Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]

Tema en 'Fanfics abandonados sobre Libros' iniciado por TheVictimSoul, 13 Abril 2012.

  1.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    7164
    ¡He vuelto!. Aquí les dejo este fic que acabo de empezar y espero os guste tanto como el dramione que escribí hace tiempo. Por favor, comentad :), me encanta saber que piensan de mis historias. Aquí les dejo mi correo, por si los usuarios que lean esto y no estén registrados quieren decirme algo (acepto tomatazos, sugerencias, felicitaciones o lo que quieran).
    Correo: creisijelli@hotmail.com
    Este capítulo es muy largo, pero me emocioné :).

    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scorpius Malfoy]
    NOTA: Este fanfic está basado en los libros de Harry Potter, así que aparecen datos que en las películas no se toman en cuenta.
    - “Así que ese es el pequeño Scorpius- Murmuró Ron- Asegúrate de superarlo en todos los exámenes, Rosie, suerte que has heredado la inteligencia de tu madre.
    - Haz el favor Ron- Protestó Hermione, entre severa y divertida- ¡No intentes enemistarlos antes de que haya empezado el curso!
    - Tienes razón; perdóname- Se disculpó Ron, aunque no pudo evitar añadir- :Pero no te hagas demasiado amiga suya, Rosie. El abuelo Weasley jamás te perdonaría si te casaras con un sangre limpia. “

    _Harry Potter y las reliquias de la muerte- epílogo.

    **********************************************************************************************

    Cap 1: Joven insolente.

    Aquella mañana había amanecido temprano. La lluvia de la noche anterior había dejado, como última despedida, gotas brillantes descansando por las aceras y coches de todo Londres. Los niños se divertían poniendo las manos sobre aquellas perlas líquidas mientras sus madres trataban de mantenerlos abrigados. Hay quien dice, que la lluvia es un clima depresivo, que es perfecto para sentarse frente al fuego a pensar que podría haber sido. Por eso, Londres es quizás la ciudad ideal para aquellos poetas adoloridos, que arrancan retazos de su desamor inexistente, y lo plasman en el papel, esperando así, un par de monedas a cambio, o quizás, la promesa de ser recordados después de su muerte. Toda aquella presión, no se sentía aquella mañana en cierta plataforma. La plataforma 9 ¾ ; los alumnos intercambiaban saludos afectuosos, después de un verano sin verse o se despedían de sus familias haciéndoles jurar que les escribirían de cualquier forma. Llantos, gritos, risas, mil sonidos se juntaban bajo el vapor de tono lechoso que despedía la vieja locomotora de Hogwarts. Ya casi era hora de irse. Mil manos de mil infantes se asomaban por las ventanas del expreso mientras los familiares de los futuros magos y brujas lanzaban besos al aire. Las lechuzas ululaban indignadas mientras se las metía junto con el equipaje y los pocos retrasados corrían arrastrando sus baúles para llegar a tiempo. Siempre había sido así. La locomotora roja comenzó a moverse con un silbido y los movimientos de manos aumentaron. Casi todos los vagones se habían llenado ya, incluso aquellos que habían optado por comprar golosinas para el viaje regresaban con su botín entre las manos. Había que darse prisa o tendrían que conformarse con sentarse junto a algún extraño. Por su parte, la familia Potter y Weasley tenían ya bien reservado su compartimento. Llevaban años sentándose igual.

    Lily Potter y Hugo Weasley, inseparables desde su primer año en Hogwarts, compartían un paquete de grajeas en una de las esquinas de su compartimento. Ambos eran pelirrojos aunque los ojos de la chica eran grandes y marrones. Si no mirabas con atención, parecían mellizos. Ambos de la misma edad, con aquellas pecas sobre la nariz y la sonrisa socarrona. A Lily, Hugo le recordaba mucho a su tío Ron, y por parte de Hugo, cuando miraba a Lily no evitaba ver a su tía Ginny.

    Un poco más alejado, estaba James Potter, luciendo su insignia de prefecto y esperando a que pasaran unos minutos para abandonar aquel compartimento e ir a sentarse con sus amigos de Gryffindor. Su cabello, negro y despeinado, no pegaba mucho con su cargo de prefecto. Sus ojos eran marrones y tenían un brillo travieso que delataba su afición por las travesuras. Poseía una habilidad para meterse en problemas solamente igualada por la de su padre. James cruzaba ya su último año en Hogwarts y aspiraba a convertirse en auror e importante mago. Ni sus padres sabían cómo, con las constantes llamadas de atención que su hijo recibía en la escuela, el hijo mayor de los Potter tenía una matrícula de honor.

    Finalmente, pegados a la ventana, uno frente a otro, se hallaba Rose Weasley (la hija mayor de esta familia) y Albus Severus Potter. Este último, era idéntico a su padre, además que era el único que había heredado los ojos verdes. Rose, era una chica (y había que admitirlo), bastante guapa. La forma de su rostro era idéntica a la de su madre, además de que presentaba la nariz respingona característica de los Granger. No podía alardear de ser muy alta, aunque estaba de la misma estatura que casi todas sus compañeras en Hogwarts. Su cabello rizado (o más bien, ondulado)le caía sobre los hombros, y el color rojo de este resaltaba sus ojos esmeralda. Quizás su pelo no era carmín encendido como el de su padre o su hermano, pero lo parecía junto a su tez pálida donde se asomaban algunas pecas. Ambos jóvenes hablaban emocionados sobre comenzar su sexto año en Hogwarts y repasaban los hechizos que habían visto en su nuevo libro de encantamientos. Al contrario que sus hermanos menores, Rose y Albus no eran inseparables, aunque no se llevaban mal. Rose había heredado la afición de su madre a los libros, y la actitud de Albus a veces la desesperaba, pero, tenía que admitir que era con él con quien pasaba la mayor parte del tiempo.

    Si se miraba por la ventana del tren, ya se podía comenzar a ver los paisajes verdes que los acompañarían por la mayor parte del viaje, y cuando se hizo un silencio en el compartimento, ya que los niños observaban los montes, James aprovechó para hablar.

    - Voy con mis amigos al siguiente compartimento, me decís si quieren algo- Se despidió el chico incorporándose y abriendo la puerta.

    - Si- Respondieron los Gryffindors a coro.

    - Perfecto- Y con eso, el hijo mayor de los Potter desapareció.

    Lily y Hugo no tardaron en volver a su conversación mientras buscaban dinero para más grajeas. En eso, Severus Potter se acordó de un rumor que había escuchado a unos profesores.

    - No te lo vas a creer Rose- Empezó el chico de ojos verdes.

    - ¿Vas a usar lentes?- Tentó la joven Weasley

    - No…¡No!- Rió Albus- Es sobre nuestras clases.

    - Habla entonces

    - Dicen, que ya no vamos a tomar clases con Ravenclaw

    - ¿Cómo que no?, ¡Siempre ha sido así!.

    Desde que McGonagall era la directora del colegio, había decidido que los horarios de todas las clases, serían compartidos, es decir, Gryffindor y Ravenclaw, compartirían horarios, Huflepuff y Slytherin igual.

    - No, escuché a algunos profesores hablando, y, al parecer, McGonagall va a ponernos todas las clases con Slytherin. – El chico abrió muchos los ojos esperando la reacción de Rose.

    - ¡No!- Dejó escapar la chica pelirroja.

    En realidad, Rose nunca había conocido a algún Slytherin personalmente, había escuchado de ellos y de lo crueles y orgullosos que eran. Incluso, a veces la habían empujado por los corredores, pero jamás se habían burlado de ella, (Al contrario que su hermano y sus primos, quienes eran constantemente atacados). Si era verdad lo que Albus decía, podía que su suerte se acabara.

    - ¿De qué hablan?- Intervino Lily de pronto.

    - A los Gryffindor nos toca tomar clases este año con Slytherin- Respondió Severus rápidamente.

    Tanto la niña de ojos castaños como su primo pelirrojo abrieron mucho los ojos aterrorizados.

    - ¿Cuándo lo has escuchado?- Cuestionó Rose al hijo de Harry.

    - Al entrar al tren, era el profesor Neville hablando con la profesora…esa, la de los rizos y la bola de cristal.

    - No… seguro escuchaste mal- Tentó Hugo quien se había puesto blanco hasta las pecas.

    - Estoy casi seguro de que no.



    Los carruajes se detuvieron frente a la gran verja metálica que daba inicio a los terrenos de Hogwarts. Como cada año, los alumnos de segundo fueron los primeros en bajar apresurados y mirando a su alrededor con interés (ya que el primer año, los estudiantes nuevos llegaban a Hogwarts en barcas). Rose esperó a que el grupo de entusiastas pasara para poder ella bajar del carruaje sin peligro a ser empujada o pisada. Su hermano estaba un poco más adelante charlando con Lily y tanto Hugo como James se habían perdido de vista. Tan solo quedaba un grupo de rezagados que charlaban entre sí y que no mostraban prisa alguna por llegar a la ceremonia de selección de casas. La joven pelirroja sintió como algo se removía en el fondo del bolsillo de su capa. Se detuvo durante unos segundos, para sacar de su túnica una bola de pelos blanca que respiraba rápidamente. En cuanto la Gryffindor la dejó descansar en su mano, la bola de pelos se desenrolló para mirarla fijamente con sus ojitos negros. La rata de Rose, emitió un sonidito agudo.

    - Lo sé, estás aburrida- Le dijo la bruja a su mascota- Normal, llevas dormida desde que salimos de casa.

    Aquella rata, que llevaba por nombre Honeymoon, había sido su regalo de cumpleaños unos meses antes de entrar a su primer año en Hogwarts. Había sido difícil mantenerla en buenas condiciones ya que el viejo gato de la familia, Crookshanks, le había tomado gusto a cazarla para luego liberarla y volver a perseguirla. Al ser una rata mágica, el animal todavía estaba joven y su suave pelaje blanco seguía igual de brillante que siempre. A Rose le hacía mucha gracia la mancha negra que cubría, casi por completo, la pata izquierda delantera de Honeymoon. Era la única parte de su pelo que no era color nieve. Además, la rata era extremadamente talentosa encontrando pasadizos secretos, y, más de una vez, James se la había pedido para que fuera su aliada en travesuras. Cada año en el colegio de magia, el animal la acompañaba a todas partes en alguno de sus bolsillos, era muy tranquila, y tenerla siempre consigo era casi la única forma de mantener a peeves lejos de la rata, pues el poltergeist disfrutaba espantando a la criatura para que se escondiera y luego burlarse de Rose quien trataba de encontrarla.

    Como todos los años, el viaje en el expreso de Hogwarts tomaba algunas horas, y cuando por fin llegaban al colegio, la noche ya se había hecho presente cubriendo, con su manto oscuro y estrellado, la bóveda celeste sobre la escuela de magia y hechicería. La joven de ojos zafiro volvió a meter al roedor en el bolsillo de su falda, y sacó la varita de su túnica nueva. Su madre le había contado, que cuando ella estudiaba, su padre usaba siempre la ropa y los útiles heredados de sus hermanos. Rose sabía, que ella no venía de una familia adinerada, pero jamás se había visto forzada a usar nada viejo, ni ella ni su hermano. Sus padres eran reconocidos en su trabajo, y tenían bastante dinero, así que la economía de la familia había subido notablemente. Hugo (quién ya era la segunda vez que rompía su varita) siempre había podido permitirse una nueva.

    Tratando de hacer memoria, la chica cerró los ojos y se concentró. Con un movimiento de varita, se dispuso a evitar una caída causada por algo que no pudiera ver.

    - Lumos máxima

    Rose sonrió satisfecha con el resultado del hechizo. Ahora, de la punta de su varita salía un resplandor que iluminaba, sin problema alguno, unos ocho o nueve metros delante de ella. Muchos alumnos, quienes habían estado avanzando con un lumos tenue y casi inservible, la miraron con un poco de rencor, pero guardaron sus varitas aprovechando el resplandor que iluminaba su camino, si no se alejaban mucho de la pelirroja. La joven bruja sonrió, ser la primera de la clase claro que tenía sus ventajas.

    Ahora, con la vista renovada, la chica prosiguió su camino a pie, hasta que distinguió, a unos metros de ella, una figura enorme y envuelta en un abrigo de piel de topo. La Gryffindor aceleró el paso mientras observaba como el semi gigante, quien ya la había visto, abría los brazos hacia ella.

    - ¿Cómo está mi brillante Rose?- Saludó Hagrid, atrapándola en su fuerte abrazo y alzándola en el aire mientras la chica procuraba no tirar la varita.

    - ¡Qué gusto verte Hagrid!- Dijo la chica con dificultad sintiendo como el robusto profesor la bajaba de nuevo a tierra.

    Hagrid, era un querido amigo de la familia que siempre había estado presente en la infancia de la Gryffindor. El semi gigante, era el encargado de los terrenos de Hogwarts, y además era su profesor de “cuidado de criaturas mágicas”. Era un hombre gigantesco y la persona con el mejor corazón que Rose había conocido nunca. Siempre se vestía con túnicas extravagantes y tenía un cabello y barba largo y abundante de un color blanco como la nieve (eso probablemente era porque Hagrid ya no era, lo que se dice joven).La bruja calmó con unas palmaditas a su bolsillo tembloroso, donde seguramente Honeymoon acababa de ser despertada.

    - ¿Y qué tal?, ¿ya sabes con que criatura nos vas a deleitar mañana en nuestra primera clase?- Preguntó la joven Weasley reemprendiendo el camino hacia Hogwarts ahora en compañía de Hagrid.

    Hagrid se mostró alagado ante la curiosidad de la pelirroja sobre su clase.

    - Vamos a ver a los Crups, criaturas hermosas y fascinantes si me lo permites.
    Rose sonrió pensando en los extraños gustos de su profesor. El guardián de Hogwarts era conocido por sus criaturas “hermosas y fascinantes”, que casi siempre terminaban siendo “peligrosas o nauseabundas”.

    El resto del camino, Hagrid estuvo hablando, muy divertido, sobre anécdotas de su primera clase en Hogwarts. Rose ya las había escuchado millones de veces, pero dejó al semi gigante hablar hasta que se hartó.

    - …Yo pensaba que sería buena idea poner “el monstruoso libro de los monstros” – Contaba el enorme profesor, sosteniéndose la barriga- Pero, ¡nadie supo como abrirlo!, pobrecillo, solo había que acariciarlo… ¿Ya te conté de la vez (fue en esa misma clase) cuándo tu tío montó a un hipogrifo?

    - Llegan tarde- Una voz profunda interrumpió el relato de Hagrid- El banquete comenzó hace no menos de 15 minutos.

    El que se encontraba frente a ellos era nada más y nada menos que el profesor fantasma que impartía “historia de la magia”. No era conocido por ser divertido (ni mucho menos) y los últimos años se había tomado muy seriamente la puntualidad de sus alumnos.

    - Profesor- Se excusó Hagrid- Ayudaba a la señorita Weasley a llegar al castillo…

    El fantasma los miró severamente con sus etéreos ojos y luego se alejó flotando.

    - Gracias… profesor- Dijo el espectro al semi gigante con un deje de sarcasmo en la voz sepulcral.- Señorita Weasley, sígame.

    Rose se despidió de su amigo con un movimiento de mano y siguió a su transparente guía hasta la entrada de el gran comedor, donde, sin decir nada, el profesor atravesó una pared y desapareció.


    La chica no tuvo problemas en encontrar a su familia entre la abarrotada mesa de Gryffindor (quizás las melenas pelirrojas resaltaban más de lo normal). Todo el mundo ya había comenzado a servirse del suculento banquete y cuando Rose llegó junto a sus compañeros Hugo tenía enfrente una pila de comida que devoraba con ansias. La bruja vio como Lily hacía una mueca, asqueada por la forma de comer de su primo, pero se calló y continuó hablando con una niña menuda que era tan rubia que casi parecía transparente.

    - ¿De qué me perdí?- Preguntó la joven Weasley haciéndose un sitio junto a Albus.

    - ¿Dónde estabas?- Cuestionó James sin hacer caso a la pregunta de la pelirroja.

    - Con Hagrid, me lo encontré en el camino, ¿Qué tal el discurso anual de McGonagall?

    - ¡Confirmó mis sospechas!- Severus abrió mucho los ojos verdes y miró a Rose fijamente- ¡Este año nos toca con Slytherin!.

    La joven Gryffindor no pudo evitar notar un escalofrío grupal que recorrió a todos los que habían escuchado.

    - No hay que pensar en eso….- Trató de olvidar Hugo- Las audiciones para el equipo de Quiddich están ya aquí, estoy seguro de que puedo entrar.

    Hugo quería ser defensa de Gryffindor desde que había entrado a segundo, el problema era que el equipo estaba lleno de grandullones de últimos años y a el Weasley le daba miedo incluso tratar.

    “Jamás me elegirían, ellos son expertos, practicaré este año”, se excusaba el pelirrojo.

    - Tú también deberías tratar Severus- Tentó Hugo a su primo- Ambos lo llevamos en la sangre.

    Albus levantó la cabeza de su plato y negó rápidamente. Aunque se parecieran físicamente, el chico no tenía esa destreza para el quiddich que tenía su padre. De hecho, le costaba no marearse en una escoba. Por el contrario, James era un cazador nato, el año anterior había perdido la copa solo porque se había fracturado y lo habían remplazado. Pero este año estaba seguro de que la ganaría y se la arrebataría a Slytherin con gran ventaja.

    “No dejaré que esas serpientes se lleven la copa de nuevo, esta temporada, van a quedar atrás por 200 puntos a lo menos”, había dicho James hacía unas semanas cuando estaban hablando de los logros de Harry en su época de estudiante y su padre le había preguntado que tal estaba el quiddich en la escuela.

    Rose sabía, que la casa del león y la casa verde estaban en constante disputa en lo que se refería al quiddich (y de hecho en todo). Desde que Rose estaba en el colegio, Slytherin ganaba la copa, al año siguiente Gyffindor se la arrebataba, y entonces en la siguiente temporada Slytherin la recuperaba. Eso le hizo pensar que, ahora que las dos casas compartirían clases, le esperaban horas de estudios cargadas de tensión y comentarios insultantes o sarcásticos de parte de las serpientes a los leones y viceversa.

    La conversación giró hacia las excursiones a Hogsmade y a los gnomos que se escondían bajo los jardines del colegio (la gente sospechaba que Hagrid los alimentaba). Poco a poco, la sala se fue vaciando y el sonido de las voces se convirtió en un leve murmullo. Finalmente, la joven Weasley decidió irse a dormir también, excusándose diciendo: “mañana comienzan las clases, y tengo un montón de materias”. Cuando llegó a su habitación, sus pertenencias estaban, como siempre, al lado de la cama que sería suya por el resto del año. Sus compañeras no habían llegado y la bruja decidió que era mejor así. Antes de meterse a la cama, examinó los nombres en los baúles que descansaban en las otras dos camas. El que parecía mejor cuidado, estaba a su lado, en una placa dorada, un nombre brillaba iluminado por la tenue vela en la mesa de Rose. “Johanna Limonpice”. La pelirroja reconoció el nombre de la ex capitana del equipo de quiddich. Johanna era una joven alta de rasgos finos y cabello castaño que siempre estaba sonriendo, pero había rumores de que, en realidad, su carácter era de lo peor. El otro baúl, de un verde un tanto enfermizo, tenía una enorme inscripción que rezaba el nombre de su propietaria: “Kathie Thomas Chang”. Rose conocía a Cho Chang, su madre, al parecer sus padres y ella habían coincidido en Hogwarts y si a veces se cruzaban en algún lugar, la señora Chang los saludaba con una cabezada. Kathie Chang era una de las chicas más populares de Gryffindor, por parte de su madre tenía rasgos orientales, aunque no muy notorios y una piel blanca y tersa. A las chicas les gustaba llamarla “Kathie la Geisha”. No eran las compañeras que ella esperaba, de hecho, le hubiera gustado compartir cuarto con Lily, pero había tenido mejor suerte que otros años. Honeymoon se acomodó detrás de la almohada de su dueña, bien escondida. La rata estaba acostumbrada a que las compañeras de rose la miraran con asco o desprecio. Por eso, era muy limpia y siempre trataba de no estar a la vista.

