Avaricia

Tema en 'Relatos' iniciado por Reiko_T, 12 Octubre 2009.

  1.  
    Reiko_T

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    Avaricia

    ¡Hola!
    Pues vengo a publicar mi one-shot... ¡con el que gané el tercer lugar del concurso Los 7 Pecados Capitales! Creo que tengo que publicarlo para que todo el mundo comente si merezco o no el lugar (?.
    Mi pecado, por cierto, fue la Avaricia y como no se me ocurrió ningún título guay, ese fue el que quedó... x'D



    Avaricia​


    Veo la cartera de aquel hombre caer al suelo muy lentamente, como si el tiempo se detuviera para que yo viera con toda claridad la oportunidad increíble de dinero y misteriosas cosas más que se presentaban ante mis ojos. Dejó pasar el tiempo, unos minutos a penas, y voy tras la cartera. En cuando la tengo en mi mano corro a más no poder, sintiéndome vivo, feliz, con el corazón disparado.

    Llegó a mi pequeña casa en este increíble edificio que es sólo mío. Lo primero que pienso cuando llego a casa es en abrir la cartera y ver qué tiene, qué cosas de utilidad podría encontrar en ella, pero primero, como siempre, me siento tranquilamente en mi margullado y viejo sofá y la analizo. Es de cuero y tiene poco uso, huelo de bien, huele a mío. Finalmente la abro. Hay dinero, tarjetas y… oh, un reloj. Bien, un reloj.

    Después de pasar allí sentado horas, viendo una y otra vez las cosas que he conseguido hoy, pongo todo en su lugar. El reloj con los demás relojes, el dinero con el que hasta ahora llevo ahorrado, las tarjetas con las muchas otras. Aumentan, y eso me gusta.

    Finalmente mi estómago me saca de la felicidad pero… no, no quiero comer. Comer significaría tener que ir donde el sucio de Pedro, al otro edificio, a suplicarle que me dé algo de comida y entonces tendría que darle dinero a cambio y eso sería perder mi preciado dinero. No, no quiero. Todavía no lo necesito tanto. Además lo más seguro es que mañana encuentre algo entre la basura, o que una señora me dé la mitad del bocadillo que estaba comiendo. Sería innecesario desprenderme de mi preciado dinero.

    Después de hacer los planes para el día siguiente me voy a dormir. Ah, mi viejo y margullado sofá. Siempre me que acuesto en él recuerdo el día en que me lo encontré. Tuve que pelear por él y arrastrarlo por la mitad de la cuidad para traerlo a mi casa, pero al final gané y me quedé con el sofá. Y aunque ya el forrado no está como debió ser una vez, y no es muy cómodo ni va muy bien para los músculos, es mío, y eso es lo que importa.


    El amanecer es como siempre y yo no tardó ni un segundo más de lo necesario en la cama. Me cambio de camisa porque la que tenía tiene demasiados hoyos (creo que la dejaré exclusivamente para verano) y salgo de casa, no sin antes asegurarme de poner las piedras en la puerta para que nadie pueda entrar por la puerta principal, al menos.

    Hoy tengo mucha hambre así que en lo primero que me preocupo en buscar algo de comer. Primero lo intento, como siempre, en la basura, pero no encuentro nada comestible y no quiero morir, no señor. Si muero dejaría todas mis cosas a merced de la suerte y, además, no podría tener nada nunca más.

    Llegado ya el medio día siento que el hambre me está venciendo y me pongo a mendigar bajo el sol. Una que otra gente misericordiosa o con cargos de conciencia me da unos céntimos, otros un euro. Miro el dinero y pienso en comprarme algo rico, tal vez un pan, pero al final lo guardo en mi bolsillo bueno y sigo pidiendo. Así me paso todo el día y al llegar la noche el frío no me permite seguir. Entonces regreso a casa. Sigo con hambre pero al menos tengo más dinero que agregar a mi alcancía. Ya tengo al menos seis mil euros… ¡toda una fortuna! Podría comprar un montón de cosas con ese dinero pero… no, no lo quiero perder. Además encontraré más cosas por ahí, no necesito deshacerme de lo que tengo.

