona, sino que con alguien especial.

    —Sesshoumaru… —murmuró su nombre en el momento que alzó la mirada para ver el cielo de la noche adornado por las estrellas y una bella luna creciente.
    —No escaparás, maldito —escuchó a alguien decir.

    Cuando Rin se volteó, se encontró con un grupo de personas comentándose entre ellas y cada tanto dirigiendo sus miradas hacia atrás con desprecio. La joven esperó que ese grupo de individuos pasara y ahí se percató qué era lo que había llamado su atención. Era una mujer vestida en un kimono oscuro que estaba pisando algo. Los ojos de Rin por poco se salieron de sus cuencas ante el horror que sintió al ver qué era lo que estaba pisando esa mujer.

    —¿Cómo te atreviste a morderme? —preguntaba la mujer con vileza.
    —¡Déjelo! ¡Lo matará! —chilló Rin tratando de moverla.
    —¡No te metas en esto! —le exclamó pegándole con el codo en el estomago.

    Rin tuvo que retroceder y agacharse ante el dolor y la desesperación al pensar que no podía respirar. Sin embargo, sabía que no tenía tiempo para recuperarse, así que inmediatamente se incorporó y se abalanzó contra la mujer, lo que provocó que las dos cayeran al suelo. La más joven de las dos se levantó rápidamente y señaló con furia a la mujer que yacía en el suelo.

    —¿Cómo pudo hacerle eso a un indefenso cachorro? Encima ni siquiera es de usted, lo cual tampoco la justificaría —habló Rin con indignación.
    —¿Cómo lo sabes?
    —Lo sé porque conozco a la familia y déjeme decirle que es una de las familias más ricas de Tokyo, así que tenga cuidado —le advirtió mientras se dirigía hacia donde estaba el maltratado canino.

    Cuando Rin se agachó para tomarlo entre sus brazos, el cachorro abrió sus ojos dorados y éstos parecieron sorprendidos, pero ella sabía que eso debió haber sido su imaginación.

    —Jovencita, yo también conozco a una parte de la familia Nishino. Al padre y al estúpido de su hijo mayor —habló la mujer quitándose la tierra de sus largas mangas.
    —¡No le digas estúpido a Sesshoumaru! —exclamó Rin enfadada mientras sostenía al perro.
    —Si supieras —la mujer calló repentinamente y una sonrisa maliciosa se formó en sus finos labios bordo —… ¿Estás enamorada de Sesshoumaru?

    Ante la inesperada pregunta, la joven se sorprendió e inconscientemente dio un paso hacia atrás.

    —Claro que no —respondió desviando su mirada mientras acariciaba el suave pelaje del cachorro.

    Éste, por su parte, pudo sentir como el corazón de Rin comenzaba a palpitar más rápido.

    —Dile al estúpido de tu novio-
    —No es mi novio.
    —Dile al estúpido de Sesshoumaru-
    —No es estúpido.
    —¡Me quieres dejar a hablar! —se crispó la mujer y más al ver que le había sacado una pequeña carcajada a la jovencita —. Quieres decirle a Sesshoumaru que eso le ocurrió por haberse metido en donde no lo llamaron.

    Con esas últimas palabras, la mujer se dio medio vuelta y comenzó a caminar a un paso lento y armonioso dejando atrás a una joven llena de dudas en la cabeza.

    —Espero que no hayan sido amantes y luego Sesshoumaru haya querido separarla de su marido —fantaseó Rin muy preocupada.

    El perro, débil, emitió un gruñido.

    —Tienes razón. Es imposible que hayan sido amantes —le dijo alzándolo a la altura de su rostro para acercarlo a su nariz y frotarla con la suya. Después, lo volvió a poner a una distancia prudente—. Eres tan lindo, con tu pelaje del color de la nie...

    Cuando Rin le echó un vistazo al pequeño cuerpo del cachorro, se percató que estaba herido en el pecho y en la pierna, puesto su pelaje blanco estaba mezclado con el color de la sangre.

    —Hoy vendrás conmigo. Mañana le diré a Inuyasha que te lleve a tu casa y por ahí te acompañe así hablo con Sesshoumaru —le informó Rin al canino que estaba entre sus brazos.

    Antes de seguir su camino hacia la residencia, volvió a mirar el sendero por el que se había ido esa extraña mujer. La joven tenía tantas preguntas.



