Chiryu, una ciudad que creció alrededor de una viejas ruinas; un templo sintoísta dedicado a Inari; había sido construido en el suelo que se veía fértil; pero en un terremoto, el suelo se abrió, destruyendo por completo el templo. Sólo uno de los monjes sobrevivió, se dice que ese hombre había ingresado en la grieta creada por la naturaleza; simplemente para recuperar a sus hermanos monjes que murieron en la caída. Así, logrando tal hazaña, los cuerpos de los monjes fueron enterrados en las ruinas del viejo templo, este monje murió días después, pues no había consumido agua o alimento alguno mientras realizaba el rescate de los cuerpos, el cual duró semanas. Se enterró en el centro, rodeado de esculturas de zorros; desde aquel día. Chiryu fue bendecido con abundantes cosechas. El templo se conservó como el terremoto lo había dejado, como una manera de recordar el poder de los Kamis, y las tumbas como un memorial, a manera de recordar la espiritualidad y delicadeza del hombre. Gobierno: Siguen órdenes directas del señor feudal de Aichi; pero la vida se basa en el poder comercial creado por la familia local; ahora dueños de casi todos los cultivos. Locales: Casa de armamente Shukusha Dojo Comercio Oyaji Clínica Herbolaria
Afueras de Chiryu [Kenzaburo; Misato; Kuroki] Habían viajado de Shizuoka a la prefectura de Aichi, a una ciudad llamada Chiryu, al parecer la nueva aliada en su equipo había sugerido la ruta; guiándolos como una experta encontrando en el camino una casa abandonada; allí pudieron descansar con total confianza, recobrando energías y dejando descansar a sus caballos. Después siguieron la ruta hasta Chiryu, con energías renovadas. Llegaron a medio día, la ciudad parecía tener mucho movimiento. Contenido oculto rapuma Kuno Vizard Gigavehl Pueden explorar, platicar entre ustedes, etc. Yo creo que hablar de la razón por la que están allí no estaría mal xD
Kuroki Fusatada Contenido oculto Si no quieren leer esto pueden ir hasta la tercera división que fue lo que no contesté de Kamakura (? A pesar de que estábamos por irnos, sorpresivamente Yin comenzó a andar a mi lado, diciendo que también el Clan Tao debía movilizarse, eso me sorprendió mucho. ¿Porqué sería? No estaba al tanto, aún así le sonreí agradecido a Yin por acompañarnos, en especial por Misato, al menos, se puede decir que seguiría un poco más con mi padre. *** Nos movilizamos hasta las afueras de Kamakura, ahí donde tuve mi primer encuentro con Kato, preguntándome cómo irá esa misión, tal vez pronto me enteraría. El punto es que volvimos con Kenzaburo y ya hasta Takano estaba ahí, Jiin ya nos acompañaba, así que solo me crucé de brazos, algo frustrado pero tenía que ser paciente. Aún así, me extrañó que Takano preguntara confuso al ver a Jiin, luego de un breve intercambio, miró a Misato, luego a mí, y me hizo la pregunta si de verdad creía que ese era su hermano menor. Uh... Bueno, admito que cometí un error. Al final Jiin reaccionó de forma graciosa, yo solo hice grandes esfuerzos por ni sonreír porque lo cierto es que aquél detalle era un tanto cierto. Aunque Uhisija no se contuvo las ganas de reír. Poco después Takano dió indicaciones, asentí con calma mientras le decía a Kenzaburo qué hacer. Cuando comenzamos a avanzar hacia el pasillo, Takano anunció una maravillosa noticia... Kato Harima, oficialmente había sido derrotado. Yo no evité quedarme congelado un instante, mientras se me escapaba por momentos el aire de los pulmones para reir por lo bajo no de gracia, si no de emoción y euforia. No evitando dar pequeños saltitos alegres, mientras apretaba mis puños en señal de triunfo, de hecho elevé mi puño derecho hacia el cielo ahogando un alarido de victoria. La noticia era magistral, admitía que no creí que se conseguiría concretar el plan. Y, como dijo, era justo viajar de forma orgullosa... ¡Defintivamente el Clan Minamoto tiene oportunidad en esta guerra! Reverencié a todos, profundamente agradecido, de verdad la noticia era como un regalo del cielo después de tanto agobio en Kamakura. Escuché a Misato, para asentir enérgico, y más temprano que tarde, llegamos al final del camino para empezar a abandonar tremendo sitio... Tenía que admitirlo... Kamakura me dió la determinación que me hacía falta para terminar de saber lo que necesitaba, me ha dado el golpe de realidad para saber lo que soy y lo que busco. Las horas pasaron desde que salimos de Kamakura, a velocidad normal para no matar a las monturas, no tardé en percatarme de algo raro, había alguien que perfectamente nos seguía el paso, Misato también se dió cuenta, mas Kenzaburo nos explicó lo que sucedía... ¿Infiltración..? Eso suena similar a lo que nos faltaba por descubrir del Nin... ¿Podría