Baño de chicos (Segunda planta)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 3 Diciembre 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

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    Si acaso la cabrona disfrutaría de todas estas mierdas, mira que no me había esforzado ni un poquito en disimular la ansiedad, la brusquedad o la oscuridad en mi sonrisa. Jamás lo hacía, de hecho, podían acusarme de muchas cosas pero ¿jugarla de niño bueno? Jamás. No me interesaba, me daba pereza y me resultaba hasta patético.

    Cargaba con el puto peso de mi alma y me hacía cargo.

    Ya no había espacio para redención ni mierdas similares.

    No le perdí detalle a sus reacciones cuando me hundí en su cuello, si no habría sido un poema lo que brotó de sus labios al sujetarla del cabello. Tuvo la fuerza suficiente para hervirme la sangre en las venas, fue un golpe de calor repentino, una sacudida eléctrica de esas que sólo te incitan a seguir buscando lo que las despierta, como un jodido adicto. Le gustaba que hiciera eso, ¿huh?

    Checked.

    Sus besos me distrajeron un poco, arrancándome una risa floja. Eran un bonito gesto, si se quería, y ciertamente no iría a negarme a las atenciones tan delicadas de una señorita. La dejé acomodarse en mi regazo, tranquilo, y pestañeé con parsimonia al arrimarse a mi oído. Otra pulsada de calor me bañó el cuerpo, erizándome la piel expuesta. Recibí sus ojos, eran de un tono prácticamente cristalino pese a lo cagado de la situación, y ensanché la sonrisa hasta mostrar mi hilera de dientes. Deslicé las manos desde su espalda baja hasta sus caderas, luego ascendí a cámara lenta, rozando apenas y adrede el costado de sus pechos. Me detuve en mi corbata, que seguía sobre sus hombros, y la pellizqué de un extremo para hacerme con ella sin ningún apuro.

    —¿Confías en mí, Ri-chan?

    Siendo justos, no tenía una sola razón para hacerlo. Si acaso era la tercera vez que pasábamos tiempo juntos y si no estábamos comiéndonos la boca, nos montábamos un puto teatro que utilidad real no poseía desde ningún ángulo. Aún así, qué sé yo, me apeteció decirlo porque en definitiva no planeaba hacer nada que fuera a disgustarle. Al menos no con lo que sabía de ella hasta ahora, claro.

    Jugueteé con la corbata entre mis manos hasta que la afiancé en cada extremo. La estiré frente a ella, con la sonrisa de mierda pegada al rostro, y la acerqué suavemente hasta cubrirle los ojos. Me encargué entonces de atarla a tientas y regresé los dedos entre su cabello, trazando su mandíbula, por los costados de su cuello y hasta los hombros. Respiré lento y pausado, permitiéndome observarla como me vino en gana, y mis manos siguieron bajando por sus brazos al tiempo que me inclinaba y presionaba los labios en su cuello. Uno, dos besos castos, probé su piel apenas con la punta de la lengua y me sonreí, acentuando la humedad de mi boca. Seguí hundiéndome en su cuello, alcancé un extremo de su lazo y jalé hasta deshacer el nudo. La cinta me hizo cosquillas en los dedos y alejé el rostro para deslizarla suavemente por su piel expuesta. Fue tentativo, cosa de provocarla un poquito, y dejé caer la prenda entre nosotros. Me arrimé a sus labios, entonces, y los rocé al llevar las manos a los botones de su camisa.

    —Control de calidad —susurré, risueño, y me tragué las ganas de trazar su boca con la punta de la lengua—. ¿Está disfrutando de la experiencia, señorita? ¿Desea renovar el contrato~?

    Si no estaría disfrutando toda esa mierda como un jodido cabrón, por favor.

    hoy declaro oficialmente el día de vendar gente con corbatas
     
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    Amane

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    Esperé su reacción con una expectativa tácita, siguiendo sus movimientos con la mirada, y noté como la respiración se me cortaba un breve segundo cuando me proporcionó aquel roce tan claramente intencional. Joder, si no estaría más sensible que la mierda ya, qué desastre. Siguió después hasta hacerse con su corbata de mi cuello y un brillo de lo más jodido chisporroteó en mi ojos antes de permitirme levantar la mirada para recibir la suya.