    Con un movimiento de varita apagó la vela y cerró los ojos sumiéndose en un profundo sueño.


    Primera clase, Helbología. La pelirroja examinó su nuevo horario con detenimiento. Después, le tocaba cuidado de criaturas mágicas, astronomía, estudios muggles, pociones, defensa contra las artes oscuras, encantamientos, transformaciones, historia de la magia y vuelo. Realmente tenía un día atareado, pero cuando había tratado de elegir materias, solo se pudo desprender de adivinación (que según su madre era una completa pérdida de tiempo). Todos sus días estaban igual de cargados, 3 veces a la semana, cambiaba vuelo y estudios muggles por runas antiguas y otra hora de pociones. La joven hecho un vistazo al horario de su hermano, había casi 3 horas vacías por día.

    - Hugo-Le reprendió su hermana- No has tomado casi ninguna materia.

    - ¡Claro que sí!- Se defendió este- Tengo cuidado de criaturas mágicas, astronomía (y solo porque mamá me obligó), pociones (puaj), defensa contra las artes oscuras, encantamientos, vuelo (a diario) y transformaciones.

    - ¿Ni siquiera historia de la magia?

    - Ya me harté de el profesor fantasma- Hugo comenzó a imitar al viejo espectro quien alargaba mucho las palabras cuando daba clase- Eeentooncees en eel aaaño quee eestoooo ooocuuuurriiiiaaaaa, laaas bruuujaaaas eeempeeezaaarooon suu prooopiiia reeevoooluuuciiioooooooon.

    A su lado, los niños se reían de tan exacta parodia. Lily rodó los ojos justo para ver una nueve de lechuzas que entraban por el salón. Hugo interrumpió su parodia cuando un ave parda y muy grande aterrizaba frente a ellos. El joven mago acarició a su lechuza mientras le quitaba un pergamino de la pata.

    - Es para los dos – Anunció el pelirrojo a su hermana- De parte de mamá.
    Hugo le pasó la carta a su hermana para que la leyera ya que él jamás había logrado entender la diminuta letra de Hermione.

    Hugo, Rose:
    ¿Ya estáis instalados?, su padre y yo vamos a ir al Londres muggle para visitar a sus abuelos, les vamos a mandar saludos de su parte. McGonagall me envió sus horarios, Rose, ya te he dicho que te sobrecargas de trabajo, (en parte es mi culpa, lo heredaste de mi), y Hugo, ¿solo siete materias?. Le envié ya los horarios modificados a la directora. Rosie, te he quitado estudios muggles (creeme, no sirve de mucho), así vas a poder tener una hora de descanso al día. Hugo, te puse Herbología, runas antiguas y historia de la magia (y solo eso porque tu padre dice que exagero). No hay discusión, la lechuza también lleva sus nuevos horarios.
    Besos de papá y mamá.

    Hugo estuvo a punto de desmallarse, mirando con ojos muy abiertos su nuevo horario. Ya, de sus 3 horas diarias de descanso, ahora solo tenía 2 cada día. El lunes le tocaba runas antiguas, el martes cambiaba runas antiguas por Herbología y los demás días esa hora la ocupaba historia de la magia.

    Rose examinó su nuevo horario con detenimiento, ahora, en cada día se podía ver una casilla que decía “descanso”. La chica suspiró, su padre le había contado de cuando su madre tomó tantas clases, que debía usar un giratiempo para asistir a todas. Según Ron, Hemione estuvo a poco de explotar de cansancio y tareas.

    Resignados, los hermanos Weasley se fueron a sus clases, no sin antes garabatear una respuesta y dársela a la lechuza.


    El invernadero del castillo olía a tierra mojada y hojas. Conforme la gente terminaba de desayunar, los alumnos de sexto entraban de dos en dos para su primera clase. Por ahora, los alumnos de Slytherin se mantenían juntos observando con miradas despectivas a sus compañeros. Un par de las serpientes le ponían el pie a los estudiantes distraídos de Gryffindor, además de eso, se podría decir que todavía estaban tranquilos todos. En cuanto dio la hora, por la puerta entró el profesor, y con su entrada, los murmullos disminuyeron. El profesor era alto y “no tan viejo como los otros”. Llevaba un grueso saco manchado de tierra y un sombrero en punta, igualmente sucio. Sin mirar a la clase, cerró la puerta, y se colocó un par de gruesos guantes. En cuanto hubo terminado, se giró en silencio.

    - Bienvenidos a la clase de Herbología- Paseó su mirada por todos sus nuevos “aprendices”- Soy el profesor Longbotton, Neville Longbotton.

    Rose miró como, a su lado, un trío de Slytherins reía por lo bajo. El profesor Neville también era un amigo de la familia, casi todas las navidades las pasaba con ellos. Rose le sonrió cuando este pasó por su lado, y él le respondió la sonrisa antes de continuar hablando. Neville consideraba a Rose, una de sus mejores alumnas.

    - Bueno, no reconozco a casi nadie de años anteriores…espero entonces, que todos sepan desenvolverse bien con las plantas.

    Nadie respondió así que Neville se dirigió a una mesa apartada donde habían múltiples macetas con árboles de treinta centímetros y tronco muy grueso para su tamaño. Los árboles, se movían de un lado a otro como si una suave brisa los empujara. El profesor tomó uno en manos y lo enseñó a la clase.

    - Este, es un sauce boxeador de tan solo unas semanas, es como el que tenemos en el patio- Explicó refiriéndose al enorme sauce boxeador que había en los terrenos de Hogwarts- Esta especie, crece con una rapidez impresionante y llega a vivir cientos de años, además de que sus reflejos están bien desarrollados desde que son un pequeño tallo.

    Para mostrarlo, el profesor Longbotton puso un dedo paja el arbolillo, que rápidamente dirigió todas sus ramas hacia el dedo del hombre, quien lo quitó rápidamente antes de que lo golpeara.

    - Hoy vamos a podar este árbol, se preguntarán cómo, ya que con el mínimo movimiento, el sauce te ataca, pues verán, ¿Quién puede decirm…?

    Antes de que terminara la pregunta, Rose levantó la mano, como impulsada por una flecha.
    - Señorita- Dijo el profesor dándole la palabra a la pelirroja.

    - Todos los sauces boxeadores, poseen un punto sensible en su tronco, si se encuentra y se toca, el sauce queda inmóvil.- Recitó Rose acordándose de su libro de texto.

    - ¡Exelente!, 10 puntos para Gryffindor. – Premió Neville

    Los alumnos de la casa de los leones sonrieron celebrando que los primeros 10 puntos del año habían ido para ellos, mientras que los Slytherin rodaban los ojos hacia Rose.

    - Ahora- Continuó Longbotton- Cada quien va a tomar una maceta con un sauce boxeador, va a encontrar su punto sensible en el tronco, y va a podarlo. Las instrucciones están en la página 20 de sus libros de texto.

    Todos los alumnos se amontonaron para tomar una maceta y unas pinzas. Cuando todos estuvieron en su lugar, se pusieron manos a la obra. Rose halló casi de inmediato el punto sensible en su sauce, mientras que sus compañeros, habían recibido ya múltiples golpes de parte de las ramas de su planta.

    A su lado, los tres Slytherin hablaban casi sin parar entre risas y ninguno de ellos parecía interesado en cumplir la tarea que les habían dado. Rose los miró de reojo. El que estaba más próximo a ella, era un muchacho menudo, de cabello negro alborotado y ojos azabache. Tenía dos brazos cortos y fuertes, y se reía como idiota. Más lejos, un joven castaño de ojos miel celebraba las risas de sus compañeros. Era alto y desgarbado, el cabello lo llevaba peinado hacia atrás y sus rasgos eran toscos. Finalmente, estaba el chico que parecía ser el líder de la comitiva. Era un joven alto y delgado (aunque no tanto como su compañero), sus labios (bastante carnosos) se curvaban en una media sonrisa mientras sus ojos, de un color gris, miraban despectivos a un par de Gryffindors quienes eran ayudados por el profesor, ya que su sauce les había aplastado la mano. Este mismo chico, tenía una tez pálida y lisa, su cara presentaba rasgos delicados y afilados, además de que tenía un cabello corto de tono rubio platino. Mechones de fino pelo le caían por la frente, e increíblemente su corte era uno de los más elegantes que la chica jamás había visto. Por sus ropas bien planchadas y con un aspecto más suave que el de los demás, Rose concluyó que el chico rubio provenía de una familia adinerada.

    - Mi padre dice que estudió con Longbotton cuando venía a Hogwarts, era un perdedor, aunque, lo sigue siendo. –El joven de ojos grises se mofaba del maestro mientras que sus amigos lo alentaban con risitas.

    Rose jamás había escuchado a alguien ser tan grosero con un maestro mientras este estaba a tan solo unos metros. Ya que Longbotton estaba tan solo a una maceta de ella y los Slytherion. El profesor Neville se aclaró la voz y preguntó a sus alumnos.

    - Me ha venido una duda, muchos de ustedes no saben ni como podar, ¿Quiénes nunca había tomado herbología?.

    Numerosas manos se alzaron en el aire, y Rose vio como el chico rubio y sus compañeros alzaban la suya bien derecha como para que su maestro se diera cuenta que jamás les había interesado esa asignatura.

    - Si… eso pensé. – Neville se paró en la maceta de Rose y la observó sonriendo.

    - Perfecto como siempre- Felicitó.

    Luego avanzó hacia la de las serpientes a su lado. La chica vio como su profesor abría mucho los ojos.

    - ¡Ninguno de ustedes tres ha ni siquiera empezado!.

    - Es que no nos sale…profesor….- Se excusó el chico castaño.

    - ¿Cómo les va a salir si ni siquiera se han molestado en tratar?.

    - Vamos a comenzar ahora- Dijo el otro Slytherin con brazos de gorila con una voz igual de estúpida que su risa.

    Neville se alejó al otro lado de la clase y Rose vio con desprecio como los tres a su lado se reían del ”ingenuo” maestro de Herbología. Solo que esta vez, el ingenuo maestro los escuchó y se giró en seco.

    - Los tres, un paso al frente- Ordenó Longbotton muy serio.

    Los tres obedecieron desinteresados ante las miradas de todos en la clase.

    - Nombres- Exigió saber el profesor.

    Rose jamás había visto a Neville perder la paciencia. El chico gorila avanzó primero.

    - James Parkinson- Dijo.

    Luego le siguió el castaño desgarbado.

    - Tom Gradien

    Se sobrepuso un silencio en el invernadero, el tercer chico no parecía dispuesto a hablar.

    - Tú pareces ser el cabecilla- Adivinó Neville muy serio- Un paso adelante y tu nombre.
    El chico avanzó con los brazos cruzados y con una media sonrisa dijo:

    - Scorpius Malfoy, “profesor” Longbotton. – Había un notorio timbre de burla en la palabra profesor.

    - Sí, eso me temía. – Suspiró Neville cansado.

    - ¿Cómo que eso se temía? – Preguntó Scorpius con una mueca.

    Rose estuvo a punto de decirle que a los profesores no se les cuestionaba.

    - Digamos que se parece mucho a su padre, señor Malfoy- Concluyó Neville.

    Ese comentario no pareció molestar al Slytherin en absoluto. Entonces Rose lo recordó, ella claro que conocía a ese chico. En su primer año en Hogwarts, cuando habían estado en la estación, sus padres habían hablado de “el pequeño Scorpius” y de su padre (quien era idéntico a él) el cual los había saludado con una cabezada. Luego su padre le había dicho que no se llevara con él y que le superara en todo.

    “El abuelo Weasley jamás te perdonaría que te casaras con un sangre pura. “, había dicho Ron.

    También, Harry y su padre siempre estaban hablando de sus anécdotas de Hogwarts y más de una vez (o de hecho siempre) aparecía el apellido Malfoy en estas: “… Malfoy no logró atrapar la snich, a Malfoy lo atacó el hipogrifo, Malfoy era el favorito del profesor Snape, Malfoy, Malfoy, Malfoy…” Si la memoria no le fallaba a Rose, el padre de el tal Scorpius era Draco Malfoy, claro que sí, gracias a las historias de Harry y Ron, Rose se sabía la historia de Draco y de cómo él, su padre y su tío se molestaban mutuamente. Además, también había escuchado el nombre de Scorpius, porque el chico resultaba ser el cazado de Slytherin que siempre le estaba dando lata a James.
    La clase acabó, Neville pidió que se devolvieran todas las macetas a su lugar y se despidió de Scorpius diciendo:

    - Señor Malfoy, espero una redacción de dos pergaminos sobre los distintos tipos de Sauces y otra sobre por qué no se le falta el respeto a un maestro. Además, esta noche le voy a escribir a su padre. – Le castigó Longbotton.

    El chico rubio ni se molestó en responder, y solo se marchó con un aire de insolencia. No hacía falta ser adivino para saber que el Slytherin no tenía la mínima intención de hacer el trabajo y que no le asustaba que su padre recibiera una lechuza sobre su comportamiento.

    Rose esperó a que todos hubieran salido y entonces le dijo al profesor.

    - Yo pienso, profesor, que debería haberle bajado puntos- Opinó Rose.

    Neville, quien no se había percatado en ella sonrió.

    - Eres igual que tu madre Rose, y no me llames profesor, además, tu sabes que no es mi estilo bajar puntos.

    Eso era verdad, en sus seis años en Hogwarts, nunca había visto a su profesor de Herbología bajarle puntos a nadie.

    - Pero lo tenía bien empleado, jamás había visto a alguien tan insolente. – Se mofó la pelirroja.

    - La familia Malfoy no es del tipo de carácter humilde- Respondió Neville, y le faltó agregar, “lo sé por experiencia”.- Cuídate de él Rosie, si es igual a su padre, no creo que se lleven bien.
    Y con esta advertencia invitó a la bruja de ojos verdes a salir del invernadero y correr a su siguiente clase.

    Gracias por leer, ojalá les guste, díganme que tal. Prometo que el sig ya no será tan largo.
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  2.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Junio 2009
    Mensajes:
    167
    Pluma de
    Escritora
    Hola!!!
    Uff hace un poco de mucho tiempo que no escribías...Y me alegro de que hayas regresado, y de poder comentar (de nuevo)
    Que decir! La verdad es que con los nombres me confundí muchísimo, me revolví, y digamos que esta mente me traiciono, me agrada mucho la idea y me suena a algún tipo de Dramione, lo cual amo y me encanta [:
    En cuanto a la trama, se me hace interesante, más porque se tratará de ellos dos, y Dios realmente sus personalidades le dan un toque muy diferente a todas las demás parejas, ahora si que como dicen: fuego y hielo...Y los papás! Ah deberás con Ron, luego luego a meterle competencia, y Hermione, como siempre, de acuerdo con ella, es una mamá muy responsable, pobre de sus hijos!!!
    Jamás pensé que Neville terminará siendo profesor, pero todo puede pasar en este vida, y más tratándose de aquellos :)
    Espero que pronto se vaya desarrollando la historia ♥___♥ oh amor y desamor!!! Que crueldad!!!
    Bueno, sinmás me despido esperando la conti :)
    Besos & abrazos
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Hola!. Que gusto verte!, si, yo también me hago lío con los nombres (de hecho tengo una hojita que dice: Hugo es hermano de Rose, Lily va con Hugo, bla,bla, bla). Hahaha, si, la verdad ninguno de los datos del fic me lo he inventado, (ni a los personajes), todo sobre como son los personajes (física y mentalmente), que hacen y eso lo he sacado de las páginas de J.K. Rowling que escribe lo que al final ocurrió con sus personajes. En el sitio de esta gran escritora viene con quien se casó quien, y así. De hecho, el dato sobre Neville de profesor es verdadero, J.K.Rowling decidió que sería profesor de Herbología y un solterón xD. Hahahaha, si, me hizo mucha gracia cuando leí a Ron diciéndole eso a Rose, allí surgió mi idea (ya sabes, el típico, y si....) Tengo planeado un capítulo con los padres que me gusta mucho :).
    Muchas gracias por leer, de verdad significa mucho que comentes n.n
    Besoootes
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  4.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Hola. Hehehe lamento que la respuesta (y el nuevo capítulo) se entregaran con tanta demora :). ¡Muchísimas gracias! :D lo se, lo mismo me ocurre a mi!!!! (ejem, ejem, ¿a quien no?). Si, lo continuaré, ¡acabo de terminar la trama!, es decir, lo inicié sin saber muy bien a donde iba (hehehehe xD). Muchisísísííííímas gracias por leer y comentar, ¡me haces tan feliz!. Deberías escribir Dramiones, ¡estoy segura de que sería un éxito! (cof cof yo lo promocionaría cof cof hahahaha). ¿Deleitarte? ¡No tienes idea como, leer ese tipo de halagos a mi pasión, me hace sentirme feliz el resto de la semana!. Espero verte por aquí.
    Un besooote
    TheVictimSoul
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  5.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4723
    ¡Chaan, chaaan, chaaaan!, el nuevo capítulo (Por fin xD). Espero los guste y el siguiente (ya está acabado), así que estará aquí la siguiente semana. Muchas gracias a todos los que leyeron :´), comentaron y me mandaron mensajes por hotmail. Besos inmensos.
    PD: ¿Quién tiene Pottermore?, ¡yo sí!, agregenme :D: FlooSeeker13156

    CAP 2: Quizás el peor día para usted…

    Aquella mañana, todo el mundo se había levantado temprano. La cara de sueño, común en los estudiantes a esas horas de la mañana, estaba remplazada por sonrisas de emoción y ojos nerviosos. Bastantes estudiantes, se habían ataviado con bufandas y capas de su casa mientras hablaban nerviosos entre ellos. Aquel año, se había comunicado que las audiciones para los equipos de quidditch se empezarían antes, ya que se esperaba que los capitanes tuvieran más tiempo para entrenar a sus equipos. Entre el barrullo, una cabellera rojo fuego llamaba la atención, quizás más de lo que debería. Hugo Weasley, jadeando, y con una fina capa de sudor brillando sobre su pálida piel, alzaba las rodillas mientras que abría y cerraba los brazos alternadamente. Acompañando este ejercicio, susurraba para sí:

    - …Primer modelo de la Oakshaft 79, manofacturada en 1879, 1901, creada por Gladys Boothby la escoba Moontrimmer, le sigue la flecha plateada. Appleby Arrows, Inlanda, 1934…no…no… ¡1932!, momento de gloria en el partido…

    Frente a él, Rose, Severus y Lily observaban callados mientras trataban de terminar su desayuno.