    El celular de Inuyasha vibró. El joven llevó su mano al bolsillo delantero, sacó el aparato y con su dedo pulgar levantó la tapa para fijarse quién era la persona qué podía mandarle un mensaje a las dos de la madrugada. Cuando vio el remitente, se encontró con que era su padre. Por alguna razón, ya se imaginaba lo que había pasado.

    Volvió a desaparecer. Ayuda a Jaken.

    Lo sabía. Pero no entendía por qué él tenía que ayudar a buscar a la mascota de la familia. Inuyasha no pudo evitar soltar una carcajada al reparar en la forma en que interpretaba esa situación.

    —¿Qué pasa, Inuyasha? —preguntó Kagome sentándose en la mesa junto a su novio.
    —Nada. Cosas de mi padre. Tú tranquila y vuelve a bailar que yo me quedo aquí.
    —Este no es el mejor momento. Sango y Miroku están bailando… muy pegaditos —comentó Kagome señalando a la pareja que parecía estar pasándola muy bien—. Me quedaré aquí. Además me percaté que a Sango también le gusta mucho tu amigo, así que hay que dejarlos estar solos para que alguno de el primer ataque.
    —¿Cómo sabes eso?
    —Si prestas atención esas cosas se descubren muy fácilmente —explicó Kagome acercando su boca a la de Inuyasha.

    El otro pasó su brazo por lo hombros de ella y, acercándola hacia él, terminó sellando sus labios. Al diablo con la mascota de la familia.


    Cuando Rin terminó de ponerse su camisón de tiras verdes, de entre las sábanas de la cama se asomó el pequeño cachorro. Ante la escena, la joven unió sus manos para un costado y pegó un grito de emoción. El canino, ante la reacción de la muchacha, ladeó su cabeza para un costado, moviendo sus orejas, lo que provocó que Rin saltara a su nido tomando al pequeño entre sus brazos para apoyarlo con cuidado en su pecho.

    —Eres tan lindo —decía mientras lo acariciaba suavemente, sabiendo que éste se encontraba herido—. ¿Sabes? Siempre me pregunté por qué tu cuidador, Jaken, nunca quiso decirme tu nombre. Ahora que lo pienso creo saber el por qué. Estoy segura que eres descendiente de algún tipo de inuyoukai de más bajo rango, lo cual explicaría que la familia de inuyoukai de Sesshoumaru te usara como mascota antiguamente.

    Mientras Rin seguía sacando sus propias conclusiones, el canino se durmió completamente. Cuando la joven se percató de esto, sonrió dulcemente y lo colocó al lado de ella, muy cerca de la almohada. Paso seguido, ella se volteó entusiasmada y se quedó contemplando el rostro sereno del cachorrito a la vez que sentía que los ojos cada vez le pesaban más, hasta que por fin el sueño también la conquistó a ella.

    Al día siguiente, el sol de la mañana alumbró toda la habitación provocando que la joven se despertara. Cuando Rin abrió sus ojos lenta y costosamente, vio que junto a ella no había ningún cachorrito. No, sin duda no había ningún cachorrito.

    Continuará…


    Hola a todos! Perdón por la tardanza!
    Gracias sessxrin, Asurama y olga por sus posts!!
    Por cierto, Asurama, traté de corregir un poco eso de nuestros modismos, pero si todavía tengo, DECIME! jaja.

    Bueno, como siempre sus halagaos o correciones constructivas siempre serán bienvenidas.

    Nos leemos pronto, o eso trataré.

    The Lady
     
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    Inu Girl

    Inu Girl Entusiasta

    Capricornio
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Waaaa como?!!! Ahhhh como que no habia ningun cachorrito!! ahhhh no lo puedo creer... como lo dejas ahí!!! jaja esta increíble The Lady!! me encanta tu fanfic!! la forma en la que describes todo, la redacción es excelente y la trama es muy buena!! si se te va uno que otro detalle ortográfico, pero nada que un Beta-reader no pueda solucionar, fuera de ahí esta super!! me encantó, espero lo continues pronto porque me tienes picada jaja cuidate, un beso, sayonara prrrmiau
     