    Asentí con la cabeza ante su pregunta, sin ninguna clase de reparo y prácticamente al instante de haberla pronunciado. Motivos para confiar tan ciegamente en él como que no tenía, eso lo sabía yo mejor que nadie, pero digamos que había algo dentro de mí que me decía que podía hacerlo; por lo menos en ese ámbito, claro. ¿Qué podía hacer para asustarme cuando era yo la que le pedía mierdas a Hitoshi porque me aburría hacerlo sin más ya?

    Pestañeé con parsimonia un par de veces mientras él jugaba con la corbata y luego, cuando ya se dignó a extenderla para acercarla a mis ojos, me incliné ligeramente hacia delante para intentar facilitarle la tarea lo mejor posible. La oscuridad me envolvió al instante y el resto de sentidos se me activaron con una intensidad estúpida, apenas un segundo después. Escuché su respiración pausada, se me erizó la piel por completo con cada roce intensificado y juraría que hasta ese mismo momento no me había dado cuenta de lo bien que olía el cabrón, cuando volvió a acercarse y su colonia me envolvió por completo.

    Me humedecí los labios con la punta de la lengua, intentando adivinar de antemano lo que planease hacer, y el poco control que había conseguido imponer sobre mi respiración desapareció por completo, ya que la misma se me aceleró apenas sentí la humedad de su lengua sobre mi cuello. Escuché la tela del lazo deslizarse mientras él deshacía el nudo y si quería provocarme al llevar la tela por mi piel, pues lo había conseguido de manera bastante satisfactoria, porque ni sé de dónde estaba sacando la fuerza de voluntad para quedarme quieta.

    Me sonreí contra sus labios cuando distinguí su voz y levanté las manos, tanteando por la zona del cuello hasta subir a sus mejillas para poder acunarlas.

    —Mhm~ Estoy bastante satisfecha con el servicio hasta el momento, le daría... cuatro estrellas —murmuré, antes de ladear la cabeza y volver a buscar sus labios.

    No me controlé una mierda ya, le comí la boca como si no hubiese un mañana o algo, enredé una mano en su mata de pelo y la otra se deslizó a lo largo de su torso, arrastrando las uñas por la piel en el proceso, hasta que conseguí dar con el borde de su pantalón. Deshice el cierre con dedos algo torpes, tampoco se me podía pedir mucho con una mano y la atención puesta en el beso, y colé la mano dentro solo para estimularlo un poco por encima de la ropa interior.

    >>¿Dónde dices tengo que firmar para renovar, señor? —solté, prácticamente en un jadeo, cuando busqué separarme de nuevo solo para seguir con la tontería.

    Una pena no poder verle la cara en esos instantes, la verdad, pero quizás podía conformarme con lo que me estuviese imaginando, no sé, no sé~

    ¿Podemos estar dos segundos sin montarnos un kinky show de la nada? Yo creo que no (?)
     
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    Gigi Blanche

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    La jodida suicida no dudó ni un segundo al asentir cuando le pregunté si confiaba en mí, mira que lanzarse con semejante descaro al pozo que ya tenía reservado en el infierno, pero vaya. No sería quien la detenga. Como mínimo, no sé, podía contar con la decencia de honrar su voto de confianza, si en el fondo era un caballero y todo~ Seguía moviéndome en base a suposiciones que se confirmaban, la cabrona tenía pinta de ponerse más kinky que la mierda si le dabas la chance. Cuando se inclinó hacia adelante para ayudarme a atarle la corbata no pude más que soltar una risa floja, de plena suficiencia. Estaba loca la hija de puta.

    Y me estaba poniendo de una forma insoportable.

    Atendí a los cambios en su respiración con una facilidad irrisoria, si el pecho le iba como quería y la tenía así de cerca. Buscó mi rostro a tientas cuando detuve las jugadas y las putas ganas con las que se lanzó a mi boca me instaron a seguir haciendo lo que me saliera de las pelotas. Se aferró a mi cabello, sus uñas trazaron un camino descendente y el chispazo de ardor hizo que en mi pecho vibrara un gruñido bajo, entre placentero y amenazante. Vete a saber. Estaba algo ido ya pero me las arreglé para desabotonarle la camisa, justo como había tentado antes de que me comiera la puta boca. Uno a uno, hasta el último, y le eché encima un suspiro pesado al sentir sus dedos en mi entrepierna.

    Jodida hija de puta.

