Angel o Demonio

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por JimenaAlonzo, 17 Septiembre 2011.

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    JimenaAlonzo

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    Angel o Demonio
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
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    532
    Angel o Demonio

    Desde hace muchísimos siglos ángeles y demonios se enfrentan en una guerra que parece interminable. Así lo decidieron Dios y Belcebú (o Lucifer o Satanás) (Tiene muchos nombres)
    Cuando Dios echó a Belcebú del reino de los cielos este al principio se refugió con los mortales, metido en un cuerpo humano pero inmortal hizo lo que le vino en gana. Pero por todas las veces que mataba o hacía daño a la gente Dios se enfadaba más y más, al final creando a los ángeles. Pero no eran los ángeles que todos se imaginan, con sus alas o invisibles, no, estos no tenían alas y eran como humanos pero con poderes especiales. Correr casi a la velocidad del sonido, tele transportarse, fuerza sobrehumana, estallidos de luz…pero todas se usarían para acciones buenas, para ayudar a los humanos a encontrar el camino correcto y no caer en el mal.
    Así que Dios los mandó a la Tierra con distintas armas también creadas por el para parar a Belcebú, pero este era tan fuerte como Él y los ángeles perdieron. Belcebú desapareció, los ángeles restantes, que no eran pocos, lo buscaron por toda las faz de la tierra pero no lo encontraron y hasta la actualidad no saben dónde puede estar. Belcebú en su escondrijo lo único que hizo fue crear a un solo ángel (en este caso un demonio o angel caido) al que llamo el demonio Cole.
    Cole tenía la misión de destrozar las vidas de las personas pero de una manera en la que se hicieran daño ellos mismos. Era muy bueno a cada persona en que veía la oportunidad de destrozarla lo hacía, un juego de niños si eres un demonio con poderes sobrehumanos.
    Los ángeles al enterarse de su existencia quisieron pararle pero Cole también era muy fuerte y bueno escabulléndose.
    Un día tuvo la idea de tentar a un ángel a pasarle a su bando cosa que con paciencia consiguió.
    Belcebú al ver este resultado le ordenó al nuevo demonio, que no era más que un niño de 14 años llamado Samael, que hiciera los mismo con todo ángel que viera, sin olvidarse de los humanos y así lo hizo. Samael tentó a un ángel este a otro y este a otro… así hasta conseguir tantos ángeles caídos como ángeles.
    Pero a veces nace un humano con poderes como los ángeles para detener a los demonios. Se le llama el elegido.
    Ninguno de los dos bandos sabe quién es ni como es ni cuándo va a nacer pero cuando lo hace los ángeles intentan protegerle y los demonios matarle o pasarle al otro bando. Todas las veces que ha nacido uno o una los demonios lo han matado a excepción de uno.
    Pero esta vez todo va a ser diferente porque está a punto de llegar la elegida que cambiara el curso de la historia después de siglos de guerra.
    Se llama Dana.
     
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    JimenaAlonzo

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    Capitulo 1.

    Año: 1911
    Estaba el cementerio lleno de personas velando por la persona que yo había querido más en mi vida. Llovía y mis lágrimas se unían con el agua de lluvia. ¿Por qué? ¿Por qué había tenido que morir ella? Tendría que ser yo el que estuviera muerto. Me dijeron que la iban a proteger, me lo prometieron. ¿De qué me servía ser el supuesto elegido, si no podía hacer nada para salvarla ni para recuperarla? ¿De qué me servía ser algo que no podía salvar las vidas de las gentes? ¿Qué iba a hacer a partir de ahora?
    -Pobre Jeliel— me dijo una voz de una mujer, que sabía perfectamente que era un demonio pero en ese momento me daba igual todo— han matado a tu chica.
    -Déjame en paz
    -No te enfades conmigo yo no tengo la culpa de que la hayan matado, la culpa la tienen los ángeles por decirte mentiras. Para ellos Eli era una humana más, les da igual que viva o no solo te quieren a ti— se acercó mucho a mi oreja— os han metido en medio de una guerra estúpida y ha salido perdiendo Eli. ¿No quieres venganza? ¿No quieres deshacerte de la persona que te ha quitado al amor de tu vida?

    No sabía porque pero sus palabras entraban en mi con mucho facilidad comiéndome la cabeza. Tenía mucha razón ¿Por qué iba a estar en un bando que me había quitado todo? Un bando qué me habían dado falsas esperanzas, que me habían mentido solo para ganar una guerra ¿Qué yo era el elegido? Y una mierda. Que haga mi supuesto deber el ‘’ángel perfecto de mi hermano’’.
    -Mata al ángel que mato a tu amor indirectamente, porque la culpa la tiene el por dejar que muriera. Mátalo y pásate a nuestro bando, es lo mejor que hay. — Desapareció pero yo no le tuve que dar muchas vueltas a lo que me dijo porque lo hice.
    Lo maté. Y ahora soy un ángel caído.

    Año: 2011.
    No me puedo creer lo que me ha pasado. Creía que hoy iba a ser otro día aburrido como otros tantos pero no, es más, es algo que ha cambiado mi vida para siempre.
    Acababa de salir de la universidad, mi primer año debo añadir, e iba caminando por una calle poco transitada, no sabía porque, para llegar a mí casa. No tenía prisa porque tampoco me esperaba nadie ya que mi madre murió hace tiempo y mi padre estaba de viaje de negocios o algo por el estilo. Tendría que haber ido por el camino de siempre porque me encontré con unos chicos con malas intenciones. Yo intente pasar de ellos pero uno me cogió del brazo fuertemente haciéndome daño.
    -Eh ¿a dónde vas guapa?— los tres sonreían lascivamente. Me solté bruscamente.
    -Donde a ti no te importa.— Me volvió a coger acorralándome los tres contra la pared.
    -Pues antes de irte vamos a jugar un poco contigo.— se pegó mucho a mi e intento empezar a quitarme la camiseta, yo me resistía pero tenía mucha menos fuerza o eso creía hasta que de repente de un empujón lo mandé, sin exagerar, 10 metros lejos de mí. Los otros se sorprendieron tanto como yo, que me miraba los brazos sin saber cómo lo había hecho. Pero enseguida volvieron a la carga.
    -Te vas a enterar.
    -¡Dejarla en paz!— todos nos volvimos a quien había dicho eso. Era un chico de unos veinti y pocos de pelo negro y corto, bastante alto y creo que con los ojos azules. Bastante guapo, sí. Pero lo que más me sorprendía es que veía luz en su interior. No era como las demás personas, era distinto.
    -¿Y tu quien eres para decirnos eso?— él no contestó solo se me quedó mirando con una mirada triste o eso parecía.
    -Vamos a por él— dijo el otro sacando una navaja. Peros solo se acercaron 3 metros a él porque hizo un movimiento con la mano y los mandó a volar mucho más lejos de lo que yo mandé al otro.
    -Fuera de aquí. No lo pienso volver a repetir—simplemente con esa orden los tres se fueron corriendo. En cambio yo me quedé mirándole confundida.
    -¿Qué eres?
    -Un ángel— ¿Un ángel? Sonreí. Yo el tema de la religión y de dios hacía mucho tiempo que lo había dejado a un lado, no era que no creyera pero podía vivir sin pensar en dios o en rezar y después de lo de mi madre…
    -Un ángel— repetí.
    -Si
    -Ya y los otros eran demonios— lo dije con burla. Por favor…no pensaría que me iba a creer eso así de entrada ¿no?
    -No, eran humanos pero cuando los demonios, como tú les llamas, se enteren de tu existencia sí que irán a por ti.
    -¿A por mí? ¿Por qué?
    -Porque tú también eres un ángel Dana.
    Muy bien ahora alucinaba, no solo me dice que él es un ángel y que los demonios existen también sino que ahora yo también soy uno y por encima sabe mi nombre. Vale, vamos a tranquilizarnos.
    -Yo no puedo ser un ángel, soy hija de humanos, como tú dices.
    El sonrió.
    -Tienes razón no eres un ángel completo hasta que ayudes a alguien especial. Pero si eres la elegida.
    -¿La elegida?
    -Si vienes conmigo te cuento la historia.
    - Mi padre me dice que no me vaya con desconocidos.
    -Me llamo Uriel— me contestó con una sonrisa. Yo cogí la mochila y me acerque a él.
    -Vale ahora ya no eres un desconocido.
    Le seguí. Tampoco creía que fuera a pasar algo malo, me acababa de salvar de unos chicos malos.



    En una casa enorme en una barriada de Madrid (Ciudad de Dana) estaban reunidos tres de los cinco demonios que habían empezado a habitar en esa ciudad desde hacía dos semanas. ¿Las razones? Porque se corrían rumores de que el elegido había renacido de nuevo después de 100 años, en Madrid.
    Uno de los demonios estaba sentado en un sillón mientras los otros dos estaban de pie enfrente de él, mirándole. Era Samael. Un niño con el pelo negro cortado en melena de 1000 años de antigüedad a pesar de no aparentar más de 15.
    Los otros dos eran una mujer llamada Eyda, de pelo castaño y algo rizado que le llegaba por la cintura, parecía que tenía unos 30 pero en realidad tenía 400 años. Y el otro era un hombre que se llamaba Renzo. Tenía el pelo corto de color negro y también parecía que tenía unos 30 pero no, su verdadera edad era de 260 años.
    -¿Dónde está Jeliel?— Dijo Samael con un tono de pocos amigos. Si, él era el que mandaba.
    -Está haciendo un trabajillo cerca de aquí con Dafne— le contestó Eyda tranquilamente.
    - Vamos que se está divirtiendo— Contestó Renzo bastante molesto.
    -Pues los quiero de vuelta ya. Ha aparecido la elegida.
    -Oh— Los dos se rieron— creo que va a empezar de nuevo la diversión como hace 100 años y esta vez seré yo quien me encargue de ella, no tu Eyda.
    -Tienes envidia de que fuera yo quien pasara a Jeliel a nuestro lado.
    -¿Yo, envidia? Más quisieras.
    -Callaros ya los dos, quiero que venga Jeliel porque va a ser el quien se encargue de ella ¿entendido?
    -Sí, señor— contestaron a la vez.
    -Moveos.
    En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron del salón de la casa dejando solo a Samael sonriendo.



    Como me gustaba hacer esto…Y más cuando las cosas se enrevesaban mucho. Es que era divertidísimo ver como miembros de una familia desconfiaban unos de otros, se pegaban, se engañaban e incluso se mataban por un pequeño problema o algún roce que tuvieran. Claro está que yo era el responsable de ello porque convertía ese pequeño problema en uno enorme con tan solo una conversación y utilizando mis poderes. Era tan fácil engañarlos y destrozarles. Pobres humanos.
    Ahora me encontraba con Dafne en un fábrica de no sé qué, tampoco me interesaba, y con dos hermanos ya adultos enfrentados por ver quien se quedaba la fábrica cuando el dueño, que era el padre, muriera ya que le quedaba poco tiempo de vida por una enfermedad. Si Dafne y yo no hubiéramos aparecido seguramente seguirían con sus pequeños problemas pero lo hubieran resuelto pacíficamente.
    Tenía dos pistolas en la mano, solo me faltaba dar el toque final para que la familia se derrumbara. Me dirigí al hombre.
    -Ella me contrató para matarte y quedarse con la fábrica.
    -Mentira—gritó ella.
    -Es verdad si hasta le di mi tarjeta con mi número de móvil.
    -¡Pero no le dije que sí!
    -Doblo la cantidad que te haya ofrecido ella para matarme si la matas.
    Já eso es lo que quería oír, sí.
    -Echo— le apunté con las pistolas asustándola y haciendo que retrocediera pero al cabo de unos segundos las baje— No, así yo no hago las cosas ¿Por qué no lo resolvéis vosotros?—Puse las pistolas en el suelo y las deslicé hacia ellos. Juan la cogió rápidamente primero y luego la cogió Clara. Se apuntaban el uno al otro.—Juan ella te mintió.
    -¡¡No!!
    -Te quiso engañar para quedarse con la fábrica ella solita y a ti dejarte a un lado pero si la eliminas no tendrás problema.
    Juan disparo al igual que Clara un segundo después pero como las pistolas no estaban cargadas no pasó nada. Los dos intentaban disparar algo sin éxito. Cuando pararon de intentarlo yo me reí y ellos se derrumbaron. Otra familia destrozada, que bien me lo pasaba…
    -Muy bien echo—era Dafne, una chica que aparentaba mi edad, unos 20 años y con el pelo rubio, que venía con el padre atado en una silla de ruedas—os acabáis de destrozar la vida vosotros solos—se rio al igual que yo.
    -Vosotros dos— apareció de pronto Eyda con Renzo— Volver a la casa.
    -¿Por qué tanta prisa?—Pregunto Dafne
    -Samael te quiere ver Jeliel.
    -¿A mí? ¿Para qué?
    -Ha aparecido la elegida.
    Oh eso sí que me sorprendió. Si, quería encargarme de ella, quería saber que sentía uno al matar a la elegida o simplemente pasarla a nuestro bando como hizo Eyda conmigo hace 100 años y quería hacerlo ya. Sonreí.
    -¿A que esperamos entonces?—Dije caminando hacia la salida. Si lo que acababa de hacer era divertido los días que venían a continuación lo iban a ser aún más porque al renacer el elegido, Ángeles y Demonios peleaban con más frecuencia y brutalidad. Estaba deseando empezar.



