Long-fic de Naruto - Bajo El Velo de Mamá - | Naruto Fanfic |

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por SusanFagorotti, 6 Enero 2025.

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    SusanFagorotti

    SusanFagorotti Iniciado

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    Eran tiempos difíciles en el país, la guerra había empezado entre Konoha y Suna, en el vecindario donde vivía los soldados empezaron a sacar a todos los infantes para llevarlos a un lugar seguro, yo fui una de ellas, casi no tengo recuerdos estando con mis padres, de hecho, el primer recuerdo que tengo fue estar rodeada de más niños igual de confundidos que yo.

    Cuando la guerra acabó, a todos nos dieron en adopción, pero a mí me vendieron, lo sé por las palabras que usaron que en ese momento no entendía pero que ahora sé.

    Fui llevada a una gran mansión, mis nuevos padres, un señor de edad grande, de pelo blanco, y mi madre, una mujer mucho más joven que él, rubia y con un lunar en frente en forma de rombo.

    Para mi sorpresa no era la única hija que tenían, mis hermanas, Ino y Sakura, “adoptadas” igual que yo, Temari era verdadera hija de mamá, pero por lo que tenía entendido esas dos hijas no eran del señor Lion, pero éste las había criado como si fueran de él.

    Y la otra hija, hermana de Temari, Konan, de ella no hablaré mucho por el momento, sólo puedo decir que nunca tuvo remedio y eso me daba mucha lástima.

    Escribiré esto como parte de mis memorias, ya soy una mujer de la tercera edad y la guerra ha vuelto a empezar, no quiero irme de este mundo sin dejar algo plasmado en él.

    Esta es mi historia, de una de las víctimas de la casa Senju.

    .
    Tres niñas serán adoptadas por una de las familias más adineradas del país en tiempos de guerra.

    Pero conforme vayan creciendo se darán cuenta cuál fue la verdadera intención de su madre al convertirse en una Senju.


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    Próximamente…
     
    Última edición: 6 Enero 2025
  2. Threadmarks: | Capítulo 1. |
     
    SusanFagorotti

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    Título:
    Bajo El Velo de Mamá - | Naruto Fanfic |
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1696
    General

    —Lava bien los pisos, Hinata, hoy llega tu padre y quiero que todo esté listo.

    —Sí, mamá. —la azabache de cabellera corta aceleró el ritmo para poder acabar pronto el primer piso, para empezar luego con el segundo.

    —Sakura, Ino, ¿ya acomodaron la mesa?

    —Sí, mamá, sólo falta que las criadas terminen la cena. —contestó la rubia.

    —No les digas así. —regañó la pelirosa.

    —¿Entonces qué son?

    —Empleadas.

    —Es lo mismo.

    —Ya niñas, —habló la mujer de vestido verde—mejor vayan a cambiarse, su papá no tarda en llegar.

    Ambas niñas corrieron a sus habitaciones.

    —Ya casi es la hora y todavía falta que aquellas dos estén. —la rubia miró al reloj de salón para luego mirar a la pequeña azabache—Hinata, deja eso mejor y ve a ver si tus hermanas mayores ya están listas.

    Ella asintió y fue corriendo rumbo al segundo piso.

    La pequeña llegó primero a la habitación de la peliazul, la cual quedaba frente de las escaleras.

    —D-Disculpe… —tocó la puerta con sus nudillos—¿Puedo pasar?...

    Pero nadie le respondía. Tocó otra vez y nada, así que, conociendo la paciencia inexistente de su madre, entró a la habitación.

    A Hinata le encantaba la habitación de su hermana mayor, Konan, el color azul marino reinaba, su color favorito. Sin mencionar que también tenía varios perfumes y joyas, las cuales le gustaría ponerse, pero conociendo a su hermana esto sería imposible.

    —¿Qué haces aquí? —la voz de Konan la hizo sobresaltar.

    —M-Mamá me mandó para que- —fue interrumpida.

    —Ya estoy lista, ¿okey? —entró a la habitación y dio una mirada rápida a su tocador para luego mirar a la niña—Espero que no hayas tocado nada con tus manos, las dejarías oliendo a lejía, haciendo que apeste yo también como tú.

