One-shot Autumn in New York [Gakkou Roleplay | Bleke Middel]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Gigi Blanche, 22 Diciembre 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
    Miembro desde:
    1 Abril 2019
    Mensajes:
    7,692
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Título:
    Autumn in New York [Gakkou Roleplay | Bleke Middel]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3296
    N/A: se me fue la olla as usual y esto sería una especie de flashforward al futuro que me imagino para Bleke. Y nada, eso (? Quizá se convierta en two-shot, quizá no, who knows. Aviento etiqueta irrespetuosa a Hitori cuz surprise, surprise, te robé al niño pal delirio.



    Autumn in New York
    is often mingled with pain

    .
    .
    .

    Había una nube sobre la catedral que tenía forma de pingüino, era además muy blanca y esponjosa, bastante solitaria. Navegaba el amplio cielo turquesa con pereza, sin atreverse a bloquear el sol. La luz matutina ingresaba dentro de la habitación por cada una de sus ventanas descubiertas sin demasiados reparos, bañando la alfombra beige, el amueblado grisáceo y el tapiz color hueso de una película cálida, pero fría al mismo tiempo. A Bleke siempre le habían fascinado los espacios luminosos, especialmente en otoño.

    Bebía un café negro mientras detallaba los relieves de la nube con forma de pingüino, sentada a la pequeña mesa bajo la ventana. Llevaba una semana en su suite y aún se negaba a disponer del comedor preparado para ocho personas. Una parte de ella sabía que utilizarlo, acomodarse en la cabecera y observar las demás sillas vacías le haría sentir demasiada soledad. Por eso, quizá, se quedó pensando más tiempo del necesario en aquella nube a la deriva. Tanto, que se le enfriaron las tostadas. También llevaba la semana entera pidiendo el desayuno en su habitación, en vez de bajar al lounge. Amanecía a las ocho y media, corría todas las cortinas y luego de asearse la cara con jabón exfoliante recibía al servicio descalza y con un déshabillé de transparencias grisáceas sobre su pijama. No se vestía hasta pasadas las diez, no lo consideraba necesario y le gustaba desayunar cómoda.

    Era una mujer de hábitos, de eso no cabía duda alguna. Entre los diecinueve y los veintidós le había permitido a su cabello crecer sin restricciones y ese fue el único cambio de peinado que atravesó, hasta que agarró un par de tijeras y se bajó la melena pálida, tan pálida, como del color del hueso, a su altura original. Su armario se basaba en trajes entallados, camisas de seda, pañuelos y pantalones de lino; poseía una reserva base de seis vestidos para eventos especiales de emergencia, el resto de las ocasiones le hacía una llamada a su sastre de confianza de Viktor & Rolf para trabajar en un nuevo diseño. No era algo que le significara un placer significativo, así como asistir a la peluquería, arreglarse las uñas o comprar zapatos. Disfrutaba, si se quiere, en una suerte de entretenimiento silencioso, encerrarse en el baño y probar diferentes maquillajes que veía aquí y allá, a veces hasta altas horas de la madrugada. Tenía buena memoria fotográfica, siempre había sido así y le sirvió para desempeñarse con suma excelencia tanto en la preparatoria como en la universidad. Su cerebro era un enorme almacén de instantes congelados en el tiempo y como tales no sólo carecían de organicidad, también de emociones, olores o sabores.

    Esa noche, por fin, sería la gala benéfica de la Andrew W. Mellon Foundation y podría regresar luego a su piso en el Upper East Side. Se había pasado la semana entera asistiendo a diversas cenas, reuniones y eventos en el hotel, conociendo a la gente que debía conocer, estrechando lazos, analizando movimientos y cerrando negocios. A la noche, antes de irse a la cama, lo último que hacía era escribir reportes que rara vez enviaba; su padre nunca se lo había pedido pero Bleke había encontrado en la actividad una muy útil herramienta para organizar sus pensamientos, verlos en perspectiva y trazar mejores planes a futuro. Era un momento de silencio, quietud e introspección que consideraba absolutamente necesario, aunque resultara raro en una mujer de naturaleza sosegada y taciturna como ella.

    Lo cierto es que su mundo, su propio infierno personal, era muy ruidoso y helado.