    Estaba en el sillón de una pequeña salita de una casa bastante lejos de la mía. Estaba demasiado sorprendida para poder hablar. Me acababan de contar una historia increíble sobre ángeles y demonios remontándose antes de que naciera el propio Jesús y resulta que yo soy la elegida de esta época.
    Al principio creí que me tomaban el pelo pero después pensé en como mande a volar al tío ese sin ningún esfuerzo y de cómo sentía a las personas de alrededor; si estaban tristes, alegres, preocupadas por algo…y también veía la luz interior de los ángeles.
    La historia me la contó Uriel junto a otra chica ángel llamada Alice, bastante guapa la verdad. Era un poco más alta que yo y con el pelo rubio bastante largo y liso. Me gustaba mucho su pelo a comparación del mío que me llegaba un poco más abajo de los hombros y castaño claro casi rubio. Ah y con el flequillo, claro. ¿Qué estoy pensando? Me acaban de contar una historia que me implica demasiado y yo solo pienso en mi pelo…
    -Ya sé que es un poco repentino y lo entenderemos si no te lo crees pero es la verdad— me dijo Alice.
    -Y tú deberías haberte dado cuenta con el empujón que le diste al chico de antes.
    - Si yo me lo creo… pero ¿que puedo hacer?
    -De momento ser discreta. Nosotros te enseñaremos a utilizar tus poderes y una vez que ayudes a alguien te convertirás en un ángel.
    -Pero puedo volver a mi casa ¿no?
    -Sí, nosotros te protegeremos.— me dijo Alice son una sonrisa
    -Pero ¿como voy a diferenciar un demonio de una persona normal?
    -Lo harás, créeme. Así que puedes irte cuando quieras, yo te avisare cuando te vaya a enseñar.
    -Vale.— cogí la mochila y me despedí. De camino a casa no podía quitarme de la cabeza todo lo que me habían contado y una de las cosas que más le daba vueltas es que había pasado con el ultimo elegido, por que cuando pregunté por eso los dos cambiaron de tema rápidamente. Ni siquiera me dijeron el nombre. Bah, ya empezaría a descubrir más cosas.



    En cuanto se fue miré a Alice quien tenía la vista clavada en mí desde que se cerró la puerta de la calle. Sabía lo que me iba a decir y no tenía ganas de escucharla. Una porque no quería y otra porque era evidente.
    -¡Mario!—Medio grité. Enseguida apareció delante de mí.
    -Si ya se lo que me vas a decir…que la proteja.
    -Gracias—Le sonreí— te la debo.
    -No me debes nada para eso eres mi superior—me sonrió y se fue. Yo me di la vuelta pasando de largo a Alice y cuando ella iba a abrir la boca yo la interrumpí.
    -Si no hace falta que me lo digas, es evidente que se parece.
    -No se parece, es clavada.
    -No te pases.
    -no me paso es verdad y lo sabes.
    -Si vale…— en ese momento caí en la cuenta de que ese detalle corría a nuestro favor. Me volví hacia ella.—Pero es perfecto.
    -¿El qué, que se parezca?¿Por qué…? Oh no.
    -Oh sí.
    -¿vas a jugar con sus sentimientos?
    -El hace mucho tiempo que dejo de tener sentimientos por si no lo recuerdas es un traidor, y si tengo la oportunidad de matarlo lo haré.
    -Uriel…
    -Tengo un buen presentimiento esta vez. Puede que la guerra se acabe de una vez por todas.



    Una vez que estábamos todos delante de Samael no me pude contener de la emoción y no le deje hablar primero.
    -Yo me encargo, quiero encontrarle y matarle yo.
    -Es una chica.
    -Mejor.
    -Yo solo quiero que la encuentres, luego puedes matarla pero date prisa no eres el único que la quiere ver muerta.
    - Por supuesto. ¿Ellos ya la han encontrado?
    -No lo se
    -Bueno me da igual— me di la vuelta para empezar ya con su búsqueda.
    -No me falles.
    -¿Cuándo lo he hecho?
     
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    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    Holas!Increible!Me encantó.La trama es muy original y te atrapa.Vi errores.Te faltaron algunas comas y acentos,nada muy grave.Te recomiendo que utilices el guión largo,ya que es lo correcto y que separes más los párrafos y los diálogos porque si está todo junto la lectura se hace un poco difícil que digamos.Espero la continuación ya que me has atrapado bastante,nos leemos pronto. ;)

    C. Lee.
     
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    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

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    Capítulo 2.

    Había pasado una semana desde que me dijeron que era la elegida y no había pasado nada. Seguía con mi vida normal, aunque de vez en cuando sentía que algún ángel me observaba, seguramente para protegerme por si aparecía un demonio.
    También había practicado algo mis poderes. Todavía no los controlaba pero había aprendido algo. Según Uriel el poder sale con mayor fuerza y eficacia cuando realmente se necesita así que tampoco le di muchas vueltas. A lo que sí que le di vueltas fue al tema del último elegido pero siempre que preguntaba o no me respondían lo que yo quería oír o hablaban de otra cosa enseguida y, claro, eso hacía que tuviera más curiosidad.
    También, es verdad que no me habían atacado pero sí que había visto merodeando cerca mía. Fue gracias a Mario que no me pillaron. Cuando Uriel me dijo que diferenciaría fácilmente a un demonio tenía toda la razón. En ellos vi oscuridad, una oscuridad interior muy densa que hacía que me alejara de ellos. Mario me explicó que una vez que te conviertes en demonio es imposible volver a ser un ángel pero yo no pensaba igual. Si antes has sido un ángel en tu interior seguirás siéndolo porque todo el mundo tiene una parte buena y otra mala, sin excepción. Puede que sea difícil pasarlo de nuevo a los ángeles pero no imposible.
    En esta semana me enseñaron muchas cosas, a parte de los poderes. Hasta busque en internet todos los ángeles que pude. Desde que me dijeron que era un ángel mi curiosidad aumentaba más y más. Quería saber tanto de ángeles como demonios.
    Ahora era sábado y estaba dando un paseo por un parque bastante grande al que siempre acudía para despejarme. No era muy tarde pero lo suficiente como para que hubiera poca gente. Tenía un mal presentimiento y no sentía a Mario ni a ningún otro ángel cerca.
    Seguí caminando pero esta vez en dirección a la casa de Uriel.

    Llevaba una semana intentando encontrar a la elegida sin ningún resultado positivo. Era raro porque los ángeles nuevos siempre desprenden una especie de aura distinta a la de los demás que los diferencia muy rápido. Pero por más que intentaba sentir o incluso buscar caminando durante horas, no la encontré, ni siquiera una mísera pista y Samael ya se estaba impacientando cosa que no me convenía para nada.
    Si estaba tardando tanto en encontrarla significa que los ángeles ya la han encontrado y la tienen protegida. Que Uriel la tiene protegida y eso me molestaba más. Cuando la encontrase, si podía, iba a matarla delante de él. Sí. Y luego lo mataría de una vez por todas.
    Aparecí encima de uno de los pilares de un puente bastante grande. Cerré los ojos y me concentré. Primero quería sentir la presencia de Uriel para después sentir a partir de él la de la elegida.
    Estuve así por lo menos 15 minutos hasta que por fin encontré lo que buscaba .Como Uriel no sabía que yo estaba aquí no había sido precavido en cerrar su aura, porque yo era el mejor en sentirlas. Ahora sabía que se llamaba Dana y que estaba…en un parque no muy lejos de aquí.
    Aparecí en la calle de abajo y me monté en una Harley que había cogido de la fábrica de hace una semana. Iría en ella hasta el parque, ahora que ya sabía cómo era el aura de Dana no tenía ninguna prisa.

    Doblé hacia la derecha rápido. No podía dejar de pensar en que algo malo iba a pasar, no sé, a lo mejor era mi imaginación, pero por si acaso tenía que volver rápido. Pero fue tarde. Al final no me equivocaba. De pronto de atrás mía alguien me saludo y por lo que sentía no era amigo.
    -Hola Dana.—me dijo tranquilamente haciendo que me parara en seco por el miedo. Pero antes de darme la vuelta sentí algo extraño en él y cuando lo hice vi algo muy raro. Él era un chico de unos veinte años de pelo negro medio largo con un poco de flequillo, llevaba unas gafas de sol y me sonreía sentado en un banco. Lo raro era que en su interior aparte de haber oscuridad, como en todos los demonios, también tenía algo de luz, muy pequeña a comparación con toda esa oscuridad, pero tenía.
    Él se quitó las gafas subiéndoselas a la cabeza y me pareció que por un momento estaba sorprendido.
    -Eres un demonio— no me contestó simplemente me miraba como no creyendo lo que veía. Empecé a retroceder lentamente y cuando él se levantó con la misma cara yo hice un movimiento con la mano mandándolo hacia atrás y aprovechando para salir corriendo. Lo malo es que solo había conseguido volverlo a sentar lo que significaba que era bastante fuerte.
    Corría lo más rápido que podía mientras le escuchaba gritarme.
    -¡¡Dana!!—se rio— Dana ¿No quieres jugar conmigo un poco?—Le ignoré— ¡¡Venga!! Puedes correr pero no esconderte…
    Lo que él diga vaya. Me escondí detrás de un árbol intentando pausar mi respiración agitada y no hacer ningún ruido. Lo escuché cerca de donde estaba.
    -¿Dana?. Venga mujer te prometo que no te va a doler. Sera rápido—Seguía en silencio— ¿Te voy a tener que sacar yo de tu escondite?—Aguanté la respiración—Pues vale.
    De repente el árbol en donde estaba escondida fue cortado por la mitad. No me dio pero me tiró al suelo y no pude evitar gritar del susto. Me di la vuelta todavía en el suelo y lo vi delante de mí. Empecé a retroceder rápido en el suelo pero él me seguía tranquilamente. Retrocedí y retrocedí hasta que un árbol me lo impidió así que en un último intento le tiré una onda expansiva parecida a la de antes, consiguiéndome levantarme pero el como si nada la rechazo con la mano y me cogió del cuello apoyándome contra el árbol. Le cogí el brazo que me sujetaba para intentar zafarme pero tenía una fuerza increíble. Fue en ese momento que me fijé en que se parecía a Uriel solo que con los ojos muy oscuros.
    Aunque me tenía agarrada del cuello, podía respirar perfectamente y no me estaba haciendo daño. Este demonio era muy raro.
    -Cuanto antes acabemos mejor— me dijo y levanto su otra mano para matarme vete tú a saber cómo. La estaba dejando levantada demasiado tiempo. Simplemente me miraba y parecía que dudaba o que se lo pensaba demasiado.
    -Venga—le dije con valentía— ¿Qué te estás pensando?—Ahora tenía una mirada triste pero enseguida se le paso.
    -Nada, solo pensaba en como matarte— me sonrió. Pero era una sonrisa que expresaba de todo menos bueno.
    Su mano fue hacia a mí. Cerré los ojos pero el golpe no llegó. Los volví a abrir y vi su mano a centimetros de mi pecho. Él miraba hacia abajo.
    De pronto apareció Rafael y le dio una patada que lo mandó lejos de mí. Enseguida también aparecieron junto a mi Alice y Uriel, este último muy enfadado.
    -Jeliel…-dijo Alice sorprendida— has vuelto…
    - Ha vuelto para que yo le mate-contesto Uriel muy enfadado.— A Dana no le vas a tocar ni un pelo ¿Me has entendido?
    -¿Desde cuándo obedezco tus ordenes?—él tampoco contestó de muy buenas maneras. Se empezó a acercar.
    -No te muevas Jeliel.
    -No me des ordenes, he venido aquí para matarla y eso haré.
    Ahora el que sonrió fue Uriel.
    -Sabes que no puedes— Ante ese comentario Jeliel se puso serio y no contesto—¿Ves?
    -No me tientes, hermanito—¿Es su hermano?—Sabes que puedo matarla y cuando lo haga iré a por vosotros y con vosotros me refiero a los ángeles. Me encargare de que no quede ni uno en toda la faz de la tierra
    -¡Eres un traidor!—le gritó Rafael al mismo tiempo que le agarraba y desaparecían los dos.
    -¡Rafael no!—Dijo Alice con preocupación.
    -¿A dónde han ido?—Pregunté cogiendo las gafas que se le habían caído a Jeliel.
    -A cualquier sitio que conozca Rafael—me contestó Alice— lo malo es que el que corre el peligro de perder es Rafael.
    -¿Tan fuerte es ese Jeliel?
    -Sí, él es uno de los tres Devils.
    -¿Tres Devils?
    -Después te lo explicamos—me dijo Uriel—ahora vámonos. Menos mal que hemos llegado a tiempo si no ahora tú…
    -No, si él no se lo hubiera pensado tanto y no hubiera parado su mano a centimetros mía yo estaría muerta.
    Los dos me miraron sorprendidos.
    -¿Cómo?¿me estás diciendo que no pudo matarte?—me preguntó Uriel.
    -Sí y además me miraba raro, primero confundido y luego tristemente.
    Uriel miro a Alice sonriendo.
    -¿Qué pasa?—pregunte.