    —S-Sí, p-perdón… —fue sujetada de los hombros.

    La peliazul se agachó, quedando a su altura. —Si te vuelvo a ver dentro de mi habitación sin mi permiso, te cortaré los dedos—la miraba fijamente—, ¿entendiste?

    La azabache asintió, empezaba a temblar con apenas la presencia de la Senju.

    Konan la dirigió hacia la salida aún sujetándola de los hombros para cerrar la puerta.

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    | Capítulo 1. Primer Golpe. |

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    —¿Qué te pareció la cena, amor? —la rubia de ojos cafés apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó hacia su marido, mostrando interés en su respuesta.

    —Exquisita, nunca me decepcionas. —contestó el peliblanco, quien estaba sentado a la cabecera de la mesa.

    —¿Cuándo volverás a la ciudad? —preguntó una rubia de ojos aguamarina.

    —Me tomaré unos días para estar con ustedes, —acarició la mejilla de la pequeña azabache—hace mucho que estoy de viaje que me merezco un buen descanso, ¿y qué mejor estar rodeado de mi familia? —sonrió con orgullo.

    —¿Y nos trajiste regalos? —preguntó la rubia platinada.

    —Ino. —la pelirosa, su “gemela”, le dio un golpe con el pie a la pierna de su “hermana”.

    —Claro que sí, están en sus habitaciones.

    Rápidamente ambas niñas fueron corriendo a sus habitaciones.

    —Voy a vigilarlas. —la ojiverde se levantó de la silla—Con permiso. —hizo una reverencia y abandonó el comedor.

    —Hinata—llamó la atención de la menor—, recoge los platos y llévalos a lavar, por favor. —pidió la rubia.

    Asintiendo, la niña como pudo recogió los platos de todos y se fue a la cocina.

    —Y dime, —tomó la mano de su esposo y empezó a masajear los nudillos—¿qué quieres hacer esta noche?, ¿ir al lago a mirar las luciérnagas?, ¿mirar las estrellas desde el balcón?...

    Suspiró. —Sabes, extraño montar a caballo.

    —¿Y lo quisieras hacer ahora? —preguntó sin mirarlo a los ojos.

    —La verdad sí, lo necesito.

    —Pero es muy noche, amor, ¿no lo quisieras por la mañana?

    —Iría por la propiedad, amor, recuerda que tenemos un campo para sólo nosotros, y tiene faroles, con ellos me guiaré, no te preocupes.

    La Senju mayor no dijo nada, se limitó a asentir, disimuladamente le dirigió la mirada a su primera hija, la peliazul, la cual era la única que se encontraba todavía en el comedor.

    —Yo me retiro. —dijo Konan—Buenas noches, padre.

    —A mí también me alegra verte, Konan. —alcanzó a decir antes de que la peliazul abandonara la habitación, aunque sin ninguna contestación por parte de ella.

    —Está en plena adolescencia, amor, entiéndela.

    —¿Adolescencia todavía a los diecisiete? Nada que ver. Esa muchacha está malacostumbrada, deberías enderezarla, Tsunade.

    —De eso yo me ocupo. —sonrió de lado, mostrando una sonrisa juguetona.



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    —¿Y qué te trajo mi papá? —preguntó la pequeña de ojos azules, sosteniendo un vestido azul cielo.

    —Tarada, es nuestro padre, no solo tuyo. —le respondió la ojijade, sosteniendo igualmente un vestido, pero rojo.

    —Es hora de dormir, niñas. —habló Temari—Mañana es escuela y hay que madrugar.

    —Pero no tengo sueño. —dijo desanimada una pelirosa.

    —Yo tampoco. —siguió la rubia menor, cruzando los brazos.

    —¿Ah, no? —igualmente cruzó los brazos y sonrió la ojiverde—¿Y si les cuento la historia de la dama de la luna?

    —Ya me dio sueño.

    —A mí también.

    Las gemelas de repente ya tenían sueño.

    —Y-Yo no conzco esa historia… —la voz delicada de la pequeña Hinata hizo que voltearan a verla.

