La cabrona ignoró mi respuesta a lo que preferí volver a cerrar la boca, subiendo por las escaleras sin prestar atención en realidad a nada ni a nadie que no fuese la música que volví a reproducir en el móvil. El instituto se veía más grande de lo que parecía ser por fuera, aunque mis ganas de recorrerlo eran inexistentes al considerarlo una puta perdida de tiempo, ya fuese para dormir, practicar o trabajar, lo cual era mucho más fundamental. Al llegar al tercer piso la observé adentrarla a la 3-2 luego de mover la mano como despedida sin siquiera dignarse a mirarme. Chasqueé la lengua y seguí en lo mío, identificando el salón de clase al que había sido asignado. Miré la hora en el móvil notando que aún tenía algo de tiempo libre para desdibujar el estrés. Seguí a lo largo del pasillo hasta los baños, notando un par de estudiantes que me quedé mirando por puro vicio de sacarlos, y funcionó, los dos idiotas salieron con prisa y todo. Continué hasta el lavamanos para recostar la cadera mientras rebuscaba en mi mochila hasta dar con la cajetilla de cigarros ya a mitad, la cual debía abandonar pronto, pero ahí estaba volviendo a fumar como un desquiciado. Busqué el mechero para encenderlo llevándome el filtro a los labios para inhalar, dejando escapar el humo por la nariz luego de retenerlo. Me cercioré igual de traer la colonia en la mochila, para así apaciguar el hedor del cigarro cuando me lo acabase de fumar. Me la colgué de regreso en el hombro y con la mano libre sujeté el móvil, deslizando el pulgar por las ventanas incógnitas.
Me había zambullido en el cubículo de siempre, el que se tragaba mis vicios desde primer año. Eché la espalda a la pared, subí un zapato a la tapa del retrete y dejé colgando el brazo del cigarrillo sobre mi rodilla. Era bastante deprimente, si lo analizaba con detenimiento. Ya me sabía de memoria las paredes de ese cubículo, las pocas inscripciones y firmas que llevaba en bolígrafo o marcador indeleble. Los cabrones de esa institución podían hacer la vista gorda en muchas cosas, pero en cuanto a mantener apariencias sí que se llevaban el oro. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que el imbécil de la hoja de marihuana encima del papel higiénico lo había vuelto a dibujar. Aparecía y desaparecía, y aparecía y desaparecía, en un bucle eterno o una pulseada inútil. Kinda relate, to be honest. Fumé en calma y silencio, como siempre, oyendo los ruidos de afuera sin prestarles mayor atención o preocuparme al respecto. Había dos tíos conversando hasta que se abrió la puerta, se callaron de repente y se retiraron. Por un segundo pensé que quizá fuera un profesor, pero lo siguiente en la secuencia fue una cremallera, el sutil sonido de una cajetilla y luego, como ya me la veía venir, el mechero. Pero mira nada más, un compañero. Esbocé una sonrisa floja, pasándome la lengua por los dientes, y la risa me salió bastante ronca entre el humo que exhalé. Por la pura gracia me estiré, le quité el pestillo a la puerta y la dejé abrirse, regresando a mi posición inicial. Ahí estaba el pobre diablo, literalmente frente a mí, metido en su móvil. Auriculares también. ¿Me escucharía? Esperé a recibir sus ojos y si no, bueno, le arrojaría bolitas de papel hasta que me preste atención. No tenía un título en toca cojones por nada, y eso seguro Pierce lo podía certificar. En serio, ¿por qué la molestaba tanto? ¿Era porque siempre me parecía tan recta y diligente, tan seria y centrada? Como si no hubiera un puto problema en su vida. Como si nada la tocara. Me irritaba. —Eh, blondie —lo llamé, carraspeando al notar que la voz me salía rasposa—. ¿Consejo de amigo? Clávate la jugada en uno de estos, suele ser más seguro. No que pase algo alguna vez, pero más vale prevenir que curar, ¿verdad? Contenido oculto Insane sé que no posteé pero Joey estaba aquí desde antes técnicamente así que hola hola, surprise :D
Entre que apenas iba iniciando el cigarro, el rap quemándome los oídos y mi distracción en páginas de estafas no me había percatado de que alguien más compartía el baño conmigo al creer que el olor a hierba venía de los dos estúpidos que había corrido del lugar hasta que la puerta de un cubículo se abrió y noté la silueta por el rabillo del ojo, dejando pasar unos segundos para clavarle los rubís encima de los marrones, sin embargo regresé a lo mío como si no fuese más que una miserable mosca lo que estaba frente a mí, sin embargo su voz pese a llegarme en tono lejano y vago llegó. —¿Qué? —atajé sin atisbo de compañerismo mientras continuaba deslizando el pulgar, a lo que recibí el consejo que no admitiría y aplicaría la próxima vez, pues lo que menos me apetecía era ser fichado por un docente y perder la poca mierda que había conseguido que saliera bien, pero su puta madre le daría las gracias por la observación. Aunque fumar encerrado en un cubículo se me hacía una mierda, de por sí eran espacios estrechos que probablemente usaran más para follar pero podía aflojar un poco el culo para evitar que me cacharan, además no sabía si había esa clase de cerdos en aquel lugar al estar en Japón como tal. Llevé la otra mano a la boca para quitarme al cigarro y dejar que la ceniza callera en el suelo, exhalando en dirección al techo por la boca, volviendo a ignorarlo como si no existiera.
