AMOR antiguo, AMOR inesperado y AMOR verdadero (kougxkagxinuxkik)

Hola amigas!!! Aquí les traigo mi primer fic, ya que soy nueva, pero por surte ya tengo buenos amigos :D...

Denme sus críticas y comentarios, así voy a saber si les gusto o si tengo que cambiar algo...todo es bienvenido....

Sin mas que decir, aquí les dejo el fic...espero que les guste...

Prologo:

Después de ese beso, tímido pero lleno de sentimientos, dado dentro de la más profunda oscuridad de la shikon no tama, Kagome supo que deseo seria el correcto, logrando así que la perla fuera purificada y desapareciera para siempre.

Al salir de la gema volvieron a la aldea ya que se encontraban en el Sengoku, divisaron a sus amigos acercarse a ellos (el houshi Miroku, Sango y Shippou iban al pozo ciego para ver si sus amigos habían vuelto), pero también divisaron una persona que venia de otra dirección, pero nunca pensaron que era ella...

Capitulo 1: la sorpresa.

—K-Kikyo...tu esta viva...

— Yo...yo no podía irme...hay algo que me ata a este mundo y no me deja ir...te amo demasiado, y aunque quiera ese amor no me permite que todo termine así...—mientras decía esto se acercaba cada ves mas a inuyasha, el cual se havia alejado de kagome y sus amigos y caminaba en dirección a kikyo.

— T-tú te quedaste por mí??

—Si, no puedo separarme de ti-por primera ves kikyo demostraba sus sentimientos y emociones-la gema ya no existe y aunque nada vuelve a ser como antes yo igual quiero intentarlo-al decir esto miro a kagome, la cual miraba la escena sin podar crédito a lo que sus hermosos ojos achocolatados veían.

— Kikyo eso ya no interesa, estas viva y eso es lo importante—el se acerco y la abrazo con gran amor—me alegra...me alegra mucho que estés aquí...conmigo...—al decir eso se enterró en los cabellos negros de la miko revivida. Pero sintió como si algo le faltaba, de repente le vino a la mente su imagen...la de su querida Kagome...la busco con la mirada alejándose un poco de Kikyo, y allí estaba ella, en el lugar que la dejo, pero con la diferencia que por sus mejillas caían grandes lagrimas de dolor y tristeza por lo que su amado Inuyasha havia dicho.

Al percatarse de que el la estaba mirando con esos hermosos ojos dorados que ella tanto amaba, su única reacción fue salir corriendo, no importaba a donde iba, solo quería alejarse de ellos, no podía aguantar mas viendo esa escena, sabia que lo havia perdido...por un lado se alegraba de que Kikyo siguiera con vida, pero también se daba cuenta, y mas después de haber escuchado sus palabras que había perdido a su adorado hanyou, pero ella no quería aceptarlo. Así que corrió de ese lugar lo más rápido que pudo sin decir la más mínima palabra.

El solo se quedo mirando, no pudo reaccionar cuando vio su rostro lleno de lagrimas, lleno de confusión, de tristeza...solo se quedo parado mirando como ella se alejaba...estaba muy confundido, estaba sumamente contento de que Kikyo siga con vida, pero también sentía una enorme tristeza al saber que ese sentimiento de alegría lastimaba a su querida Kagome. ¿No savia que hacer? ¿Que podía hacer? ¿Que debía hacer?

Los días pasaban e Inuyasha prefirió alejarse para aclarar su mente y sus sentimientos. No quería alejarse de ninguna de ellas pero no era justo ni apropiado quedarse con las dos (que egoísta!!). Ya le dolía la cabeza de darle vueltas al asunto, no sabia que pensar, lo única que tenia claro era que sea cual fuese su decisión lastimaría a una de las miko y le rompería el corazón a el. Estaba divagando en sus pensamientos cuando de repente unas voces le vinieron a la mente... recordó que cuando se encontraba dentro de la shikon no tama, había escuchado a la familia de Kagome...estaban llorando, estaban preocupados por ella, así se dio cuenta de que el no era el única que se preocupaba por su pequeña Kagome, si ella era su pequeña Kagome, esa niña había llegado a su vida dándole un cambio por completo le ayudo a confiar en las personas, en hacer amigos y confiar plenamente en ellos, ella le enseño a sonreír y a llorar, ella lo era todo...pero por mas lindo que sea todo eso ella no pertenecía al Sengoku, ella tenia una vida del otro lado del pozo, tenia a su familia y amigos, personas que la amaban, el no podía quitarle eso, no podía ser tan egoísta. Pero también recordó la promesa que alguna ves le hizo a Kikyo..."yo siempre te voy a proteger, mi vida te pertenece y la tuya a mi...", esas palabras resonaron en su mente, hasta que por fin tomo una decisión, la mejor para todos.... o eso creía el....

Bueno espero que les allá gustado...

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Capitulo 2: Voces, promesas hechas y un repentino adiós.

 

Holis chicas…aquí les traigo el segundo capitulo…trate de tomar en cuenta lo que me dijeron, y espero que lo allá logrado…les advierto que en este capitulo inu va a ser un poco cruel con Kagome…bueno sin mas que decir me despido…espero que les guste…

Capitulo 2: Voces, promesas hechas, y el doloroso adiós.

La oscuridad ya se hacia presente en la pequeña aldea de la región Musashi, en una pequeña cabaña, una muchacha de cabellos azabaches no podía conciliar el sueño. Se encontraba acostada en un lindo y cómodo fotón blanco con rayas rosadas, y en sus brazos tenia al pequeño kitsune (Shippou).

La escasa luz de luna que entraba en la cabaña, era suficiente para alumbrar los rostros de mis amigos. Ellos se encontraban durmiendo en distintas partes de la cabaña de la anciana Kaede. Se les notaba una paz interior, que se reflejaba en sus rostros, nada los agobiaba, ya todo havia terminado; sango pudo recuperar y liberar a su hermano Kohaku de las manos de Naraku, el houshi Miroku pudo romper la maldición que recaía en su familia por generaciones, y Shippou, bueno el hace mucho tiempo pudo vengar la muerte de su padre. Todos estaban bien y felices, ya todo havia terminado, pero para mi era como si mi peor lucha estaba a punto de dar comienzo.

