One-shot Algiz [Gakkou Roleplay | Riamu Yumemi]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amane, 5 Abril 2021.

  1.  
    Amane

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    Escritora
    Título:
    Algiz [Gakkou Roleplay | Riamu Yumemi]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1653
    Título: Algiz.
    Fandom: Gakkou Roleplay.
    Personajes: Riamu Yumemi.
    Palabras: 1405
    Summary: "Siempre sería su prioridad y eso era lo único que yo buscaba al final del día."
    N/A: Bueno, mi intención realmente era seguir con el fic de Satoko cuz it's kinda important para el lunes, pero mira, igual tiempo hay para todo (?) y simplemente me apetecía mucho escribir de esta pendeja CUZ IDK??? im weak por los seven o algo (?) | Super tarde, I know, pero este fic sería canon para el 3 de abril, es decir, el día 5 in rol.


    Fill the void up with celluloid, take a picture, I'm with the boys.
    Get what I want 'cause I ask for it, not because I'm really that deserving of it.
    Living life like I'm in a play, in the limelight, I want to stay.
    I know I've got a big ego, I really don't know why it's such a big deal, though.


    The Eolh-sedge is mostly to be found in a marsh;
    it grows in the water and makes a ghastly wound,
    covering with blood every warrior who touches it.

    .
    .
    .

    Me seguía pareciendo una especie de castigo medieval eso de tener el primer día de clase el viernes. Bastante innecesario, pudiendo haber tenido un fin de semana tan tranquilo y empezar con nuevas energías el lunes, ¡cómo se supone que tenía que ser!

    Pero nada que hacerle, sobre todo cuando ya me había comido el día en sí y estaba en el ascensor subiendo a casa. Al menos… ¡ya era fin de semana! Bastante merecidos eran los días de descanso que me iba a pegar.

    Claro que antes de todo eso tendría que lidiar con todo el interrogatorio de Nana y juraría que aún no me había mentalizado lo suficiente cuando las puertas del elevador se abrieron y la mujer me recibió de lleno, con una sonrisa mezcla de orgullo y emoción.

    —¿Y bien, mi niña? ¿Qué tal tu primer día de clases de verdad?

    —Todo bien —respondí, intentando escapar de ella para llegar al sofá.

    Dios, no estaba nada lejos, pero esa mujer tenía una velocidad impresionante teniendo en cuenta la edad que tenía ya. No hubo manera alguna, tuve que quedarme como una hora completa respondiendo a su entrevista con todo lujo de detalles (¡ni siquiera sabía de dónde la había soltado tanta información, si no habíamos hecho nada!) hasta que finalmente se quedó satisfecha. En su defensa… bueno, me había hecho un bizcocho de chocolate así que al menos la tortura fue más suave.

    Tampoco es como si pudiese alguna vez enfadarme con ella de verdad, si hacía las veces de madre y de padre y eso tenía todo un mérito. Encima se tenía que haber ido a su casa desde antes de que yo llegase a la mía, pero se había quedado para saber cómo estaba y tampoco iba a ser una niñata desagradecida que no fuese a apreciar el gesto.

    No con ella, al menos.

    Al final se fue, aunque no sin tener que negarle su insistencia en quedarse a cenar conmigo. Sabía por qué estaba tan preocupada, pero a esas alturas ya no me importaba tanto, o por lo menos podía fingir demasiado bien que no me importase tanto.

    De todas formas, odiaba dar lástima.

    Un buen rato después, cuando ya me había puesto mi ropa de andar por casa y estaba eligiendo alguna serie que ver mientras me zampaba la mitad de mi reserva de azúcar, el teléfono me sonó y lo cogí sin siquiera comprobar de quién se trataba.

    —Riri~ ¿Tienes algo que hacer esta noche, linda?

    —Ya sabes la respuesta a eso, Hito-kun: depende~

    —Depende~ —el estúpido habló a la vez que yo, intentando imitar mi tono de voz y todo, sacándome una risa nasal con ello—. Vamos a estar por Shibuya, podemos pasar a por ti.

    —¿Vas a vender? Hito, los Lobos son muy territoriales, ya te lo he dicho.

    —¿No te habías liado tú con alguno de ellos? Podrías servirnos de defensa o algo, Riri~

    —Ni en tus mejores sueños, Hitoshi.

    —Qué fría~ —soltó, con un deje dramática que nada tenía que envidiar a mi propio dramatismo, pero pude escuchar su risa relajada no mucho después—. No te preocupes, vamos en son de paz. Pasamos a por ti en una hora, adiós~

    Colgó sin dejarme mucho espacio a rechistar y solté un suspiro ligero dejando caer el móvil sobre la cama. Pues nada, otro día sería lo de ahogar mi cansancio en dulces.

    Por otro lado, una hora no me daba demasiado margen para prepararme así que tendría que ser un conjunto sencillo aquella vez. Me acabé por decantar por una sudadera de rayas anudada por la cintura, una minifalda vaquera, calcetines altos y deportivas blancas.

