Kholod, hogar moguri Asentamiento Centurio

Asentamiento Centurio

Contenido oculto

Contenido oculto

Ubicación: C3

El Asentamiento Centurio, una pequeña aldea moguri que concentra a la mayor cantidad de miembros de la Kupoliga, se ubica en mitad de Kholod sin miedo alguno a los monstruos, dividida a la mitad por la vena de Kholod. Los moguris que viven aquí son diestros cazadores y llevan generaciones asentándose en este lugar, ubicado en el centro del continente para una mejor gestión de las cazas. Los moguris, en cualquier caso, no suelen ser presa del ataque de los monstruos usualmente, así que tienen poco que temer.

Contenido oculto: Comercios

Tienda de armas:
- Bumerán simple (arma que solo puede usarse mediante el comando Arrojar; nunca se pierde. Será de 20 daño físico): 400 guiles
- Bumerán triple (arma que solo puede usarse mediante el comando Arrojar; se pierde tras 3 usos. Será de 15 daño físico, golpea tres veces o golpea a tres enemigos, a elección): 150 guiles
- Bumerán de plumas (arma que solo puede usarse mediante el comando Arrojar; solo se pierde tras 5 usos. Será de 40 daño físico, elemento aire): 150 guiles.
- Bumerán con pinchos (arma que solo puede usarse mediante el comando Arrojar; nunca se pierde. Será de 20 puntos de daño plano sin importar estadísticas): 300 guiles.
- Cortavientos [Bumerán] (arma que solo puede usarse mediante el comando Arrojar; nunca se pierde. Será de 10 daño físico y derribará a enemigos voladores, haciéndolos susceptibles a ataques que normalmente no los herirían): 400 guiles.

Posada: 100 guiles

Contenido oculto: Ciudadanos

- Mohlin, el super cazadorcín
>> Comandar: 100%
>> Solicitar: 100%
>> Ayudar: 100%
>> Intimidar: 100%
>> Espiar: 100%
>> Preguntar: 100%
>> Engatusar: 100%

- Mogmog, mogu elegantoso
>> Comandar: 100%
>> Solicitar: 100%
>> Ayudar: 100%
>> Intimidar: 100%
>> Espiar: 100%
>> Preguntar: 100%
>> Engatusar: 100%

Contenido oculto: Encargos

- Subjefe Torín: "Un premio a la moguconstancia"
Objetivo: acumula al menos 500 puntos de Liga en en la Kupoliga.
Completado por: ---
Premio: ¡vacaciones pagadas, kupó!

Contenido oculto: Secretos secretosos

Truco gigantización 1: "Uy, es verdad, que los humanitos no podéis usar armas mogus porque son chiquitas, kupó... ¡o mejor dicho, porque vosotros usáis armas que son demasiado grandotas, kupó! De todas formas podéis gigantizarlas o algo así, he oído. ¡A Mohlin le gustaría usar un fusil grandote, kupó! Pero como no pueden ponerse balas raras, le han dicho que nunca le eche cosas elementosas, que no sirven, kupó..."
Truco gigantización 2: "¡Hush-hush-hush-hush! Es verdad, ¡lo que dice Mohlin es verdad, kupó! ¡Poner elementitos no sirve! ¡Mohlin tiene una vara a la que le echó fuego, y no echaba llamas, kupó! Que en varas eso reforzaba hechizos y no daba elementos, decían, kupó. ¡Pfft, eso suena a estafa, todos saben que la magia no existe, kupó!"

Secretillo de Kholod 1: "¡Mohlin es un gran cazadorcín de la kupoliga, kupó! Es un cazadorcín en prácticas, ¡¡pero muy bueno!! O eso me dices mis amigos, kupopó. ¡Hasta el jefe Torín me ha dicho que si me esfuerzo, podré llegar a irme de vacaciones a un sitio muy chulo, kupó!
Secretillo de Kholod 2: "Hush-hush-hush, kupó... Mogmog es un versado conocedor de secrertos Kholodosos, kupó. Hush-hush... por ejemplo, sé de buena pinta que hay escondidas cosas que no se ven fácilmente en el mar al norte, kupopó".

Cosas monstruosas 1: M-Mohlin aún no ha cazado muchos monstruos, kupó... ¡¡p-pero no por eso es mal cazadorcín, eh!! ¡Hasta puede deciros que hay una islita escondida en algún sitio con monstruos muy fuertotes, kupó! A-Aunque nunca he ido, porque me da miedo... kupó.
Cosas monstruosas 2: ¡Hush-hush-hush-hush. kupopó! Vaya, vaya, así que este niñito humanito quiere saber toda la sapulencia de Mogmog, kupopó... muy bien, quizá al niño de ojos raritos le interesa saber esto, kupó: los monstruos limosos de Kholod son más fuertes que otros... pero en alguna parte, escondidito, hay monstruos limosos más fuertes aún, kupó. ¡Pero son escurridizos y así, plateaditos, así que es difícil verlos, kupó!

 

Rigel Betelgeuse

La aranea cayó boca arriba con la condena, tras lanzar un inútil ataque acuático. Con eso habíamos logrado despejar la zona, y Zan se encontraba a salvo (aunque con graves heridas, pero a estas alturas eso era algo que ni siquiera debía extrañarnos). Por mi parte, noté también el cansancio de los dos combates, uno tras otro. Aún me estaba acostumbrando al brazo mecánico, que sentía entumecido y pinzándome el antebrazo; la pierna la llevaba un poco mejor, después de todo solo con caminar bastaba para que mi cuerpo se acostumbrase. Aunque cuando recibía una sacudida en combate, mantenerme en por me costaba un trabajo mayor de lo normal.

Por suerte, no tenía que preocuparme más de eso, de momento. Zan nos agradeció la ayuda y nos dijo que había viajado buscando el Asentamiento Centurio. Teníamos un mismo objetivo, al parecer. Nos guio hasta la aldea, luego, cantando cancioncillas por el camino. Vaya un bardo... Casi prefería ignorarlo.

—Eh, Kein. Este tipo nos ha interrumpido antes, estabas por contarme qué es de los otros cuatro que vinieron contigo. Ahora no es el momento, con Zan aún siguiéndonos, pero luego me gustaría saber más sobre ellos —dije, acercándome a él para que el Moguri no me escuchase. Como iba cantando sus canciones, no prestó demasiada atención. Y realmente quería saber lo que Kein tenía que contarme. Si todos ellos sabían que Kein era un profeta, prefería tenerlos vigilados, aunque los últimos acontecimientos apuntasen a que eran "aliados" más que enemigos.