Contenido oculto La música con la cual el pobre imbécil se estaba estallando los tímpanos me alcanzó sin tener que mover un solo dedo. Las pintas de gang, emo y angry boy que se cargaba encima, todo en uno, eran para enmarcar. Una joyita. Me habló como si fuera un insecto y probablemente lo era, pero no era lo relevante aquí. Seguí sus movimientos al tirar las cenizas al suelo y solté otra risa floja, meneando la cabeza. Dios, Dios, ¿es que nadie le enseñaba a estos remedos de rebeldes la sutil diferencia entre idiotez y valentía? Me llevé el cigarro a la boca, entrecerrando los ojos al inhalar y sin quitarle la vista de encima pues porque sí. Ya me sabía las paredes del cubículo de memoria, al menos su carita me entretenía mejor. Un par de segundos después me incorporé con pereza, imprimiéndole cierto esfuerzo a mi voz. —Take a sip, take a sip, take a sip —murmuré, adelantándome con el cigarro entre los labios para echarme agua en las manos—. And a trip, and a trip, and a trip. Lo observé a través del espejo, su espalda, más bien, y estiré los labios en una sonrisa ligeramente torcida al llevar un dedo a su auricular para desengancharlo de apenas un toque. —Si vas a seguir ignorándome, al menos cuéntame qué está tan interesante. ¿Suicida? Probablemente, pero qué va. Estaba hasta los cojones de todo.
La risa que se tiró me hizo aguantarme las ganas de fruncir el ceño por muy ligero que fuese, optando por quedarme con el desinterés impregnado en la cara como si de por sí mis facciones ya no fuesen bruscas por mera costumbre. Llevé el cigarro a mi boca de nueva cuenta al ya tenerlo consumido por la mitad, inhalando hasta sentir que la faringe y los pulmones me ardían, sin embargo no me pasó desapercibido que la alimaña seguía con sus ojos sobre mí. ¿Me la parecía a alguien, se le perdió uno igualito o qué putas? El hijo de perra se levantó para encaminarse como si mi cara no gritara que mantuviese la maldita distancia a lo que mis ojos depararon nuevamente en los suyos con la chispa filosa de amenaza, sin embargo el tipo ocupó el lavado del lado, aún así me mantuve alerta, pestañeando con parsimonia al regresar mi vista al móvil, creyendo que tenía algo de suerte para que se largara de una buena vez por todas, pero justo en ese momento el cabrón me quitó un auricular y de manera automática lo manoteé con brusquedad, girando el rostro para echarle el humo en toda la cara como un patán. —Piérdete.