    —Es cierto que no te la he contado, —la cara de sus otras dos hermanas menores notaba el fastidio, ya que esa historia se las había dicho más de una vez a ellas que ya hasta se la sabían de memoria, pero a la menor de ellas no—así que vamos a tu habitación.

    Temari tomó la mano de la azabache y se dirigieron a una habitación pequeña, con una ventana que daba vista al gran patio trasero.

    La rubia preparó a la menor para irse a la cama, arropándola mientras le contaba la historia.

    —Era la más hermosa de sus hermanas, pero también la más tímida, sus hermanas la envidiaban por su gran belleza y talento para el baile, todas las noches salía de su casa y se subía al árbol más alto para poder apreciar la luna, quien era la única que le daba consejos y la abrazaba como una hermana mayor, era la única que le brindaba apoyo cuando más lo necesitaba y secaba sus lágrimas si se sentía sola.

    Los ojos como perlas de la niña brillaban mientras su hermana mayor le relataba la historia.

    —Al momento en que sus padres murieron, sintió que lo había perdido todo, y el odio de sus hermanas hacia ella creció aún más al enterarse que toda la herencia se le heredaría sólo a ella. Por lo que las hermanas decidieron acabar con su vida en plena luna llena para poder repartirse el dinero entre ellas, pero luego de esa noche, en cada luna llena, la hermana perdida las va a visitar, no dejándolas dormir por toda la semana.

    —¿Y ahí acaba?

    —No, pero ya es muy noche y todavía eres muy pequeña para saber el final.

    —¿Mis hermanas lo saben?

    —No, pero lo que no saben es que ese no es el final. —tocó con la yema del dedo la nariz de la niña—Buenas noches, Hina.

    —Buenas noches, Temari. —cerró los ojos.

    La rubia apagó la lampara de mesa, dejando sólo a la luz de la luna entrara a través de las cortinas de la habitación.

    —¿Por qué eres tan gentil con esa mocosa? —preguntó Konan, recargada en la pared de lado, con los brazos cruzados.

    —¿Qué tiene de malo?, son sólo niñas.

    —Tú nunca has sido así conmigo.

    —¿Y tú alguna vez lo fuiste conmigo también? —arqueó la ceja para después dirigirse a su habitación.

    —No son nada nuestro esas mocosas, no sé por qué mamá las trajo acá. —se aproximó a la habitación de la rubia.

    —Si mamá las quiere como si fueran suyas hay que dejarla, no nos hacen nada de daño.

    —A veces me pregunto cómo puedes ser mi hermana siendo así. —la miró con rechazo.

    —Yo también lo pienso de ti. —le correspondió la mirada—Por cierto, ¿dónde está mamá?

    —Fue al establo, con el viejo aquel, va a cabalgar.

    —¿A esta hora?, ¿no es peligroso?

    —Eso le dijo, pero ya ves cómo es ese viejo—suspiró—. Como sea, me voy a dormir. —cerró la puerta de la habitación de Temari, sin dejar que ésta dijera algo más.


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    —¿Estas seguro, amor? Es muy noche ya.

    —Estaré bien, amor. —dijo el peliblanco, montado ya en un caballo—Me esperarás aquí, no es nada más que una vuelta, en menos de media hora estaré aquí.

    —¿Me lo prometes? —la voz de la Senju se mostraba preocupada, pero su mirada decía otra cosa.

    —Te lo prometo.

    Dicho eso, ordenó al caballo empezar el camino por el campo, dejando sola a su joven esposa en las puertas del establo.

    —Buen viaje, Jiraiya. —sonrió para sí.


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    El peliblanco ya llevaba más de la mitad del camino recorrido, pero todavía faltaba para poder dar la vuelta y regresar a casa.

    La noche estaba tranquila, hacía un poco de frío, pero los que vivían por esa zona ya estaban acostumbrados.

    No fue que dio un suspiro profundo cuando su caballo empezó a ponerse inquieto.

    —¿Qué te pasa?, ¡no hay nadie aquí!

    Era propiedad privada, ninguna persona podía venir así como así, y menos tratándose de la propiedad Lion, la familia más rica del lugar.

    La duda de que fuera un animal se desvaneció cuando de la nada aparecieron como 6 tipos en caballo, uno de ellos tenía una antorcha prendida para asustar a su caballo, lo cual estaba consiguiendo.