  18.  
    xXxNaRuHiNa

    xXxNaRuHiNa Usuario común

    Tauro
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Hola!!
    kiaaaa me encanto!!! *-*
    Bueno rin al parecer es fanatica de las fiestas xD
    pregunta ¿quien era esa mujer? ¿y porque lastimaba al pobre cachorrito? bueno dijo que fue por entrometerce o algo asi pero IGUAL!
    El cachorro todo herido u_U bueno haber que pasa
    ya que al parecer no se encuentra con el perrito si no con otra cosa 7-7
    Espero al conti con ansias
    me gusto mucho
    Sayo :P
     
  19.  
    The Lady

    The Lady Iniciado

    Tauro
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    Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)
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    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    Bajo la luna creciente

    Capítulo V

    La noche anterior Rin había colocado junto a ella un pequeño cachorrito de pelaje blanco y suave, de orejas largas y pomposas. Siguiendo esta línea, a la mañana siguiente, cuando Rin despertara tendría que encontrarse con el rostro del canino. Sin embargo, cuando la joven efectivamente despertó, junto a ella no había ningún perrito.

    —¡Sesshoumaru! —pensó alarmada sentándose abruptamente en la cama. ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué estaba profundamente dormido? ¡Y encima desnudo!

    Rin se tapó la boca para ocultar el grito de asombro que por poco pega al ver al joven hombre profundamente dormido en su cama. La muchacha no pudo evitar comenzar a contemplarlo con embelesamiento. El rostro de Sesshoumaru, con algunos de sus mechones plateados sobre él, se veía sumamente sereno.

    Parece un niño así —pensó Rin mientras trataba de contener su mano que quería acariciar ese rostro de finas facciones.

    La joven se levantó lentamente de la cama, tratando de no hacer ningún ruido ni movimiento que pudiese llegar a despertarlo. Una vez de pie, impulsivamente le echó un vistazo a todo el cuerpo de Sesshoumaru, absolutamente a TODO el cuerpo.

    ¡No seas pervertida! ¡No hay que pensar en esas cosas ahora, Rin! —pensaba ruborizada y sumamente alterada—. Pero no sé qué hacer… ¿qué significa todo esto? Ahí estaba el cachorrito…

    Repentinamente, una lamparita se encendió en el cerebro de Rin. El extraño comportamiento de Jaken con el perro ahora ella lo comprendía. ¡Eso era! Sesshoumaru era el cachorrito.

    —¿Y ahora qué hago? —murmuró con una voz aguda.

    La muchacha se volteó y vio que su compañero de cuarto dormía profundamente. Ella se acercó más a él y por el olor a alcohol que lanzaba, éste no se despertaría hasta entrado el mediodía. Suspiró aliviada. Luego se volvió a voltear para el lado de su cama y se preguntó como sacaría de la residencia a Sesshoumaru… desnudo… y por la mañana.

    ¡Deja de mirar esas partes! —se tapó Rin los ojos con desesperación.
    —Ya sabes la verdad —habló alguien súbitamente.
    —¡Sesshoumaru! —exclamó Rin viendo frente a ella al hombre sentado en la cama y con una sábana tapando la parte inferior de su cuerpo —. Gracias al cielo que hizo eso.
    —Llama a Jaken —ordenó Sesshoumaru poniéndose de pie y entregándole su celular a ella.
    —Sí. Como no —titubeó la joven aún ruborizada.

    Rápidamente, la muchacha buscó el número del hombre de piel cetrina y una vez encontrado, apretó una tecla que la comunicó inmediatamente con él. Del otro lado del teléfono se escuchó un grito desgarrador que por poco dejó sorda a la joven. Cuando el hombre del otro lado se tranquilizó, Sesshoumaru le pidió el celular a Rin, y ella, cubriéndose la oreja con dolor, se lo entregó.

    Así que me uso para evitar escuchar esos gritos —infirió masajeándose la pobre oreja.

    La siguiente media hora, antes de que Jaken llegara con la ropa para su señor, estuvo inmersa en un silencio incómodo. Rin, con tantas dudas en su cabeza, no sabía cuál comenzar a despejar. Ella estaba sentada sobre su cama, sin mirar ningún punto en particular y tratando de digerir el hecho que una persona se convirtiera en un cachorrito.

    —Sesshoumaru, ¿todos los descendientes de tu familia se convierten por las noches en cachorros? —preguntó Rin cruzándose de brazos y con la mirada alzada—.Excepto tu medio hermano, claro está. Ayer a la noche salimos juntos, así que…
    —No. Todos no se convierten en cachorros. Yo soy el único y no es en todas las noches —corrigió el hombre sentado del otro lado de la cama, dándole la espalda a ella—, sino en las noches de luna creciente.