    Aparecimos es una espacio abierto sin nada alrededor, solo tierra, algún que otro charco y rocas, rodando uno encima del otro pero enseguida me lo quité de encima. Me puse de pie al igual que él. Solo nos separaban unos metros.
    -Jeliel esta vez ha llegado tu final.
    -¿Tanta confianza tienes en matarme?
    -Siempre quise creer que tenías alguna esperanza. Pero ahora veía lo equivocado que estaba y toda la razón que tenía Uriel. Es increíble que tengáis la misma sangre y seáis tan distintos.
    -No tenemos la misma sangre.
    -Me das lastima Jeliel, tu pudiste ser un buen ángel.
    -No sigas por ahí.
    -Me dais lastima todos vosotros, pero en fin está escrito que vais a perder.
    -¿Qué está escrito?—sonreí—Ya claro, eso es solo una falsa esperanza vuestra. Si está escrito dime donde, enséñamelo.—No dijo nada—No me respondes porque no sabes nada. Solo te dicen eso para que confíes en vosotros y creáis que podéis ganar, pero dime una cosa ¿cuánto tiempo lleváis luchando, y hace cuánto tiempo os dijeron que ibais a ganar? ¿Te lo digo? Vale pues desde que empezó todo.
    -Dios…—le interrumpí.
    -¿Qué Dios? Dios solo os creó y dejó que lucharais y murierais poco a poco. Os creó y se sacudió las manos. Ya no es su problema ahora es el vuestro
    -No sabes lo que estás diciendo. Él nos protege siempre.
    -¿A si?—alce las manos y grité sonriendo—¡Oh Dios si estás ahí protege a este pobre ángel de mí! ¡Mátame, deshazte de mí!
    -¡Cállate!
    -No pierdas los estribos o Dios se decepcionará de ti…
    -Dios nunca te va a perdonar.
    -¡Y dale…! Que Dios pasa de vosotros, como te lo tengo que decir. Pero tienes razón en una cosa. Hay algo escrito, sí, pero en tu destino ¿sabes lo que es?—no me contesto—tu muerte.
    Antes que yo hiciera algo Rafael fue a por mí con su velocidad.
    Los dos empezamos a intentar pegarnos usando nuestra velocidad y ondas de choque. Bueno más bien él lo intentaba porque yo lo único que hacía era esquivar sus golpes. Si quería matarme tendría que hacerlo mucho mejor que eso.
    Me canse de esquivar y le tiré al suelo poniéndome encima de él. Intento tirarme un haz de luz pero le empujé la mano desviando el disparo y le pegué un puñetazo en la cara, y otro y otro, al cuarto me cogió la mano y me empujó saliendo debajo mío pero yo le di una patada mandándole lejos de mí.
    -¿Qué te pasa Rafael? ¿No me ibas a matar? ¿Dios no te protegía? Porque si lo está haciendo lo hace muy mal, eh. Ahora mismo sabe que vas a morir y no hace nada para impedirlo.- En cuanto dije eso desde el cielo apareció la espada de fuego clavándose en el suelo en frente de Rafael. El me miró con una sonrisa triunfante y he de admitir que me la merecía. Esa espada la hizo Dios expresamente para los ángeles y si ha aparecido significa que Rafael tiene la ayuda de Él.
    Cogió la espada y se preparó. A todos los demonios les ponía nervioso la espada porque si te roza te puede hacer una quemadura muy grande y dejarte indispuesto para luchar y si te la clavan directamente mueres. Esa espada solo era mortal para tanto ángeles como demonios, los humanos ni la veían ni la afectaban.
    -¿Qué decías?
    -No cantes victoria de todas formas vas a morir.
    Fuimos los dos a la vez el uno por el otro. Y empecé a esquivar de nuevo su ataque porque si me daba ahora sí que no salía de esta.

    Jeliel al haber cortado el árbol hizo que algunas personas empezaran a venir así que nos tuvimos que alejar caminando en vez de tele transportarnos.
    -Me podéis explicar todo?
    -Ya te lo he dicho Jeliel es una de los 3 Devils— me dijo Uriel.
    -Pero es que no sé qué es eso.
    -Los 3 Devils son los tres demonios más fuertes después de Samael, son como 3 generales.—me dijo Alice.—Jeliel, Dante y Abraxas. Jeliel es el más joven pero puede que el más fuerte por eso estoy preocupada por Rafael. Puede que una vez fueran amigos pero Jeliel ya no es quien era.
    -Si era su amigo entonces no creo que lo mate, yo estoy viva.
    -Tú has salido ilesa por otra razón—me dijo Uriel.
    -¿Qué razón?¿Tiene que ver con lo del ultimo elegido?—No me contestaron así que me para en seco—Quiero saberlo.
    -Ahora no Dana, tengo que llevarte a mi casa.
    -Si está aquí Jeliel significa que otros demonios también están cerca incluido Samael y los otros dos Devils.
    -Pero…—no seguí por que delante nuestra apareció Jeliel como si nada. Tenía a Rafael el cual estaba muy malherido y lo tiro en el medio. También tenía la espada de fuego pero ¿Por qué la tenía Jeliel si era de los ángeles?
    -¡Rafael!—Grito Alice preocupada. Pero Rafael le hizo una seña para que no se acercara empezando a levantarse con esfuerzo aunque Uriel hizo caso omiso y se empezó a acercar.—Jeliel, él fue tu amigo.
    -Yo no tengo amigos ángeles.
    -No, tú no tienes amigos-hablo Rafael- debe ser una vida muy triste no tenerlos.
    Jeliel no dijo nada simplemente en un acto que ninguno nos esperábamos le tiro la espada atravesándole el pecho. Unos segundos después Rafael desapareció haciéndose polvo, pero un polvo brillante.
    -¡Jeliel!-Grito Uriel pegándole una patada a Jeliel a la velocidad del sonido. Se estampó contra un árbol pero enseguida se levantó. Si Jeliel era uno de los 3 demonios más fuertes Uriel era también uno de los 3 ángeles más fuertes así que estaba a su nivel.
    -Le advertí que iba a morir pero no me hizo caso.
    -No me puedo creer que le hayas matado—dijo Alice tristemente.
    -Créetelo.
    -Me das pena.
    -Prefiero que me odies.
    Desde que apareció no me miró ni una sola vez es más estaba rehuyéndome. ¿Qué le pasaba a este demonio? Con ellos actuaba como lo que es pero conmigo no ¿Por qué? Además seguía viendo esa luz en su interior.
    -Tu no querías matarle.—dije haciendo que todos me miraran.
    -¿Y tú qué sabes?
    -Lo dicen tus sentimientos.
    -¿Qué? Mira he venido a matarte y eso es lo que voy hacer—se le pusieron los ojos negros y fue hacia mí pero Uriel se puso en medio con una pequeña espada que hasta ahora no me había fijado que llevaba— Quítate del medio.
    -No. Alice sácala de aquí ya.
    Alice me cogió de la mano y desaparecimos.

    Desaparecieron ante mis ojos lo que significaba que había fallado en este momento. Tenía demasiadas cosas en las que pensar y una de ellas no era Uriel así que me relaje.
    -Paso de ti—le dije y me fui caminando. Uriel no hizo nada solo sentía su mirada clavada en la mía. Estaba muy enfadado y por encima ahora tenía que aguantar la burla de Renzo. Desaparecí para segundos después aparecer en el salón de mi casa, el cual para mi mala suerte estaban todos. Me quité la chaqueta quedándome en camiseta corta.
    -¿La has encontrado?-me pregunto Samael.
    -No—mentí.
    -Mentira—dijo Renzo—sí que la ha encontrado pero ha fallado en matarla.—Cabrón…¿cómo lo sabía?. Le mire fulminantemente.
    -¿Es eso verdad?
    -Sí, lo siento mucho mi señor—me arrodille ante él, cosa que odiaba pero ahora no tenía otra opción.—Pero sé que se llama Dana.
    -Me has mentido Jeliel
    -Lo siento te prometo que…
    -Cállate— Puso los ojos negros y me miró. Grité. Enseguida me empezó a doler la cabeza. Era como una presión cada vez más fuerte que parecía que la cabeza me estallaría. Me cogí la cabeza. Dolía, dolía y mucho pero Samael no paraba y yo seguía gritando, hasta que por fin paró.
    Respiraba con dificultad y estaba mareado. No podía hacer otra cosa que mirar al suelo pero con un alivio inmenso.
    Él se levantó y se quedó de pie enfrente de mí. Me posó una mano en la cabeza.
    -Mírame—me ordenó. Yo le mire todavía cansado. Quitó la mano de encima de mi cabeza y me dio un bofetón haciéndome sangre en los labios.—Yo confío en ti Jeliel, pero no me vuelvas a mentir.
    -Si señor— Se fue junto con los demás a otra parte de la casa la única que se quedo fue Dafne. Me senté en el sofá y ella se acercó sentándose encima mía pero frente a frente.—¿Qué haces?— No dijo nada, solo me chupo la sangre de los labios en un acto muy sensual.—Ahora no estoy de humor Dafne.
    -Venga, Jeliel— se empezó a mover de una forma que volvería loco a cualquiera—así te libras de las tensiones.
    -Soy mucho más pequeño que tú.
    -Pero eres uno de los 3 Devils. Cuando me pregunten les diré que aparte de ser el mejor en la batalla también lo eres en la cama ¿no?—me dio un beso en la boca todavía moviéndose encima mía.—El sexo es lo mejor y lo sabes Jeliel.—me dio otro beso y cuando vio que yo cedía se apartó y se levantó— Te espero en la cama.—se fue hacia la habitación y yo la seguí cerrando la puerta al entrar. Por lo menos despejaria la cabeza un rato.
     
  5.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Angel o Demonio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    2648
    Capítulo 3.