El niño había estado siguiendo mis movimientos con la precisión y sutileza de un gato, así que digamos que consideré una victoria personal haberlo sorprendido al quitarle el auricular. Su manotazo me estiró la sonrisa en el rostro, que no se borró ni al recibir todo el humo de sus pulmones. Cerré los ojos, esperé a que el aroma se aligerara un poco y pestañeé, soltando el aire por la nariz. De verdad que no parecía tener ganas de tratar ni con la Virgen María. Y yo era todo lo opuesto a eso. —¿Hmm? ¿Y qué hago con esto? —repliqué, inocente, balanceando el cigarro entre mis dedos. No tardé en recuperar la diversión de mierda, se expandió por todo mi rostro y recargué las caderas en el lavabo de al lado, prácticamente imitándolo. Di una calada profunda y liberé el humo poco a poco, echando un vistazo hacia la puerta. Ahora sí que estábamos expuestos, ¿eh? —Soy Joey, por cierto, y me aburro~ —Ladeé la cabeza al mirarlo, mi cabello se decantó hacia un costado y le concedí una sonrisa a ojos cerrados—. Eres nuevo, ¿verdad? No te tengo de nada.
El chico este era un tremendo masoquista o un imbécil enteramente, porque en ese momento solo esperaba dos respuestas: Cogernos a puño empezando la mañana o que se largara de una buena vez por todas, pero el idiota terminó tomando una tercera opción que creía inexistente, quedarse ahí, con una sonrisa endemoniada hablando como si nada. Esta gente le iba mejor a Katherin, eso seguro. Lo escudriñé con la mirada dándole a entender que me importaba un culo lo que hiciese con el cigarro, por mí que se lo tragara si le apetecía pero que no jodiera, que mi paciencia bastante corta si era. Llevé el cigarro nuevamente a mis labios, inhalando para soltar el humo por la nariz como la primera vez, bloqueando el móvil para que no viese nada de lo que estaba haciendo. Joey. El nombre perfecto para un inepto. —Busca una perra para follarte —solté de puro impulso al no saber si le iban las chicas, los chicos o ambos El que se mantuviese ahí quieto hablando como si nada me había disminuido las ganas de romperle la cara, aunque seguían estando presentes. Sentí su mirada encima y se la sostuve sin precedentes—. Ajá. Aunque en Japón como tal ya llevaba un tiempo, pero en el instituto lógicamente lo era. Le di la última calada al cigarro y lo dejé caer al suelo para pisarlo con el zapato, lanzándole el humo nuevamente en la cara de a posta sin perderlo de vista.
¿Qué maldita razón del universo me estaba impulsando a pegarme como lapa a un tipo que potencialmente podía encajarme un puño en la quijada sin venir a cuento? Vete a saber. Quizá fuera la misma que, en otras condiciones, me empujaba a la cueva fría y silenciosa del club. O la misma que me picó y picó hasta que estuve a medio pelo de lastimar a Alisha. O la misma que, en líneas generales, me metía siempre en los problemas que podría ahorrarme de no ser un cabrón insoportable. El hastío del rubio era tan palpable que me causaba una satisfacción extraña, de lo más cagada. Se guardó el móvil antes de que pudiera echarle un vistazo, seguí sus movimientos de soslayo y me sonreí. Pero bueno, ¿en qué andaría el baby boy para tanto secretismo? Vaya, podía ser de todo. Porno, el chat con su mami, la deep web o un Instagram de jardinería. Su comentario brotó con la aspereza de una lija y mantuve la sonrisa cabrona en el rostro, fingiendo la inocencia de antes. —No puedo, todas me abandonaron hoy, ¿puedes creer~? ¡Y en mi cumpleaños! They so mean. —Me quité la congoja impostada de encima y recargué la muñeca libre en el lavabo, inclinándome un poco hacia el chico—. Así que si tienes una para presentarme, ya sabes~ Le guiñé un ojo por la pura gracia y regresé el cigarrillo a mis labios, dándole otra calada. Seguí sus movimientos, la diversión pegada en mi cara al verlo aplastar el cigarrillo en el suelo, y solté una risa floja al recibir su humo de nueva cuenta. Un poco me había tocado los cojones el hijo de puta, pero de ahí a que lo demostrara había un abismo de diferencia. —¿Ensuciando espacios compartidos? Such a bad boy~ —lo molesté en un susurro, meneando lentamente la cabeza.