    No tenía neuronas para lidiar con esto de manera razonable, si acaso me iluminé lo justo y necesario para estirar el pie y empujar la puerta del cubículo, que de paso había quedado abierta. Me relamí los labios, con la respiración algo agitada, y abrí la tela de su camisa con una suavidad ridícula. La detallé de arriba abajo como un puto cerdo, si total ni podía ver lo que estaba haciendo, y sonreí al rozar la piel del escote.

    Pero qué niña tan bonita.

    —¿Dónde firmar? —repetí, con los cables bastante quemados ya, y me incliné para echarle mi aliento encima, justo donde acababa de tentarla—. Se me ocurren un par de ideas.

    Presioné los labios al borde del sostén, estaban ligeramente húmedos e igual no tardé nada en trazar el contorno con la lengua. Afirmé las manos en sus muslos, le clavé los pulgares con ganas y seguí jugando alrededor de la prenda. A ver si me pedía que se la quitara o algo, no sé~


    —¿Aquí, por ejemplo?
     
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    Amane

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    El niño estaba en su puta salsa, ¿o no? Cualquiera lo diría, si de buenas a primeras tenía todas las pintas de ser un aburrido, y sin embargo ahí estaba, con los cables aflojados y disfrutándolo como un cabrón. Digo, tampoco había que ser ninguna clase de genio para verlo... aunque bueno, en mi caso lo estaba notando más que viendo pero se entendía el concepto.

    Nunca juzgar a un libro por su portada~

    Me desabrochó todos los botones de la camisa, haciéndome repentinamente consciente de la diferencia de temperatura y de lo jodidamente caliente que tenía todo el cuerpo, y solté una risa floja cuando escuché la puerta cerrándose a mi espalda. Eh, qué atento~

    No había manera física de que supiese que me había recorrido con la mirada, aunque si teníamos que ser sinceros, dudaba que hubiese algo mucho más interesante que llamase su atención en el momento; simple cuestión de lógica. En mayor o menor medida, me imaginaba que lo había hecho y mi estúpida necesidad de atención constante había hecho que un escalofrío me recorriese la espalda solo con la mera idea de imaginarlo disfrutando de las vistas.

    Siguió con la tontería que nos habíamos montado, la de las firmas, y tuve que hacer un esfuerzo titánico por seguir el hilo de la conversación. Es que me presionó los muslos con una intensidad ridícula y la sensación me lanzó un chispazo de estupidez a la cabeza, haciendo que moviese las caderas hacia delante para intentar buscar algo de fricción contra su entrepierna... si es que los cálculos no me fallaban, al menos.

    —Pues tú dirás, eres el que puede ver si es un sitio apto~ —acabé subiendo un poco el tono de voz porque, no sé, no estaba ya segura de nada y ya de por si tenía que ser difícil entenderme entre los jadeos que dejaba salir entre palabras—. Aunque quizás tengas que quitar algunas cosas para tener un mejor panorama, no sé.

    Pero si no compartiríamos neuronas o algo también.
     
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    Gracia debería darme que la predisposición de Riamu me siguiera sorprendiendo, considerando toda la puta situación. Estaba montada encima de mi regazo, en el jodido baño de la escuela, con la mano metida en mis pantalones. ¿Y qué si me pedía que le quitara el sujetador? Debía ser lo más leve de su lista o algo. No tenía la menor idea cuánta experiencia tenía la niña con estas cosas pero definitivamente no era su primera ni segunda vez. Bueno, no que hubiera algo de lo que preocuparme, ¿verdad? Tampoco íbamos a ponernos a follar, ni siquiera llevaba forros encima.

    Y no sé, ¿no le quedaba poco tiempo al receso? Me daba que sí.

    La respiración le iba como puto quería, era una cosa de locos y sabía que no tenía sentido apartar el pensamiento intrusivo que me rayaba el cerebro cada vez con mayor insistencia. Ese que ansiaba empujarme a tantear sus límites, a quemarla, fundirle el cerebro o, como mínimo, seguir arrancándole reacciones.

    Como ese gemido tan bonito de hace un rato~

    No le había apretado los muslos con segundas intenciones, fue una plena necesidad de descargar la energía acumulándose en mi cuerpo, pero que sus caderas reaccionaran al instante y se presionara contra mí me arrojó un chispazo de lo más cagado. Se propagó por mi columna, me cosquilleó en la entrepierna y me fundió un par de neuronas más. No lo razoné ni un puto segundo, arrastré las manos hasta los costados de sus glúteos, por debajo de la falda, y la insté a reiniciar el vaivén. Una y otra, y otra vez, marcando un ritmo lento y profundo.