    - Hugo… estás haciendo el ridículo- Observó Albus dándose cuenta que la gente los miraba al pasar.

    - No… me van a dar el puesto…me lo van a dar… solo debo estar listo… - Replicó el joven Weasley sin dejar de jadear.

    - En la prueba no te preguntan nada teórico Hugo- Aclaró por décima vez Lily tratando de cubrir su rostro de las miradas burlonas que les lanzaban unos Slytherin desde la otra mesa.

    - ¿Qué…tal si sí?, este… ¡uff!... año se podría preguntar… - Respondió por décima vez Hugo.

    - Si tan solo te aplicaras así en clase…- Resopló Rose mirando a su hermano tras su tostada de mermelada y mantequilla. – Recuerda que tienes que devolver el libro de “Quidditch a través de los tiempos” mañana a la biblioteca.

    En eso, en el gran comedor irrumpieron ruidosamente un grupo de alumnos (doce para ser exactos), ataviados con túnicas de quidditch largas y verdes, que mostraban su identidad como slytherins. Hugo paró sus ejercicios por un momento e hizo una mueca.
    - Allí viene el nuevo equipo de las víboras… - Anunció lo evidente.

    La docena de chicos y chicas recién llegados alzaban sus puños al cielo lanzando gritos de euphoria mientras que sus compañeros de casa (quienes se habían puesto de pie) aplaudían y chiflaban felicitando a su nuevo equipo. Un poco más atrás, venía un grupo de alumnos rezagados (igualmente Slytherins), quienes hablaban entre sí con la cabeza baja, seguramente ese era el grupo de alumnos quienes no habían conseguido un lugar en el equipo.

    Como era costumbre, cada casa tenía el campo por una hora para hacer sus audiciones. Siempre comenzaba Slytherin, le seguía Ravenclaw, luego Gryffindor y al final Huflepuff. Hugo se pudo pálido mientras veía como los Ravenclaw salían del comedor, listos para ir al campo. Al parecer el pelirrojo se había dado cuenta de que en una hora el siguiente el subirse a la escoba sería él, y estaba tan nervioso, que por un momento, Rose juró que miraba la mesa como si se fuera a meter bajo ella para esconderse. James Potter, igualmente vestido con su túnica de Gryffindor, y cargando en la mano derecha su escoba Skyqueen 89 (la más nueva en el mercado), apareció para sacar a Hugo de su trance palmeando, con la mano que tenía libre, el hombro de su primo y diciéndole:

    - Quita esa cara Hugo, que lo vas a hacer bien.

    Luego se sentó un poco más allá, con otros alumnos de último año, para tomar el desayuno. James llevaba ya 2 años siendo el capitán del equipo de Quidditch y uno de los mejores buscadores que los leones habían tenido. Aunque el hijo mayor de los Potter, supiera de la destreza de Hugo, y aunque el pelirrojo fuera su primo, Hugo sabía que eso no le daría la más mínima preferencia en las audiciones, porque, sobre todo, James Potter buscaba la victoria de su equipo y quería terminar su último año en Hogwarts con una copa entre las manos.

    - Me voy a morir Albus…- Soltó Hugo con una nota melancólica y temblorosa.


    - Solo procura no caerte de la escoba- Recomendó Severus, dándose cuenta muy tarde de que su comentario no había ayudado en absoluto.

    Cuándo James dio la orden, todos los alumnos que audicionaban para entrar en el equipo montaron en sus escobas. Por el puesto de defensa solo competían contra Hugo dos Gryffindor más. Una chica y un chico. La mujer era fornida y rubia, según sabía el pelirrojo, se llamaba Anne, Anne algo…. El otro chico era ancho pero más bien con cara de bruto, no le sonaba de ningún lado. El joven Weasley lanzó un suspiro resignado cuando vio que su rival montaba una “ninbus 2001” que, aunque era un modelo viejo (muy viejo, tendría 25 años a lo menos), era mejor que las Tinderblast que eran propiedad de la escuela y que los alumnos sin escobas propias montaban. Se dio cuenta que Anne tenía también la vista clavada en la escoba de el chico. Cuándo se empezaron a elevar, Hugo decidió mantenerse a una distancia prudente del suelo, no quería marearse. Un poco más lejos, Lily, Oliver (un amigo de Hugo), Rose y Severus lo animaban desde las gradas. Ya había pasado tiempo, pero James no daba la orden para dar inicio, el chico aguardaba pacientemente aferrando la vieja Tinderblast y con los ojos al frente. Cuando comenzó a pensar que algo raro pasaba, se armó de valor y se inclinó un poco adelante para ver que ocurría. Lo que pasaba, era que su capitán no estaba mirándolos a ellos, si no que estaba con la vista clavada en una docena de figuras que portaban capas verdes y avanzaban hacia los Gryffindor.


    << Oh no, problemas>>


    Fue lo primero que pensó Rose desde las gradas al ver al equipo de Slytherin acercarse a James. A su lado, Oliver, un chico de tez tostada y cabello negro, se removió nervioso en su asiento.


    - ¡Los de Slytherin!- Exclamó el moreno- ¿Bajamos para ver qué ocurre?.


    Lily torció la boca mostrando que ella prefería quedarse lo más lejos posible de la pelea que seguramente se iba a armar. Nada bueno salía si los leones y serpientes estaban juntos.
    Rose volteó a ver a su primo, Albus Severus miraba lo que ocurría con los ojos muy abiertos y mirada atenta. Resignada, la pelirroja admitió para sus adentros que ella también sentía curiosidad por saber que pasaría, y, con un movimiento de varita, hechizó los oídos de sus compañeros y los suyos propios, para que lograran captar cada sonido. Los cinco se inclinaron hacia adelante para ver mejor. En esos momentos, James se había separado del grupo de rojo para encontrarse con el que lideraba la comitiva de serpientes, seguramente el capitán del equipo y, (a juzgar por los “guantes” especiales que llevaba) también el cazador de Slytherin.

    - Es hora de audiciones para Gryffindor, no deben estar aquí- El hijo mayor de los Potter parecía (a juzgar por el tono de voz) bastante molesto.


    - Tranquilo Potter, queremos practicar en la mitad del campo, no vamos a ser molestia- Ahora hablaba, con un ligero tono burlón, el capitán del equipo con túnicas zafiro.


    La voz del Slytherin era grave, pero tenía ese tono particular de alguien que hablaba en susurros, quizás, como el silbido de una serpiente. Rose entrecerró los párpados para ver mejor, ¿de dónde le sonaba esa voz?. Cabello rubio con corte elegante, tez blanca, alto. Ya lo recordaba, era el chico de la clase de herbolaría, el que le había hecho burla al profesor Neville.


    - Los de Slytherin tuvieron el campo completo la primera hora – Alegó el capitán de rojo- ¿Tienen permiso de algún profesor?

    Rose juraba que James le iba a soltar un mordisco al rubio si este no se movía pronto.


    - Ustedes comprenden…no es que utilicen mucho espacio… - Respondió el buscador de Slytherin quien parecía muy divertido.

    Desde los aires, Hugo observaba la escena sin mover un músculo, casi podía sentir como su capitán apretaba los dientes frustrado.


    - Malfoy, es la última vez que te lo digo, tú y tu equipo fuera de aquí, no pueden…


    - Señor Potter, ¿ocurre algo?


    La directora McGonagall caminaba con paso rápido hacia el equipo (Rose adivinó que seguramente venía a ver las audiciones de su antigua casa).
    - ¿Qué hace el equipo de Slytherin aquí?- Cuándo llegó junto a los dos capitanes, la vieja maga se acomodó el sombrero en punta y con un ademán de mano los invitó a responderle.


    - Profesora, los de Slytherin interrumpieron aquí sin razón, quieren practicar sin permiso y cuando no les corresponde- Se apresuró a responder James.


    - Ellos…


    - No, sin excusas señor Malfoy, ustedes saben que no deben estar aquí- Regañó McGonagall dejando a Scorpius con la excusa en la boca.- Cinco puntos menos para Slytherin por no respetar los turnos que les correspondían.

    Entonces, desde el cielo, se escuchó un grito de protesta de una Gryffindor situada un poco detrás de Hugo. La chica era una joven de tercero castaña, quien sostenía la Quaffle en una mano, y con la otra el palo de su escoba.

    - ¿¡Solo eso!?- Preguntó la castaña a gritos- ¡Ya nos hicieron perder veinte minutos de la hora que teníamos!


    - ¡Es verdad!- Coincidió otro Gryffindor de cabello azabache y ojos azules, apoyado en el baúl que todavía guardaba a las Bludgers Locas - ¡Y no podemos recuperarlos hasta después de Huflepuff!


    El chico golpeó con fuerza el baúl abierto provocando que las bludgers se movieran aún más nerviosas.

    - ¡No haga drama señor Price!- Regañó la directora al joven de ojos azules- En tal caso recuperarán mañana el tiempo perdido.


    - ¡No podemos!, mañana hay clases- Protestó el joven mago sin dejar de golpear el baúl con fuerza.


    - ¿Te lastima mucho perder una hora de adivinación Price? – Preguntó Scorpius sin molestarse en ocultar la burla de su voz.


    - ¡A callar Malfoy!- Gritó visiblemente frustrado James.


    - ¡Señor Potter, aquí nadie manda a callar a nadie, ni tampoco se hacen burlas de otros señor Malfoy! – La directora se estaba cansando de las disputas- Y por Merlín, ¡Deje de una vez en paz a ese pobre baúl señor Price!.


    Por su lado, los cuatro Gryffindor en las gradas observaban muy atentos la pelea que se desarrollaba unos metros debajo de ellos.


    - Yo quiero ver de cerca- Dijo Oliver sin aguantar más.

    El moreno se unió rápidamente al pequeño grupo de alumnos que se habían juntado detrás de la profesora McGonagall para ver lo que ocurría.

    - Yo también- Exclamó Severus muy a su pesar desapareciendo por las escaleras y yendo junto a Oliver.


    - Ven tú también Rosie…- Lily se había quedado a medio camino entre sentarse y levantarse mostrando que ella también quería ver mejor la pelea.


    - Es normal, es tu hermano quién está involucrado, pero yo prefiero quedarme aquí, ve tú Lily. – Negó Rose rechazando la oferta.

    - Y tu primo, ¡anda Rosie!, no quiero ir sola- Insistió la bruja.

    Rose realmente quería acercarse más, pero solo habría problemas allá abajo, y ella era reacia a los problemas de cualquier tipo.

    - Pero a una distancia prudente…- Accedió muy precavida la pelirroja.

    - ¡Sí, anda vamos! – Dijo Lily jalándola del brazo escaleras abajo.

    Cuando las dos pelirrojas bajaron de las gradas, los Gryffindor que aguardaban en el aire (como Hugo), ya habían aterrizado sus escobas adivinando que eso iba para largo. Rose se colocó a una distancia prudente de los dos equipos, parcialmente escondida tras la directora.

    - …Es mi última palabra- Decía McGonagall- Por lo que me a mí concierne, si quieren peleas ya habrá algún juego esta temporada en el que puedan “aclarar sus diferencias”.


    - ¿No les va a quitar más puntos profesora?- Se atrevió a decir Hugo, quien estaba más pálido que un fantasma.

    Desde el otro lado del campo, Scorpius le lanzó una mirada asesina al pelirrojo.

    - El castigo lo tendrán ambos equipos- La directora remarcó la palabra “ambos” señalando a los leones y luego a las serpientes-Mañana, después de clases, se van a quedar, todos sin excepción a limpiar la sala de trofeos.

    Sobrevino una queja colectiva acompañada de abucheos y bastantes: “No es justo”, de parte de todos los castigados.

    - Como ya dije, sin excepción- Se mantuvo Minerva sin hacer caso a las quejas- ¡Por dios, señor Price aléjese de esas bludgers de una vez!, Señorita Weasley, haga el favor de cerrar el baúl.

    El chico de ojos azules, cuando se había visto castigado, había golpeado (nuevamente) con el puño, el baúl que contenía las bludgers. A Rose se saltó el corazón cuando escuchó su apellido y tardó unos segundos en entender que, aunque si se refería a ella, no estaba en problemas. ¿Cómo se había dado cuenta McGonagall de que estaba allí?, nunca la había volteado a ver. La pelirroja se encogió de hombros (siempre había dicho que la directora parecía tener ojos en la espalda) y se encaminó al tal Price para cerrar el baúl como le habían mandado.

    - En lo que a ustedes concierne- Continuó la profesora mirando severamente a los Slytherin- Vallan al gran comedor con los demás, no hay nada que hacer aquí. Y Señor Malfoy, ya he recibido quejas de varios maestros, me temo que hoy mismo le voy a mandar una lechuza a sus padres.

    El buscador de Slytherin hizo una mueca, llevaban los seis años en los que había estudiado en Hogwarts, enviándoles cartas a sus padres sobre su “mala conducta y poca disposición”. Y es que a su padre no le preocupaba en absoluto que su hijo pudiera causar unos cuantos problemas, de hecho, pensaba que así estaba bien, cuando él estudiaba, Draco fue el causante de más de un problema.

    Los jugadores de verde comenzaron a marcharse mientras la directora terminaba de reprender a Malfoy. Rose se acercó sigilosa al baúl tratando de no tocar a las bludgers. Jamás había tenido el mínimo contacto con algún material de Quidditch (si descartamos las escobas, claro), así que no tenía la mínima idea de ni siquiera como se cerraba ese baúl. Las dos pelotas se movían nerviosas solo contenidas por un par de cadenas. Había tantos seguros, no sabía con que se cerraba que, ni con que se abría nada. Probó usando el simple sentido común y bajó la tapa, sobresalían muchas cadenas y era imposible cerrar el baúl así. La pelirroja miró alrededor, no había nadie que pudiera ayudarla. Todas las cadenas estaban hechas un lío, unas con otras. La Gryffindor se percató que su hermano estaba también al lado de la profesora McGonagall y le hizo ademanes para que se acercara. Hugo no la veía agitar los brazos pidiendo ayuda así que se resignó a continuar sola. Con mucho cuidado comenzó a abrir los pequeños seguros, desenredar las cadenas, y volverlos a cerrar. Era muy difícil saber a dónde pertenecía cada uno. Llegó a un enorme revoltijo de piezas de metal (quizás causado por los golpes del tal Price), la cadena que (juzgando por el tamaño) debía contener la quaffle, se enredaba alrededor de las bludgers locas que no paraban de moverse. Rose aguzó la vista tratando de distinguir el candado correspondiente y pronto encontró uno, al lado de una bludger. Tratando de no acercar mucho la mano, pulsó el candado con cuidado, y pronto se dio cuenta del error que había cometido. Ese candado no era el de la quaffle, era el de una bludger. La pelota, viéndose liberada, había salido disparada y por poco se llevaba el dedo de la chica. Rose lanzó un gritito y se llevó las manos a la cabeza. Varios estudiantes tuvieron que saltar a los lados apartándose del camino de la furiosa bola mágica. La bludger describió una curva en el aire, y descendió violentamente en picado, justo hacia la profesora McGonagall.

    - ¡Profesora, arriba! – Hugo, quien había visto la escena, gritó alarmado mientras se tiraba al suelo, lejos del alcance de la bludger.

    La profesora volteó cuando la pelota estaba a no menos de 5 metros sobre ella y sobre Malfoy, quien recibía su reprimenda. Y, con los ojos muy abiertos tras sus lentes de media luna, la directora se lanzó a un lado. Desgraciadamente, Scorpius volteó demasiado tarde. El Slytherin tuvo tiempo de tirarse al suelo, pero solo eso, la Bludger se estampó limpiamente en su estómago y luego salió zumbando de allí, poco antes de que un par de chicos la atraparan y la devolvieran a su sitio.

    Pronto, alrededor del rubio se formó un círculo de estudiantes. Algunas chicas que estaban en el equipo de Slytherin contenían la respiración preocupadas. Y todas las miradas se volvieron a ella. ¿Cuántos eran?, quizás cuarenta pares de ojos se volvieron a ella al mismo tiempo.
    Miradas de enojo, severidad, preocupación, incluso pena. Rose se quedó en su lugar congelada, incapaz de mover un solo músculo. Fue la voz de un anónimo en las gradas quien sacó del trace a todos.

    - ¡La Weasley atacó a nuestro buscador!

    Los demás presentes, como obedeciendo una silenciosa señal, comenzaron a lanzar gritos.

    - ¡Ya cállate Michelle!, ¡no lo hizo a propósito!

    Los leones trataban de defender a la pelirroja y las serpientes, seguramente viendo su oportunidad de venganza a Gryffindor, inculpaban a la Weasley con miradas fráis como puñales.

    - ¡Tú lo viste, le lanzó la bludger encima!


    - ¡ No tenía razón para hacerlo!


    - ¡Es la prima de Potter, por eso lo hizo!


    - ¡Nadie puede decidir a donde va a caer una bludger loca, es ilógico que ella lo hiciera a propósito!


    - ¡Es verdad, Weasley solo quería herir a Malfoy y dejarnos sin capitán y buscador!


    - ¡Por favor!, ¡si él está perfectamente!


    Los gritos que se lanzaban ambos equipos de un lado para otro, eran coreados por los alumnos que se habían reunido, atraídos por el barullo. En el centro del campo, estaba McGonagall. La anciana bruja se sacudió el traje y se acomodó el sombrero. Los lentes se le habían enchuecado, y un par de mechones se salían de su cabello muy cuidadosamente peinado. Los estudiantes parecían no tomar en cuenta que la directora estaba justo frente a ellos. Minerva observó, como si no supiera que pasaba, la escena por un momento. Lentamente recuperó su postura erguida y terminó de colocarse el cabello tras las orejas como pudo, entonces, con una mirada de severidad (que a Rose le recordó mucho la cara que ponía su abuela cuando regañaba a su padre) lanzó un grito al aire.

    - ¡Sileeeencio!

    El campo enmudeció y todos voltearon a ver a McGonagall. Scorpius, por parte, se había incorporado con ayuda de su equipo y se mantenía en pie recargado en el palo de su escoba mientras se apretaba en vientre con el brazo derecho. Incluso él dejó de quejarse de su herida por un segundo.

    - ¿Cómo es posible?, ¿¡Es que no sois capaz de comportaros!?- La maga paseó su mirada de enojo por todos los presentes. - ¡Diez puntos menos para Gryffindor y Slytherin!.

    - Pero…- Comenzó un estudiante de segundo grado.

    - ¡Sin peros!, ¡escucho la más mínima queja y serán veinte puntos restados! ¿¡Entendido!?

    Se sobrepuso un silencio profundo.

    - ¡Señor Malfoy, valla a la enfermería, y mañana antes de clases lo quiero ver en mi oficina para cumplir su castigo!, y que no se le olvide a todos que el castigo en la sala de trofeos sigue en pie, incluso para usted Malfoy.

    Scorpius abrió mucho los ojos incrédulo, ¿Otro castigo?, ¡si él había sido el lastimado!.


    - ¡Profesora yo no hice nada y además estoy lastimad…!


    - ¡Silencio!. – La directora lanzó un nuevo grito dando a entender que estaba harta y que no admitía réplica alguna- Usted está perfectamente, ¿Qué hacen todos aquí? ¡a clases!. Hoy le enviaré una lechuza a sus padres Malfoy, y también a los suyos señorita Weasley, me tiene muy decepcionada, mañana a primera hora cumplirá su castigo con el señor Malfoy.