    Cuando Rin escuchó esa respuesta, inmediatamente lo relacionó con lo sucedido el día anterior.

    —Esa extraña mujer… —El ruido de un celular la interrumpió.

    El que llamaba era Jaken y al parecer se encontraba en la puerta de la residencia. Sin perder tiempo, la muchacha tomó el teléfono de su habitación y pidió que dejaran pasar al sirviente de Sesshoumaru.

    Luego, como en un abrir y cerrar de ojos, el joven hombre estaba vestido en una simple remera negra y un pantalón gris, listo para retirarse. Rin abrió la puerta de su habitación y con su mano indicó que tenían el paso libre.

    —Nos vemos Sesshoumaru, Jaken-san —se despidió la muchacha sintiendo que la soledad la invadía. Ella hubiese deseado que el pequeño hombre se retrasara más.

    Jaken tan sólo balbuceó palabras con su malhumor de siempre, mientras que Sesshoumaru inclinó levemente su cabeza como en señal de despedida y, para sorpresa de Rin, habló.

    —Estoy seguro que sabrás guardar este secreto también.
    —¡Por supuesto! —afirmó Rin llevando sus manos al pecho y con emoción.

    Una hermosa sonrisa se dibujó en el rostro de Rin a la vez que su corazón comenzó a latir fuertemente. Ese latir, ese palpitar, Sesshoumaru lo pudo escuchar. Así es como debía estar Rin siempre. Feliz. Eso fue lo que pensó el joven descendiente de una familia de inuyoukais.

    Mientras tanto, Inuyasha seguía durmiendo profundamente.



    Rin salió del aula cerrando la puerta cuidadosamente. Inmediatamente, se desplomó y se comenzó a deslizar por ésta hasta tocar el suelo. Este era el segundo parcial que rendía en la semana y aún le faltaba uno.

    Tengo hoy y mañana para repasar —pensó con una expresión cansada—. Como desearía ver a Sesshou… ¡No, no tienes tiempo para pensar en él!
    —¡Rin-chan! —exclamó una voz alegre y enérgica.
    —Kagome. —Se puso de pie la jovencita —. ¿Cómo estás?
    —¡Bien! Por lo que veo tú también tuviste parciales —comentó la muchacha dándole una pequeña palmada a Rin —. ¿Quieres ir a tomar algo?
    —La verdad, tengo que fotocopiar un par de apuntes de una compañera. Son las diez menos diez. Tú sabes cómo está la fotocopiadora en estos momentos. No quisiera molestarte.
    —¡Claro que no lo haces! Te acompañaré a la fotocopiadora y luego vendrás conmigo a tomar algo. Es bueno despejarse luego de rendir un parcial, ¿sabes? Sino tu cabeza terminará explotando por la tarde.

    Rin asintió y le sonrió a la otra muchacha que también le devolvió el gesto.



    Frente a él estaba ese horrible uniforme: un pantalón violeta que hacia juego con la camisa del mismo color, pero a rayas intercalando con amarillo. Luego, estaba ese patético gorro violeta en cuya delantera se leía en el alfabeto occidental Nishino’s Cream.

    —¿Y bien? ¿Cuándo te cambiarás? —preguntó Inutaisho apoyado contra el marco de la puerta de su oficina.
    —Acepté tu oferta, pero nunca acepté ponerme este disfraz —habló Sesshoumaru con su tono frío de voz.

    El mayor de los hombres suspiró desganadamente.

    —Hijo, no te debería dar vergüenza usarlo. Cuando abrí esta heladería hace doce años, también lo usaba. Además tienes que tener en cuenta que la que diseño este traje fue tu madre. Yo le pedí ese favor. No te deberías avergonzar por algo que hizo ella.
    —¿Y quién dijo que ella no lo hizo precisamente para avergonzarte? —contestó el joven seriamente.

    Inutaisho se quedó meditando por unos segundos.

    —Tienes razón —largó sin dudar—. Debería haberle pedido a otra persona que me lo diseñara y no a la mujer de la que hacía en ese momento nueve años que me había separado. ¡Pero vamos! ¡nueve años! ¿Cómo no lo pudo superar?
    —Seguramente, ella superó el divorcio al día siguiente de haberlo tramitado. Ella simplemente es… es ella.

