Explícito Adicta [Connie x Alice | Deadman Wonderland]

Título: Adicta
Fandom: Deadman Wonderland
Personajes: Connie & Alice
Summary: "Ambas eran adictas. La una a la otra. A la piel."
N/A: Esto es una locura enorme y estas chicas están MUY mal y su relación es super tóxica pero ¿las amo? Me siento en mi salsa escribiendo shuri. Este es mi mundo <3

ADVERTENCIA: Contenido semi-explícito, de carácter sadomasoquista y lésbico. Lenguaje vulgar. Se recomienda discrección.

Basada en Call Me Master del grupo Blood On the Dance Floor. (That's their song <3)

***

Our bodies getting intertwined
It's fucking filthy feeding
Off the blood inside​

—Dios como te odio. Te odio tantísimo.

Hubo cierta burla, hartazgo en su tono de voz. Alice la miró al rostro y le sonrió. Dulce. Los dedos de su mano derecha sobre sus propios labios, rozándolos con sorna. Casi se arañaba su piel con sus uñas pintadas de morado.

—Desearía poder decir lo mismo—respondió—. Pero es una lástima. Dado que no siento absolutamente nada por ti.

—Te gusta jugar, ¿eh perra?¿Por qué no jugamos?

Le mordió el labio inferior. Con fuerza. Con saña. No tenía pretensiones de ser tierna. Alice rio contra sus labios. Se reía de la situación y de lo ridícula que resultaba a sus ojos.

Siempre terminaban igual. Daba igual el cómo, el cuando o el por qué. Algo que ni siquiera debería ser se había vuelto una rutina para ellas. La monotonía del día a día las abrumaba. El tedio las sumía en una profunda espiral de confrontaciones directas. Su cuerpo y mente necesitaban emociones, estimulaciones de forma constante. Ambas tenían tolerancia nula al aburrumiento.

Los brazos de Dumont rodearon su fina espalda como una serpiente sinuosa y sus uñas rasguñaron la tela de la prenda con saña, amenazándola con arrancársela de la piel. Era ciertamente desesperado.

Connie la empujó contra la pared del cuarto, apartándola de sí, sujetándola con brusquedad de las muñecas. Su espalda chocó con fuerza y el cosquilleo que le generó aquella deliciosa sensación le recorrió la piel como una corriente eléctrica. Todas sus celulas parecieron reaccionar ante ella.

Ah, dolor. Cómo lo había extrañado.

Dubois sentía que aquella piel tan blanca se rompería bajo sus dedos como el cristal. Alice Dumont era tan pálida que podía ver sus venas con claridad bajo su piel. Ríos azules. Sangre pura. Sangre real. Le recordaba a esas damas antiguas, a las que casi ni había prestado atención en sus clases de historia. Esas jóvenes de la nobleza, que repudiaban el sol.

—Oh mi dulce Corianne. Siempre eres tan agresiva.

Connie sonrió.

—No te hagas la santa, perra. Así te gusta.

Dried out veins
And no more pain
Let me know the place
And I'll take you away​

Por la fuerza buscó sus labios y coló la lengua entre estos, con brusquedad. Serpenteando entre sus dientes y el interior de sus mejillas. Alice la mordió. Pero cuando Connie pretendió alejarse no la dejó marchar. Sujetó su rostro con ambas manos, sus uñas arañándole las mejillas. El sabor cobrizo de la sangre se mezcló con su saliva, con sus besos frenéticos.

Desesperados también.

No había paciencia en ellos. Eran caóticos y brutales. Como todo entre ellas. Desde que Connie había vuelto en sí su relación turbulenta había dado un vuelco de trescientos sesenta grados. Ambas eran terriblemente adictas. La una a la otra. A su relación puramente enfermiza. A sus encuentros esporádicos, psicóticos, que las mantenían despiertas hasta el amanecer. No había besos dulces ni ternura ni caricias lentas. Todo entre ellas era duro, brusco y salvaje.

Todo entre ellas simplemente no tenía razón de ser.

—Puta enferma de mierda—rio con aspereza. Con incredulidad—. Esto te pone ¿verdad?

What you need
Is just a little discipline
And I got a heavy dose
Of the right medicine​

Arañó el interior de sus muslos, dibujando líneas rojas sobre su piel de porcelana. Alice se estremeció. La sensación áspera sacudió su columna y su espalda se arqueó bajo el éxtasis de las caóticas sensaciones. Sus uñas se enredaron en el cabello ahora suelto de Connie y con brusquedad empujó su rostro entre sus piernas.

Demandante.

—Sabes perfectamente la respuesta a eso, Corianne. No eres ninguna estúpida.

Su voz sonaba pesada y jadeante. Distaba muchísmo de su usual todo calmado, suave, ligeramente burlón.