    Me quedé esperando con Alice hasta que llegara Uriel de nuevo en el salón. Cuando lo hizo dejé que se sentara antes de empezar a preguntar.
    -¿Qué ha pasado?
    - ¿Literalmente?—asentimos—en cuanto os fuisteis me dijo ‘’paso de ti’’ se dio la vuelta y se fue.
    -¿Ya está?
    -Sí.
    -Pues entonces ya estáis tardando en contarme todo lo que sabéis.
    -Eh para el carro
    -¿Sois hermanos?—puso una cara de fastidio que les gano a todas las que he visto en mi vida pero no me contestó lo hizo por él Alice.
    -Si son hermanos. Uriel es dos años mayor.
    -¿Y cómo que tú eres un ángel y Jeliel un demonio?—No me contestaron—¿Qué paso para que Jeliel os abandonara?
    -Amor—respondió Alice.
    -¿Amor? Pero si el amor es bueno.
    -Si pero a veces te lleva a hacer cosas que no son buenas
    -Espera, habéis dicho que es joven para ser un demonio tan fuerte al igual que tú, Uriel, y el último elegido fue hace 100 años…
    -Se acabó la conversación—dijo Uriel levantándose.
    -Pero…
    -Pero nada lo único que tienes que saber es que Jeliel es un ángel caído que hace daño a la gente y que si puede te mata.
    -Pero yo le he visto luz—Uriel se paró en seco—no como la tuya pero tenía algo dentro de tanta oscuridad.
    -Un momento ¿Tu como diferencias a los demonios?—preguntó Alice.
    -Pues los demonios dentro tienen oscuridad y los ángeles luz ¿Cómo los diferenciáis vosotros?
    -Por el aura—contestó Uriel— Si es celeste es un ángel si es roja un demonio y si es blanca un humano. Tú lo que ves es el alma.
    -¿Si? Pues en su alma hay luz.
    -Hay esperanza—dijo Alice mirando a Uriel.
    -No, no la hay. Es demasiado tarde para él y como soy su hermano es mi responsabilidad y créeme cuando te digo que Jeliel de este año no pasa—se fue del salón. Miré a Alice.
    -En parte tiene razón.
    -Me vas a contar tu…—no terminé de hablar porque apareció otro ángel.
    -Alice, me tienes que acompañar a eso—cuando reparó en mi, me saludo—Oh Hola Dana ¿Estás bien?—No sabía quién era, no lo había visto antes pero era rubio con el pelo corto y ojos verdes, más o menos de la aparente edad de Uriel.
    -Bien, si, al final no me pasó nada.
    -Bueno si necesitas ayuda en algo dímelo vale?—que simpático era…cualquier chica se enamoraría de el con facilidad.—Por cierto me llamo Gabriel.
    -Encantada.
    -Bueno Alice ¿vienes o no?
    -Si voy, eh Dana si quieres quedarte hoy a dormir…
    -Vale—Me sonrieron los dos y se fueron.
    Me quedé pensando en el salón durante un buen rato, en toda la información que tenía recopilada en mi cabeza. Tenía el puzzle medio hecho pero me faltaban cosas, aunque más o menos creía saber lo que pasab, solo se me escapaba el hecho de porque Jeliel actuó así conmigo.
    Uriel tenía que tener información en un despacho que había visto el otro día de pasada. No me iba a dejar entrar, así que encendí la tele y esperaría a que se durmiera, porque los ángeles también duermen, o se fuera a algún sitio.
    No fue exactamente así. Eran las 1 de la mañana y yo hacía que dormía en una habitación que tenía preparada para mí. En el salón estaban hablando y con la tele encendida a bajo volumen Alice, Uriel y Gabriel.
    Fui de puntillas al despacho, cerré la puerta con cuidado y encendí el flexo. Me senté en la silla del escritorio donde había un ordenador portátil y empecé a buscar en los cajones.
    En el primero no había nada solo unos papeles de alguna factura o publicidad que supongo que a Uriel le interesaba por algo. En el segundo encontré una carpeta, que abrí enseguida. Contenía documentos de ángeles, alomejor encontraba algo interesante.
    Al principio solo veía nombres de ángeles. Descubrí que los ángeles también tenía a 3 ‘’generales’’ como los demonios pero estos se llamaban los 3 Angels y resulta que dos de ellos eran Uriel y Gabriel el otro no lo conocía pero se llamaba Addu. Pero yo lo que quería saber era lo del elegido. Guardé la carpeta y de casualidad vi un cajón escondido en un lado del escritorio. Lo abrí sentándome en el suelo y descubrí otra carpeta pero clasificada con las letras del abecedario.
    Eran nombres de ángeles caídos. Busque en la J y… premio. Leí que Jeliel fue el elegido hace 100 años junto a su hermano Uriel, cosa que ya me imaginé. Que los dos eran la excepción, porque nunca se había visto que hubieran dos elegidos a la vez . A sí que si uno fallaba lo harían los dos, por lo que al fallar Jeliel y pasarse al otro bando los ángeles volvieron a perder. Lo que quería saber era porque se pasó y porque se comportó así conmigo. Seguí leyendo. Era el que más tenia escrito. Al moverme para ponerme comoda se cayó una foto, la cogí y me acerque más al flexo para verla mejor. Lo que vi sí que me sorprendió y mucho. En la foto salía Jeliel, con el pelo más largo, y ¿Yo?. No pero no era yo, no podía ser yo, si no había visto a Jeliel en toda mi vida hasta hoy.
    Ademas la chica de la foto no tenía flequillo pero por lo demás era igual que yo. Era una foto en blanco y negro. Jeliel sonreía mirándola y ella miraba a la cámara riéndose, diría que formaban buena pareja si la chica no se pareciera tanto a mí. Me fije en su vestimenta la cual era por lo menos del siglo 20 y ahora estábamos en el 21 otra razón por la cual no podía ser yo. Pero…¿porque se parecía tanto a mí?
    Le di la vuelta a la foto. Habia algo escrito: Jeliel y Eli, 22 de enero de…¡1911!, claro si los últimos elegidos fueron hace 100 años y eran Uriel y Jeliel. Eli…¿sería la novia? Pero seguía sin entender porque se parecía a mí y porque Jeliel la dejó y se fue con los demonios, si parecían muy felices…Le tenía que preguntar a Uriel pero ya.
    Me levanté con la foto en la mano, apagué el flexo y salí de la habitación en dirección al salón. Me daba igual que se enfadara conmigo por cotillear sus cosas, que me lo hubiera contado antes, yo tenía que saberlo.
    -Uriel—dije entrando en el salón. Los tres me miraron.—¿Quién es ella?—enseñé la foto haciendo que todos se sorprendieran sobre todo Uriel. Gabriel enseguida cambio su cara de sorpresa por una sonrisa.
    -¿De dónde has sacado eso?—me dijo Uriel arrebatándomela.
    -¿Es una pregunta trampa?—dije sacando una sonrisa a Alice y haciendo que Gabriel se riera.—¿De dónde crees tú que la he sacado?
    -¿Por qué has hurgado en mis cosas?—no estaba tan enfadado como yo esperaba así que me relajé.
    -Por qué no me contabais nada y yo quería saber cosas sobre Jeliel y sobre otras cosas.—se quedaron en silencio—así que ya podéis ir empezando.
    -Me gusta esta chica—dijo Gabriel. Yo sonreí.—Eli era la novia de Jeliel.
    -Hasta ahí llego pero… ¿porque se parece a mí?
    -No lo sabemos—me respondió Alice. Uriel se había sentado mirando la foto.—Nosotros también nos sorprendimos cuando te vimos.
    -Ah por eso pusiste esa cara cuando me salvaste—me dirigía a Uriel.
    -¿Qué cara puse?—lo intentó disimular y como ya lo conocía lo suficiente decidí dejarlo. Cuando quería podía ser muy cabezota.
    -Déjalo—entonces caí en la cuenta de que se parecía porque a lo mejor podía ser un antepasado mío.—Un momento ¿Cuál es su nombre entero?
    -ah ¿como eran sus apellidos?—Le pregunto Gabriel a Alice intentando acordarse.
    -La verdad es que no me acuerdo…pero me parece que tenía un apellido inglés.
    -Eli Hacker Cruz.—contestó Uriel por ellos dos, serio y mirando todavia la foto.
    -Es mi antepasada yo me llamo Dana Hacker.—Los tres me miraron.
    -Puede ser, ella tenía un hermano y si hubo suerte que parece que si, él tuvo un hijo y ese otro hijo y ese otro hasta llegar a tu padre y luego tú.—dijo Gabriel.
    -Y ahora después de 100 años da la casualidad de que eres clavada.—dijo Alice.
    -Físicamente porque de personalidad no se parece en nada—contestó Uriel.
    -¿Y qué paso? ¿Porque Jeliel se fue? En la foto se ven muy felices.—nadie me contesto—venga ya ¿qué os cuesta? ¿Voy a tener que pedirle a Jeliel que me lo cuente él?
    -Ni se te ocurra—me dijo Uriel muy serio.
    -Era broma.
    -Es que no nos gusta hablar del tema.—me dijo Alice.
    -Pero ya que has averiguado algo…—dejo sin terminar la frase Uriel.— Eli era la novia de Jeliel como te ha dicho Gabriel. Estaba en peligro porque los demonios al enterarse de que éramos los elegidos siempre van a nuestros puntos débiles, asi que irian a por ella.
    Nosotros dos no teníamos la suficiente fuerza como para protegerla así que le prometieron a Jeliel que la protegerían. Pero al final…— no siguió así que termine por él.
    -La mataron
    -Si, además delante de Jeliel y del ángel encargado en ese momento de protegerla.
    -Vaya…—no sabía que decir.
    -Jeliel quedo destrozado—siguió Alice.— Unos días después mato a Ray y se convirtió en un ángel caído.
    -¿Si matas a un ángel te conviertes en un ángel caído?
    -No antes tuvo que hacer un pacto con algún demonio—me contestó Gabriel—Ese fue el problema. No supimos en que momento un demonio le convenció para que hiciera eso.
    -Lo dices como si fuera culpa nuestra—dijo Uriel— y no lo es. Si Jeliel no hubiera sido tan tonto de haberse dejado engañar por un demonio ahora no pasaría nada de esto.
    -Cuando a una persona se le muere alguien querido para ella, no piensas con claridad, solo piensas que por qué ha pasado y lo único que quieres es olvidarte de todo de cualquier manera y a veces lo pagas con el que menos tiene la culpa.—dije recordando la muerte de mi madre cuando tenía 9 años— Así que la culpa tampoco es de Jeliel.—Todos nos quedamos en silencio por unos segundos— Lo que no entiendo…—me volvieron a mirar—¿Por qué se convirtió en algo que le había quitado a Eli?
    -Yo que se—dijo Uriel esta vez con tristeza.—Pero no lo defiendas, ya no es más un ángel. No sabes las cosas que ha hecho en estos 100 años. Lo único que se merece es morir como todos los demonios que hay en la tierra.
    -Pero él tiene esperanza.
    -¿Lo dices por lo de su alma?—Dijo Gabriel
    -Si
    -Dijiste que tenía mucha más oscuridad que luz ¿verdad?—asentí—Pues entonces no hay nada más que hablar. Ahora vete a dormir, que mañana tienes entrenamiento conmigo y con Gabriel—me di la vuelta para irme—Ah y no vuelvas a fisgar en mis cosas.—le saqué la lengua haciendo que Gabriel y Alice se rieran.
    Cuando me acosté en la cama no podía dejar de darle vueltas al tema. Yo sabía que Jeliel tenía esperanza y también sabía que no era capaz de hacerme nada, ahora con más seguridad que antes. Y me prometí a mí misma que intentaría sacarlo de la oscuridad y abrirle los ojos que tan cerrados tenia.



    Acepté la oferta de Dafne para poder olvidarme de lo que había pasado pero cuando me desperté a la mañana siguiente vi que no había funcionado. Tenía a un bombón durmiendo al lado mía medio desnuda y no podía disfrutarlo. Era la primera vez en 90 años que cuando lo hacía con alguna chica pensaba en Eli. Creí que lo había superado hace muchísimo tiempo pero al ver a Dana todo volvió a mi como si hubiera pasado ayer. Tenía toda la intención de matarla pero no pude. ¿Por qué? ¿Por qué ha aparecido ella?¿Porque se parece tanto? Y por encima Samael estaba enfadado conmigo, como no la matara el que iba a morir era yo. Estaba contra la espada y la pared.
    -Buenos días mi Devil—me dijo Dafne cerca del oído y lamiéndome el cuello. Yo no me moví de mi posición. Seguí mirando el techo. En cambio ella se levantó y se empezó a vestir.—¿te importa que les cuente a todos que lo he hecho contigo?
    -No.
    -Que bien me lo voy a pasar cuando vea sus caras. Las pones a 1000. Todas lo quieren hacer contigo y cuando les diga que eres el mejor en la cama…—se rio. Yo no dije nada, seguía pensando en Dana.—Hasta luego Jeliel—se fue de la habitación dejándome solo. Me senté en la orilla de la cama y me pase la mano por el pelo. Llevaba siempre el mismo corte de pelo. Me acuerdo que me lo había cortado porque al principio me recordaba a Eli ya que decía que le gustaba así de largo.
    Me levanté, me puse los vaqueros y me dirigí a la mesita que estaba al lado de la puerta. Abrí el cajón de abajo del todo y de un libro saqué una foto.
    Salíamos Eli y yo. Me acuerdo que nos la hizo su hermano cuando estábamos desprevenidos. Estábamos de picnic en el campo, ella se reía por una tontería que había dicho y yo me reía porque me encantaba su risa. Sonreí.
    -¡Qué demonios estoy haciendo!-susurré, no podía empezar a recordar cosas que no me iban a devolver a Eli ni me iban a ayudar con lo que tenía que hacer. Eso paso hace mucho tiempo, es pasado, ahora tengo que pensar en el presente. Iba a romper la foto pero cambie de idea y la volví a guardar en el mismo libro. Me puse la camiseta y salí de la habitación. Tenía que pensar en cómo matar a Dana rápidamente sin sufrir yo, si, ahora lo reconocía me iba a costar matarla.
     
  6.  
    Salem

    Salem Vieja sabrosa

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    Como siempre...increible.Me encantó.Vi que te han faltado varios acentos y algunas veces colocás el guión corto en vez de el largo.Te has comido algunas letras OJO . La novia de Jeliel había sido antepasada de Dana!Eso no me lo esperaba.La trama me sigue atrapando,creo que no voy a poder dejar de leer tus fics amiga!:oops:...Realmente espero la conti.Nos leemos!
     
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  7.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
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    Escritora
    Título:
    Angel o Demonio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    2692
    Capítulo 4

    Esta semana fue la peor para mí. Resulta que mi padre se puso a controlarme más que nunca así que me tenía que escabullir con cuidado con mis nuevos poderes para ir con Uriel. Por suerte no me pilló pero ahí no quedó eso.
    A lo largo de la semana también me encontré con demonios que quisieron eliminarme. Algunos acabaron muertos, otros huyeron. No por mí, algo puede que sí porque me había hecho fuerte en poco tiempo, sino por Uriel, Gabriel y Alice entre otros que me protegían. Alice ahí donde la ves, era también muy fuerte. Me sorprendí la primera vez que la vi luchar. Se deshizo de tres demonios ella sola sin despeinarse. Increíble.
    Lo que me ponía nerviosa era otra cosa. Cuando estaba con unas amigas, porque seguía teniendo vida social, o cuando volvía a casa o iba de camino a la universidad o iba a casa de Uriel…cualquier cosa de esas, sentía todo el rato que alguien me observaba pero por más que yo mirase no veía a nadie. Sabía quién era por el aura que desprendía, él no sabía que yo era buena sintiendo el aura, estaba clarísimo que era Jeliel.
    Al principio me asusté. Eso de sentirlo cerca y no verlo me ponía de los nervios porque diréis: si siente el aura puede localizarlo, pues no, no sé qué hacia él pero no podía. Hasta se lo dije a ellos tres, pero resulta que cuando empezaron a vigilar, Jeliel cerraba el aura y era imposible saber dónde estaba pero yo sabía que no se iba, que seguía observándome. Lo que no sabía era que hacía. En toda la semana no hizo otra cosa que observarme, nada más. Así que empecé a ignorarlo.