    Empecé a soltar el aire por la boca sin darme cuenta, cada fricción lanzándome encima un placer estúpido, y mi cabello debió haberle cosquilleado en el pecho hasta que alcé el rostro, buscando verla. Seguía vendada, claro, pero estiré el cuello y ya mandé a tomar por culo toda la estupidez del contrato, de las firmas y qué sé yo. Alcancé sus labios, no la besé pero permanecí ahí, echándole los suspiros encima, y cerré los ojos con fuerza antes de tragar saliva. No tenía la más puta idea de lo que estaba haciendo, no sabía si había razón de ser en calentarnos de esa forma, pero para el caso me importaba una absoluta mierda. No podía ser de otra forma.

    No cuando se sentía tan bien.

    De un momento al otro recordé la última tontería que había dicho y decidí valerme de eso para, qué sé yo, seguir fundiéndome cables.

    —Sigue moviéndote —susurré contra sus labios, cargó cierta nota de autoridad pero tampoco fue plenamente demandante.

    Le clavé los dedos en los glúteos de pura manía antes de redireccionar las manos. Las colé dentro de su camisa, rocé la piel de su espalda hasta dar con el broche del sostén y lo desenganché a tientas. Me costó un poquito pero bueno, había quitado muy pocos sujetadores en mi vida. Me relamí los labios, resecos como estaban, y deslicé los dedos por los costados de su cuerpo hasta colar las manos dentro de la ropa interior, ahora floja. Acuné sus pechos, los masajeé suavemente y levanté la tela para llevarme un pezón a la boca. Cerré los ojos, respirando con pesadez por la nariz, y tracé su contorno con la lengua en diferentes direcciones antes de atraparlo entre mis labios y pellizcarlo apenas, haciendo lo mismo en el otro, pero con mi mano.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 3
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    Amane

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    No podía decirlo con ninguna clase de seguridad, mi capacidad de lectura no llegaba a tanto nivel, pero lo cierto era que empezaba a olerme un poco de qué iba todo el asunto con nuestro querido Kou aquí presente. No me iba a adelantar a los hechos, sabía que eventualmente me enteraría de si la teoría era cierta o no, ¿pero no era un poquito emocionante imaginar que estaba corrompiendo así a un pobre angelito virgen?

    Qué mala~

    Si su movida había sido intencional o no era algo que, honestamente, me daba bastante igual. Me había movido porque me había dado la gana, porque había empezado a necesitar algo de contacto en la zona o pensé que me volvería loca, y desde luego que lo último que esperé fue que el gesto en concreto hubiese desatado todo un incendio, pero tampoco me iban a ver quejándome mucho al respecto.

    No necesité más que adivinar hacia dónde se dirigieron sus manos para imaginar lo que se vendría. Me instó a seguir ejecutando el movimiento de cadera contra su entrepierna y lo hice incluso antes de que él me lo indicase, no era como si tuviese alguna especie de problema con el mismo al fin y al cabo. La fricción se sentía bien, obviamente, pero tenía que admitir que escuchar los suspiros del chico estaba logrando lanzarme otra clase de placer encima. Uno mucho mucho más interesante también, si me preguntaban.

    —A tus órdenes~


    No es que hubiese hecho falta que me lo dijese, si estaba difícil la cosa para que yo parase ya, pero si me servía para seguir con... no sé, la pseudo dirty talk que nos habíamos estado marcando pues me parecía bastante bien.

    Me hizo caso, aunque de nuevo no sabía que era exactamente lo que había estado pensando segundos antes, y solté un suspiro inconsciente solo por sentir que la prenda se aflojaba al fin y me liberaba los pechos así fuera un poco. Luego se centró en ellos y no sé si fue pura inercia o qué, pero aproveché que una mano se me había quedado enredada en su pelo para ir guiándolo un poco e instarlo a seguir cuando lograba dar con un punto que me gustase.

    >>Joder, Kou.

    Ya no estaba para filtrar mucho, la verdad. En algún punto acabé arqueando un poco la espalda, dándole incluso más acceso, y también acabé cediendo con la voz sin poder reprimir algún que otro gemido puntual cuando las sensaciones placenteras se acumulaban. Y me había hecho ya a la idea de que no íbamos a llegar hasta el final, cosa que no me importaba en lo absoluto y que estaba más que bien, pero llegados a ese punto me estaba empezando a preguntar cuál iba a ser el límite, hasta dónde nos atreveríamos a llegar antes de parar.

