Adorando lo prohibído

Resumen​

Valerie Audrey siempre ha sido la chica buena de su clase prefiriendo seguir en su mundo antes que acarrear cualquier problema. Por el contrario, Elliott Dale es el alumno más popular del instituto, un completo rebelde y su familia, la más rica de Portland.

Éstos dos jóvenes tienen una idea muy negativa del otro y los conflictos pronto aparecen.
Pero en un mundo lleno de mentiras, leyes y peligros, nadie es lo que aparenta.

¿Qué ocurrirá cuando los destinos de estos dos adolescentes se crucen? ¿Realmente es la gente tal y cómo parece ser?

"Todos nacemos con nuestro destino ya escrito, el problema es encontrarlo."​

Adorando lo prohibido​

Aprendí que no se puede dar marcha atrás,​

que la esencia de la vida es ir hacia adelante. ​

En realidad, ​

la vida es una calle de sentido único.​

**Agatha Christie**​

 

Prólogo​

Ya no puedo más... Esto es demasiado.



Habían pasado dos horas desde que mi madre se marchó para ir a trabajar y yo seguía en el mismo lugar desde entonces.
Tumbada en mi cama, contemplando el techo cómo si fuese lo más interesante del mundo, me torturaba psicológicamente con mis pensamientos.
Quería dejar de recordar, necesitaba comenzar a olvidar, pero el sólo hecho de imaginar esa idea me producía una punzada en el corazón.

Llevas así más de 48 horas. ¡Supéralo!— mi propia conciencia intentaba animarme. ¡Esto es de locos!
.
.
//Flashback//

—¿Qué?— había entendido perfectamente lo que mi prima me acababa de contar, pero una parte de mí deseaba que, por alguna confusión, todo fuese un malentendido.

—Lo que acabas de oír; no le gustas. Me ha dicho que te quiere mucho, supongo que cómo amiga, pero nada más.— aquellas palabras dolían más que cualquier martirio.

—Pero... Él... ¡Elliott me besó!— grité aquella última frase cómo si las cosas fueran a solucionarse a alaridos.

—Lo sé, pero eso es lo que me ha dicho.— Nadia no se veía muy consternada por los hechos.— Lo siento, Valerie.

Cada vez se me hacía más difícil respirar, mis pulmones no conseguían llenarse del todo. Poco a poco un cosquilleo, molesto y doloroso, fue avanzando de mi estómago a mi pecho y finalmente acabó en el corazón.

Dolor.... Confusión.... Más dolor...



//Fin del Flashback//
.
.

Una pequeña gota de agua resbaló por mi mejilla hasta caer al suelo.

Prometió que jamás me haría daño... Lo prometió...

El temido malestar llegó a mi cuerpo, haciendo que me encogiese y me aovillase entre las sábanas. Después de aquellos dos días seguía sin comprenderlo; todo cuanto dijo... ¿Lo había malinterpretado? ¿Era yo la culpable de las heridas que me estaba causando en el corazón por haberme hecho ilusiones antes de tiempo?

Suspiré e intenté abrazarme a mis piernas. No quería pensar en nada, simplemente quería que volviese la felicidad.

¿Es que no merecía que se me concediese un sueño por una vez en la vida?

Al parecer no.

 

1.Rutinas​

[Valerie's POV]

—¡¡Arriba todos los madrugadores y bienvenidos a otro día, aquí; en Portland!! ¡Comencemos a darle marcha a la mañana!—gritaba una voz masculina, algo distorsionada, desde mi pequeña radio.

¿Lunes? ¿Principios de una aburrida y estudiantil semana? Creo que paso...

Coloqué la almohada donde recostaba un lado de la cara, sobre mi cabeza e intenté volver a coger el sueño.

Vas a llegar tarde...—tarareaba una molesta voz en mi cabeza, alargando la "e" de la última palabra. Cómo odiaba a mi conciencia, siempre daba en el clavo.