¿Su cumpleaños? Qué puto chiste, el pobre diablo estaba más solo que lucifer luego de ser tirado al abismo, pero solo había que verlo, si yo fuese tía jamás me fijaría en un imbécil como éste, si apestaba a todo lo que una madre estipulaba como mantener a metros, aunque tampoco podía hacerme el ciego, si yo calzaba bien en la descripción de no dejes que se te acerque. —Una para que te deje los huevos azules —solté tosco en referencia a Manson, como de costumbre. Me llevé la mochila hacia adelante luego de tirarle el humo, rebuscando hasta dar con la colonia, aplicándome un par de splash en la ropa para disolver el aroma de la nicotina—. Fuck you —siseé en respuesta a su susurro corriendo la mochila nuevamente hacia la espalda, evitando el impulso de querer tirarle en la cara un splash de loción para borrarle esa sonrisa maldita de la cara. Me dispuse a caminar entonces hacia la puerta, abriéndola para enterrar la izquierda en el bolsillo, disponiéndome a ir al salón de clase. Joey. Jodido imbécil. Cerré de un portazo, desapareciendo a lo largo del pasillo.
—Por supuesto, no me molestaría tenerte de invitado~ —Aunque bien sabía que podía ser solo para darle la razón, prefería mucho más aquella personalidad ligeramente más amable de Zeld para no tener que aguantar aquellas pullas enojadas que hacía para desquitarse un poco, que además le parecían en realidad como un sin sentido por todo el tiempo que ya había pasado para mantener el enojo. Tan bueno que podía ser para él que simplemente dejara ir ese enojo.~ Dante por su parte solo asintió a su petición aunque realmente sabía que bajo ninguna circunstancia su padre pudiera aceptarlo dentro de casa incluso si no estaba allí casi todo el tiempo solo por seguro recordarle a los grupos criminales de posiblemente cualquier parte del mundo y no era una imagen que quisiera que fuera visible. Eventualmente terminó separándose de él para que pudieran iniciar su andar acompañando a Zeld hasta que, al llegar al segundo piso el chico se despidió de ambos y así fue como finalmente terminaron solos para bien o para mal, aunque a decir verdad mantenía su postura bastante tranquila sin alguna pizca de maña o algo similar incluso mantenía sus manos detrás de la espalda. —Algo me dice que sigues enojado conmigo...—Habló de pronto casi decepcionado mientras guiaba sus pasos hacia el baño de chicos, esperando que efectivamente lo siguiera y pudieran tener alguna clase de conversación en privado y al entrar fue directamente a subirse a los lavabos, recargando su espalda en la pared. >> ¿Qué tan en lo cierto estoy?
En lo que las luces del ascensor informaban que subían opté mejor por echarme a caminar por las escaleras con éstos atrás de mí, como si mi objetivo principal no fuese el dejar a Dante lejos del maniaco por un rato. Apenas y determiné a Sean al continuar subiendo, si ya estabamos solos y todo pese a la multitud de estudiantes que aún se percibían en los pasillos, llegando al de tercero. Tenía la intención de meterme en mi clase sin volver a mirarlo pero aún no tenía en el radar a la clase en la que asistiría. Y tenía yo que tener una suerte de mierda si este chico no iba a la 3-1. Me relamí los labios ante la pregunta por pura manía al verlo continuar caminando en dirección al baño, y bueno, necesitaba la información completa así que a seguir al pastelito falso hasta obtenerla. En cuanto llegamos al baño le seguí con las pupilas para después caminar hasta la pared al lado del lavado donde éste se había posicionado, sin borrar la eterna burla en mi rostro. —Preguntar lo que ya se sabe es de idiotas, y tú no tienes un pelo de serlo —entorné la mirada ligeramente, sacando mi encendedor del bolsillo trasero para jugar con el fuego al ponerme a girar la rueda, mirándolo ahora a él mientras ladeaba la cabeza ligeramente—. ¿En qué clase quedaste o qué, Reese's?
No pudo evitar reír cuando lo escuchó hablar, tenía razón, demasiada. Pero es que no lo entendía en lo absoluto, porqué decidiría seguir acumulando rencores o malos recuerdos cuando podía simplemente dejar ir todo eso y olvidar por completo el asunto o recordar cualquier cosa buena. Tanto rencor le iba a arrugar esa carita que consideraba atractiva. —¿Tienes miedo de que hubiera tocado contigo acaso? —Preguntó con cierta diversión, estirando su mano hacia él para acariciar su rostro de manera delicada, recorriendo sus tatuajes incluso si corría el riesgo de que Zeld si así quería, decidiera quemarlo solo por no quererlo cerca —, te quedan muy bien~ Apartó su tacto cuando terminó de recorrer los tatuajes que más le llamaron la atención y dirigió su mano hacia su bolsillo trasero para sacar un porro y ofrecérselo viendo que ya tenía el fuego fuera, y de paso quizás quitarle lo malhumorado. —Te prometo qué está limpio, pasar los que me quedaban fue el mayor problema de todo mi viaje, y contestando a tu pregunta, estoy en la 3-3.
