Microrrelato Amor no correspondido

Nuevamente nos encontrábamos sentados en el mismo lugar. Aquel banco debía de saber nuestras historias y secretos mejor que nosotros mismos. Si ese banco hablara…

Siempre volvía a ella, todo me conducía a pensar todo el tiempo en Chabela.

-¿Tienes frío?- Pregunté mirando su perfil tan peculiar.

-Estoy muy bien abrigada.- Respondió temblando.

-Entonces, ¿estás bien?

-Nunca he estado tan triste.- dijo intentando frenar las lágrimas que comenzaban a caer por su rostro.

Y con sus mangas de aquel abrigo naranja intentó por varios minutos detener el llanto que, por alguna razón, irrumpían con la armonía de su cara. Pero, ¿Y a mí qué? ¿Acaso me afectaba que estuviera desperdiciando lágrimas por alguien que no era yo? ¿Acaso debía de ayudarla, sufriendo y esperando que algún día pudiera enamorarse de mí? Aunque la respuestas a todas esas preguntas deberían de haber sido no, lo hice. Esperé.

Se sentía igual que estar muriendo de sed, sentado al lado de una fuente, se sentía como si alguien estaría rompiendo de a pequeñísimos trozos mi corazón, mi vida. Porque no hay sensación peor que la del amor no correspondido, la sensación de amar a alguien que siquiera piense en vos al dormirse. Estar enamorado de a quien no te le cruzas por la mente ni una vez en el día.

Entonces la abracé, y la miré. El discurso siempre era el mismo, siempre que sufría por él.

-No estés mal, no necesariamente él sea quien deba estar contigo, no siempre el amor se encuentra en donde toda la sociedad piensa. En una cara bonita, o un cuerpo que cause fuego en el interior al verlo. Quizá el amor se encuentre en quien el fuego interior se sienta al oírle decir solo unas palabras, en quien con una mirada te haga sentir la persona más importante del mundo. Muchas veces el amor está al lado nuestro toda la vida, y lo encontramos. Y muchas veces el amor está a nuestras narices y jamás lo pensamos.

Y las lágrimas caían. Era como una catarata de emociones y sentimientos profundos, secretos oscuros que nunca podría descubrir, cada día me enterraba más.

Se levantó y se fue. Simplemente se fue. Y en su casa, quien sabe que habrá echo, en que habrá pensado, pues ni yo lo sé, que soy quien está narrando. Pero puedo asegurarles que en algo pensó, por supuesto, pero algo especial. En mi podría haber sido, pues es que al otro día mi teléfono sonó unas cinco veces consecutivas. ¿Quién podría ser? ¡Vaya sorpresa! ¡Era Chabela! Pero no había sido en mí en quien había estado pensando evidentemente.

Se escuchaban susurros de emoción, como si ya todo estuviera bien, pero no la deje emitir ni una sola palabra.

-¿Puedo ser egoísta por primera vez en mi vida? Etas matándome.

Entonces colgué el teléfono y ya no supe nada más de ella. Y aún sigo esperando que me recuerde, pero ya no sé si lo hará. Los libros y las películas cuentan que en el cielo, los sentimientos y las actitudes las dicta el corazón y no hay mente que entorpezca nada, será allí donde todos estaremos con quien nuestro corazón lo desee si sufrir, sin tener la sensación de un amor no correspondido.