You're so hypnotising,
could you be the Devil,
could you be an angel...

La canción E.T. de Katy Perry comenzó a retumbar entre las paredes verde pastel de mi cuarto.

Resignada, me deshice de mi protección anti-ruido, alias "Almohada y sábanas", recordando que quería acabar con tiempo suficiente el examen de Historia a primera hora. Empleé todas mis fuerzas para llegar hasta el lavabo y meterme en la ducha, tal vez un poco de agua fría ayudaría a despejar mi mente.
Acabada mi cita con la ducha, a quien le estaría eternamente agradecida por librarme de mi mañanera cara de zombi, me dirigí al armario. Me enfundé los primeros tejanos que había a la vista entre perchas y prendas, y escogí una de mis habituales sudaderas. Esta vez, color azul desgastado.

¡Oh, dios mío!

Mis ojos se dilataron ante el espejo. El aspecto de mi cabellera, ahora enredada en la goma de pelo que utilizaba para dormir, parecía, literalmente, una tela de araña.

Después de estirones por aquí y cepillados por allá, conseguí tener mi melena como de costumbre; al estilo cascada, color café (Sí, café. Nada de "¡Valerie, que cabello negro tan precioso!". En esos casos yo solía contar hasta 3 lentamente, para tranquilizarme y no saltar a la espalda de la persona. Estaba hasta las narices de que la gente confundiese mi tono de pelo. ¡Es café, color café! ¿Tan difícil era entenderlo? Al parecer sí...). Echándome un último vistazo al espejo, me pasó por la mente el comentario de mi madre.

¿Por qué no te recoges ese flequillo? Estarías más cómoda. —sonaba la voz de mamá en mi mente.

No mamá definitivamente, prefiero este aspecto. Gracias por tu "encantador" consejo (Nótese el sarcasmo).—contesté para mí misma.

Heather solía quejarse de mi, demasiado largo, flequillo. A mí no me importaba llevarlo así; echado a un lado de mi cara, siguiendo la raya cruzada en medio de mi cabellera. Cuando se ponía pesada con ese tema simplemente contestaba un "Sí, mamá" o "Lo recogeré con unas horquillas más tarde", y ese "más tarde" nunca llegaba...

—¡Valerie, el lavabo no es sólo tuyo!— gritó mi hermana, desde el otro lado de la puerta.

Parecía increíble que compartiésemos la misma sangre.

Abrí la puerta, después de escuchar varios golpes en ella, y Bailey, acompañada de su inseparable neceser para maquillarse, entró a golpe de cadera.

Eso no puede ser de mi familia.—pensé, refiriéndome a mi hermana.

—Que tú no quieras maquillarte no significa que los demás tengamos que ir hechos un adefesio.— me miró de arriba a abajo y me empujó fuera de, ahora, "su territorio".

Suspiré, sabiendo que no ganaría la batalla: Valerie vs. "Bailey desesperada por maquillarse".
Como casi cada día, me reí y bajé a la cocina en busca de algo para desayunar.

—¡Cariño, llego tarde!— vi a mamá corriendo de la cocina al recibidor. Agarró su bolso y sacó las llaves de casa precipitadamente, para entregármelas.— Tenéis tostadas en la mesa.— me informaba mientras abría la puerta.— ¡Y cerrad con llave al salir!—gritó, dando un portazo.

Moví mi cabeza de un lado a otro. Mi madre no tenía remedio... Ya podía estar llegando tarde a su primer día de empleo en la librería de la ciudad, que no se permitía marcharse sin habernos preparado el desayuno. A veces, me frustraba con su actitud extra- hiper- super protectora. Tenía 17 años, era hora de que se diese cuenta. ¿No?

Me senté en la mesa y aproveché las tostadas con miel que había preparado Heather. Vale, no tenía 3 años pero me seguía encantando la comida de mamá.

