Hola, buenas ^^ El siguiente escrito es para la actividad de "Tragicomedia"... no sé si he logrado el objetivo realmente, pero al menos lo he intentado :$ Amor y sus efectos colaterales Y he aquí, como siempre, tras largas horas de realizar un prolongado y tendido ejercicio de meditación y estoicismo (una sutil manera de llamar al hecho de dormirse en los laureles y no darle un palo al agua). El gran filósofo Sócrates decide dar vida al torbellino de pensamientos que se entremezclan en su plasticidad cerebral y se vuelca, no sin antes haber elaborado cierta cavilación (larga y tendida para no perder la costumbre) en su ya tradicional aventura. Plantarse dudas existenciales y sin respuesta ninguna. Pero como de algo hay que vivir, o más bien, de sobrevivir, Sócrates se ha planteado en esta ocasión el elaborar una epístola para su amada Jantipa, su querida esposa. En dicha epístola se ha proyectado el reto de expresar en una sola lámina de papel (porque al ser pobre el dinero no le da para más) todo lo que por ella siente. Prestos así y con pluma en mano empieza su andadura en lo más recóndito de sus pensamientos intentando plasmar en el papiro lo que ya su mente y su corazón de sobra tienen sabido. El amor que profesa por su adorada musa. No obstante, la afanada inspiración no hacía acto de presencia, así que esperó. Y esperó. Y esperó un poco más. Hasta que su paciencia, que no era poca, se agotó cual manantial se evapora al entrar en contacto con las dunas de un desierto. — ¡Por todos los dioses del Olimpo! — exclamó el desasosegado filósofo — Me niego a creer que sea tan difícil escribir sobre las cursiladas y sentimentalismos de eso que llaman amor. — Dicho esto y después de pasar un largo periodo de estoica meditación (nuevamente) y ante la carencia de respuestas por parte de su mente, decide plantearse como último recurso el presentarse ante su maestro Platón en busca de sus sabios consejos. ¡Mira que eres tonto, Sócrates!— Exclamó el filósofo, reprendiéndose a sí mismo — ¿Cómo no se te ocurrió antes preguntarle al que de amor todo lo sabe? ¡El sabio Platón, está claro! Tras lanzar varios juramentos e improperios, finalmente Sócrates se encamina con pluma y papel en mano en busca de la sabiduría de su querido maestro. Mientras tanto en la academia de Platón… — Y así es como acaba el Mito de la Caverna — sentenciaba Platón. Tras haber finalizado una de sus ya conocidas intervenciones en la academia. Una decidida voz que resuena en el público presente en la palestra haciendo que todos se giren a contemplar a su dueño. — Maestro, tengo una pregunta — preguntó con ilusión Sócrates. —Mierda— pensó Platón — Otra vez el cansino de Sócrates quiere abrir un nuevo debate haciendo gala de su gran saber, ¡que los dioses me ayuden! — pensado esto y tras lanzar una última plegaria a todos los dioses del Olimpo conocidos para que se apiadara de él, el maestro Platón responde: — ¿Qué es eso que te atormenta, querido Sócrates? — Se cuestionaba en tono curioso Platón. — Maestro me preguntaba si podrías arrojar un poco de luz a mi mente y explicarme ¿En qué consiste el amor?— preguntó Sócrates. Tras guardar un merecido momento de reflexión y no sin antes clamar una retahíla de juramentos e improperios a los dioses del Olimpo y a todas sus descendientes, el gran maestro Platón procede a explicar. — Vamos a ver Sócrates, escucha con atención. El amor es... es… el máximo esplendor en el que se pueda manifestar el sentimentalismo o lo que es lo mismo, sería elevar la cursilería hasta la máxima potencia. — sentenciaba Platón. A continuación y sin darse por satisfecho, (y prestos a no perder la costumbre) Sócrates procede a cuestionar lo expuesto por su maestro. — A esa conclusión ya había llegado maestro, pero lo que quiero saber es ¿qué es el amor intrínsecamente?— se explicaba Sócrates. Tras vacilar y preso del pánico, Platón respondió finalmente: — Pues el amor es…es… no es más que un concepto, es algo tan banal que al final se reduce a nada?— sentenciaba Platón. Ante la falta de satisfacción por parte de las respuestas dadas por el sabio Platón, nuevamente el discípulo continúa con sus preguntas — Pero ¿entonces qué es la nada, maestro?