    >>Déjame verte —intenté sonar suave, qué sé yo, pero al igual que él se me acabó colando un poco de autoridad en el tono de voz.

    Lo que estaba claro era que al menos yo iba a estirarlo hasta el final.
     
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    Gigi Blanche

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    Era probable que parte de mis acciones o reacciones a secas me delataran, que no tenía mucha experiencia en el terreno y así. También era muy probable que una cabrona del calibre de Riamu se aprovechara de ello para molestarme de aquí al día de la graduación, pero otra vez: en ese momento no podía importarme menos. Que tampoco me pidieran mucho, vamos, tenía a una jodida tía moviéndose encima mío. Hasta mi ego conocía límites.

    Y de piedra no era pero ni por asomo.

    Reinició el vaivén incluso antes de que se lo indicara, cosa que sólo contribuyó al desastre. Qué sé yo, había algo especial en que ambos lo estuviésemos disfrutando, ya sin hablar de romance ni emociones estúpidas era el simple hecho de permanecer en la misma página. La complicidad o vete a saber, no me interesaba mucho encontrar la palabra adecuada. Tampoco me quedaban muchas neuronas a disponibilidad.

    Obedeció, por supuesto, y aunque probablemente hubiera seguido aún si no se lo pedía, la situación en sí me resultó satisfactoria que te cagas. Su mano había quedado en mi cabello, cosa que había desestimado hasta que comenzó a guiarme y tuve que tragarme la sonrisa de ocupada que tenía la boca. Esta vez fui yo quien obedeció, claro, mira que iría a contradecir lo que una señorita me pidiera sobre su propio cuerpo~ La cabrona arqueó la espalda, mis manos viajaron hasta su espalda baja y me incliné hacia ella, permitiéndome comerla como me saliera del culo. En cierto punto dejé su pezón en paz, deslicé la lengua por el contorno del pecho y pasé al otro. No que tuviera mucha idea de qué estaba haciendo, pero estaba prestando atención a sus reacciones y con eso, se ve, hice un buen trabajo.

    Para estar orgulloso y todo~

    Ahí estaban los estúpidos gemidos, que aún suaves y demás me echaban encima una electricidad ridícula. Su voz me alcanzó un rato después, alejé el rostro un par de centímetros y la miré desde abajo, ya sin contener la sonrisa. Saqué una mano de su cuerpo, la anclé a un costado de su cabeza y deslicé la corbata hacia arriba hasta que cedió y cayó al suelo. Esta vez me importó genuinamente una mierda.

    ¿Y de qué otra forma?

    Con semejantes vistas.

    Tracé la piel de su mejilla repasando sus ojos, me mantuve allí un par de segundos hasta que hundí los dedos en su cabello y la empujé de regreso a mi boca. Al final iba a quedar más caliente de lo que había empezado y por la pura gracia, pero no podía decir que me arrepintiera ni un poco. Busqué su lengua, ladeé la cabeza y mordí ligeramente su labio inferior antes de seguir besándola. Mis manos recorrieron su cuerpo con maña, en direcciones azarosas, era la mera necesidad de contacto o vete a saber qué. No me apetecía ni un poco salir del jodido cubículo, pero el cerebro me carburó lo suficiente para saber que nos quedaba poco tiempo.

    —Deberíamos ir cerrando el contrato, señorita —susurré contra sus labios, relajando luego la espalda en la pared para mirarla sin una pizca de pudor—. O al menos suspenderlo temporalmente~

    ¿Que si planeaba seguir comiéndomela en otro momento?

    Bueno, lo que se ve no se pregunta.
     
    • Zukulemtho Zukulemtho x 3
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    Amane

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    Entrecerré los ojos cuando sentí que su mano acercaba a la corbata y aun así tuve que pestañear un par de veces, con el ceño fruncido, hasta que logré acostumbrarme al contraste de luz tan grande. El roce sobre la mejilla me sacó otra sonrisa ligera, aunque por desgracia solo pude enfocar su rostro apenas un segundo antes de sentirlo hundiéndose de nuevo en mi boca. Le seguí el ritmo sin mayor complicación, nada nuevo al respecto, y el mordisco me pareció un gesto de lo más interesante.