Contenido oculto Era para cagarse de risa el sentir que con un movimiento en falso mi viejo me ataría del cuello y me tiraría al vacío, porque esto no era como las mierdas que solía hacer de romper las reglas que me vinieran en gana, ni el ganarme una pelea por meterme en alguna falda, mucho menos estupideces de dinero ni droga. Esto era política pura, poder absoluto, control completo; si es que este cabroncito era intocable para quemarse en mi abismo, y aunque me impulsara a arrastrarlo dentro de seguro se las arreglaría para no salir ni oliendo a cenizas. Si es que la venganza que me monté en su momento no era suficiente, en realidad nunca lo sería. A ver si me la empezaba a pagar de a cuotas. Me sonreí con mofa. —¿Miedo? Pfff~ Sentí su tacto en mi rostro delineando cada tramo de tinta, incitándome un poco el encenderle el saco con el fuego del encendedor a ver si le quemaba algo la dermis en el proceso, sin embargo seguí apenas girando la rueda sin perder sus ojos azules de vista. Imposible no hacerlo en realidad cuando tenía alfrente al único que me había hecho tensarme en toda mi puta vida. Porque debería darle hasta una medalla y todo por ello. En cuanto la yema de sus dedos se retiraron lo vi sacarse algo del bolsillo, a lo que le recorrí la cara con soltura. Te prometo qué está limpio. —Fúmalo entonces —atajé irónico, extendiéndole el encendedor. No es como si estar en un instituto le impidiera meterle mierda dentro y hacer lo que le saliera de los huevos, lo había aprendido en carne y hueso. En cuanto soltó lo de clase el rostro de Allen me vino de golpe, percibiendo como Sean halaba sin siquiera saberlo la casi inexistente cuerda que traía dentro del pecho, esa que era delgada, fina pero dura como el acero, aún así no me inmuté ni mucho menos pestañeando apenas con parsimonia—. ¿Y qué te trajo a Japón? Digo, ¿al menos tienes los medicamentos en la mochila?~ —estiré la sonrisa como un maldito. Estabamos solos, un poco de sinceridad no caía nada mal.
Quizás estaba disfrutando ese interrogatorio más de lo que debía. Sentía la escena tan pero tan familiar, sentía que la paranoia y negación de su padre estaba allí presente en Zeldryck, escudándose en barreras que lo podían hacer sentir un poco más valiente de lo que quizás pudiera ser en realidad y cuestionando cada uno de sus movimientos incluso aunque estuviera siendo honesto, porque lo había percibido, su actitud nunca había vuelto hacer la misma desde ese pequeño incidente y aunque lo podía aceptar, le agradaba ver que tan siquiera seguía teniendo actitud para rozar lo que alguna vez fue. Eso hacía que siguiera siendo divertido. —Cierto, ¿cómo podrías tenerme miedo a mi cuando tu eres más fuerte y rebelde? —Volvió a estirar su mano hacia él para alborotarle un poco el pelo aprovechando que había hablado con una voz bastante infantil e incrédula. Si es que con su carita era incapaz de hacer cosas malas, por supuesto. Ni siquiera se molestó en tomarlo para encenderlo por su cuenta, tan solo aprovechó para volver a tener un tacto con él para girar aquella rueda para poder encenderlo, dando la primera calada al porro para soltarle el humo encima y luego, ofrecérselo. —Te dije que estaba limpio —Mostró su lengua juguetón, comenzando a balancear sus piernas un poco aprovechando que estaba sentado sobre los lavabos, sonriendo un poco más cuando mencionó algo sobre los medicamentos —, ¿por qué será? ¿por qué será? Quizás simplemente quería poder verme con mis amigos más veces~, ¿por qué estas tan obsesionado con que traiga medicamentos? ¿Quieres que te comparta acaso? Rio con suavidad, echando la cabeza hacia atrás por breves instantes. —¿Con qué me podrías motivar a decirte la verdadera razón? Porque luego vienes y me dices que no tienes miedo ni nada y luego estás completamente histérico...
