One-shot de Pokémon - Apuestas a ojos cerrados

Fue difícil pero lo logré, la última batalla con Paul antes del "cachetazo" xD Dedicado con todo mi amor a mis buenos amigos que comentan mis escritos =D Espero alcanzar sus espectativas y sin mas palabras, que disfruten leyendo tanto como yo disfruté en escribiendo este relato n.n
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Se cumplían cinco meses de mi problemática llegada a Sinnoh y habían sido pocas las veces que me detenía a pensar en mis Pokémon que estaban en Kanto. Me sentía culpable por tenerlos casi abandonados y aunque estuvieran al cuidado de los ayudantes del Profesor Oak junto con mi padre, la dueña era yo y mi responsabilidad era cuidarlos; tal vez ellos pensaran que era una ingrata.
Así que, como mi corazón estaba triste, me detuve en el primer Centro Pokémon de la ciudad para comunicarme con el Profesor Oak.
-¿Qué ocurre, Navaja? –preguntó amablemente después de saludarme.
-Bueno, me encontraba caminando cuando vi a unos niños jugando con sus Pokémon, y pensé que… tal vez no esté entrenando correctamente –Dije frunciendo mis labios- He mezclando el entrenamiento con el tiempo de calidad con ellos, pero aún así me siento débil. Como si mis otros Pokémon quedaran en el olvido –ahí no pude evitar mirar la punta de mis botas, ocultando mis ojos llorosos. No me gustaba ser tan sensible, pero ¿qué más podía hacer?
Lamentablemente me encontraba en esa situación, bajo mi absoluta responsabilidad. Me gustaba estar creciendo, pero no el tener que decidir siempre por mí misma. Tenía miedo.
-No. Los Pokémon comprenden ciertas cosas y el que no estés con ellos siempre, no los convierte en malos o irresponsables, al contrario, ellos siempre estarán cuando los necesites –respondió con convicción.
-Gracias. Aunque no puedo evitar sentir culpa –respondí mirando hacia el lado, pestañeando varias veces para que las lágrimas desaparecieran. Lo más conveniente era cambiarle el tema, antes de caer en la autocrítica más severa, así que le diría la razón de mi llamado - Profesor Oak, ¿Podría enviarme a Skitty?
-¡Claro! –contestó-Oh, Navaja antes de olvidarlo, Cielo me encargó que te diera esto –dijo enseñando un sobre sellado con una estampa de Pokéball.
-¡Esta bien! Profesor, ya puede mandarme a Skitty- sonreí.
Una vez el profesor me envió la Pokéball de mi Pokémon y la carta de la coordinadora, me despedí. Lo primero que hice fue meter la Pokéball en el bolso que colgaba de mi hombro a la altura de mi cadera, y comenzar a leer la carta.
“Navaja:
He visto a tus Pokémon y quedé maravillada con el trabajo que has hecho con ellos y no pude evitar tener la osadía de enseñarles algunos movimientos de concurso. Espero no estés molesta. Los Pokémon que entrené fueron Skarmory, Kirlia y Skitty y también le enseñé un nuevo ataque a cada uno.
Espero conocerte pronto en persona, tu padre habla todo el tiempo sobre ti (no hay como callarlo) y despertó mi curiosidad de conocer a una pequeña genio.
Cielo
Cuando acabé de leer la carta me detuve para analizar lo que había leído.
-Que linda es Cielo. Hm… ¿Qué ataques les habrá enseñado?
En ese momento, una pokéball en mi bolso comenzó a vibrar y antes que pudiera reaccionar, vi a mi Skitty corriendo en una dirección desconocida.
-¡Ay, Serafina! ¿Por qué me haces esto? –pregunté mientras corría tras mi rápida gatita. Aún no le había dado la bienvenida y ya me abandonaba, siempre hacía eso cuando presentía algo y no necesariamente eran cosas importantes.
Dobló por una esquina –lejos de mi alcance- y pocos segundos después oí un desagradable gruñido, por lo que me apresuré en encontrarla. Doblé en aquella esquina y vi al chico de cabellos violeta con cara de desagrado y a Serafina en su hombro acariciándole la mejilla con su nariz.
-¿Serafina? –Pregunté pasmada. Me apresuré en quitársela de encima antes que la golpeara o algo por el estilo- Niña mala, ¡te he dicho que no hagas eso!
-Era tuya, eso explica lo patético de la situación –dijo Paul mirándome de esa manera tan misteriosa.
-Ya nos vamos, no tienes que ponerte pesado- dije mientras sacaba una pokéball para guardar a mi Pokémon. De pronto, su mirada se congeló y apretó los labios -<< ¿Qué le pasa?>>.
-¿Qué es eso?- preguntó de pronto.
-Una pokéball -contesté irónicamente.