    Como hoy tengo mucha hambre me voy a acostar más temprano de lo común, pensando sólo ligeramente en pedir mañana también y así conseguir más dinero. El sueño es esquivo y tarda en llegar a mí, mientras tanto el hambre me va matando. Necesito más dinero para así perder menos cuando tenga que comprar comida. Y luego, después de mucho dar vueltas en mi sofá, consigo dormirme.


    Esta mañana ya no tengo muchas fuerzas así que no me alejo mucho de casa. Lo malo es que en esta zona de la cuidad la gente no casi no da dinero, pero tengo mucha hambre y muy pocas fuerzas para caminar al otro lado de la cuidad. Finalmente decido dejarme caer en una esquina y gemir un poco para ver si la gente me ve ojos más caritativos. Tengo algo de suerte y algunos dejan caer unas monedas en mis manos. Vuelvo a llenarme los bolsillos y, aunque sé que debería ir a la panadería y suplicar que me vendan un pan, no puedo. Quiero más, más dinero. Si ya he conseguido esto seguro que consigo más y, tal vez, con algo suerte, a alguien se le caiga un una cartera o, mejor, un bolso y pueda agregar nuevas cosas a mi gran colección de riquezas.

    Así paso el día, mendigando y pensando en mis cosas, en mis bellas cosas, hasta que la noche cae. Me voy a mi casa pero ahora duró mucho más en el camino. Apenas puedo levantar los pies y siento ganas de vomitar, a pesar de no tener nada en el estómago. Este grita sin parar, torturándome al recordarme el hambre que tengo. Ahora las panaderías están cerradas por lo que no puedo comprar más, e interiormente me alegro por eso ya que así no tendré que gastar mi dinero pero entonces no puedo comer. En este momento estoy muy cansado y hambriento para ponerme a debatir qué es más importante para mí, si mi hambre o perder algunas de las riquezas que tengo, así que simplemente descargo el tema. Entro a casa por el agujero que tiene atrás el edificio, ese que siempre escondo, y me tiro en el sofá.

    Tengo mucha hambre…

    Entro la meno en el bolsillo y siento el dinero en mis manos. Eso me hace sentir mejor. Al menos tengo eso, mi dinero, mis cosas. Además miró a mí alrededor. Aunque todo está oscuro entre luz de luna por los agujeros que hay en las paredes y eso me permite ver todas mis maravillosas cosas. Por fin, lentamente, cierro los ojos, pensando en que tal vez mañana pueda comprar algo de comer o que, con unas horas de negociación, Pedro me dejé algo al precio mínimo. O, no, mejor aún así sería ir a la panadería y rogar que me diera algo. Si no me echan a palos me lo darán.

    Finalmente me duerme, no pudiendo seguir con el hilo de mis pensamientos debido al dolor de mi estómago. Me voy sumergiendo en un sueño profundo, tan profundo que me asustaría de él si tuvieras fuerzas para hacerlo. Sujeto con fuerza el dinero de mi bolsillo y finalmente me dejó llevar muy lentamente, queriendo resistirme pero sin poder, por el profundo sueño que se apodera de mi cuerpo. Un sueño profundo, tan profundo…
     
  2.  
    Quelconque

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    Virgo
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    Re: Avaricia

    Por donde yo vivo hay una viejita y un viejito que son así, viven prácticamente en una mansión, bien cuidada, pero no excesivamente y el viejito se disfraza de ciego y ella, con un lazo, lo lleva entre los coches para pedir limosna.

    No se me hace extraño que ambas tomaramos el tema acaparar como base para el pecado que nos tocaba representar pues ¡es de lo más schadenfraudezco! Sí, me gustó el tema aunque por ahí, nada grave, errores de edición, de tiempos y realmente algo que llamó mi atención es que en el mísero cuadrito en que guardan sus vidas los hombres ¡pudiera caber un reloj!

    No tiene porqué suplicar que se lo vendan mientras pague xD

    Excelente final.
     

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