    Acababa de salir de una pelea en una discoteca. Muy divertido la verdad. Se pelearon dos chicos gracias a mí. Estas cosas eran las que me devolvían a la realidad y si ahora me acostaba con alguien ya lo remataba.
    Volví a casa encontrándome con que todos estaban en el salón. Acabarían de llegar de algún trabajo divertido y le estarían informando a Samael porque que haya aparecido Dana no significa que nosotros dejamos de hacer lo que nos divierte.
    -Jeliel ¿Dónde estabas?—me preguntó Eyda.
    -Oh, ¿me has echado de menos?—me acerqué a ella
    -No des ni un paso más,—me paré—te he preguntado eso porque queremos saber qué pasa con Dana.
    -No me seas aguafiestas ¿Por qué no vamos al cuarto y…?—me interrumpió Renzo.
    -A ella ni la toques.
    -¿Acaso es tuya?—no hubo respuesta—Ya creía yo…—miré a Eyda—¿Qué me dices?
    -Respóndeme Jeliel.
    -No hasta que me digas que si.—se cansó y me tiró una onda sentándome en el sofá—me reí—mmm los golpes también me excitan.
    -¿Si? ¿Quieres que te dé más?
    -¿Por qué no te doy yo lo tuyo?—se enfadó pero antes de que hiciera nada Samael nos paró.
    -Basta ya los dos. Jeliel te lo pregunto yo ¿Qué pasa con Dana? Ya ha pasado una semana desde que la encontraste y todavía sigue viva.
    -La tiene protegida Uriel. No sé dónde la esconde.
    -¿De verdad?—dijo Renzo—¿o es que no la puedes matar porque se parece a Eli?—Ni siquiera le respondí, ahora fui yo quien le tiré una onda que lo mando contra la pared.
    -Deberías pensar antes de hablar, por si no te has dado cuenta sigo siendo tu superior—no dijo nada.
    -Pero ¿es eso verdad Jeliel?—me dijo Samael con un tono de voz impaciente.
    -Por supuesto que no. Simplemente no he podido porque la protegen muy bien pero en cuanto tenga la oportunidad te juro que la mato.
    El me sonrió.
    -Siéntate aquí—señaló en el suelo delante de donde estaba sentado—quiero tocar tu pelo—eso era señal de que no estaba enfadado. Le hice caso y me senté apoyando la espalda en su sillón. Empezó a tocar mi pelo. Como odiaba que hiciera eso. En realidad lo odiaba a él y en cuanto tuviera la oportunidad lo mataría cogiendo su puesto. Tenía que hacerlo bien y rápido ya que Abraxas quería hacer lo mismo. Pero contaba con ventaja porque Samael confiaba en mí y en Abraxas no.—Escucharme, quiero que comuniquéis a todos los demonios que dentro de 3 días nos reuniremos en el lugar de siempre por el tema de Dana. Quiero que estén todos incluidos Abraxas, Dante y tú, Jeliel ¿Entendido?
    -Sí, mi señor—dijeron todos para un segundo después desaparecer.
    -Jeliel
    -¿Si?—me seguía tocando el pelo
    -Confió en que esta vez será nuestra última guerra ¿Tu qué crees?
    -Que sí, mi señor—y tanto, por lo menos seria tu última guerra Samael Decken.



    Al día siguiente no me acerqué a Dana si no que ayude a Eyda, por razones obvias, a destrozar la vida de una pareja y de paso de la familia.
    Resulta que una pareja discutían a menudo porque el novio era muy celoso y eso fue lo que aprovechamos. Le convencimos que la novia le ponía los cuernos con su mejor amigo.
    Ahora estábamos en un banco enfrente de la casa de los susodichos con este hombre.
    - Te estamos diciendo la verdad—le susurró Eyda al oído cogiéndole la cara.
    -Ella te está engañando y la culpa la tiene tu mejor amigo.
    -Te la está robando.—ya era muy fácil engañarle.
    -¿sabes lo que tienes que hacer?—me miro y negó— muy fácil—Eyda le dio una pistola—mátale.
    -Lo más fácil es con un tiro en la cabeza.
    -¡PUM!
    -Mira ahí llegan los dos muy juntos—se metieron en la casa— a saber que van hacer sin ti.
    -No lo voy a permitir—dijo levantándose en dirección a la casa—me las van a pagar.
    Vimos como cruzó la calle y entró en la casa. Segundos después se escucharon gritos. Eyda llamo a la policía y dos segundos después se escucharon cuatro disparos.
    Nos empezamos a reír bajito y nos quedamos hasta que llego la policía. Cuando sacaron al hombre de la cosa nos miró y Eyda le dijo adiós con la mano mientras los dos sonreíamos. Oh que divertido era.
    -Oye ¿y si lo celebramos?
    -Que pesado. Jeliel soy mucho mayor que tú.
    -¿Te asusta no estar a mi altura?
    -Mira, si yo me acostara contigo, mandaría yo y no tú.
    -Soy tu superior
    -Pero yo fui quien te pasó a nuestro bando.
    -¿Y si te hago caso y me vuelvo sumiso a ti?—me miró sorprendida para luego sonreír.
    -¿De verdad lo harías?
    -¿Por qué no?— De pronto me encontré con que tenía un cuchillo celestial cerca del cuello. Me quede quieto un momento y luego miramos los dos. Era Uriel.
    -Esta vez te has pasado Jeliel.
    -Yo solo no he sido.
    -Cuanto tiempo Uriel.—la ignoró
    Me acercó más el cuchillo al cuello. Sentía lo frio que estaba.
    -De aquí no pasas, estoy harto de ti.
    Cuando fue a cortar yo cogí el cuchillo con una mano haciéndome un corte bastante grande que me dolió. Me empezó a salir sangre y Eyda gritó para que todos miraran.
    -¡Socorro! ¡¡Este hombre va a matar a mi novio!!—todos los policías enseguida corrieron hacia nosotros.
    -¡¡Alto ahí!!
    -Sois unos cobardes— salió corriendo.
    Yo me hice el herido y el asustado. Mientas Eyda ponía cara de preocupada. Llegaron dos enfermeros y un policía.
    -¿Qué ha pasado aquí?
    -Ese hombre, mire lo que le ha hecho a mi novio.—me aguanté la risa
    -No se preocupe ahora te lo curamos.
    -Claro—dije con cara de dolor.
    Quince minutos más tarde nos íbamos de ahí abrazados como dos novios y en cuanto doblamos una esquina nos tele transportamos de nuevo a la casa. Nos empezamos a reír. Yo intenté darle un beso pero se apartó.
    -¿Qué haces? No sé si te has dado cuenta pero estábamos fingiendo.
    -Ya ¿Y?— Me miró por unos segundos y luego sonrió.
    - Mando yo
    -Claro.
    La seguí a la habitación, descubriendo que también estaba Dafne. Al ver que puse cara de no entender Eyda me lo explicó.
    -Dafne y yo nos entendemos muy bien y como sé que aunque me digas que vas a ser sumiso no lo vas a hacer porque te conozco, Dafne también va a participar en esto.
    -Así las dos te mantendremos a raya. De solo pensarlo me excito.
    -Tú te excitas con todo.—Dafne se rio—así que…—me dio un empujón que me pilló por sorpresa, tirándome a la cama—que empiece la diversión—se me acercaron a mí y antes de que me diera cuenta ya estaban encima mía.



    Estaba en el salón de la casa de Uriel con Alice pensando en que no había sentido a Jeliel en todo el día cuando entro Uriel muy enfadado tirando la chaqueta al suelo.
    -¿Qué pasa?
    -Jeliel. Es un cobarde de mierda.
    -¡Uriel! No blasfemes.
    -¿Qué ha hecho?
    Nos contó todo lo que había pasado.
    -¿aun piensas que tiene esperanza?
    -Si mientras yo viva.—Seguiría pensándolo y le demostraría que Jeliel podía volver a cambiar.
    -Venga Uriel, hay que creer en ella, es la elegida.
    -Si yo creo Alice, pero mira lo que paso la última vez.
    -Me da la sensación de que esta vez va a ser distinto—se sentó al lado de el—¿a ti no?—Uriel la miró y le sonrió.
    -Si.—estaba muy cerca el uno del otro. Desde que los vi por primera vez juntos me di cuenta de que compartían algo especial y ahora lo creía más que antes. Asi que les pregunté indirectamente.
    -¿Los ángeles pueden tener novios?—la pregunta les pilló por sorpresa y me di cuenta que Uriel se avergonzó. Era la primera vez que lo veía así y me hizó gracia.
    -Claro que si.—me contestó Alice— y antes de que lo preguntes…Si somos novios.—yo sonreí porque Uriel se había puesto rojo. Alice se dio cuenta y se rio.- ¿te da vergüenza? Oh que mono…—Uriel sonrió.
    Iba a preguntarle más cosas pero me di cuenta que Uriel necesitaba a Alice después de lo que había pasado y de lo que iba a llegar. Necesitaba estar solo con ella, para hablar o simplemente estar cerca suya. Así que me levanté.
    -Os dejo solos.—Uriel me sonrió agradeciéndomelo
    -Gabriel está en la sala de entrenamiento de siempre, si quieres ir…o ¿Ya es muy tarde?
    -Que va mañana tengo que ir a la universidad y ya son las 11, me voy a dormir.
    -Hasta mañana entonces.



    Esa noche soñé. Soñé con todo. Primero de cómo había conocido a Uriel y a los demás incluido Jeliel. Luego me encontraba en medio de un descampado al lado de una montaña pequeña. Estaba con un montón de ángeles reunidos y en medio se encontraban los 3 Angels.
    De pronto esa tranquilidad se esfumo dando paso a una batalla entre ángeles y demonios. Yo solo veía imágenes de gente luchando, espadas, lanzas y armas de todo tipo, ángeles muriendo, demonios muriendo, sangre…Vi a Jeliel y a Uriel luchando. La escena paso a el mismo sitio pero entre los árboles. Yo estaba delante de Jeliel y el solo me miraba.
    -Todo es tu culpa—me dijo pero no pude ni contestar porque enseguida vi su cara de sorpresa y preocupación y a otro demonio yendo hacia mí con una espada. Luego sangre, oscuridad y dolor.
    Así que imaginaos el salto que pegue cuando abrí los ojos. No sabía qué hora era pero todavía era de noche. Estaba toda sudada y con las imágenes del sueño frescas en mi cabeza. Había sido tan real…. Me costó volver a dormirme y cuando lo conseguí solo lo hice por una hora ya que me sonó el despertador. Me daba la impresión de que iba a ser un día muy largo.



    Me desperté porque sonó un portazo en la habitación. Me incorporé viendo que ambos lados tenía a Dafne y a Eyda en ropa interior. Estaba todavía un poco en mi mundo por la noche que había pasado así que cuando mire a Renzo, el causante del portazo, que estaba enfrente nuestra con los brazos cruzados y con cara de enfadado, no dije nada. Lo miraba pero en realidad estaba pensando que a pesar de haberlo hecho con ellas dos, que sería el sueño de cualquier hombre, había vuelto a pensar en, no en Eli, no, sino en Dana. ¿Qué me estaba pasando? La voz de Renzo me sacó de mis pensamientos.
    -¿Qué has hecho?—se estaba controlando. Yo simplemente miré a Dafne y a Eyda las cuales sonreían y luego volví a mirar a Renzo.
    -Hacer el amor con ellas dos ¿No es obvio?
    -¡¿Yo que te dije Jeliel?!—no tenía ni ganas de aguantarlo ni de pelearme con él. Quería seguir durmiendo. Me di cuenta que Eyda me sonreía.
    -Anoche te portarse muy bien Jeliel—me dijo Dafne muy cerca de mi cuello.
    -A veces quisiste tomar el control pero te paramos así que… si lo has hecho bien—me dijo muy cerca de mis labios. Yo cerré los ojos sonriendo y disfrutando del contacto pero una vez más volví a pensar en Dana. Menos mal que Renzo nos cortó.
    -¡Eyda!
    -¿Qué quieres? Yo lo hago con quien me da la gana.— Renzo me miró con cara de pocos amigos.
    -Ya la has oído ahora vete, quiero seguir durmiendo.
    -De eso nada—apareció de pronto Samael a pie de cama—hay que preparar las cosas para la reunión de esta tarde así que moveos.
    Suspiré resignado.
    -Como tú digas.—No sabía porque pero tenía ganas de ver a Abraxas y a Dante. Quería meterme un poco con ellos con esos aires de superioridad que tanto molestaba a Abraxas así que nos levantamos y nos vestimos.
     
  8.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Angel o Demonio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    2659
    Capítulo 5

    Esa mañana fue espantosa. Fui a la universidad pero como si no hubiera ido. Parecía un zombi de lo mal que había dormido y por encima le seguía dando vueltas al sueño. Normalmente no hubiera pensado más en él, total solo es un sueño ¿no? Pero como últimamente me están pasando cosas inexplicables pues estaba preocupada. ¿Y si no es solo un sueño? Pero…si no era un sueño… ¿Qué podía ser? Me estaba agobiando así que trate de no pensar más en ello en lo que quedaba de mañana pero no pudo ser así.
    Cuando terminé no me fui a mi casa si no a la de Uriel. Estaba aprovechando ya que mi padre no estaba en la mía por una semana. Así que prácticamente vivía allí. Comía, dormía, estudiaba y entrenaba allí. Ya era como mi segunda casa.
    A pesar de mi preocupación por el sueño no les dije nada a nadie, ni siquiera a Alice. No sé lo que les pasaba pero estaban muy ocupados haciendo algo que ignoraba. Iban de aquí para allá, apareciendo y desapareciendo, Uriel dando órdenes…era un caos.
    Decidí sentarme en el sofá a leer un libro que le había cogido a mi padre, mientras esperaba a que se calmaran las cosas y decidieran contarme algo. Creía que la elegida tenía preferencias pero parece ser que no. Ahora mismo me daba igual solo quería sumergirme en el libro y solo pensar en él y en nada más. Poco me duro la tranquilidad ya que apareció Uriel al lado mío de repente sobresaltándome.
    -Ven conmigo—me cogió y aparecimos en el lugar de entrenamiento de siempre.
    -¡Avísame!
    -Perdona. Pero tienes que mejorar.
    -¿Por qué así de repente?
    -Que te lo explique Addu—y desapareció. Si mal no recordaba Addu era el que me quedaba por conocer de los 3 Angels. Me volví y ahí estaba. Un chico mayor que Uriel de piel morena, pelo corto negro y con un poco de barba.
    -Hola—me dijo sonriendo.
    -Hola—le contesté—¿me dices tú que pasa?
    -Es que se van a reunir.
    -¿Quiénes?
    -Los Ángeles caídos. Se van a reunir por ti.
    -¿Para matarme?
    -Sí y no. No sé si lo sabes pero llevamos mucho tiempo en guerra y cuando aparece la elegida esta se intensifica así que se van a reunir para intentar matarte y para intentar ganar esta guerra.
    -¿Y sabéis donde y cuando se va a reunir?
    -No, de ahí que haya tanto ajetreo. Supongo que dentro de un rato Uriel nos dirá cuando nos reuniremos nosotros, pero de momento vas a entrenar un poco.
    -Te aviso que se defenderme bastante bien.—me sonrió