Finalmente, llegamos al asentamiento, y comprobamos que se encontraba desolado.

—... No creo que este sitio se haya podido mantener al margen de todo lo que ha pasado, no hay más que ver el estado en que se encuentra. Es probable que Aura haya pasado por aquí, tsk.

Miré a mi alrededor, tratando de buscar algún signo de vida Moguri, y solo encontré a un pequeño Moguri llorando. Me acerqué a ver si podía contarme qué había pasado.

 

Zan miró a su alrededor con ojos y boca abierta, algo extrañado.

—Kupopó... ¿q-qué ha pasado? ¿Esto es por el entrueto ese? —tragó saliva, caminando con cuidado detrás de Kein—. Pero tampoco parece que esté todo destrozado, kupó... está como... ¿revuelto? Kupopó, como los huevos de monstruo... qué hambre me ha dado, ay.

Pero entonces, tras escanear la zona, Rigel vio a aquel moguri. Aunque pensó que podría estar sollozando, en realidad solo murmuraba cosas para sí mismo, nervioso y tenso, por alguna razón. al darse cuenta de que estaban allí, el moguri se puso recto al instante, como en un sobresalto.

—¡Kupó! —exclamó—. ¡Moguseñor, sí, moguseñor!

¿Huh? ¿Se puso firme nada más verles...?

Contenido oculto

—Qué bien que llegan refuerzos. ¡Aunque no esperaba que fuesen... humanitos, kupó! Pero, pero, pero... ¡es una alegría! Kupopó. Soy Mogbert, kupó, ¡miembro de la guardia de Mogulópolis! Se me envió hace tiempo para ayudar a la ciudad a reabastecer los enseres, ¡pero salí un momento a ayudar con la pesca, en la Costa Blanca, y plas, al volver me encuentro esto vacío, kupó!

—Oh, qué contrarridad —musitó Zan, pensativo—. Pero, ¿cómo es posible, kupó? Y-Y yo que esperaba encontrar aquí pistas sobre eso...

El tal Mogbert se frotó el mentón, reflexivo, y alzó un dedo, con una sonrisa orgullosa.

—Ah, tranquilos, mis mogucamaradas, kupó. ¡Mogbert ya tiene la respuesta! Tras una ardua investigación, he descubierto lo que ha pasado aquí, sí, sí, sí... kupopó.

El pompón de Zan se alzó, con sorpresa.

—¿¡S-Sí!? ¡Ilumínanos, gran Mogbert! ¡Kupó!

—Je... ¡vamos allá! Atención, kupó, ¡porque mi lógica infallible nunca falla!


Mogbert: El misterio de Centurio

Como dije, vine a esta aldea hace algunos días, kupó. Antes todo estaba rebosante de vida y de gente, ¡múltiples mogus pululaban la zona, kupó! La normalidad se respiraba, sí, sí, kupó. Sin embargo, un aciago día como hoy (que de hecho, es hoy, kupó), un moguservidor se marchó, ¡y cuando regresó, se encontró de bruces con esta situación tan puntiaguda, kupó! No obstante, ya que tengo experiencia en estos neceseres, he investigado, kupó, ¡y tengo la respuesta sobre lo que ha sucedido aquí!

Se puede deducir fácilmente si nos fijamos en las casas, kupó. ¡Todas están intactas, señal de que no ha habido ninguna confrontación ni nada por el estilo, kupó! Si hubiese sucedido algún ataque monstruoso o algo asi, kupopó... ¡habría mucho caos! Por lo que los mogus no han sido mogustrados ni nada así, no, kupó.

Sin embargo, ni un alma se encuentra aquí, kupó... ¿por qué es eso? Varias posibilidades vinieron a mi mente: se marcharon a cazar, se fueron a dar un paseo, kupó... ¡miles de incrógnitas, kupó! Pero averiguar cuál de esas respuestas es la correcta es sencillo: solo tenemos que pensar en la comida de la plaza.

¡Si nos fijamos en la plaza, veremos que hay muchos restos de comidita, kupó! ¡Señal de que ha habido un gran atracón! Seguramente para celebrar la gran ayuda que Mogbert les estaba dando, kupopó... y, mis humanitos queridos, yo no sé si les pasa eso a ustedes, pero a los mogus, tras comer... nos da la modorra, ¡kupopó!

Sí, la verdad es más que evidente: ¡los mogus están aún en sus casas, durmiendo la siesta! Esa es la explicación de por qué no se escucha ni un alma, kupó!


...

...

... el grupo quedó en silencio, y Zan, brazos cruzados, movió una oreja ligeramente, pensativo. Luego se giró y miró a Rigel y Kein.

—Hum. A ver. Es verdad que los mogus dormimos siestonas, kupó. Pero... hm. No sé yo, kupó. ¿Creéis que estarán todos desapariciados porque están durmiendo, kupó?

D-Desde luego, no era una deducción muy... coherente. Los moguris eran tan aleatorios que hasta podía ser verdad, pero no había más que echar un buen vistazo a la escena para ver que no cuadraba del todo la historia que Mogbert les planteó. La cuestión era: ¿acaso iba en serio con toda esa historia, o él mismo era consciente de que sonaba absurda? Cualquiera sabía, conociendo a esos seres peludos...

—Je, ¡os habéis quedado sin palabras, kupó! —dijo Mogbert, frotándose la nariz—. Viendo que mi deducción es correcta, creo que lo mejor será regresar a Mogulópolis, kupó. ¡Vosotros también, eh! ¡No molestéis a los mogus, que un mogu al que le cortan la siesta es un mogu enfadado! ¡Kupó!

Zan, en ese momento, alzó la voz, y el moguri se frenó en sus pasos en seco cuando el músico le habló.

—¡U-Un segundito, Mogbert! Hum. ¿Le importaría deleitarnos de nuevo con esa deducción? No sabemos si la hemos entendido del todo bien... kupó.

—Ah, claro que no, ¡es que Mogbert es un ávido investigador! Tranquilos, mis amiguitos mogu y humanitos, kupó: lo repetiré de nuevo.

Zan, en ese momento, aprovechando que Mogbert pareció estar demasiado ocupado ensimismado consigo mismo, saltó poco a poco y trepó por la pierna metálica de Rigel (fue curioso sentir cosquillas en esa pierna...), hasta quedar en su hombro, y ahí, le dijo al oído:

—... este mogu está loquito, creo. Kupó. Estoy seguro de que los mogus no están durmiendo la siesta... ¡tenemos que averiguar dónde están realmente, kupó!