    Seguía atorada en el breve instante de la nube cuando su móvil comenzó a vibrar sobre la madera. Revisó la pantalla de un vistazo y se llevó el aparato a la oreja, ladeando la cabeza para permitirle espacio por debajo de su cabello.

    —Angie.

    —¿Cómo estás, Blee? Oye, ¿podrías averiguar algo por mí? Estoy a punto de abordar.

    Bleke le dio un sorbo a su café y en su voz se asomó apenas la sonrisa que decoraba débilmente sus labios. Hacía cinco meses que no hablaban y esas eran sus primeras palabras, ¿eh? Fiel al estilo de Ángela. No era fría o inexpresiva, de hecho para el trato personal podía tornarse tan cálida o apasionada como cualquiera de sus antepasados italianos, pero odiaba los rodeos o la conversación trivial cuando el trabajo se interponía.

    —Sí, claro, ¿qué necesitas?

    El bullicio de fondo le confirmó que debía estar en el aeropuerto.

    —Me ha llegado una información bastante extraña pero no tendré tiempo de corroborarla antes de la gala. ¿Podrías ayudarme con eso?

    Bleke sostuvo el móvil con su hombro para abocar ambas manos a untar una tostada con jalea.

    —¿Es de la gala en sí?

    —Algo así, sí.

    —Muy bien, dime.

    —Nero y yo íbamos a firmar un convenio con las otras cuatro familias el miércoles, no es que tenga miedo de perder la cabeza pero estará hasta al tope de peces gordos y hemos preferido mantenernos al tanto de todas sus posibles compañías. Como sea, me ha llegado el rumor de que los Gambino planean llevar del brazo a su nuevo consentido para forzarlo dentro de nuestro maldito acuerdo.

    —¿Una Sexta Familia?

    Ángela suspiró con fuerza al otro lado de la línea.

    —Probablemente disfrazada de quinta pero ya ves, un dolor de cabeza. Se supone que nos estamos quemando las pestañas para alcanzar cierto grado de paz y vienen los idiotas a pretender una tajada más gorda de pastel, así la diferencia sea insignificante. Les gana el vicio, te digo, y estamos hasta el coño de lidiar con semejantes imbéciles.

    Luego de tantos meses, Bleke se había desacostumbrado un poco al vocabulario soez que su amiga era capaz de usar. Sonrió con cierta diversión y bebió de su café antes de buscar su libreta, un bolígrafo y hablar.

    —Bueno, ¿tienes nombres? Así será más rápido todo.

    —Claro, babe. Al parecer este grupo se hace llamar Sonnenrad Bande y a su líder le dicen The Crow. Intenté conseguir más información en tiempo récord pero fue imposible, el tipo este debe estar protegido de pies a cabeza por los Gambino. —Chasqueó la lengua, bufando—. Me cago en Domenico.

    —¿No será cosa de Lorenzo?

    —Sí, también es probable.

    Bleke acabó de escribir los nombres y mantuvo su atención puesta sobre las palabras, letra a letra, durante un par de segundos. Sonnenrad, Sonnen. Imágenes instantáneas se sucedieron en su mente de un momento a otro y la sensación le resultó por demás extraña; hacía años que siquiera pensaba en su adolescencia en Japón y las personas que había conocido en la preparatoria Sakura, y aunque supo que la conexión era absolutamente descabellada no pudo evitar recibir destellos breves de sus rostros, incluso de sus voces.

    Vaya, era hasta nostálgico.

    —Sonnenrad —rumió Middel, haciendo algún que otro círculo azaroso en la hoja—. ¿No son italianos?

    —Se ve que no. Por el nombre alemanes, diría, pero hoy día cada quien se autoproclama como le sale del culo, así que… —Volvió a soltar el aire con fuerza—. En fin, los Gambino asistirán a la gala de esta noche, claro, y conociendo a Domenico apostaría el culo a que llevará a su cachorro con él. ¿Podrías mantenerte al tanto? Nero también irá pero ya lo conoces, dispara mejor de lo que habla. Aquí la experta para conseguir información eres tú, Blee.

    A Middel se le escapó una sonrisa floja, mezcla de diversión e ironía, mientras depositaba el bolígrafo sobre la mesa y se incorporaba.

    —¿Forasteros en el bajo mundo neoyorquino? Siento hasta el impulso de apadrinarlos.