    Se había pasado dos minutos de la hora acordada así que me puse la chaqueta de cuero y aparecí fuera del edificio donde habíamos quedado para reunirnos. El cual era pequeño y abandonado a las afueras. Ahí estaban esperándome Dante y Abraxas.
    Dante era el mayor de los tres, no solo de apariencia sino también de edad. Tenía un pequeño bigote y siempre llevaba su pelo castaño oscuro echado hacia atrás y su traje. Casi nunca lo veía sonreír.
    Abraxas aparentaba más o menos mi edad pero de antigüedad era mucho mayor. Al contrario que Dante este siempre tenía el pelo alborotado, de un color entre rubio y castaño y vestía según la época, o sea que iba a la moda. El sí que sonreía y mucho. También era muy creído y quería, al igual que yo, ver muerto a Samael. Siempre nos hemos llevado mal y yo intensificaba ese odio metiéndome a maldad con él, pero nunca hemos llegado a hacernos nada porque siempre había alguien que nos paraba sino ya te digo yo que alguno ya hubiera muerto a manos del otro.
    Me miraron y yo sonreí con la sonrisa que tanto odiaba Abraxas. Vi como puso mala cara.
    -Si nos dice algo Samael por llegar tarde le voy a decir que es tu culpa.—me dijo Abraxas.
    -Uu que miedo.
    -Entremos ya—nos dijo Dante serio como siempre entrando.
    Luego de recorrer un pasillo y abrir una puerta entramos en una sala llena de ángeles caídos que enseguida nos miraron y se apartaron, algunos con miedo en el cuerpo, para dejarnos pasar.
    Al final de la sala estaba Samael sentado en un sillón rojo, el cual estaba subido a una plataforma. Abajo había tres sillones más pequeños con tres mesas con algo de comida para nosotros. Íbamos hacia ellos cada uno a nuestro rollo. Antes de sentarnos nos arrodillamos ante Samael, cosa que odiaba y estaba seguro que alguien que yo me se también lo hacía, y habló Dante.
    -Perdón por el retraso mi señor.
    -No pasa nada, podéis sentaros.—Eso hicimos. Yo lo hice en el del medio molestando de nuevo a Abraxas, bueno en realidad todo lo que hacía le molestaba. Me senté como en mi casa y cogí uvas que había en la mesita. Samael empezó a hablar pero yo solo pensaba en lo bien que me sentía ahora. Todo el mundo mirándonos, con respeto y miedo. Este era mi sitio.
    -Jeliel, cuando sepas donde y cuando se van a reunir los ángeles nos lo dices.
    -Claro ¿les vamos a atacar?
    -Sí.
    -¿Y porque se lo dices a él?—Protestó Abraxas.
    -Porque él lo va a saber al instante cuando Uriel lo decida ¿Tienes alguna objeción?
    -No—lo dijo con enfado. Yo le miré y le sonreí haciendo que se enfadara más. Yo creo que Abraxas seria el modelo de demonio que la gente se imagina, frio, cruel, traidor…vaya que le faltaba la cola y los cuernos.
    -Cuando vosotros no estabais hemos hablado de la guerra que está por venir solo nos falta decidir quién va a ser el que mande por mí en la lucha, mi mano derecha. Bueno no hace falta decidirlo porque yo ya lo sé.—hubo un silencio. Tenía que ser yo…—Sera Jeliel, por supuesto—¡Bingo!
    -Será un placer mi señor.
    -¡¿Por qué?!—Abraxas dio un golpe en la mesa levantándose y haciendo que todo el mundo retrocediera más.
    -Porque lo digo yo.
    -Yo tampoco estoy de acuerdo—dijo Dante.
    -Él es el más joven e inexperto de los tres, hasta hace nada más que 100 años era un ángel. Yo debería ser el que mande en esta guerra o incluso aceptaría a Dante pero no a él.
    -Jeliel va a ser mi mano derecha porque es el único que no ha querido matarme. Vosotros dos lo habéis intentado incontables veces, no confió en vosotros en cambio en el sí.—Abraxas iba a protestar pero le cortó—Y no hay nada más que hablar ¿entendido?—lo dijo con un tono de voz tan amenazante que hasta a mí me entro un escalofrio.
    Abraxas me miró con cara de querer asesinarme en ese momento.
    -Mala suerte a ver si la próxima vez te toca…ah, no que no va a ver una próxima—me reí bajito.
    -Se acabó☺a la velocidad de la luz le dio una patada a mi mesita quitándola del medio y luego fue a por mí pero yo la esquivé apareciendo al lado suya. Intente darle una patada pero desapareció alejándose de mi unos metros. Cuando fui a por el Samael nos paró.
    -Basta—enseguida paramos.—Tenéis que trabajar juntos aunque no os guste y como Jeliel manda le tienes que hacer caso y se acabó.
    -Pero él te va a traicionar mi señor.—Este tío es imbécil.
    -¿Yo? No le hagas caso yo siempre estaré a tu servicio.
    -Ya te he dicho que confió en ti, así que…—dejé de escucharle porque de pronto me vino a la mente la voz de mi estúpido hermano. Todos se dieron cuenta y se quedaron en silencio facilitándome el trabajo.
    Escuché: ‘’Mañana por la tarde en el descampado de al lado de la montaña de las afueras’’
    Sonreí.
    -Ya sé dónde y cuándo se van a reunir—dije mirando a Abraxas triunfalmente. Esto me daba más puntos con Samael quien me sonrió.
    -Preparaos para la batalla.
    Todos gritaron eufóricos. Que ganas tenia de que llegase mañana para matar a Uriel y conseguir lo que había estado esperando con paciencia 90 años, quedarme con el puesto de Samael.



    -¿Una reunión?—estaba en la cocina de mi casa cogiendo algo de beber y Alice estaba conmigo.
    -Si. Es mañana por la tarde. Ellos también lo van a hacer, si no lo han hecho ya, y como no lo sabemos bien pues nosotros también nos reuniremos.
    -¿Y de que vais a hablar?
    -De cómo nos vamos a defender de ellos, principalmente. Te digo esto para que mañana no salgas de aquí.
    -Ah pero… ¿yo no voy?
    -No tú eres muy importante, no debes involucrarte en la batalla.
    -O sea que yo soy la elegida para algunas cosas pero para otras no.
    -No estoy diciendo eso.
    -¿A no? ¿Entonces qué? Alice… Yo os puedo ser de mucha utilidad.
    -Utilidad que no sirve si estas muerta.
    -Pero estoy más fuerte, para eso me hacéis entrenar.
    -No lo suficiente. Dana compréndelo si mueres ellos ganaran de nuevo y no podemos permitírnoslo.
    -A mí me da la impresión de que nunca nadie ganará.
    Se quedó en silencio mirándome triste y preocupada.
    -Tú no te muevas mañana—dijo al fin.
    -¿Por lo menos puedo saber dónde es?—se lo pensó unos segundos.
    -En las afueras, en un descampado al lado de una montaña—¿de qué me sonaba esa descripción?—Me tengo que ir.
    -Adiós—ella se fue pero yo me quedé pensando en el punto de reunión que no llegaba a recordar de que me sonaba. Ahora que me daba cuenta desde que había luchado con Addu, me había olvidado de todo lo que hice por la mañana. Bueno en realidad lo que hice exactamente no porque me acordaba de las explicaciones de la universidad pero había algo que se me escapaba.
    Pero por la noche volví a soñar y entonces recordé lo que se me escapaba. Soñé algo parecido pero en una secuencia de imágenes que pasaban muy rápido. Vi el punto de reunión que me mencionó Alice.
    Pero no veía ningún peligro simplemente eran ángeles reunidos y nada más. Así que si me desperté sobresaltada era porque llegaba tarde a la universidad pero entonces me acorde que podía tele transportarme así que me relajé.



    Qué bonito día para matar. Me reí ante mi propio pensamiento. Sí. Hoy era el día en que todo terminaría, esta longeva batalla, la vida de muchos ángeles, la vida de Uriel, mi paciente espera…hoy terminaban muchas cosas y estaba tan ansioso que no podía quedarme quieto y todavía me quedaba toda la mañana y parte de la tarde.
    Solo tenía que esperar a que llegara la hora porque ya todas las órdenes estaban dadas y la estrategia echa. Claro unas horas para mí que he vivido más de 100 años es como unos minutos para un humano pero es que era tanto mi ansia que tuve que salir a despejarme.
    Hice lo que cualquier persona normal haría un día cualquiera por una vez en muchísimo tiempo.



    Comía tranquilamente en mi casa. Me daba igual donde porque tanto la mía como la de Uriel estaban vacías. Todavía no era la hora de la reunión pero desde ayer no veía a Uriel.
    Aunque Alice me dijera que no fuera yo quería ir. Tenía muchísima curiosidad en saber de lo que iban a hablar, además quería ver a tantos ángeles juntos.
    Pero si aparecía y ellos se daban cuenta se iban a enfadar conmigo. Al final decidí que no iría, si yo iba a ser un ángel en un futuro no muy lejano significaba que viviría para siempre por lo que tendría muchas oportunidades de asistir a algo similar ¿no? Bueno ahora que me daba cuenta no me habían dicho que pasaba si un elegido vivía. ¿Qué pasaría con los demonios? Estaba claro que perderían pero ¿morirían?
    No lo iba a preguntar porque si ganaban lo sabría enseguida y si no pues no lo sabría porque significaba que yo o estaba muerta o estaría en el otro bando y veía más probable en estos momentos la primera opción.



    Abrí el armario y saque mi espada negra echa por Belcebú hace muchísimo tiempo. Los ángeles tenían armas echas por Dios ¿no? Pues nosotros tenemos armas echas por Belcebú.
    Y la que tenía yo era una de las tres mejores. Las otros tres eran propiedad de Abraxas, Dante y Cole.
    Era una espada con el mango dorado y negro y el filo también negro, tenía hasta nombre se llamaba Kuroi Tenshi está claro que venia del japonés y significaba Ángel negro. No sabía quién se lo había puesto pero le venía que ni pintado.
    La había utilizado pocas veces pero sabía que me complementaba muy bien con ella. La guardé en su funda y me vestí. Ya deberían estar reunidos los ángeles y ya deberían estar observándoles los demonios solo faltábamos los 3 Devils y Samael. Cuando llegáramos solo tenía que dar la orden y atacar.
    Abraxas y Dante me esperaban en el salón cuando salí de mi cuarto. El primero llevaba un sable, del color de toda la vida y Dante tenía una lanza extensible.
    -¿Ya está listo el señorito?—me dijo Abraxas antipáticamente.
    -Para ti ‘’mi general’’—me fulminó con la mirada.
    -No te pases.—levanté las manos en símbolo de paz
    -Vámonos ya—dijo Dante que aunque no lo demostrase tenía tantas ganas de matar ángeles como nosotros dos.
    -Sí, es la hora de matar ángeles.—dije y desaparecimos los tres.



    Estaba en el sofá cuando me vino una imagen en la cabeza.
    ‘’Es la hora de matar ángeles’’—Lo había dicho Jeliel y estaba junto a otros dos hombres. Me asusté ¿Significaba que iba a pillar por sorpresa a los ángeles mientras se reunían? Tenía que avisarles y me daba igual que se enfadaran por aparecer.
     
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    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

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    Angel o Demonio
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    4187
    Capítulo 6.

    Me levanté y me concentré en el lugar de mi sueño para un segundo después aparecer al lado de Alice, que estaba junto a un mogollón de ángeles. No podía saber cuántos había.
    -¡Dana!
    -Chisst, no hubiera aparecido si no fuera importante—me abrí entre todos los ángeles hasta llegar a Uriel el cual estaba con Gabriel y Addu. No sabía porque pero verlos a los tres me hizo sentir impotente. Sentía la fortaleza y decisión que emanaban. Eran dignos de respeto para cualquiera excepto para los ángeles caídos.
    -¡Dana! ¡Qué haces aquí!—me gritó Uriel enfadado. Los otros dos me miraban serios, hasta Gabriel que siempre me sonreía.
    -Lo siento pero es que es importante.
    -No lo suficiente para que desobedezcas, vete de aquí ya—todos nos miraban.
    -¡Uriel! ¡Los demonios os van a atacar!—Se quedaron todos atónitos sin mediar palabra.



    Estábamos los tres encima de la montaña observando a los ángeles y esperando el momento justo para atacar cuando de pronto apareció Dana. ¿Qué hacía ella aquí? Se supone que los ángeles no la dejarían estar. Y en eso no me equivocaba porque en cuanto la vio Uriel le gritó.
    -No sabía que Dana era Eli—dijo Abraxas riéndose y burlándose de mí.
    -Cállate.—No tenía ganas de escuchar eso del ni de nadie—Ella es la elegida y si está aquí mejor, así matamos dos pájaros de un tiro.
    -Ya claro…—pero no siguió hablando. Seguía sin entender porque había aparecido así sin más cuando gritó:
    -¡Uriel! ¡Los demonios os van a atacar!
    ¿Cómo sabia eso ella?
    -Ostia…—murmuró Dante—Adiós al factor sorpresa.
    -Mierda, Jeliel vamos ya, no hay que perder más tiempo—y por una vez tenía razón. Los tres nos tiramos por el precipicio. Llegamos al suelo como si hubiéramos saltado de un escaloncito, son ventajas de tener poderes, y aplaudí haciendo que todos los ángeles miraran.
    -Muy bien… no sé cómo lo has averiguado pero he de admitir que estoy impresionado.— Tenía toda la atención de los ángeles que estaban en guardia dispuestos a luchar.
    -¿y nos van a atacar solo los 3 Devils? ¿Tanta confianza tenéis?—dijo Uriel sonriendo. Yo levanté una mano.
    -¿Quién ha dicho que seamos solo nosotros tres?— En cuanto bajé la mano cientos de demonios salieron del bosque y corrieron con las armas en mano hacia los ángeles. En cuestión de segundos todo era, gritos, lucha, sangre y muerte.
    Nosotros al principio observábamos pero no tardamos en unirnos a la pelea porque de entre la gente salieron los 3 Angels. Los tres con las armas desenfundadas. Dos segundos después de que sacáramos las nuestras, los seis atacamos a la vez. Claro está que a mí me toco Uriel.
    Chocamos espadas, la suya blanca y la mía negra, dos polos opuestos.
    -Esta vez es el fin— me dijo.
    -Estoy de acuerdo.—Empezamos a luchar chocando espadas y con nuestros poderes.