... hmpf. Así que un guardia moguri con grandes habilidades de deducción, ¿eh? Pues esas habilidades hacían agua por todos lados. Era hora de que un verdadero "guardia" usase la lógica de verdad. A ver qué narices pasaba allí...

Contenido oculto

Dado que Rigel ha venido a esta zona, esta escena con Mogbert ha tenido lugar; de no haber venido él, todo esto se habría quedado algo más en el aire, ¡pero como ha decidido tomar la ruta recomendada, es hora de... actualización de la mecánica de Rigel! Sí, ya que jugué a TGAA y la mecánica de Rigel está basada en AA principalmente, pensé en darle una vuelta de tuerca y añadir secciones de deducción como las de los juegos de la duología de Ryunosuke. So, explico brevemente:

En algunas ocasiones, en vez de investigar directamente un sitio, Rigel se encontrará con algún personaje que le plantea una teoría en base a ciertas pistas. Esa teoría será errónea, y será tarea de Rigel desmontarla poco a poco. Verás, pues, que todo el monólogo de Mogbert está en cursiva: esa es su teoría. Al mismo tiempo, hay una frase en negrita y un par de palabras subrayadas. La palabra en negrita es la conclusión; y las subrayadas son los puntos clave.

El objetivo es cambiar los puntos clave por otros que expliquen mejor la situación. Por ejemplo, Mogbert dice que lo que les pasó a los moguris se puede deducir si se observa las casas. Pues ahí, Rigel deberá sustituir esa idea por otra que explique realmente lo que les pasó a los moguris. Es decir, tendrá que decir qué es realmente lo que revela lo que le pasó a los moguris de Centurio. Así, Rigel tendrá que ir cambiando uno a uno los puntos clave por otros, y eso hará que Mogbert se vea obligado, cada vez que la deducción vaya desmontándose con una explicación alternativa, cambiando sus palabras. Cada vez que cambies un punto clave, puede que el discurso cambie, y surjan nuevos puntos clave. La idea es seguir así hasta llegar a la verdad.

¿Cómo lo haces, tho? Pues sencillo: primero debes seleccionar uno de los puntos clave disponibles y preguntar por él (me da igual si roleas que le preguntas a Mogbert o que piensas en alto sobre ello, o whatever). Cuando elijas en qué punto te focalizas primero, te daré luego una indicación sobre cómo cambiarlo. Y habrá principalmente dos formas de hacerlo: o bien te plantearé una respuesta con una opción correcta, o bien te haré "investigar" brevemente para encontrar la pista adecuada. Si es lo segundo (lo cual será lo más habitual), te daré una breve narración sobre la zona en cuestión. La gracia aquí está en que no te daré nada en negrita en esa descripción; cualquier cosa que escriba puede servirte. Yo te daré un texto, y tú podrás hacer dos cosas con este: bien profundizar sobre algo en concreto (aka: investigarlo más a fondo), bien directamente decidir que esa es la pista que necesitas para cambiar el punto clave.

En fin, no nos compliquemos mucho más la vida; de momento, solo elige uno de los dos puntos clave y veámoslo sobre la marcha, ¿sí? Zan ayudará con alguna que otra pista si es necesario. Anyway, por cierto, Kein puede colaborar si lo desea, también: aunque es la mecánica de Rigel, si hay otros personajes con él pueden ayudarle a profundizar en esas investigaciones tanto como quieran.

¡Hora de averiguar qué pasó aquí realmente!

Contenido oculto: Hilo de razonamiento

1- Los moguris se fueron por algún motivo.
Un elemento concreto presente en la aldea revela por qué se fueron (¿se fueron a cazar? ¿Se fueron a dormir? ¿Se fueron a pescar? etc.).

2- Ahora mismo, además, los moguris no están, siguen sin haber vuelto. Deben estar actualmente ocupados o, directamente, les es imposible regresar.
Un elemento concreto presente en la zona permite averiguar dónde y en qué estado están los moguris ahora mismo. ¿Están en las casas y dormidos? ¿Están fuera y secuestrados? ¿Están perdidos en algún sitio? etc).

El razonamiento de Mogbert es:

1- Los moguris se fueron porque tenían sueño.
Si miramos las casas vemos que no hubo confrontación, lo cual descarta toda posibilidad que no sea "pacífica": ni hubo pelea, ni secuestro, nada. Los moguris por tanto se fueron por su propia voluntad y sin incidencias de ninguna otra parte.

2- Ahora mismo, los moguris no están, siguen sin volver.
Si miramos los restos de comida consumida, podemos deducir que, dado que comieron, ahora mismo están durmiendo la siesta por la "modorra" de después de comer. De nuevo, Mogbert concluye que esta extraña desaparición ha sido 100% provocada por los propios moguris, sin incidencias externas.


El argumento de Mogbert concluye que los moguris están bien y que no ha sucedido nada malo en la aldea en ningún momento. Asimismo, concluye que deberían irse de la aldea para no molestar a nadie.

 

Rigel Betelgeuse

Tras acercarme al Moguri, me di cuenta de que este se encontraba realmente murmuando, como si estuviese hablando solo- Al acercarnos se dirigió hacia nosotros. El tipo se llamaba Mogbert, y se encontraba allí por algún encargo que no acababa de explicar, más allá de irse a pescar para traer comida. La cuestión era que... no había nadie más allí. Y eso era muy raro, más aún cuando había dicho que todos desaparecieron en el rato que fue a pescar.

Pero, al parecer, Mogbert no estaba demasiado preocupado, y es que tenía una teoría infallible. Así que le dejamos hablar, a ver qué tenía que contarnos. Según decía, las casas estaban intactas, así que no debía haber ocurrido ninguna pelea (dudoso, viendo el estado del resto de la ciudad, pero bueno), y las migas en la plaza indicaban una gran comilona. ¿Una gran comilona? ¿Pero no había ido Mogbert a pescar precisamente para llevar comida a la aldea? ¿Qué clase de disparate era ese?

Y la conclusión fue... que estaban durmiéndose la siesta.

¿En serio, Mogbert? ¿En serio?

—Eso que dices no tiene ningún sent... —quise decir, pero Mogbert me cortó.

