Toque fondo, el punto sin retorno, el último paso en un tortuoso camino que nunca me di cuenta que transitaba. ¿Cómo paso? O; ¿Por qué paso? Son una de las preguntas que me hago a mí mismo una y otra vez, como si alguien se fuese a apoderar de mi subconsciente para responderlo en cualquier momento. No puedo recordar nada, nunca lo he hecho. Todos mis recuerdos, lo que he sido, lo que he dicho, lo que he hecho, todo se resume a un simple texto leído en un libro o en una pantalla, mientras que feos y patéticos avatares que representan no solo a mi persona, también a los demás implicados en los recuerdos, actual lo leído en dicho texto. Desgraciada mente, así es como mi memoria funciona, son casi nulas las cosas que puedo recordar de forma “normal”, el 95% de mi vida la recuerdo como un opaco texto en la página de un libro. Mis memorias son solo sueños que tuve, que recuerdo cuando cierta frase, acción o imagen, las gatilla a mi mente, y repetidas veces tengo que decirme lo que hice o dije para así convencerme de que esas vagas imágenes que viene a mi cabeza en verdad las viví. Pero, ¿En serio he vivido todo eso?, ¿pude haber vivido algo que me tengo que recordar casi todos los días, que me tengo que decir repetidas veces para creerlo? Al preguntarle a las personas que supuestamente estuvieron conmigo en dichos momentos, y el consuelo de que no estoy loco, me dice “sí”. Y mientras que mis recuerdos y memorias no son más que vagos recuerdos de un sueño del cual acabo de despertar, mis planes y metas son solo gritos en silencio a un futuro del cual ni siquiera yo tengo control, o siquiera potestad de decir “así será”. Me han enseñado que la palabra tiene poder, atraemos lo que decimos y pensamos, pero por mucho que yo desee que “esa persona” regrese a mi vida, por poner un simple ejemplo, solo “ella” puede decidir si hacerlo o no. Es triste, patético, pero muy muy simple. Las cosas cada vez me importan menos, me da tan igual todo, pues al fin y al cabo todo lo que hago parece no valer la pena. En un triste esfuerzo de emularlo que alguien me dijo, la opción que tomo. Le saque el dedo medio y di la espalda a las personas que me querían, les abandone, le di más importancia a los pocos fracasos, que a las probables victorias que pudimos tener, por temor de que dichas victorias no llegaran, bajo la excusa incierta de que me iré lejos, el patético plan que tengo que tal vez no se cumpla ¿Que tan imbécil debo ser? déjenme ahorrarle las palabras, muy muy pero muy imbécil. Aun aquí, tecleando ciegamente, trato de recordar si todo lo que pensé frente a la almohada, lo que creo fue anoche, en verdad lo estaba pensando, o era una vez más mi subconsciente jugándome otra broma mientras Morfeo me asfixiaba con su manta. El dormir es cada vez más tortuoso por ser impredecible, por ser el momento en el que no se si soy feliz o estoy a punto de serlo, y el estar despierto es frustrante por ser aburrido y completamente predecible, igual que yo. Y al darme cuenta de que soy un chiste, un bug, un glitch, algo que existe por una mentira, mi cabeza repite incansable la misma estrofa de la que se convertiría en mi canción, “soy nuclear”. Soy nuclear, soy dañino, soy inestable, soy muy inestable, y lo único que pido es estabilidad, aun cuando ni siquiera tengo donde caerme muerto. Soy un error, pero, todos cometemos errores, siempre los cometemos y siempre los cometeremos, es cuestión nuestra si aprendemos de ellos y seguimos adelante, o nos aferramos y vivimos de un “tal vez se repitan”. Aun así, odiando a mí mismo avatar mientras lo veo hacer cosas que recuerdo, o creo haber hecho y dicho alguna vez, esperando que todo lo que tengo en mente por hacer, sea más que un vago deseo de auto superarme, que llegue a ser más que un simple “quisiera”. Viviendo en este limbo mental y emocional, aun despidiéndome de la cordura que creo tener, a la expectativa de la interna lucha entre la paciencia y la desesperación. Aun así, algo en mi interior me obliga a seguir dibujando aunque no veo mis trazos mejoren, me obliga a seguir escribiendo aunque no me leo con sentido o agrado, me obliga a seguir tocando mi guitarra aunque me escuche desafinado. Algo en mi interior me hace seguir, aunque no vea camino.