    En cuanto los vi supe enseguida que eran los 3 Devils. Sentía tanta maldad y fuerza en ellos que se me erizaron los pelos. Me había dado cuenta de que a Jeliel le había disminuido la luz y tenía que hacer algo.
    Pero no sabía el que, solo podía defenderme del que venía a matarme, estaba asustada envuelta en una gran batalla.
    Los ángeles de mí alrededor me protegían pero eso no me tranquilizaba. Si quería ayudar a Jeliel tenía que esperar a que todo acabase.



    Me dio tal patada en el costado que por un momento temí que me hubiera partido una costilla pero el dolor remitió después de unos segundos. Me separé de él exhausto. La última vez que había luchado con él en serio fue hace 50 años y estábamos muy igualados.
    Había empezado con él confiado en poder ganarle porque creía que había mejorado, pero Uriel tampoco había perdido el tiempo, y me parece que había recibido algún golpe más que él, porque también había recibido de mí. Por el momento la herida más fea que tenía era un corte bastante grande en el costado derecho que me había hecho Uriel con su espada. Los dos estábamos mirándonos atentos a cualquier movimiento.
    Fui hacia él y volvimos a chocar espadas un montón de veces. El que se desconcentrara o hiciera un movimiento mal era el que salía herido o en el peor de los casos muerto. Giré sobre mí mismo pasando por su lado e intentando darle con la espada pero el la paró con la suya pasando de largo. Enseguida se dio la vuelta y aprovecho que estaba de espaldas para acabar con la partida pero yo salté y lo esquivé dando una voltereta en el aire por encima de él, cayendo al suelo justo detrás y dándole una patada, no tan fuerte como quería, tirándolo al suelo y perdiendo la espada. Soltó un quejido de dolor. No quedo ahí, fui a por el con la intención de clavarle la espada pero antes de que llegara con él, ya que lo había mandado bastante lejos, levantó la mano apuntándome con su dedo índice que empezaba a acumular una luz. Me paré en seco. Como me diera esa luz sí que había perdido.
    Me la tiró pero por suerte no me dio ya que la esquivé echándome a un lado. De pronto el apareció al lado mía desarmándome y dándome un puñetazo en el estómago junto con una onda expansiva. Me tiró hacia atrás chocándome contra la montaña, desprendiendo rocas y humareda.
    Eso sí que me había dolido. Empecé a toser cogiéndome el estómago y mire al frente. Estaba llegando a mi límite. Un hilo de sangre paso por el lado de mi ojo. Me levanté con demasiado esfuerzo para mi gusto. Ahora los dos estábamos desarmados por lo que la lucha seria cuerpo a cuerpo. Alzamos la mano a la vez. El acumuló luz y yo oscuridad.
    De pronto escuché un grito de enfado y dolor a la vez. Los dos miramos. Resulta que Dante había sido atravesado por la espada de Addu y segundos después murió convirtiéndose en polvo negro.
    Y justo donde murió apareció Samael, tranquilo e impasible. Yo vi la oportunidad, aunque estuviéramos perdiendo Samael estaba allí en bandeja de plata. Lo malo es que no fui el único que pensó en lo mismo porque Abraxas me miro al igual que yo a él y como si nos hubiéramos puesto de acuerdo salimos corriendo hacia Samael.
    Recogí la espada por el camino. No permitiría que Abraxas lo matara tenía que hacerlo yo. Llegamos los dos a la vez, el con la intención de matarle y yo con intención de matar a Abraxas.
    Samael se dio la vuelta viendo como yo llegaba a tiempo y le hacía un corte profundo con la espada a Abraxas en el estómago. Se tocó la herida como no creyendo lo que pasaba. Me miró furioso y yo le di una patada junto con una onda de choque, como me hizo antes Uriel a mí, mandándole lejos de ahí e impactando contra una roca.
    Miré a Samael y me arrodillé por última vez ante él.
    -Lo siento mucho mi señor, estamos perdiendo.—el me tocó el pelo.
    -Me estas sirviendo bien Jeliel, esos dos se merecían algo más que la muerte. Todavía podemos ganar.—yo tenía la espada todavía en la mano. Se me pusieron los ojos negros y cuando se dio la vuelta dije medio levantándome:
    -Mí señor—justo en el momento en el que me miró le clavé la espada cerca del corazón. Todo quedó de repente en absoluto silencio, todos habían dejado de luchar y me miraban sorprendidos y el que más Samael.—Después de tu larga existencia, vengo yo y solo en 100 años hago lo que muchos demonios deseaban: matarte.—sonreí.
    -¡Maldito seas, yo confié en ti!
    -¿Desde cuándo se puede confiar en un demonio?
    -Esto no va a quedar así Jeliel—en el momento que él me lanzaba una onda expansiva yo di un tirón con la espada hacia el lado del corazón haciendo que se convirtiera en polvo. Yo volví a ser lanzado lejos y a chocarme contra el suelo. Medio muerto y todavía tenía ese poder, miedo daba…pero ahora ya daba igual. Por fin había conseguido lo que quería.
    -¡Postraos ante vuestro nuevo Jefe!—grité sonriendo. Todos los demonios uno tras otros se arrodillaron. Yo mire a Uriel, quien estaba desconcertado por lo ocurrido— Esto era lo que quería y lo he conseguido así que…hasta otra Uriel! ¡Nos vamos, rápido!
    Todos se fueron corriendo por entre los árboles incluido yo. Pero los ángeles empezaron a perseguirnos y a eliminar a cuanto demonio podían con sus haces de luces o cualquier otra cosa. Esto era como un triunfo para ellos pero a mí siempre me dio igual esta guerra yo solo quería ser el que mandaba.
    Corría por entre los arboles aunque me doliera todo el cuerpo. Si no salía de aquí con vida todo esto no habría servido para nada. Toda mi espera no podía ser en vano.
    Me pare escondiéndome detrás de un árbol. Si quería salir ya tenía que tele transportarme, cerré los ojos y lo intente pero estaba muy cansado y me costaba demasiado. Al final tenía que huir corriendo.
    Salí de nuevo corriendo pero de pronto algo me traspasó la pierna. Antes de caer al suelo vi que lo que me había dado era un haz de luz de los ángeles. Mierda. Nunca me había dado esa luz pero no pensé que doliera tanto. Era como una descarga continua en toda la pierna. Me miré y vi que salía un montón de sangre y en la herida había como chispas de luz. Tenía mala pinta.
    Me intente levantar pero la pierna me lo impedía y por encima el que me haya lanzado la luz estaría cerca. ¿De verdad acababa de perder del todo? No… Mire al árbol y vi que entre un arbusto pegado a él había un hueco lo bastante grande para que pudiera meterme y quedarme hasta que todo pasara. Me arrastré hasta él y me metí. En cuanto me apoyé di un suspiro. Solo esperaba que no tardaran mucho en irse.



    Aluciné en colores cuando Jeliel mató a Samael. Sabía que los demonios eran traicioneros pero no pensé que llegaran a ese punto y menos Jeliel. Lo que sí que me sorprendió fue que en cuanto Jeliel se levantó del suelo y grito que era el nuevo Jefe. La luz en vez de disminuir, aumento considerablemente. ¿Por qué?
    Cuando todos empezaron a huir y los ángeles a perseguirlos vi mi oportunidad de ayudar a Jeliel ahora que estaba herido.
    Empecé a caminar tranquilamente por entre los árboles en la dirección que había tomado él. Me fijé en todos lados y empecé a sentir todas las auras. Había demasiadas pero la de Jeliel era especial así que no creo que tardara en encontrarle. Así fue, después de 15 minutos, le pude sentir. Estaba muy cansado y dolorido. Caminé un poco más. Pase por el lado de un árbol. Estaba ahí metido. Lo sabía.
    -Jeliel sé que estás ahí.



    No sabía cuánto tiempo había pasado pero suponía que poco. Estaba cada vez peor. La pierna me dolía cada vez más y el dolor subía poco a poco hacia el abdomen. Empecé a pensar en todo lo que había hecho en los últimos 90 años. Había hecho sufrir a demasiadas personas pero de eso no me arrepentía. Seguía pensando que se lo merecían al igual que seguía pensando que los ángeles merecían morir.
    Había conseguido lo que quería pero…no estaba tan contento como creía o debería estarlo.
    Pensé en moverme ya de ahí cuando alguien me habló.
    -Jeliel sé que estás ahí.—Y por encima era la persona que menos quería ver en este momento. No le hice caso.—Sal solo estoy yo, no hay nadie más, de verdad.
    Me tele transporté fuera, podía porque era un metro de distancia, y me apoyé en el árbol para no apoyar la pierna mucho y para que no se diera cuenta.



    Salió y se apoyó en el árbol.
    -¿Has venido a que te mate?
    -Los dos sabemos que no me vas a matar. Una porque no puedes y otra porque no quieres.
    -¿Qué no quiero? Tú no me conoces, Soy un demonio, yo mato ángeles. Y te puedo matar a ti si quiero.
    -¿Si quiero?—puso una cara de haber metido la pata—No me vas a matar porque tienes luz.
    -Luz—repitió y se rio pero una risa mezcla de desesperación y nerviosismo.— ¿Y qué más?
    -Estas herido y tienes miedo. Miedo porque sabes que vas a morir ¿o te crees que no sé qué te han dado con luz?—le señalé la pierna.
    - ¡Cállate!— me gritó haciendo que diera un respingo— Tú no sabes nada—bajó la voz.
    -Se lo suficiente, sé que has esperado unos 100 años para matar a Samael y quedarte con su puesto pero ¿Para qué? Creo que ni tú mismo lo sabes. Solo era una excusa para seguir hacia delante, una excusa para vivir y ahora que lo has conseguido…
    -Te equivocas ¡Todo es tu culpa!—¿Dónde había oído yo esa frase? Ah sí en mi primer sueño.—Si tú no hubieras aparecido, ahora yo sería el rey del mundo, mandaría y haría lo que me diera la gana sin órdenes. Yo sería el que ordenaría. Pero no, tuviste que aparecer y mandarlo todo a la mierda.—se le quebró la voz—Si no te le parecieras me hubiera dado igual. Pensé en matarte tantas veces, en tantas formas de matarte…pero en todas salía yo perdiendo y no quería pasarlo mal, no quiero sentimientos, no quiero sufrir, solo quiero mandar y olvidarme de todo. Así que todo es tu culpa.
    -¿Sabes porque me parezco a Eli?—se sorprendió.—Porque es mi antepasada. Pero dime una cosa Jeliel…
    -No te quiero seguir escuchando, quiero que desaparezcas y como bien has dicho tú voy a morir, antes te mataré.—me sorprendió no pensé que se lo tomara tan radicalmente. Dio un paso hacia mí pero al apoyar la pierna herida se cayó de rodillas.
    -Yo que tú me quedaba quieto—se levantó la camiseta. Tenía parte del abdomen hacia la pierna marcada con rayas blancas y seguían subiendo.
    -Voy a morir de verdad…—susurró.
    -¿No quieres morir?
    -A ti no te tengo porque contestar—empezaba a respirar con dificultad y se estaba viniendo abajo.
    -Contéstame a esto—me miró—¿Por qué te convertiste en un demonio si fueron ellos quienes mataron a Eli?
    -¿Ellos?—sonrió amargamente y miro al suelo—Ellos… ¿Qué te ha contado Uriel? Los demonios no la mataron—hablaba bajo—la mató un humano.
    -No…
    -¡Si!—me miró y vi que estaba llorando. Se me partió el alma verlo así.—Lo vi con mis propios ojos. Ellos me prometieron que la protegerían el tiempo que no estaba conmigo y a la primera de cambio presenciaba su muerte a manos de un humano y delante del ángel encargado de cuidarla. Nunca odié tanto a alguien. Me lo prometieron y por encima dicen que fue un demonio...—no dijo nada mas pero seguía llorando. Me acerque a él.
    -¿Puedo ver lo que pasó?—Me miró con lágrimas en los ojos y los cerró. Supuse que eso era un sí. Le puse la mano en la cabeza y yo también cerré los ojos. Enseguida se me aparecieron imágenes de su pasado. Primero tiempo felices con Eli y luego el día de su muerte. Fue en un bar. Cuando Jeliel entró al bar vio como un hombre sacaba un arma y mataba a Eli delante de él. Sentí su dolor y desesperación.
    Le quité la mano volviendo a la realidad y le miré. Sus ojos todavía derramaban lágrimas.
    -No estoy segura de que fuera un humano— él se secó las lágrimas.
    -¿Qué?
    -Tu sabes que los demonios podéis copiar la apariencia de cualquier humano ¿no?—su cara me dijo que no lo sabía.— ¿No te lo han dicho nunca?—el negó.—Pues entonces ahora sí que estoy segura de que quien mató a Eli fue un demonio y te han ocultado esa información para que no lo descubrieras nunca porque no les convenía.
    -No puede ser….
    -Si puede ser—dijo otra persona. En cuanto miramos esa persona le dio una patada a Jeliel chocándose contra un árbol. Yo retrocedí. Estaba herido, tenía una herida enorme en la barriga y recordé que era el que Jeliel venció cuando iba a matar a Samael. Uno de los 3 Devils.