ser..? Claro que eso captó mi atención de inmediato. Más temprano que tarde, llegamos a Shizuoka, no perdimos el tiempo como cabía esperar. Kenzaburo comenzó a hablar, le miré con calma, escuchando en silencio pero con atención. ¿Un pasaje oculto? Que curioso, parece que llegaremos más pronto de lo normal a Tsu. Aún así me quedé reflexivo... ¿Qué podría mover a Kenza hacia Tsu? Que yo recuerde no lo pasó nada bien, de hecho hasta había sido capturado. Definitivamente tenía que conocerlo más. Las palabras finales de Kenzaburo me hicieron sonreír, asintiendole decidido, inclusive su mirada cambió. Era increíble y se agradecía, sin dudas. Al seguir a Kenzaburo, me sorprendí al llegar al Cuartel General, ¿qué habría pasado? La chica de la vez anterior se apareció, ofreció a Kenzaburo ayuda para entregar la misiva, al final, ella se encargó. La habilidad que poseía era tal que inclusive me sorprendió, su capacidad para ser sigilosa era abrumadora, sin dudas me superaba con creces y tenía que hablar con ella si dejaba la oportunidad. Después de un rato, ingresó al Cuartel, esperamos unos momentos hasta que salió de nuevo, un poco más apurada, tuvo que dejar el arma, agh, la descubrieron, jaló a Kenzaburo y nos devolvimos al establo, pude notar como tenía un rasguño, aún así le dirigí una mirada consoladora. —Los errores nos hacen humanos, lo hiciste grandioso.—le comenté, sonriendole para poco después, comenzar nuestro camino, teníamos que ir a Chiryu, ahora siendo comandados por la informante de Kenzaburo. Una mujer bastante interesante, a decir verdad. Más temprano que tarde, gracias a la nueva aliada, conseguimos dar con una casa, ahí pudimos reposar con calma pese que la ruta era callada. Una vez recuperados, cosa que se agradeció profundamente, continuamos nuestro camino hasta llegar por fin al destino, había sido un poco tarde pues llegamos al medio día, pero era buen tiempo aún. Parecía que era momento de que oficialmente la operación comenzara, aún pese a todo el movimiento, capté un par de comentarios de la gente muy interesantes... Sería mi primer destino a ir antes que nada, pero era mejor mantener la comunicación de momento. Aún sin bajar del caballo, miré a los tres presentes. —Señor Kenzaburo, antes que nada agradezco mucho por fin ir juntos, desde Nara que nuestro contacto era mas bien nulo. Quisiera preguntarle tanto a usted como a la señorita dónde queda ese lugar, podría ser bueno antes de avanzar acordar un punto de reunión a cierta hora para no perder tanto tiempo. Creo que podríamos explorar a ver si encontramos algo interesante por aquí—. Dije mientras miraba alrededor. —Debo admitir que sus habilidades son increíbles... ¿Acaso usted también es lo que algunos consideran... shinobi?—. Pregunté a nuestra aliada con cuidado y respeto, desconociendo si acaso podría malinterpretar la intención de mi pregunta.
Kenzaburo Sabía que incluir a Ayame en su partida sería una excelente opción. La mujer no solo había entregado una misiva (aún a riesgo de ser asesinada) sino también había encontrado una casa abandonad donde todos pudieron descansar y recuperar fuerzas. El ronin miró a la mujer ninja mientras ésta desaparecía en las penumbras de la madrugada. ¿Habría sido inteligente enviarla a Kioto? La había visto actuar; era impetuosa, quizá tanto como él. Se gruñó a sí mismo, estaba declarando internamente que nunca más la pondría en peligros innecesarios. Una vez en Chiryu, Kenzo observó el movimiento de gente y pensó que cuatro personas a caballo serían tema de hablar entre la muchedumbre. Lo mejor sería dejar a los animales en los establos, de momento. —A decir verdad, Kuroki, eso mismo iba a preguntarle a la mujer. —miró en dirección a Ayame y sujetó las riendas con tranquilidad, casi reposadas sobre el cuello del animal. —Ella conoce el pasaje secreto. —y luego miró al chaval nuevamente. —Lo veo en tus ojos; tienes horizontes y aventuras en ellos. Es por eso que antes de separanos para buscar información es necesario decirles nuestra tarea, nuestra razón del viaje a Tsu. —movió las riendas para que el caballo se mueva y quede enfrente de Misato y Kuroki por igual. —No viajamos allí por la madre de Takeda. Tampoco por maldiciones y fantasmas. —aunque no creía en ellos, se apretó el dedo pulgar de la mano para espantar los malos espíritus. —Estamos tras una leyenda. Buscamos a un dragón. —y los miró en silencio, esperando alguna reacción. —Sé como suena. Sé que suena un disparate. Los dragones no existen... —miró de reojo a Ayame. —O eso creía. Pero como sea, vamos en busca de él. Un dragón es un emblema mitológico, un ser fantástico que reside entre mortales. Algo poco o nunca visto. Son seres inteligentes, incluso creo