La criatura, satisfecha con su análisis, estaba por marcharse y arrastrarnos con él a Mogulópolis, pero Zan lo detuvo, dándose cuenta él también de la tontería que acababa de decir (y menos mal, porque a este punto pensaba que podía hasta ser cierto viniendo de un Moguri).

—Sí, es absurdo, Zan. No creo que no haya habido ningún incidente, por más que las casas parezcan estar en buen estado...


>>Las casas.

 

Mogbert volvió a hablar, entonces, y, cuando dijo la frase en cuestión, se detuvo.

—Se puede deducir fácilmente si nos fijamos en las casas, kupó.

>> Kupó... ¿dónde vas, humanito?

Casi por instinto, Rigel se dirigió a las casas más cercanas, y les echó un ojo.

Investigación:

Las casas, ciertamente, estaban casi intactas: no había cristales rotos, ni había desperfectos. Las paredes y puertas no tenían marcas que denotasen que alguien las hubiese forzado, pero ciertamente, había múltiples puertas que estaban abiertas. Algunas directamente estaban entreabiertas, otras no, pero no sería difícil comprobar si alguna no estaba cerrada con llave. Uno podía preguntarse si siquiera los moguris cerraban sus puertas con llave.

En todo caso, no había desperfectos en las casas, pero sí que había múltiples cosas por toda la zona: desde cajas con alimentos y otros productos hasta armas de todo tipo tiradas por el suelo. No había un indicador claro de por qué todas esas cosas estaban ahí, en medio de las calles, ¿sería algo normal? Desde luego, aunque no había rastros de una confrontación, sí que había desorden.

Al examinar el suelo, se apreciaban huellas pequeñas que se movían en todas direcciones: la mayoría iban en dirección al este, pero había un rastro de un par de huellas que se movían de un lado a otro, por todas partes.


***

Tras la investigación de Rigel, Zan meditó en alto.

—Hmmm, ¿qué opinas, kupó? ¿Es verdad eso de que el buen estado de las casas es la prueba de qué ha sucedido para que los moguris desaparezcan, kupó?
—¡Claro que lo es, kupó! —gruñó Mogbert.

¿Seguro...?

 

Rigel Betelgeuse

Antes de seguir escuchando las pamplinas de Mogbert, fui yo mismo a inspeccionar más de cerca algunas de las casas. Sí, estaban bien, no estaban destartaladas, pero muchas estaban abiertas. No había que ser un lince para darse cuenta de que no estarían durmiendo la "siesta" con la puerta abierta de par en par. En su lugar, encontré pruebas de... lo contrario, más bien.

—Para no haber habido ninguna confrontación, aquí hay varias armas. Algo me dice que eso es un fallo en tu lógica "infallible" —le dije a Mogbert, acercándome a inspeccionar los restos que había desperdigados por el suelo.


>>Investigar las armas (y restos de comida y demás)

 

Mogbert se cruzó de brazos, alzando una ceja.

—Kupopó, ¡hmpf! Eso no tiene nada que ver, ¡ya investigué a fondo esas armas y no tienen signos de haber sido usadas! ¡Kupopó!

Con todo, Rigel examinó bien aquellos indicios. Quizá alguno guardase alguna pista... porque desde luego, no era normal que estuviesen ahí, tiradas. Algo había sucedido.

Así pues, una examinación más a fondo de las armas reveló que Mogbert no se equivocaba: las armas no tenían signos de haber sido usadas de forma reciente, no. De hecho, ni siquiera tenían signos de tener magulladuras recientes ni nada por el estilo. Entonces, que estuviesen tiradas por allí era extraño...

—¿Crees que habrán sido los propios moguris los que las han tirado, kupó? —propuso Zan, reflexivo—. Están todas como... apiñadas en las puertas de las casas, kupó.

Sí... era raro. Era como si alguien hubiese sacado expresamente las armas para dejarlas allí, y luego hubiese seguido con su vida. Como si arbitrariamente hubiesen buscado armas dentro de las casas para sacarlas de estas, pero no con intención de usarlas.

Pero bueno, fijándose en más detalles extraños en la zona, sí que había cajas con alimentos y otros productos por todas partes, estas encontrándose a mitad del camino, en la plaza, frente a las casas... un poco por todas partes. Algunas estaban volcadas y con la comida desperdigada por todos lados. Como si las hubiesen soltado abruptamente. A juzgar por la gran cantidad de alimentos que habían y sus posiciones, todo apuntaba a que estaban reuniendo comida para llevarla a la plaza, como si estuviesen preparando alguna especie de atracón, o fiesta. Pero no todas las cajas tuvieron tiempo de llegar; las soltaron antes de poder hacerlo.

—Si los mogus hubiesen salido a cazar o pelear o algo, se habrían llevado armitas, ¿no? ¿Kupó? —preguntó Zan—. O sea que tuvo que ser otra cosa lo que pasó. Si pensamos en qué estaban haciendo en la aldea cuando pasó algo que les hizo marcharse, quizá sepamos qué es lo que explica que no haya nadie aquí... kupopó.

 

Rigel Betelgeuse

Mogbert argumentó que no había rastro de haber usado las armas, y eso parecía ser cierto, estaban intactas. Tsk, pero era difícil creer que no estaban ahí por alguna razón... Probablemente algo hubiese pasado: para preparar un festín uno no saca armas a la calle, y menos para dormirse la siesta. Zan también intervino después, para descartar la teoría de que hubiesen salido de caza. ¡Pues claro que no, las armas estaban ahí sin ser usadas! Eso no podía haber sido.

Me tomé un tiempo para seguir pensando e investigando. Lo siguiente que noté fueron las huellas que había por el suelo, y traté de seguirles el rastro, a ver si encontraba alguna pista.


>>Investigar las huellas.

 

Rigel investigó las huellas con curiosidad: eran muchas y estaban arremolinadas por todas partes. No era difícil deducir que todos los moguris habían hecho lo que quiera que fuese en conjunto; si estaban en algún lugar, todos estaban allí, eso seguro. Pero en principio, las huellas no parecían sugerir una dirección determinada. Ciertamente la mayoría iba y venía a y de la plaza, y entraban y salían de casas, revelando que habían estado organizando algo allí hacía poco.

—Con tanta huella es difícil ver qué ha pasado, kupó... —mencionó Zan, reflexivo—. Es verdad que muchas parecen ir en dirección al exterior del asentamiento, pero como van hacia el puente y pisan por hierba y así, se pierden un poco, kupó. Así que no se puede saber si han salido de verdad del Asentamiento o no en base a las huellas, kupó.