    Ciertamente su introducción a la ciudad había sido caótica, como mínimo. Las Cinco Familias llevaban décadas dominando el panorama y era prácticamente imposible insertarse en el mercado sin recibir la derecha de al menos una de ellas, lo cual implicaba agachar la cabeza y olvidarse de la dignidad propia durante meses, si se jugaban bien las cartas, o incluso años, si se carecía de carácter o llovían una serie de eventos desafortunados. Era el peaje obligatorio y las ganancias iniciales daban pena, pero ese era el tablero y para jugar había que pagar la tarjeta de entrada. Todo fue una gran y entretejida misión, desde la carrera universitaria en la que Bleke se inscribió hasta su acercamiento casual a Ángela, originalmente heredera de la fortuna y empresas Borgia, una de las Cinco Familias. Con el transcurso de los años todo se torció de una manera increíble y los planes, aunque diferentes a los iniciales, acabaron por dar resultado. Bleke había conseguido por fin cierta autonomía de sus padrinos originales, los Piccolini, aunque siguiera debiéndoles respeto y algún que otro favor apareciera espontáneamente; favores a los cuales no podía negarse. Como fuera, sin importar su éxito y lo estrecho de sus lazos, lo cierto era que nunca habían pretendido insertarla en el tablero como una Sexta Familia. Era escandaloso, y por eso la osadía de los Gambino debía estar resonando en los oídos de todo Nueva York.

    ¿Quién había arribado con el poder suficiente para escalar en un pestañeo hasta la posición más envidiada de todas las Familias y pandillas menores?

    —No seas ridícula, Blee —soltó Ángela, junto a una carcajada sonora—. Un forastero no puede apadrinar a otro, venga, ¿te imaginas el desastre? Los cortarían en pedacitos y vaya, ni siquiera yo podría intervenir a tu favor.

    Bleke sonrió con cierta condescendencia que no traspasó la línea, y su voz se limitó al murmullo suave y formal de siempre mientras sus pies descalzos recorrían la alfombra sin prisa ni dirección.

    —Qué desastre, ciertamente, seguro le servirían a mi padre una barbacoa hecha con mi carne.

    Eso era todo lo que veían esos malditos italianos.

    Una forastera en Nueva York.

    —Sí, sí, bien fieles a nuestro estilo —secundó Ángela, divertida—. Ya sabes, como siempre salimos en las pelis y eso.

    La pieza floja débil.

    La cachorra sumisa de la manada.

    —Entonces, ¿acercarme a Gambino y averiguar algo sobre este tipo, The Crow?

    —Así es. Tengo que irme, babe, ya sale mi vuelo. ¡Nos vemos mañana!

    Sola, dirían, y al otro lado del mundo.

    ¿Qué amenaza podía representar?

    Bleke repasó los nombres de la hoja mientras deslizaba la yema de los dedos sobre la tinta ya seca, grabándose letra a letra a fuego.

    —Buen viaje, Angie. Hasta mañana.

    Sonnenrad Bande.

    The Crow.

    Por alguna razón tenía un extraño presentimiento, y aún así no se asemejaba ni un poco a lo que realmente se encontraría esa noche.

    .

    .

    .

    La gala se desarrollaba en el Gold Room del Lotte New York Palace, donde Bleke había estado hospedándose. Era un salón perteneciente a la Villard Mansion y su arquitectura recordaba a la opulencia y fortuna de la Edad Dorada estadounidense del siglo XIX, con la bóveda de cristal, los revestimientos recargados y las puertas veteadas. Todo parecía bañado en oro junto a las mesas y barras de ébano, las cortinas aterciopeladas y los candelabros de brazos.

    Bleke se presentó a la recepción de la gala con una puntualidad aterradora. Llevaba el cabello corto con rizos esculpidos, aretes transparentes de gota, un maquillaje ligero que acentuaba el hielo de sus ojos, stilettos negros y un vestido de terciopelo color pino, manga larga, de escote joya y falda tubo con una hendidura moderada sobre la pierna izquierda. Era ceñido al cuerpo y cortaba a la altura de las rodillas.

    Una de las primeras caras conocidas fue la de Nero Piccolini, el marido de Ángela. Se saludaron con dos besos, fieles al estilo italiano, y compartieron una copa de vino esperando que la cena comenzara.

    —¿Hablaste con Ángela? —inquirió el hombre.