que sabios, al menos según algunos cuentos que leí de niño. —se rascó el antebrazo izquierdo en clara señal de que estaba incómodo. Las palabras sonaban como si estuviera contando un cuento de mal gusto. —Es por eso que sumar al dragón entre las filas de Takeda nos hará más fuertes. No solo por su fuerza física, algo que creo que será destructivo, solo por lo que representa. Si un dragón está del lado de los Minamoto, el pueblo creerá. El pueblo querrá ver a Takeda a su lado. Y eso mismo es lo que buscamos. No podemos perder mucho tiempo, tampoco sé si saldremos vivos. Tsu esta tras líneas enemigas; los Taira descansan ahí. Y deberemos quedarnos hasta que el ejército se mueva, de ese modo podremos decir con exactitud a Takano cuantas fuerzas se quedan rezagadas. Y tenemos seis días, ahora cinco para cumplir nuestra tarea. Sin desvíos, sin dudas; solo convicción. —afirmó ante los presentes. El plan ya estaba dictado. —Me moveré con rapidez a la casa de armamento para vender una katana, con ese dinero podré costear nuestras habitaciones en Tsu, de modo que podremos descansar. —recordó a Takeda, el cual vendió el tanto para que ellos, incluido él, pudiera descansar. —Repito al decir que no sé qué esperar de esa bestia. Si los datos que tengo son correctos, el dragón reside en un niño llamado Kibo. Y un coleccionista de espadas le protege. —miró hacia Ayame nuevamente. —¿Puedes encargarte de los caballos? Será mejor ir a pie dentro de la ciudad. —se bajó del animal de un salto y le entregó las riendas, fijándose en la herida ya cicatrizada de la flecha. Arrugó el entrecejo. —Estás lenta. —le susurró justo mientras giraba al resto. —Soy un experto en técnicas de rastreo. Si encuentran algo curioso me lo dicen. Puedo seguir sus sombras si así lo prefieren, no nos separemos tanto tiempo. Yo creo que lo mejor será buscar en las ruinas de la ciudad. Luego de vender estas cosas me dirigiré hacia allí. ¿Algo más? Kenzaburo había hablado lo que no lo hizo en todo el viaje. Ya incluso le rascaba la garganta y se masajeó el cuello.
Misato Aoyama El recorrido por ambas prefecturas había sido llevadero, entregar la misiva fue tarea fácil para nuestra nueva aliada; Ayame, un nombre que solía recordar por lo común que llegaba a ser. Lo interesante ocurrió cuando la mujer demostró habilidades Shinobi ¿Podría algún día llegar a ser tan buena como ella? Pues con esfuerzo lo averiguaría, observar cómo se movía entre las sombras solo despierta más mi interés por el nin y sus misteriosas técnicas. Afortunadamente su peripecia costo un simple rasguño, aunque su orgullo parecía haber recibido un daño letal, le entendía muy bien, el escozor de una humillación podía durar varios amaneceres. Esa misma noche partimos de Shizuoka, en el camino la mujer ninja fue capaz de encontrar una casa abandonada pero lo bastante cómoda para descansar y reponer fuerzas, los dioses sonreían a nuestro andar. Y finalmente llegamos hasta Chiryu una ciudad con mucha vida y nuestro destino antes de llegar a Tsu. Cuando el equipo llegó a la entrada buscamos los establos donde nuestras montura descansarían. —Bien hecho amigo, te has ganado todo el alimento. Cuando termine de premiar al corsel me dirigí hasta el señor Kenzaburo, cuando iba a preguntar la razón de ir a Tsu Kuroki se anticipaba a la misma. "No estamos por la madre de Takeda" Enarque una ceja a medida que hablaba, por un instante sentí el interés del clan para averiguar los eventos que le costaron la vida a Hana y casi la nuestra, al menos de forma indirecta. Aunque presentía que más temprano algo del tema saldría. "Estamos tras una leyenda. Buscamos a un Dragón" La palabra "Dragon" calo en lo más profundo de mi mente, lleve mi dedo índice para morderlo y no dejarme caer en confusión...¿Un dragón? ¿Uno vivo? Definitivamente Tsu no era una simple ciudad, aquel lugar escondía maravillas y horrores más allá de nuestra comprensión. Apreté el Lalago de Yin rogando por máxima protección más recordando que la ciudad era un hervidero de víboras Taira, parecía estar sola en mi búsqueda personal por respuesta, tendría que calcular bien mi tiempo si quería obtener algo en un corto periodo sin estropear la misión. —Encontrar algo así en Tsu no sería raro, no luego del incidente del Hitodama—afirme con cierta serenidad pero con un inocultable estupor—Pero al menos está vez es una bendición s-supongo. Reí un poco al no saber articular respuesta alguna...pero decidí no dejarme aturdir por el bien de la misión—Entonces es mejor preparar nuestra mente si vamos a estar a la presencia de un ser tan majestuoso. >>Iré a la herbolaria, tal vez encuentre una receta interesante o trate algunos ingredientes, cuídense en el trayecto ¿Vale?