—Claro que no, ¡porque están aquí, durmiendo la siestona, kupó! —dijo Mogbert, brazos en jarra.

—Kupopó... a mí sí que me apetece una siestona —Zan bostezó, cansado, y frotó sus ojos—. En cualquier caso, tú decías que no había habido confrontaciones porque las casas están intactas, kupó.

—¡Correcto, mi moguestimado moguamigo, kupó!

—... y por eso las casas eran prueba de que no habían salido de la aldea y que estaban bien y todo, ¿no?

—¡Kupó! ¡Sí, sí! ¡Eso es!

Zan miró a Rigel.

—... ¿y tú piensas igual, kupó? Yo creo que una cosa que hemos examinado es prueba de que los mogus no se han ido precisamente porque quisiesen irse, ¿no, kupó? Al menos no parece que tenga sentido que dejen-

—¡C-Claro que lo tiene, kupó! ¡Qué sabrás tú, mi nada moguestimado moguenemigo, kupó!

 

Rigel Betelgeuse

Efectivamente, las huellas se perdían. Algunas salían fueran del asentamiento, pero luego no había rastro alguno de lo que hubiese pasado. Maldita sea, así no podía contradecir el punto de Mogbert de manera clara. Era evidente que si llegaban hasta el puente, era porque habían huido, pero el moguri no parecía estar convencido y tirando por esa línea de pensamiento no iba a conseguir nada.

Sin embargo, un comentario de Zan me hizo darme cuenta de un detalle que sí podría convencer a Mogbert.

—No, Mogbert, Zan tiene razón. Aquí ha pasado algo. Se puede deducir fácilmente si nos fijamos en las cajas de alimentos.

 

Al escuchar el razonamiento de Rigel, Mogbert quedó en silencio, casi como... paralizado. Y Zan, reflexivo, terminó alzando un dedo.

—¡Ah, claro! ¡Es verdad, kupó! Todo tiene sentido así... ¿cómo era su razonamiento, señor Mogbert, kupó?

—¿E-Eh? —Mogbert parecía... aturdido—. ¡Ah, sí, claro! Mi razonamiento era...


Mogbert: El misterio de Centurio (Revisión 1)

(Mogbert) Como dije, vine a esta aldea hace algunos días, kupó. Antes todo estaba rebosante de vida y de gente, ¡múltiples mogus pululaban la zona, kupó! La normalidad se respiraba, sí, sí, kupó. Sin embargo, un aciago día como hoy (que de hecho, es hoy, kupó), un moguservidor se marchó, ¡y cuando regresó, se encontró de bruces con esta situación tan puntiaguda, kupó! No obstante, ya que tengo experiencia en estos neceseres, he investigado, kupó, ¡y tengo la respuesta sobre lo que ha sucedido aquí!

(Rigel) Se puede deducir fácilmente si nos fijamos en las cajas de alimentos.

(Zan) ¡Exacto, kupó! Está claro que los mogus del Asentamiento estaban celebrando una comilona, y estaban llevando alimentos a la plaza, poco a poco. Y sin embargo, las soltaron de repente y desaparecieron. ¡Lo que les sucedió está relacionado con esas cajas, kupó! Todo apunta a que en mitad de las preparaciones, ¡los mogus huyeron despavoridos por alguna razón, y tiraron todo lo que tenían en las manos, dejando las cajas por toda la aldea, kupó!

(Mogbert) Sin embargo, ni un alma se encuentra aquí, kupó... ¿por qué es eso? Varias posibilidades vinieron a mi mente: se marcharon a cazar, se fueron a dar un paseo, kupó... ¡miles de incrógnitas, kupó! Pero averiguar cuál de esas respuestas es la correcta es sencillo: solo tenemos que pensar en la comida de la plaza.



Zan se paró entonces al escuchar de nuevo el argumento de Mogbert. Miró a Rigel, reflexivo, saltándole de nuevo a un hombro, y susurró:

—... ahora dice Mogbert que la comida responde a la pregunta de dónde fueron, kupó. Pero yo creo que se ha hecho un poco de bola, kupó. Mogbert partía de la base de que los mogus habían comido mucho, kupopó... sin embargo, todo indica a que tenemos razón y en verdad salieron corriendo de repente, ¡sin comer ni un poquito, kupó! Los "restos de comida" no demuestran que hayan comido, ¡demuestran que la comida se quedó esparciada por todos lados, kupopó! Y si sabemos eso, ¡la teoría siestil ya no sirve, kupó!

La "teoría siestil" no sirve, ¿eh? Eso era cierto, pero Mogbert parecía empeñado en mantener esa versión. Si no cambiaban un poco el argumento, acabaría llegando a la misma conclusión y estarían de nuevo donde empezaron... y el moguri terminaría yéndose antes de poder esclarecer un poco qué pasaba. Siendo Mogbert el único que había en la aldea, no podían perder la oportunidad de averiguar qué había pasado; él era el único nexo en común con el Asentamiento que tenían, y quizá si se marchaba sin aclarar las cosas sería demasiado tarde. Y Montblanc los mandó allí a asegurarse de que todo iba bien... no podían volver con las manos vacías.

—¡Miremos bien la plaza, kupó! ¡Mogbertín, ven con nosotros un segundo! Queremos ver la comidita de cerca para apreciar tu gran deducción mejor, kupó.

—¿Eh? Ah... ¡claro, kupó! C-Claro.

Y así, Rigel, Zan, Kein y Mogbert caminaron un poco hasta llegar a la plaza. Y aprovecharon para echar un ojo a fondo en la zona...


Investigación:

Lo que más destacaba en el centro de la plaza, por supuesto, era la hoguera. Múltiples tronquitos y otros materiales, entre los que destacaba una especie de flauta, estaban en su base, de la que un gran fuego manaba. El fuego estaba sorprendentemente vivo, así que era probable que la teoría de Zan y Rigel no estuviese muy mal encaminada: los moguris se fueron de forma sobrevenida, alarmados por algo, y huyeron lejos. La hoguera fresca y avivada lo revelaba, sí... no debía haber pasado mucho tiempo desde que la reavivaron para estar así. ¿Cuánto tiempo haría desde que los moguris se fueron? No debía ser mucho.