    Rose no podía decir nada en absoluto, se había quedado petrificada. Jamás, en toda su vida, había ocurrido eso. Jamás había dado problemas, jamás había sido la causante de nada y nunca había recibido queja alguna de su comportamiento. Ahora sus padres recibirían una lechuza de Hogwarts con malas noticias y ella tenía que cumplir un castigo por algo que no había hecho conscientemente. Quería defenderse pero la directora parecía a punto de explotar. Afortunadamente, fue James quien intervino.

    - Ella no hizo nada a posta, la bludger se salió por accidente…


    - ¡Señor Potter, no me obligue a mandar una carta a sus padres también!- Dijo la profesora apuntando un dedo acusador al chico. – ¡Todos a sus clases!.


    Y con eso, la profesora se marchó echando humo por los oídos y la boca, sin querer escuchar nada, y arruinando la expectativa de año perfecto que Rose tenía en mente.


    Información sobre las escobas sacada de "Quidditch a través de los tiempos".
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  6.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Junio 2009
    Mensajes:
    167
    Pluma de
    Escritora
    Hola! :)
    Espero que estes bien, saludos!!!
    Me parece super bien que ya tengas todo, o casi todos los capítulos, siendo sincera me da mucha curiosidad saber que pasará entre aquellos, aparte de eso, el como reaccionaran sus padres! Dios, solo de imaginarlo da un dolor de cabeza, jajaja, exagere un poco, pero como reaccionará Ron y Harry, por Hermione no hay tanto problema, sabrá comprender a su hija, y los demás familiares, amigos, hermanos y primos, otra cosa, que seguro hara que den uno o dos o más tropiezos. Y los Slytherins!!! creo que de todos, junto con los padres de Scorpius, serán un super-mega-recontra-gran problema.
    Creo que con ese castigo que han tenido surgira la relación amor-odio entre Rose y Scorpius, sin olvidar como reaccionaran sus padres al saber que fue castigada, pero segura la comprendarán, habrás sido culpa de Scorpius!!! jajaja
    Pues sin más me despido, esperando el siguiente capitulo!!!
    Besos & abrazos
     
  7.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4219
    ¡Hola!, mil gracias por leer, comentar y marcar que les gusta, ¡solo gracias a ustedes puedo continuar!. Espero les guste este capítulo, que quizás no es tan interesante como el anterior, pero es la entrada a una situación de lo más "entretenida" :D


    Cap 3: Castigos

    La lluvia caía a torrentes tras la ventana, obligando a la gente a volver a sus casas corriendo, algunos en coche, otros cubriendo su cabeza con nada más que el periódico de la mañana. Todo el día llevaba lloviendo pausadamente, pero sin tregua. Green avenue ofrecía aquella tarde un espectáculo gris y sombrío que invitaba a todas las familias a sentarse frente al fuego con un buen libro y una taza de café. Todas las casas de aquella calle eran iguales. Amplias, con un jardincito al frente y una chimenea de ladrillos. Hermione, siempre había querido vivir en una casa semejante a en la que creció: En un pequeño barrio muggle y en un ambiente agradable. Eso era, quizás, porque extrañaba a su familia y a su vieja vida. Había tenido que abandonar a sus padres con tan solo 17 años y borrarles la memoria para protegerlos. A partir de entonces, se había quedado sola. Un encantamiento desmemorizador no era reversible, ella siempre lo supo; Entonces era ridículo querer llegar una tarde a casa de sus padres y decir: “Hola, ¿me recuerdan?, no…seguro que no, soy su hija de la que ya no se acuerdan porque les borré la memoria para poder marcharme a luchar en una guerra porque resulta que también soy bruja.” Por supuesto, la familia Weasley siempre había estado allí para ella, y cuando por fin se casó con Ron, se apresuró a dejar la madriguera (donde la habían hospedado temporalmente) y buscar una casa propia. Al final, Hermione había convencido a su nuevo marido de mudarse a aquel barrio muggle, el chico había aceptado a regañadientes, pero solo porque estaban a media hora del valle de Godric, donde vivía la familia Potter, conformada por su hermana, su mejor amigo, y sus 3 hijos. Además, la casita contaba con una chimenea conectada a la red flu, así que Ron solía escaparse al callejón diagon cuando estaba aburrido. Ninguno de los muggles que eran vecinos de Ron y Hermione, sospecharon jamás de su verdadera naturaleza (es verdad que nadie había entrado en su casa jamás y que tenían fama de raros), y seguramente ninguno de ellos se había parado a pensar que dentro de la casa, los platos se lavaban solos, todo estaba lleno de lo que serían (para un muggle) extraños artilugios y que no había ni un solo enchufe ni aparato eléctrico. Todo eso había sido la vida de Hermione, y aunque estaba feliz con ella, desearía ver más a sus dos hijos. Quizás eso era lo que todo padre sentía.

    La mujer apartó su rostro de la fría ventana y volvió la vista a la sala, donde su marido y sus invitados conversaban animadamente. Hermione tomó nuevamente asiento y alargó la mano para tomar una de las galletas que levitaban en un plato en la mesita de té. Ginny observaba a Harry discutir divertido con Ron mientras este hacía ademanes exagerados. El tema de conversación era Hogwarts y lo que sus hijos le habían contado en sus últimas cartas.

    -…Te lo digo- Insistió por segunda vez Harry- James jamás va a dejar que Gryffindor pierda la copa de quidditch, no este año.

    -Seguro que no, vamos a quedar en primer lugar por mucho- Concordó Ron con una amplia sonrisa.

    -¿Ya fueron las audiciones?- Preguntó Ginny mordiendo una galleta de chocolate por la punta.

    -Si, hoy en la mañana. – Asintió su hermano.

    -¿Crees que Hugo haya quedado?- Preguntó con cautela Hermione. Ya sabía que para Ronald, era muy importante que su hijo consiguiera un lugar en el equipo.

    -Seguro que sí- La despreocupó Ginny con una sonrisa- James dice que tiene mucho talento. Nos contará que tal le fue en su siguiente carta.

    Hermione agradeció a Ginny con una media sonrisa que la pelirroja le devolvió encantada. Era increíble, aunque hubieran pasado más de veinte años, la menor de los Weasley seguía siendo, tras su cabello un tanto cargado de canas y su piel cediendo al tiempo, la misma niña alegre que había estudiado con ellos en Hogwarts.

    El sonido de los propios pensamientos de la mujer se vio interrumpido por un leve golpeteo de fondo.

    <<toc, toc, toc>>

    Los cuatro magos voltearon simultáneamente hacia el lugar de donde provenía el ruido: La ventana de la sala. Tras el vidrio, una lechuza grisácea (y bastante grande), golpeaba el cristal con su pico insistiendo en que la dejaran pasar. Harry se levantó antes que sus compañeros y se apresuró a abrir la ventana. El animal entró rápidamente mirando agradecido al hombre de lentes.

    -Es pig- Anunció Harry a los demás- Trae cartas.

    En efecto, la lechuza tenía un fajo de cartas atadas a la pata derecha. Aunque pig estaba más que empapada por volar en la lluvia, el correo apenas se había mojado, probando una vez más que la lechuza de los Weasley era ,sin duda, muy lista.

    -Oh, pobrecilla- Se lamentó Hermione del animal- Seguro que ha estado horas volando entre la lluvia.

    Ginny, quien ya se había incorporado del sofá, le llevó a la lechuza un cuenco con agua y un gajo de pan. Por su parte, Ron se acercó a Harry para quitarle a pig las cartas de la pata.

    -Una carta de Hugo, otra de Percy y… una de Hogwarts. – Dijo el pelirrojo a su mujer examinando los sobres.

    Dame la carta de Hugo- Pidió Hermione acercándose a Ron.

    La castaña y su marido regresaron al sofá, ambos leyendo. Hermione la carta de su hijo, Ron la de su hermano.

    -Hugo dice que las audiciones del equipo no se han llevado a cabo. – Exclamó la bruja llevándose la mano a los labios- Ha de estar muy decepcionado.

    -¿Por qué no?- Quiso saber Ginny

    -Dice que es por culpa de Slytherin- Respondió la señora Weasley sin dejar de leer.

    -¿A qué se refiere con eso?- Volvió a preguntar Ginny

    -Solo dice que es culpa de Slytherin- Aclaró Hermione

    Ron terminó de leer la carta enviada por Percy y con un resoplido la dejó en la mesita, dando a entender que lo que decía no era especialmente interesante. Nadie quiso preguntar nada, si fuera algo importante, Ron lo habría contado. Hermione también terminó de leer la carta que tenía entre las manos y se la pasó a Harry, quien quería leerla. Con un movimiento de varita, el sobre de Hogwarts se elevó delicadamente en el aire para ir a parar a manos de la castaña quien lo abrió con más curiosidad que indiferencia.

    Estimados señor y señora Weasley:
    Le informamos que esta misma mañana, su hija, Rose Weasley, ha sido puesta en detención por un comportamiento agresivo que ha presentado contra su compañero Scorpius Malfoy, a quién atacó con una bludger loca, dejándolo levemente herido. Esta acción ha restado puntos a su casa y se espera que no se repita de nuevo.
    Atentamente
    Minerva McGonagall, directora del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

    -Debe ser un error- Susurró Hermione para sí con los ojos muy abiertos

    -¿Qué ha pasado?- Preguntó Ginny, a quien no se le escapó la expresión de su amiga.

    -Han castigado a Rose…

    -¿A Rose?- Exclamó visiblemente sorprendido Harry, quien acariciaba a la lechuza en su brazo.- ¡Ella no es capaz de hacer algo malo!.

    -¡Nunca ha hecho nada malo!- Coincidió Ginny- ¡Es una estudiante modelo!

    -¿Qué hizo?- Preguntó Ron aún más sorprendido que los demás presentes.

    Por toda respuesta, Hermione le tendió al pelirrojo la carta, para que leyera él mismo.

    -¿No estarás decepcionada, verdad? – Trató de adivinar Ginnebra

    -No, no… es solo que… No me esperaba algo así de Rosie. – Respondió la mujer castaña con una inclinación de cabeza.

    -¿Pero qué…?

    -¡Malfoy!, ¡ha sido Malfoy!, ¡yo sabía que ese niño no traería nada bueno!. – Ron no dejó a Harry acabar la pregunta, en cuanto terminó de leer la carta explotó en gritos.

    -Cálmate Ron- Lo serenó su amigo- ¿Qué tiene que ver Malfoy en todo esto?

    -¡Qué ha sido él Harry!, ¡No Draco, su hijo!, ¡Han castigado a Rose porque dicen que ha atacado con una bludger a Malfoy!. – Exclamó Ron pasándole la carta a Ginny, quien luego se la tendió a Harry.

    -Pero si Rosie nunca había atacado a nadie antes- Pensó la hermana de Ron en voz alta.

    -¡No, claro que no!, ¡seguro que ese niño se lo ha armado todo para meter en problemas a Rose!- El pelirrojo se sentó con un resoplido- ¡Así era Draco, así es su “hijito perfecto”!

    -Calma Ronald, McGonagall conocía los trucos de Draco, seguro también los de su hijo- Dijo Hermione tratando de enfriar el ambiente

    -¿Te pones de su lado?- Cuestionó el señor Weasley, un tanto más calmado. -¡Es tu hija Hermione, por el amor del cielo!, ¿¡Crees que tu hija es capaz de atacar a alguien con una bludger loca!?

    -No me refiero a eso Ronald, me refiero a que quizás y ha sido un accidente y un malentendido.

    -¡Malentendido que ese niño haya nacido!- Exclamó Ron dando la conversación por terminada.

    -Estás sobre reaccionando Ron- Opino Harry.

    La reunión continuó sin mención alguna de la pasada noticia. Quizás era la cara larga de Ron, o las miradas incómodas entre Harry y Ginny, pero la tarde transcurrió con un ambiente pesado y tenso.



    En el despacho reinaba un silencio solo llenado por ruidos insignificantes que se producían cada determinado tiempo; El pasar de una página, el murmullo de una cuchara golpeando una superficie de porcelana, o algún eco de pasos perdidos. Además de eso, la habitación se mantenía en calmado silencio a esas horas de la mañana. Al lado de mil estantes atiborrados de libros, pergaminos y artilugios de distintas procedencias, descansaban, por lo menos, dos docenas de cuadros; Todos, antiguos directores de Hogwarts. Los magos y brujas en ellos, dormitaban silenciosamente, abriendo los ojos de vez en cuando, pero siempre regresando a su letargo después de unos segundos. La anciana bruja posó sus relucientes pupilas en uno de los cuadros, significativamente grande, que ocupaba la pared detrás de su escritorio, en este, un viejo mago de blancos cabellos largos, dormitaba sobre una silla de terciopelo. McGonagall volvió la vista al frente, y dejó al Albus Dumbledor de oleo, dormir en paz. Tras la animaga, una lechuza, con sus enormes ojos grises abiertos de par en par, observaba la habitación, y, de vez en cuando, agitaba las alas nerviosa, ansiosa por salir. El animal dio un respingo cuando, detrás de él, el reloj de pared dio dos campanadas, la primera larga, la segunda corta. La directora no se molestó el alzar la vista del largo pergamino que estaba leyendo, como si no hubiera escuchado el reloj. La mujer alzó la mano, y sin mover otro músculo, comenzó a pasar esta encima de la taza de té, que humeaba a su lado. Al instante, la cuchara comenzó a remover sola el líquido, como le había ordenado su dueña; tres minutos transcurrieron así, silenciosa lectura y el leve movimiento de la bebida dentro de la taza de porcelana. Exactamente a las siete treinta, la animaga alzó la cabeza mirando fijamente, tras sus gafas de media luna, la puerta que daba entrada a su despacho, y esperó. Siete treinta y uno, un tímido golpeteo, seguido por otro, esta vez más fuerte.

    -Adelante- Invitó la anciana bruja, y tomando la varita que descansaba apaciblemente a su lado, hizo un movimiento, que abrió la puerta.

    Rose Weasley entró tímida, abrazando protectora un libro que traía pegado al pecho. Por más que se contuvo, la pelirroja no pudo evitar mirar de reojo la habitación en la que se encontraba. Fascinante.

    -Tome asiento Weasley- Dijo Minerva señalando una silla con la varita.

    La chica se apresuró a seguir la instrucción y se sentó, muy derecha y visiblemente tensa. La directora volvió la vista a su pergamino, y sin media palabra, continuó la lectura. Rose no se atrevió a mover un solo músculo, ¿y si eso era un tipo de prueba?. Las delicadas manos le sudaban al contacto con el cuero del libro y comenzaba a tener mucho calor. Entonces, la puerta volvió a abrirse.

    -Cinco minutos tarde señor Malfoy- Reprendió la bruja tras su escritorio

    Desde el umbral de la puerta, el rubio permaneció impasible, dando a entender que le tenía sin cuidado la hora a la que pudiera haberse presentado. Con las manos metidas en los bolsillos haciendo honor a su característico porte de soberbia, entró en el despacho de su directora con pasos lentos y seguros.

    -No hace falta que se siente- McGonagall enrolló el gastado pergamino y miró a los dos presentes- Usted y la señorita Weasley están por irse.

    La mujer se enderezó las gafas y estiró su varita por encima de su sombrero. Al instante, un par de gafas protectoras y guantes de cuero salieron volando de quien sabe donde hasta detenerse levitando frente a los alumnos.

    -Hagrid los espera en su cabaña, allí cumplirán su castigo- Al darse cuenta que ni Rose ni Scorpius se movían, añadió- Tomen los guantes y las gafas, las van a necesitar.

    Ambos permanecieron callados todo el camino. Al parecer, a ninguno de los dos les hacía gracia alguna ir juntos a ningún lado. La chica observó de reojo a su acompañante. A juzgar por las ojeras que se abrían paso bajo sus ojos, el Slytherin no estaba acostumbrado a levantarse tan temprano. Su cabello platino le caía por la frente, remarcando sus fracciones delicadas y afiladas. Rose jamás se había imaginado como sería su chico ideal, según ella, ese tipo de distracciones solo contribuían a hacer a alguien más materialista, inconformista, vacío. Aún así, debía admitirlo, desde siempre había adorado el cabello rubio, le encantaba. Estaba cansada de ver tantos pelirrojos, había crecido en un mar de pecas y ojos verdes.
    Delante de ellos, la cabaña de Hagrid era coronada por una huma rola gris que encontraba su salida por la chimenea de piedra. Frente a la puerta, un enorme y viejo perro café, (que apenas se mantenía en pié por si solo) dormía apacible. Cuando escuchó a los dos chicos acercarse, alzó la cabeza perezoso y se incorporó muy lentamente. Fang comenzó a mover el hocico dejando escapar sonidos secos que se asemejaban a los estornudos del viejo profesor de pociones Slughurn. Scorpius hizo una mueca que demostró su duda entre echarse a reír o salir corriendo. La pelirroja adivinó que aquello era lo que había quedado del ladrido de Fang después de tantos años desempeñando su papel de perro guardián. Desde el interior de la cabaña se escucharon golpes secos seguidos por lo que parecían pasos apresurados.

    -¡¿Quién anda ahí?! – Sonó desde dentro- ¡Estoy armado!.

    A continuación se escuchó aquel característico roce de metales y seguros, segundos después, la puerta se abrió violentamente dejando escapar una nueve de polvo gris que hizo a ambos alumnos esconder la nariz en sus capas. El semi-gigante salió al exterior y estiró sus brazos, cuan largos eran, apuntando a cualquier posible intruso con su paraguas. Sí aquella escena no lo tuviera tan asustado, Malfoy seguramente se habría reído de aquel gigante, apuntándolos con un paraguas magenta con esa pose segura y amenazadora. Pero como el chico esperaba que en vez de salir el guardabosques, hubiera emergido de la cabaña un loco recién salido de azcabán, solo atinó a decir, con los ojos grises abiertos de par en par.

    -¡¿Pero qué te ocurre?!

    El gigantesco hombre, al ver su error, bajó el “arma” y recuperando la escasa compostura de la cuál era dueño exclamó.

    -Ah… ¡solo son ustedes!,- Y añadió, ahora mirando fijamente al perro (quién seguía con sus fallidos ladridos)- ¡Fang, perro tonto!.

    Scorpius se recuperó del susto rápidamente, y mientras Hagrid salía de su casa y cerraba la puerta con una enorme llave que solo podía entrar en el enorme candado de la cabaña, preguntó:

    -¿Cuánto vamos a tardar?- Procuró no olvidar su tono sarcástico e insolente.

    -Eso depende de que tan bien sepas mover el brazo- Respondió el profesor giñándole un ojo a Rose.