    Esta patada me dejo más K.O de lo que estaba. Intenté incorporarme pero Abraxas, sabía que era el por la voz, me pisó la espalda fuertemente haciendo que se me escapara un quejido. Luego se agachó y puso su mano en mi cabeza haciéndome daño.
    -Jeliel, vas a pagar por lo que has hecho.
    -¿Por haberte quitado el puesto que querías?—se incorporó y me pisó la espalda fuertemente.
    -Déjale—dijo Dana.
    -No te metas.
    -¿Sabes quién mató a Eli, Jeliel?—dijo mirando a Dana.—Fui yo.—se rio.
    En ese momento tuve un sentimiento de culpa y a la vez de ira inmenso.
    -Y ahora voy a volver a matar a su copia delante de ti, de nuevo, para que sufras de nuevo y luego te mataré a ti y así me quedaré yo con el puesto. Se empezó a acercar a ella mientras Dana retrocedía hasta que no pudo hacerlo más porque algo se lo impedía, una barrera invisible que había puesto Abraxas.
    -Eres un cobarde—le dije intentando levantarme, pero este me tiró una onda expansiva la cual me rozó lo suficiente para que me impidiera levantarme. Dana se intentó defender pero Abraxas se lo impidió.
    Todo paso muy rápido. Vinieron Uriel y Alice gritando el nombre de Dana e intentando pasar. Yo me empecé a levantar en el momento en que Abraxas sacaba su espada y cuando me pusé de pie y quise ir hacia ella vi como Abraxas le rajaba desde el hombro hacia la otra punta de la barriga. Cayó al suelo.
    -¡DANA!—Grito Alice.
    No podía estar pasando, no de nuevo. No podía perderla de nuevo. No, no, no…, Dana….
    -¡Abraxas!—el me miró y yo le cogí de la ropa tele transportándonos fuera de la barrera para que esta se rompiera y que Uriel y Alice pudieran ir con Dana. Así fue. Solo aparecimos unos metros más lejos en el suelo. Yo encima de Abraxas, pero enseguida me quitó. Nos pusimos de pie. Él se empezó a reír. Vimos que aparecían dos tres ángeles más, uno que no conocía, Aduu y Gabriel.
    -La has vuelto a perder, ella va a morir. ¿Qué se siente después de descubrir que has sido engañado 100 años? ¿Después de descubrir que te has convertido en algo que había matado a Eli y ahora a Dana? Te debes sentir muy solo y destrozado no? Con sentimiento de culpa por haber hecho daño a humanos y a ángeles. Por traicionar a tu hermano…—se rio.
    -Cállate.
    -La vida te da otra oportunidad con Dana y la vuelves a perder de la misma forma. Eso significa que estáis destinados a estar separados. Ella muere y tú vives destrozado, así es y siempre será. Porque cuando nazca otra reencarnación de Eli o de Dana yo la volveré a matar estés vivo o no.—Me lancé hacia él, con los ojos negros, y empezamos a pelear cuerpo a cuerpo con nuestra velocidad. Sabía que los ángeles observaban pero me daba igual yo quería matar a Abraxas.
    El perdió la espada en un descuido y le propiné un puñetazo en la mandíbula. Sentía que las marcas blancas estaban llegando a los pulmones porque me costaba cada vez más respirar pero no podía morir antes que él.
    -Si piensas que con eso me vas a vencer lo llevas claro. Ahora ya no eres nada, abandonaste a Dios y ahora a Belcebú eres un alma en pena.
    El empezó a acumular oscuridad en su mano y de pronto del cielo se clavó junto a mí la espada de fuego. Todos nos sorprendimos ¿Por qué me daba Dios la espada? Que yo sepa seguía siendo un demonio…
    Aun así la cogí y fui hacia el como el a mí con la oscuridad en su mano.
    Le clave la espada sí, pero él me dio con la oscuridad en el pecho. La única diferencia era que el murió y yo todavía no. La espada desapareció de mi mano y caí al suelo. Había empezado a llover.
    Sentía el sabor de la sangre en la boca y me sentía perdido. Había ganado pero para nada porque Dana….Empecé de nuevo a derramar lágrimas que se fundían con el agua de lluvia. Que irónico al igual que hace 100 años. Quería morir ya.
    Vi que Uriel se acercó a mí.
    -Ya tienes lo que querías—le dije con voz débil—habéis ganado, ahora mátame.— Él se me quedo mirando con tristeza y se agachó.
    -Dana va a sobrevivir.—Sonreí por primera vez en mucho tiempo sinceramente.
    -Me alegro así moriré sabiendo que ella está bien. Ella tenía razón. Yo estaba enfadado con el mundo y la pagaba con el primero que veía. La pagué contigo Uriel. Lo siento mucho. Si no quieres matarme déjame aquí tirado, no voy a tardar en morir.
    -Cuando las partículas de luz y oscuridad lleguen al corazón vas a sufrir antes de morir.
    -Me lo merezco.—sonrei. Empezaba a ver borroso hasta que no vi nada más.



    Se había quedado inconsciente. Le levanté la camiseta. Las marcas tenían mala pinta, tenía razón en la parte en que no tardaría en morir. No sabía que él creía que el que había matado a Eli era un humano, si lo hubiera sabido las cosas habrían sido distintas. Aunque eso no cambia el hecho de que él se convirtiera en demonio. No lo perdonaba, había hecho demasiado daño. Además su última petición era que lo dejara morir. Aunque… si Dios le ha mandado la espada…¿Significa eso que le había perdonado? ¿Qué hago?
    -Sálvalo…—me di la vuelta. Dana estaba despierta.
    -Quieta Dana—le dijo Alice— estás herida.
    -Salva a Jeliel, por favor.
    -Me ha dicho que lo deje morir.
    -Pero él no quiere…Por favor.—volvió a caer en la inconsciencia.
    Volví a mirar a Jeliel, todavía podía salvarlo pero… mire a Gabriel que hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
    -En fin…
     
  10.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

    Acuario
    Miembro desde:
    1 Septiembre 2011
    Mensajes:
    74
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Angel o Demonio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    8
     
    Palabras:
    1292
    Este es el ultimo capitulo pero no lo voy a dejar asi. Voy a hacer una segunda parte. Espero que os haya gustado. :)

    Capítulo 7

    Habían pasado 4 días desde la batalla, yo me había despertado al tercero, recordando todo lo ocurrido. Resulta que los ángeles se curan muy rápido descansando mucho y si la herida no es muy grave. La mía al final no resulto demasiado grave. Ahora solo me quedaba una marca rosa que según Uriel se iría a los pocos días. Tuve mucha suerte de que no decidiera clavarme la espada porque si no, sí que estaría muerta.
    Al final Uriel me había hecho caso y había curado a Jeliel el cual se encontraba en su casa todavía inconsciente. Gabriel me dijo que tardaría en despertar porque sus heridas eran muy graves. Les avisé que cuando despertara y yo no estuviese, porque me pasaba mucho tiempo con él, me llamaran enseguida. Él pidió que lo dejaran morir y yo dije que lo salvaran asi que cuando despertara se lo tenía que explicar porque a lo mejor se enfadaba.
    Pasó una semana y Jeliel seguía sin despertar cosa que para mí, no sabía porque, fue un suplicio. Me limitaba a ir a la Universidad, comer, estar con Jeliel y dormir. Para lo demás no tenía fuerzas ni siquiera para hablar con Uriel o algún otro ángel.
    Hasta que Jeliel despertó el noveno día.



    Me desperté desorientado y algo dolorido. Un momento… ¿Me desperté? O sea que estaba vivo. Pero ¿Por qué? No creo que Uriel sea el responsable, él quería que yo muriese y aunque yo hubiera hecho un acto bueno al final de lo que creía que iba a ser mis últimos minutos de vida, no me iba a perdonar. Así que… ¿Quién me ha curado?
    Mire a mí alrededor. Ahí estaba, de pie mirándome, Uriel. Nos quedamos mirándonos unos segundos hasta que di un largo suspiro y volví a mirar al techo.
    -Te dije que me dejaras morir ¿Era tan difícil de hacer?
    Tardó en contestarme.
    -Si hubiera sido por mi te hubiera dejado pero…me pidieron que te salvara.
    -Te lo pidieron… ¿Quién te da órdenes ahora?
    -Nadie—lo dijo muy serio— no fue una orden fue una petición que no pude rechazar, así que no te subas que no estás en condiciones ¿Queda claro?
    -Cristalino. ¿Se puede saber quién te lo dijo?
    -Yo—al escuchar la voz me dio un vuelco al corazón que hacia muchísimo tiempo que no sentía. Miré de nuevo y la vi. Acercándose un poco a mí, sonriendo.
    -¿Por qué?
    -Porque no quería que murieses, no después de lo que vi.—se refería a mi pasado, supongo.
    -No tengo razones para existir. Por mucho que me pese Abraxas tenía razón. Soy un alma perdida en este mundo. No quiero ser ángel, pero tampoco un demonio. He abandonado a Dios y a Lucifer. Ya no tengo a nada a lo que aferrarme, no tengo ninguna meta. ¿Qué soy?... Nada.
    -Te equivocas, eres Jeliel.
    Sonreí de nuevo mirando al techo.
    -No me basta.
    -Debería. Mira yo sé que todo esto ha debido ser muy duro para ti, aunque no lo quieras reconocer, sé que echas de menos muchas cosas y que a lo mejor estarás arrepentido, pero Jeliel, no mires más al pasado, mira el presente. Te han dado una oportunidad, aprovéchala.
    -No creo que valga la pena.
    -¿Cómo sabes eso si no lo has intentado?—la mire—además, entre tú y yo, tú no quieres morir.
    -No lo sabes.
    -¿Te recuerdo la cara que pusiste cuando te dije que te estabas muriendo?
    -¿Qué cara?—intervinó Uriel en la conversación sonriendo.
    -Puso una cara de espanto…—Uriel se rió.
    -Hubiera pagado por verlo.
    -Pero si es mentira no puse ninguna cara.
    -Ya…
    -Bueno ¿entonces lo vas a intentar?
    Me quedé en silencio meditándolo. Tenía parte de razón, nunca he aprovechado esta vida, siempre he ido de aquí para allá, luchando contra ángeles o destrozando a los humanos, olvidándome que yo también fui alguna vez uno, olvidando que Eli era una. Nunca me paré a disfrutar de la vida inmortal que se me ha brindado, es más la he desperdiciado haciendo cosas que hace 110 años ni se me hubiera pasado por la cabeza hacerlas, cosas malas. Y si Dios me había dado una oportunidad ¿Por qué no aprovecharla? Además me parece que no puedo negarme a todo lo que me diga Dana.
    -Está bien.—me sonrió.



    Bien le había convencido, sabía que podía y que no iba a ser tan difícil.
    -Espera—dijo Uriel dirigiéndose a mí— ¿Cómo va esa luz?
    Miré a Jeliel.
    -La tiene como tú.—mentí. Sí que tenía luz y muchísima pero aún tenía un atisbo de oscuridad. No sabía si por el último ataque de Abraxas o porque no se había invertido del todo (Prefiero que sea lo primero) Tendría que esperar a ver qué pasaba
    -Como yo nunca— lo dejo ahí.



    Al día siguiente ya estaba fuera de la cama listo para marcharme, quería irme a ver mundo con tranquilidad, a aprovechar esa oportunidad y a como dijo Dana, mirar el presente. Quería descubrir si valía la pena estar vivo a pesar de ser algo…extraño.
    Estaba en la calle con una mochila junto a Uriel, Alice y Dana.
    -¿Ya estas lo suficientemente bien como para marcharte?—me preguntó Dana.
    -Sí, estoy bien, además quiero salir cuanto antes si el señor me lo permite.—dije mirando a Uriel.
    -No te pases, si no fuera por Dana ahora o estarías muerto o encerrado.—le sonreí.
    -¿A dónde irás?—me preguntó Alice.
    -No lo sé, por ahí.
    -Entonces que te vaya bien.
    Cuando me iba a dar la vuelta para irme Dana me habló.
    -¿Vas a volver?
    -Antes de que te des cuenta estaré aquí de nuevo—le sonreí sinceramente. Ella me devolvió la sonrisa. Me di la vuelta y empecé a caminar.
    -Jeliel—ahora me llamaba mi hermano. No me di la vuelta pero si me paré. Como yo me entere que has hecho algo malo, te juro que esta vez no te libras. ¿Te ha quedado claro?
    -Tranquilo, no pienso hacer nada malo como tú dices pero… tampoco pienso ayudar a nadie. No voy a ser ni un ángel ni un demonio.
    Ahora si continúe caminando y nadie más me llamó. Solo quería pensar en mi pero no de la forma de cuando era un demonio, de otra diferente. Vería el mundo y luego… Bah para que engañarme volvería aquí para verla de nuevo. Asi que...
    Próxima parada: Paris.
     

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