Respecto a las cajas de alimentos, se concentraban especialmente allí, y lo que Mogbert mencionaba como "restos" de comida no eran sino comida tirada por todas partes. Zan no se equivocó al decir que no había señales de que llegasen a comer nada. Todo fue interrumpido de repente. Había verdura, fruta, e incluso huevos y carne de monstruo en las distintas cajas.
También algunos palos de hierro se ubicaban dentro de una de las cajas, probablemente porque planeaban usarlos para asar comida en la hoguera.

¿Y qué más? La plaza estaba cerca del puente que cruzaba las dos mitades de la aldea; y dicho puente se veía intacto, más allá del deterioro habitual que pudiese experimentar por el uso. Cualquier rastro de huellas, pues, se diluía en la madera del puente, por lo que no era fácil saber la trayectoria que habrían seguido los moguris. El río, la "Vena de Kholod", pasaba por debajo con bastante fuerza, pero poca profundidad. Con todo, los moguris no podrían cruzarlo, siendo tan pequeños: el puente era su única alternativa para pasar al otro lado.


***


Zan miró a Rigel, luego a Kein, al otro lado. Y reflexionó.

—Hum. Creo que habrá que mirar más a fondo todo, kupó. Porque no veo nada que a simple vista nos ayude. Tenemos que averiguar o bien por qué se fueron corriendo los mogus o bien dónde fueron. ¡Una de las dos, kupó! O si no, nuestra teoría de la huida no se suestrenta, kupó.

 

Rigel Betelgeuse

Pese a que claramente lo que había apuntado tiraba por tierra la teoría que Mogbert sostenía, este se negaba a descartarla, y en su lugar la adaptó a su propia conveniencia para regresar a la siesta. Los Moguris se habían ido de allí, eso decía, pero... ¿por qué? ¿O a dónde? Era imposible creer que habían dejado toda la comida allí, después de comer, y se habían ido a dormir (más que nada, porque dudaba que hubiesen comido realmente).

—Está bien, Mogbert, se marcharon. Pero creo que no es por la comilona, como tú dices. ¿Por qué no echamos un vistazo primero, para asegurarnos de que eso es incorrecto?

Comencé a caminar por la plaza, observando en más detalle las cajas de comida, que seguían tiradas por el suelo. También comprobé que había una hoguera recién encendida, muy viva, que imaginaba que usarían para cocinar. Por último, me dirigí hacia el puente, buscando algún tipo de respuesta. Pero... en un primer vistazo, no conseguí encontrar nada que me llamase la atención.

—Hm... Zan, Kein, ayudadme a investigar la hoguera de la plaza. Quizás si somos tres podamos encontrar algo más fácilmente. Necesitamos descubrir lo que realmente ha pasado.


>>Investigar la hoguera.

 

Zan asintió repetidamente, y, desde el hombro de Rigel, entrecerró los ojos, como si aquello le sirviese para ver mejor.

La hoguera, en cualquier caso, estaba bien avivada, señal de que los moguris no se habían ido de allí hasta hacía poco. Y ardía sobre algunos troncos bastante frescos, aunque se percibían trozos negros, como carbón o algo similar. Así estaba el fuego tan avivado, lógico: el carbón debía mantenerlo muy alto. En todo caso, en la hoguera había también algunos papeles, piñas y otros frutos secos de árboles, e incluso una especie de rama agujereada muy peculiar qu-

—¡Woah! —exclamó de pronto Zan, sorprendido, lanzándose al suelo junto a la hoguera. Su mano se deslizó dentro de esta y sacó la rama, lanzándola en el aire levemente mientras intentaba zarandearla para apartar las llamas, soplando poco a poco—. ¡P-Por todos los mogus, pero si esto es un instrumento! ¡Kupopó!

¿Instrumento...? Sí, ahora que lo decía, la rama agujereada parecía... una especie de flauta, más bien. Aunque bastante extraña en forma, poco pulida. Desde algo de distancia, Zan sopló por arriba, ante la mirada contrariada de Mogbert, y la "flauta" produjo un sonido que hizo que Zan arrojase por los aires el instrumento, sobresaltado.

—¡Eeeeek! ¡¡C-Comemogus! —se agachó, miró a ambos lados, y el sonido de la madera tocando el suelo al caer el instrumento fue lo único que logró hacerle reaccionar—. Ah... no, no viene un comemogus. Q-Qué susto. ¡Esa flauta sonaba igualita igualita!

¿Igualita que un "comemogus"... sea lo que sea eso? Hmmm.


Se actualizará la investigación anterior.

 

Rigel Betelgeuse

Nos acercamos los tres a la hoguera y observamos que, como ya había apreciado antes, estaba recién avivada. Había de todo allí: ramas de troncos, piñas, hierbajos... Era hasta peligroso pensar que los Moguri habían huido de ahí dejando la llama descontrolada. ¡Podría haber arrasado toda la aldea! Pero de entre todos los objetos que había ahí, uno llamó especialmente la atención de Zan, y fue rápido a cogerlo.

—¿Una... flauta? No entiendo qué hace esto aquí. Pero supongo que te la puedes quedar si te gusta, Zan.

No le quise dar demasiada importancia al descubrimiento, pero tal como pronuncié esas palabras, Zan comenzó a tocar el instrumento y... lo soltó de inmediato, de un chillido.

¿Un "comemogus"? ¿Qué diablos era eso?

Pudo volver en sí el Moguri, para luego comentar que la flauta sonaba "igualita que un comemogus".

Esto... Esto debía ser una broma, ¿verdad? Si de verdad había pasado lo que creía que había pasado... La "teoría siestil" iba a ser incluso más razonable.

—Esto es ridículo, pero creo que es posible que sepa lo que ha pasado. Solo tenemos que pensar en la flauta...

 

Mogbert quedó callado mientras escuchaba a Zan y a Rigel, en silencio. Pero Zan reaccionó ante un comentario sobre la flauta que dijo Rigel.

—Kupopó... no, no quiero la flauta. Ningún moguri en su sano juicio querría una flauta que suena como un comemogus, kupó —la miró de cerca, arrugando el ceño—. Además, es más una especie de trompa de guerra que otra cosa, kupó... no puede tocar notas, solo hacer ese ruido. Parece hecha expresamente para que suene como un comemogus, kupó, ¡y es un sonido muy realista!

Comemogus, ¿huh? Esos debían ser monstruos que los moguris temían mucho, sin duda. Pero entonces...