    Inutaisho asintió con una expresión de haber sido ridiculizado. Su exmujer siempre fue una incógnita para él y al parecer esa característica la había heredado su hijo mayor.

    —Sesshoumaru, ya te dije que me tienes que avisar para así acompañarte a destruir aquel ofuda que te hace convertir en cachorro —habló el padre cambiando totalmente de tema.
    —Ese es un asunto mío. No tengo por qué pedirte que me ayudes —respondió él otro dándole la espalda a Inutaisho mientras estiraba una mano para tocar el uniforme que supuestamente debería ponerse.
    —Sesshoumaru, no seas terco…
    —Ya hablé —sentenció el otro.
    —Escúchame, la única forma de que destruyendo aquel ofuda tú vuelvas a ser una persona normal, es que sea destruido mientras tú estés convertido en un cachorro, por ende, es imposible que lo logres sólo.
    —Por fin he encontrado la casa de esa bruja y lo hice solo. Puedo seguir así —habló Sesshoumaru volteándose para ver a su padre con aquel rostro imperturbable.
    —Hijo…
    —Repito, ya hablé —volvió a sentenciar.

    El padre suspiró vencido, pasó al lado de su hijo para tomar el saco apoyado en la silla detrás del escritorio y volvió al lugar inicial en el que estaba; pero antes de traspasar la puerta, se volteó y lo miró a Sesshoumaru.

    —Haz lo que quieras. Ponte el uniforme o no. Trata de destruir solo a esa maldita o no. Pero si cambias de opinión, sabes que estaré ahí —habló Inutaisho con seriedad y preocupación antes de retirarse de la oficina.
    —Siempre hago lo que quiero —murmuró el joven una vez que su padre había desaparecido de su vista.

    Inmediatamente, cerró la puerta de la sala, se dirigió a la silla giratoria en la que solía sentarse su padre y cerró los ojos por unos momentos.

    Había dos razones por las que quería estar solo en la resolución de su problema: la primera era su gran autoestima, su terca mentalidad de “yo lo puedo todo” lo que le impedía pedir ayuda. Y, en segundo lugar, era el hecho de que él solo se metió en este problema por ayudar a su padre.

    Tsubaki era la sacerdotisa de un templo al que Inutaisho solía ir a hacer algunas ofrendas. Al parecer, cada vez que iba, cuando él se encontraba con la sacerdotisa, éste le sonreía amablemente y la saludaba. Al pasar el tiempo, intercambiaban algunas frases más, además de los simples saludos. Ahí quizás fue que Tsubaki se enteró que Inutaisho era un empresario prometedor, que parecía que en muy poco tiempo se haría grande en Tokyo con esa heladería.

    Cuando la mujer se enteró que la razón por la cual Inutaisho iba al templo, -todas las mañanas, vestido en su uniforme de heladero- era porque iba a rezar a los dioses por el bienestar de su moribunda esposa, ese día, seguramente, un regocijo debió haber invadido su cruel corazón. Izayoi estaba padeciendo un cáncer que rápidamente se había expandido por todo el cuerpo, así que ni la más ingenua de las personas hubiera pensado que aún le quedaba una chance para sobrevivir. Tsubaki aprovechó esa oportunidad para intentar seducirlo una de las tantas mañana que él se acercaba a hacer su ofrenda al templo. Sin embargo, fue rechazada y humillada en frente de otras personas que se encontraban allí aquel día.

    —Tú le sirves a los dioses. Eres una sacerdotisa. Además, yo jamás volvería a estar con una mujer que no sea mi amada Izayoi. —Esas fueron las honestas y quizás crudas palabras de Inutaisho.

    Tsubaki no lo amaba, claro que no. Sólo quería su dinero. Él eso lo supo porque otras de las sacerdotisas que servía a ese mismo templo, se lo había advertido.

    Señor, tenga cuidado. Ella es una cazafortunas, una ambiciosa que no sé como llegó a ser una venerada sacerdotisa. No se dejé seducir.

    El tiempo pasó y él nunca más volvió a ese templo. En ese lapso temporal, su amada esposa falleció, sus hijos fueron creciendo, Sesshoumaru se fue a estudiar al exterior, Inuyasha ingresó a la Universidad de Tokyo y, finalmente, su primogénito regresó. Por desgracia eso provocó que su hijo menor se fuera de la casa.