El pastelito tenía una facilidad hasta envidiable de adaptación en matices de personalidad, y aunque yo me adaptaba al resto con facilidad para optener algo a cambio de mi interés como solía ser el placer en cuestión la suya siempre era incierta, dudosa, quizá invisible hasta que lograba alcanzarla y pudrirla entre sus manos. Porque no todos los días se tenía a Bael burlándose en la cara de Satán con una voz infantil, incitantando a mantener mis sentidos afilados, dejándolo hacer en mi cabello en lo que pasaba a acomodarme entre sus piernas sin dejar de mirarlo entre las pestañas aún con el encendedor entre nosotros para que lo sujetara de ser el caso. Pero como lo pensé tan solo sujetó mi mano para girar la rueda entre mis dedos, buscando el contacto como solía hacer, como sino me causara ambivalencia. Mientras siguiese siendo su capricho podía sacar un par de cosas en beneficio. Lo vi inhalar, sintiendo el aroma a la hierba acompañada del humo blanquecino embargaba el espacio entre ambos al echármelo encima, como sino me incitara a hacer algo más al estarse tomando ese tipo de libertades. Sujeté el porro entre sus dedos en lo que lo ofrecía y soltaba el comentario de mierda. Solté apenas una risa ronca sátira permeada de incredulidad, dejando pasar el resto por ahora para atender a lo de los medicamentos. —Quizás —murmuré al verlo echar la cabeza hacia atrás hasta que regresó a su posición anterior, clavándole los miel encima—. Aunque quizás también un clonazepam no te vendría nada mal. ¿Histérico? —Curioso diría yo —. Pestañeé con parsimonia aún sin darle ni una calada al porro que se seguía consumiendo entre mis dedos con la candela aún en el puño cerrado, colgando al lado izquierdo de mi cuerpo. Era lógico que este no había llegado por obra y gracia del espirítu santo, ni mucho menos que quisiera venir a buscarme al otro lado del mundo para fastidiarnos la existencia, debía ser algo que había forzado a su viejo a sacarlo del país y moverlo a otro mientras pasaba lo que había detonado de lo cual seguramente mi viejo estaría enterado pero ni por el putas me soltaría la información, ya la cuestión sería qué tan lejos había llegado, y no podía darme el lujo de ignorarlo, al menos no por ahora. —¿Una motivación? —me relamí los labios—, a ver Sean, abre la boca —con la derecha sujeté su mentón de forma ligeramente tosca de a posta, llevando la izquierda en donde tenía el porro entre los dedos a mis labios para inhalar como un profesional, reteniendo un poco el humo en mis pulmones hasta soltarlo dentro de su boca, acortando la distancia entre nuestros labios por razones obvias—, podría pedirte que abriese la boca para otras cosas por ahí derecho, pero apenas vas llegando~
Si es que hasta parecía que le estaban dando ganas hasta de cooperar cuando lo veía ya colándose entre sus piernas cuando en ese momento ni era algo de lo que tuviera ganas, quería molestarlo, sí, ponerlo un poco paranoico incluso pero esta vez y de forma genuina, no había planeado tener alguna clase de contacto más allá con Zeldryck... tan solo había planeado un día para divertirse. Pero vamos, que no se iba a negar en lo absoluto a que por su cuenta iniciara a hacer esas cosas. Hacerle caso solo porque quería una pizca de verdad. Si no lo viera tan divertido quizás hasta se hubiera ofendido un poco. —¿Me quieres tener sedado? —Hizo un pequeño puchero, pero vamos, que ya lo había escuchado muchas veces por muchas personas y no era que le importara mucho —, ¿y qué harías luego? ¿Aprovecharás? ¿Me irás a tirar a algún manicomio o algo? ¿Te convertirás en un héroe acaso, Zeldryck? Sería realmente bueno de tu parte hacer toodo eso~ El salvador de mundos por eliminar a alguien que tampoco es que buscara hacer mucho, solo divertirse un poco. Lo siguió bastante atento todavía, obedeciendo bastante bien su petición, sin importarle demasiado el hecho de que incluso fuera algo brusco al respecto, recibiendo el humo con cierta expectativa solo por la cercanía que de pronto había tomado por iniciativa propia, terminando por expulsarlo por su nariz como si eso de pronto le diera un aspecto más intimidante. —Podrías haber sugerido cualquier otra cosa —Le recordó acercándose un poco más para rozarle los labios —, pero si hago eso solo te estaría dando placer a ti, ¿no? Pero estar abajo yo... haciendo lo que me pidas... eso te pone demasiado.—Repitió el mismo movimiento para que se volvieran a rozar aunque esta vez terminara mordiendo su labio inferior para halarlo con una extraña suavidad al estar siendo meramente mañoso. Se separó para poder hablarle al oído ahora. —Pero como prometiste motivación, te diré... lo único que hice fue ayudar a alguien a que diera un gran salto de fe a la nada.