***

Mogbert: El misterio de Centurio (Revisión 2)

(Mogbert) Como dije, vine a esta aldea hace algunos días, kupó. Antes todo estaba rebosante de vida y de gente, ¡múltiples mogus pululaban la zona, kupó! La normalidad se respiraba, sí, sí, kupó. Sin embargo, un aciago día como hoy (que de hecho, es hoy, kupó), un moguservidor se marchó, ¡y cuando regresó, se encontró de bruces con esta situación tan puntiaguda, kupó! No obstante, ya que tengo experiencia en estos neceseres, he investigado, kupó, ¡y tengo la respuesta sobre lo que ha sucedido aquí!

(Rigel) Se puede deducir fácilmente si nos fijamos en las cajas de alimentos.

(Zan) ¡Exacto, kupó! Está claro que los mogus del Asentamiento estaban celebrando una comilona, y estaban llevando alimentos a la plaza, poco a poco. Y sin embargo, las soltaron de repente y desaparecieron. ¡Lo que les sucedió está relacionado con esas cajas, kupó! Todo apunta a que en mitad de las preparaciones, ¡los mogus huyeron despavoridos por alguna razón, y tiraron todo lo que tenían en las manos, dejando las cajas por toda la aldea, kupó!

(Mogbert) Sin embargo, ni un alma se encuentra aquí, kupó... ¿por qué es eso? Varias posibilidades vinieron a mi mente: se marcharon a cazar, se fueron a dar un paseo, kupó... ¡miles de incrógnitas, kupó! Pero averiguar cuál de esas respuestas es la correcta es sencillo:

(Rigel) Solo tenemos que pensar en la flauta.

(Mogbert) ¡Exacto! ... digo, ¿qué, kupó?

(Zan) La flauta que se estaba quemando suena totalmente como un comemogus, kupó. Y cualquier moguri, por muy guerrero que sea, huiría de él, ¡kupopó! Ni los de la Kupoliga se atreverían; el comemogus es casi un monstruo de leyenda, pero sabemos bien cómo suena, ¡se cuenta a los pequemogus como historias de miedo para que se porten bien, kupó! Si la flauta se tocó, ¡es posible que se fuesen corriendo asustados!


***

Mogbert interrumpió entonces, molesto.

—¡Espera, espera, kupó! ¿En serio dices que un mogu tocó la flauta para hacer una melodía y de pronto, zas, todos se asustaron? ¡Eso es ridículo, kupó!

... no tan ridículo para los estándares de la raza, pero bueno. Zan parecía estar de acuerdo, en todo caso.

—Kupopó... puede ser que sea ridículo que alguien la tocase por error y se asustasen todos, kupó. O sea, yo me he asustado, kupó, ¡pero en cuanto he visto que la flauta es la responsable, supe que no había un comemogus cerca, kupó! Sin embargo, si no ves de dónde viene el ruido... kupó. Nada te haría pensar que no hay un comemogus acercándose, ¿no?

—¿Insinúas que alguien tocó la flauta deliberadamente para espantar a todos los moguris, a escondidas? ¡Kupó! ¡Menuda moguestupidez! ¡Es una pantonimia, kupó!

Hmmm. La cosa tomaba un giro diferente, al parecer. La teoría de Zan ahora era que la flauta fue tocada por alguien que se escondió y la hizo sonar solo para que todos los moguris pensasen que era un comemogus el que se acercaba. Alguien provocó aquella huida a conciencia. ¿Era la teoría de Zan viable? Pensándolo un poco... hay dos posibilidades: o bien un moguri en el asentamiento la tocó y todos se espantaron pese a provenir el sonido de la flauta en mitad de la plaza, o efectivamente, había alguien que maliciosamente provocó aquello. De ser lo primero, y teniendo en cuenta que los moguris soltaron las cajas de comida por ahí sin ningún miramiento... habría algo que no estaría donde estaba. Porque ahora estaba en un sitio que revelaba mucho las intenciones de su dueño original.

El objeto en cuestión, cuya ubicación en la escena revela que la teoría de Zan es correcta, es...

>> Las armas
>> La flauta
>> La comida

 

Rigel Betelgeuse

¿En qué momento existía una flauta destinada única y exclusivamente a hacer el sonido de un comemogus? Era ridículo, pero eso decía Zan. Esa flauta no la quería ni él, porque solo conseguía asustarlos a todos. ¿Cómo era posible entonces que esa flauta hubiese acabado ahí? ¿Quién la habría traído? Mogbert trató de continuar con su teoría, pero no pudo, y en su lugar fue Zan el que prosiguió. Es cierto, si un Moguri tocaba la flauta, él mismo se daría cuenta de que el sonido provenía del instrumento, pero la idea de que fuera tocada por otra persona, ajena a los Moguris, parecía muy razonable.

—No es ninguna pantomima, Mogbert, y esa palabra ni siquiera tiene sentido ahora —respondí algo molesto ya con el Moguri. Para ser especialista en estas cosas, se le daba muy mal—. Es, de hecho, bastante probable quela flauta fuese tocada por alguien más, con el objetivo de espantar a los moguris. De no ser así, dime, ¿qué sentido tendría que la flauta se encontrase en la hoguera? Alguien la tiró ahí con deliberación muy probablemente.

 

La flauta estaba en la hoguera... probablemente porque alguien la tiró ahí. Zan y Mogbert quedaron en silencio, reflexivos. Aunque el segundo parecía más tenso que otra cosa.

Siguiendo ese hilo de razonamiento que Zan y Rigel habían establecido, si alguien tocó la flauta con objeto de ahuyentar a los moguris, ese alguien sería probablemente el único capaz de deshacerse de la flauta tirándola al fuego. El intento de deshacerse de la evidencia debía ser reciente, además, pues la flauta estaba aún en bastante buen estado pese a encontrarse envuelta en llamas. De todo eso, se extraían varias conclusiones: primero, que quien provocó aquel evento era alguien que se encontraba cerca de la hoguera una vez los moguris huyeron, y segundo... que ese alguien no debía andar muy lejos.

Por eso, en cuanto Zan se dio cuenta, sus orejitas se alzaron y su pompón se tensó, apuntando también hacia arriba. La manita acusadora señaló a Mogbert.

—¡Kupopó...! ¡Y-Ya lo entiendo! ¡Fuiste tú, Mogbert el fantabuloso!

... no era así, pero sí. Era lo más probable. No había nadie más en la aldea, después de todo; el único que tuvo oportunidad de deshacerse de las pruebas fue él. Sintiéndose acorralado, Mogbert dio un paso atrás, apretando los dientes.

—K-Kupó... ¡pantuflas! —... ¿quiso decir "patrañas"?—. ¡M-Mogbert es un investigador famoso, no un vulgar criminal! ¡Esto son columnas, kupó! —o, mejor dicho, "calumnias". Kupó.

Zan se cruzó de brazos, arrugando el ceño. Pero el acusado no dejó de defenderse.

—¡N-No tenéis pruebas, todo esto es una teoría loquita vuestra, kupó! Hmpf.

—Hmmm, puede ser, kupó. Pero sí que sabemos que has mentido, kupopó. ¡No hay más que verte para saberlo! Y no tendrías razón para mentir en eso si no es porque tienes algo que ver con esta situación, ¡kupopó!

Mogbert quedó paralizado. Con que ha mentido, ¿eh? ¿En qué? Recordando las primeras interacciones con él...


Qué bien que llegan refuerzos. ¡Aunque no esperaba que fuesen... humanitos, kupó!

Soy Mogbert, kupó, ¡miembro de la guardia de Mogulópolis!

Eso no tiene nada que ver, ¡ya investigué a fondo esas armas y no tienen signos de haber sido usadas!


Hmmm. ¿En qué mentía Mogbert? Según Zan, no era difícil darse cuenta. Había que recordar bien... porque en realidad, algo sobre Mogbert no estaba bien desde el principio, y por supuesto, a Zan le debió extrañar desde el principio, pero... hasta Rigel sabría que era mentira. Al fin y al cabo, él también tuvo ocasión, en Mogulópolis, de conocer a los moguris a fondo, ¿no?

Por eso, la mentira obvia de Mogbert era...


>> Mogbert sabía que iban a venir humanos.
>> Mogbert no es un guardia de Mogulópolis.
>> Las armas sí tienen signos de haber sido usadas.

 

Rigel Betelgeuse

A este punto, me iba a alegrar incluso de que Mogbert fuese el responsable de todo esto, si con eso dejaba de investigar los "neceseres". Y es que era cierto lo que Zan decía: si alguien había provocado todo esto, no podía ser otro que Mogbert, ya que el incidente había sido muy reciente.

Pero... ¿cómo acorralarlo? Lo que nos faltaba ya era enfadar a los Moguris, cuando estábamos aquí precisamente para ayudarlos. Zan entonces me leyó la mente, y pronto puso a Mogbert en la cuerda floja.

—Mogbert, ¡déjate de pamplinas! —dije enfadado, y no solo porque quisiese usar palabras que ni conocía—. Eres un farsante, no hay más que verte...

>>Si realmente fueses de la guardia de Mogulópolis, llevarías el uniforme reglamentario. Eso explica por qué no sabías que venían "humanitos", toda la guardia fue avisada por orden de Montblanc —razoné en el momento—. No eres más que un impostor. ¿Por qué no nos cuentas que hacías aquí realmente?


>> Mogbert no es un guardia de Mogulópolis.

 

Zan asintió.

—¡Totalmente, kupó! Los gallardos guardias son mucho más impotentes, kupó —c-creo que le bailó una sílaba ahí...—. ¡Mogbert no es un guardia, kupó, sino un mentiroso!

Mogbert quedó helado, y, por un momento, tartamudeó.

—Y-Yo... M-Mogbert es... es... —apretó los puños, su gesto tensándosr cada vez más. Hasta que, al final, gruñó—. ¡Lo que el humanito y el mogu azulito dicen es mentira, mentira! Mogbert no tiene motivo para hacer eso, kupó, ¡¿para qué iba a provocar que huyan los mogus?!

H-Hmmm... para qué. El motivo. Esa era la pieza final del puzle.

Las acciones de Mogbert fueron sencillas: aprovechó una fiesta entre los moguris, mientras preparaban el banquete, para esconderse y tocar un instrumento diseñado expresamente para simular el sonido que supuestamente hacían los "comemogus", unos seres que los moguris temían tremendamente (aunque sonaban más a leyendas que otra cosa). Luego quedó solo en la aldea, y al poco tiempo llegaron Rigel, Kein y Zan.

—Ahuyentar a los mejores moguguerreros... ¿será para robarles, kupó?

Zan teorizó aquello, pero si realmente el motivo fuese robar, ¿cómo es que no había rastro de objetos de valor siendo sustraídos? No, lo que estaba fuera de las casas eran... armas.

Las armas de los mejores guerreros de Kholod, supuestamente. Guerreros que huyeron despavoridos, dejando su Asentamientl atrás.

Si había algún motivo para hacer aquello, era porque...

>> Se está preparando un ataque contra el Asentamiento
>> Mogbert colecciona armas
>> Un comemogus se acerca

 

Rigel Betelgeuse

Cuanto más me molestaba Mogbert, más simpatizaba con Zan. Por lo menos, aunque dijese algunas locuras, parecía estar bastante más cuerdo, y poco a poco, con algo de ayuda, parecía ir hilando las teorías correctas sobre Mogbert que le iba planteando.

—La cuestión ahora no es demostrar que tienes un motivo, sino descubrir cuál es, Mogbert —respondí—. No hay más que verte para saber que estás mintiendo y que ocultas algo.

>>Sin embargo, ¿qué puede ser...? Si querías ahuyentar a todos los Moguris, debe ser para que no pudiesen verte por aquí. Probablemente querías llevarte algo... ¿Las armas, quizás? Sí, eso explicaría por qué todas estaban fuera de las casas, pero de manera tan ordenada. No fueron sus dueños quienes las dejaron aquí, sino tú.

>>¿Pero para qué querrías las armas? ¿Y por qué querrías todas? No debe ser por llevártelas tú, sino por... Quitárselas a ellos probablemente. Así, los dejarías desprovistos de protección...

Medité por unos segundos. Sí, la respuesta va a ser obvia.

—¿Van a atacar la aldea... y por eso quieres asegurarte de que no puedan defenderse? —conjeturé al fin. Luego, me permití un poco de ironía—. Vamos, Mogu, dime la verdad... Si me mientes, mi brazo mecánico lo detectará, ¡y comenzará a lanzarte hechizos como loco! —terminé, señalando la prótesis llena de magicitas, que de pronto comenzaron a iluminarse en varios colores. Al menos comenzaba a manejarlo, al final iba a ser útil y todo. Y ahora tenía que sacarle toda la información a ese farsante.

>> Se está preparando un ataque contra el Asentamiento