Con el estómago lleno y los libros en la mochila, empecé a preocuparme por Bailey. ¿No era tan estúpida cómo para caerse dentro de la taza del wáter, verdad? Pero me tranquilicé cuando la escuché quejarse del poco rímel que le quedaba.

Sí, esa es mi hermanita de siempre.

Seguía sin creerme que tuviese un año menos que yo y fuese ella la obsesionada con su aspecto.

Me apoyé contra la encimera de la cocina, repiqueteando los dedos contra ella una y otra vez. Aburrida como estaba, observé que el despistado de papá se había olvidado el móvil. Me dirigí hacia la mesa central de la sala para cogerlo.

¿Pero en dónde demonios tiene Ben la cabeza?

De repente, me fijé en un pequeño papelito que sobresalía de entre el jarrón de frutas.

Will...— adiviné.

Mi hermano grandullón avisaba de que papá se había dejado el móvil.

¡Pero será tonto...! ¿Se cree que estoy tan ciega cómo para no ver un aparato que está justo en medio de la mesa?

Cada día Will me sorprendía más con sus estupideces. Y pensar que iba a la universidad... ¿Cómo conseguía sobrevivir allí con los tornillos que le faltaban? Bueno, tenía a Sheila, su novia, para cuidarlo.
En fin, era y seguiría siendo siempre mi hermano grandullón y protector con su pequeña "Bebé Vally".

Me impacienté, a la espera de que "Doña Barbie" saliese del baño. Era mi obligación saber que asistía a nuestro instituto. Habéis oído bien; yo, compartiendo los estudios de secundaria con Bailey.

Éramos cómo el día y la noche, una vez hasta se me pasó por la cabeza que yo fuese hija adoptada. ¿Qué? No es tan raro... Después de todo, sólo hace falta mirarme a mí y mirar a mi hermana o mi madre.
Ellas son pura belleza; cabelleras largas, doradas, brillantes y onduladas. Se vestían tan afeminadamente que a veces, sólo a veces, me daban algo de envidia.
Yo, sin embargo, era ridículamente mediocre. La típica chica de pelo moreno y ojos del mismo color, con gustos para la moda muy especiales (con esto me refiero a que me gustaba vestir, digamos... Al estilo informal) y fan número 1 de las zapatillas Converse.
Suerte que guardaba algo de parecido con mi padre, Ben. No, no era una gorda que se pasaba el día yendo del taller mecánico a casa y de casa al taller mecánico (Clara definición de Ben). Me refería a que, cuando papá aún tenía pelo en su actual "bola de billar" a la que llamaba cabeza, su cabellera era del mismo tono café que el mío. ¡Aleluya! ¡Un parecido con alguien! Eso fue lo que me convenció de que tal vez me formé en el vientre de Heather, mi madre.

—Lista, re-que-te lista.— anunció Bailey, bajando las escaleras. Se acercó a la encimera donde yo aún descansaba y agarró una tostada.— La comeré por el camino.— dijo, levantando la tostada en el aire.

La seguí hasta fuera, con mi mochila granate a la espalda, cerrando antes la puerta principal con llave. Vi como mi hermana montaba en el coche de Greg, su actual novio, y desaparecían por la carretera.

Muy bonito por tu parte. Corre al coche de tu noviete y no te preocupes por la pobre Valerie, que se ha quedado esperando un "Hasta luego" por tu parte. Muy bonito, sí.—Nótese el sarcasmo, de nuevo.

Deprimente. Mis dos hermanos con pareja y yo más sóla que la una. De Will se entendía... Ya asistía a la universidad; lógico que tuviese novia. ¿Pero mi hermana pequeña?
Aún así, mejor sola que mal acompañada. ¿No?

Sin otra opción, me apresuré a encender el motor de mi Seat Ibiza de 1990. Lo sé, lo sé... Es un coche antiguo, feo, ruidoso y con poca potencia. Creedme que lo sé muy bien. Pero aún así es mi Trasto y le he cogido cariño desde que se jubiló como "El coche familiar".