-Que extraña –dijo extendiéndome la mano, le entregué el objeto, luego él sacó su Pokédex y analizo la bola, y el resultado fue “Objeto desconocido”. Noté que estaba extrañado por su ceja arqueada y su labio fruncido. Su expresión me divirtió, y lleve mi mano a mis labios, ocultando una sonrisa.
-Se llaman Greenballs y nunca habías visto una igual porque… las diseñé yo misma –dije con timidez, tal vez me sonrojé- Tienen incrustadas escamas de Skarmory, por lo que tiene un efecto boomerang, ¿No son geniales? –le sonreí, no podía evitar sentir cierta simpatía por su expresión y, recordando nuestros encuentros anteriores, descubrí que nunca puso atención a mis cosas, y había usado siempre las mismas pokéballs.
-Interesante –dijo con una pizca menos de ironía. No supe que decir. Pero él se me adelanto- Te reto a una batalla. Si yo gano, me das una de estas cosas –dijo mirando la greenball en su mano.
-¿Y si yo gano? –pregunté desafiante.
-Te ganarás mi respeto como rival –contestó con firmeza, y supe que hablaba en serio.
-Ohm… No, también quisiera algo que apreciar, pero no se me ocurre qué –dije poniendo mi dedo en mi mejilla << ¡Piensa, Navaja! Esta oportunidad es una en un millón de millones>>.
-Bien, será dos contra dos- exclamó con autoridad.
-Está bien –contesté inocentemente.
---Una vez encontramos un lugar adecuado para la batalla, nos ubicamos en nuestros puestos---
-Las chicas primero –dije. Él solo esperó a que sacara mi Pokémon- ¡Terry, aparece! –lancé la greenball al aire y Cranidos apareció en escena gruñendo y rascando el suelo con sus patas.
-¡Magmar!- exclamó lanzando rápidamente la pokéball.
Me sorprendió mucho ver a ése Pokémon. Me hizo recordar que cuando viajaba por Kanto conocí a Shuck, un chico con un Magmar enorme y muy feroz, al que siempre tuve miedo. Pero Paul no era Shuck, y dudosamente su Pokémon podría igualarse al de mi amigo, así que recobré la compostura y volví a la realidad.
-¡Usa excavar!
Cranidos escarbó con agilidad la tierra y pocos segundos después saltó al agujero que había hecho, para seguir avanzando vía subterráneo, mientras tanto, mi rival no se movía, solo observaba sin gesticular todo el procedimiento, y de paso me miraba a mí –que tenía los puños apretados de la emoción-. No me gustaban esas actitudes tan raras.
-Quieto- ordenó. Hubo unos segundos de tensión pero de un momento a otro, él frunció el ceño y lanzó una orden-¡Pantalla de humo!
El Pokémon tipo fuego expulsó un humo putrefacto imposibilitando la visión del campo. Lo único que pude distinguir entre la humareda fue el brillo del Cabezazo Zen de mi Pokémon al salir a la superficie.
-¡Terry, no hagas ruido! –grité. En aquél momento pensé que Paul usaba una táctica demasiado profesional para ser comprendida por mi desarrollada inteligencia, porque a pesar de usar ataques tan populares siempre tenía la sensación de no bajar nunca la guardia con él.
-Puño de fuego –habló.
De pronto, una flama apareció entre la densidad de la bocanada y solo se pudo ver el movimiento arqueado del golpe y luego a Cranidos salir disparado hacia afuera del humo. Se arrastró de espaldas por el terrino suelo y rápidamente usó su cola como palanca y se incorporó de un salto, enterrando sus afiladas garras en la tierra, evitando el retroceso.
- No te asustes- le susurré. De pronto, comencé a analizar la situación y se me ocurrió una idea <<Los ataques de Magmar son ofensivos y al ser de tipo fuego podré verlos, ¡Lo tengo!>>-Terry, necesito que hagas exactamente lo que yo te diga ¿ok? –en ese momento pude distinguir la silueta del entrenador entre el denso humo- Confía en mí ¡Ahora entra!
Cranidos saltó dentro de la nube de cenizas y era imposible verlo desde mi ángulo -<< ¡Por Dios, que denso es este humo!>>- , por lo que solo podría intuir lo que estaba pasando.
-Que aburrido- comentó de pronto Paul- ¡Lanzallamas!
-¡Lanzallamas!-exclamé. Mi adrenalina estaba sobre los cielos.
Magmar lanzó una poderosa llamarada en dirección a mi Pokémon, al tiempo que éste hizo lo mismo. Las llamas viajaron a tal velocidad que el humo se dispersó unos centímetros, para después colisionar con toda su potencia en el centro del campo, mientras el humo comenzaba a desaparecer y todos nos pudimos ver las caras.
-¡Magmar, termina con Fuego! –exclamó Paul empuñando su mano derecha.