Mi corazón estaba oprimido, algo lo agobiaba, sentía que algo me faltaba. Miraba y miraba a mí alrededor, tratando de encontrar alguna respuesta a su ausencia, pero no encontraba nada, solo preguntas sin respuestas.

—Ya veo… ese momento se acerca—pensé en vos alta, mientras mis ojos se volvían cristalinos, por lágrimas que amenazaban con salir.

Cuando estaba a punto de dar rienda sueltas a esas lágrimas que expresaban mi tristeza, esa vos se hizo presente en la cabaña.

—Kagome… ¿podemos hablar? —sabía muy bien que estaba despierta, pudo detectar de lejos el olor salino de las lágrimas de su pequeña.

—I-inuyasha… —no sabia como reaccionar, su rostro mostraba felicidad por volver a verlo, pero también mostraba tristeza, de cierta forma sentía lo que se venia- ¿de que queres hablar Inuyasha?

—Solo ven… —sin más se dio la media vuelta y salía de la cabaña.

Kagome solo lo miro salir, hasta que con cuidado se levanto del futon para que el pequeño que dormía en sus brazos no despertara. Al salir lo vio, estaba de perfil mirando el cielo; sus cabellos plateados se movían conforme el viento soplaba, su mirada dorada parecía perdida en el inmenso cielo, tenia sus manos dentro de su haori(ropa de Inu), casi siempre las tenia de esa forma. Ella solo lo observaba mientras se dirigía hacia el con pasos lentos, tenia tantas ganas de abrasarlo, sentir su calor, el no tenia idea de la falta que le hizo en esos días. Cuando estaba a punto de llegar a el, su vos se hoyo nuevamente.

—Ven… vamos a otro lugar —sin siquiera mirarla volvió a alejarse por los pequeños senderos que llevaban al bosque.

Sin decir nada ella lo siguió. Caminaban a una cierta distancia uno del otro, sin mirarse, sin decir palabra alguna. Por alguna razón la muchacha de ojos color chocolate sentía como si le estuviesen arrancando el corazón, mientras mas se adentraban en el bosque, un dolor inexplicable se iba formando dentro de ella. Seguían caminando, y cuanto más lo hacían, los árboles se le hacían cada ve más familiar, por alguna razón se sentía como si estuviera en su casa. Hasta que llegaron allí, ahí estaba el…el goshimbiku (árbol sagrado)… el fue el testigo de su primer en encuentro, fue testigo de tantas risas y lagrimas, para ella ese árbol era su adorado hanyou…pero… ¿también seria el testigo de su adiós?, su corazón no pudo evitar preguntarse eso.

Sabía muy bien lo que tenía que hacer, pero le dolía tanto, tenia que separarse de ella, tenia que dejarla ir, aunque eso significase perder su corazón. Sus manos reflejaban su nerviosismo y angustia, sudaban mucho y poco a poco se clavaba sus garras a si mismo, por suerte su haori lo ocultaba todo. Caminaban en silencio, hasta por fin dar con el, ese árbol donde fue sellado hace 50 años por una miko (sacerdotisa), y hace poco menos de un año, la reencarnación de dicha miko lo libero de aquel sello…pero no era tiempo para empezar a recordar, ya era hora de despedirse.

Estaba desesperándose cada ves mas, el no la miraba, solo le daba la espalda, ya no aguantaba, ¿Por qué no hablaba? ¿Qué esta pensando? ¿Que le dirá?...estaba a punto de hablar cuando el la interrumpió.

—Kagome…debes irte…ya no tienes nada que hacer aquí… —hablaba dándole la espalda, con su mirada en el goshimbiku. Su vos era fría y cortante.

Sentía como se le desgarraba el corazón con esas palabras…el le estaba diciendo que se fuera…

—I-inu…inuyasha… ¿pero que estas diciendo? —su vos se empezaba a quebrantar, mientras que por sus mejillas rodaban aquellas lagrimas que hace un rato quisieron salir.

El olor salino chocaron de pronto contra su cara, su pequeña Kagome estaba llorando otra ves, y nuevamente era por su culpa, se sentía el peor miserable sobre la tierra, pero no podía parar, debía lograr que ella se marchara.

—Ya lo oíste bien…ya cumpliste tu propósito, arreglaste lo que vos misma destruiste, la perla ya no existe, no tenes más nada que hacer acá, nunca perteneciste a este lugar y nunca lo aras—mientras decía esto su corazón se iba rompiendo poco a poco.

— ¿Porque me dices esto? ¡¿Acaso no significo nada para ti?! ¡¿Ese beso no significo nada?!—Sus manos apretaban la falda verde de su uniforme, mientras que ella lo miraba fijamente aunque el estaba dándole la espalda.

— ¡feh! Tonta… —se dio la vuelta juntando su mirada dorada con la de ella-ese beso no fue nada… —estaba mintiendo —yo siempre quise a kikyo…tu no fuiste nada mas que su reflejo…siempre fue ella !siempre la ame a ella!

Sentía como su mundo se venia abajo, el no podía estar diciendo eso…era imposible, ella no lo podía aceptar. De repente se cayó de rodillas al piso y ocultando su cara detrás del flequillo le dijo:

—No…no es verdad…por favor dime que no es verdad…

— ¡Ya basta Kagome! ¡No te humilles mas!...entiendelo de una ves, yo amo a kikyo, y ahora que ella volvió a mi, lo único que quiero es pasar el resto de mis días con ella —tenia tantas ganas de abrasarla, de decirle que no era verdad lo que estaba diciendo, decirle que el la amaba con todo su corazón, pero no podía, ella tenia que irse.

—El me mintió, siempre me utilizo…siempre estuvo jugando con mis sentimientos… —pensaba con dolor la bella muchacha, mientras sentía desfallecerse.

—Así que ya lo sabes, no tienes nada que hacer aquí, ya vete a tu mundo y no regreses nuca…ya nadie te necesita… —el ojidorado agacho la cabeza para que la muchacha no viera sus ojos, los cuales ya no aguantaban las lágrimas que querían salir.

Kagome no reaccionaba, su cuerpo no se lo permitía…pero cuando escucho eso ultimo, su cuerpo reacciono y se echo a correr sin saber a donde se dirigía.

El solo permaneció como estaba, con la mirada clavada en el piso y apretando sus puños a tal punto que sus manos empezaron a sangrar, a causa de que sus garras se clavaron en sus manos.

—Por favor perdóname, mi amada Kagome…adiós…espero que seas muy feliz… —sin mas se marcho de aquel lugar donde abandono su corazón.

Continuara…

Bueno eso es todo, nos vemos pronto…no me maten plis…

 

Capitulo 3: Pensamientos y recuerdos, que se convierten en recuerdos.

La mañana se había presentado, pero la habitación se mantenía a oscuras, solo unos pequeños rayos de luz se hacían presentes en el lugar. En la cama, ubicada en una esquina del cuarto, se encontraba dormitando una bella muchacha, tenia los cabellos desordenados, su brillo se havia perdido, y su rostro reflejaba rastros de cansancio, sus ojos se notaban hinchados y rojos, debido a días enteros de llanto. Por el piso había centenares de de pañuelitos descartables y otros envoltorios, se notaba a simple vista que hacia tiempo no se limpiaba ese cuarto.

De repente la muchacha empezó a hablar en sueños, llamando a alguien, pidiendo que no la dejara, por sus sonrojadas mejillas comenzaban a correr nuevamente esas lagrimas, que no cesaban. Lentamente abrió un ojo seguido del otro, miro a su alrededor y nuevamente empezó a llorar. El no estaba ahí, no la había ido a buscar, no vendría por ella nunca más.

Habían pasado ya dos semanas de aquella noche, en la cual le destrozaron el corazón, en la cual se entero que no era nada, nunca había sido nada para el, solo era un “detector de fragmentos” y un “plato de segunda mesa”. Desde que volvió a su época, se la empezaba encerrada en su habitación, lloraba sin consuelo, no comía y casi no dormía. Su familia estaba sumamente preocupada, pero por más que ellos intentaban ayudarla ella no se los permitía,

El llanto havia cesado, mas los recuerdos seguían muy presente en su cabeza, no tenia ganas de seguir, no sabia como hacerlo, su optimismo y alegría que tanto la representaban se había esfumado por completo… pero eso era mas que claro, su felicidad, su alegría era el, verlo, estar a su lado, pero eso ya no importaba, el se había ido... Seguía mirando el techo del cuarto con una mano en su frente y la otra agarrando el futon color rosa de su cama; estaba a punto de volver a llorar, pero de pronto alguien interrumpe en su habitación.

—Kago… hermana, si no te levantas ahora no aras tiempo para desayunar y llegar a hora al instituto— mientras decía eso se sentó alado de su hermana con buyo en brazos.

Kagome solo lo miro con indiferencia, su rostro no tenía expresión alguna. Pero de pronto sus mejillas empezaron a sonrojarse.

— ¡Souta! ¡Cuantas veces tengo que decirte que no entres a mi cuarto sin golpear!—le grito furiosa mientras se incorporo a su lado.

—Per-pero hermana…—decía esto balbuceando mientras se alejaba de su hermana, el aura que desprendía ella era verdaderamente aterrador.

— ¡Pero nada! ¡Eres un metiche!—Le gritaba a su pequeño hermano, tratando de descargar toda la furia que tenia dentro.

— ¡Nosotros no te hicimos nada!- le grito con lagrimas en los ojos, se levanto y salio de la habitación corriendo, con el gato en sus brazos.

El tenia razón, ella se descargaba con ellos de la peor manera, pero su dolor era demasiado grande, no se podía controlar, pero… su sufrimiento ¿valía la pena?, todo era por el, alguien que nunca la quiso, que solo la utilizo y jugo con sus sentimientos, el ¿se merecía que ella sufriera así por el? ¿Servia de algo que se aferre a ese recuerdo?...no, no lo valía… sabia muy bien que jamás se olvidaría de Inuyasha, al igual que jamás dejaría de amarlo, pero el comenzó su vida sin ella, y era hora de que ella hiciera lo mismo. No se olvidaría lo que sucedió, ni tampoco lo que vivió en el sengoku, ya que lo prometió. Seguiría con sus estudio, y su vida, pero también…

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Mientras tanto en le Sengoku…

Era un día soleado, el aire estaba tranquilo, se podía escuchar el cantar de los pájaros, todo estaba en paz; pero una persona en la isla no estaba tranquila.

Una linda muchacha de cabellos castaños y ojos marrones se encontraba sentada en el césped, con una pequeña gatita en brazos. Mientras miraba el horizonte recordaba lo que su amiga le dijo.

Flash back

La muchacha taijiya se encontraba limpiando su hiraikotsu preguntándose si alguna ves lo volvería a usar, cuando de pronto su amiga de cabellos azabaches se sienta a su lado.

—Hola Sango— no la miraba, tenía su mirada perdida en dirección al bosque.

—Hola Kagome… ¿Cómo estas? — esa era una pregunta tonta, sabia muy bien como estaba, después de lo sucedido con el hanyou y la miko resucitada, su amiga entro en un estado depresivo.

—Bien…y ¿tu? — trato de sonar lo mejor posible, regalándole una falsa sonrisa.

Cuando sango estaba a punto de preguntar algo, kagome hablo nuevamente.

—Si yo…—mostró algo que tenia entre sus manos —si yo por alguna razón no volviese en dos semanas— le entrego un pequeño papel a sango— quiero que habrás esta carta…

—K-kag…—otra vez fue interrumpida

—Bueno amiga, solo eso quería decirte— le da un fuerte abrazo el cual es correspondido por la taijiya- muchas gracias.

Y sin más la chica de cabellos azabaches se marcho del lugar, dejando a la castaña extrañada por su actitud.

Fin flash back

—Ya pasaron las dos semanas…—pensaba en vos alta, mientras que con una mano acariciaba al pequeño mononoque y con la otra tenia la carta.

De repente alguien se acerca sacándola de sus pensamientos.

— ¡Hola sanguito! — alzaba la mano en forma de saludo muy animadamente, mientras se acercaba, junto con la anciana Kaede y el kitsune.

— ¿Ahhh?...OH hola houshi Miroku—aun estaba media perdida en sus pensamientos.

— ¿Que sucede Sanguito? Hace días te noto muy pensativa…además ¿Qué paso con la señorita Kagome?— decía esto mientras se sentaba a su lado.

—Si, si, Miroku tiene razón, hace días que estas así, y además no sabemos nada de kagome, ella no nos aviso que se iba a su época—preguntaba muy ansioso el pequeño, mientras se sentaba delante de ella.

—Etto…ehhh… ella me dejo esta carta…—miraba el pequeño papel en sus manos.

—Ahhh ya veo… ¿así que Inuyasha por fin tomo su decisión?— miraba el pequeño papel, mientras se encontraba de pie.

—Mmm…eso quiere decir que no volveremos a ver a la señorita— coloco su mano en su barbilla en forma reflexiva— nuestro amigo pro fin se decidió.

— ¡No digas eso Miroku!...—Dijo entre sollozos—Kagome no se iría sin despedirse de nosotros… ¿no es así sango?

—Sango, por que no lees la carta que te dejo Kagome— se sentó alado de la taijiya para escuchar bien lo que decía en la carta.

—Si, esta bien—empezó a desdoblar el papel y se dispuso a leer el contenido de la carta.

Queridos amigos:

Primeramente les pido disculpa por la forma en que me estoy despidiendo, se que no es la mejor, pero seguro ustedes podrán entenderme, en verdad espero que lo hagan…

Querida Sango, espero que sea muy feliz, pudiste recuperar a tu hermano, y se que el amor esta muy cerca de ti. Houshi Miroku, espero que cambie su actitud y que se declare de una buena ves, vera que la felicidad lo acompañara. Pequeño Shippou, espero que puedas perdonarme, y creedme que estoy muy orgullosa de ti, se que algún día serás un gran youkai, siempre te voy a querer. Y por ultimo, anciana Kaede, nose como agradecerle todo lo que hizo por mí, fue como una segundan madre para mí…

Espero que todos sean muy felices, y puedan comprenderme. Siempre los voy a recordar mis queridos amigos…

Los quiero mucho…

Kagome Higurashi.

Al terminar de leer la carta Sango se llevo sus manos a su rostro liberando al fin esas lagrimas que ansiaban salir, Shippou corrió a refugiarse a los brazos de la anciana Kaede, y los dos lloraron amargamente, mientras que Miroku se dedico a consolar a Sango, pero con mucha tristeza reflejada en su mirada.

Cuando todos se habían calmado un poco, se dispusieron a ir a la cabaña de Kaede, pero en el camino se encontraron con Kikyo e Inuyasha, quienes se dirigían al mismo lugar.

Al estar frente a frente, todos detienen su caminar, solo Kikyo se dirige a su hermana para decirle algo, mientras que el ojidorado mira a sus amigos, eh inmediatamente se da cuenta que estuvieron llorando, no solo por sus ojos hinchados, también por el olor salino de sus lagrimas.

—Kaede, inuyasha y yo viajaremos por un tiempo— mira la expresión sorprendida de su hermana, y también mira al hanyou, quien tenia su mirada perdida en el horizonte— espera un momento—le dice a Kaede y se dirige al ojidorado— ya no necesitaras esto—entonces le saca el rosario kotodama a Inuyasha y se lo da a su hermana—espero que cuides la aldea en nuestra ausencia, nos veremos Kaede—sin mas se dirige al hanyou para emprender el viaje.

—Esta bien hermana, cuídense mucho— dirige su vieja mirada a Inuyasha, el cual solo miraba el rosario que ella ahora tenia en sus manos.

El ojidorado no quería desprenderse de ese rosario, ya que tenia muchos recuerdos, para ser más precisos tenía recuerdos de su amada Kagome. Miro por última ves a sus amigos, pero ellos le esquivaron la mirada, viendo eso el hanyou solo frunció el seño, y miro por ultima ves aquel pequeño recuerdo de su miko de dulces ojos color chocolate. Y por fin emprendió el viaje con la mujer que algún día amo.

Todos los observaron partir sin decir ninguna palabra.

—Seguramente, algún día volverá a ser útil—pensaba mientras guardaba el rosario en una de las mangas de su hakama.

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En algún lugar de Tokio, una linda muchacha de ojos chocolates, se disponía para ir al instituto. Bestia un uniforme de segundaria alta, que consistía en una pollera cuadrille que iba por encima de sus rodillas, una camisa blanca, un listón azul en forma de moño en su cuello y una chaqueta del mismo color del moño. En su mirada se reflejaba mucha tristeza, pero también mucha determinación.

—Hoy mi vida empieza de nuevo, voy a tomar las riendas de mi vida, y voy a seguir adelante cueste lo que cueste, y tú solo serás parte de mis recuerdos—pensaba mientras pasaba enfrente del goshimbiku.

Ya iba bajando las escaleras del templo Higurashi, cuando se detiene en la mitad del camino y mira su casa.

—Además se lo prometí a ellos y a el…se que el me ayudara a poder sanar un poco mis heridas—al terminar de decir eso emprende su caminar nuevamente para perderse por las calles de Tokio.

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Seis meses después…

En el templo Higurashi alguien se estaba despertando, era la linda chica dueña de esos hermosos ojos chocolate.

—Por fin las vacaciones— dio un bostezo y estiro sus brazos dejándolos alado de su cabeza- es momento de prepararme… tengo que volver…seguro esta esperándome… pero—se coloco una mano en su cabeza— ¿si se canso de esperar? Ya ah pasado medio año...no, el me lo prometió… dijo que me esperaría cuanto tiempo sea necesario…

Continuara….

Bueno amigas, espero que les allá gustado, hasta la próxima….ahhh espero sus comentarios, así se si les esta gustando el fic… chaito….

 

Hola!!!
Como están? Espero que bien, por fin pude subir este capitulo, me costo mucho ya que últimamente tenia los parciales y solo tenia en la cabeza cosas sobre pedagogía, sociología y esas cosas, pero ahora ya por fin estoy libre…
También quería darle las gracias a los que leen este fic, es lo que me anima a seguir escribiendo.
Trate de arreglar las cosas que me dijeron espero que aya podido hacerlo…
Sin nada mas que decir les dejo el cuarto capitulo…

Capitulo 4: El regreso…mi nueva vida con Kouga, el youkai lobo.

El aire se sentía frió, casi helado, el paisaje se escondía bajo un manto blanco de nieve, havia niños jugando en los parques, hombres sacando la nieve de sus casas, y el templo Higurashi no era la excepción. El pequeño Souta se encontraba en el patio jugando con la nieve en compañía de su abuelo, en la cocina se encontraba Naomi (mama de kagome), preparando el desayuno y por ultimo en una de las habitaciones de la planta alta se encontraba la azabache.

Kagome se estaba preparando para el viaje al sengoku, tenía sobre su cama una mochila negra con toques de color verde oscuro, llevaba mucha ropa, de toda clase ya que no sabia con que clima se iba a encontrar en la época antigua, también guardo otras cosas que para las mujeres son indispensables.

Cuando termino los arreglos se empezó a cambiar; opto por unos jeans azul ajustados, unas botas abrigadas color beige, que se pondría a salir, también se puso una blusa rosada y un suéter blanco, y separo un tapado en tonos grises, una bufanda y un gorro, ambos del mismo color del tapado y por ultimo unos guantes negros.

— ¡OK! Ya estoy lista—puso su mano en su barbilla—a ver no me falta nada—reviso todo por ultima ves— ¡perfecto! Ahora a desayunar.

Una ves que termino de arreglar todo, bajo a la cocina pare desayunar con su familia. Ese seria el último desayuno que tendría con su familia durante cuatro meses que era lo que duraba su receso escolar. Cuando entro en la cocina se encontró con un sin fin de comida, había de todo, sin duda seria un agradable desayuno.

— ¡Mmmm! ¡Que rico mama! ¡Se ve delicioso! — decía esto mientras tomaba asiento en la mesa.

—Gracias hija—la mira con cariño y le sonríe—mira, acá te prepare un poco de comida para que le lleves a tus amigos—apunta a unos paquetes que estaban en la mesada— vas a ver que las cosas muy pronto se arreglaran—le decía mientras acariciaba sus cabellos azabaches.

— ¿Ehhh?... si claro…gracias mama—le dedico una sonrisa un poco fingida, ya que esa tristeza que había logrado calmar por momentos, había vuelto.

Naomi se había marchado a buscar a Souta y el abuelo para avisarles que el desayuno ya estaba servido, mientras que una joven se perdía en sus recuerdos.
Ella no quería recordarlo le causaba mucho dolor hacerlo, había podido calmar el dolor de su alma gracias a su familia y sus amigos, pero el siempre estaba en sus pensamientos, y en ese preciso instante se hizo mas presente que nunca. Su mirada volvió a ser la misma de hace seis meses atrás, su dolor volvió a salir junto con todos esos recuerdos que inútilmente había tratado de ocultar; el deseo de volver a verlo era igual o mas grande que el deseo de olvidarlo. Quería tenerlo enfrente, abrazarlo, sentirlo, pero eso era imposible, simplemente ya no podía hacerlo.

Mientras que la linda azabache seguía pensando, entran su madre, Souta y el abuelo.

— ¡Onee-chan! Hoy te vas al a la época antigua ¿no?— preguntaba a su hermana el pequeño mientras se sentaba a su lado.

—Así es Souta, después de desayunar me voy al Sengoku—le dio un calido beso en la mejilla a su hermano menor.

—Es una lastima que mi querida nieta no podrá pasar las fiestas con nosotros—el abuelo dio el primer sorbo a su te.

—Bueno papa, será la primera vez pero estará con sus amigos, hace mucho que no los ve—también tomo asiento y se dispuso a desayunar.

—Gomenne abuelo, pero la próxima estaré con ustedes—se puso un poco triste por eso, pero sabia que su familia la comprendía.

—Por cierto onee-chan, ¿Por qué orejas de perro no ha venido a visitarte?— la miro con mucha curiosidad al igual que el abuelo.

—Etto…el…—la pregunta la tomo por sorpresa ya que no esperaba que le preguntara por el ojidorado, pero era de esperarse, su familia sabia que algo había pasado pero nunca se enteraron de lo que paso realmente—el esta… de viaje…

—Ya Souta, deja que tu hermana desayune tranquila—le dijo al pequeño mientras que le sonreía a su hija.

—Gracias mama—también le sonrió a su madre en agradecimiento de que la salvo de esas preguntas de su hermano.

Así trascurrió el desayuno de los Higurashi, con las insistentes e incomodas preguntas de Souta sobre el peliplateado, los desconciertos de kagome y las sonrisas de Naomi.

—Bueno mama es hora de irme, los voy a extrañar mucho—los abrazo a cada uno.

— ¡Nosotros también te vamos a extrañar!— dijeron todos al unísono— ¡cuídate mucho!

Después de despedirse de su familia kagome entro en la pequeña pagoda donde se encontraba el pozo devorador de huesos, aquel que tantas veces la trasporto al Sengoku.

—Ya estoy aquí, no hay marcha atrás—miro dentro del pozo—es ahora o nunca—cerro sus ojos y se lanzo dentro del pozo, ya que este nunca se cerro y a pesar de no tener la shikon no tama con ella igual podía atravesarlo.

Una ves del otro lado la miko de ojos chocolates se dispuso a salir del pozo, le costo un poco debido a su equipaje, pero al poco tiempo lo pudo lograr. Al salir se dio cuenta que ahí no estaba nevando pero igual hacia frió, así que lo único que se saco fue el gorro y los guantes.
Cuando estaba por emprender el viaje, la invadieron muchas ganas de ir a la aldea, pero a su mente vino la imagen de esas dos personas que no quería ver y en ese momento esos deseos desaparecieron por completo, así que se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección contraria del camino hacia la aldea. Mientras caminaba recordó lo que paso esa ultima ves que vio al joven comandante de los lobos.

Flash back:

Por el boque una linda chica se encontraba llorado desconsoladamente en las raíces de un árbol, su angustia era tal que no se percato de que alguien se acercaba.

— ¡¿Kagome que te pasa?! ¡¿Por qué estas así?!— la tomo de los hombros y la sacudió levemente.

—Ehhh… ¿K-kouga?— su visión no era muy buena por las lágrimas que empañaban sus ojos.

— ¿Por qué estas acá sola? ¡¿Dónde esta ese cucho?—le preguntaba sin dejar que ella responda.

Kagome no podía creer que el estuviera ahí, justo en ese momento, pero sintió un gran alivio al tenerlo cerca, y sin pensarlo se largo a sus brazos y lloro tratando de desahogarse un poco de ese dolor. El ojiazul solo la acuno en sus brazos y la consoló silenciosamente.
El tiempo transcurría, ellos no sabían cuanto había pasado, pero para alivio del lobo la azabache empezaba a calmarse.

— ¿Fue el verdad?... — el la mira y ella solo oculta mas su rostro detrás de su flequillo—ese cucho te hizo llorar otra ves mi amada kagome…—la abraza mas contra su pecho.

—Discúlpame Kouga…—se separa de el—debe haber sido muy incomodo para ti… gomenne…—le dedico una dulce sonrisa mezclada con tristeza—yo… yo me marcho a mi época… fue un gusto conocerte, siempre te voy a recordar… te quiero...— se acerca y le da un beso en la mejilla del lobo— gracias por todo— se da la vuelta y comienza a marcharse.

Eso significaba la despedida, ella se estaba marchando para siempre. El ojiazul no podía permitirlo, no podía dejarla ir no así, no sin antes no haber luchado por ella.

— ¡Espera Kagome!— la toma por el brazo y la da vuelta — ¡no te vayas por favor!... quédate conmigo por favor ¡dame una oportunidad! — las lagrimas empezaban a asomarse a los ojos del joven lobo— yo no te voy a pedir nada, ni que seas mi mujer o mi novia, lo único que te pido que te quedes conmigo, nada mas… solo quiero estar a tu lado…

—P-pero…—mira los ojos del muchacho y se sorprende al ver lagrimas… estaba así por ella, estaba llorando por ella; alguien a quien nunca le correspondió, mas sin embargo siempre le daba todo, siempre la amo…solo a ella y a nadie mas—Kouga yo…necesito irme un tiempo, pero… voy a volver— le daría una oportunidad, una a los dos.

— ¿Enserio? O ¿me estas diciendo esto para que no te detenga?— la cara del joven se ilumino al escuchar eso, ella le daría una oportunidad.

—Te lo prometo Kouga…—termino de decir esto y le acaricio dulcemente la caricia del aquel joven que siempre la amo.

—Entonces yo te voy a esperar, voy a esperarte todo el tiempo que sea necesario, es una promesa kagome.

—Si, lo se…gracias, muchas gracias kouga…

Fin flash back.

La azabache se encontraba tan concentrada en sus recuerdos que no se percato de todo el tiempo que había caminado. Siguió su camino llegando así a una linda pradera, el césped era abundante y blando, había muchas flores y diversos árboles, se encontraba un poco cansada por la caminata así que decidió descansar por un momento.

—Mmmm… ¿se encontrara cerca?— se sentó dejando sus piernas debajo de ella—ojala que no me tome mucho tiempo encontrarlo—suspiraba mientras pensaba en voz alta.

Tan distraída estaba que no se percataba de una presencia que se acercaba, para cuando se dio cuenta quiso crear un campo de protección pues no traía su arco y flechas, pero pudo divisar un remolino de viento en esa dirección, sin duda era el. El lobo de ojos azules como el mar.

—Por fin has vuelto, querida Kagome—se detuvo y del remolino salio aquel joven comandante. Le agarro las manos y deposito un dulce beso en la mejilla de la muchacha.

—K-kouga…eres tu…—sin esperar respuesta alguna del chico se lanzo a sus brazos— ¡que alegría verte! Pensé…pensé que no te encontraría.

—Y-yo te prometí, te prometí que te esperaría—la acerco mas contra si sintiéndola.

—Es que ya había pasado medio año, y pensé que te cansarías—se alejo un poco y empezó a tocar sus cabellos un poco nerviosa por la cercanía de los dos.

—Mi querida Kagome, yo siempre te espere, siempre estuve por estos territorios—la miro a la cara y se dio cuenta de que lo que dijo la dejo sorprendida.

— ¿Pero como?...Inuy…es decir ¿nadie se dio cuenta de tu presencia?—la azabache se encontraba muy confundida.

—No…—contesto secamente y se sentó en el césped un poco molesto por que kagome había nombrado a cierta persona que el no quería siquiera escuchar su nombre— veras, ellos se marcharon al poco tiempo que vos te fuiste, y hace unas lunas también se fueron el houshi y la taijiya, solo el kitsune se presenta de vez en cuando a la aldea.

—Ahhh, ya veo—ahora se explicaba muchas cosas, por ejemplo de que inuyasha no fue por ella si seguramente había sentido su olor, pero que estaba diciendo ella no le importaba a el, ya una ves se lo dejo muy en claro. Su semblante se torno triste y en sus ojos unas lágrimas amenazaban con salir.

Kouga se dio cuenta de ello por el cambio de semblante de kagome, además del olor salino de sus lagrimas; le dolía darse cuenta de que a pesar de todo, a pesar del tiempo que paso ella seguía pensando en aquella bestia, en aquel hombre que le hizo tanto daño, pero el no se iba a dar por vencido, claro que no, daría todo para que ella se olvidara de el, aunque eso le llevara años.

Estuvieron hablando por un buen rato, contándose mutuamente lo que hicieron esos seis meses, la azabache le comento que pudo terminar bien el año escolar con muy buenas notas, y aunque el asentía a todo no entendía mucho, pero solo le bastaba observar a la bella muchacha que le robo el corazón para sentirse feliz. Se mantuvieron un rato más en el mismo lugar hasta que el ojiazul decidió que era momento de marcharse y encontrar un refugio donde pasar la noche.

—Kagome es hora de irnos—se puso de pie y le ofreció una mano para que la chica se levante— ya pronto va a oscurecer y hay que encontrar un refugio donde pasar la noche.

—Esta bien Kouga—tomo su mano y se puso de pie.

El lobo hizo que kagome se subiera a su espalda, para encontrar un lugar lo antes posible, ese acto hizo que la muchacha se acordara de viejos tiempos, aquellos en los que luchaba junto con sus amigos, le daba nostalgia recordar todo aquello pero de cierta forma se sentía feliz ya que a pesar de todo, para ella esos fueron buenos momentos.

Había trascurrido unas horas desde que emprendieron el viaje, pasaron por una aldea pero no podían quedarse ahí ya que después de todo kouga era un youkai. Siguieron al este y pudieron encontrar una cueva bastante escondida por la vegetación. Kouga bajo a kagome afuera de la cueva y entro a ver que todo estuviese bien y seguro, una ves hecho esto la hizo pasar dentro y se fue a buscar algunas leñas para hacer una fogata, la miko le dijo que por la comida no se preocupase que ella tenia. Cenaron y se acostaron temprano ya que al otro día emprenderían nuevamente el viaje hacia el territorio de los lobos.

Mientras tanto en otro lugar muy lejano a ese…

En la copa de un árbol se encontraba un bello muchacho de vestimentas rojas, pelo plateado y unos hermosos ojos dorados. Estaba sumamente serio, pero en sus ojos se reflejaba mucha tristeza.

—Ya han pasado seis lunas… ¿Cómo estará? ¿Pensara en mí?—pensaba en voz alta el ojidorado— será… ¿Qué me odia?...

Continuara…

Bueno hasta acá lo dejo, espero que les haya gustado el capitulo…
El próximo se lo dedicare a mi amado peliplateado que lo tengo muy descuidado.
Sayonara!!

 

Capitulo 5: Lunas y muerte…

Seis largas lunas habían pasado desde la ultima ves que la vio, aquel fatídico día en que tuvo que dejarla, en que destrozo su corazón con aquellas palabras que jamás podían ser ciertas, sacrificando así el suyo para tratar de hacer lo correcto, todo por ella… la persona que mas amo, que mas ama y que jamás podrá dejar de hacerlo…

Desde ese día, desde aquella noche el no era el mismo, nada era igual, todo perdía su brillo y los días no tenían sentido.
Si en algún momento su vida fue desgraciada, estos no se comparaban, daría lo que fuera para poder cambiar las cosas, pero simplemente ya no se podía.

Su vida había cambiado completamente, ya no era feliz, ya no tenia esa hermosa sonrisa que ella le regalaba a cada mañana, ya no sentía ese delicioso olor a sakuras que era característico de su pequeña, simplemente ya no tenia a su razón de ser… ahora estaba con la mujer que algún día amo, pero que ahora solo lo unía a ella u sentimiento de cariño y algo de culpa… si, por que eso era, el ya no la amaba, eso lo tenia demasiado en claro. Le tenia mucho aprecio, pero lo que lo carcomía era la culpa, ya que una ves ella dio su vida por el, y el tenia que devolvérselo de alguna manera, y si la única forma de hacerlo, era sacrificar su felicidad, lo aria, además el no merecía quitarle nada a su amada Kagome, el no era quien para separarla de su familia, el no merecía nada…

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Seis meses habían transcurrido desde que se marcharon de la aldea de la anciana Kaede. Durante el primer mes estuvieron recorriendo el área de Musashi, visitando aldeas vecinas y los alrededores, ayudando a personas afectadas por las desgracias que traían consigo la guerra, que aun se extendía a lo largo de todo el territorio de Japón.

También se encargaban de la exterminación de mononoques o youkais que amenazaban a las aldeas. De eso casi siempre se encargaba Inuyasha, ya que no quería que por sus descuidos le vuelva suceder algo a Kikyo.

Mientras transcurrían los días, las semanas, los meses, la joven pareja (solo amigos eh) recorrieron gran parte de la zona oeste del país.

Muchas veces fueron despreciados por la condición de Inuyasha, al ser un hanyou, y que una figura sagrada como una miko este con el era un sacrilegio, pero a el no le importaba en lo mas mínimo, su corazón ya no sentía nada, su razón estaba perdida, los desprecios de la gente eran como susurros en el viento. Pero aun así a Kikyo esas actitudes le molestaban, aunque no lo demostrase, después de todo ella amaba a Inuyasha y le dolía que la gente lo desprecie de esa manera. Quería defenderlo pero no poseía el valor suficiente para revelarse, ella era una miko, y debía comportarse, no dejarse llevar por las emociones, eso demostraba debilidad y era algo que no podía darse el lujo de que los demás lo vean.

Sin embargo el peliplateado no se daba cuenta de los sentimientos de su compañera, después de todo ella era una mujer muy fría y era difícil descubrir lo que pensaba o sentía, al menos que ella lo demostrase.

Así era su vida, viajando por un mundo que por más que el intentase ayudar a los demás, siempre lo despreciaban. Tenia a su lado a Kikyo, pero por desgracia no le era suficiente. Se pasaba casi todas las noches en las ramas de los árboles mirando la luna y preguntándose si ella la estaba mirando, si ella se acordaba de el.

—Ya han pasado seis lunas… ¿Cómo estará? ¿Pensara en mi?—pensaba en voz alta el ojidorado— será… ¿Qué me odia?...—estaba tan concentrado en sus pensamientos que no se percato que la miko lo estaba escuchando todo.

Kikyo se sentía sumamente dolida, ella siempre supo que su amado hanyou amaba a su reencarnación y estaba con ella a causa de la promesa que una ves le hizo, pero en lo mas profundo de su corazón aun albergaba la esperanza de que el la amase, como una vez lo hizo, pero a cada día que pasaba se daba mas cuanta que eso jamás pasaría, el nunca podría olvidar a aquella chiquilla, y no lo culpaba, después de todo esa muchacha fue la única que pudo cambiar a Inuyasha, curar su corazón y hacerlo sentir el verdadero sentimiento del amor, cosa que ella jamás logro mientras estaba con vida.

Así que después de por fin comprenderlo tomo la decisión de volver, era una perdida de tiempo seguir viajando si su amado no volvía a enamorarse de ella nuevamente, por que esa era su idea, ellos viajarían durante un tiempo, el suficiente para que el se pueda olvidar de Kagome, y la mejor forma de hacerlo era alejándolo de todo lo que le recordase a ella, al igual que el rosario kotodama, pero se daba cuenta que era inútil, lo mejor era volver a su querida aldea, y que el tiempo decida que seria mejor para los dos.

—Oye Inuyasha…—levanto su vista así las ramas del árbol, donde se encontraba el ojidorado.

—Pensé que estabas dormida Kikyo—una especie de culpa lo invadió al pensar que ella pudo haber escuchado lo que el decía.

—Acabo de despertarme—mintió. De que servia que le dijese que escucho todo—al amanecer volveremos a la aldea…

— ¿A la aldea?...—se sorprendió con lo que ella le dijo pues no se esperaba eso. Así que bajo del árbol y se sentó a su lado para hablar— ¿Por qué quieres volver?

—Ya estuvimos mucho tiempo fuera, es hora de volver, además extraño a Kaede—lo miro a los ojos y pudo ver la felicidad que esa noticia le daba a peliplateado—así que será mejor dormir lo que reste de noche así tenemos energías para el viaje—dicho esto se dio la vuelta y se acostó nuevamente.

—Si esta bien…—de un salto subió nuevamente a al árbol—por fin voy a volver—pensó con alegría el chico.

Al amanecer emprendieron el viaje a la aldea, y como Kikyo no dejaba que Inuyasha la llevase en la espalda el viaje duraría algunos días.
Desde entonces había transcurrido una semana, durante el camino muy pocas veces habían intercambiado palabras.

Cuando llegaron se encontraron con muchas noticias, como el de que la taijiya y el houshi se habían marchado, que el pequeño kitsune de ves encunado venia a la aldea, y que la niña que acompañaba a su hermano ahora se encontraba al cuidado de la anciana Kaede. Se sintió triste al no ver a sus amigos quería verlos, pero si ellos se habían marchado el no aria nada para que ellos volviesen.

Así nuevamente transcurrían las semanas, siempre la misma monotonía, su vida era aburrida y no encontraba nada interesante que hacer, solamente se divertía un poco cuando su hermano Sesshomaru venia a la aldea a visitar a pequeña humana. Pero fuera de eso nada llenaba su interés.

Sin embargo, al pasar tres meses un olor muy familiar le invadió por completo, estaba seguro que era su pequeña, solo ella tenía ese delicioso olor a sakuras. Corrió lo mas que pudo, desesperado y con la enorme esperanza de verla. Sabia que era muy egoísta de su parte querer que ella regresara, pero eso era lo que su corazón mas anhelaba.

Cuando llego frente al pozo el olor se intensifico, y su alegría aumentaba cada ves mas, miro dentro del pozo pero no veía nada, así que se sentó y espero pacientemente a que el milagro pasara. Pero el los minutos pasaban y seguía sin suceder nada, su poca paciencia se había agotado completamente y no aguantaba mas, se giro y quedo con la cabeza apoyada en el pozo, pero todo seguía igual. Las horas avanzaban y la luna se mostraba en el manto oscuro de la noche, pero el aun estaba ahí, sabia que era inútil su espera pero su cuerpo no se quería mover.

Cuando por fin decidió marcharse se prometió a si mismo venir los días que fueran necesarios para ver si ella volvía.

Los meses pasaban y el con la misma rutina, se pasaba casi todo el día enfrente del pozo, muy pocas veces iba a la aldea, seria muy hipócrita de su parte ir como si nada y estar con Kikyo, pero el querer estar en el pozo era mas fuerte que su razón.
En ocasiones el pequeño kitsune lo acompañaba, aunque casi siempre peleaban, cosa que hacia mas difícil su convivencia.

La gente de la aldea decía que el hanyou se havia vuelto loco, que era irracional pasar todos los días en el mismo lugar, sin moverse y en ocasiones sin probar bocado alguno.

Kikyo cada vez estaba mas arrepentida de no haber muerto aquella ves durante la batalla contra Naraku, por lo menos de esa manera no sufriría tanto, pero ya no podía hacer nada, simplemente trataba de disfrutar de la vida que tenia en la aldea junto a su querida hermana.

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Cinco largos años habían pasado desde la última vez que la vio. Se preguntaba si ella era la misma, si había cambiado, si se había casado y tenía hijos, pues eso era lo más probable, después de todo el mismo le dijo que ella rehiciera su vida, pero ese solo pensamiento le carcomía el alma poco a poco.

Cuando el alba comenzaba a surcar por el cielo el peliplateado se había levantado como siempre para seguir con su rutina de todos los días, pero algo le molestaba, no tenia la certeza de que era, así que simplemente le resto importancia por el momento y emprendió la tarea que llevaba a cabo durante los últimos cuatro años, pero ese presentimiento no lo dejaba en paz, así que decidió ir a la aldea para descartar aquel mal presentimiento que lo asechaba. Mas sin embargo cuando llego, una horrible escena se ejecutaba ante su rostro.

En unas de las cabañas de la aldea, una joven mujer de largos cabellos tan oscuros como la noche, se encontraba llorando desconsoladamente al lado del cuerpo de su fallecida hermana. Esa mujer era Kikyo.

Kaede había fallecido durante la noche, su muerte fue algo natural, pero nadie se lo esperaba.
Shippou fue en busca de Miroku y Sango, para avisarles lo acontecido y viniesen al entierro de la anciana miko. El entierro transcurrió tranquilo, con algunas miradas entre Inuyasha y Kikyo, y algunas reconciliaciones entre los viejos compañeros de aventuras. Todo estaba en paz, la ceremonia había pasado y la noche se acercaba, pero algo interrumpió la calma de pronto.

Inuyasha se altero demasiado por el olor, o los olores tan familiares que se acercaban a la aldea, su sorpresa era tal que no lograba despegar los pies de la tierra e ir al encuentro de los seres que estaban a punto de llegar, solo atino a decir algunas palabras.

—Este olor…—miro hacia la entrada del bosque—este olor es de….

Bueno hasta acá llego el capitulo. Se que es algo tarde, y capas el capitulo este muy feo >.<, pero es que me costaba mucho imaginarme la vida de INU con Kikyo…en todo caso acá esta, y esa también es la razón por la cual no hay mucho dialogo.
Me despido hasta la próxima….se acerca el reencuentro n.n….sayonara!