Afueras de Chiryu [Kenzaburo; Misato; Kuroki] La mujer miró a Kuroki ante la pregunta, aquello le incomodó se notaba a simple vista —Lo soy —mencionó al saber que aquellos aliados de Kenzaburo eran de confianza; aun así, no dijo nada mas. No quería entablar conversaciones. Después escuchó a Kenzaburo explicarles lo sucedido y la razón por el viaje a Tsu; observó tanto a Misato como a Kuroki, leyendo lo que era posible en sus reacciones. "Estás lenta" La mujer reaccionó ante esas palabras enarcando una ceja; apretó su puño y trató de golpear a Kenzaburo, quien esquivó sin ningún problema, remarcando ante ella que era lenta. Bufó, nuevamente con el orgullo herido. Estaba atrayendo la mala suerte, siempre lo hacía cuando hacía favores a Kenzaburo. Contenido oculto Gigavehl Casa de armamento [Kenzaburo] El sitio era pequeño; un anciano estaba afilando unos cuchillos de cocina cuando Kenzaburo entró; lo observó con detenimiento, miró las katanas y sonrió —¿Busca armamento, señor? — dijo en tono amable mientras dejaba a un lado el cuchillo en el que trabajaba. Limpió sus manos del agua y se acercó a él —Dígame, ¿En qué puedo ayudarlo? Contenido oculto rapuma Herbolaria [Misato] Misato entró a aquel sitio, lo primero que le llegó fue el olor tan peculiar. No olía a hierbas o alcohol como cualquier herbolaria; esta olía a fragancia, era incienso; pero no los clásicos aromas a madera japonesa, este olía a algo más fuerte. Una mujer se asomó en una de las mesas de trabajo, estaba leyendo —Buenas tardes señorita. ¿Es usted herborista? o tal vez viene por algún incienso de tierras lejanas. Hace poco me surtieron de nuevos aromas —mencionó mientras se alejaba de la mesa para acercarse a Misato, haciendo una leve reverencia. Contenido oculto Kuno Vizard
Kuroki Fusatada Kenzaburo comenzó a hablar sobre nuestro propósito por el que estábamos no solo en Chiryu si no la razón por la que iríamos a Tsu, me aliviaba saber que no se iba a indagar sobre la madre de Takeda, pero no por eso iba a ser menos fantástico como intentar ver si podía contactar directamente con el mismísimo Mara. Un Dragón... Tenía que ser una jodida broma. Miré al frente mientras avanzábamos, en silencio, pero no era un silencio incómodo o inclusive escéptico, todo lo contrario, ya tener un sello encima me hacía creer hasta en cualquier idiotez que un loco me diría, y no es que vea así a Kenzaburo, si no lo contrario, sentía que lo verdaderamente difícil en esta guerra apenas comenzaba. ¿Cómo lidiaremos con una bestia así? ¿Tendremos oportunidad siquiera? Al menos por lo que decía, el ser mitológico residía en un niño... hmm. Que curioso, ¿porqué algo como una bestia así descansaría en un niño? No es que quiera indagar en todo tema paranormal, pero definitivamente si era algo que me pudiera ayudar a entender más todo este tipo de temas paranormales ya que Rengo está tan rehacio, o confrontar lo que se venía por lo suyo, bienvenido sea... o tal vez y hasta para controlarlo al fin, algún día sus impulsos lo podrían dejar muy mal. —No se incomode... Creo en sus palabras con totalidad—. Dije con calma, sin dejar de mirar al frente. Poco después Misato habló, lo cierto es que era hilarante el tema, pero no la culpaba... Tsu era fascinante como misterioso por igual. Con mucho añadido de peligro. —Yo iré a dar una vuelta por ahí, si no encuentro nada, iré a las ruinas, si. Aunque antes debo cazar un poco—. Dije para después ver con sorpresa la reacción de la aliada para con mi pregunta. Agh... ¿Porqué no querría? Tal vez si me sincerara yo... Aunque, al parecer Kanzaburo le dijo algo que le hizo hervir la sangre, ya que intentó golpearlo. Pero los reflejos del ahora samurai eludió con gracia, yo solo pude expresar pena. Cuando los vi alejarse, miré un momento a la mujer. —Me disculpo... tampoco quería incomodarte, en cuanto a ese tema... no somos distintos. Yo también soy parte de los Ninjas. Si no quiere hablar, lo respeto—. Dije asintiendole con calma y decidiendo dejar de insistir, después de la escena con Kenzaburo no la presionaría más, poco después hice correr al caballo un poco alejado de Chiryu para sacar la katana y empezar a cazar... A ver si hay más suerte hoy.