    —¡¿Qué quieren, idiotas?! —preguntó gritando, ocultando su miedo de no poder volver con su familia.

    En ese momento se acordó que siempre tenía consigo un arma, una pistola, la cual dejaba que su esposa se la equipara. Pero cuando intentó buscarla se dio cuenta que no la llevaba consigo en ese momento, al parecer a su mujer se le había pasado dársela.

    Al volver la vista al frente, unos ojos marrones lo miraron directamente, aquel tipo sostenía un arma que se dirigía a él.

    Antes de poder hacer algo, ya había recibido el disparo en el pecho.


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    .


    Continuará…
     
  3.  
    SusanFagorotti

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    Hinata

    Escuchaba voces provenientes del salón principal, una de ellas la reconocía a la perfección, era mamá discutiendo con otra mujer; salí de mi habitación y a puntitas me dirigí a la escalera que daba a la entrada, me senté en uno de los escalones y guardé silencio para no ser descubierta, ya era muy noche, pero apuesto a que mis otras hermanas tampoco podían dormir por el escándalo que estaba abajo. No me tenía que cuidar las espaldas, mis hermanas mayores estaban abajo, pero sólo estaban presenciando la escena que armaban aquellas dos rubias.

    Mi madre estaba de espaldas, mis hermanas estaban un poco más alejadas del plano, pero permanecían atentas a la situación, era la otra mujer que me llamaba la atención, nunca la había visto, ni en los alrededores del valle, era rubia, un tono más oscuro que el de mamá, de ojos grises y altura baja, junto a ella se encontraba un chico de la misma edad que Konan, al parecer, rubio, grandes ojos azules y marcas en las mejillas. Estaban vestidos de negro, igual que nosotras, esa mañana había sido el funeral de papá, pensé que eran algún familiar de él, pero fue mi sorpresa al enterarme que era su primera familia, la cual había dejado por irse con mi mamá.
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    | Capítulo 2. Segundo Golpe. |

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    6 años después
    General

    —Andando, chicas, los clientes esperan. —una pelinegra se movía de un lado a otro, procurando que las chicas estuvieran vestidas correctamente para la ocasión.

    —Es suficiente, gracias, Hina. —la azabache mencionada guardó las brochas en su estuche.

    —Hinata, —llamó la pelinegra—ve a limpiar la habitación tres, en unos minutos la ocuparán.

    La ojiperla asintió y fue en seguida a la habitación mencionada.

    Al entrar cambió las sábanas, almohadas y ordenó un poco los cojines del sillón, al finalizar abrió la ventana para que se ventilara un poco el lugar, al hacerlo se quedó viendo por unos momentos el exterior, la habitación daba al patio trasero, el cual estaba lleno de hombres adultos, uno que otro joven, la mayoría empresarios o dueños de haciendas con jovencitas, jovencitas que vivían bajo el mismo techo que ella.

    Cuando unos golpes a la puerta llamaron, la azabache cerró la ventana y las cortinas, agarró sus cosas y salió de la habitación.

    —Justo a tiempo. —le dijo Shizune, la pelinegra que era mano derecha de la dueña de la mansión Lion, ahora llamada “Casa Senju” —Ya van a dar las doce de la noche, si quieres puedes irte a tu cuarto para que descanses, Sai te subirá la cena.

    —De acuerdo, gracias, Shizune. —la azabache hizo una pequeña reverencia y fue directo a su habitación.

    A un lado de su puerta había una escalera que conducían directo a una habitación, la cual fue instalada para dar espectáculos privados a las bailarinas de la casa, una de ellas era su hermana mayor, Temari, quien en ese momento estaba dando un espectáculo en privado.

    Le gustaba ver a su hermana dando lo mejor de ella, a veces la veía a escondidas e imaginaba que los movimientos delicados y a la vez agiles los hacía ella, que tenía ese talento.