    Tantas cosas habían pasado en la vida de Inutaisho que se había olvidado de Tsubaki. Sin embargo, ella no se había olvidado de él. Una mañana, cuando él y su hijo salían cada uno a trabajar en lo suyo, esa sacerdotisa se le apareció.

    Por la vergüenza que me hiciste pasar, maldito descendiente de youkais, ¡pagarás!

    En ese instante, Tsubaki lanzó el ofuda hacia Inutaisho, pero Sesshoumaru lo empujo a un lado quedando él totalmente expuesto al papiro maldito, el cual se adhirió en su pecho. Inmediatamente, una luz blanca lo cubrió y un fuerte viento impedía que cualquiera se le acercara. Cuando, abruptamente, esa luz se desvaneció, un pequeño cachorro se encontraba entra las ropas del hijo de Inutaisho.

    —Vaya, mira lo estúpido que fue tu hijo. Ahora pasará el resto de su vida convirtiéndose en un cachorro las noches de luna creciente. A menos que logren quitarme este ofuda que está en mi poder —sonrió Tsubaki maliciosamente exhibiendo el papiro entre sus dedos, un papiro rodeado de un aura muy poderosa.

    Sesshoumaru volvió a abrir los ojos y se puso de pie. Era hora de dejar de recordar su mala suerte e ir a trabajar.



    —Oye, Kagome, ¿está bien que los acompañe? —preguntó Rin mientras las dos caminaban por las veredas de Tokyo bañadas por el sol matutino.
    —Por supuesto. Yo te pregunté primero si querías venir a tomar algo conmigo, el que se sumó último fue Inuyasha —contestó la otra para tranquilizar a su amiga—. Veamos… debemos estar cerca de la heladería.
    —¿Nishino’s Cream?
    —¡Sí! ¿Cómo lo sabes?
    —Estamos caminando para esa dirección. Y si bien hay más heladerías en Tokyo, esa es la más famosa.
    —Si y es de la familia de Inuyasha. Pero me parece que a él no le interesa mucho ese negocio —contaba Kagome a la vez que divisó el cartel de la tienda y lo señaló con entusiasmo —. Él estudia bioquímica, al parecer quiere trabajar en un laboratorio medicinal. Por mi parte, tengo pensando reabrir la escuela abandonada hace más de quince años por el sur de Bunkyo. Claro, cuando tenga el capital y la familia dueña de ese terreno acepté. Ahí estudió mi madre y siempre me contó maravillas de esa escuela.
    —¿Sabes, Kagome? Yo no tendría ningún problema en aceptar que reabras esa escuela, con la sola condición que me dejes trabajar contigo, ya que por esa razón me vine a Tokyo, a continuar la escuela de mi amada y difunta abuela. Y no sólo eso, sino que hacer una mejor escuela de la que hizo ella.

    Los ojos de Kagome por poco se salieron de sus cuencas y muy emocionada le pidió a Rin que le contara todo acerca de lo que ella sabía de esa gran institución.

    Una carcajada escandalosa interrumpió a las jóvenes, por lo que éstas alzaron sus miradas y vieron frente a ellas una persona que abría las puertas de vidrio de la heladería y se agachaba con una mano sobre la boca. Cuando este individuo se incorporó, se llevó las manos a su panza y siguió riéndose a carcajadas.

    —¿Inuyasha? —preguntó Kagome algo preocupada
    No quiero pensar que lo vio… —pensó Rin también alarmada.
    —¡Tienen que ver esto! —habló Inuyasha eufórico tomando la mano de su novia e indicándole a la otra muchacha que lo siguiera.

    Al entrar, las dos muchachas se percataron que la mayoría de la clientela de aquella heladería era femenina.

    —Yo quiero de frutilla, por favor, Sesshoumaru —habló una jovencita de secundaria superior a la vez que lanzaba una risita idiota entre sus amigas.

    Ahí fue cuando Rin lo vio. Sus largos cabellos blancos estaban recogidos en una colita, su belleza hacia que los demás heladeros parecieran inexistentes. Lo que la hizo reír interiormente fue el hecho de que fuera el único que no llevaba uniforme, simplemente estaba vestido en una chomba blanca con un pantalón negro.