-¡Esquiva y Cola de Hierro! –ordené apretando mis puños.
El Pokémon expulsó otra vez una intensa llamarada y rápidamente Cranidos esquivó y corrió veloz en dirección a Magmar para luego azotarlo con su potente cola, haciéndolo retroceder.
-¡Bien hecho! –grité mientras daba un pequeño salto. Definitivamente mi Pokémon había mejorado mucho en habilidades, y en estos meses se había ganado el premio al esfuerzo.
-¡Agh! ¡Tumba Rocas! –gritó Paul con voz ronca.
Magmar golpeó enérgicamente es suelo terroso, provocando que fragmentos de éste salieran disparados forzosamente en dirección a Cranidos.
El ataque parecía inevitable, pero habían trucos que yo conocía y uno de ellos lo había aprendido de quien me regaló el huevo de Cranidos.
-<<Gracias por enseñarme este ataque Roark>> ¡Trepa Rocas!- grité emocionadamente.
Mi amiguito pisoteaba la tierra mientras que sus garras aumentaron de tamaño, a la vez que los trozos de tierra se acercaban en segundos y cuando estuvieron a centímetros de llegar a su destino, Cranidos se impulsó hacia delante y avanzó hacia Magmar saltando sobre las rocas dinámicamente. Desvié la mirada hacia mi oponente, y vi cómo su entrecejo se hacía notar. Quise sacar provecho de su –evidente- sorpresa copiándole una de sus estrategias: APROVECHAR EL SILENCIO DEL OTRO.
-¿No vas a atacar? ¡Cabezazo Zen! –se sintió extraño decir una frase sarcástica dicha por él, pero lo dicho no se puede borrar, a menos que no se vuelva a decir.
Cranidos acumuló toda su energía en el casco para luego impulsarse con todo el cuerpo hacia Magmar, golpeándolo de lleno en la cabeza, y éste cayó de espaldas, absolutamente noqueado.
-Oh… Lo hice… ¡Vencí a Magmar!-exclamé, mientras pequeñas lágrimas se asomaban de mis ojos. Se trataba de algo personal, y poco a poco yo notaba esos cambios que me hacían crecer como persona.
Cranidos corrió emocionado hacia mí para abrazarme fuertemente. Después de todo, Cranidos aún era pequeño y sus victorias le subían mucho el ánimo.
-¡Estuviste grandioso! Muchas gracias por esforzarte tanto, Terry –dije secando las lágrimas que cayeron por mis mejillas, para mirarlo fijamente a los ojos- Luchaste con todas las ganas, no podría exigirte más. Ahora descansa y observa como peleamos, ¿ok? –Mi amigo me miraba con esos dulces ojitos y asintió para luego saltar de mis brazos, mirar a Paul y recostarse debajo de un árbol que había tras de mí.
-Bien, regresa –dijo mi rival con extrema seriedad, mientras la luz infrarroja de la Pokéball en su mano absorbía a Magmar. Su mirada –a mi parecer- era de conformidad, Paul no me engañaba del todo, podría parecer de hierro pero eran esos detalles los que le hacían un oponente excepcional.
Caminé unos pasos hacia él y coloqué mis manos en la cintura.
-Aún no hemos acabado- le dije con autoridad.
-¿Y qué estás esperando?-preguntó frunciendo el ceño- Elekid, a la batalla –exclamó lanzando al aire la pokéball, y el Pokémon antes nombrado apareció en escena con la misma expresión que su amo.
-¡Andando Serafina! –convoqué a Skitty, lanzando mi pokéball verde al aire. Ella apareció en el campo agitando su colita a modo de saludo, siempre fue muy coqueta a la hora de combate – ¡Ventisca!
Mi Pokémon gato lanzó una fuerte ráfaga con fragmentos de hielo hacia nuestro oponente.
-¡Protección! –respondió Paul.
Una cópula verdosa cubrió el cuerpo del eléctrico Pokémon, defendiéndolo del ataque del mío. No había nada que hacer contra eso, así que usé la lógica de la situación.
-Detente –ordené pacíficamente. Paul me miró fulminante, como si me estuviera dando por vencida-No siempre debes atacar con todo el potencial, a veces es mejor guardar energía para después, Paul.
-Si vas a luchar no lo hagas aburrido –se notaba calmado, pero había frustración en su mirada. Me había dicho repetidas veces que yo lo aburría, ¿acaso no le gustaba disfrutar los combates?, ¿Porqué siempre quería terminar todo en pocos segundos?, ¿Era yo la que lo ponía de mal humor?, ¿Por qué? Todas estas preguntas se esfumaron rápidamente de mi cabeza, debido a una poderosa orden de Paul, que me hizo volver a la realidad- ¡Trueno!