    Mira que rápido estaba aprendiendo~

    También sentí sus manos aquí y allá, lanzándome más chispazos por todos lados, y al final me fue imposible disimular la expresión de decepción que se me plantó en el rostro cuando se separó ya del todo. Ya había dicho que sabía que íbamos a marcar un límite, pero eso no significaba que estuviese especialmente contenta con él ni que pretendiese ocultarle que me hubiese gustado seguir. Era algo así como un pequeño boost para su orgullo masculino o algo~

    Fue cosa de un segundo, de igual manera, porque recuperé la expresión divertida cuando lo escuché retomar la broma de las firmas. Le planté un beso sobre los labios aprovechando cuando se quedó a nada de distancia, un pico de nada solo por la gracia, y me acomodé el sujetador para poder abrochármelo de nuevo, habiéndole dejado igual un buen rato para que disfrutase las vistas y todo.

    —Ahora que lo mencionas... hay algunas cláusulas que me gustaría revisar con usted, sí.

    Me eché encima una seriedad de lo más convencible, como si todo el rollo ni hubiese pasado ni me hubiese dejado más caliente que la mierda de nuevo, y estiré los brazos para comenzar a abrocharle la camisa y todo. Un poquito tarde, quizás, pero ya le había prometido que lo ayudaría así que no había más remedio. Me levanté después de su regazo y recogí la corbata del suelo, para colocársela también y hacerle el nudo, todo con un esmero digno de admiración.

    >>Así que tendremos que quedar para seguir negociando~

    Cogí mi lazo de dónde se había quedado y salí del cubículo sin ninguna clase de vergüenza, como si no estuviese a medio desvestir en el baño de chicos de segundo y existiese la posibilidad de que cualquier imbécil hubiese aparecido o algo. Pero a ver, es que necesitaba el espejo para arreglarme, ¿sabéis~?

    Bueno, por si no te da tiempito o no te apetece responder más o lo que sea, pues lo dejo así y podemos asumir que se van a clases sin más y ya. Y si no, pues bienvenida eres a postear (???

    Also ya tú lo sabes pero me lo he pasado de putísima madre aksda
     
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    Gigi Blanche

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    Solté una risa breve por la nariz al distinguir la decepción en su semblante, si no parecería una chiquilla a la cual le arrebataron los dulces que se estaba zampando antes de la cena. No cargó con la burla de toda la vida, digamos, no me estaba riendo de ella. Sólo me entró en gracia y ya, porque se me ocurrió de un momento para el otro que sí era bastante como una niña. ¿El otro día no había aprovechado mi oferta para almorzar puros postres?

    Eh, como para consentirla y todo~

    Por otro lado no me detuve a pensar que esa muestra de decepción podía usarla para inflarme el ego o similar, la verdad ni se me cruzó por la cabeza y vete a saber por qué no lo aproveché, siendo el monstruo del orgullo que era. Quizá seguía con la neurona demasiado frita o quizás aún me sentía terriblemente inexperto en el campo, como para estar dándomelas de Ares.

    Me quedé allí, permitiéndole a mi corazón calmarse un poco, en lo que ella se abrochaba el sostén y demás. Recibí sus manos después, muy dispuesta a acomodarme el uniforme, y la sonrisa sólo se ensanchó. Había que verla nada más, tan diligente y todo. Así daba gusto conocer gente, oye.

    —Me parece bien —acordé en un susurro, viendo a sus ojos mientras se enfocaba en hacer el nudo de la corbata.

    En sí, no me había molestado en quitarle la mirada de encima en ningún momento. Cuando se irguió y salió del cubículo me cargué los pulmones de aire y lo solté lentamente, imitándola un par de segundos después. Me acerqué por detrás, busqué sus ojos en el reflejo y estiré la mano encima de su hombro, expectante.

    —¿Me permites? —ofrecí con una sonrisa casi inocente, refiriéndome al lazo.

    cerrar interacciones con gabi-chan es lava

    also ya tú lo sabes también pERO SAME gosh qué manera de chillar *rueda por todas partes*
     
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    No había que ser ningún genio para imaginar la satisfacción personal que me había caído al notar que no me quitaba la vista de encima en ningún momento. Eh, mira que lo entendía perfectamente, pero a ver si me iba a gastar o algo~. Bueno, ¿a quién pretendía engañar? Que mirase lo que le diese la gana, ¿quién era yo para impedírselo?

