Long-fic de Naruto - Anhelo - | ShikaIno/ShikaTema |

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por SusanFagorotti, 6 Enero 2025.

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    SusanFagorotti

    SusanFagorotti Iniciado

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    Al despertarme, lo primero que vi fue aquella lámpara cegadora, pero no me molestó, tenía los ojos bien abiertos, mirando confundida por todos los rincones de la habitación, la cual me recordó a aquella vez del accidente.

    Corrección, estaba en la misma habitación que la otra vez.

    —¿Qué…? ¡Auch!

    La aguja del suero casi se despega de mi piel.

    ¿Qué me había pasado?

    —Ino, despertaste… —no me había dado cuenta de que Choji estaba ahí—¿Cómo te sientes?

    —Me duele todo el cuerpo… ¿Dónde está Shikamaru? —aclaré mi garganta, la tenía reseca, no sé por cuánto tiempo había estado dormida.

    Vi que Choji estaba nervioso y me miraba con preocupación.

    —Está con Temari.

    Shikamaru con Temari… Ella con él… Sentí algo encogerse dentro de mí.

    —Ino, ¡¿qué haces?!

    Me levanté como pude de la cama, quitándome de un tirón esa maldita aguja que, comparado con el dolor que sentía en mi interior, era cualquier cosa.

    Caminé por el pasillo, estaba solo, al parecer era de madrugada. Escuchaba los pasos acelerados de Choji detrás de mí, pero agarré fuerzas para correr hasta las escaleras que daban a la azotea.

    Al abrir la puerta y sentir el aire fresco, el recuerdo de aquel chico de piel pálida como la luna sonriéndome vino a mi cabeza como un choque contra la pared.

    Para cuando volví a la realidad, tenía a Shikamaru y Temari frente a mí, los dos me miraban sin ninguna expresión.

    Noté que ella ya no tenía el collar que una vez le regalé por su cumpleaños, y él ya no tenía el anillo que le di en nuestro primer aniversario.

    En ese momento tapé mi mano izquierda con la derecha, yo todavía lo seguía teniendo, me sentí tan estúpida en ese momento. Las lágrimas empezaron a salir, no las quería detener, ya no aguantaba más.

    Todo lo que quería en ese momento era que Shikamaru me abrigara en un abrazo con su chaqueta de cuero, esa que tanto amaba, esa que se le veía tan bien… Pero, lo único que recibí de él fue:

    «Vuelve a la cama.»

    Tú solo buscabas eso conmigo.

    ¿Por qué no sientes lo mismo que yo?

    ¿Por qué no me quieres igual que a ella?

    Si tu juego es así, desearía ser la otra.

    .

    Darle otra oportunidad al amor puede ser arriesgado, nadie está libre de tener una decepción como de una traición.

    Las extrañas actitudes de Shikamaru pondrán en duda a Ino quien le pedirá ayuda a su mejor amiga, Temari, sin saber que esto sería un arma de doble filo.

    .



    .



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    Próximamente…
     
    Última edición: 6 Enero 2025
  2. Threadmarks: | Capítulo 1. |
     
    SusanFagorotti

    SusanFagorotti Iniciado

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    Escritora
    Título:
    Anhelo - | ShikaIno/ShikaTema |
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1940
    General

    —¿Diga?

    —Para la señorita Ino Yamanaka.

    La ama de llaves firmó de recibido y tomó el arreglo floral con una sonrisa, cerró la puerta y se dirigió a la mesa del recibidor para posar el detalle.

    —¿Quién era, Chiharu? —una joven de cabellera rubia bajó por las escaleras.

    —Te mandaron un regalo, mi niña.

    La joven se aproximó a la mesa para apreciar el arreglo, eran orquídeas, su flor favorita.

    —Ese Sai no deja de ser detallista. —dijo Chiharu, la ama de llaves.

    Pero cuando la platinada tomó la nota que estaba junto a las flores su sonrisa cambió.