— replicó el discípulo. Finalmente, Platón manifestando una su alto grado de irritación y cansancio a ante las continuas intervenciones de su discípulo, Platón exclamó: — Vamos ver Sócrates… ¿Tú sabes lo que es el salario mínimo interprofesional? — le cuestionaba el maestro. Tras discurrir durante una fracción de minutos, y mostrando un asombro impropio de él, finalmente Sócrates se pronunció ante la cuestión planteada. — ¡Eureka! ¡ahora sí que lo entiendo! — manifestaba, un extasiado Sócrates. Dándose por satisfecho ante la respuesta que le había dado su discípulo, Platón se adelantaba a dar por finalizado la sesión de debate que habían iniciado cuando un apresurado Sócrates lo interrumpió nuevamente —Sin embargo maestro…— comenzaba nuevamente Sócrates. —Ya estamos otra vez — se rezongaba un resignado Platón. No obstante, antes siquiera de que Sócrates continuara con sus cuestiones, de repente entre la multitud se irrumpieron miembros de la justicia de la polis, los cuales con aire amenazante penetraron en el recinto y se abalanzaron contra Sócrates. Unos de los guardias se situó en el centro de la palestra y con papel en mano y aires de superioridad, exclamó a viva voz: — Tenemos una acusación contra el maestro Sócrates por. Se le acusa de impartir ideas en contra de las políticas del gobierno y de formular un movimiento de conspiración contra el gobernador. Como veredicto estipulado y aceptado por los demás miembros de consejo de ciudadanos de Atenas, se le condena a pena de muerte. – sentenciaba el guardia. Rápidamente y sin ningún aviso previo la palestra empezó a estar invadida por curiosos que agolpándose unos con otros intentando hacerse paso entre la multitud con estrambóticos chillidos clamando por atención, a la vez que con ojos curiosos escrudiñaban sin pestañear el espectáculo que se abría paso ante sus ojos, intentando a toda costa el no perder detalle de lo que evidenciaban sus ojos. De entre la aglomeración reunida en la academia, comenzaron a perfilar las voces de protestas los cuales ascendían en un eco monocorde y a la vez distante. — ¡TRAIDOR! ¡TRAIDOR! — exclamaban algunos con aires amonestación. Sócrates, con aire ausente y pasmado se veía incapaz de dar respuesta a las acusaciones expuesta contra su persona. Se encontraba acorralado por las guardias del gobernador y preso de sus propias ideas. El silencio era el principal protagonista. Al menos para el filósofo. El gesto enmudecido del filósofo sirvió para muchos de fiel evidencia que corroboraba las imputaciones que pregonaban contra él. — ¡MUERTE AL TRAIDOR! — condenaban, finalmente los desertores del filósofo. Un pasivo e inmóvil Sócrates, evidenciaba una más que notable melancolía alimentada de forma inevitable por las amargas palabras expuestas por los que una vez consideró sus fieles amigos. La tensión que sobre sus hombros pesaba impedía que Sócrates pudiera articular más de dos frases seguidas. Su mente era un hervidero de ideas que no lograba pronunciar. Tras una mirada de soslayo, los ojos del filósofo contemplaron la masa de ciudadanos que lo acorralaban. Sus ojos vidriosos contemplaban el deshonroso espectáculo que realizaban los ciudadanos que una vez había sentido cierta consideración y afecto. Buscaba un atisbo de esperanza y de apoyo en los rostros conocidos y los que no lo eran tanto. No obstante, sólo pudo percibir las duras miradas cargadas de odio y animadversión. Se encontraba totalmente solo. Resignado, con aire cabizbajo y con aires de derrota, Sócrates decide quebrar de una vez por todas con el acusatorio silencio, rompiendo así con la mudez que encarnaba. — Atenienses, sólo sé que no sé nada de cuanto se me condena en esta academia. Yo no soy más que una víctima de las calumnias y las difamaciones de almas envenenadas que abogan por mi perdición. Yo no ese conspirador al que buscan. El pueblo ateniense está ciego y estos cargos que hacia mí remitís sólo hacen confirmarme mis pensamientos. Vuestra voluntad está nublada por las calumnias de mis enemigos y desertores. ¿Acaso no os dais cuenta? — cuestionaba con una voz queda Sócrates. Nuevamente, y con ojos suplicantes, el filósofo buscaba un atisbo de compasión en las miradas de los presentes. Pero con una indiscutible decepción y sólo pudo reparar en el ciego rencor que evidenciaban sus rostros, en especial en los guardias que lo rodeaban. Los gritos en su contra aumentaban en un ensordecedor crescendo. Ante la inevitable derrota, el filósofo decide poner punto final a su sufrimiento y acabar de una vez y para siempre con la tormentosa realidad de la que está siendo víctima. Así con manos temblorosas pero con una firme convicción, Sócrates arrancó la cicuta que se encontraba fielmente custodiada por uno de los guardias de la polis, y con una sólida certeza se abalanzó hacia ella vaciando de un sólo sorbo todo su contenido. La muchedumbre de repente calló. Nadie se atrevía a romper con el mutismo que de súbito reinaba en la atmósfera. Los ojos desorbitados de los presente mantenían la mirada fija en la figura de Sócrates, el cual empezaba a experimentar los efectos del veneno. Todos querían ser testigos del fatídico desenlace del pensador.