Debería haberle atado las manos a la cama.

Connie llevó sus manos a su cabello y sujetó la misma de Alice, apartándola de su cabeza con brusquedad.

—Lo sé~ Eres una jodida sadomasoquista que se excita cuando su putita particular le dice que la detesta—sonrió cínica—¿Verdad que eso te pone? Vamos, respóndeme. Hoy estoy generosa.

Alice soltó una risita. Qué divertido. Todo era tan divertido cuando estaban juntas. Y teniendo sexo como si no hubiera un mañana era mucho mejor.

No podía compararse a nada.

—¿Sabes que sé yo?—cuestionó ella. Sus ojos recorrieron su fina fisionomía antes de sonreír. Una media sonrisa cínica— Sé que te gusta dominarme. Sé que te gusta someterme y verme desesperada mientras te pido más. Oh, mi pequeño colibrí... no somos tan diferentes. Sentir que tienes el poder, que tienes el control total sobre alguien te ciega. Al igual que a mí. ¿No te parece maravilloso?

Tomó su mano entre la suya y llevándosela a los labios besó el dorso suave. Connie siempre había tenido un cuidado con sus manos. Eran un bien preciado. Como sus ojos. Si tan solo volviese a tener los dos.

Sus labios se sintieron gélidos sobre su piel. Tomó sus dedos, deslizando sinuosanente su lengua entre sus falanges, humececiéndolos con su saliva. Cuando finalmente la soltó, un delgado hilo mantuvo su dedo índice unido a sus labios. Mismo hilo que se rompió a los pocos segundos.

Alice abrió los ojos.

—Odias todo aquello que eres.

The dark side is how
We've been living
Let me show you
What you've been missing​

Connie no tuvo tiempo de responder. Alice tomó su mano húmeda y la llevó entre sus propias piernas con insistencia.

Soltó una risa irónica por la nariz.

—No me compares contigo zorra.

Pero no se negó. Sus dedos de forma brusca, áspera, se hundieron profundamente en su interior. Alice gimió, su cuerpo tensándose y arqueándose en éxtasis cuando sintió las uñas de Dubois rasguñarla por dentro.

Connie era brusca, siempre era brusca. Y eso le encantaba a Alice. Su juguetito personal. Su delicado y preciado tesoro, tan moldeable. Tan difícil de domar.

Era tan diferente a cualquier chica con la que hubiera estado antes. A veces sentía deseos de apoyar sus manos en su garganta y apretar... hasta que la luz desapareciese de su ojo restante. Pero la mayor parte del tiempo solo deseaba jugar con ella. Dejar que la colmase, la divirtiese, jugase con su cuerpo como quisiera hacer.

No la odiaba.

No podía odiarla.

—Es asqueroso—comentó Dubois contra sus labios—. Solo te estás mojando más.

Mucho menos la amaba.

La besó. A pesar de que usualmente solían mantener las distancias para evitar involucrarse emocionalmente—cosa que ninguna podía hacer—, Connie solo la besó y Alice respondió a ese beso. Se aferró a él, sintiendo su cuerpo debilitarse y sucumbir bajo el poderoso clímax que sacudió su anatomía como una repentina descarga.

Esa vez fue Dubois quien lamió sus dedos.

—Asqueroso, como siempre.—comentó mientras deslizaba la lengua por estos, húmedos, probando de nuevo aquel sabor ligeramente salado que le resultaba tan desagradable.

Solo porque era ella.

—Ven aquí Corianne.

Connie no puso objeción alguna. Se sentó sobre su rostro y Alice apoyó sus manos en sus muslos.

—¿A qué esperas? ¿Por qué no le haces una foto? Durará más.

Alice sonrió. Ah, qué maravilloso. Qué espléndido juguete había logrado conseguir.

Connie gimió. Su espalda se arqueó, delirando ante aquella lengua tan experta. Había explorado su cuerpo tantas, tantísimas veces. De esa misma forma. Y nunca se hartaba de ella.

Era adictiva. La una y la otra.

Eran adictas a la piel.

Dejó caer la cabeza hacia atrás.

—Ah... sí eso es...

Dumont hundió sus uñas en su espalda baja y las arrastró, provocando que Connie apretase los dientes ante la sensación lacerante. Ardía. Todo ardía. Todo era un maldito infierno.

Oh, ella también amaba esa sensación de dioses.

Tonight we're a living dead​

Lure you to my bed​

The happy ending is
Your flesh under my nails​

Alice deslizó la lengua por sus labios cuando terminó. Recogiendo en ellos su humedad, su sabor, el trofeo de sus esfuerzos.

—Como siempre—le dijo. su voz se deslizó sinuosa como un arroyo, burlona cuando esbozó aquella cínica sonrisa—. Francamente desagradable.