    Resultó que la tarea consistía en alimentar los gusarajos gigantes de la escuela. Hagrid le dio a cada uno un balde lleno de lechugas que debían meter en la boca de los “animales” para luego retirar la mano rápidamente antes de que, además de la lechuga, el gusarajo se tragara tu brazo. Hasta ese punto, el castigo no era tan terrible, lo malo llegaba cuando rozabas alguna parte de la boca del animal, pues entonces, este regurgitaba cuantas lechugas no había digerido aún. El resultado, era un vómito verdoso con olor a podrido que salía disparado desde las entrañas del gusano, hasta la cara de quién estaba en frente. He ahí el porqué de las gafas protectoras. Rose ya había alimentado antes a estas criaturas y había desarrollado cierta destreza para evitar los “ataques” vomitivos de estas. Media hora más tarde, Rose seguía casi intacta y había adoptado un ritmo de trabajo que consistía en lanzar la lechuga a la garganta de los bichos cuando estos habrían la boca. Por su parte, al Slytherin no le había ido tan bien. El chico tenía buenos reflejos, pero carecía de práctica, por lo que en su pecho se asomaba una enorme mancha verde que apestaba a los mil demonios. Hagrid tardó casi media hora en calmar al rubio mientras este gritaba todo tipo de maldiciones contra los gusarajos gigantes que se habían atrevido a manchar su uniforme. Scorpius continuaba su trabajo de mala gana y sin dejar de repetir a ratos: “Bichos asquerosos… se van a enterar…”.
    Cuando quedaban tan solo 15 minutos más de castigo el enorme profesor se levantó con un gruñido de la silla desde donde había estado observando todo.

    -He olvidado que debía llevar unas cosas a las mazmorras con Slughurn, ahora vuelvo.- Y sin esperar respuesta desapareció rumbo al castillo con fang a su lado.

    En cuanto Hagrid se perdió de vista, Scorpius tomó el balde con el alimento de los “bichos asquerosos”, y dejándolo en un rincón se sentó sobre este. Pasaron cinco minutos y el Slytherin seguía de brazos cruzados sin moverse. Rose podía ser alguien muy paciente, y también muy explosiva. No soportaba los mentirosos, no soportaba que alguien no se callara y la dejara leer, pero, sobre todo, no soportaba en absoluto a quienes evadían algún tipo de trabajo, y menos un castigo.

    -Todavía no has terminado- Le dijo al rubio evitando hacer contacto visual y sin abandonar su tarea.

    -Yo sí, no pienso seguir aguantando a esos monstruos.

    Malfoy pasaba totalmente de todo lo que le dijeran, seguía allí, sentado, dejando a Rose hacer todo el trabajo.

    -¿Sabes que estás en un castigo?- Preguntó la pelirroja, subiendo su tono de voz

    -¿Quién eres, mi madre?

    Al parecer, llegado este punto las discusiones de Scorpius acababan dejándolo a él victorioso y satisfecho, pues al terminar la frase, el mago desvió la mirada sin dignarse a moverse. Pero aquella Weasley no soportaba que gente así se saliera con la suya.

    -Si no tomas ese balde- Amenazó ella (o eso trató, pues jamás había amenazado a alguien)-… McGonagall se va a enterar de esto…

    Ni siquiera la Gryffindor notó que aquellas palabras inspiraran un mínimo de miedo al joven mago.

    -¿Y qué más vas a hacer, eh, Weasley?

    Había un tono de desprecio, asco, burla en la grave voz de Malfoy cuando pronunció su apellido, ¿y eso por qué era?.

    -Tendría que decidir- Mintió ella pasando lo demás por alto- ¿Cuántos meses quieres quedar castigado aquí con los gusarajos?

    -Como si pudieras convencer a alguien de castigarme

    -¿Qué te hace pensar que no?- Siguió la pelirroja, soltando el balde y mirando fijamente al Slytherin.

    -¿A quién podrías hacerle daño, Rosie?

    Solo su familia y más íntimos amigos la llamaban con ese mote que ella tanto odiaba. ¿Cómo se había él enterado de eso?, ¿¡Cómo sabia su nombre!?. Ella jamás, jamás había hablado con él antes, y siempre tenía mucho cuidado en que nadie pronunciara la palabra “Rosie” frente a desconocidos.

    -¿C-cómo sabes mi nombre?- Las mejillas de la joven se habían encendido adoptando un tono tan carmín como su propio cabello.

    <<¿Y eso qué importa Rose?, ¿Por qué te estás sonrojando?>>

    -¿Y a ti que te importa?, Conozco a los de tu clase- El chico comenzaba a ponerse a la defensiva

    Rose, ahora más enojada que antes, había llevado la mano inconscientemente a su bolsillo, donde descansaba su varita.

    -¿Y puedo saber cómo somos los de “mi clase”?

    -… Todos los Weasley son iguales…- Respondió Scorpius tras pensarlo un poco

    -¿Y tú desde cuándo te interesas en mi familia?- Quiso saber la bruja alzando una ceja.

    -¿Quién se interesaría en una familia como la tuya?

    Rose, quién luchaba contra su sonrojo y creciente enojo, dio un paso adelante.
    -Al parecer tú.

    -No tienes idea de lo equivocada que estás- Con aquella cortante respuesta, el joven de cabellos platinos se enderezó, y echó a andar.- Yo me largo de aquí.

    Scorpius dejó entonces a Rose sola con la simple compañía de los gusarajos y su mente. No lo entendía, no llegaba a comprenderlo. ¿Cómo sabía su nombre?. Pero sobre todo, lo que no lograba entender, era. Todo el mundo se podía enterar de un nombre, sea por rumores, lo que sea, no había gran importancia en eso, saber el nombre de alguien, no pasaba de una simple palabra. Y entonces, ¿por qué se había sonrojado?, ¿por qué le importaba tanto?, ¿Por qué incluso el estúpido mote de “Rosie” sonaba tan bien en sus labios?.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  8.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Junio 2009
    Mensajes:
    167
    Pluma de
    Escritora
    Ciao querida!:rolleyes:

    Me da gusto poder leer el capítulo, no pude evitarlo una risa malavada en mi mente al pensar en ellos dos en ese castigo.
    Digno de un Weasley reaccionar, así, valla, ciertamente era lo que esperaba, al menos Harry no se puso adí de histérico, ahora si algo se diera entre ellos, podría deducir que a Ron le daría un infarto y que decir del sexy de Malfoy:eek: !!!!

    "Rosie" jajaja, pobre, imagina que tu peor enemigo te diga así pero que suene bien?!?, Merlín, antes no le explota la cabeza, pero bueno hay que acepata que esos Malfoy´s son algo insitantes, sexys y guapos, ajajá!

    Vale, pues espero el prox capitulo, y ver que pasara en tre Rosie y Scorpius! Un abrazo :)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

    Cáncer
    Miembro desde:
    20 Abril 2011
    Mensajes:
    7,070
    Pluma de

    Inventory:

    Escritora
    ¡Hola! Bueno, primero que nada, excelente historia.

    Me ha gustado mucho el desenvolvimiento de la trama, claro, aquí entramos en algo difícil, pues.. ¿cómo sabes que no estás haciendo OoC en ninguno de los personajes, sí son personajes que sólo salieron una vez? El pequeño Scorpius, el vivo retrato de su padre. Me encanta la altanería en sus ojos, y ese desafío, *-------* La elegancia y la soberbia es parte de él, y capitán de quidicht, ¡genial!

    Y Rose, una Hermione dos, xD Me ha encantado cuando estaban en el castigo y Scorpius profiriendo insultos a los animales esos, me ha dado mucha risa.

    Ahora, unas preguntas: ¿y Ted Lupin? ¿No aparecerá? Nah, es sólo curiosidad. ^^

    Cuida un poco tu ortografía, tienes algunos detalles.

    Espero la continuación. :)
     
  10.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Hahahaha. Todo lo que dices lo comparto ;) (en especial lo de "el sexy de Malfoy"). Así es esa familia, sangre de serpiente, pero sobre todo, guapos como ellos solos (los hombres en especial). Después de ¿cuánto? ¡Casi un mes! voy a subir el siguiente capítulo, me odio hahahahahaha.
    BESOOOs
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  11.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Muchísimas gracias. Muy buen punto, la verdad es que los únicos datos que tengo son que los hijos se parecen un tanto a sus padres (en comportamiento), pero es que la verdad me parece imposible imaginarme a (por ejemplo) Scorpius yendo por ahí lanzando flores. n.n Hahahahaha que bueno que te gustó :). Mmmmmm quizás sí, pero hasta navidad, pues Ted ya no va a Hogwarts y Lupin... pues igual xD. Muchísimas gracias, prestaré más atención :).
    Saludos
    TheVictimSoul
     
  12.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    3813
    Después de tanto... ¡aquí está!... perdón, no hay excusa, no los culparía si vienen a mi casa a masacrarme en la noche :)... piedad...
    Bueno, mil y un perdones, me odio a mi misma, así que el sig. cap estará aquí muy pronto - Esta vez lo juro por Merlín y que me caiga un rayo si miento-



    Cap 4: Flor de cerezo

    Sus labios eran rosas, más bien, color coral, de ese tono pastel que tenían las flores de cerezo.

    Una mañana en Londres, hace cinco años atrás:


    El vapor lechoso que escupía la chimenea de la locomotora empañaba los cristales y llenaba, por completo, el aire de la plataforma 9 ¾ . Su madre sujetaba el carrito del equipaje con una mano y con la otra estrechaba el brazo de su hijo con fuerzas. A su lado, su padre escrutaba los rostros entre la niebla como si esperara ver a alguien conocido.

    << o quizás esperando no ver a nadie>>

    Las campanadas de un reloj llenaron la plataforma anunciando que era hora de partir, su sonido significaba felicidad para algunos, para otros, era un adiós.

    El niño, sin soltar su mano del abrazo de su madre, miraba a los lados, impasible, clavando sus ojos grises en los demás, sin expresión alguna. Las madres estrechaban a los más pequeños entre sus brazos y lloraban junto con sus hijos e hijas. Si era sincero, él también quería llorar, no vería a sus padres en meses, lo único que sabría de ellos sería a través de cartas semanales, estaría en un lugar extraño, con extraños. Pero no, los Malfoy no lloraban. Su padre siempre estaba trabajando, y cuándo no, se aparecían en la mansión grupos de magos y brujas del ministerio, quienes escudriñaban cada rincón de la casa, buscando artilugios tenebrosos. Luego interrogaban a toda la familia por turnos, y finalmente desaparecían, una vez más. Su padre, estaba cada vez más estresado por aquellas visitas, y en ese momento, en la partida de su hijo a Hogwarts, lucía una expresión de frustración y enojo contenido.


    - Es el momento Scorpius, tienes que subir al tren- Dijo Astoria inclinándose hasta quedar a la altura de su hijo- Cuídate mucho, recuerda que eres un Malfoy, no permitas que se te trate como menos.


    El pequeño Scorpius, con tan solo once años recién cumplidos, miró a su madre por última vez en los siguientes seis meses, y asintió, impasible.


    - Oh querido, te vamos a extrañar tanto- Su madre lo abrazó con fuerza y le dedicó una sonrisa, la sonrisa más falsa que el joven mago jamás había visto.


    - Yo también los voy a extrañar- Dijo el niño soltándose un poco del abrazo de su madre.


    Él sabía, que Draco no le permitía a Astoria llorar, porque eso solo provocaría que Scorpius llorara también, y un Malfoy, no llora. Aún así, la mujer no pudo evitar que un par de lágrimas resbalaran por sus mejillas, y siguió sonriendo, con sus ojos azules brillantes a causa del llanto. El joven miró a su madre, y luego a su padre. Draco no mostró ninguna reacción y colocó una mano en el hombro de su esposa. En el fondo, esas estúpidas reglas de los Malfoy le parecían una soberana tontería, él mismo se había deshecho de muchas, ¿para qué negarlo?, después de la guerra, la familia Malfoy no era lo que solía ser, el apellido ya no poseía aquel tono de grandeza que tenía antaño, eran una familia de burgueses más, una fortuna en un nombre. Todas las poses, todo lo que Draco había aprendido, y luego había enseñado a su hijo, lo conservaban por Lucius, quién ahora no era más que un viejo cascarrabias que pasaba los días hablando de grandezas inexistentes tendido en un sofá.


    - Draco, despídete de Scorpius- Pidió Astoria a su marido en un susurro.


    Sin embargo, Draco no estaba prestando atención, miraba de reojo hacia el expreso, unos metros más allá. El chico de once años, no pudo evitar seguir la dirección que tomaba la vista de su padre, y se topó entonces, con un grupo de magos y brujas. La mayoría de estos, tenían el cabello de un rojo encendido y la cara llena de pecas, unos cuantos más, poseían un pelo oscuro y ojos del mismo color. La numerosa familia, dándose cuenta de que los observaban le devolvió la mirada a los Malfoy, obteniendo, como nueva respuesta, una inclinación de cabeza de parte de Draco, quién después desvió la vista. Sin embargo, Scorpius no podía apartar los ojos de los Weasley y los Potter. Allí, estrechando a quién seguramente era su madre, había una niña de cabellera carmín, tímidamente recogida en una cola de caballo, ojos verde esmeralda, tez blanca y lisa, una futura bruja de once años de edad, y también, la chica más hermosa que Scorpius, jamás había visto. Y por un momento, por un fugaz segundo, los grises ojos del joven Malfoy, y las pupilas verdes de Rose Weasley se fundieron en una mirada. Astoria, quien había descubierto a su hijo, rompió el hechizo, tirando con suavidad de la mano del infante.


    - Se hace tarde Scorpius….


    El hico, quién parecía recién levantado de un profundo sueño, dirigió su vista ahora hacia su madre, y preguntó adormilado.


    - Mamá… ¿quién es?


    - Nadie con importancia- La voz cortante de Draco, quién había presenciado toda la escena, dio fin a la conversación.


    La familia Malfoy se alejó cada vez más, hasta que los Weasley se perdieron en la niebla. El chico de ojos grises, se despidió de su padre y subió el primer escalón del expreso. Inexplicablemente, ya no estaba tan asustado. Entonces, su madre corrió hacia él y lo estrechó en un último abrazo que el niño correspondió con un nudo en la garganta. Y cuándo llegó la hora de separarse de los brazos de Astoria, esta llevó los labios al oído de Scorpius, y como despedida le susurró:


    - …Es Rose Weasley.






    La tiza se movía sola por la pizarra garabateando instrucciones para la transformación de una planta común y corriente en un gnomo de jardín. Los estudiantes, con la cabeza escondida entre las hojas de las macetas, cabeceaban tratando de mantener los párpados abiertos unos segundos más. El profesor Longbotton explicaba los peligros que puede presentar un gnomo de jardín recién transformado mientras todos sus estudiantes luchaban contra el sueño.


    - … Pero claro- Continuó Neville- Pasaremos a la práctica en equipos, pues si uno de los gnomos llega a morderlos, siempre tiene que haber alguien allí para ayudarles.


    A unos metros de allí, Rose miraba, cada cierto tiempo, con nerviosismo sobre su hombro, pues unos espacios más allá Scorpius Malfoy escondía la cara tras el libro de texto haciendo quien sabe que. Él día anterior, el Slytherin la había dejado plantada en su castigo y ella se había visto obligada a terminar su parte del trabajo. Decidida a contarle todo a Hagrid cuando este regresara, la muchacha aguardó al guardabosques media hora más, y cuando este llegó a su encuentro, no pudo. Simplemente no pudo, y eso no era normal, no en ella. Quería contarle lo que aquella víbora había hecho, y no pudo, cuándo Hagrid preguntó dónde estaba Malfoy, la respuesta que salió de su boca fue:


    <<Terminó antes. >>


    ¿Qué más podía hacer?, solamente obligar a Malfoy a disculparse, y sobre todo, explicar ¿por qué la había dejado allí plantada?,¿ por qué sabía su nombre?, ¿qué era lo que ella no sabía de él que tanto le preocupaba?.


    - …Broomlee, Dawson y Collin: equipo cuatro…emmm… señorita Greengrass con el señor Parkinson y Stuart, equipo cinco y Malfoy, Grint y Phely… digo… Pheleps: equipo seis.


    Neville sacó abruptamente a Rose de sus pensamientos mientras elegía grupos de tres alumnos para hacer la práctica de los gnomos. No lo estaba haciendo muy bien, ya que la mayoría de los integrantes de cada equipo se odiaban mutuamente y sin duda el metamorfoseo de una planta a una criatura mágica no sería el comienzo ideal de una “amistad”.


    - Bueno- Continuó el profesor- Si ya están todos, los quiero con sus equipos, rápido, tomen una planta y a trabajar.


    Al momento se le acercaron a Rose dos chicas de Slytherin (ambas con una cara de pocos amigos impresionante), y la chica de ojos verdes supuso que Longbotton le había asignado ese equipo mientras ella estaba hundida en sus pensamientos. De entre el barullo recientemente armado en el invernadero surgió una temblorosa mano que se alzaba pidiendo la palabra. Neville, quien estaba poniendo orden (o más bien, “tratando de”) vio al alumno quien pedía la palabra cinco minutos después de que este levantara el brazo.


    - S-si… ¿Qué ocurre Albus?- Preguntó el mago sosteniendo con fuerzas una planta mal transformada que trataba de salir huyendo de allí con un par de piernas diminutas sobresalientes de la maceta.


    - Olvidó asignarme equipo, profesor- Dijo Severus tímidamente.


    El maestro de herbología, visiblemente atareado y no de muy buen humor, prestaba mínima atención al Gryffindor ya que, la clase era un verdadero desorden.


    - Ammm… sí… sí… disculpa.


    - ¿Puedo unirme a Rose, profesor?- Se apresuró a preguntar Albus dándose cuenta de que Neville no iba a ser de mucha ayuda por sí solo.


    - ¿Qué?, ah, no, no, no, hay que… conocer gente nueva- "Denegó" el mago la propuesta asomando la cabeza entre las bancas buscando la maceta con pies. – Emmm… Potter, vas con Malfoy, Grint y… Phe… él.

    La chica vio como su amigo se unía, con la cabeza gacha, al grupo que se le había asignado. Pero de todos los alumnos inconformes en la clase, Scorpius les ganaba a los demás, y por mucho. El chico no soportaba verse rodeado de aquellos leones, ya que sus tres compañeros de equipo eran Gryffindors. Lo mismo le ocurría a Rose, pero al revés, las dos chicas que la acompañaban eran un par de víboras que se habían acomodado en sus sillas sin la menor disposición de comenzar la actividad.


    - Bueno…- La pelirroja comenzó a pasar las hojas de su libro tratando de llamar la atención de sus compañeras de equipo- ¿Les parece sí alguna de ustedes busca las instrucciones en lo que la otra me ayuda a transformar la planta…?


    Las Slytherin la observaron con atención por unos segundos, y después, sin dignarse a dar una respuesta, se voltearon violentamente cómo diciendo: “no pienso mover un dedo, te las arreglas sola pelirrojita”.


    Rose buscó la mirada de comprensión de Albus, pero este se encontraba distraído en su trabajo. La joven Weasley observó que Scopius estaba recostado en el respaldo de su silla dejando que los Gryffindor hicieran todo el trabajo.


    << Y no le dicen nada…>>


    Pensó la pelirroja, dándose cuenta, casi de inmediato, que no estaba en posición de criticar al equipo de Severus, ya que ella misma estaba haciendo toda la actividad totalmente sola.


    << Es distinto, ellos son tres contra uno, deberían decirle algo, por todo lo que causa, tiene bien empleada una reprimenda>>


    Se apresuró a “auto-defenderse”. Sin poder evitarlo, Rose le dedicó a Malfoy una mirada rencorosa, y sin embargo al voltear hacia el rubio platino, encontró que los ojos grises de este, estaban clavados en ella. Sintiéndose indefensa de pronto, apartó rápidamente la mirada clavando sus pupilas verdes en la planta.