    —Kagome, ¿recuerdas que te hablé de mi medio hermano? Una persona fría, egoísta, con demasiado autoestima e insoportable. Encima te enseñé una foto en una de sus poses “miren mi grandeza”. ¡Ahí está el estúpido! ¡Sirviendo helado a adolescentes con las hormonas al tope! —Inuyasha no podía dejar de reírse.
    —Inuyasha, tu medio hermano está trabajando, ¿sabes? Yo no le veo nada de malo.
    —No tienes sentido del humor —dijo el joven aflojando sus hombros y con la mirada fruncida, expresando decepción por el comentario de su novia.
    —Tú te mofas de la gente.
    —¡Tú no sabes como es ese hombre! —señaló Inuyasha a su medio hermano.
    —Pero por lo menos trabaja, al igual que yo. En cambio tú... —Kagome revoleó los ojos para otro lado con los brazos cruzados.
    —Keh —fue la única respuesta del otro.

    En medio de la discusión entre la pareja, Rin se fue acercando hacia el mostrador donde los empleados estaban atendiendo. Claro está que se acercó al lugar en donde se encontraba el más bello de todos.

    Cuando éste la vio, en ese preciso instante una jovencita se interpuso en el camino de Rin. Sin embargo, Sesshoumaru le ordenó que se quitara porque “la señorita de atrás estaba primero”.

    Al escuchar esas palabras, el corazón de Rin comenzó a palpitar más fuerte.

    —Hola.
    —¿Vienes por un helado? —Sesshoumaru salteó todos los saludos.
    —Claro —contestó ella —. Quisiera frutilla y sambayón.

    Inmediatamente, observando las tapas de chapa que cubrían los potes de helado, el hombre levantó las dos que coincidían con los sabores que había pedido la jovencita. Tomó un cucurucho y le sirvió su pedido.

    —Muchas gracias —sonrió la muchacha tomando el cucurucho entre sus manos —. ¿Dónde tengo que pagar?
    —La casa invita —respondió Sesshoumaru indiferentemente atendiendo al resto de los clientes.

    Rin no pudo evitar que una enorme y alegre sonrisa se formara en su rostro. Lo peor era que sentía que no la podía disimular. Además, un calor subió y recorrió todo su rostro. La felicidad que sentía en aquel momento era inexplicable.

    Por su parte, Sesshoumaru percibió las expresiones de júbilo de Rin y, por alguna extraña razón, le gustaba provocarlas. Le gustaba que ella estuviera feliz. Pero, ¿por qué?

    Continuará…

    Hola!
    Cómo pasaron las fiestas? espero que bien ^^.

    Muchas gracias a --Inu_Girl-- y xXxNaRuHiNa por sus reviews.

    Como verán este capítulo despejo todo lo que seguramente muchos suponían acerca del cachorro y Sesshoumaru. Adoré escribir este capítulo y no saben del capítulo 6, uyuy.. pero lo tengo que revisar, jaja.

    Por lo que busqué en Internet (porque no tuve tiempo de buscar en libros ni bajarmelos porque en estos momentos tengo suerte de tener internet) el ofuda es una especie de papiro que se lo considera como un talismás, amuleto protector donde uno escribe el nombre de un dios sobre ese papiro. En Inuyasha aparecen, por ejemplo el abuelo de Kagome los usa. También Tsubaki en el mismo manga/anime lo usa, pero ella para hacer el mal, me parece.

    Perdón si inventé cualquiera con el fodua, pero de última, es mi fanfic y espero no ofender a nadie.

    Besos!

    Y feliz Año nuevo si no actualizo antes de mañana!
     
  20.  
    sessxrin

    sessxrin Fanático

    Virgo
    Miembro desde:
    17 Enero 2009
    Mensajes:
    1,048
    Pluma de
    Escritora
    Re: Bajo la luna creciente (RinxSesshoumaru)

    ¡¿como pude perderme dos capitulos?! arg. tonta yo que se me olvida todo.
    en fin, bueno, como siempre, me fascinan tus capitulos, son tan faciles de leer, tu narracion es muy fluida, eso hace que termine de leer los capitulos en un tintan (lo cual me entrsitece porque no quiero que se acaben xD)

    no encontré errores, y me parece que manejas muy bien las personalidades de los personajes, amo como los manejas, hace que los adore a todos xD

    me imagine a Sesshoumaru serviendo helado con esa cara de descontento y todas esas jovencitas hormonadas, ja, me rei mucho xD aunque le pueden poner de todo y siempre se vería lindo...

    chaitos!!! estaré leyendo tu fanfic y esperando la continuación como un buen perrito fiel xD
     
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  1. Aiora
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