    —… De Deidara.

    La mujer mayor suspiró. —¡¿Pero ese muchacho no entiende?! Ni aún sabiendo que estás comprometida te deja en paz.

    —Ese tipo de hombres así son, —arrugó el papel y lo tiró al bote de basura—no se cansan hasta conseguir lo que quieren.

    —Es increíble el impacto que le has generado.

    —Hasta que encuentre a alguien más bonita que yo me dejará en paz.

    —¿Más bonita?, pues sólo que se encuentre con la mismísima Afrodita, porque no hay chica tan hermosa en este lugar que tú, mi niña. —acarició los hombros de la joven quien sonrió como respuesta.

    —¿Y mi papá? —preguntó la Yamanaka.

    —Llamó en la mañana para avisar que aún se demoraría en el viaje, que le había surgido otros clientes y ni modo decirles que no.

    La cara de la rubia delataba la decepción que sentía por su papá.

    —Entonces, no va a estar en mi cumpleaños.

    —No sé, pero esperemos que sí. No te desanimes, tenle fe. —aconsejó Chiharu.

    —¿Más? Ese señor ha hecho que pierda la confianza en él desde que engañó a mi mamá.

    —Tranquila, aunque su matrimonio haya acabado siguen juntos aquí, viviendo contigo.

    —Eso es lo que más me da pena. —Ino se aproximó al desayunador para empezar el día.

    —Mejor dejemos de hablar sobre eso, empezaré a servirte el desayuno que se te va a hacer tarde. —la castaña salió de la habitación rumbo a la cocina.

    En eso le llegó un mensaje que iluminó la pantalla del celular de la Yamanaka.

    «Paso por ti en una hora, my muse.»

    .

    .

    .

    | Capítulo 1. Antes de las Once. |

    .

    .

    .

    —¿Ya se enviaron todas las invitaciones?

    —Todas y cada una de ellas fueron confirmadas esta mañana. —una castaña revisaba los mensajes de su celular.

    —Entonces es un hecho que va a ser una noche inolvidable.

    —Eso tenlo por seguro.

    El sonido de la puerta abriéndose avisaba la entrada de alguien.

    —Hola, chicas, ¿qué hacen? —una rubia de cabellera recogida en una coleta alta depositaba sus cosas en su respectivo asiento.

    —Organizar todo para esta noche, ¿qué más? —le respondió la pelinaranja.

    —Oh, no es necesario, en serio.

    —¿Cómo no va a serlo? —la castaña de ojos rosas se le acercó—Hoy, esta noche, cumples dieciocho.

    —Y en dentro de poco te casarás. —agregó la pelinaranja.

    —Exacto, no cualquiera que vaya en el mismo grado que nosotras ya tiene muy bien puestos sus planes a futuro.

    La rubia sonrió. —Gracias, chicas, no sé qué haría sin ustedes.

    —Sin nosotras no tendrías magníficas fiestas. —dijo Arisa, la castaña ojirosa.

    —Pero, dejando lo de la fiesta de lado, ¿cómo te fue en la cena con los padres de tu prometido? —preguntó Hikami—¿Es cierto que su familia son más serios que él?

    —Es cierto que son serios y no muestran muchas emociones, pero son buenas personas por dentro, me recibieron muy bien el fin de semana, hasta Sagi me regaló este brazalete, símbolo de unión entre familias.

    La platinada se remangó la manga para dejar mostrar un hermoso brazalete de plata pura brillante con el apellido “Hashimotto & Yamanaka” grabado, seguido de una serie de diamantes que terminaban en el comienzo del primer apellido.

    —¡Es hermoso! —la castaña quedó embobada por la joya.

    —Hermoso queda corto, si a mí me ofrecieran esto por mi mano ni siquiera lo dudaría.

    —Les agradezco sus elogios, chicas, pero es hora de ir a la siguiente clase. —la Yamanaka recogió sus cosas y acompañada por las demás se cambiaron de salón.



    .