    Desde que su padre murió, fueron cinco largos meses en los que se peleó la herencia de él entre Tsunade y Tezuna, la primer esposa del peliblanco, el juicio se produjo por el testamento de éste mismo en donde le dejaba todo a su esposa actual, Tsunade Senju, y que se le seguiría dando la pensión de siempre hasta que su primer hijo, Naruto, fuera mayor de edad, lo cual sólo contó con un año más para que éste cumpliera la mayoría de edad establecida, de ahí en más Tezuna fue la que se encargó de sus propios gastos al no recibir más dinero por parte de las Senju.

    —Servicio a la habitación. —alguien llamó a su puerta, sonrió y fue a abrir, conocía bien esa voz—Buenas noches, lady Hinata.

    Un chico pálido de pelo negro entró a la habitación con una charola con alimentos, dejándola en la cama de la chica de 12 años.

    —No me llames así, sólo se les dice así a las bailarinas.

    —¿Y tú quieres ser una, no es así?

    —Tendría que pasar por muchas pruebas para serlo, la única que ha podido superarlas todas ha sido Temari.

    —Bueno—hizo una breve pausa, sentándose al lado de la azabache—, ya que estamos en confianza, déjame decirte que, si Temari no fuese la favorita de lady Tsunade, no hubiera podido llegar tan rápido a ese puesto.

    —No digas eso, Temari tiene el talento suficiente como para estar ahí. —miró hacia un lado—Igual que las demás…

    —No lo niego, pero ninguna de ellas es bailarina—el pelinegro cruzó las piernas—, Konan sigue haciendo el trabajo sucio e Ino y Sakura son camareras.

    —Mamá tiene un reglamento para cada puesto, para ser dama de compañía se debe tener diecisiete años, luego veinte para… hacer cosas… y de ahí, dependiendo de qué tan popular seas entre los clientes asciendes a bailarina especial.

    —Y en ninguna de esas Temari ha pasado y Konan ha estado ahí desde siempre. —dijo el pelinegro.

    —Bueno… Ahora que lo dices, no entiendo porqué mamá prefiere más a Temari que Konan, digo, ya que ellas son sus únicas hijas biológicas, no entiendo por qué preferir a una por encima de la otra.

    —Puede ser un buen tema de conversación, pero eso será para después, —el pelinegro se levantó de la cama y fue a la puerta de la habitación—es tiempo de ir a vigilar allá abajo por si las cosas se descontrolan-

    En ese momento, se escuchó un disparo proveniente de la planta baja, seguido de varios vidrios rompiéndose.

    El chico pálido fue corriendo al instante que se escuchó el disparo, dejando la puerta de la azabache entreabierta.

    La ojiperla fue silenciosamente a ver lo que había ocurrido en la primera planta, varias personas salían de las habitaciones a ver lo mismo.

    Desde los escalones se sentó a ver lo que pasaba, el candelabro de cristal estaba en el suelo, partiendo a la mitad una mesa, varios pedazos del mismo candelabro estaban esparcidos, incluso incrustados en los sillones, la gente se veía horrorizada a la escena que presenciaban, todavía no sabía con exactitud qué había pasado como para que el candelabro estuviera destruido.

    —¡Suéltenme! —había un hombre con arma en mano, fue él quien hizo que cayera el candelabro a causa de aquel disparo—¡Te dije que esa mujer era sólo mía!

    —Nadie es de tu propiedad, viejo.

    Entre toda la gente que estaba en el gran salón, divisó a su hermana Konan, la cual estaba en una esquina, su cara delataba terror de aquellos tipos.

    —¿Qué pasa aquí? —preguntó el pelinegro de piel blanca, alzando la voz.

    —¿Tú qué haces aquí, niño? —dijo uno de los tantos hombres que estaban presentes en modo de burla al muchacho—Ve a traer mejor a la dueña de- —fue interrumpido.

    —¡¿Se puede saber qué carajos sucede aquí?! —la voz de la Senju mayor se hizo sonar en toda la habitación.

    Los presentes se quedaron en silencio, dejando pasar a la rubia.

    —¡¿Quién hizo esto?! —fue que sus ojos color café se fijaron en el arma plateada de aquel hombre—¡Tú! ¡Está estrictamente prohibido traer armas de fuego a la casa!

    —Tú y yo teníamos un trato, mujer. —el hombre con arma en mano la fue bajando poco a poco.