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[Elliott's POV]

Me despertaron unos leves golpes en mi costado, seguramente procedentes de Charlotte.

—Señor Dale, arriba o llegará tarde al instituto.—aquella voz nasal era irritante por las mañanas.

No respondí, pero escuché como la criada corría las cortinas de los ventanales de mi habitación y abría uno de ellos dejando pasar una suave brisa. Sus pasos se dirigieron a la puerta del cuarto y, suavemente, la cerró tras ella.
Bostezando y aún medio adormecido, caminé dando tumbos hacia el espejo del lavabo.

¡Dios! ¡Qué pintas tengo! Estúpido Adam...—pensé, maldiciendo a mi mejor amigo.

Después de todo, había sido él el que nos convenció para salir de fiesta el domingo por la noche, a él se le ocurrió la idea de invitarnos a unos Cubatas y fue él quien bebió de más. Vale, esto último era culpa mía... ¡Pero Adam seguía cargando con el mayor peso sobre sus hombros!

Me peiné para luego alborotarme algunos mechones de mi pelo marrón claro. Me recordaba al color de las avellanas, salvo porque en las raíces y algunas puntas se oscurecía de tono. ¡Ah! Y no. No me había hecho mechas (Eso es de chicas).
Continué contemplándome en el espejo; mis ojos azules derretían a todas las chicas. Felicitaba a mis padres cada día por haber creado un hijo así; alto, ojos azules y buen cuerpo (Vale, no tenía tantos músculos cómo Nigel, pero aún así... estaba bien).

Luego caminé hacia mi armario. Creo que podrían caber unas 30 personas dentro de él, e incluso más. Escogí unos pantalones tejanos negros con una camiseta azul, marca Nike, por supuesto.
Antes de salir a desayunar, busqué mis gafas de sol en uno de los cajones de mis estanterías, las llaves de mi Porshe 911 Carrera negro y mi I-Phone 5.

Ya estaban casi todos reunidos en el comedor cuando aparecí.

Adam se sentaba en el sillón mientras sostenía el mando de la Wii entre sus manos. Gritaba y saltaba emocionado mientras su coche del Mario Kart daba volteretas sin parar. No entendía cómo podía ver con ese largo pelo suyo tapándole casi los ojos. Hacía poco le había entrado la rara manía de dejarse crecer la melena y ahora le llegaba prácticamente por el cuello.

Ivonne acababa de hacerse la manicura en la mesa del comedor. Se estaba pintando las uñas de un color rojo cómo la sangre mientras tarareaba alguna melodía incomprensible y movía la cabeza, agitando su larga cabellera azabache.

Jeremy engullía un plato de tortitas con caramelo, un vaso de zumo de naranja recién exprimido y los numerosos pastelitos que habían colocados en vajillas de plata sobre la mesa. Éste era el único de mis amigos con una "fregona" pelirroja por pelo. Ivonne intentó alisárselo un día, pero la "Zanahoria andante" se negó en rotundo.

Nigel veía la televisión, ahora que tenía más de 100 canales y en Alta Definición, éste se los sabía todos de memoria. Sus hoyuelos infantiles se le marcaban aún más en la cara cuando sonreía tras observar que su corredor de moto-cross favorito iba en primera posición.

¿A caso mis amigos no tenían una casa propia? Claro que sí, pero les gustaba gorronear en la mía.
Cada mañana igual, se presentaban aquí como "Pedro por su casa" y las criadas, sabiendo quienes eran, les dejaban pasar sin problemas. Ya estaba acostumbrado a bajar y verles engullir toda la comida que, supuestamente, era mía. En fin, era mejor ésto que despertarse y saber que no había "familia", si es que podía llamarles así, a la que saludar.