    La verdad es que no sé qué esperé que fuese a suceder después. No pensé que se fuese a ir sin más y que me dejaría ahí, no sé por qué pero no lo veía de ese tipo, aunque supongo que tampoco esperé que se acercase para... ¿ayudarme? Vete tú a saber, esa sonrisa no me la colaba ni de coña. Nada de lo que me fuese a quejar tampoco, obviamente.

    Apenas había alcanzado a abrocharme un par de botones en lo que él se levantaba y decidía acercarse, pero no es como si me importase mucho en ese momento. Encontré sus ojos a través del reflejo y le dediqué una sonrisa suave mientras levantaba la mano para dejarle el lazo sobre la palma de la suya.

    —Aquí tienes, cielo~

    ¿Que si aproveché para rozarle la piel con la yema de los dedos al retirar la mano? A ver, pues claro~

    Consiénteme la vida, míster (?)

    *chilla en ultrasonido como perra*
     
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    ¿Dudé que iba a facilitarme el lazo sin mayor problema? La verdad que no, igual le podría haber antojado joderme un rato pero no fue el caso. Entorné la mirada hacia el lazo al recibirlo y su roce, obviamente, no me pasó desapercibido. Que estaba usando mi sentido de la responsabilidad para irme a clases, vaya, pero si del resto hablábamos...

    Y ahora se suponía que atendiera a clases.

    Qué desastre.

    Repasé el reflejo de su silueta, valiéndome de los centímetros que le sacaba en estatura, y deslicé la mirada hacia la puerta antes de comprimir el puño donde había depositado el lazo. Ni había acabado de abotonarse la camisa y cualquier imbécil podía entrar, que encima era el baño de hombres. Qué gracia.

    —Gracias~

    Mantuve la sonrisa inocente en mi rostro y le mostré claramente cómo me llevaba su lazo al bolsillo. Dejé las manos allí, de paso, y me incliné sobre su hombro hasta alcanzar a dejarle un beso de nada en el cuello.

    —Necesito evidencia para la causa —me excusé encima de su oído, risueño, y me erguí—. Luego puedes recogerla sin problema~

    A ver, la tontería se me había ocurrido de un momento para el otro y si eso le facilitaba una ligera motivación para volver a buscarme, ¿acaso no ganábamos todos? Y con lo que disfrutaba ganar.

    —Suerte en clase, Ri-chan —me despedí con la voz suave de siempre, desapareciendo detrás de la puerta.

    yo en el fondo viendo que Ri-chan aceptaba así de: :satan:

    pero qué placer shippear gente con usted, cñorita uwu
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Riamu 2.png

    Si es que lo había pensado, ¿o no? Que esa sonrisa no me la colaba ni de coña. ¿Por qué mierdas me sorprendí cuando lo vi guardándose el lazo en el bolsillo, entonces? No era la persona más inteligente del mundo, eso había quedado claro, aunque para ese tipo de cosas solía ser algo más avispada que el resto.

    Ah, supongo que podía adjudicárselo al hecho de que seguía con las neuronas quemadas, por mi pobre orgullo~

    La sorpresa me duró bastante poco, de todas maneras, porque la expresión se me suavizó por completo al recibir su beso sobre el cuello y seguí mirándolo a través del espejo con una sonrisa sedosa plasmada en los labios. ¿Evidencia para la causa? Qué tonto. Si quería que luego lo fuese a buscar solo tenía que pedirlo, oye~. Aunque para la gracia iba a tener que hacerlo de todas formas, porque mis intenciones iniciales se habían desviado un poco y aun quedaban pendientes.

    Lo seguí con la mirada mientras desaparecía por la puerta y solté el aire por la nariz cuando me supe finalmente sola, negando ligeramente con la cabeza. Me terminé de abrochar la camisa, me ajusté la falda y me peiné un poco el pelo, haciendo el tiempo necesario para que al salir no quedase demasiado raro por haber sido inmediatamente después de Kou. Es decir, más raro que salir del baño de chicos, claro.

    Antes de salir, eso sí, saqué el móvil del bolsillo para mandarle un mensaje a Hitoshi preguntándole si tenía planes para esa noche. Ah, se suponía que me iba a encargar de la conclusión del trabajo, ¿o no? ¿Pero quién se podía concentrar con la calentura encima? Tendría que solucionar eso primero~

    Ya con eso hecho me dirigí hacia la puerta de salir y eché un vistazo rápido al pasillo antes de salir como si nada. Wow, qué sigilo, podría ser espía y todo si me lo proponía.