Misato Aoyama El tema del dragon hacia eco aún en mis pensamientos, era algo que debia procesar el tiempo que llevase en Chiryu, al abrirme paso entre la gente divise la herbolaria local. Al entrar mi olfato dio con una extraña fragancia muy distinta a los ingredientes o utensilios para veneno. —Buenos dias soy una especialista en creacion de venenos y he venido para tratar la elaboración de ricino—mostre las semillas que recolecte en Iga— si fuese tan amable de brindar su ayuda, pagare como se debe...uh y con respecto al aroma. Aspire la fragancia con mucha dificultad para identificar algo del mismo. —Es ¿es algun incienso para boticarios? No recuerdo algo parecido—pregunte intrigada por el aroma; mis expectativa de encontrar algo valioso eran algo altas en la ciudad. Al final sabia que la ciudad era un territorio bendecido por el kami del arroz; Inari... Algo similar a mi tierra, por lo cual pensaba dar una visita a las ruinas del viejo santuario.
Afueras de Chiryu [Kenzaburo; Misato; Kuroki] La mujer escuchó las palabras de Kuroki pero no contestó; luego este tomó su caballo y fue a cazar. Esta vez regresó con dos jabalíes, mejorando sus cacerías pasadas. Al regresar, la mujer estaba allí esperándolo —Sabes cazar — mencionó cortésmente, mientras le ayudaba sujetando su presa para que él pudiera bajar del caballo — ¿Iga o Koga? —preguntó a voz baja a pesar de que ya nadie estuviera alrededor —No importa, luego podremos hablar —dijo mientras acariciaba al caballo, pues este también se había desempeñado bien ante la cacería —Te ayudaré vendiendo esto, te conseguiré buenos precios — dijo alejándose —No te preocupes, no te robaré. Sólo robo cuando es parte de mi misión, jamás lo haría a un compañero — la mujer se alejó adentrándose a la ciudad. No quería hablar demasiado; pero las palabras de Kuroki habían levantado su curiosidad, aunque no lo suficiente como para quedarse a conversar, pues seguía molesta ante lo sucedido en Shizuoka. Contenido oculto Gigavehl Te conseguirá buenas moneditas :3 Herbolaria [Misato] La mujer sonrió —Son diez monedas por utilizar mis instrumentos —dijo señalando la mesa de trabajo —Veo que sabes de venenos pero desconoces del don de perfumería —avanzó hacia los inciensos, aspiró profundo —Una técnica que viene de China; ayuda a ocultar rastros, muy útil para los nobles que hacen actividades ilícitas Contenido oculto Kuno Vizard
La tarde en Chiryu era bastante hermosa, una ciudad con movimiento tranquilo, las personas disfrutaban del viento que movía los campos de cultivo; las carretas eran visibles en cada sección, los agricultores se movian en ellas tiradas de caballos que avanzaban a paso lente. Una ciudad tranquila, abundante y fértil. Natsu llegó a la caballeriza dónde su corcel cayó muerto; él mismo también estaba muy agotado, pues se retrasó peleando con bandidos que querían robarle para después volver a forzar la marcha. No muy lejos se encontraba Rengo, quien estaba acompañado de una hermosa joven. Rengo sacudió el brazo de la mujer al ver a Natsu, después salió corriendo a su encuentro y en un acto inesperado abrazó a Natsu —Lo siento — mencionó sin dar más explicaciones, Natsu lo entendía sin decir demasiado —Hueles a estiércol —dijo con el ceño fruncido pero sin dejar de abrazarlo, pues el caballo en el que venía Natsu olía fatal; pero fue el que pudo robar. Rengo se separa y se sacudió un poco, después le hizo señas a la mujer para que se acercara un poco —Ella es Konoe —dijo señalándola —Me sacó del mar, estaba muy lastimado y ella me cuidó; es una persona muy amable, se ofreció a ayudarme a encontrarte— se acercó a Natsu para susurrar —creo que ella cree que yo estoy loco porque hablo "solo" y no quería que viajara sin compañía—mencionó para después mirar a Konoe —Él es Natsu, el amigo que buscaba; normalmente huele bien, hoy es la excepción — rio —seguramente tuvo un viaje mas pesado que el nuestro —dijo hacia Konoe, recordándole como había tomado un caballo entre los dos y corrido a toda velocidad. La suerte o las coincidencias en la vida eran a veces un grano de sal. Pues Kuroki podía observarlos, ninguno de ellos había notado su presencia junto a su caballo. Contenido oculto Gigavehl Insane Yugen Bienvenida al rol Yugen!!!!!!! *o* El rol de Natsu proviene de Iwata; El rol de Konoe inicia aquí
Natsu Gotho La mirada de fastidio surcaba sus pupilas con aquella impetú impresa, asqueado por el aroma que cargaba encima, el pelear en medio del camino y terminar hastiado caminando luego de dejar el animal muerto atrás. Un par de pasos bastaron para denotar la silueta de Rengo acompañado de una mujer, sintiendo casi de lleno aquel abrazo que le hizo fruncir levemente el ceño. Escuchó sus disculpas con desinterés. —Idiota —susurró interiorizando las ganas por darle un pequeño zape en la frente. Apestaba. Sus pupilas ámbar viajaron hasta la viólaceas, detallándola apenas, manteniéndose calmo para luego volver hacia el chico. —Necesito asearme —siseó hastiado de su aroma, buscando con la mirada el Shukusha.