Bueno, mejor sedado que con los cinco sentidos andando, eso seguro, sin embargo no es como si me importara lo que le pasara al resto de la academia, es decir, mientras no tocaran a los dos con los que había llegado el tipo podía hacer una fiesta encima del resto y poco interesado estaría de como resultase todo eso, porque bueno, de salvador no tenía ni la puta descendencia. Aunque algo por allá dentro de mi cabeza si que chispeaba referente a las personas que veía como posibles valvulas de placer, las que no tenían pinta de poderse defender solas siquiera como era Dante o Cathy, que con mis movidas y toda la mierda seguían permitiendo que me acercara cada vez más, aunque lo silenciaba al menos por ahora. —¿Yo como salvador? —me le reí en toda la cara—, suena hasta tentador si puedo sacar algo de ellos, digo, hay un par de gente que me interesa tener de rodillas~ Como el principito, por ejemplo. Luego de que éste liberó el humo que le eché encima me rozó los labios, provocando que en el transcurso le mostrara los dientes cual bufón, más por lo que estaba soltando. No era sorpresa el que quisiera dominar a quien se me atravesara al frente, y Sean no era la excepción, me lanzaba un placer de lo más cagado someter o dominar a diestra y siniestra. Lo dejé invisibilizar la distancia al sentir sus dientes halando mi labio inferior para luego acercarse a mi oído y soltar la respuesta de lo que había pedido. Sino fuese porque estaba fuera de su campo de visión por la posición él hubiese notado que la sonrisa cagada se esfumó por un instante. —Recuerda el trato del año pasado con respecto a mi hermano. Me eché para atrás dándole una última calada al porro que estaba apenas por la mitad para luego dejarlo caer en el suelo y aplastarlo con el zapato, mirándolo después por encima del hombro a lo que expulsaba el humo. —Me gustaría decirte que fue un placer volver a verte pero, no aplica~ —solté con mofa, saliendo de los baños para echarme a caminar por el pasillo en dirección a mi salón de clases.
—Tienes razón, no es como si realmente te interesara la gente para hacer algo bueno por ellos, igual de egoísta que yo~ Si usaba su imaginación y la llevaba a un nivel extremo, sentía que quizás podía ocupar el puesto de héroe si se encontraba en alguna clase de situación extrema donde genuinamente no tuviera el control de nada y hubiera un poder extremadamente fuerte para obligarlo a estar interesándose en alguna otra persona. Y hasta que no hubiera alguna clase de apocalipsis, continuaría en el rol tan entretenido que había decidido tener. Así pues, esperó en su lugar por un grito, reacción, empujón, cualquier cosa que mostrara probablemente lo que estaba pasando por su cabeza. Porque seguro la curiosidad había muerto. E incluso si fuera una respuesta corta, la satisfacción que le había traído era mucha, incluso se le escapó una risa. Claro que iba a retroceder, huir, probablemente tratar de borrar toda la información que escuchó para seguir con su día de forma normal, quizás incluso bloqueaba la memoria o la distorsionaba para hacerse creer que le había obligado a fumar o escuchar aquella información. —Sí, sí, Zoldryck siempre puro, no seas celoso, ya nos veremos de nuevo, porque el placer siempre será mio~ Esperó allí sentado en los lavabos hasta que salió de los baños, así con más tranquilidad podía recoger aquella colilla que había dejado en el suelo y tirarla por el retrete, después se dirigió a su maletín y sacó una botellita de veil que normalmente estaba obligado a cargar en caso de que hiciera esas cosas, no le gustaba tener que estar oliendo a hierba, menos cuando la mayoría del tiempo parecía que no hacía cosas así y de paso, lo ayudaba a oler más fresco, de allí terminó sacando de una pequeña bolsa de plástico un cepillo de dientes de viaje y una pasta de menta para eliminar el olor también de su boca. —So fucking messy... pero ya está~ Guardó todo nuevamente y salió de los baños, si su padre lo viera no podría decir que era un irresponsable en cuanto a cuidar sus apariencias.