Ufff... pues te diré, no terminó de gustarme... Me vi llamado a leer tu obra por estar ambientada en la Grecia antigua, es difícil que alguien tome una escena histórica para moldearla y hacer su propio fic, y más porque se acuña el término de la tragicomedia e iría muy bien plantado aquí... pero lo cierto es que no encuentro ni tragedia ni comedia. Son dos cosas que están demasiado separadas, no se entrelaza de ninguna forma el planteamiento (Sócrates escribiendo una carta de amor para su mujer), con el final (Sócrates suicidándose porque lo acusan de.. ¿conspiración contra el gobierno?). Hubiera estado muy bien que ambas cuestiones estuvieran debidamente unidas porque parece que empezamos leyendo un cuento y terminamos en otro completamente diferente. Otro aspecto es que pasa todo muy de prisa. De momento estábamos en medio de un diálogo filosófico y al otro renglón era apresado. Pudo haberse extendido un poco más. Y el detalle que más me descolocó desde el principio: históricamente, ¡Platón fue alumno de Sócrates, y no al revés! Saludos.
Bueno, estoy de acuerdo con Cygnus. Desde el punto de vista histórico y literario tiene muchos errores. Primero quiero destacar el hecho de que Platón fue alumno de Sócrates. En cuanto a lo literario hay muchos problemas. Desde palabras sin acentos hasta ausencia de verbos. En momentos escribias en pasado perfecto y en otras en imperfecto e incluso hay verbos en castellano por lo que es dificil leerlo. Creo que debes leer muy cuidadosamente antes de publicar algo porque esos errores son fácilmente identificables.
Pues, dejando de lado el error de que Platón fué el alumno de Sócrates en realidad, me iré por la trama. Entiendo que a veces quieran dar giros inesperados a un fic para sorprender a los lectores, pero hay que fijarse también en las situaciones a las cuales daremos ese giro. En realidad, y como dijo Cygnus parece que estoy leyendo dos historias distintas, y a lo mejor quisiste demostrar la comedia con la simpática insistencia de Sócrates para saber las respuestas a sus dudas. Y quisiste meter la tragedia de una manera algo brusca con la condena de Platón. El espacio entre esas dos situaciones se ve demasiado forzado, apresurado y tosco. No sé si entre en el apartado de tragicomedias igual. Por otro lado debo admitir que tu narración me gusta, a mi me parece muy difícil este tipo de descripciones, este uso de palabras y esas expresiones...demasiado difíciles de sobrellevar o al menos para mí. Quedé encantada por ese lado. Sin embargo, el aspecto técnico no te salió tan bien, noté varias faltas de comas, te comiste palabras y hasta hubo un signo de interrogación colgando allí, el cual estoy segura de que pusiste por accidente, hay que tener mucho cuidado con la ortografía. Mi calificación: Regular Espero que sigas escribiendo por aquí, me gustaría ver mas fics tuyos :3, saludos.
Pues que decirte... creo que lo han dicho todo. Yo pienso al igual que cygnus que fue una buena forma de abordar la historia, sin embargo tus ideas fueron demasiado desorganizadas. Bueno, me gusto tu narracion, frente a ello no tengo ninguna queja, fuiste muy entretenida sin embargo, no encontre comedia en ello. Y bueno lo intentaste, creo que la tragedia existe, pero fue como si lo hubieras forzado. Mi puntuacion: regular.
Buenas tardes, días o noches: Primero quisiera aclararle que esto no es una tragicomedia, las tragicomedias son otras cosas y difícilmente se obtiene una buena con un One Shot. ¿Tiene algo de comedia o de tragedia? La invito a leerlo nuevamente y que usted misma vea dónde esta la magia para hacerla sonreír o la desdicha para hacerla llorar. Debo considerar que ha hecho un esfuerzo para poder acoplar su relato a un escenario de Grecia, pero usted como muchos otros escritores cayó en el círculo vicioso de darle un giro inesperado, totalmente a todo el argumento. Un consejo: no lo vuelva a hacer, mantenga ese hilo en la historia si hay altibajos o subidas no las haga tan bruscas ya que sólo deja al lector como un conejo con un periódico. Es más, tomando el ejemplo de un periódico parece que eso fue lo que leí una noticia de otra. Por medio de este escrito he notado vagamente que usted es una persona muy poco organizada con sus cosas personales y principalmente con sus pensamientos e ideas, le aconsejo que antes de comenzar a escribir en la computadora tome un cuaderno y plasme allí todas las ideas para después tomar las más atractivas y claro coherentes y que sigan un mismo camino. Me despido.