    << Me estaba mirando, me estaba mirando…>>


    <<¿¡Y eso que importa Rose!?>>


    << ¡Me miró…!>>

    Sintiendo sus mejillas encendidas, la joven bruja agitó la cabeza y se dedicó a continuar su trabajo, pero pronto se dio cuenta, que no podría acabar tan fácilmente, pues al tomar la varita, sus manos temblaban, y al abrir la boca, no podía pronunciar el hechizo. ¿Por qué se había puesto tan nerviosa?.

    - No tiene importancia… es una maldita víbora cobarde, holgazana… - Se susurró a sí misma


    Y aún así, una frase flotaba en su mente sin tregua.


    << Me miró, me miró, me miró…>>


    El chico apretó aún más los dientes y escondió la cara bajo los mechones de cabello platino que caían por su frente. Lo habían descubierto, ella lo había visto mirándola.

    <<¿te estaba mirando, no?>>

    Maldita Weasley, maldita bruja hija de un traidor de sangre y una sangre sucia, maldita seas Rose. Tenía que aprender a ignorar esos impulsos, tenía que evitar mirarla, porque, ¿qué era ella para él?, ¿Qué era para un gran Malfoy?.

    Scorpius se odiaba, se odiaba cada segundo que la asquerosa Weasley cruzaba su mente, cada vez que la miraba, se odiaba cada día desde que tenía once años, desde que la vio por primera vez. Él estaba destinado a una bruja de clase, a una chica de buena familia, no a esa, esa… pobretona.


    << Por favor, es patética, nunca me podría llamar la atención alguien como ella>>


    Se trató de convencer a sí mismo observando a Potter y a los otros hacer el trabajo. Y no pudo evitar notar ,que un nudo se formaba en su garganta, una sensación parecida a la que da, cuando dices mentiras.


    - Sus labios son rosas… o coral… color cerezo- Se dijo a sí mismo en un tenue susurro.


    Y al momento, se sintió la persona más idiota del mundo.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  13.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Junio 2009
    Mensajes:
    167
    Pluma de
    Escritora
    Hallo!

    Siento no haberme pasado antes, la verdad es que me acuerdo que ví una alerta sobre tu fic, después no sé que paso, hasta hoy que me pregunte si ya habías actualizado, lo sé, esta memoria no es la mejor.

    Yendo al capítulo me gusto bastante, ese Draco que se trae??? Astoria bueno jamás me la imagine así, pero me ha agradado.

    ¡Qué lindo! Ambos deberían reconocer que al menos se atraen, pero claro, ¡hablamos de Rose y Scorpius! y eso es un punto muy importante, seguramente, quiero pensar que en algún día, si Scorpius sigue así, Rose le preguntara que se trae, o algo así.

    Por ahí, por ahí se te fue un errorcito, pobre Neville con los nombres, pobrecillo, por cierto Neville y Luna no paso nada entre ellos?
    Ahora solo queda esperar y ver como nace algo entre ellos.

    Saludos, cuidate :)

    P.D. 1 Espero el próx. capítulo.
    P.D. 2 ¡Pobretona eh!
    P.D. 3 Bye :D
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  14.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Hola!, No te angusties, mi memoria, da pena ajena, es como la de Doris (la pecesita de nemo). Hahahahaha, yo al principio tampoco, es decir, odio a Astoria por robarse a MI Draco, pero bueno, todo sea por el drama. Me encanta que te gustara. ¿Qué errorcito? 0.0. No, J.K. Rolling publicó el arbol genealógico de los Black además de información sobre las parejas e hijos de los personajes. Luna se casó con alguien más (no me preguntes quien) y tuvo una hija. Neville se quedó soltero y solo como profesor en Hogwarts :).
    Bye Bye
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  15.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4371
    Siguiente capítulo :), debo advertir, soy una Slytherin, mi personalidad macabra me obliga a dejaros con la duda xD


    Cap 5: Querido y dulce tormento.


    A las 5 de la tarde las últimas clases llegaron a su fin y los alumnos se despidieron de las aulas con un suspiro de cansancio colectivo. Las puertas del castillo se abrieron una por una escupiendo alumnos exhaustos que arrastraban los pies por los pasillos camino a sus salas comunes donde pasarían el rato hasta la hora de la cena. Tras los muros de Hogwarts un manto de nubes grises había tomado posesión del cielo y una violenta tormenta invitaba a estudiantes y maestros a resguardarse frente al fuego dejando de lado las obligaciones por tan solo una vez más.

    Como siempre Rose Weasley fue de las últimas en salir seguida por Albus Potter, quien, con un exagerado bostezo, se estiró cuan largo era tratando de desperezar sus entumecidas extremidades.

    - Todo por hoy- Celebró el joven Potter con una amplia sonrisa- Casi no hay deberes que hacer para mañana y dicen que vamos a tener una cena especial

    - A mí no me parece que el solo tener pasteles en el gran comedor sea “una cena especial”- Opinó la pelirroja acomodando los libros que llevaba en brazos.


    - No veas siempre “el vaso medio vacío” Rosie- Se quejó Severus de buena gana, utilizando el proverbio muggle que su padre empleaba casi a diario- Por eso dicen que siempre estás amargada.

    -
    No soy una amargada, soy realista- Objetó la bruja con una mueca- Y deja de hablar así, es como si estuviera con Hugo.


    - Vale, era una broma, me callo, me calló.

    En eso, el bolsillo de la capa de la chica comenzó a moverse y de este surgió una cabecita alargada que husmeaba el aire moviendo rápidamente una diminuta naricita rosada.

    - Desgraciadamente el día no termina todavía para nosotras- Le dijo Rose a su rata acariciándola detrás de las orejas- ¿No es así Honeymoon?

    - ¿Vas a hacer deberes o algo así?- Quiso saber Albus mientras alargaba la mano para tocar al roedor de su amiga.


    - Voy a arreglar un asunto pendiente- Respondió la pelirroja restándole importancia.


    Al observador mago no se le escapó que la bruja de ojos zafiro había dudado un poco al dar su respuesta. Aún así, decidió pasar eso por alto y siguió preguntando.

    - ¿Escolar?, ¿Vas a ir otra vez a hablar con McGonagall?

    - No, no… es otra cosa- Tartamudeó la chica, esta vez más insegura.

    - …¿Otra cosa?...- Albus comenzaba a oler algo raro en todo ese “asunto pendiente”.

    - Si, si… ¡bueno me tengo que ir Albus…disfruta tus pasteles!.

    Dándose cuenta que su agudo primo se terminaría percatando de algo, la pelirroja se despidió velozmente con un ademán y echó a correr con la sonrisa más inocente que pudo esbozar sobre su creciente nerviosismo.

    Rose se perdió de vista velozmente dejando al joven mago con las palabras en la boca y cada vez más confundido. Era verdad que Rose se había estado comportando extraño desde el incidente con las bludgers locas, pero Severus lo había atribuido a que estaba nerviosa por el hecho de haber sido castigada por primera vez en su vida. Ahora, comenzaba a sospechar que eso no era todo, que había algo más que la hermosa Weasley estaba escondiendo, y seguramente no era nada bueno. El joven Gryffindor se dio la vuelta y comenzó a andar con paso lento hacia su sala común perdiéndose en el mar de alumnos que llevaban la misma dirección.

    << Sea lo que sea que Rose esté tratando de ocultar, no voy a tardar en averiguarlo, después de todo, siempre ha sido muy mala para mentir>>

    Y con ese pensamiento decidió tratar de olvidar por un segundo a la pelirroja de grandes ojos verdes y disfrutar su tarde. Solo muy dentro de sí sabía, que Rose, no abandonaría su mente tan fácil, nunca lo había hecho.

    _*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*

    Creía haber visto una cabellera rubia dirigiéndose a aquel lado del castillo, aunque no estaba muy segura, y por un momento, pensó que tal vez era otra persona a la que estaba siguiendo.

    - No…no puede ser- Se dijo a sí misma en un susurro- Nadie es tan rubio y alto como él…

    <<¡Céntrate Rose!, ¡CÉNTRATE!>>

    La chica había decidido esperar hasta el fin de clases para interrogar a Malfoy de una vez por todas. Aunque le costara admitirlo, tenía muchas dudas en la mente como para poder dormir tranquila aquella noche, ¿Y quién mejor para aclara esas dudas que el mismo que las había ocasionado?. Decidida a alcanzar al Slytherin, la pelirroja comenzó a correr por los pasillos cruzándose ocasionalmente con algún alumno al que tenía que esquivar violentamente murmurando a su paso: “perdón, lo siento…”

    Cuando llevaba casi cinco minutos corriendo y sus jadeos le anunciaban que estaba a punto de caer por el esfuerzo decidió parar para recargarse contra la pared de piedra a calmar su respiración entrecortada.

    - Ojalá además de encontrar pasadizos secretos también supieras encontrar gente. – Le dijo Rose, ya más calmada, a Honeymoon , quien había sido molestada por todo el ajetreo y ahora se asomaba por el bolsillo mirando a su dueña con un dejo de reproche en los ojitos negros.

    Se comenzó a escuchar el eco de unos pasos golpear contra el suelo de piedra y la chica se volvió para ver de quien se trataba. James Potter, vistiendo con su uniforme de quidditch y cargando con una mano la escoba le dedicó una amplia sonrisa. De detrás del mago surgió otra figura masculina; Su cabello pelirrojo estaba enmarañado y su cara presentaba varios raspones. Aún así, Hugo sonreía ampliamente con un brillo de ilusión en sus grandes ojos.

    - ¿Cómo estás Rosie?- Saludó James

    Antes de que Rose pudiera responder, Hugo adelantó a James y apartándose los mechones pelirrojos del cabello gritó

    - ¡Lo he conseguido Rose!, ¡Estoy en el equipo!

    La chica no se había percatado en que su hermano sostenía entre las manos un pedazo de tela roja que el chico extendió para que su hermana pudiera ver mejor. El nuevo uniforme de Hugo llevaba gravado en la parte de atrás: “WEASLEY 13”, exactamente igual que el de Ron.

    - ¿No es sensacional?- Celebró el mago estrechando su capa como un niño con un juguete nuevo.

    - Si, maravilloso, felicidades- Sonrió la bruja no tan entusiasmada como su hermano.

    - ¿Quién diría que Hugo sería tan buen guardián?- Dijo James estrechando a su primo en un afectuoso abrazo.- Es que no hay mejor combinación que los Weasley y los Potter.

    Rose no estaba de humor para hablar de Quidditch, y siendo sinceros, cuando James y Hugo estaban juntos era difícil que hablaran de otra cosa. Resignada, decidió iniciar otro tema de conversación antes de “escaparse” de algún modo.

    - Entonces… James, Hugo… ¿Qué tal su castigo?

    Hugo dejó escapar un sonido parecido a un bufido cuando su hermana mencionó el tema.

    - Horrible, aún sigo soñando con trofeos de tantas veces que los pulí, además, los de Slytherin no querían hacer nada. Longbotton tuvo que interferir varias veces para que ayudaran…

    - …Y como siempre, Malfoy, mofándose de la situación con esa actitud de “estatua de cristal super frágil” – Continuó James alzando los ojos al cielo- ¿No te estará molestando verdad Rosie?

    La chica no pudo evitar mostrarse sorprendida por la pregunta, o quizás porque no estaba prestando mucha atención al relato de los jóvenes magos. Desde aquel castigo que había compartido con la víbora de cabellos platinos, cada vez que escuchaba “Rosie”, se acordaba, muy a su pesar, de Scorpius llamándola así. Y peor aún, se acordaba de cómo se había sentido, porque, además de la humillación, le había ¿gustado?.

    - Mo-molestarme… No, en absoluto.- Tartamudeó la chica de cabellos cobrizos, aún en su mundo.

    - Ah, menos mal, el otro día no paraba de hablar de ti- Dijo James, restándole importancia- Ya sabes, pensé que por haberlo lastimado con la bludger y todo eso quizás quería desquitarse, pero es bueno saber que no ha hecho anda aún.


    Por más que quiso, la Gryffindor no pudo responder. Era como tener un enorme nudo en la garganta del que era incapaz de librarse. Sentía como sus mejillas se calentaban sin poder hacer nada para evitarlo, y de pronto, se descubrió sintiéndose como la chica más feliz del mundo. ¿Por qué?, ¿por qué? ¿Por qué, por qué, por qué?

    Y de pronto allí estaba, tras su primo y su hermano la chica pudo ver a Malfoy, con su paso elegante, su porte perfecto. No había duda de que era él, su túnica se movía tras sus pasos y los mechones de cabello platino le caían el rostro. ¿A dónde iba?. Giro a la izquierda… subiendo los escalones… a la sala común de Slytherin.

    <<Debo alcanzarlo antes de que llegue>>.

    Rose no contaba con encontrarse a Scorpius allí, no contaba con nada de lo que había ocurrido.

    - Bueno, chicos…- Rió la bruja, con los nervios a flor de piel- ¿Qué tal si hablamos luego?, quede con… la profesora Trelanwey para unos asuntos.

    - ¿Qué cosas?- Quiso saber Hugo- Tú ni siquiera tomas adivinación.

    - No,no… es solo, que me pidieron que la ayudara a organizar sus… bolas de cristal…

    - ¿Organizar sus bolas de cristal? – James arqueó la ceja derecha en señal de confusión.

    Malfoy se alejaba cada vez más y con cada paso que daba, los impulsos de la chica crecían, haciendo que quisiera salir disparada de allí. Se sentía feliz, nerviosa, con el estómago revuelto y con mil y un dudas revoloteando por la mente. Y no sabía el por qué.

    - Sí, no sé, ya saben que ella ha estado siempre… un poco “chiflada”.- Se apresuró a contestar Rose mientras jugaba nerviosa con sus manos.

    Y sin poder aguantarlo más, sabiendo que si la seguían interrogando terminaría diciendo todo, se despidió rápidamente y abandonó a los Gryffindor sin darles la oportunidad de protestar o incluso despedirse ellos también.

    - ¡Los veo en clase mañana!, ¡escríbele a mamá Hugo!...

    En tan solo unos segundos la chica se perdió de vista y lo último que se vio de ella fue la punta de sus cabellos cobrizos al girar una esquina.
    - Cómo se nota que es una chica…- Se quejó Hugo- Cada día está más extraña.

    - Déjala ya- Se desinteresó el capitán del equipo de quidditch- Seguro se pone nerviosa porque los exámenes son en… ¿dos meses?

    Ambos rieron de la gracia de James y retomaron su camino a su sala común para que el pelirrojo pudiera enseñar su nuevo uniforme. Y aún así, el buscador de Gryffindor no pudo evitar preocuparse, clavando sus ojos castaños en el lugar por donde había desaparecido su prima y diciéndose que, era verdad, estaba más extraña que de costumbre, y aunque se lo quería sacar de la mente, le había parecido que su prima, antes de ponerse así de nerviosa, estaba mirando a Scorpius Malfoy.



    Rose sabía que sí le perdía el rastro al Slytherin, también perdería su oportunidad de hablar con él, así que se tenía que apresurar para alcanzarlo antes de que este llegara a su sala común.

    Viendo los pasillos parcialmente desiertos, decidió acelerar el paso. Y tan distraída estaba, que no se dio cuenta cuando el profesor Binns, quien era el fantasma que enseñaba Historia de la magia, apareció frente a ella al pasar a través de una pared. El resultado fue que la pelirroja lo atravesó limpiamente, y no se percató de eso, hasta estar dentro del ser etéreo y sentir como si le hubieran echado un balde de agua fría en la cabeza (todo aquel que alguna vez atravesó un fantasma sabe que la sensación no es nada agradable).

    - No se corre en los pasillos Weasley, no me obligue a quitarle puntos – Dijo el espectro con su habitual tono sepulcral y prosiguiendo su camino sin inmutarse.

    Después de eso, la chica solo andaba con un paso acelerado, como si tuviera prisa (que así era), y al llegar frente a unas escaleras, por fin lo vio. Estaba tan solo a un par de metros de ella. La joven de pelo cobrizo de percató de que el retrato para entrar a la sala común de Slytherin estaba en ese mismo pasillo frente a las escaleras, tenía que darse prisa. Subió los escalones de dos en dos hasta que se vio cerca del mago con cabellos platinos. No calculó bien la distancia, y cuando quiso parar, por poco se tropieza, lo único que logro fue jalar de la manga al Slytherin (quizás de una forma bastante violenta) para llamar su atención.

    - ¡Malfoy!- Gritó jadeando

    El chico la volteó a ver sorprendido, pero su expresión cambió rápidamente a su habitual mueca de desprecio cuando la reconoció, y apartó su brazo de un tirón.

    - ¡Weasley!, ¿Qué quieres?.

    La joven estaba segura de que el chico sabía que lo estaban siguiendo, primero porque de seguro había armado un escándalo con el regaño del profesor Binns, y segundo porque llevaba todo el camino jadeando. Le quitó importancia a eso y se conformó con pensar que quizá no era tan ruidosa como pensaba.

    - Tenemos que hablar.. Malfoy- Jadeó con la mano en el pecho.

    - ¿Tú qué quieres hablar con migo, eh, cabeza de zanahoria?- Ofendió el muchacho sin saber muy bien cómo reaccionar.

    - Tengo preguntas- Aclaró ella, recuperando la respiración y apenas ofendida por la referencia a su cabello- Y me debes respuestas Malfoy.

    La Gryffindor sabía qué clase de chico era Malfoy, sabía que no iba a ser fácil hablar con él, y sabía que los insultos estarían bastante incluidos en el vocabulario de su conversación, quizás por eso, no se esperó la respuesta de la serpiente.

    - ¿¡Qué…!?.. Uff…Pero… no aquí Weasley.- El chico de ojos grises pareció resignarse demasiado rápido, y por más que Rose buscara una explicación a su comportamiento, no lo encontraba.

    Como dando a entender que lo siguiera, Scorpius echó a andar lejos de la sala común de Slytherin, y la joven de ojos verdes no tuvo más remedio que seguirlo mientras se secaba el cerebro buscando el porqué.


    La había escuchado detrás de él, pero se resignó a pensar que quizás solo iban en la misma dirección. Volteó varias veces y ella seguía detrás de él. Sin saber muy bien porqué, aceleró el paso, hasta que ella gritó su nombre. Sintió el tirón en su túnica y se volteó para decirle que se alejara, que lo dejara en paz. No pudo, no pudo porque se topó con unos grandes y brillantes ojos verdes, los ojos más hermosos que jamás había visto, y, además, después de tantos años, esos ojos seguían siendo exactamente iguales a aquella vez en la plataforma 9 ¾, hacía cinco años atrás. Por un momento se quedó sin habla, sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo y entonces, lo recordó. Recordó quien era ella, Rose Weasley, la sangre-sucia, la pobretona, la rata de biblioteca.

    - Tenemos que hablar.. Malfoy

    El joven, ya libre del hechizo que lo había aprisionado, apartó su mano de mala gana. Tenía que evitar cualquier contacto con ella, si no… él sabía lo que podría ocurrir.

    - ¿Tú qué quieres hablar con migo, eh, cabeza de zanahoria?