    —Así es.

    Bleke mantenía su mirada puesta en el salón, recorriendo a la gente que llegaba e intentando trazar redes nuevas en su mente. Le dio un trago a su copa mientras la voz de Nero llegaba a sus oídos.

    —No estoy muy seguro por qué la noticia explotó hoy ni cómo pudieron ocultarlo hasta ahora, quizá los vieron en el Kennedy o algo, pero cobró tanta relevancia que no hay forma de que sea mentira. Y si el viejo, Lorenzo o quien sea pretende un mínimo porcentaje de éxito, tendrá que aparecerse aquí con su nueva mascota para empezar a hacer buenas migas. Sabes lo que eso significa, ¿verdad, Middel?

    Bleke asintió. Los Gambino estaban en desventaja y su mejor estrategia ahora sería ofrecer sonrisas. Eso los obligaba a mostrarse abiertos, receptivos y, si se quiere, ligeramente maleables. Pagar el peaje, como ella había tenido que hacer durante meses. ¿Qué daño podía causar dejar la dignidad bajo la almohada por una mísera noche?

    —Ah, hablando de Roma —agregó Nero, captando la atención de Bleke. El hombre sonrió con la mofa usual y alzó la copa, viendo más allá de Middel—. Ahí tienes a tus juguetes de hoy.

    Bleke medio giró sobre sus talones casi a cámara lenta, disimulando sus movimientos para no dejar sus intenciones demasiado en evidencia. Detalló la cabeza calva, los hombros caídos y la espalda ligeramente encorvada de Domenico Cefalù, el boss de hecho de los Gambino. Venía seguido de cerca por el cabecilla de acción, Lorenzo Mannino, y apostados a la puerta permanecieron una cantidad ridícula de guardaespaldas. Entrando con bombos y platillos, se ve. La cuestión es que, como todos habían anticipado, había un hombre más en el grupo central de la atención pública y Bleke sintió el corazón golpetearle las costillas al reconocer sin demoras la estatura pronunciada, tez pálida y cabello azabache del apadrinado de los Gambino. Parecía un crío, y es que le llevaba apenas un año de edad.

    Altan Sonnen.

    The Crow.

    —Ah, míralo al cachorro. —La voz de Nero la alcanzó embotada pero le ayudó a reconectar los cables—. Si es un niño.

    ¿Qué estaba haciendo ahí el mejor amigo de Jez? ¿Por qué el heredero de Káiser, el hijo del emperador había aparecido bajo el ala de los Gambino?

    —No exageres, Nero —soltó Bleke, con una ligereza impostada con el único propósito de disimular su sorpresa—. Debe tener mi edad.

    —Pero si tú también eres una niña, chiquilla.

    Hacía ya cuatro años que no pisaba Japón y, por ende, el mismo tiempo sin saber absolutamente nada de nadie. Había perdido contacto con Jezebel, con Kashya, Joey, todos se habían convertido en auténticos fantasmas del pasado. Le recordaban épocas oscuras, le recordaban a su madre, a la casa silenciosa, a Ophelia, Jenkin, las fiestas de San Nicolás y la maldición. Imágenes fugaces impactaron en su mente con fuerza y la desestabilizaron un poco, obligándola a beber de su copa para recuperar alguna clase de eje. Para empeorar las cosas, su relación con Sonnen siquiera podía haberse considerado buena alguna vez y la conocía, conocía su verdadero carácter.

    Y allí estaba, un fantasma del pasado.

    De pie, justo frente a ella, en un hotel de Nueva York.

    —Ni tanto —atajó, viéndolo de refilón—. Tú a mi edad ya disparabas con los ojos cerrados, Nero.

    —Hay cunas de oro y cunas de oro —comentó Piccolini, rodeándola con cierta diversión—, y la mía siempre estuvo manchada de sangre, no como la tuya, principessa di carta.

    No respondió, se limitó a seguirlo con la mirada hasta que se giró en dirección a la barra. Recién entonces soltó el aire lentamente y aceptó una nueva copa de vino, dándole el primer trago. ¿Qué iba a saber él? ¿Qué rayos iba a saber ese tipo de su vida?

    ¿Cuna de oro?

    Más bien cuna de papel.

