Drama Adiós, mamá.

Tema en 'Relatos' iniciado por RedAndYellow, 29 Septiembre 2017.

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    RedAndYellow

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    Escritor
    Título:
    Adiós, mamá.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    552
    Ahhh...
    Soltó un largo suspiro y se dedicó a aguantar sus frases en un bucle emocional guardado en su pequeño cerebro. Después de todo, era ella, la persona que lo vio en cada instante de su vida, quien le decía aquellas toscas pero reales palabras que se enterraron sin delicadeza en su piel acorazada por sus propias obras. Luego solo salió aguantando el peso, se refugió en aquel parque que lo había visto crecer; con sus sombras heladas y sus momentos brillantes cuando se sentía familiar y acogedor; con sus matices cafés regándose por el suelo de panal y con sus estatuas, algo pequeñas, bañadas en bronce de mujeres y hombres desnudos que le parecían verdaderas obras de arte. Las noches, como esa, eran los momentos cuando podía dejarse deslumbrar por el bronce y el tono blanquecino de la luna al ser reflectora del sol. Cerró los ojos y aguantó la respiración mientras llenaba su lengua de sangre; no podía relajarse.

    Las horas pasaron siendo barridas por el soplido del viento. Él se fue corriendo cuando los primeros rayos de sol abrillantaban las estatuas. Entonces creyó tener una decisión que no parecía una sentencia de muerte para sí mismo; era tirarse a vivir debajo de un puente y comer ratas infectadas de odio. Saludó a su guapa vecina, quizá por última vez; le miró las piernas y salió con las mejillas rojas, era de los pocos contactos visuales que podía darse en su atareada vida. <<Gracias>> dijo en silencio y continuó su rápido recorrido hasta la ventana engrasada de su habitación, subió por el techo de teja sigilosamente y se escabulló hasta su cama. Estaba listo para irse.

    Durmió un par de horas, era sábado, su madre sabía que era inútil despertarlo ese día en particular; vicios de vicios que él aprovecharía de una forma más bien cruel. Algo irónica, incluso. Aprovechó el intervalo helado de tiempo para hacer su maleta: una pequeña mochila negra donde llevaría lo esencial. No se iría debajo de un puente, como había pensado en sus más negativas aspiraciones; lo recibiría en un sótano uno de sus compañeros del arte. Cuatro paredes grises vacías de color, listas para ser entonadas por su corazón. Mientras ganaba algo de dinero, agua, pan, un colchón inflable y sus latas de pintura bastarían.

    Adiós, mamá. Pensó, se arrepintió y salió por la ventana. Dejó una pequeña carta pintada de todos los colores del arcoíris con un mensaje corto, pero sincero.


    Mamma, gracias por todo. Jamás olvidare el esfuerzo representado en gotas de sudor acidas cayendo de tu frente al cuidarme, al darme de comer e intentar enseñarme todo lo que papá quería, lo que tú querías… pero no lo que yo quería. Desde que te conté mi sueño de ser un gran pintor, solo te burlaste y seguiste pagando aquellas clases de piano a las que nunca asistí, estuve fuera, en la vida real, pintando en las paredes todo lo que mi cuerpo quería decir pero era incapaz de hacerlo con palabras.

    Nunca entenderé por qué permitías a papá, que siempre le decías un gran abogado, escribir para expresar su opinión y a mí me atas a tu pensamiento.

    SI algún día tengo una galería, podrás entrar gratis. Promesa.

    Un beso.
     

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