    —¡Nada de tratas desde ahora contigo!

    —Pero tú dijiste que- —fue interrumpido.

    —¡Nada ya! —volteó a ver a todos los presentes con ceño enojado—¡Ahora largo todos!

    Las quejas de parte de los hombres no se hicieron esperar, pero sin poner más resistencia acataron las órdenes de la mujer, empezando a caminar hacia entrada de la casa.

    Sai junto con los demás de seguridad hicieron que todos los clientes desalojaran el recinto, sin dejar a uno solo.

    Cuando las puertas de la mansión se cerraron, la rubia ojicafé se dirigió a las demás.

    —Quiero que se vayan a la cama, ahora… Y ustedes—se refirió a sus hijas—, ¡a mi oficina!



    .


    .


    .


    Hinata

    Las 5 estábamos en el despecho de mamá, ella se veía tan furiosa, pero no dejaba de ver principalmente a Konan, quien tenía la mirada baja y los labios tensos.

    —¿Se dan cuenta en el gasto que vamos a hacer en volver a restaurar el gran candelabro? —pasó su mirada intensa a cada una de nosotras—¡¿Lo saben?!

    —Pero, mamá, —habló Ino—no fue nuestra culpa.

    —Ya sé que la culpa la tiene Konan por no saber controlar sus clientes.

    Konan levantó la mirada con los ojos bien abiertos, conocía esa expresión y no estaba muy de acuerdo con lo que mamá había dicho.

    —¿Disculpa? —preguntó directamente a madre.

    —Como lo escuchaste, tú y tus modos para atraer más hombres y ganar dinero, eres tan baja, hija.

    —¡Simplemente hago lo que tú me pides hacer, madre!

    —¡Jugar con los clientes no es algo que te he dicho que hagas!

    —¡¿Y tú sí lo puedes hacer?!

    Madre dio un manotazo a su escritorio tan fuerte que pensé que partiría en dos la mesa.

    —¡Te exijo que me respetes! —se inclinó hacia delante.

    —Yo también exijo lo mismo. —Konan dio un paso adelante, quedando cara a cara de mamá.

    —Konan, —Temari agarró el brazo de Konan y la hizo retroceder—basta.

    —Obedece a tu hermana.

    Konan sonrió de lado. —Claro, —se safó del agarre de Temari—se me olvidaba que es tu favorita, y a tu favorita todo lo que pida.

    Antes de que madre pudiera decirle algo, Konan se fue del despacho, azotando la puerta.

    Madre respiró profundo y exhaló. —Algún día me las pagará.

    Tomó unos papeles y los ordenó.

    —Shizune.

    —¿Sí, mi lady?

    —¿Cuál es la suma que vamos a gastar para arreglar los destrozos?

    Shizune le pasó una hoja con todas las cuentas.

    —Imposible… No estoy dispuesta a gastar tanto.

    —¿Entonces qué haremos, mi lady?

    Mamá nos dio un vistazo rápido a todas, meditó por unos minutos en silencio hasta que tuvo la respuesta.

    —Tendremos que reclutar a más personas.

    —¿Q-Qué?... —todas estábamos igual que Shizune—Pero la comida, los demás servicios de la casa…

    —Reduciremos las porciones de comida para absolutamente TODOS—sus ojos de detuvieron en Sakura e Ino—, y ustedes, mis queridas hijas, —nos sonrió ampliamente—empezarán a trabajar con clientes como damas de compañía.

    —P-Pero si apenas tenemos quince… —dijo Sakura sin poder creerlo.

    —Se necesita tener diecisiete para hacer eso. —habló Ino con los brazos cruzados.

    —La que da las órdenes aquí soy yo, así que puedo cambiar las reglas cuantas veces quiera, ¿entendido?

    Por su tono serio no pudimos mas que asentir calladas.

    —Muy bien, vayan a sus cuartos ahora, mañana será un día atareado. Y tú, Shizune, organiza una convocatoria para reclutar a más jovencitas.

    —S-Sí, mi lady…

    Nosotras nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones.

    Me acosté y miré la luna que se reflejaba desde mi ventana. No tenía idea de lo que se aproximaba.



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    Continuará…
     
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