    .



    .



    —Coloquen las copas con cuidado, el brindis es muy importante. —Chiharu daba las ordenes esa noche a los demás empleados, los guiaba hacia el patio trasero de la mansión, supervisando que todo fuera acorde lo que la heredera había querido.

    La mujer de mechones plateados miró al reloj colgado en la pared, casi iban a dar las 8 de la noche.

    —¿Dónde estará esta niña? —miraba a todos lados impaciente por la llegada de la rubia.

    Pero fue que las puertas de la mansión se abrieron, dejando ver pasar a una rubia, junto con dos cabelleras diferentes a su lado.

    —¡Nana! —dejó sus cosas en la entrada y fue con la mujer recién nombrada—Perdón la tardanza, pero yo y las chicas fuimos a dar una vuelta al mall, perdón. —se disculpó.

    —Bueno, pero ya te dije que me avises con tiempo, así no me tienes con el pendiente.

    —Sí, sí, perdona otra vez.

    —Ah, Ino, —la ojinegra de Hikami se les acercó—debemos arreglarte.

    —Sí, las espero en mi recámara, en un momento voy con ustedes.

    —¡Pero no tardes! —gritó Arisa, subiendo por las escaleras.

    —¿Y mi madre? —preguntó la Yamanaka—Sí está en casa, ¿verdad?

    —Sí, se la ha pasado en su habitación todo el día.

    —Bueno, por lo menos con ella sí cuento.

    —Ya que lo comentas, tu padre me dijo que vendría a más tardar a las diez de la noche para darte tu regalo.

    La rubia arqueó la ceja. —¿Sólo eso?

    —Obviamente estará contigo hasta que se acabe el festejo, mañana mismo volverá a viajar.

    —¿Mañana otra vez se irá? Entonces que mejor hubiera mandado mi regalo o lo que sea con su chofer para así ahorrarse la molestia de ir y venir en poco tiempo.

    —Ino—la ojicafé la miró seriamente—, si para tu padre fuera una molestia estar aquí contigo, créeme que sí hubiera hecho eso que dices, pero no fue así, y eso habla muy bien de él.

    La rubia suspiró. —Bueno, pero si cree que con eso lo perdonaré por lo que le hizo a mi mamá, está equivocado.

    —¿Sabes qué?, mejor ve a cambiarte, en media hora empezarán a llegar los invitados y, aunque tú seas la festejada y te puedas tardar un poco en aparecer, no los hagas también esperar mucho.

    —Bueno, nos vemos entonces.

    La rubia joven subió a su habitación, dejando nuevamente al mando a la ama de llaves.



    .



    .



    .



    —La rubiecita no te contestó los mensajes, ni te devolvió las llamadas, —el pelirrojo le dio una bocanada a su cigarrillo—y hoy le enviaste una docena de orquídeas. —miró de reojo a su compañero de al lado—¿Hasta cuándo piensas rendirte?





    —Hasta que toda su fortuna esté en mis manos. —el rubio de cabellera larga formaba un barquito con las servilletas del establecimiento—Aparte, Ino es la única mujer que me ha interesado un poco más allá del físico, y como viene de familia aristócrata, hace que me quede cada vez más enganchado con ella.

    Los ojos marrones del pelirrojo se posaron en el reloj que tenían en frente de ellos.

    —Viendo la hora, ya se habrá formado un muy buen ambiente en la casa de los Yamanaka, ¿piensas ir? —sonrió de lado.

    El rubio le dio una mirada y sonrisa cómplice.

    —Claro que sí, no le dejaré las cosas tranquilas a ese pálido—sacó de su cartera unos billetes y los depositó en la barra, junto con otras monedas como propina—. Si cree que es mejor que yo se equivoca, muy pronto se les acabará esa felicidad a esos dos.

    Pero el ruido de la campana del local anunciando un nuevo cliente hizo que los dos hombres voltearan a ver al nuevo, el cual era nada más y menos que el Hashimotto.