    El telefonillo sonó a la hora en punto y no tardé en bajar tras comprobar que sí se trataba de los chicos. Saludé al portero con la educación de siempre y divisé a Hitoshi con otros tres tipos en una esquina del edifico, liándose un porro.

    Me acerqué con paso sigiloso para robarle el tabaco de la mano, llevándome a los labios mientras me daba la vuelta y avanzaba de espaldas. Se hizo el sorprendido, y le salió bastante convincente, pero era bastante obvio que me había visto venir y me había dejado hacer sin más.

    No me gustaba nada cuando se colocaba aquella sonrisa prepotente, la que usaba para mandar el mensaje de que me conocía muy bien y podía hacer lo que quisiese conmigo. No me gustaba porque era jodidamente mentira y el cabrón debería saberlo mejor.

    Bah, igual todos los tíos con los que me juntaba eran igual de estúpidos.

    —Riri, no deberías fumar tanto. Si te pillasen, sería muy malo~

    Para cuando se acercó, echándome un brazo sobre los hombros, yo ya había enderezado el camino y había encendido el cigarro para darle una calada.

    —¿Y te vas a chivar tú?

    Sabía muy bien que se refería al conservatorio al que íbamos Alethea y yo, que realmente era muy estricto con el uso de las drogas y el alcohol. La cuestión era que, casualmente, mis padres habían invertido en el mismo una buena cantidad de dinero justo cuando entré, así que no me podían hacer mucho si no querían perderla.

    —¿Yo? Nunca~

    Llegamos a uno de los parques de la zona después de un buen rato, dónde Hitoshi y los otros parecieron reconocer un grupo ya reunido al que nos acercamos sin más.

    Para llevar liada con él ya unos cuantos meses, lo cierto era que sabía bastante poco de sus chanchullos y demás asuntos. Sabía que no tenía un grupo, tampoco una zona concreta en la que moverse, iba de aquí para allá haciendo vete tú a saber qué negocios que, sinceramente, tampoco me interesaban.

    —Hito-kun, pásame una cerveza~

    Nos habíamos acabado sentando en un banco después de un rato. O bueno, más bien Hitoshi se sentó y yo prácticamente me eché encima de él.

    —Riri, sabes que no te sienta muy bien esta cerveza…

    —No recordaba que fueses mi padre, Hitoshi.

    —Eh, ahora que lo mencionas, ¿no decías que iban a volver hoy?

    Una de mis manos había acabado acariciando la zona de su nuca desde hacía un buen rato, de manera distraída, pero en cuanto acabó de pronunciar aquella pregunta el movimiento paró en seco.

    No respondí, simplemente me encogí de hombros y reanudé las caricias como si nada. Ni siquiera recordaba cuando le había dado aquella información, para empezar, pero estaba bastante segura que no me interesaba comentarle nada al respecto en ese instante.

    Que se habían olvidado de que hoy era mi primer día de clases y que me habían prometido volver a Japón para pasar el fin de semana juntos por ello.

    Que habían decidido aprovechar que estaban en Europa y habían acabado antes con sus trabajos para pasar un fin de semana romántico en París.

    Que se habían olvidado de mí otra vez.

    Vaya puta sorpresa.
    —Hito-kun~ —canturreé, melosa, inclinándome hasta alcanzar su oreja con los labios—. Me aburro~

    Ni siquiera tenía que verle la cara para saber la sonrisa de mierda que se le había formado. Si con solo mis palabras ya había afianzado un poco más el agarre de su mano alrededor de mi cintura, en una expectativa tácita.

    —¿Te acompaño a casa?

    Asentí con la cabeza, con una mueca de pura satisfacción, y sin dignarnos a despedirnos de nadie nos fuimos de ahí.

    Era un poco extraño, en verdad, haber acabado con Hitoshi. No era, lo que se decía, el chico más atractivo del universo. Tampoco estaba del todo mal, diría que entraba en la categoría de alguien bastante aceptable. Por regla general, tendía a aspirar a mejores opciones, algo más parecido al barman aquel tan guapo de Shinjuku o incluso alguno de los alumnos que ya había visto en el Sakura.

    Y Hitoshi lo sabía, que podía encapricharme de cualquier otro que me pareciese mejor y que no me cansaría hasta conseguir lo que quisiese de él.

    Pero quizás fuese justamente eso.

    Estar con él me hacía sentir mejor, y él solo se encargaba de acrecentar más esa sensación. No me negaba absolutamente nada, ya fuese en la cama o fuera de ella, se conformaba con lo que yo le diese y nunca me pedía demás.

    Lo tenía comiendo de mi mano y era justamente ese poder lo que me hacía no dejarlo ir. Siempre sería su prioridad y eso era lo único que yo buscaba al final del día.
     
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