En la deriva de tu pensamientos, ese desprecio infinito, ese mar inmenso, esa tormenta angustiosa en donde navegas tú. Caminando entre esos rostros, esos que no miran ni siquiera al pasar, los que no consuelan ni a los astros. esos que no sienten, esas estatuas sin amor. Las fragancias de las gotitas, las que extraen mis ojos y las conocen mejor que mi mente. En los vientos es torturador conocido, aquel que siempre mendiga, ese susurrante cuervo herido. Acude en el rescate, no dejes que me persiga, véncele imponente guerrero, regresándome a la vida. Remolinos de confusión, abandónenme en sus brazos, olviden la soberbia y el rencor. Tan sólo una sonrisa, esa muestra de aprobación, ese cálido ambiente es un frío de hierro. Pesadumbre, aflicción, ¿por qué acuden en tortura?, en ese vacío glaciar que taladra mi ser. Tanto esfuerzo era brindar un cariño, a pesar de todo intento eso fue desconocido. Madrugada de dolencias, en ese puerto varó mi corazón, que no distinguía ni la brillante luz, de la mano consoladora. Mas ahora vuelvo de entre penumbras a enfrentarte otra vez, porque no te llevaras lo más lindo de mi ser…