    —Deidara, ahí está tu gran oponente, ¿qué hacemos? —el pelirrojo sonaba más con un deje de burla hacia su amigo, quien sabía bien que estaba conteniendo las ganas de no írsele encima al pálido.

    —Cambio de planes, tengo uno mejor ahora.


    .



    .



    .



    —¡Escúchame muy bien, Shikamaru!, si no cambias tu actitud en este instante, dile adiós a todas tus comodidades.

    —¡Por favor, Shikaku!, ¡es joven y comete errores!

    —¡Ya no es un niño para excusarse con eso! Tiene dieciocho y sigue comportándose como un infante. Debe de entender que todas las opciones que tome desde ahora repercutirán en un futuro. ¡Yo no quiero un hijo vago sin ganas de vivir!, ¡lo que quiero es un hijo que sea hombre y lo demuestre!

    El ruido de una puerta cerrándose abruptamente resonó en la entrada de la residencia Nara.

    —¡Shikamaru!- —la mujer iba a ir tras del muchacho, hasta que la mano de su marido la detuvo.

    —Déjalo, mujer, es otro de sus berrinches.

    —¿Pero y si le pasa algo? —la mujer forcejeaba con lágrimas en los ojos.

    —¿Qué le podría pasar? Además, si pasara, que le sirva como lección.

    Mientras tanto, el joven Nara se subió a su coche y empezó a conducir sin dirección alguna, solo quería estar lejos de su casa y respirar aire fresco.

    Durante el camino, el joven iba maldiciendo interna y externamente, aguantando las lágrimas para no perder el control del volante.

    «¡Yo no quiero un hijo vago sin ganas de vivir!, ¡lo que quiero es un hijo que sea hombre y lo demuestre!»

    Recordaba las palabras duras de su padre, con ese gesto de fastidio y mirada de decepción.

    No lo entendía, nunca se había preocupado por él, apenas y se veían y de un día para el otro lo trataba como si fuera un ejemplo a seguir.

    El Nara iba tan metido en sus pensamientos que en menos de lo que esperaba ya estaba por la carretera, rumbo a la otra ciudad vecina, junto con esto la gasolina se iba acabando, pero ya era tarde cuando se dio cuenta.

    —¡Maldita sea! —golpeó el volante para acto seguido bajarse el vehículo.

    Respiró profundamente para aclarar más sus ideas en ese momento, no le quedaba de otra mas que llamar Choji, su amigo, para que le ayudara con un poco de combustible.

    Pero antes de hacerlo, no muy lejos de él divisó un coche negro, aparcado en la carretera, pensó que podría ayudarle así que se acercó hasta aquel vehículo negro, conforme se acercaba veía que no había nadie al parecer, hasta que llegó al asiento del piloto que sus dudas se confirmaron.

    No había nadie, pero las llaves estaban puestas.

    Maldijo nuevamente y decidió regresar a su carro mientras llamaba a su amigo, rogando por que estuviera despierto todavía a esta hora, eran recién las 11 de la noche.



    .



    .



    .



    —Ino, ¿segura que no quieres irte a dormir? Ya los invitados se fueron y se está recogiendo todo del patio, además es muy tarde y mañana tienes colegio—Chiharu puso un suéter en los hombros descubiertos de la platinada—. Anda, es lo mejor.

    —¿Por qué Sai no vino? —se preguntaba la Yamanaka.

    —Quizás le surgió una emergencia.

    —Me hubiera dicho aún así. —dijo entre dientes, tratando de mantener la voz tranquila.

    —No te preocupes, y mejor ya vete a descansar, me lo dijo tu mamá.

    La rubia no le quedó de otra mas que subir a rastras hacia su alcoba, dejándose caer en su colchón, mirando el techo blanco de la habitación. Habían pasado horas desde el último mensaje.

    «Pasaré a comprar tu postre favorito, en unos minutos estoy contigo.»


    .



    .



    .



    Continuará…
     
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