    Hacía ya tiempo que había aprendido a no llamar “sangre-sucia” a nadie, aunque fuera lo que realmente pensara. Tenía que insultarla de algún modo, si no, dejaría de ser él, si no lo hacía, perdería el único escudo que le quedaba, lo único que lo mantenía a salvo.

    - Tengo preguntas- Parecía no haber notado su insulto, y eso enfurecía a Scorpius - Y me debes respuestas Malfoy.

    Mil frases cruzaron su mente a la velocidad del rayo, todas ellas despectivas, todas una promesa de dañar a la bruja que se paraba frente a él y que osaba exigirle algo. La miró con odio, con la mirada de odio más profunda que pudo dirigirle, pero, ya no fue igual, porque ya no sentía aquel odio. Repasó mentalmente todo lo que su padre le había enseñado de los Weasley, todo lo que realmente eran. No servía de nada. Y se odiaba, se odiaba profundamente por no poder detestarla. Si su padre supiera lo que pensaba, ¿qué diría de él, un Malfoy, su propio hijo?. El simple hecho de pensar así de una Weasley debería avergonzarlo profundamente.

    <<Es tan hermosa, ¿no es así Scorpius?, sus ojos, sus labios, incluso su cabello, toda ella es perfecta…>>

    <<No, no, ¡NO!>>

    El Slytherin apretó los dientes tratando de acallar esa voz interna que llevaba molestándolo así cada día, cada vez que se descubría pensando en ella. Y sabía que estaba mal, sabía que esos pensamientos no debían tener lugar en la mente de alguien como él, de un Malfoy, una víbora despiadada. Una parte de él trataba de sobreponerse mientras que la otra tomaba posesión de su mente y su cuerpo.

    - ¿¡Qué…!?.. Uff…Pero… no aquí Weasley- Habló la parte de Scorpius que había obtenido la victoria.

    Había perdido, había perdido contra sus impulsos. Al escuchar su propia voz, no se pudo creer que el que hablaba era él, porque jamás había tratado así a nadie, jamás se había mostrado tan, ¿blando?. Miró de reojo al final del pasillo donde descansaba el retrato que daba la entrada a la sala común de Slytherin. Había tenido demasiada suerte de que ninguno de sus compañeros hubiera pasado por ahí. Si lo hubieran visto hablando con ella, con una Weasley sangre sucia-come libros, con la persona que juntaba todas las cosas que él detestaba… Se obligó a no pensar en eso y recorrió pasillos y pasillos hasta encontrar algún lugar que le pareciera bastante seguro para mantener una conversación sin que nadie los pudiera descubrir.

    <<¿Sabes que te estás jugando toda tu reputación Scorpius?>>

    << Oh, claro que lo sabe, lo que no entiende es el porqué>>

    Escuchaba el eco de los pasos de la pelirroja tras de él y trataba de ignorar las miradas curiosas que les dirigían los retratos. “¿A dónde irían juntos un Gryffindor y una Slytherin, peor, un Malfoy y una Weasley?”. Terminaron acercándose a la torre de astronomía, pues Scorpius sabía perfectamente que ningún alumno se acercaría allí cuando las clases habían finalizado. De camino, se cruzaron con el barón sanguinario, el fantasma de Slytherin, y cuando se apartaron para no atravesarlo, este observó a Malfoy con la mirada más reprobatoria que un fantasma puede dirigir con sus etéreos ojos. El rubio finalmente se detuvo tras un pilar en las escaleras que llevaban a la torre y se volteó en seco, como indicándole a la joven de cabellos cobrizos que comenzara a hablar. Pronto se arrepintió de tan “caballerosa” acción con “aquella persona” y se mordió el labio inferior repitiéndose.

    <<Esto no es parte de ti, tú no eres así…>>

    - Mira que te tardas en decidir- Se quejó Rose- Menudo paseo de diez minutos que nos hemos dado….

    - ¿Vas a hablar o no?

    Scorpius cortó a la chica bruscamente, adoptando un tono seco y brusco que utilizaba para sentirse superior. Estaba molesto, estaba molesto porque debería no soportar la compañía de la pelirroja, y al contrario, no le molestaba. Se odiaba porque mantenía una lucha interna, una lucha donde sus valores, enseñanzas, impulsos y pensamientos sagrados se enfrentaban cara a cara. Todo por la culpa de la maldita sangre sucia que se ceñía frente a él. La maldita, cabezota, pobretona, traga-libros, pero, a su pesar (y aunque se negara a admitirlo), muy, muy hermosa Weasley

    - No tengo todo el día- Continuó el rubio- No tengo porqué estar aquí, hablando contigo, y sin embargo lo estoy, así que inicia de una buena vez.

    Rose supo que no mentía, así que tomo aire sabiendo que eso iba en serio. Jamás se había parado a pensar como plantearle a Malfoy todas las dudas que tenía y el porqué merecía y exigía una respuesta. Palpando el terreno de la conversación a ciegas, tomó una bocanada de aire. Sintiendo su corazón a mil por hora, el estómago revuelto y las mejillas encendidas, inició. Pensando en porqué aquellos ojos grises clavados en ella, le parecían la cosa más hermosa del mundo.
     
  16.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Junio 2009
    Mensajes:
    167
    Pluma de
    Escritora
    ¡Hola!
    Cómo estás? Yo estoy aquí re portándome.

    Te pido mil perdones porque ya releí el capítulo anterior varias veces y no encuentro nada, así que mil disculpas :)
    Sabes? Adoro como escribes. Dejando a un lado los saludos, perdones y adulaciones, el capítulo estuvo interesante, pero yo tengo una duda:

    <<Quién y qué es Honeymoon>>

    Pobre Rose, no sabe mentir (ya somos dos, aunque a mi me da un ataque de risa), no se si sea mi mente o es en verdad, acaso Severus (si mal no recuerdo) siente algo por Rose? Digo pues cuando finaliza esa parte dice que "nunca lo hacía" me da a pensar que hay algo.

    Y Scorpius, dios mio, debe ser un remolino su interior, hace lo que no deberia hacer pero tiene que sincerarse: siente algo por Rose, por eso no puede dejar de pensar en ella.

    ¡Claro, el orgullo Malfoy saliendo a rescatarlo!

    No se puede evitar lo inevitable, así que de una u otra forma acabaran juntos, claro, falta ver si no abra parte amarga (que yo creo que sí) y por último, ver si el destino (y sus padres) los dejan estar juntos.

    Besos & abrazos Soul (aunque tu seas Slytherin y yo Gryffindor)

    Nos leemos Cariño :)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  17.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Hola, hola!. No hay de que disculparse!. Yo adoro cómo escribes tú, ¡tienes una manera increíble de describir situaciones!. Hahahahaha, es la rata de Rose, sale en el primer capítulo. Blanca con manchas negras, y dado que es una rata mágica, tiene el talento de encontrar pasadizos secretos además de que viven bastante. (Así se describen en Harry Potter 3, el libro). Hahahahaha, ya somos tres, doy pena ajena mintiendo, bueno, a veces... luego puedo ser inesperadamente creíble. ¡No te voy a responder la pregunta :)! (aunque creo que por esa frase es sumamente obvia),ese tema entre Rose y Severus es uno de los nudos que se va a formar conforme avance la historia, jijijijiji creo que ya te has de saber la respuesta a si él siente algo por Rose, debido a que lo que te acabo de decir (o escribir) lo pone un tanto claro hahaha.
    Hehehehe el orgullo Malfoy traspasa fronteras (¿así se dice 0.o?)
    La verdad es que una relación como la suya, además de ser casi imposible, tampoco debe ser bien aceptada en sus círculos (cofcofRoncofcof).
    Ya sabes, mil y un gracias por leer y comentar, hahahahaha si no contara con tu opinión en cada cap moriría en este foro. Este fic es más popular en potterfics.com (donde también lo publico) xD


    Besooootes Dann, me gustaría leer algo tuyo, por favor dime si inicias un fic o subes algo, lo que sea ;).
    ByeBye
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  18.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    2717
    Cap 6: Contacto Prohibido

    La noche se había hecho presente en su mayor esplendor. Solo el fantasmal palpitar de las velas alumbraba los pasillos del imponente castillo proyectando sombras espectrales en los numerosos muros de Hogwarts. Eso, (más los gritos de los prefectos) era considerado por los alumnos, una silenciosa alarma, o más bien, aviso, para abandonar lo que estuvieran haciendo, y dirigirse a la cama lo antes posible, si no querían meterse en un lío. Así, poco a poco, los pasillos se quedaron desiertos, el gran comedor quedo ocupado, solamente, por algunos rezagados quienes terminaban su cena rápidamente mientras los maestros llamaban a los estudiantes que seguían merodeando a las afueras del castillo.

    Rose observó su alargada sombra en el suelo, mientras esta temblaba al compás de las débiles llamas, las cuales parecían bailar en la consumida cera de las velas que las alimentaban. Su reloj interno le avisaba que era casi hora de acostarse, y que pronto los profesores darían inicio a sus merodeos por el castillo, buscando algún estudiante fuera de la cama, como un lobo hambriento busca carne fresca. Pero frente a la joven de tez pecosa, se erguía un rubio de porte orgullosa, quien mantenía los brazos cruzados y los ojos inexpresivos, como esperando una respuesta, de un tema muy serio. La pelirroja comprendió, que si se marchaba ahora con alguna excusa como: “lo siento, es tarde, debemos ir a la cama”, seguramente Malfoy se negaría a volver a mantener aquella conversación aunque ella insistiera.

    << Ahora o nunca>>

    La Gryffindor comenzó a hablar rápidamente, escondiendo su mirada como si el hecho de no ver la cara del Slytherin hiciera el asunto más fácil y llevadero. Pronto se vio interrumpida por el joven mago quien había adoptado una mueca que estaba entre el asco y la confusión y daba la impresión de haber sido arduamente practicada varias veces.

    - Desátate la lengua Weasley y hazme el favor de hablar más lento.

    Rose volvió a respirar con fuerza, frustrada, pues jamás había consentido que nadie le hablara de aquella forma y menos por su forma de hablar. Pero había que admitir, que ni ella estaba entendiendo lo que decía.

    - Lo que ocurre Malfoy – Inició esta vez, más lentamente- No entiendo como sabes mi nombre y “diminutivo” si jamás nos hemos hablado, encima, te cubrí cuando te largaste en nuestro castigo, y todavía no escucho un “gracias” de tu parte, y….

    - ¿Eso es todo?- Reprochó Scorpius alzando una ceja- Si me quieres hablar con tal gravedad deberías procurar que por lo menos, fuera algo con una mínima importancia.

    - ¡Es algo con una, “mínima importancia”! – Objetó Rose molesta.

    Aunque no lo quisiera admitir, la pelirroja se sorprendió a sí misma, cuándo descubrió que todas sus dudas, expresadas en voz alta, eran ridículas, sin importancia. Mientras que, todos aquellos días al formularlas en su mente, parecían la cosa más seria e importante que jamás le hubiera ocurrido. Quizás nuestros problemas pierden importancia cuando los alejamos del drama en nuestra mente, y los pronunciamos al mundo en voz alta.

    - No, no lo es. Mira, tengo que lidiar a diario con tu primo James- Mintió Scorpius Malhumorado- Por supuesto que sé tu nombre. Por cierto, deberías pedirle a tu hermano que baje su tono de voz, por eso sé cómo te llaman tus familiares. Y dejar el castigo fue mi decisión, ¡nunca te pedí que me cubrieras!, ¡no te debo nada!, ¿quieres delatarme?, adelante, ¡ve con tu amigo el gigante ese y dile!.

    Las respuestas eran tan obvias, que Rose no sabía cómo no había sospechado que así fueran. Lo que decía era verdad, y en aquel momento se sentía tan idiota por haber dotado de una complejidad tan grande a algo que no poseía ni la mitad. Se sentía herida en su orgullo, ¿por qué le dolía tanto lo que él pudiera pensar de ella, o lo que le dijera? Buscó rápidamente alguna salida, algún argumento, algo para atacarlo también.

    - ¡Entonces deja de mirarme! – Gritó fuera de sí.

    La acusación tuvo un efecto inesperado en Scorpius, quién, se quedó inmóvil por un momento, y a la pelirroja le pareció, que su tez se ponía aún más pálida, como la de un fantasma. Aquello no duró mucho, pero sí lo suficiente para darle una pista a la Gryffindor de que había dado en el clavo, y no sabía porque. Así que cuando el regresó el ataque, ella ya sabía cuál sería su defensa.

    - ¡Eso no traga-libros!, ni en tus más profundos sueños yo te podría…

    - ¡Te veo cada vez que compartimos alguna clase!, siempre que volteo allí estás tú, ¡no sé el porqué y créeme que no me interesa, pero haz el favor de dejarme tranquila de una vez!.

    Y al pronunciar esas palabras, Rose no sintió la superioridad que esperaba, no se llenó de aquel sentimiento de victoria ni mucho menos. Todo lo que sintió, fue culpa y mucho, mucho dolor. De aquel dolor que se siente, solo cuando sabes que dañaste, a alguien muy, muy importante.

    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

    Dicen que el corazón piensa por sí mismo, incluso existen individuos que aseguran que el corazón puede llegar a reinar sobre la mente. Algo que poseemos todos los humanos, es el sentido común; Nos han enseñado a reconocerlo, a seguirlo, pero también a ignorarlo. Por encima del sentido común se colocan las enseñanzas, enseñanzas de cómo comportarnos, hablar, actuar, en ocasiones, incluso de cómo sentir. Simples lecciones que, para alguien normal, han sido inculcadas por sus padres, hermanos, amigos, tutores. Y en otros casos, ha sido la vida y el frío roce de la experiencia propia, la que ha sido la encargada de darnos esas enseñanzas. El sentido común, no siempre acierta, aquellos que lo siguen sin vacilar, son casi siempre los llamados impulsivos o tontos. Se dice que si se hace caso a la enseñanza, se es inteligente, pero no es cierto. Nadie recibe las mismas lecciones, y lo que para unos es correcto, para otros puede parecer un acto de locura. Ningún humano es igual al otro, ninguno piensa de la misma forma y jamás se pueden tener totalmente satisfechos. Pero hay una cosa que los iguala y que es totalmente cierta. Todos los humanos, sea consciente o inconscientemente, alguna vez han puesto el orgullo, por encima de todo. A aquellos a los que el orgullo los controla constantemente, casi siempre están perdidos. Y aún así, hay gente que sabiendo todo eso, insiste en que, cuando se es necesario, el amor se impone ante todo eso, incluso el orgullo. Dota de nueva importancia a ciertas reglas y escribe nuevas. Aquellos que piensan, que el amor triunfa siempre por encima del sentido común, las enseñanzas y el orgullo, se les llama sabios.


    Una vez más, su orgullo le había jugado una mala pasada. Era culpa de aquella maldita superioridad que vivía en él desde que tenía memoria. Aquel poder quizás inexistente, que lo hacía sentirse poderoso, inalcanzable, invencible, y a veces, invisible. Se había dejado convencer por la voz de su orgullo y le había restado importancia a aquello que sentía y que sabía incorrecto. Se había repetido una y otra vez, que aquella ingenua Weasley no merecía ni saber su nombre, que el repentino interés que se había despertado por ella, era tan solo un odio incontrolable a todo lo que ella era. Después de mucho tiempo tratando de controlarse, se había permitido mirar a la pelirroja con lo que el calificaba y reconocía como “superioridad”. Y así seguía siendo, ¿no?, él era, en todos los aspectos, superior a ella. Pero jamás le había ocurrido eso, porque al escuchar a aquella maldita sangre-sucia decir todo lo que él ignoraba en voz alta, los sentimientos retenidos y ocultos habían cobrado fuerza, y ahora se mostraban jugando con su máscara de fortaleza. Una nueva voz se materializaba en su mente, y gritaba sin parar, que aquellos ojos con los que miraba a la joven Weasley, no eran ojos de odio, superioridad o mucho menos, que la razón por la que la bruja de cabellos carmín ocupaba sus pensamientos más de lo que debería, no era porque la detestara más que a nadie, era por algo muy, muy diferente.

    _*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_*_


    - ¡Te veo cada vez que compartimos alguna clase!, siempre que volteo allí estás tú, ¡no sé el porqué y créeme que no me interesa, pero haz el favor de dejarme tranquila de una vez!

    Esas palabras llegaron a Scorpius acompañadas de una aguda punzada en el vientre. No era por la vergüenza de aquellos sentimientos que se mostraban en su mente, no era por el enojo de que alguien se atreviera a hablarle así. Por unos segundos eso no importó, lo único que pudo sentir, muy a su pesar, fue un intenso dolor, por lo que ella le estaba diciendo.

    Y entonces, sus inexpresivos ojos grises brillaron con la ira más fuerte que jamás había sentido y su orgullo dañado tomo forma en su rostro.

    - Nadie en su sano juicio, jamás se interesaría en ti. Eres una rata Weasley, una sangre-sucia que no merece ni haber nacido. – Atacó Scorpius con los puños apretados y con un enorme nudo en la garganta.

    - ¡Pero yo te intereso! – Rió Rose.

    Al momento, la pelirroja se descubrió a sí misma en la actitud más ruin que jamás había adoptado, por un momento, fue ella la víbora, y no Malfoy. Ella no pensaba que el chico se interesaba en ella, pero aquella que había gritado, simplemente no había sido Rose, había sido una parte de su interior, una parte que estaba dañada por el rubio, pero aún así muy segura, era la única parte de su mente que le había encontrado explicación a todo eso.


    - …Como te atreves…

    El Slytherin susurró entre dientes, tratando de impregnar de veneno cada una de sus palabras, tratando de que cortaran a la Gryffindor como puñales de hielo. Y en lugar de eso, las palabras que pronunció estaban cortadas, y no eran más que un gemido lastimero. Jamás, jamás le había ocurrido aquello, era la vergüenza de todos los Malfoy, ¿Qué diría su padre si lo viera?. Indefenso, dolido, frente a esa… bruja. Sintió como el nudo en su garganta se hizo más grande y apretó los dientes hasta que le dolieron tratando de controlar todo eso. Porque muy en lo profundo, sabía que lo que Rose acababa de decir, era verdad.

    La chica quería retractarse, quería pedir perdón, porque aquella víbora que había hablado, no había sido ella. Malfoy se erguía con los puños en tensión y la mandíbula apretada. Seguro solo se estaba conteniendo para no sacar la varita. Y entonces, Rose lo miró a los ojos, tratando de decirle que había hablado sin pensar. Y no vio odio contenido, no vio ira en aquellos ojos grises. Lo único que vio, fue un brillo de dolor, un dolor tan real, que parecía imposible que una serpiente orgullosa como Scorpius Malfoy, fuera el dueño de aquellos ojos. Sintió como algo cambiaba dentro de ella, sintió como todos los sentimientos de enojo desaparecían de golpe, dejando solamente un sabor amargo a culpa, y un dulce tacto que no había experimentado antes. El chico que estaba delante de ella, no era la víbora sin sentimientos que ella conocía, no era el Scorpius Malfoy que demostraba tener un corazón de piedra. Embriagada por aquellos nuevos sentimientos, dio un paso adelante, él solo la seguía observando fijamente, con aquel brillo en sus grandes pupilas, sin saber qué hacer. Su cabello platino le caía en mechones sobre la amplia frente decorando su pálido rostro de fraccione finas y elegantes. Y entonces, como un acto de arrepentimiento, como muestra de perdón, y quizás algo más, Rose se acercó a él.


