Baño de chicos (3° piso)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 3 Diciembre 2020.

  1.  
    Zireael

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    El otro soltó que nunca fue precisamente humilde, que de hecho la cualidad estaba sobrevalorada y tuve que tragarme una risa, porque incluso si era broma algo de razón llevaba. Algunas personas tenían algo más claro este rollo de quiénes eran y qué esperaban a cambio, otras no tanto y las restantes disfrutaban de fingir que sí, en la idea había algo de vanidad, codicia y simple autoconocimiento, al menos a mí me lo parecía.

    Sabíamos quiénes éramos.

    Y por eso entendíamos que las expectativas sobre nosotros no tenían sentido.

    Alcé las cejas al pescar en el aire el doble sentido de su respuesta, me sonreí de forma parecida a él y al final se me escapó una risa cuando añadió el "y luego la guitarra" tan pancho. Este chico era bastante descarado incluso con estas pintas de angelito, eso lo tenía más claro que nadie, pero no dejaba de ser divertido. Igual con cómo estaban las cosas me sentí un poco extraño regresándole el doble sentido como lo habría hecho en otro momento, así que digamos que lo regulé.

    —Lo tendré presente, como siempre.

    Esa fue toda mi contestación, luego la conversación viró y cuando le pregunté por el balanceo del embrollo se encogió de hombros, dándome una respuesta bastante apropiada viniendo de él. Según él ya lo había balanceado, pero le pidieron fingir demencia y si me lo preguntaban eso solo era consentirle los vicios, lo mismo que hacían las personas a mi alrededor con cierta frecuencia y los que no, bueno, se comían la puñalada como estaba visto. Ko no se desviaba demasiado por nadie y yo solo me iba a la mierda cuando se me antojaba, tampoco era que la gente tuviera muchas opciones si optaban por seguir presentes en nuestras vidas.

    Me pregunté si no te estaba pidiendo demasiado.

    El autoconocimiento era una condena.

    Más de lo que puedes darme.

    Por eso la gente renunciaba.

    —Imagino que sí, pero si hasta cuando ponemos los banderines rojos alrededor todo el mundo se los pasa por el culo, supongo que la culpa es de ambos lados en realidad. Los que se tiran de cabeza esperando no partirse la nuca y los que no cerramos el agujero donde obviamente iban a caer pensando que una cinta amarilla va a detener a un ciego —resolví con sencillez, aunque la idea sonó un poco como hilada en el aire y en vistas de que ya estábamos aquí metidos, seguí escarbando—. ¿Te sientes presionado? Por la idea de que deberías alterar la forma en que vives por las expectativas silenciosas de otros, digo.

    Luego conté lo del bar, lo de beberme hasta el agua de los floreros y supuse que con eso se entendía que no, no solía consumir así, de por sí el incidente post-muerte de Kaoru estaba un poco resguardado. Esta vez si no me había metido pastillas de la clase que consiguiera con Tachibana era porque Hikari lo había evitado y luego Yuzu me había buscado, pero no más, de haber estado solo es posible que estuviera haciendo de embudo en una cañería. No me enorgullecía.

    Los idiotas como Ryouta y yo moríamos así.

    No esperaba de Ko ni de nadie lástima o pena, sabía que mi vida era diferente a las suyas, las heridas que nos cubrían el cuerpo eran de naturaleza distinta. En gran parte por ello no quería arrastrar a más personas de la cuenta a mis embrollos, porque me parecían demasiado pesados en comparación, pero a todos me los llevaba en banda tarde o temprano, ni siquiera distinguía amigos de enemigos. Otro motivo para no poner una sola expectativa en mí.

    Lo de la repetición me hizo mirarlo extrañado, porque no entendí un carajo, y él pareció notar lo raro del asunto porque le dio risa y yo exhalé por la nariz, esperando que se explicara.

    —¿Qué hay que escuchar cuando aviento a cualquiera a un agujero apenas algo me molesta? —pregunté ante esta noción de que la insistencia nos quisiera decir algo y se me escapó una risa sin gracia al recibir lo último del porro—. Supongo que también algo del asunto habla de necedad. Quizás solo haya que aceptar el destino inevitable o yo qué sé.

    Me fumé lo que quedaba, retuve el humo y cerré los ojos unos segundos mientras liberaba la nube blanquecina.
     
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