Bueno, primer punto a que no parecía precisamente enfadado. Había dos opciones: o tenía mucha decencia o no la poseía en absoluto. Luego de recibir la intensidad de su mirada atendí al tono de su risa y me permití una sonrisa liviana, relajando el semblante a posta. Me había recorrido con la vista, ¿a que sí? Para chequear mi estado presuntamente, pero algo de satisfacción me había caído encima. El muchacho pellizcó la tela de su camisa para despegarla un poco de su piel y observé sus movimientos con cierto disimulo, por entre las pestañas, antes de volver a detallar su rostro. Había que chequear su estado, ¿verdad? Presuntamente~ Y ahora que lo veía con más detenimiento, ¿no era estúpidamente parecido a Joey? Sólo que con unos ojos de puta madre, claro. Cuando destacó que sólo uno llevaba soda encima acentué la sonrisa y agité la lata, notando que le quedaba poco. Se me ocurrieron ideas de lo más variopintas, desde bebérmela hasta volcármela encima por la pura gracia de llevarle la contra, pero al final las descarté todas y le extendí la bebida en lo que inspeccionaba mis bolsillos, en busca de algún pañuelo. —Mi ofrenda de paz —murmuré, agitando suavemente la lata tras resignarme en mi búsqueda—, por echarte soda encima y por no tener ni un pañuelo a mano. Seguí la dirección de sus ojos, que claramente iban dirigidos al baño, y como siempre todo me importaba una mierda lo escuché, sonreí y me adentré donde no debía porque me salió del coño. Avancé hasta uno de los lavabos y encendí el grifo casi hasta el fondo, girando el cuerpo hacia él. —Me parece la mejor opción para evitar el pegote, sí. No que sea experta en manchas de soda pero estoy usando el sentido común.
No le pasó desapercibido el detalle que la chica en cuestión también estaba más atenta de lo que acostumbraba a todo lo que estaba haciendo, lo que normalmente pasaba era que seguían las disculpas, trataban incluso de no verlo mucho por la vergüenza que terminaba causando el hecho de...tirarle algo encima, pero le estaba gustando bastante que se saliera de esa clase de patrones, incluso lo estaba considerando interesante. Y si seguía manteniendo ese gesto despreocupado mientras ella le veía, seguro que ni siquiera le parecería un problema continuar con ese chequeo. Que lo mirara todo lo que quisiera, le encantaba~ —Es una buena ofrenda de paz entregar al pequeño causante de la guerra —Se le escapó una pequeña risa incrédula cuando sintió el peso de la lata, si ya estaba a punto de acabarse tampoco era la mejor cosa que ofrecer, si hubiera estado medio llena hasta habría disfrutado dar un posible trago —, lo acepto, gracias. Le dedicó una sonrisa amable y entonces la vio avanzar justo al lugar en el cual sabía que iba a tener que volver a fin de cuentas, si es que a este punto parecía plan con maña y todo, ¿de dónde había salido esa chica que hasta parecía que le había leído la mente? La siguió apenas se cerró la puerta y ladeó ligeramente su cabeza para fingir cierta curiosidad cuando la vio abrir la llave. Dejó la lata en la esquina de uno de los lavabos y volvió a dejar el maletín en el suelo. —Me disculpo de antemano si te llego a parecer un exhibicionista o algo así...—Sin prisa alguna comenzó a deshacerse del blazer, manteniéndose con la vista hacia los baños para no parecer que se estaba "desvistiendo" frente a ella, luego prosiguió a aflojar su corbata —, ¿no te meterás en problemas por estar aquí dentro? Ni siquiera le había preguntado el nombre pero quería averiguar un poco más sobre sus motivaciones mientras claro, se preocupaba solo para poder atender la mancha de mejor manera. ¿Qué quizás había una mejor forma para hacerlo? Probablemente, pero quizás no tan posiblemente divertidas como esa.