Kuroki Fusatada ¡¡Justo en el blanco, ja, ja!! El primer jabalí que conseguí cazar le arrojé la katana para darle de lleno y de forma tan eficaz que ya podía empezar a sentir la maestría en esto (y eso que era la segunda vez) aunque no fue lo mismo para con el segundo, conseguí detenerlo y llevármelo también. Sin duda alguna fue una buena jornada, ahora empezando a maquinar sobre cómo aprovechar esto regresé con Ayame, quien seguía esperando como era de suponerse, me mencionó que lo había hecho bien, sonriendole agradecido, aún más cuando me ayudó con el par de jabalíes para bajar del caballo por fin, su pregunta fue más que suficiente. Estaba por responderle cuando ella misma decidió cortar la pregunta, después se ofreció a vender a los jabalíes, le asentí, en realidad daba igual pero agradecía el gesto y su comentario final, obvio que no la conocía, pero confiaba en ella por Kenzaburo en realidad, no la culpaba si se hallaba resentida. Luego, como si fueran mis deseos por seguir interrogando a Rengo o el simple hecho de estar en este viaje por un doble propósito... Al alzar mi mirada pude ver a una figura conocida... ¿Natsu? No solo eso, estaba Rengo también, y una persona más. ¿Pero qué..? Mara, si en verdad me quieres decir algo con esto es que para mí ya es obvio. Volteé alrededor, no parecía que hubiese nadie con malas intenciones ya que la zona estaba desierta, y Ayame podría tardar un poco, traté de ver la hora con el sol y después volví a mirar la escena con los chicos. ¿Debería acercarme o mejor esperar hasta Tsu? Agh, un jodido dilema por el tema de que tal vez no vuelva a verlo hasta quien sabe cuanto tiempo... Al final suspiré, con el comentario que Misato soltó en Kamakura la verdad es que en parte no me convenía que indagara, si me hacía hablar el maldito sello podría hacerme pasarlo fatal. Así, tomé un breve desvío para ir con Sigilo hasta el grupo, específicamente yendo detrás de Rengo, cuando este se separó de Natsu, ahora fui yo quien le dió un gran abrazo por detrás. —¡Alto ahí! ¡En nombre de la autoridad Minamoto no Kuroki te ordeno que ceses, Rengo!—. Exclamé mientras después le soltaba y reía un poco, dando un paso atrás por si iba a reaccionar hostil. >>Te dije que no te escaparías de mí tan facil. Vamos Rengo, no me vas a dejar con preguntas.—le sonreí ampliamente mientras me cruzaba de brazos, la verdad es que se notaba mi cambio de actitud y hasta me atrevería a decir que de madurez desde todo el embrollo de Kamakura. —Me disculpo, hace tiempo que no veía a mi amigo—. Dije hacia la mujer que acompañaba a Rengo—. Hola Natsu, uh... ¿has tenido un mal viaje?—le pregunté, se notaba su mirada de hartazgo, apestaba el pobre.
Misato Aoyama Al tomar asiento y depositar las monedas en la mano de la mujer, procedí a tomar las herramientas para procesar las semillas de ricino, mientras ejercía mi labor escuchaba sobre la perfumería, no pude evitar sentir gran interés en dicho don proveniente de China, había tanto que aprender de ellos. —Y ¿Existe una forma de aprender a crear tales aromas?—pregunte sin más rodeos mientras almacenaba el veneno en su pequeño frasco, mi interés por uno de esas fragancias aumento al saber la utilidad para ocultar el rastro. Por más sigilo que tuviese, el mismo podía ser burlado por el rastreo de un ninja experto como el ninja de Koga que nos detecto. —La cultura china siempre a despertado fascinación en mi y mi familia, pensamos que su ingenio es sorprendente ¿Es posible comprar un frasco de su fragancia?— pregunté al acercarme y olfatear los finos aromas del local; toda una sorpresa en la ciudad de Chiryu.