    Sabiendo que se arrepentiría cerró los ojos y llevó sus labios al encuentro de los suyos. Sintió el tacto de Scorpius, sintió los labios del chico. Estaban fríos, y eso era, inesperadamente, muy agradable. Él no correspondió el beso, pero tampoco hizo nada para evitarlo. Por aquel fugaz instante, las cosas parecieron muy claras. Se llenó de la dicha que se siente cuando haces algo que llevabas tiempo deseando, solo que sin saber que lo querías. El daño estaba hecho, ya no había vuelta atrás. La joven pelirroja, dejándose llevar por aquella dicha que la inundaba y embriagada por aquel nuevo sentimiento, enrolló sus brazos por el cuello del Slytherin en un intento por acercarse más a él. Y entonces ocurrió algo inesperado para la bruja. El mago comenzó a corresponder el beso, primero lento, moviendo los labios torpemente, y luego más rápido. La Gryffindor sintió como las delicadas manos de Scorpius llegaban a su espalda y la atraían más a él, profundizando el beso. Los dos dejaron de pensar por un instante, y se dejaron absorber por aquel beso robado, pero muy, muy esperado.
    Cuando finalmente se separaron ambos lucían las mejillas encendidas y jadeaban entrecortadamente. La magia llegó a su fin y el abrazo se terminó más bruscamente de lo que debería. Por unos segundo se observaron, ninguno de los dos sabía qué hacer ni porqué habían hecho lo que habían hecho. Aún así, seguían sin tener la mente muy clara. La pelirroja pareció volver a la vida, y sus ojos se abrieron de par en par, como si acabara de ser consciente de lo que había hecho (que así era). Sentía las lágrimas queriendo aflorar y sabía que no importa cuántas veces se maldijera, jamás sería suficiente.

    <<¿Por qué lo hiciste Rose?>>

    Y presa del pánico, arrepentida, furiosa, asustada. La pelirroja echo a correr lejos del joven mago de ojos grises. Corrió sin dirección hasta que no pudo más, hasta que las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas y hasta que el sentimiento que le gritaba que debería matarse allí mismo se hizo insoportable. Dejó al no menos confundido Scorpius solo en aquel pasillo, con el sabor de sus labios aún en su boca y las llamas danzarinas encerrándolo en su círculo de sombras, donde no comprendía nada.



    Espero les haya gustado, si no es así, por favor díganmelo para que así lo reescriba o cambie un par de renglones.Una última cosa, me han corregido ya varias veces, que debo usar guión largo para los diálogos, y por más que busco como se hace, no puedo. ¿Alguién que tenga laptop me explica cómo?
     
    • Me gusta Me gusta x 2
  19.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
    Miembro desde:
    4 Junio 2009
    Mensajes:
    167
    Pluma de
    Escritora
    ¡Hola Soul!

    Este capítulo es, hasta ahorita, uno de mis favoritos.
    Fue en realidad mágico lo que sucedió entre ellos pero a la vez tan irreal y tangible, me entiendes? espero que sí.
    Realmente no tengo palabras, lo que expresaste en este capítulo fue impresionante, el pensar de Malfoy, el sentir de Rose, el beso, estuvo, a mi parecer, muy bien redactado.
    Impresionante, es una tentación prohibida.

    Respondiendo a tu pregunta no tengo idea, pero puedes hacerlo colocándote en Insertar, hasta el final de la derecha hay una opción que dice Símbolo, ahí lo puedes encontrar, ojala te sirva.
    Me encanto el capítulo cariño :)

    Me despido diciéndote que me pareció espléndido y hermoso en toda la extensión de la palabra.
    ¡Besotes y abrazotes Soul!

    Nos leemos :)
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  20.  
    TheVictimSoul

    TheVictimSoul Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    15 Julio 2011
    Mensajes:
    103
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Así de leve es la ilusión [Rose Weasley x Scopius Malfoy]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    2802
    Cap 7: Aquellos vientos que no son dóciles

    Un amante abandonado es quizás lo más triste y brillante que jamás tengas la oportunidad de ver. Quién ama de verdad, encuentra que siempre estuvo incompleto. Se da cuenta de que jamás fue feliz de verdad, no hasta que conoció a aquella otra persona, quien se convierte en parte de su alma y completa, hasta ese momento, su vergonzosa existencia. Quién no ha amado de verdad, y perdonen que les diga así lo que todos sabemos cierto, tiene una vida con un valor casi nulo o quizás inexistente. Uno no comienza a vivir, hasta que ama, uno no se da cuenta de la ignorancia de su propia vida, hasta que deja de ser amado. Y es entonces cuando uno se pregunta, “¿Cómo puede ser tan feliz sin ti?” El perder el amor es cómo perder un brazo, un día es arrancado de ti y de pronto tu vida ya no es la misma. Por eso un amante abandonado es quizás la cosa más triste que pueda existir. Pero la mente enamorada, parece despertar de un letargo del que nunca se había percatado. Los amantes escriben los mejores poemas, componen las más tristes y hermosas canciones, los amantes son grandes genios sin darse cuenta. Y no hay que confundir esto con un amor absurdo, con una obsesión que no conoce límites, donde serías capaz de todo, con tal de sentirte amado. Se confunde constantemente, pero eso no es amor. El verdadero amante, solo quiere la felicidad de quien ama, el verdadero amante, es feliz observando a su amada disfrutar su vida, aunque no sea con él. El verdadero amante, casi siempre es quién no se da cuenta, de que está enamorado.

    *************************************************************************************************

    Había comenzado a llover desde hacía casi media hora, el cielo se cubría de una capa gris y lechosa que significaba más lluvia, quizás diluviara toda la noche. En las ventanas del castillo no se veía luz, todo el mundo dormía y solo la temblorosa llama de una vela demostraba que McGonagall seguía despierta en su despacho, garabateando con su elegante letra en largos pergaminos amarillentos, de los cuáles nadie sabía la procedencia. Los caminos de tierra alrededor del castillo, se habían convertido en profundos lodazales sin orden, donde, si no tenías cuidado, podías caer a un charco que a un hombre promedio, le llegaba por las rodillas. Cualquier alumno, en un momento de insomnio o quizás de lucidez, podría mirar por la ventana y verlo, cualquiera podría divisar su oscura capa y saber que algo andaba mal, pero la noche era fría, ninguna mente cuerda se despojaría de sus sábanas con aquel tiempo, solo se molestarían en arrebujarse aún más en sí mismos, escuchar la lluvia, más no mirarla, nadie esperaría ver nada a través de las gruesas gotas. Pero es bien sabido, que en aquel castillo, casi nadie estaba totalmente cuerdo.

    El encapuchado avanzaba lentamente por los márgenes del bosque prohibido. Ya había dejado de preocuparse por esquivar los charcos de lodo, pues pronto se había convencido, de que era inútil y que terminaría manchado de tierra de todas formas. Lo que había comenzado en un inocente paseo a escondidas para aclarar la mente (hay que remarcar que estaba explícitamente prohibido), había terminado en un peligroso infierno de fango donde no sabía que haría para volver al castillo sin ser descubierto. Sentía como el frío le calaba hasta el último hueso mientras las gotas de lluvia lo golpeaban en la espalda, que, aunque cubierta por la gruesa capa, se seguía sintiendo como atacada por pequeñas puñaladas heladas. Sus pies se hundían en el lodo y tenía que emplear muchas de sus escasas fuerzas restantes, para tirar de su extremidad y liberarla del fango para así dar el siguiente paso y volver a hundirla. La capa no aligeraba el trabajo, pues estaba empapada y los faldones se habían llenado del lodo por donde la arrastraba, aún así, el encapuchado se negaba a quitársela y se arrebujaba lo más que podía en esta tratando de ignorar el hecho de que se sentía como si llevara un cadáver a rastras sobre el hombro. Al principio todo se había mostrado muy sencillo, si, estaba lloviendo, pero no eran más que unas inocentes gotas que a duras penas se sentían resbalando por la piel. Sabía que a esas horas, el salir del castillo estaba prohibido y que si lo veían se metería en grandes líos, pero no podía dormir, y jamás pensó que su pequeño paseo se complicara más que el hecho de salir, dar un par de vueltas, y regresar sin hacer ruido a su cama, pretendiendo que nada había pasado. Ahora casi no podía distinguir la puerta del castillo y seguro que haría ruido al abrirla para entrar, y si eso no alertaba a los profesores que hacían guardia en el castillo, lo harían las huellas de fango que dejaría a su paso. No había forma de limpiarse, su varita estaba en la cómoda en su habitación, al lado de su cama, donde sus compañeros seguro se preguntaban en que lío se había metido esta vez. Si tenía suerte quizás podía entrar sin ser visto u escuchado, podría correr a su habitación, y si la suerte todavía le había permitido llegar sin ser visto, se limpiaría con la varita, volvería a salir, y lo mismo haría con las huellas de fango que había dejado tras de él. Era un plan estúpido y casi imposible, pero ese “casi”, era su esperanza. Aunque lo terminaran atrapando (lo que era más probable), se negaba a pasar un momento más allí fuera empapándose y solo rezaba para que a nadie se le hubiera ocurrido la “brillante” idea de asegurar la puerta, pues entonces, su plan se vería desarmado y no tendría más remedio que comenzar a gritar pidiendo ayuda. Estaba entre la espada y la pared, no había salida, terminaría con algún tipo de problema hiciese lo que hiciese, y todo era culpa de esa rata pobretona, todo era culpa de Weasley, la arpía de Rose Weasley.



    Ya había decidido que no valía la pena el seguir intentando, llevaba ya horas con los ojos cerrados, tratando de no pensar, recordando inconscientemente como lograba dormirse todos los días. Escuchaba las lentas respiraciones de sus compañeras de cuarto y no podía evitar sentir una profunda envidia cuando Kathie se removía en sus sábanas hablando entre sueños. La hija de Cho Chang balbuceaba a momentos en lo que Rose creía reconocer como chino. Se agitaba entre las mantas en lo que seguramente era un buen sueño pues la Gryffindor no paraba de soltar risitas con una permanente sonrisa en el rostro. Había intentado leer en vano, recordando aquellas noches en las que se levantaba con un libro entre abierto a su lado y se daba cuenta de que se había quedado dormida sin siquiera percatarse. Como añoraba aquello. Al parecer Morfeo se negaba a hacerle una visita aquella noche así que lo único que quedaba era entretenerse de alguna manera (sin despertar a sus compañeras claro) para apartar su mente de aquello, de eso, de él. Hecha un diminuto ovillo, Honeymoon, la pequeña rata mágica de la pelirroja, descansaba entre los pliegues de las sábanas con las que se confundía gracias a su muy claro color. Rose la acariciaba distraídamente obligándose a pensar en temas triviales.

    “¿Mañana cuál es la primera clase?”, “¿Habrá Hugo hecho los deberes?”, “¿Qué comeremos en navidad?”, “¿Debería llevar mañana a Honeymoon a la clase de cuidado de criaturas mágicas aunque odie a los Clabberts?”, “ahora que lo pienso, yo también odio a los clabberts…”

    Inútil, podía pensar todo lo que quisiera en Clabberts, podría desgastar su mente toda la noche tratando de leer, nada funcionaba, allí seguía, esa maldita sensación, ese maldito rostro… Tras la voz de su mente, escuchaba la suya, musical, fría, perfecta, tras las imágenes de sus pensamientos flotaban sus ojos, grises, congelados y aún así hermosos. Terminaba descubriéndose a sí misma reconstruyendo sus fracciones mentalmente, y aunque tratara de ahuyentar la imagen, prevalecía. Su tez pálida, sus pómulos altos, su ancha frente y aquel cabello plateado que le caía rebelde sobre los ojos, sus labios…

    Casi como acto reflejo, la chica se llevó la mano a la boca, rozando sus labios, sintiendo su textura tersa, los labios que él había besado hacía tan poco tiempo. Se dio cuenta de su error, casi inmediatamente deslizó los dedos hacia su cabello cobrizo, como si se quisiera convencer a sí misma de que jamás había hecho eso, que jamás había añorado, por esos segundos, el roce de los labios de aquel Slytherin. Pero su mente repetía la escena sin parar, su boca seguía saboreando y sintiéndolo, sintiendo aquel beso, su primer beso. Olía su delicado y tenue aroma, casi podía distinguir sus manos en las caderas, aferrándola.
    La concentración era inútil y quien vivía en el miedo era casi siempre quien también habitaba en la ignorancia. Prendiendo una vela y cubriendo la débil llama con una mano para que el brillo no alertara a sus compañeras de cuarto, Rose decidió que no podría aguantar un segundo más en la cama arrebujándose, por alguna razón, le parecía buena idea bajar a su sala común. Con mucho cuidado de no despertar a honeymoon, la bruja de pelo cobrizo se apoyó en la puerta de su cuarto, la cual se abrió con un débil chirrido que delataba a los gozones oxidados. Bajó las escaleras de caracol con extremado cuidado sintiendo el frío de la piedra bajo sus pies desnudos y arrepintiéndose de no haber traído zapatos. Cuando las escaleras terminaron, la chica sintió la mullida alfombra de la sala común de Gryffindor bajo sus entumecidos dedos. Movió los talones de delante hacia atrás sintiendo como una corriente de calor recorría todo su cuerpo bajo el vaporoso camisón blanco. Un par de pinturas se despertaron por el brillo de la vela y la miraron reprobatoriamente antes de darse vuelta en sus lienzos tratando de dormir.

    - Apaga eso tú, bruja maleducada, queremos dormir- Le reprochó un caballero bajito y pelirrojo, quién, vestido con su armadura, descansaba la cabeza en su caballo de oleo el cuál se hallaba tendido en el suelo.

    La chica no le respondió y lo miró de mala gana aunque cubrió el resplandor de la llama con su mano, pues no quería que la pintura alertara a ningún maestro y ella se metiera en algún problema.

    << Si sigue hablando voy a apagar la vela y a sacar la varita, ya se enterará él de que tan maleducado puede ser el brillo de un lumos bien hecho, ya se enterará él…>>

    En la chimenea, ardían todavía las cenizas restantes de aquel fuego que los estudiantes encendían todas las noches para descansar. Entre los negros maderos quemados, brillaban las rojas brasas que se asfixiaban poco a poco, exhalando su último aliento. Rose cerró sus verdes ojos llenando su pecho de aquel aire nocturno único en su tipo, aire de tormenta. Olía a tierra mojada, a pasto cortado, a nubes, a truenos, olía a lluvia, a tormenta. Con paso distraído la pelirroja se acercó al gran ventanal de la sala; Las gotas de lluvia caían sobre el cristal trazando surcos despreocupados, para luego caer al vacío. Desde la ventana alguien la observaba, era una joven que aún conservaba algunos rasgos de la niñez pintados en su rostro. Sus ojos eran verdes zafiro, y observaban atentos reaccionando a cualquier movimiento, por su tez pálida resbalaban mechones de cabello cobrizo que caían con elegancia y desenfado sobre sus delgados hombros, era hermosa. La bruja colocó la pequeña mano sobre el vidrio, su reflejo copió la acción sin dejar de observarla, detrás solo se escuchaba la lluvia. Los dedos apoyados sobre el cristal se envolvieron en el frío del agua que resbalaba al otro lado, y rápidamente, alrededor de su mano comenzó a formarse una pequeña nube de vapor. Tras su reflejo, se podía ver la lluvia caer con violencia sobre los patios de Hogwarts, la linde del bosque prohibido. Si forzabas un poco la vista, podías ver los caminos de tierra antaño secos, ahora lagos de fango. Solo debía verse eso, nada más, pero la pelirroja atisbó entre la lluvia, algo más interesante, y sin pensarlo dos veces, con los ojos muy abiertos, se apartó del ventanal.


    La lluvia no había amainado, ni mucho menos. Las gotas caían con igual violencia golpeando todo lo que se interponía en su camino y atravesando la capa de Scorpius como millones de fríos puñales. Arrebujarse en sus ropas no servía de nada, pues estas hacía tiempo que no eran más que tela mojada, sentía las rodillas temblar y el cansancio estaba ganando la batalla. Podía ver las puertas del castillo desde donde estaba, pero aquel trecho parecía tan lejano, inalcanzable. Haciendo uso de fuerzas que no creía poseer, el joven Malfoy avanzó por los lodazales hasta el castillo, exhausto, su vista se nublaba y no escuchaba nada más que la lluvia. Pero la veía, allí había una luz, ¿de dónde venía?, ¿se estaba dirigiendo a él? Una cosa era segura, la luz se estaba moviendo, lento, lento… Entonces un ladrido, un ladrido seco y enfermo, el ladrido de un perro. El sonido se repitió, no lo estaba soñando, eso fue lo que sacó al rubio de aquel temporal letargo y su cerebro se colocó en alerta nuevamente. A lo lejos se escuchaban más ladridos, provenían de la luz que avanzaba hacia él.

    - Vamos fang, perro tonto –Los ladrido se acallaron un momento para dar paso a una voz grave- Debería haberte dejado en la lluvia, sí señor, jamás vuelvo a ir por ti, mira en la que nos hemos metido

    La mente del Slytherin trabajaba a gran velocidad uniendo piezas y buscando soluciones. La luz, el perro, la voz… Era aquel estúpido guardabosques del colegio, él y su viejo perro que no se mantenía en pie, si lo veían, solo quedaba esperar lo peor.

    - … La cabaña está para allá fang, haz un esfuerzo perro bobo, nos vamos a mojar más…

    Hagrid no daba muestras de haber visto a Scorpius (si era sincero, él solo escuchaba al semi-gigante, más no lo veía tras la cortina de lluvia). Maldiciendo por lo bajo, el joven de ojos grises comenzó a caminar en dirección contraria a la luz, cuidando mucho que esta no lo alumbrara al pasar.

    Las puertas de Hogwarts estaban tan solo a un trecho pero aquel bueno para nada de profesor ama-bestias-asquerosas no podía verlo de ninguna manera. Tratando de pasar tras unos árboles que se encontraban cerca, el mago rezaba por lo bajo para que el hombre no se diera cuenta de que estaba allí. Seguía sin verlo, pero escuchaba su voz y la del perro claramente tras el barullo de la lluvia, calculaba que estarían tan solo a unos metros.

    Manteniendo la respiración, el chico se recargó en el húmedo tronco de los árboles y esperó hasta que los gritos del semi-gigante y los ladridos sordos del perro disminuyeron. Tras unos angustiosos segundos, se atrevió a dejar su escondite, no había ninguna luz cerca. Comenzó a correr lo más rápido que su estado se lo permitía pensando en que seguramente ofrecía un aspecto deplorable. Cuando por fin llegó a los enormes portones del colegio, tuvo suerte de no darse de bruces con estos pues las gotas caían en mayor cantidad y era casi imposible ver nada. Su corazón latía descontrolado y su respiración era agitada, no entendía como todavía no se había desmayado. Realmente estaba fuera de sí, en aquellos segundos, se estaba arrepintiendo de no haber llamado a gritos a aquel gigantón para que le ayudara. No le importaba que lo pudiera ver McGonagall o quién fuera, realmente debía entrar ya. Cerró no sin dificultad los puños, y cuándo abría la boca para comenzar a gritar, alguien abrió la puerta…
     
    • Me gusta Me gusta x 1

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso