Ambición, Guerra, y Alquimia

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Nestea, 25 Febrero 2012.

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    Nestea

    Nestea Entusiasta

    Leo
    Miembro desde:
    19 Noviembre 2011
    Mensajes:
    64
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Ambición, Guerra, y Alquimia
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    561
    Ya sé lo que van a decir... abandono mis historias sin justificarme... Lo que pasa es que esta otra idea cayó en mi mente y no quise dejarla volar. Intentaré hacer esta historia más "profesional", por así decirlo.​
    Ambición, Guerra y Alquimia.
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    Prólogo:
    Noviembre de 2006, en algún lugar de Francia.

    Múltiples llamas calentaban los tubos de ensayo y frascos dispuestos sobre la mesa, haciendo que el líquido en ellos burbujeara y humeara. Todos los frascos contenían líquido de diferentes colores, había rojos, verdes, azules, púrpuras, demasiados como para escribirlos todos. En el centro de la habitación, él había dibujado aquel círculo con el hexágono y el triángulo dentro, lleno de diferentes símbolos escritos por todos lados.

    Al fin se acercaba el momento decisivo, ahora comprobaría si estos últimos cincuenta años le habían servido para cumplir su cometido. Pero, ¿si no lo había logrado?, ¿tendría que pasar otros cincuenta años muerto de aburrimiento?

    Sacudió la cabeza como pudo. Este no era el momento de ponerse pesimistas, si lograba repetir su hazaña de hacía seiscientos años, seguramente iba a tener meses ―o años― de entretenimiento y diversión garantizados. Mas para eso, debía vivir primero.

    Asomó su mano macilenta a uno de los bolsillos de su andrajosa túnica y extrajo de él una especie de piedra color carmesí. Luego caminó tambaleante hasta el armario, de donde extrajo un pequeño tubo de ensayo. Acto seguido, oprimió un poco la piedra, que dejó caer un líquido de color rojo sangre en el frasco de cristal. Esperó a que el líquido se asentara, y lo bebió.

    Instantáneamente, su rostro arrugado y macilento comenzó a tomar color y perder pliegues. En pocos segundos su cuerpo; antes calvo, anciano y encorvado; se volvió joven, con largas crinejas negras hasta sus hombros, y un rostro varonil y apuesto.

    Volvió a introducir la piedra en su túnica, guardó el tubo de ensayo y tomó un gotero del armario. Con pasos ágiles se acercó a la mesa donde estaban los demás frascos llenos de líquido. Tomó unas pocas gotas de la solución verde que tenía hirviendo y las puso en otra azul, que inmediatamente se tornó transparente. Agarró el frasco con la infusión traslucida y lo vació en medio del círculo que había dibujado.

    Caminó hasta fuera del círculo y pronunció unas palabras extrañas entretanto colocaba sus manos en uno de los bordes. Casi de inmediato el círculo comenzó a brillar; relámpagos rojos saltaron por todo el lugar destruyendo mesas, sillas, frascos, todo. Parecía que la habitación se vendría abajo, pero el joven ya conocía esa reacción, y sabía que era buena señal.

    Cuando el juego de luces se detuvo, otra piedra de color carmesí, idéntica a la suya, se hallaba en medio del círculo. “Éxito”, dijo para sí mientras esbozaba una macabra sonrisa.
     
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