Konoe Suzumiya Había sido un viaje extrañamente apacible desde Hamamatsu y su encuentro con aquel curioso joven llamado Rengo. Su sentido del civismo y de lo que era moralmente correcto la había hecho incapaz de dejarlo a su suerte en las frías aguas que bañaban el puerto de Hamamatsu. Estaba exhausto, precariamente aferrado a un madero que flotaba sobre la orilla, notablemente debilitado y azotado por el intenso sol. Lo había atendido como buenamente le permitían sus conocimientos y su honor como miko del Kinpusen-Ji. Y por supuesto había sido incapaz de dejarlo solo y a su suerte, asegurándole que viajaría con él al menos hasta que lograse encontrar a ese amigo al que no paraba de mencionar. Era muy loable verlo preocupado por esa persona... pero dadas las circunstancias en las que había encontrado al propio Rengo, no sabía que pensar al respecto sobre la vida de su amigo. Era tan improbable que siguiera con vida. Aún así había rezado constante a los Kami por él, por encontrarlo a salvo, porque tal parecía que esa esperanza era lo único que mantenía la cordura y las fuerzas del joven que halló en la costa. La tarde había caído y el cielo se había teñido de un suave anaranjado cuando alcanzaron la espiritual ciudad de Chiryu. Konoe disfrutaba genuinamente de ver pasar a la gente, del bullicio y la vida lejos de su templo en las montañas. La joven se sobresaltó ligeramente y dejó escapar una exclamación ahogada cuando Rengo tomó su brazo y lo sacudió en el aire. No importaba el tiempo que llevara viajando con él, nunca lograría acostumbrarse. El corazón le dio un vuelco en el pecho y recogió el brazo con la mano cerrada en un puño una vez el joven la soltó. Y entonces comprendió la razón de su exabrupto. Finalmente había encontrado al amigo que buscaba. Y aunque estaba considerablemente sucio, estaba vivo. Y eso era suficiente. Un suspiro que ni siquiera sentía haber estado conteniendo le estremeció el pecho y cruzando los dedos y cerrando los ojos en una muda plegaria agradeció a los dioses que se encontrara salvo. Natsu. Verano. Sonaba cálido. A rayos de rol, a canto de cigarras y noches de grillos. Hizo una formal reverencia. —Es un honor Natsu-san—habló con una voz suave, ligera y melodiosa. Se incorporó y deslizó con la punta de sus dedos uno de los mechones oscuros tras su oreja. Habló hacia el joven de cabello blanco—. Por favor no te disculpes. Lo entiendo. Es hermoso ver cosas así en estos tiempos. Rengo-san... me hace muy feliz que hayas podido encontrar a tu amigo sano y salvo.
Kenzaburo Sacó la katana que tenía consigo de más y la depositó sobre el mostrador. También saco el tanto y lo dejó a un lado de la katana. Recordaba haberle quitado el tanto al samurai Taira que se encontraron en Kai, quizá valiera algo más. —Quiero vender estas armas, herrero. Olfateó el aire y miró hacia los lados. Cuando era obvio que nadie más entraría, bajó un poco más la voz. —Vi mucho movimiento en las carreteras. Dicen que un ejército Taira se encuentra en las proximidades. ¿Que tan seguro será seguir adelante? Mi intención es cruzar Tsu y tomar un barco. Mintió. Pero era obvio que un ejército de tantas dimensiones tendría que dar de qué hablar.
Natsu Gotho Camino al shukusha Siguió la reverencia apenas, escuchándola llamarlo por su nombre a lo cual entornó la mirada pese al honorífico, aunque sabía de lleno que al parecer Rengo no le había comentado su apellido. Al menos parecía tener modales aquella mujer. —Gotho —comunicó en un tono de voz plano, profundo—. Natsu Gotho. La voz de Kuroki lo hizo desviar desviar su atención hasta él, buscando por mera inercia a Mao al sentir que su presencia le retumbaría los tímpanos sin compasión, pero no apareció. La mocosa parecía estar ausente. ¿Un mal viaje? Era lo obvio. Torció los ojos sin gruñirle. El niñato no le desagradaba al ser menos hiperactivo que la otra pulga. Cruzó los brazos por las anchas mangas del kimono, comenzando a caminar hacia el Shukusha al identificarlo no muy lejos de donde estaba parado. Los últimos rayos del sol estaban cediendo lugar en el cielo, y él había desperdiciado mucho tiempo. Mara no debía estar muy contento con ello. —Rengo, no tardes —advirtió al saber que se distraía con una facilidad irrisoria. . . . Al llegar a su destino se adentró, mirando con ambivalencia la recepción. Pasó de largo hasta llegar a los baños, desnudándose como si el kimono le quemara la piel ante el desagrado de la suciedad, sumergiéndose en el agua helada mientras enterraba los dedos en su cabellera negra hasta sentir completamente limpio sus hebras capilares. Permaneció ahí unos minutos más hasta saber que la tierra, el césped y el estiércol no hacían parte de su cuerpo. Sujetó una de las toallas amarrándola a la cintura para coger después un kimono negro, colocándoselo con parsimonía luego de guardar dentro sus pertenencias y ajustar las katanas a su cintura. Pasó entonces sus dedos por su cabello húmedo, caminando por los pasillos luego de salir de los baños, usando sus manos ágiles para robar una de las personas hospedadas ahí. Las monedas nunca estaban de más.
