Amor sobre ruedas.

Título: Amor sobre ruedas.
Tipo: One-shoot.
Advertencias: Ninguna.
Nº de palabras: 1047 palabras + título.

-Amor sobre ruedas-

Aquella mañana me desperté soñolienta, con la boca pastosa a causa de la noche anterior. El alcohol, causaba en mí dolorosas migrañas y aquella noche precisamente, opté por apostar 10 "pavos" con un bruto callejero que se había colado en la discoteca. Me bebí ni más ni menos, que 1'5 L. de bebidas extrañas, con diferentes colores y sabores que me iban dando mis amigos. No recuerdo casi nada, tan solo que en cuanto acabé de beber eché la pota en medio de la pista de baile. Además, gané los 10 "pavos" apostados y conseguí varios números de teléfonos de unos chicos que estaban bastante bien. Lo malo de esta história, es que perdí la cartera con los números de teléfono y todo el dinero ahorrado en el garito en el cuél trabajaba.

Bien, así que en esos momentos estaba de resaca y además me tenía que enfrentar a la ira de un viejo verde al que llamaba "jefe". Me levanté con la vista nublada, directa al lavabo. Mi casero me enviaría a la calle en cuanto viese el destrozo del baño (cortinas rasgadas, baldosas fuera de sus sitio, pareces negras, las cuales tendrían que ser blancas...). Me vestí con el horrible uniforme de colores oscuros amargados (como mi "jefe") que consistía en una falda a lo monja, color pastel y una camisa con volantes de un color blanco grisáceo, a causa del tiempo.

Me encanminé hacia la cocina, donde desayuné un delicioso Donut de chocolate. Cogí las llaves y me fui directa a trabajar.

Cogí mi coche, un viejo Escarabajo de segunda mano. En cuanto llegara, tendría que servir a los asquerosos camioneros y a los babosos moteros que cada me miraban con más lujuria. Lo que ellos no sabían, era que yo aprendí clases de autodefensa.

Cuando llegué, me puse a servir como de costumbre. Les serví un par de cervezas a unos hombres gordos, con las camisetas llenas de grasa y sudor que me llamaban "nena" o "rubia". Lo odiaba. Odiaba mi trabajo, pero aquel día, aquel sentimiento cambió por completo.

Una panda de moteros, serían cinco o seis, se sentaron en una mesa cerca de la barra. Uno de ellos, tenía que admitir que era bastante mono. Su pelo negro, le caía por la frente. Sus ojos de un tono verde hoja, reflejaban picardía y ansias de vivir. Parecía alto y su complexión, no estaba nada mal. Me llamaron, para que les tomara nota de su pedido.

―¿Qué desean tomar ustedes?―dije con total naturalidad.

El chico mono, me miró a los ojos y sonrió.

―Pues a mí me gustaría tomar un poco de tus labios―me respondió él, con la sonrisa torcida más hermosa del mundo.

Cuando estaba a punto de decirle que sí, pensé: ¿quién se creía que era yo?¿Quería besarme? Lo tendría difícil, pues.

―Lo siento, no está a la venta―le sonreí maliciosamente.―Pero si gustan, les podría poner un gran barril de cerveza.

Todos los motoristas, excepto el chico, asintieron.

Les puse el barril, el cuál se acabó en pocos minutos. Disfrutaron como unos niños pequeños, con sus piruletas. De repente, una pelea se desencadenó entre ellos, como normalmente sucedía cuando se emborrachaban.

Todo el local, se revolucionó pegándose unos con otros sin razón alguna. El chico aprovechó el momento y me "raptó". Lo cierto es que, una de las botellas de Wisky casi impactó contra mi cabeza. Pero no fue así, la botella impactó contra mi pie, haciendo cortes dolorosos y sangrientos. El motorista se percató de lo sucedido y me cogió en brazos. Mi "Rapto".

Una vez fuera del local, me sentó en la parte trasera de una Harley-Davidson negra. Me tendió una chaqueta negra de cuero y posteriormente se puso en la parte delantera arrancando la moto.

―¿Estás loco?―grité―¡Después de beberte un barril de cerveza junto con tus amigos los "Lanza-Wiskys" ¿Cómo pretendes conducir?!

―Tengo experiencia―dijo volviendo a poner la misma sonrisa que me había vuelto loca anteriormente.―Por cierto me llamo Ulises.

Me quedé callada sin contestarle. No le iba a dirigir la palabra, hasta saber hacia donde nos dirigíamos. Mi pie izquierdo me escocía, que buen día había escogido para ponerme las manoletinas.

Paramos en frente de un hospital, donde me atendió Fernando González, un prestigioso médico-cirujano, el cuál pude saber que era el padre de Ulises.

Cuando Fernando me puso los puntos en el pie, nos dejó solos a Ulises y amí.

―Bien, ¿así que te llamas Alessia?―me preguntó.

Simplemente asentí y bajé la mirada a mi pie, el cuál aún me escocía.

―No hace falta que bajes esa mirada azul tan cautivadora que tienes, preciosa―susurró en mi oído.―Me pregunto como será ese cuerpo tuyo, debajo de esas... esas... "ropas". Algún día quisiera probar el sabor de tu cuello...

Alcé la mirada, pero sus labios atraparon los míos antes de que mis ojos realizaran su tarea. Me colgué de su cuello, aceptándo aquel beso con sabor a cerveza y tabaco, aunque para mí supo al más dulce de los néctares.

―Escapémonos juntos, quiero darte mi vida y ser parte de tí―me dijo.―No te dejaré escapar, así que más te vale decirme que sí.

No hicieron falta más palabras, así que simplemente lo besé de nuevo, con las llamas de la pasión encendidas y juntos nos encaminamos en la aventura del amor.

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Ahora vivimos en una casa espaciosa, con unos trabajos más decentes (y unos jefes más simpáticos), con una hermosa niña fruto de nuestro amor y un niño en camino, al cuál le pondremos como nombre Ulises Junior.

Desde aquél día, me hizo ser la mujer más feliz del mundo, pidiéndome matrimonio a los 2 años de ser oficialmente novios.

Porque nunca tenemos que ver la vida por el lado malo siempre ocurrirá algo que le dará un giro radical a tu vida... Y a eso, se le llama AMOR.


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Esperamos que os haya gustado, este One-Shoot ha salido de la mente (un poco retorcida) de dos amigas con mucho cariño para repartir, además de que ahora nos peleamos, por Ulises... ¿Quién se quedará con él? xD

Sayonara~