¿Mis padres? Os preguntareis. Exacto, mis padres. Eso mismo me preguntaba yo muchos días. Ellos a penas sabían que tenían un hijo. Bueno, sí lo sabían pero, literalmente; pasaban de mi cara.
Papá era el Sr. Dale, el "gran" empresario y sólo se pasaba por casa algunos fines de semana. Él aseguraba estar de viaje de negocios o quedarse a dormir en la oficina, pero a mí no me engañaba; tenía muchas amiguitas de trabajo (Demasiadas, diría yo).
Y mamá; ella muy remotamente nos visitaba, siempre estaba de viaje con su compañía aérea.

Suspiré.
¡Bah! Si lo pensaba mejor, ser prácticamente independiente no estaba tan mal... Mis mejores amigos eran buena compañía y siempre tenía sus casas para visitar a algún adulto.

—Oye, Elliott, la Wii se acaba de apagar.— se quejó Adam, mi mejor amigo. Le miré con cara de "¡¿Ya la has roto?!" y entrecerré los ojos.— Te juro que no he tocado nada. ¡Este trasto está loco!— se defendió, señalando la pantalla plana del comedor.

—¡Yo he apagado la tele, idiota!—dijo Ivonne, quien tenía el mando de la televisión en su mano libre aún de manicura francesa.— Te estabas viciando al dichoso jueguecito, era mi deber ayudarte.—Levantó las manos a modo de defensa.

—Mi Lugi había adelantado al estúpido Wario.— se quejaba con voz de niño pequeño.— ¡¿A caso sabes lo dificil que es adelantar al asqueroso Wario?!— soltó, haciendo una montaña de un grano de arena, como siempre.— Me las pagarás muy pronto Ivonne Elspeth, muy pronto.— amenazó Adam, entrecerrando los ojos y señalando a la aludida con el dedo índice.

—¡Qué miedo!— se burló Ivonne.—¡Mira como tiemblo!— Simuló algo parecido a un temblor, pero se asemejó más a las convulsiones que sufren las embarazadas.

Choqué la palma de mi mano contra la frente.

No tienen remedio...

Dejando las conversaciones que no nos llevarían a ninguna conclusión y apartando los aparatos electrónicos de en medio, empezamos a comer mientras veíamos como las criadas que se encargaban de la cocina: Lola, Bea y Rachel, no paraban de entrar y salir. La verdad es que aquellas señoras eran muy amables, las consideraba casi como mis abuelas por decirlo de alguna manera. Además, también estaban las demás encargadas de las habitaciones de arriba: Charlotte, Anne y Roxi. Ellas eran como mis tías.
Al fin y al cabo, eran las personas que me trataban con cariño paternal, algo que echaba de menos... Espera. ¿Yo he dicho eso? Olvidémoslo...

Acabamos de desayunar mientras hacíamos bromas entre nosotros, Nigel presumía de sus músculos delante de mis narices y Ivonne impregnaba la sala con olor a laca de uñas.

Quería retrasar el momento de ir al instituto tanto cómo me fuese posible. No había estudiado nada para el examen de Historia y el fracaso era inminente.

¡Por favor, que acabe pronto el día!

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Lo siento, lo siento, lo siento de veras por no actualizar este cap. pronto. Es que sufría un colapso de inspiración y me dediqué a mi otra historia :3
Pero ya se me han ocurrido un par de ideas para ésta^^ ¡¡Bien!! He vuelto a las andadas buajaja xD
He pensado que os dejaré una sección con fotos o links que puedan interesaros en la historia.

*Canción de Katy Perry que se escucha en la radio de Valerie--> E.T.
*Coche de Valerie--> Seat Ibiza de 1990
*Coche de Elliott--> Porshe 911 Carrera negro
*I-phone de Elliott--> I-phone 5
*Juego de la Wii--> Mario Kart/ Luigi/ Wario

Bueno, pues aquí os he dejado el principio de esta ocurrencia mía jaja Como veis, es solamente una mera presentación de los personajes principales. En los próximos capítulos comenzará la trama.
En fin gracias, mil gracias por leer. Y nos vemos en la conti =)
Cuidáos <3