Konoe Suzumiya Las frías y profundas palabras de Natsu la golpearon con la contundencia de una maza. Cierto. ¿Qué hacía tomando tales confianzas con un desconocido? Estaba tan feliz de verlo con vida y tan contenta por el propio Rengo que había cometido un desliz desafortunado. Pestañeó con rapidez, confundida, antes de inclinarse apresuradamente en una reverencia de disculpa. Se sentía avergonzada, apesadumbrada y el ligero rubor escaló hasta sus pálidas mejillas. Cerró los ojos. —Lo lamento Gotho-san—se disculpó con honestidad—. Rengo no me dijo el apellido. No quise sonar confianzuda ni maleducada.
Herbolaria [Misato] La mujer afirmó —Hay maestros en perfumería, yo no soy una; pero recientemente una bella dama apareció para comprar los ingredientes, en unos instantes logró componer una mezcla con un aroma peculiar. Así con la misma maestría con la que tú has preparado ese veneno. Una jovencita extraña la acompañaba—mencionó al verla trabajar — Puedes comprar los inciensos, pero no sabría decirte como usarlos —mencionó entregándole un incienso como aroma floral —Llévalo, un regalo de mi parte — mencionó hacia Misato Contenido oculto Kuno Vizard Afueras de Chiryu [Kuroki; Konoe; Rengo] Rengo colocó su mano en la katana al sentir el contacto; pero al escuchar la voz sonrió, era una voz conocida. Observó a Konoe avergonzado, pues ese malentendido con Natsu era culpa suya; pues el jamás le decía por apellido, nunca ha sido tan formal con alguien en su vida. —En verdad lo siento Konoe— mencionó mientras veía como Natsu se alejaba hacia el Shukusha —No estoy acostumbrado a hacer presentaciones formales— dijo jalando del brazo a Kuroki —Este es Kuroki; es otro amigo que no creí que me estaría acosando — mencionó riendo para después soltarlo del brazo — En cuanto a Natsu, irá al shukusha; es como un mapache, siempre limpio —volvió a reír — Por eso es tan gracioso verlo así, por favor no le digas que me he reído de él. O volverá a regañarme —mencionó tocando su frente, ya acostumbrado al pequeño golpe que Natsu le daba ocasionalmente cuando decía o hacía una imprudencia —A mi también me alegra ver a Natsu a salvo; fue mi culpa que nos separáramos en el camino; jamás me hubiera perdonado perderlo por mis distracciones. Se giró hacia Kuroki y le golpeó suavemente el hombro —¿Te ha mandado Mao a regañarme aun mas? —preguntó tratando de recordar lo sucedido, las fuertes palabras de la chica sobre él, tan ciertas. —Sea como sea, no es bueno acosarme. O al menos eso creo —miró a Konoe nuevamente —No es bueno ¿verdad, Konoe?— preguntó cruzándose de brazos, después vió a Kuroki —Ella es Konoe, me salvó la vida. Estoy en deuda con ella. Rengo siempre resultaba ser así, algo inconexo, lleno de energía con carente formalidad —Vayamos al Shukusha, no quiero que Natsu me reclame mas de lo que tiene derecho a hacer —mencionó guiándolos para que lo siguieran. Shukusha [Natsu; Kuroki; Konoe; Rengo] Entraron al shukusha y esperaron en la recepción; las personas presentes no parecían molestas o incómodas con los visitantes, algo que denotaba que Chiryu era una ciudad con bastante movimiento. Rengo ordenó té para los presentes, algo que pagó por su cuenta —Entonces, Konoe...—mencionó Rengo tomando su taza de té con ambas manos observando el vapor que desprendía con total interés, después enfocó su vista a Konoe, notando que se estaba distrayendo nuevamente — ¿Qué hacías viajando en Shizuoka? Me alegra que lo hicieras, o yo estaría muerto; pero tengo esa duda, pues tu atuendo es shinto; ¿Peregrinación de algún templo? Contenido oculto Gigavehl Yugen Insane Casa de armamento [Kenzaburo] El anciano inspeccionó las dos armas —Son de buena calidad, te daré doscientas monedas por la katana y cincuenta por el tanto ¿Estás de acuerdo? — dijo dejando las armas frente a él, por si decidía no venderlas —Las carretas son más por el movimiento de los agricultores locales, somos un pueblo de buenos comerciantes, así que siempre salen carretas para vender las mercancías —mencionó el viejo— pero los rumores son ciertos; de hecho, hay un grupo de visitantes, una de ellas porta el mon imperial. Pero yo no soy de meterme en esas cosas y averiguar. Seguramente podrás informarte mejor en el comercio local, allí sirven un sake maravilloso, con tanto cultivo de arroz el sake es sumamente fresco, también hay amazake, algo que no todos los comercios tienen. En cuanto a Tsu, si temes encontrarte grupos armados creo que no es el lugar para pasearte muchacho —dijo sacudiendo sus manos —Es territorio Heike Contenido oculto rapuma