    PERO BUENO Y ESTE SNEAKY BITCH????

    el placer es mío uwu
     
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    Zireael

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    AltanBW.png

    Cuando Hodges apareció por la puerta de la clase sin rastro de Anna y fue a sentarse con Fujiwara el corazón me dio vuelta en el pecho, Fujiwara era lo que menos me importaba de la ecuación en ese momento, fue Emily a secas y todo pareció una anomalía de repente. ¿Ahora qué? ¿Se habían peleado? ¿Anna había faltado del todo?

    Le di vueltas al asunto del modo más discreto posible, tampoco iría a quedar como un loco, porque de por sí toda esta gente debía tenerme fichadísimo. Era yo el que la había cagado con su adorada Anna después de todo, ¿no? Si querían arrojarme a la hoguera estaban en su derecho, pero eso era indiferente, había una parte de esa decisión que no acababa de corresponderles.

    En cualquier caso, se fueron y yo me di cuenta que no podía quedarme allí atascado. Me levanté de la silla, pretendí subir a la azotea pero me pareció que había gente así que regresé sobre mis pasos y en el camino di con Arata en el pasillo, que estaba enjuagándose los ojos, adormilado que daba gusto.

    —¿Y la cara de culo ahora por qué? —preguntó cuando me vio.

    No le contesté en sí, seguí caminando y él se ajustó para alcanzarme. Se me ocurrió que afuera, en el patio frontal, nos íbamos a cagar de frío pero ya habíamos bajado a la segunda planta así que me metí a esos baños y Shimizu me siguió porque no parecía tener nada mejor que hacer o simplemente resulté ser el primer objetivo que reconoció.

    En cualquier caso, cuando me metí al último cubículo metió el brazo para impedirme cerrar, entró también y entonces echó el peso sobre la puerta. Estiró la mano en mi dirección para exigirme un cigarro cuando me vio sacando la cajetilla y lo miré extrañado.

    —Ah, claro. Se te acabó la reserva y sigues sin hablar con la mariposa.

    —Estoy trabajando en eso, déjame seguir mi plan.

    —Cayden perdió su propia batalla o eso parece, se ausentó a la primera hora —dije al aire mientras lo dejaba agarrar el cigarro.

    —Entonces quizás no le faltó compañía. Ko tampoco estuvo —contestó como si fuera lo más normal y encendió el cigarro con su propio encendedor. Igual estábamos siendo unos chismosos de lo más corrientes, pero qué más daba—. Hombre, aquí todos están liados con todos.

    —Mira quién fue a hablar.

    —¿Qué pasó con Hiradaira igual? —Buscó saber y yo suspiré.

    —Tiene pinta de que faltó hoy. Hodges llegó a la clase sin ella y se fue con Fujiwara.

    Arata comprimió los gestos, le dio una calada al tabaco mientras yo encendía mi propio cigarro y pareció reflexionar el asunto. No le correspondía, tampoco entendía qué bicho lo había picado desde el viernes, pero lo dejé ser, no tenía un mejor plan.

    —Escríbele, ahora o cuando salgamos de clases, yo qué coño sé, pero hazlo. Si no te contesta, entonces le preguntas a Hodges, si Hodges no sabe dudo mucho que Kohaku sepa y en ese caso tendrás que preguntarle a Fujiwara.

    —¿Cóm-

    —Dos más dos son cuatro, cuatro más dos son seis —respondió casi con pereza—. Me dan igual sus dramas y puedes llamarme loco o lo que quieras, pero todo se fue más a la mierda desde que llegó el hermanito del Krait, ¿no? Le di algunas vueltas ayer y tuvo sentido. El caso es que eres un niño grande, Altan, si algo le pasó y debes hablarle a Fujiwara para saberlo y poder alcanzarla, eso es lo que corresponde.

    Tomé un montón de aire por la nariz, le di una calada profunda al cigarro y antes de soltar el humo por la nariz asentí con la cabeza. Ya lo había pensado, era innegable, pero tenía más sentido cuando una segunda voz lo decía incluso si esa voz le pertenecía a Shimizu. El curso de acción seguía la línea que pretendía mantener, si se suponía que fuese su amigo tenía que seguirme preocupando por ella y de mejor forma que antes.
     
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