    Suspiró, asimilando la situación. Por más extraña que le resultara aún contaba con cierta ventaja pues dudaba mucho que Sonnen estuviera al tanto de su presencia allí o su vida en Nueva York en absoluto. Podría usarlo a su favor. La cena estaba a punto de dar inicio en el salón contiguo, de modo que aprovecharía el instante fugaz para marcar una buena primera impresión con los Gambino y retirarse.

    Se acercó, sus stiletto rebotando contra sus oídos. Caminó con la gracia y elegancia que había aprendido a utilizar, que su pronunciada estatura y contextura esbelta le conferían, y el primero que advirtió su presencia fue Lorenzo.

    —¡Ah, signorina! ¡Buonanotte!

    —Buenas noches, Lorenzo.

    Bleke le sonrió deslumbrante y alcanzó sus hombros para inclinarse hacia él y depositar un beso en cada mejilla del hombre. El inglés de los Gambino poseía una clara tendencia italiana y el de Middel cargaba con la dureza característica de los idiomas germanos. Redirigió su atención al anciano Domenico, repitió el proceso y recién entonces se giró por completo hacia Altan, detallando su semblante. No había logrado esconder del todo la sorpresa, aunque fuera un maestro de las máscaras y probablemente sólo ella sería capaz de captar la ligera confusión detrás de sus ojos oscuros. Eran negros, tan negros que casi se vio reflejada en ellos y mantuvo la sonrisa que le había dedicado a los Gambino.

    —Ah, Bleke, querida, este muchacho de aquí apenas ha llegado a la ciudad —avisó Lorenzo, apresurándose por presentarlos—. Creo que tienen casi la misma edad, se llama Altan. Altan, muchacho, esta de aquí es Bleke, una amiga muy querida de los Piccolini.

    Ahí estaba, la mueca prepotente, mezcla de sorna y diversión, que Bleke recordaba de sus épocas de preparatoria en muchas de sus imágenes almacenadas. ¿Abriría la boca? Probablemente no, seguro le resultaría mucho más interesante seguirle el rollo del anonimato hasta que le apeteciera lo contrario.

    Que Sonnen fuera el nuevo protegido de los Gambino era, sin ánimos de exagerar, una auténtica mierda.

    Pero ya estaba allí, y no podía negarse a ningún favor de los Piccolini.

    —Buenas noches, Altan.

    Su sonrisa se limitó a una expresión suave, educada, y se inclinó lentamente para presionar los labios a cada lado de su rostro. Podría jurar que lo sintió tensarse por un instante. Como fuera, no bien recuperó el contacto visual confirmó que la diversión seguía impresa en todo su rostro. La voz de Altan resultó ser un extraño murmullo sedoso, bajo y a la vez suave. Repasó el hielo Middel sin demoras y alzó la barbilla, guardando las manos en los bolsillos.

    Juguetes, había dicho Nero.

    —Buenas noches, Bleke. Es todo un gusto.

    Muy bien, hora de jugar.
     
    • Ganador Ganador x 2
    • Fangirl Fangirl x 1
  2.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

    Piscis
    Miembro desde:
    10 Julio 2013
    Mensajes:
    16,324
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    Bueno, tengo un par de comentarios empezados que quería hacer antes pero he pensado que si empiezo por algún par de one-shot o algo así pues igual pillo el impulso para comentar cosas más largas (?) Anyways, que me alegraron mucho vuestros comentarios so me parece justo aprovechar para comentaros yo también <3

    SO AHORA SÍ

    OMFG IM SO GAY FOR BLEKE MIDDEL GOD SAVE ME ALREADY FROM THIS HEAVEN. Mira, im just gonna say it, me alegra que el hiatus nos esté sirviendo para aventarnos tremendos delirios, ya sea en conversaciones como en fics, estamos tan invested que nuestro fangirleo no muere I LOVE IT. Y oh god recuerdo cuando nos pusimos a montarnos el futuro de nuestros personajes el fangirleo que nos entró, me lo pasé super bien, y honestly la dinámica de estos dos fue una de mis favoritas cuz I LOVE MAFIA SHIIIT.

    So oh muy freaking godness imaginarme a Blee en sus veinte, toda like a queen en su pedazo de habitación de hotel EN NUEVA YORK me hace muy gay. Like solo está desayunando y mirando por la ventana bUT IM GAY. Quiero añadir en este mismo momento que me hace mucha gracia como tenemos ya a varios hijos relacionados con United States y todos están aventados en sitios tan diferentes JAJA my ass is happy with all this cultural variety (?) also, especialmente gracioso porque me estoy reviendo ahora Friends como ya sabes y viven en Nueva York ellos, spooky the coincidence (???