Elekid lanzó una potente descarga eléctrica hacia Skitty. Esa rápida reacción de Paul me dejó perpleja, esa era una de las cosas que más me sorprendían, y debido a mi desconcentración me quedé sin habla, mientras Serafina estaba a pocos segundos de electrocutarse. Pero la suerte me acompañó y vi como Serafina esquivaba sin problema el ataque, y de pronto, lanzó con sus patitas un beso al Pokémon oponente mientras un corazón avanzaba en el aire para luego explotar en la frente del Elekid, causando que éste detuviera su ataque y en un segundo su cara se sonrojó completamente, ante la mirada tajante de su amo.
-Oh… Así que ése era el ataque… -murmuré <<Mis Pokémon son geniales>>. Atracción era un ataque fantástico y gracias a su efecto de embobar al contrincante, gané tiempo de atacar- ¡A él, Serafina!
Skitty corrió hacia Elekid y lo golpeó con todo su cuerpo causando que cayera de espaldas.
-¡Levántate! –ordenó frustrado Paul. Elekid se incorporó de un salto y buscó a Serafina con la mirada – ¡Déjate de tonterías!, ¡Puño Trueno!
-¡Doble Bofetón! –exclamé.
Elekid se volteó y gesticuló el golpe en el aire, pero Serafina saltó en el brazo del Pokémon y lo golpeó con la cola varias veces seguidas en la cara, causando que éste perdiera el equilibrio y cayera al suelo otra vez.
-¡Eres un inútil! –le gritó. Me sobresalté al escucharlo, y sentí lástima del pobre Elekid, que desde el suelo observaba a su amo con desconcierto, con tristeza oculta en sus ojos.
En ese mismo instante tuve una idea, era muy cruel lo que planeaba hacer, pero si no lo hacía corría el riesgo de perder la batalla, y reglarle una de mis pokéballs especiales a Paul no era algo que estaba dispuesta a hacer, así que no me quedó de otra que atacarlo mientras estaba distraído.
-¡Termina con Sorpresa! -exclamé con tristeza. Esa actitud mía fue muy calculadora, y no me gustó la sensación de aprovecharme de la situación del otro.
Skitty creó una pequeña esfera luminosa entre sus patitas y el ataque resultante de ese movimiento fue el hermoso remolino de Hojas Mágicas de Cherubi, las que acabaron por debilitar radicalmente a Elekid, el cual quedó de espaldas en el piso, completamente noqueado.
Skitty corrió en seguida a mi lado y Cranidos se acercó a ella para acariciarle la cabeza, sonriendo.
-¡Serafina, lo hiciste!, ¡Estoy orgullosa de ti! –le dije abrazándola con ambos brazos, mientras ella movía su colita con alegría.
Paul observaba en silencio con asombro en su mirada. Se quedó quieto por unos segundos, para después sacar cuidadosamente una pokéball de su cinturón y extenderla para absorber al Pokémon dentro de ella.
-Qué montón de fracasados –dijo mirando el objeto en su mano.
-Paul-le dije avanzando hacia él con Serafina en brazos–Fue una gran batalla, ¡estoy…!-no me dejó seguir hablando.
-No necesito tus halagos-dijo con brusquedad. Sus rechazos no me hacían sentir muy bien, me ponían triste.
-Solo quería felicitarte, tonto –esto último se me escapó-, no es par que te pongas así. Y ya que gané, puedo cobrar el trato.
-¿Qué quieres? –respondió volteándose a verme de frente.
-Por favor no quiero ver que insultes a tus Pokémon. –Dije convencida, él me miró de manera casi inmediata, pero no me atemorizó, por lo que seguí hablando- Me entristece mucho que lo hagas y estoy segura que a ellos tampoco les gusta.
Su mirada dominante me avergonzó, y sin notarlo comencé a sonrojarme. En ese instante odié estar en mi lugar. Que patética me habré visto ante sus ojos, así que no me hice muchas ilusiones con mi petición.
-Lo intentaré. Aunque no te prometo nada –respondió volteándose para comenzar a caminar de pronto.
Su respuesta me sorprendió. Al menos estaba avanzando en ganarme su amabilidad, aunque fuera a pasos pequeños. Me quedé mirando cómo se alejaba y de pronto, inconscientemente comencé a sonreír.
Pero mi tranquilidad fue rota por mi activa gatita que saltó de mis brazos y comenzó a correr en dirección a Paul y sin que yo pudiera hacer nada, saltó a su hombro y ronroneó en su oreja, mientras le acariciaba la mejilla con la suya, por lo que tuve que apresurarme en ir a buscarla y recibir una mirada asesina de parte de Paul.
Serafina solo acariciaba a quienes apreciaba de verdad, al único que había aceptado fue Arion, y eso porque estuvo rogándole mucho rato que jugara con una ramita, pero ¿a Paul? Ni yo podría abrazarlo o demostrarle el más mínimo cariño.
Navaja