Ascensor

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 10 Abril 2020.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Kaisa Morinachi

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    Tan solo yo
    (Margarita)

    Recibí la respuesta y... frialdad absoluta. Habían perdido el control, ¿no? Mar, Rita, Margarita desde ayer andaba perdida. Solo quedaba yo, nada más que yo: La peor opción, el peor desenlace. No llevaba ni dos días controlando el cuerpo y ya... me sentía como en casa. Con mi cara estática, de seriedad calma, sin mover ni un solo musculo por simple y llana insensibilidad, asentí solo un poco, respondiendo a sus palabras afirmativas. "No lo pensé", diría Margarita, "No era mi intención" Pensaría Mar, y Rita tendría ganas de molerme a palos, pero no importaba...

    Porque yo era la que más control, directa e indirectamente, tenía sobre todas ellas.

    La niña,
    La Lechuza,
    El Perro Sabueso...

    El cordero desvalido...
    La cabra....


    E L P E C A D O

    Mi mano se dirigió sinuosa a agarrar la muñeca de Altan, solo con firmeza, no buscaba ser brusca. Frío.. nada... ¿Mi mano estaría fría, o estaría sudada? Era incapaz de saberlo en ese momento. Una vez tomé la mano, esperé a que reaccionaran sus nervios, pestañeé con parsimonia y me volteé sin soltarle; camino al ascensor.

    Caminamos, caminamos; caminé, más bien, amoldándome al tiempo de acción y reacción de Altan: Sí se tensaba, volteaba a verle, sí me miraba mal, seguía caminando, pues significaba que estaba listo para moverse. Instintos, animales, naturaleza; vida y muerte.

    Supervivencia.

    Corté.
    Se soltó del agarré con un manotazo, fue el único momento donde fruncí el ceño; mi mano siguió el movimiento de su muñeca y, antes de que se tensara alguna parte de mi cuerpo, simplemente solté el agarre.

    Para luego soltar todo el aire contenido por la nariz, suave, con lentitud.

    —Quiero hablar contigo, solo eso —solté con total apatía, monótona, sin alma casi; ninguna esencia más que la usencia de todo—. ¿Te interesa escucharme siquiera? No quiero obligarte.

    Llegamos al frente del ascensor, lo miré por sobre mi hombro, sin fruncir el ceño, sin mover mis labios; solo entorné la mirada, mis ocre contra sus posos oscuros.

    ¿Cuál era la verdadera grieta interminable? Una sonrisa de autosufciencia, sutil y puede que elegante quería adornar mis labios, la veía; pero sí sonreí siquiera, tuvo que haber sido lo más mínimo de lo insignificante.

    >>Tampoco pienso dañarte, Altan. No a ti.

    Devolví mi atención al frente y apreté el botón para que llegara el ascensor.

    —Sí no quieres, sí te da miedo, sí te vas a arrepentir... es el momento para que te retires, Altan Sonnen.

    Sí Black Goat no puede venir a nosotros, yo la traeré (??????????)
    No, really, yo creo que es hora de encomendarse a algún dios (?)
    Hitori , aquí le presento a Altan al verdadero terror; Lucifer (?)
     
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    I'm the bad guy, I'm the bad guy.
    I'm the cynical kid, I'm the rage.
    I'm the big lie.
    I'm the goddamn shame of the goddamn pride.
    .
    I'm the bad guy, I'm the nice try.
    I'm the typical bitch with the rage
    on my face.
    I'm the goddamn beast of the goddamn pride
    Altan.png
    Le había dicho que podía hablarme, no que me tocara y me arrastrara con ella, ese solo gesto al que no accedí, que no quería recibir de su parte para empezar, me lanzó una dosis de ira encima que prácticamente me subió las bilis a la garganta. Fue la misma sensación de mierda que cuando la estúpida de Balaam me había metido al cuartucho de limpieza.

    Me zafé de su agarre con agresividad, el gesto en sí mismo cargaba un único mensaje: que no me tocara. No le había dado ese puto derecho y si algo guardaba con un recelo estúpido era mi espacio, como buen japonés. Anna, Jez, Kurosawa, Suzumiya, Ishikawa y el idiota de Shimizu eran excepciones a esa regla, pero de ahí en fuera la cosa era diferente.

    En eso me parecía a Dunn.

    No quería manos ajenas encima.


    Por eso había estampado a Balaam contra una pared y había deseado seguir, había pensado en estamparle la cabeza directamente con tal de sacármela de encima, que parara de pensar que tenía algún poder sobre mí persona o algún derecho. Lo de la tonta esa había sido peor con creces, tan siquiera con Nieves podía decirse que había dado señales que quizás una estúpida pudiese interpretar como permisos, pero eso no quitaba que estaba hasta la polla.

    Como si no tuviese bastantes mierdas encima, hija de puta.

    —Pregunta esa mierda antes de arrastrar a la gente, Nieves, pregúntala antes de siquiera tocar a nadie —respondí, tosco. No quedaba rastro de la forma en que le había hablado el día anterior—. Dije que te escuchaba, no te dije que me arrastraras a ninguna parte, aprende a diferenciar de una puta vez.

    ¿Arrepentimientos? ¿Miedo? ¿Dañarme?

    Ah, no me jodas. ¿Con quién cojones piensas que hablas, muñeca?

    ¿Te abro las puertas del Inframundo?
    Just to prove my goddamn point.
    You're the guest in here, better kneel.

    El ascensor llegó entonces pero no me moví de mi lugar, ella lo había pedido, ella sabría a dónde mierda quería ir. Hundí las manos en los bolsillos, sentí en ellos la invitación, la cajetilla de cigarros y el frío del metal del mechero Zippo. Lo envolví con los dedos para desviar algo de atención a otra cosa.

    —Ahórrate las advertencias y el secretismo, me estoy aburriendo bastante. —Giré el mechero en el bolsillo del pantalón—. Y bien, ¿vas a soltar la mierda o me siento a esperar a que acabes de leerme los términos y condiciones?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Mar
    (Margarita Nieves)

    Inflé el pecho, todo el aire que podía, mientras me paraba de una manera totalmente recta; un poste, o un pilar; uno que no sostenía nada, uno que no alumbraba nada. Solo un monumento a la inexistencia en un lugar tan desértico que ni arena tenía ya.

    El inicio del Tao...​
    algo así leí sobre filosofía China, pero no me gustaba esa rama.
    Era más sencillo hablar de pecados capitales y demás. Terminó de hablar y asentí sin prisas, dándole a entender que lo había escuchado, vete a saber tú sí él creería que estaba de acuerdo con su postura. Exhalé todo el aire por la nariz, destensándome, cada uno de mis movimientos apenas hacían ruido.

    —Lo siento, Altan —hablé monocorde, y todo en mí también se sentía monótono, ni me digné a mirarlo, porque supuse que poco le importaba. A diferencia de Sasha, que con ella sí sentía la necesidad de verla directo a los ojos...

    La imagen de Jacob... me llegaba a ratos a la memoria.

    >>Es complicado —intenté aclarar, sin hacer ninguna pausa relevante en mi hablar—, resumiéndolo... Odio hablar de mi pasado, detesto el futuro y las miradas sobre mí me ponen ansiosa, por eso te traje acá—. Le mandé una mirada filosa de reojo, solo para ver sí siquiera bufaba ante esa ensalada desabrida de información, luego volví a ver el ascensor cerrado—. Así que me subiré al ascensor apenas puedas, supongo que te quedarás abajo, así que seré lo más rápida.

    Suspiré pesado, otra vez, como sí me faltara el aire... bueno, debía ser eso; quería hablar como una condenada máquina, pero el cuerpo seguía siendo humano.

    —La mente es complicada, ¿no? La mía aparte de complicada, es poco entendible, Altan—. Volví a verle de reojo, pero como temí que sería todo el rato, fue cosa de verlo con claridad para quitar la vista otra vez. Nada más que mis labios y ojos se movían, después eran los leves movimientos inevitables de los nervios—. Recuerdo mi primer nombre; solo Mar. No se lo digas a nadie, porque me cabrearé. Aunque supongo que poco te importa, ¿no? —busqué sus ojos, solo para que supiera que a mí sí me importaba, lo sostuve un segundo y después dejé su vista tranquila.

    >>Crecí en Estados Unidos, en una ciudad cualquiera y luego en un pueblucho olvidado, como te conté. Margarita es el nombre que me pusieron mis padres adoptivos...

    Silencio...

    Nada...

    Me había quedado en blanco.
    Y no sabía que hacer.
    Porque las otras chicas no estaban conmigo.

    Mis... mis chicas.
    Tensé los puños, fruncí el ceño y...
    lo más probable es que sacara un gruñido gutural.

    Porque las enanas no tienen que salirse de mi vista.

    ¡¿DÓNDE ESTÁN, maldita sea?!
    Vuelvo a suspirar pesado, destensando todo mi cuerpo y de seguro mi mirada ahora estaba vacía... Allí estaban, por ahí metidas en un lugar que ahora mismo no podía ver ni presenciar; pero sí que las oía, eran como murmullos, señal cortada, ruido blanco...

    Las olas del océano calmado.

    La puerta se abrió y me aparté a un costado para que bajaran el par de estudiantes que iban dentro, luego puse un brazo ante la puerta para que no se cerrara, y miré a Altan a los ojos.

    —Sabes que no me veo igual que ayer, ¿verdad? Bueno, solo decir que es cuestión de poco tiempo para que en la próxima clase no me vea igual que ahora—. Volteé a ver el ascensor vacío y entré, sin dirigirle la vista—. Es una advertencia, Altan, no por que te tema ni me desgrades; simple y llanamente es miedo al qué...

    Me callé, una vez dentro y en el centro del ascensor. Esperé... esperé...

    Porque estaba aterrada

    >>Al qué será de mis acciones, Sonnen —susurré, fue un susurro a posta; porque no deseaba que nadie escuchara eso.

    Ya decidiría él sí entrar.
    Esos eran mis dos más grandes temores: Qué supieran lo que pensaba, y no poder evitar esos pensamientos.
     
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    Zireael

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    Altan.png
    Pedazo de discurso que acababa de echar la cabrona por puro amor al arte, ¿no? De verdad que debía haberme traído una silla mínimo, porque sí me estaba leyendo los términos y condiciones, que me importaban bastante poco o nada directamente. La idiota era una contradicción con patas, eso era innegable en ese punto o incluso el día anterior, porque si tanto detestaba hablar de su pasado la verdad era que se le aflojaba la lengua con nada.

    Al menos era la lengua y no otras cosas.

    Oh, come on.

    No resaltas lo suficiente como para que la gente te vaya a mirar tanto, rubia.

    De hecho te miran más cuando abres la boca tan de gratis.

    En fin, no iba a parar de parlotear, ¿cierto? Y no iba a dejar que tuviese el ascensor ahí esperando como una estúpida en lo que se le acababa la palabrería, así que cuando bajó la gente que estaba dentro entré y eché el cuerpo sobre la pared del lado derecho.
    No parecía hilar ideas demasiado bien tampoco, que algo fuese complicado ya implicaba que era poco entendible así que estaba dando vueltas sobre la misma mierda tratando de hacerme la imagen de algo.

    Ask me if I care.

    No podía importarme menos su primer nombre o si se cabreaba por ello, tampoco lo iba a repartir por toda la puta escuela, ni siquiera iba usarlo yo mismo. Esas confianzas, de nuevo, eran algo que solo me permitía con poca gente o directamente las usaba para tocarle los cojones a ciertos estúpidos cuando me aburría, pero ganas de fastidiar a esa mocosa no tenía. Daba hasta pereza.

    Mente complicada.

    No, si nos ponemos a hablar de eso nos da aquí Navidad de 2025.


    ¿Padres adoptivos? Debía haber crecido un tiempo en el sistema o haber tenido padres biológicos bastante desastrosos para que hubiese resultado así, ciertamente, aunque también podía venirle un poco de gratis como a mí, quién sabe. ¿Quién me explicaba la jodida ira y el deseo enfermizo de poder si había tenido buenos padres? Aunque igual se rastreaba un poco por el árbol genealógico, lo había pensado ya un par de veces, pero seguía pareciendo bastante salido de la nada, así que no podía sacarle tantos trapos sucios a la chica tampoco.

    —Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces. —Posé la vista en ella aunque no me estaba mirando, repitiendo las palabras directo del archivo—. El hombre no es el mismo y el agua tampoco porque siguió fluyendo.

    Seguía sonando fastidiado pero el caso es que también había activado el archivo porque la tonta parecía estar hablando en código y era eso o aburrirme todavía más. Al menos quería saber si era puro adorno y se le fundía la neurona en dos segundos o tenía algo de cerebro.
    Saqué el mechero del bolsillo, lo accioné y seguí hablando.

    Hasta la confesión de adolescente hormonal hubiese sido más entretenida.

    —No vas a subir dos veces a este ascensor o a entrar a la misma clase o hablar con la misma persona. —La llama titiló al ritmo de mi aliento antes de extinguirse y clavé la vista en el grabado que el mechero tenía en su parte frontal—. Las células se regeneran, las neuronas crean nuevas conexiones y otras tantas mueren, las acciones se superponen. Nadie es la misma persona incluso un segundo después, dejé de ser el Altan que era en los casilleros apenas me pusiste una mano encima, y dejé de ser ese cuando volví a abrir la boca.

    Poco sabía yo que la estúpida disociaba que daba gusto.

    Incluso así mi punto era más o menos el mismo.


    —No es que me interese pero voy a preguntar porque me entretengo guardando datos. —Datos irrelevantes. Me regresé el encendedor al bolsillo—. ¿Qué demonios haces soltándole estas cosas a una persona que conociste el día anterior y, de no ser por la intervención aparentemente insignificante de un tercero, estaba dispuesto a mandarte directo a la mierda? Mírame la cara, Nieves, ¿tengo pinta de hacer amiguitos o seguir órdenes?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Margarita Nieves.

    ¿Lo había logrado?

    ...¿Si?

    ¡Si, si, si! ¡Lo entendió, lo entendió Mar!

    Si... ahhh... Maldita sea... Je... Adiós, ni piensen que volveré luego.

    Lo que quieras, yo feliz acá.

    Con que feliz, he...

    Me alegro por ti.
    Había empuñado las manos frente a mí, dejando atrás la oscuridad; el plano aéreo, sin ganas de volver a mi zona de comando. Solté un quejido muy sonoro, como la cría que tenía adentro en alguna parte aún, protegida y resguardada como por mil maldiciones distintas. Un quejido agudo, de niña, vamos; que por suerte y me contuve de no dar saltitos como... no sé... ¿Un conejo? ¿Un grillo? ¿Un saltamontes?

    —Jajajaja —solté suave, melodiosa mientras destensaba mis puños y los dejaba caer a mis costados, ladeando la cabeza por mero cansancio... Ah, me tuve que tapar la boca, porque el suspiro fue inevitable. Estaba agotadísima. Inhalé hondo, exhalé despacio y con lentitud mientras escuchaba las últimas palabras. Entrelacé las manos tras mi espalda, recta, pero no estoica, lejos de eso.

    Otro suspiro más, para enfrentarle tras girar sobre mi pie y acomodar el que se mantuvo en el aire justo al lado del otro; solo faltaba que me llevara una mano en la cabeza y gritara "Si señor", pero vamos; que era un tema serio y no iba a reírme en su cara.

    No era Rita para eso.
    Todas debían estar cansadas.
    Cabreadas y agotadas. Yo también.

    —Es muy cierto lo que dices, Altan —empecé con calma, como sí la energía que solté antes se evaporara en el momento. Hablaba con seriedad, pero más bien como quien diserta en clases sobre el animal que le fascina; yo era la maniaca de las letras y la que administraba nuestro archivo, al fin y al cabo—. Pero yo soy más que eso, y supongo que por eso te elegí a ti.

    Elegir; calculado, intento; prueba y error. Así funcionábamos todas, nos faltaban varios tornillos, pero al menos nos valíamos del método científico. Algo de cordura teníamos, el fino hilo que nos unía a cada una. Alcé mi índice encorvado y golpeteé mi cabeza con suaves toques, justo donde Frankensquistein tenía sus tornillos bien puestos. Casi me rio de la comparación, es más, escuchaba la risa de Rita por ahí, una ardilla sinuosa; pero yo sabía mantener la compostura...

    A veces... solamente.

    >>Mi problema está en la cabeza; lo mismo que has dicho, pero a nivel individual y psíquico...—. Volteé a ver a un costado, sujetando mi brazo izquierdo con mi mano derecha, cubriéndome el vientre. Solté un suspiro pesado, porque nunca sería fácil ni dejaría de ser tedioso revelar o dar indicios de algo así, ni aunque no tuvieras idea de lo que era el DID.

    —No es fácil...— Apreté los gestos, algo de apatía compartía con la otra Mar, pero estando en el cuerpo sentía las cosas igual que Margarita y, joder, era todo más difícil así. Prácticamente me encogí, todo mis músculos te contrajeron; preparándose para el golpe que nunca llegaría—. Pero... necesito decírselo a alguien en la escuela— Mi voz fuerte y clara decayó hasta un murmuro. Volteé a verlo, con clara angustia en mis facciones, pero la perseverancia y solemnidad brillaban en mis ojos color miel, el ceño fruncido me brindaba determinación.

    >>Altan, ¿puedo confiar en ti?— Negué con la cabeza—, no estoy pidiendo que guardes secretos ni que seas mi amigo—. Solté un suspiro pesado, cabizbajas, entrelacé mis manos frente mío y en cuanto alcé la vista una sonrisa entre enternecida y penosa cubría mi rostro—. Es una estupidez, pero...—. No bajé la cabeza, pero desvié la vista al suelo.

    Luego caminé con rapidez en dirección a los botones del ascensor y sin pesarlo mucho apreté el uno y el dos, para que siguiera en movimiento. Me quedé frente a los botones, con la cabeza apoyada ahí.

    —Ayer, cuando le sonreíste a la chica, me recordaste a alguien—. Giré mi cabeza hasta topar con sus ojos, sonriéndole con una mezcla de nostalgia y amor profundo, no hacía él, hacia la persona que empezaba a vincular con él—. Alguien muy especial Altan—. Y solté una risa enternecida y melodiosa, a ojos cerrados—. ¡Incluso también era capaz de soltar información como sí fuera un diccionario con patas!

    Seguí riendo, aunque fue disminuyendo de a poco. Me apoyé en la pared al lado de los botones, pero que daba frente a Altan. Me quedé cabizbaja.


    —Lo más probable es que olvide esto... no sé sí todo...—. Y lo siguiente fue un murmuro, un susurro confidencial que deseaba que fuera escuchado, pero no estaba segura sí en realidad lo escuchó, porque en realidad lo sentí pequeño y frágil; efímero—. Yo disocio.

    Tan solo eso y volteé a ver las puertas del ascensor abiertas de par en par; era el piso número 3.


    Estaba lista para caer del paraíso al averno mismo...

    Mentira...

    Nunca estaba lo suficientemente lista.

    Pero sí expectante.

     
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    Zireael

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    Altan 2.png
    Enarqué las cejas al ver su reacción a mi propio discurso, le había visto más posibilidades de que tratara de corregirme, llevarme la contraria o cualquier cosa pero parecía que había tenido una putísima epifanía. ¿Lo había atajado? Interesante por demás, digamos que podía quedar en el limbo entre tener algo de cerebro y ser idiota a secas, al menos por ahora.

    Elegirme.

    Se le había ido la puta pinza, sin duda alguna.

    Había que estar loco para elegirme para una mierda de esas.


    Quise soltar una risa en toda la cara pero, de nuevo, tenía la capacidad estúpida para mantener la cara de póker hasta en las circunstancias más extrañas, esa era una de ellas. Me limité a seguirla escuchando, no mucho más, si acaso fue organizando las mierdas que me soltaba para hilar una posterior respuesta.
    El resto de mierdas las fui atajando al vuelo, ya con solo que usara la palabra psíquico me puso todas las cartas sobre la mesa y un montón de facts que cruzaron la cabeza, relacionados a psicopatologías.

    ¿Desafiante de la personalidad?

    ¿Bipolar?
    ¿Limítrofe? ¿Había caído en terreno de una Borderline?

    Encontré su mirada luego de que preguntara si podía confiar en mí y vamos, era un estupidez, la idiota ya me había soltado toda la mierda, preguntarme era hasta estúpido en ese punto. Que me sonriera me obligó a aflojar la tensión incluso contra mi voluntad y aflojé un poco los hombros, apenas para relajar la postura.

    Ah, mierda.

    Sí me había visto... Sonreírle a Anna.


    Clavé la mista en algún punto de la pared frente a mí, bastante esquivo a decir verdad, porque en realidad comenzaba a hacer una idea de cómo debía verme cuando la enana se aparecía y conseguía relajarme con alguna idiotez que hasta parecía sin importancia. No tenía caso ponerle muchas trabas, era evidente que estaba hecho un imbécil de por sí.
    Solté un suspiro al escuchar que estaba superponiendo mi figura con la otra persona, porque la verdad eso era... Un poco cagado, sobre todo si había tenido la fuerza suficiente para hacerla pensar que confiarme sus mierdas era algo que valía la pena.

    ¿Esquizofrenia?

    —Trastorno de Identidad Disociativo —atajé luego de que soltó aquel murmuro que no sé ni cómo me llegó a los oídos—. Personalidad Múltiple.

    Bueno, ¿qué era esto? ¿Split?

    What a threat.

    Miré las puertas abiertas en el tercer piso y di los primeros pasos fuera.

    —Espero que tan siquiera estás recibiendo seguimiento o algo.


    te lo puedes arrastrar uwu sin tocarlo (???)
     
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    Nekita

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    herine Whitman


    —Creo que tengo bastantes opciones para decidirme si te soy completamente honesta... —Quizás por eso su mudanza había terminado siendo bastante larga en cuanto a que sus cosas terminaran de llegar pero en realidad no le molestaba en lo absoluto si así tenía todo su armario de vuelta aunque sabía que jamás lo necesitaría por completo —, pero al final del día la máscara será lo que dicte el atuendo, ¿no? Allí si tendré que hacer un par de compras.

    Y sabía que no sería demasiado difícil tener que buscar aquella pieza faltante si se terminaba paseando por los lugares adecuados de japón y de allí solo tener que escoger el mejor outfit para lucirse un poco.

    Cuando iniciaron a caminar hacia el ascensor, sacó su celular para poder ofrecérselo con una sonrisa —Podrías mandarme tu dirección y de allí ir juntas~ ahora que vivo sola creo que necesitaré de tu ayuda para terminar de arreglarme —Apenas entró al ascensor se recargó en una de las paredes, presionando primero el botón del tercer piso al ser ese el destino de Morgan —, así que...espero que incluso con eso no te resulte demasiada molestia.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Alisha.png

    Era claramente estúpido, pero noté una oleada de satisfacción de lo más tonta cuando me di cuenta que había conseguido sorprenderlo con mi movida. No significaba nada, pero nos conocíamos tanto y teníamos tal facilidad para adivinar lo que estuviésemos pensando, que se podía considerar hasta un logro cuando acababa no siendo el caso. Fue cosa de un segundo, obviamente, después logró leerme y las cosas fluyeron exactamente como debían.

    Intenté controlarlo, porque seguíamos en la jodida cafetería y... bueno, era un poco tarde para pensar en eso, pero aun así el pensamiento me cruzó la cabeza. Así que intenté controlar el jadeo que amenazó con salirme de los labios cuando me agarró la muñeca y fallé estrepitosamente en el proceso; acabaron siendo varios, porque para sorpresa de nadie el cabrón sabía como sacármelos, y no fui capaz de apartar la mirada en ningún momento de él y todos sus movimientos.

    Suspiré cuando me soltó al fin y asentí con la cabeza de manera distraída al oír su voz, escuchándolo a medias. Y hablando de sorpresas, me tomó completamente desprevenida cuando sentí que se levantaba conmigo en brazos, llevándome como si fuese una jodida princesa o algo por el estilo. Casi sentí toda la tensión acumulada escapar en la carcajada que dejé salir al ser consciente de toda la escena y lo graciosa que tenía que ser la vista.

    —¿Eh? Don't wanna~ —me quejé con un claro tono infantil, haciendo un puchero y todo, pero lo cierto es que no intenté zafarme de sus brazos ni nada.

    Llegamos al pasillo y dejé que me bajase sin oponer ninguna resistencia, aunque habría esperado un poquito más de aquel paseo tan divertido. No me dio tiempo a reaccionar de ninguna manera racional después; de repente solo fui consciente de mi espalda contra la pared, su figura cernida sobre mí y su lengua presionándose con insistencia dentro de mi boca. El cuerpo me reaccionó en piloto automático, no necesitaba absolutamente nada para saber cómo hacerlo con Joey, y subí las manos hasta su cuello para usarlo de apoyo mientras le dejaba hacer lo que le viniese en gana.

    Después de un rato se separó, un poco de la nada, y me quedé mirándolo con la respiración agitada y una sonrisa de las jodidas bailándome en los labios. Era un maldito cabrón, el hijo de puta.

    Me separé de la pared dejando salir un suspiro pesado en el proceso y pasé a su lado, recorriendo el pasillo a paso tranquilo hasta alcanzar las puertas del ascensor. Pulsé el botón y aproveché la espera para recogerme de nuevo el pelo en la coleta alta, así como si nada. Fue justo cuando las compuertas se abrieron al llegar el ascensor que giré la cabeza para mirarlo, expectante.

    >>¿Vienes o qué?

    Muy ilegal todo esto JOSEPH BENJAMIN WICKHAM
     
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    Amane

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    Riamu 2.png

    Pensar que estábamos haciendo el idiota ahí en medio de los casilleros no podía crearme menos conflicto, a decir verdad, y mucho menos cuando mi queridísimo Shino-kun me estaba siguiendo el rollo con esa docilidad. Encima, toda la atención que me estaba echando encima mientras hablaba era justamente lo que había pretendido conseguir y, no iba a mentir, se sentía tan bien como habría esperado.

    Pero qué ganas de seguir comiéndomelo a besos me estaban entrando, oye~

    Desde mi posición podía haber visto, así fuese de soslayo, a Zeldryck pasando no muy lejos de nuestra posición y la mirada que le había echado a Kou. Podría haberlo hecho, pero si tenía que ser completamente sincera estaba demasiado ocupada con las vistas que tenía delante. El chico tenía que estar en su puta salsa con todo eso, qué sé yo, y por mi parte solo podía sonreírme cada vez más divertida con cada pequeño gesto que hacía.

    Cuando se acabó acercando aun más, paré las caricias vagas que habían seguido en todo momento para hundir los dedos en su mata de pelo, un poco de manera inconsciente, y mi vista bajó hasta sus labios durante un par de segundos antes de volver a sus ojos. Anda, cielo, imaginarlo es tan aburrido~

    —¿Dónde vivo, dónde vivo~? —canturreé, con un tono de voz suave, mientras me hacía con el móvil que me estaba extendiendo—. A ver, tengo que pensarlo un poco, ¿sabes?

    No sé de dónde salió la cosa, pero bueno, igual ya se sabía que era estúpida y por lo tanto era mejor no intentar encontrarle lógica a mis acciones. La cuestión es que hice de cuentas como si nada hubiese pasado, como si no hubiese esa tensión palpitante entre nosotros, y me separé del casillero para encaminarme hacia el pasillo. Seguí con su móvil entre mis manos y no me giré para comprobarlo, pero simplemente asumí que me seguiría sin mucho problema.

    Jugueteé con el teléfono entre mis manos, con todas las confianzas del mundo, y solo me digné a girar el rostro cuando alcancé la puerta del ascensor y la misma se abrió, buscando al chico apenas un instante antes de introducirme en el cubículo. Me quedé con la espalda sobre la pared y esperé a que las puertas se cerrasen cuando el chico entró para, inmediatamente después, extender el brazo, hacerme con la tela de su camisa entre los dedos y tirar de él hasta volver a tenerlo prácticamente encima.

    >>Esa es información muy valiosa, vas a tener que darme algo a cambio que merezca la pena~ —murmuré sobre sus labios.

    Bueno, bueno, bueno *sorbito*

    Asumí un montón de cosas porque así de pendejísima soy, pero bueno que si el niño no la sigue o no entra y tal, que no pasa nada, se ignoran cosas y ya (?)
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Era perfectamente consciente de que a esta cría le estaba dando lo que quería, lo que parecía buscar a pulso, y no podía importarme menos. Vete a saber si surgía de tener la mira focalizada en un objetivo mucho más gordo o si era despectivo a secas, como si Riamu jamás pudiera cargar el poder de herirme el orgullo porque a secas no se lo permitía.

    Porque no lo valía.

    Ni que fuera personal, si de veras me creía mejor que el resto y con ganas, tampoco pensaba que una cosa así fuera a importarle pero mejor corríamos ambos no mencionando nada al respecto, ¿verdad? Hundió los dedos en mi cabello, lo sentí con un detalle ridículo y entorné la mirada casi por reflejo, algo muy bajo vibró en mi pecho. Se me estuvo por aflojar la pinza ahí mismo, pero de un momento al otro Riamu se apartó y me la quedé viendo un par de segundos hasta que solté una risa nasal y la seguí, meneando la cabeza. De veras me costaba seguirle el ritmo a veces pero tampoco iría a quejarme.

    Y ahí iba de vuelta, como un perro entrenado.

    La idea me atravesó la mente con la rapidez y contundencia de una bala y estuve a medio pelo de regresar sobre mis pasos, pero no era más que una respuesta impulsiva, casi instintiva, que me nacía con todo Dios. Lo dejé correr y atravesé el pasillo, a la pasada advertí el cabello de Anna y de pura casualidad deslicé la mirada hacia la línea de segundo. ¿No estaba ahí la pseudo viuda en desgracia?

    A ver si la niña servía de algo.

    Seguí a lo mío, descartando esas mierdas de un manotazo pues había asuntos más... inmediatos que demandaban de mi atención. Solté otra risa floja al advertir que nos dirigíamos al ascensor y me colé dentro sin dudarlo ni un maldito segundo. Las puertas se cerraron a mi espalda, la intensa luz de la mañana desapareció y Riamu me jaló de la camisa, forzando aún más sombras en el espacio. Estampé una palma en la superficie espejada a su lado, estaba fría y la escuché porque era un auténtico caballero, de impecable etiqueta. Nada más.

    ¿Que pagara por la información?

    Bueno, eso podía hacerlo~

    Me incliné hacia su rostro, con la precisión y sigilo de un puto lobo, y le eché encima una jodida sonrisa blanquecina justo antes de estampar mi boca contra la suya. No tuvo ni una pizca de sutileza, anclé la mano libre debajo de su oreja y enredé los dedos en su melena corta, presionándola contra la pared. Una, dos, tres veces, hasta ladear la cabeza y buscar su lengua a tientas.

    A ver, que iba a agradecer tener que recorrer tres pisos y todo.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Riamu 3.png

    Igual que yo decidí seguirle la broma respondiéndole a su pregunta, noté que ella había hecho lo mismo por la expresión de su rostro, aunque no tardó en cambiarla por completo cuando yo misma decidí cortar el teatro y lanzarme a sus brazos. Me correspondió al instante, dejando salir una risa cristalina de lo más bonita, y yo prácticamente seguí sus pasos al soltar una carcajada cuando comenzó a zarandearme.

    Un poco de gracia me hizo darme cuenta que habíamos acabado creciendo con las mismas tendencias, que solo había que ver el tono de tonteo que adoptó de repente en lo que me alcanzaba las puntas del cabello, pero tampoco era nada extraño porque justamente era por eso que habíamos encajado tanto de pequeñas, porque teníamos el mismo tipo de energía.

    —Muy linda sorpresa, sí que sí~ —le respondí, suavizando mis expresiones y bajando el tono de voz al responderle.

    Luego volvió a apretujarme un poco más y ya me dejó libre para poder hacer el cambio de zapatos, momento en el que cerré mi taquilla y pude prestarle toda la atención que hiciese falta. Ya se me había plantado la sonrisa tonta en los labios desde hacía un buen rato, pero escucharla hablar de repente en inglés solo hizo que se me ensanchase un poquito más, por el simple hecho de imaginar que era así por la emoción, y asentí un par de veces, emocionada, a sus palabras.

    >>Qué va, estuve estudiando en casa los dos años de secundaria, pero ya me aburrí y les pedí a mis padres que me apuntasen aquí. Entré un poco después de que empezase el curso —le conté, todo mientras me dejaba arrastrar hasta el ascensor—. ¿Pero y tú? ¿Desde cuando estás aquí?

    El ascensor no tardó nada en llegar a la planta baja y nosotras tampoco tardamos nada en adentrarnos, momento en el que Abby mencionó lo de mi pelo y me subí la mano hacia el mismo con un gesto algo tímido. Era muy lanzada, eso había quedado claro, pero de repente me daba un poco de vergüenza admitirle o, peor aún, que se diese cuenta que me había tenido de los mismos tonos que ella por pura influencia.

    >>Gracias~ ¡He estado bien! Este sitio es muy divertido, todas las semanas pasa algo entretenido, y no sabes lo feliz que me hace tener cosas para rellenar mi tiempo libre.

    Me separé de su brazo con un movimiento fluido, deslizando mis manos por el mismo hasta poder alcanzar la suya, y comencé a moverla de lado a lado a un ritmo constante, sin perder la sonrisa deslumbrante en ningún momento.

    >>¿Tú cómo has estado? ¿Mucho trabajo o qué?
     
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  13.  
    Gigi Blanche

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    La derrota que transmitió su gesto me dio un poquito de gracia, por la forma en que dejó caer su cabeza en mi hombro y demás. Pensé que igual sí podría haber sido más complaciente, darle la razón, una palmadita en la espalda y seguir, pero no era el rey de la empatía y esas sutilezas de las relaciones sociales, honestamente, se me pasaban. Tampoco les daba importancia. Su comentario me hizo soltar una risa por la nariz y me encogí de hombros.

    Prácticamente había nacido desencantado con la vida, para empezar.

    —No lo sé, Ri-chan, no conozco tu desempeño académico. Quizá me sorprendías y todo~

    Básicamente estaba diciéndole que no, no tenía cara de querer ir a la universidad, pero otra vez: me la sudaban las sutilezas. Tampoco significaba eso que la veía como una muchacha estúpida, pero ¿con entusiasmo por el estudio y el mundo académico? Vamos.

    Igual ¿quiénes éramos hoy día sin un maldito título universitario?

    Noté que enderezó nuestro camino hacia el ascensor y no me quejé, ni que disfrutara de subir tres pisos por puro deporte. Aguardamos tranquilos, sentí sus dedos en mi blazer y, como siempre, la dejé ser. Alcé apenas las cejas al oír mi nombre en su boca con aquel aire ¿tímido? y para cuando bajé la vista hacia ella, ya se había echado encima el tono cantarín usual. Sonreí, el ascensor tintineó y las puertas se abrieron. Me metí dentro.

    —Claro —accedí sin complicaciones, sintiendo que el aparato comenzaba a elevarse, y volví a deslizar la mirada a ella—. Tú propones y yo dispongo.


    Hombre, no tenía idea qué podría querer de mí, pero dudaba que fuera nada muy complejo.
     
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  14.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    La respuesta de Kou a mi comentario no me sorprendió demasiado, mucho menos a aquellas alturas de nuestra relación, y por ello mismo tampoco me molestó de alguna manera. Si acaso solté una risa nasal con cierto aire incrédulo, negando ligeramente con la cabeza mientras terminaba de colocarme los zapatos, y me erguí no mucho después, girándome para mirarlo con una nueva sonrisa animada.

    —Uhm... —murmuré, comprobando la hora en el móvil, y me encogí de hombros mientras lo guardaba de nuevo—. Conociendo a Thi, seguramente ya esté arriba, así que podemos subir —sentencié finalmente, sin perder la sonrisa.

    Ladeé ligeramente la cabeza cuando lo escuché hablar de nuevo, alzando un poco las cejas con curiosidad, y no fue hasta que dejó caer la pregunta final que entendí las intenciones de aquella aclaración, logrando hacer que entornase levemente los párpados. Asentí con la cabeza, dejando salir un 'mhm' afirmativo de nada, y me enganché a su brazo mientras avanzábamos hacia el pasillo.

    Me mantuve bastante tranquilita mientras estuvimos ahí, en el pasillo, esperando a que el ascensor llegase, pero una vez nos introdujimos en el mismo y las puertas se cerraron a nuestro paso, olvidé por completo el intento de mantener las apariencias. Estábamos solos, al fin y al cabo, ¿y acaso no me había invitado aquí justamente para eso? ¿Escapar de las miradas ajenas?

    Sin olvidar que teníamos una cuenta pendiente desde ayer, claro~
     
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Mi objetivo se cumplió con creces, conseguí sorprenderla y la tontería, por nimia e insustancial que pareciera, genuinamente me divirtió. A veces su comportamiento se asemejaba al de una niña pequeña, con las gracias y los altibajos que acarreaba. Su alegría fue cristalina, supuse que se enredó a mi brazo gracias a ello y, otra vez, ¿y qué si pecaba de insustancial? No todo en la vida debía obedecer a grandes causas, incluso si viniendo de mí sonaba hilarante. Quizá lo estuviera aprendiendo ahora.

    Y quizá Riamu tuviera que ver con eso.

    Mi cambio de ruta tan brusco la sorprendió de vuelta, pero esta vez se amoldó a una velocidad ridícula y, al encontrar sus ojos dentro del ascensor, noté que ya llevaba la sonrisita sedosa pegada al rostro. Las puertas se cerraron y sentí en el estómago que el descenso del cubículo había iniciado. Avancé hacia ella, lo hice hasta detenerme apenas a centímetros y repasé el aire inocente de su semblante. Aún llevaba las manos en los bolsillos.

    —¿Ahora a ti te falla la memoria? —murmuré cerca de su mejilla, mi aliento rebotó allí, cerca de su oreja, del cuello y de regreso a sus labios, los cuales rocé casi a cámara lenta—. No me digas que olvidaste eso, es casi ofensivo.

    Aquella última tontería estiró una sonrisa en mi rostro, el contacto tan sutil había logrado cosquillearme en la nuca y realmente me contuve de besarla. Lo hice pues sólo eran dos pisos hasta la planta baja y, en cuanto me relamí, la campanita sonó. Retrocedí, exhalando por la nariz, y busqué sus ojos antes de girarme y salir del ascensor.

    —¿Tienes algún postre en mente? —inquirí como si nada.


    debería haberlo posteado en el pasillo, creo, pero ya estaba acá y me dio paja moverme JAJAJA
     
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  16.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Jez 2.png

    No me parecía que Adara estuviese viviendo su momento más brillante, entre la migraña de ayer y haber perdido el collar hoy, pero tampoco había mucho que nosotros pudiésemos hacer más acompañarla suponía. La oferta de Altan salía un poco de la nada, pero en general nunca había sido ávaro ni nada, supuse que fue lo mejor que se le ocurrió viendo que lidiar con la muchacha era complicado.

    La chica respondió a la pregunta que le hizo mientras me alcanzaba para caminar a mi lado, ya cuando íbamos llegando al ascensor, así que pulse el botón y todos entramos cuando llegó. Altan se había quedado callado hasta entonces, supuse que pensando posibilidades, y habló cuando se le ocurrió algo.

    —Deberían tener castella —resolvió con calma, mirando los números rojos del ascensor que pronto nos llevó a la planta baja—. Hasta de otros sabores que no sea el sencillo de toda la vida.

    —¿Dices el pancito ese tan suave que a veces compra tu madre? ¿El que le gusta con jarabe de arándanos? —pregunté luego de hacer memoria—. Creo que sí. Es bastante rico, quizás ya lo has probado, Adara.


    me tomé la libertad de postear aquí directo porque no quería hacer otro doble post (? perdón por arrastrarlos tan sin escalas jsjs
     
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  17.  
    quem

    quem Orientador ejemplar Orientador

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    Había dicho esas cuatros palabras de por si, por que no tenia ganas de elegir nada y si lo que me daban era algo muy dulce pues mucho mejor para mi. Había llegado junto a Jez cuando ya llegábamos al ascensor, note que pulso el botón y cuando entramos me deslice hacia un lado alegándome un poco, en eso cerré los ojos y cuando escuche la voz de Altan pues solo incline levemente la cabeza antes de abrir los ojos para buscar los suyos.

    Alce una ceja cuando menciono castella, si sabia lo que era, prácticamente me la pasaba comiendo casi todos los días, mi nana me lo traía cuando salia a comprar era como si eso fuera algo que suplantaba las galletas de mi abuela. Como fuese ellos empezaron hablar entre ellos, solo escuche en silencio en eso mis ojos se fueron a Jez cuando escuche mi nombre.

    —Si casi todos los días —mire los números rojos por unos segundos, para después intercalar mirada entre ellos—. Así que no hay problema.

    Tranqui uwu, todo correcto sin problema <3
     
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    Insane

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    Le sonreí con suavidad al escucharle la risa, era como si el ambiente hubiese cambiado en automático, tenía una energía muy liviana él por lo que me permití relajarme un poco. Me dió su nombre por lo que ya podría llamarlo adecuadamente y luego, me comentó que se cambiaría en el pasillo de tercero.

    Asentí entonces.

    —Sí, voy a la 3-3, ¿tú en cuál estás? —di un par de pasos esperando que el hiciera lo mismo, sin embargo nos guié como tal al ascensor en vez de las escaleras, presioné el botón y en cuanto abrió las puerta ingresé, girando sobre mis talones para quedar frente a él—. ¿la música de los ascensores es siempre la misma?

    Murmuré al comenzar a sonar la melodía que también sonaba en el ascensor donde vivía.
     
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  19.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Asentí al como prefería llamarme, me rasqué la nuca risueño ante su comentario del idioma, que bueno, lo hablaba porque debía hacerlo, aunque aún seguía en clases particulares con Gen, se me seguía tornando difícil lo de los Kanjis, era más sencillo pronunciarlo y hablarlo, que escribirlo y leerlo. Algo que me había hecho pensar sobre el proyecto, aunque siendo una entrevista y toda la cosa suponía que podía surgir algo decente.

    Nos pusimos a caminar en dirección al ascensor, presioné el botón y esperamos a lo mucho dos minutos en lo que se abrían las puertas.

    —Nunca he visitado Kioto, ¿qué tal es? —pregunté en lo que esperaba que ella ingresara primero en el ascensor, para luego hacerlo yo, las puerta se cerraron y la música de fondo se escuchó con claridad al dejar atrás el bullicio de los estudiantes en los casilleros—. ¿Esta misma semana? Suena apresurado —comenté con una sonrisa afable, recosté la espalda un poco y eché la vista en los números que indicaban el subir de los pisos.

    Sentí sus pupilas de perfil y giré suavemente sobre mis talones para poder mirarla al hablar.

    —Es de Serbia, un rincón del mundo —me lo pensé un poco, ubicando la geografía de mi país—. Creo que en Europa Suroriental, entre Macedonía del norte y Hungría —estiré la sonrisa—. Pero en realidad llevo más tiempo viviendo en Canadá con mi hermano, allá conocimos a mi mejor amiga y hace poco como la trasladaron a ella, decidimos venir también.
     
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  20.  
    Bruno TDF

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    Mientras entraba al ascensor, entendiendo que me cedía el paso para hacerlo, su nueva pregunta hizo que me alcanzaran imágenes de Kioto. Se sintieron muy frescas y recientes. Las percibí con tanta fuerza, que aún no asimilaba la realidad de que, de ahora en adelante, no serían más que recuerdos de una vida pasada. Todavía tenía muy presente sus calles, los edificios y su clima; estaban impresos en mí, como si jamás me hubiera ido…

    Pero lo había hecho... Me vi arrastrada por los negocios de la familia y ahora me encontraba a cuatrocientos cincuenta kilómetros de distancia.

    —Kioto no está mal, supongo —dije las primeras palabras que alcanzaron mi mente, ya dentro del ascensor—. Tiene lo bueno y lo complicado de toda ciudad grande; pero también se respira cierto aire ancestral —añadí—. Está llena de templos, creo que hay dos mil o así, además de palacios y jardines antiguos. También se celebran cuatro festivales anuales, que se han mantenido por mil años… Es un buen lugar para quienes les gusta la Historia o para dar una vuelta. Lo que es seguro, es que uno no se aburre en Kioto —completé con cierta simpleza.

    No hice mención a lo apresurado de la mudanza, porque estábamos de acuerdo en que fue eso: un acto repentino. En su lugar, escuché con interés que el nombre de Kasun era serbio, país que ubicaba en el mapa aunque nunca lo había visitado. Él, sin embargo, vino desde Canadá y al oír que su decisión fue trasladarse con un hermano y una amiga… Bueno, no pude evitar mirarlo con algo de detenimiento, con una mezcla de curiosidad e intriga…

    ¿Era grosero este pensamiento que me asaltó de pronto? ¿El de ver a Kasun como alguien privilegiado, por tener el poder de elegir un lugar en el que estar? En todo caso, me pareció un detalle tierno que hubiesen querido venir por una amiga, pero este pensamiento tampoco lo solté por la misma razón, por creerlo inadecuado.

    —¿Tu amiga y tu hermano también vienen a esta academia? ¿Han llevado bien el cambio de país y cultura? —pregunté con interés, tratando de no sonar excesivamente interesada. Sin embargo, no pude reprimir una sonrisa, que fue algo más cálida— Si necesitan ayuda con el idioma, yo podría darles algo de apoyo, supongo.
     
    Última edición: 29 Enero 2024
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