    ANYWAYS.

    PUED AÑADIR TAMBIÉN LO GAY QUE SOY POR VER QUE USA MAYORITARIAMENTE TRAJES???? My whole lesbian ass loves women in sexy dresses BUT WOMEN IN SUITS???????????' MY WHOLE FANTASY. encima blee es que gosh the lesbianism jumped out.

    La llamada con ángela me encanta oh gosh, no la conozco pero ya la amo, i know i just love her pls. LA SANGRE ITALIANA POR FAVOR, it's this mediterrean thing you know? it makes people very passionate y se nota que la chiquilla lo es, toda directa y malahablada pls (?) I say, we stan.

    However, oh god, las frases intercaladas mientras le está soltando el tea de las familias y eso, diosito pobre Bleke lo que tiene que haber pasado hasta haber ganado el "poder" que tiene ahora y idk, como que se nota que le pesa que la vean como una... idk, pieza floja que no es ninguna amenaza. O sea, no sé si "le pesa" en sí cuz she is this icy queen but no tiene que ser lindo sentirse así sobre todo con su crush en THE POWER(?) but also i feel this "me estás subestimando y os vais a arrepentir" subtone and i adore it makes me horny(?) Tengo curiosidad por saber, en realidad, cuál es su objetivo ahí. Like, tiene que tener algún objetivo para meterse con la mafia, idk idk, ya sea de parte de su familia o por ella misma I WANNA KNOW (?)

    Mención honorífica a que recordase a Kashya de su vida en Japón cuz you know, this girl pasa en realidad muy desapercibida pero es muy lindo que al menos las del club de lectura la tengan presente y la recuerden al pensar en Japón idk, she would have like it uwu

    BUT THEN I LOST MY PANTIES ONCE AGAIN IMAGINÁNDOLA TODA CLASSY CON SU VESTIDO ASÍ GRRR, Y SU MAQUILLAJE, Y EL PELO, Y LOS PENDIENTES Y LOS STILLETTO wow im so freaking gay my god

    Mira, la escena en la que se gira y se encuentra con Altan I WENT FERAL. I KNEW QUE SE IBAN A ENCONTRAR Y AUN ASÍ I WENT FUCKING FERAL CUZ AAAAA LOOK AT HIM no tengo pruebas pero tampoco dudas de que el chico no habrá cambiado casi nada a pesar de los años JAJA and i love it (? And you know i love esta dinámica de: sé quien eres, nos conocemos, pero tenemos que hacer como no I THINK da lugar a un juego muy divertido entre ellos que disfrutarían como cabrones y que los otros no se darían ni cuenta and... im horny again (????

    Anyhoo, oh god, es que me encanta imaginarlos juntos cuz altan is this black black black boy and blee is this white white white girl y me encanta el contraste que hay entre ellos y a la vez lo parecidos que son porque, i mean, míralos en la misma fiesta mafiosa QUE YA HAY QUE TENER MALA SUERTE (?) Y encima el pendejo de Al acaba metido con, lo que parece, la peor familia de todas JAJAJ pinche estúpido.

    Oh gosh, me encanta el final, it's so sexy grrr.

    Y nada, creo que dijiste que a lo mejor, A LO MEJOR, salía two-shot and i would be so fucking in tbh pero si no, la verdad es que así me encanta igual cuz deja libre muchas interpretaciones y jeje ya sabemos como las vamos a llenar (?) y oh bueno, hacía mucho que no te comentaba and i enjoyed it a lot, yeah, es realmente divertido jjajaja y bueno, como siempre me ha encantado <3 porque además me encanta leer más cosillas de personajes como Bleke que no pueden tener tanto desarrollo o roleamos menos o ese tipo de cosas, cuz adoro a todos los pendejos y siempre es muy disfrutable leer de todos, ya sea su pasado, au, futuro, pwp WHATEVER but also cuz im a bitch for you so je.

    BUENO ESO I LOVE YOU BYE
     
    Última edición: 28 Diciembre 2020
    • Adorable Adorable x 2
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso