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Un lugar desconocido y misterioso.

Rodeado por una densa niebla que todo lo cubría, y un cielo particularmente negro (sin luna ni estrellas). Todo a su alrededor era oscuridad. ¿Qué era exactamente este lugar?

 

Cinco estudiantes se materializaron en ese lugar.

Una gruesa capa de niebla envolvía al lugar, y la oscuridad parecía dominarlo todo allí. Estaba oscuro, y era un poco tenebroso... ¿dónde demonios se encontraban?

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Hygge Mori GalladeLucario Lucas Diamond Gigi Blanche continuad desde aquí :)

 

Un estudiante más se materializó en ese lugar.

Sanji Allende apareció junto a los otros cinco, sosteniendo su reloj dorado. Una gruesa capa de niebla envolvía al lugar, y la oscuridad parecía dominarlo todo allí. Estaba oscuro, y era un poco tenebroso... ¿dónde demonios se encontraban?

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No u puedes seguir roleando aquí :)

 

Diane Yamaguchi

Una pesadilla fue la respuesta de la chica más joven del grupo. Eso era lo que se le venía a la cabeza al escuchar Velvet Room. Sin duda, ella debía haber soñado lo mismo. No pude evitar reparar mi atención en ella, y en cómo, cargada de rabia, cogió su reloj con intenciones de lanzarlo. Pero se retuvo, finalmente. Y en su lugar, pulsó aquel botón que tenía, con rabia. Como si quisiese destruirlo de aquella forma.

Hasta ahora había obviado completamente dicho botón, por miedo a poder estropearlo. Pero viendo cómo estaba el reloj de por sí, parado, supe que no pasaría nada por probar. Uniéndome a la iniciativa de la muchacha, apreté el botón y aguardé a que algo ocurriera, si es que algo ocurría.

Y sí que funcionó, pues el reloj comenzó a moverse. A una velocidad alarmante, de hecho, hasta que parecía que las agujas iban a salir disparadas. Pronto, no supe cómo, ya no estaba en la azotea.

Pude ver a mi alrededor un lugar completamente oscuro y consumido con la niebla. Y no estaba sola, puesto que los otros chicos también habían venido. Y alguien más, otro chico al que no conocía en absoluto.

—¿Todos nosotros hemos tenido ese sueño, cierto? Probablemente estemos aquí por eso...

>>Y a todo esto, ¿dónde creéis que estamos?

 

Akiko Brooks

Alcé la mirada, confusa y aturdida, para encontrar que nada más que niebla y oscuridad me rodeaba. ¿Dónde... estaba? ¿Había vuelto a soñar o algo...? ¿Estaba dormida? Hacía segundos estaba en la azotea, y, al pulsar el botoncito del reloj, de pronto aparecí aquí. ¿¡Qué clase de broma era esta!? Asustada, di un paso atrás, y me giré bruscamente al notar que me chocaba con alguien.

Era... era esa chica algo más pequeña, la que me crucé antes. Y estaban todas las demás también allí, las que habían subido a la azotea poco después de llegar yo. Habían acabado ahí: la niña, una muchacha vestida de forma un poco rara, una chica castaña con un semblante maduro y un chico con un cabello algo raro y de aspecto tímido. Eran justo los que estaban en la azotea, sí, no hay duda. Pero entonces... aquello no era un sueño, ¿no?

De hecho, todos ellos habían estado hablando antes del sueño de esta mañana, de la Velvet Room. Como si lo hubiesen vivido también ellos. ¿Podía ser? ¿Podía ser que todo esto, que todo aquel sueño, que todo sea real?

Con la voz entrecortada, dije:

—¿Q-Qué está pasando? ¿D-Dónde estamos?

La chica madura confirmó entonces lo que yo sospechaba:


—¿Todos nosotros hemos tenido ese sueño, cierto? Probablemente estemos aquí por eso...

>>Y a todo esto, ¿dónde creéis que estamos?


Así que era cierto, ¡todos habíamos soñado con la Velvet Room, y ahora todos estamos aquí!

—N-No lo sé, pero tengo miedo —respondí, encogiéndome brevemente. Me sentía vulnerable y asustada en ese lugar—. ¿Sois e-estudiantes nuevos, también, como yo? M-Mi nombre es Akiko... —dije, justo antes de tener un escalofrío.

Fue justo entonces cuando apareció alguien más allí. Nada más y nada menos que Sanji. Y, al verle aparecer, me quedé pálida de nuevo. ¡N-No, por favor! ¡Más problemas no! Suficiente tenía con toda esta situación, con toda esta locura, como para que Sanji apareciese y me dijese algo... algo como lo de la otra vez. Ugh.

C-Cálmate, Akiko. Lo primero es saber qué demonios está pasando, ¿no?

 

Nagi Watanabe

Perdió el equilibrio por pasar rápidamente de una luz intensa a completa oscuridad, mareándose un poco en el proceso y cayendo de espaldas al piso en efecto, para sus suerte no desde muy alto al haber estado en cuclillas. ¿Todo eso había sido a causa del reloj? ¿O le había caído mal el sushi de Takagawa? Rápidamente descartó la última opción, ese mero pensamiento había sido demasiado descortés de su parte.

—Ayyy —exclamó bajito mientras hacía una rara especie de abdominal para así sentarse de piernas cruzadas, mientras se sobaba la cabeza donde había recibido el golpe miró arriba, al lado, al otro... ¡Y no se veía absolutamente nada! El lugar le causaba la misma sensación que The Velvet Room, solo que este lugar le era aún más helado, aparte ¿The Velvet Room? ¿Qué diablos era específicamente eso? No tenía idea, pues por algo había reprobado ingles varios años seguidos.

Sintió como algo chocaba con su espalda, se volteó a ver, era la chica super-alta de antes... y ella estaba demasiado abajo.

—Waaah —exclamó irguiéndose rápidamente, mientras se alejaba un par de pasos. — Lo siento, lo siento. —exclamó mientras se inclinaba, pero ¿De que se estaba preocupando? ¡Si de todas formas todo estaba completamente oscurecido! Hizo plegarias mentales esperando que la chica pensara que se disculpó tan solo por el golpe y nada más.

Así que su nombre era Akiko, vaya, hasta el nombre era lindo, tan brillante como ella misma, aunque los aparentes nervios le jugaban un tanto en contra.

—¡U-un gusto en conocerle, Sempai! —dije con algo de nerviosismo. — Soy Akiya- ¡Watanabe! ¡Nagi Watanabe! —exclamé, mordiéndome la lengua en el proceso, cosa que dolió bastante. — del salón 1-2, recién llegue al pueblo.

Y mientras se presentaba con un tono de voz sumamente alto debido a los nervios vio como un chico se materializaba a unos pasos de ellos.
"¡¿Qué diablos?! ¡¿Cómo hizo eso?! ¡¿Un Yokai?!" Instintivamente se alejo mínimo cinco pasos de él.

—Qué miedo, esto da mucho miedo —murmulló para sí misma.

 

Yule Shirai

Lo cierto es que abrir los ojos y encontrarse con la oscuridad misma no fue algo inusual para Yule. Neblina, vacío, una noche sin estrellas. Paisajes similares a los que encontraba día a día en sus pesadillas. Lo que sí fue inusual, sin embargo, fue que en aquella ocasión no estaba solo. Todas las chicas que estaban con él en la azotea se habían materializado en el mismo lugar. Y eso, intuía, era lo que hacía de todo eso una experiencia compartida.

Una vez más, había algo que los unía.

El asustadizo joven se acuclilló, colocando las manos sobre sus rodillas, mientras trataba de pensar con claridad. Se encontraba tan asustado como el resto de voces, pero por alguna razón una de esas voces despertó en él la necesidad de tranquilizar el ambiente. Casi como si tratase de agradecerle a alguien con aquel gesto... Hoy sentía que rondaba demasiado entre el sueño y la vigilia.

—...Yo también estoy asustado, Akiko-san, Watanabe-san —murmuró, la voz claramente temblorosa. Pero sus ojos, enfocados en sus rodillas, parecían retener su poca determinación en un mismo punto, evitando que se desvaneciese—. Pero, al menos... no estamos solos, ¿no es así? Mientras no nos dispersemos... m-mientras nos mantengamos juntos, todo irá bien.

Aquello último pareció dirigirlo hacia Anna, quien pedía con evidente temor que no se alejaran demasiado. Sonrió con honestidad, una sonrisa tímida pero sincera, y asintió. Ese gesto significativo parecía gritar un "está bien tener miedo, tranquila". Agachó la mirada poco después, avergonzado.

Demasiadas palabras por un día.

 

Dos estudiantes más se materializaron en ese lugar.

Monjiro y Hiroki no tenían idea cómo habían llegado allí. Un minuto estaban en la azotea, cada uno apretó individualmente el botón de su reloj, y al momento siguiente... aquí estaban.

Los dos aparecieron junto a los otros seis, sosteniendo su reloj dorado. Una gruesa capa de niebla envolvía al lugar, y la oscuridad parecía dominarlo todo allí. Estaba oscuro, y era un poco tenebroso... ¿dónde demonios se encontraban?

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Hiroki Usui

Hiroki alzó la cabeza del reloj. Repentinamente todo... había cambiado. Se sentía un ambiente extraño e irreal. La piel se le erizó.

La azotea había desaparecido siendo engullida por la oscuridad y una extraña y fantasmagórica niebla lo cubría todo. Y allí, se dio cuenta, tampoco estaba solo. Estaba el tipo caramierda del sombrero, y la chica que babeaba por el deportista, y el pelirrojo emo, y la niña de la azotea...

Habían llegado al mismo sitio. Todos. Y todos portaban relojes en sus manos. Exactamente el mismo reloj dorado de bolsillo.

La realidad lo golpeó con la contundencia de un camión en marcha. Ese jodido reloj... lo había traído allí.

La lógica no tenía ningún sentido, nada respondía a la realidad. Era como estar en un extraño escenario orínico, como cuando tenía esas horribles pesadillas que lo despertaban en mitad de la noche cuando era un niño.

Pero aquello. Ah mierda, aquello era demasiado.

—Qué... ¿qué carajos...?—increpó y sus ojos dorados confusos, perdidos, se fijaron en el resto—. ¿Alguno de vosotros sabe que cojones está pasando aquí? ¿¡Ah!? ¿Qué pasa con estos putos relojes?

 

En ese instante, se oyó un rugido furioso proveniente de la oscuridad. Era un sonido horroroso, que helaba la sangre... ¿un animal? ¿Había un animal capaz de producir semejante sonido?

Antes de que cualquiera de los ocho presentes pudiese reaccionar, algo entre la niebla se movió. Las sombras entre la niebla parecían danzar a su alrededor, como si... como si algo o alguien los rodeara.

¿Qué debían hacer? ¿Esperar a que algo ocurriera, o intentar investigar?

 

Nagi Watanabe

Nagi quedó mirando al chico acuclillado. —Yo también estoy asustado —dijo sin siquiera alzar la mirada. —... Mientras nos mantengamos juntos, todo irá bien. — Y eso último iba dirigido a la chica de trenzas.

La más pequeña inhaló hondo. No importa lo oscuro que estuviera el lugar, ni que hubieran bestias salvajes por ahí, bueno... tal vez lo último sí importaba ¡Pero la cosa era que con 7 adolescentes igual se podía hacer algo! ¿N-no? Por lo menos ellos sabrían hacer algo, pues eran mayores... Bien, Nagi, dándoles las responsabilidades a otros de tu integridad física, ¡Se supone que debía aprender a cuidarse sola!

—La... La idea de no separarnos... parece buena. —comentó sin mirar a nadie en especifico.

Y entonces ocurrió, dos personas más se materializaron, un tipo que nunca antes había visto y... ¡Oh, no, no podía ser! ¡¿Por qué estaba ese chico ahí?! Sus piernas temblaron e inconscientemente se agarró con una mano de la camisa de Hiradaira , pues cuando se alejó de Akiko terminó cerca de ella.

No pensó en lo raro que se veía que se aferrara de alguien más baja que ella, por suerte y la diferencia de altura era mínima y con la poca luz ni se notaba.

 

Sanji Allende

¿Qué carajos...?

Al momento de tocar aquel botón en el reloj, fui transportado a un lugar en donde predominaba la niebla, la oscuridad, y los estudiantes asustados. Suspiré, mientras me acariciaba la nuca. Este día se ponía cada vez más raro. Pero eso estaba bien. Al final, haber venido a Japón había sido un acierto. No iba a ser tan aburrido como había pensado al principio.

En cuanto apareció, paseó la mirada y escaneó el lugar. Nada, más que algunos alumnos, que ahora reconocía haber visto en sus sueños. Sonreí, pero me quedé en el lugar. Simplemente me puse las manos en el bolsillo, observando. Obviamente, Akiko parecía que había visto un fantasma cuando me vio, lo que era comprensible. Otra niña, que parecía mucho más chica, se alejó de mí, casi como si hubiera visto a un demonio. Vaya, ¿acaso así lo estaban viendo? Había hecho mi trabajo mejor de lo que pensaba. Aunque eso podía resultar un problema, si comenzábamos a estar en situaciones como esta muy a menudo.

Una de las muchachas había mencionado algo sobre mantenernos juntos. Podía ser buena idea, la verdad. Al menos, si caía uno, caíamos todos, ¿no? Me reí en voz baja. Vaya bromas pesimistas.

Mi expresión cambió a una de regocijo cuando vi como el bravucón se materializaba también con nosotros. Ah, al menos mi usual marioneta también estaba ahí. Me acerqué hacia él por la espalda, con una sonrisa pícara, las manos en los bolsillos. Cuando estuve lo suficientemente cerca, me acerqué a su oído y le susurré:

— Oye cachorro, no ladres tanto. Vas a asustar a algunos de los niños.— le guiñé un ojo y me alejé de ahí rápido.

Me dirigí hacia el grupo compacto, y con una sonrisa, me abrí paso y me senté al medio, sacando mi ukelele. Miré a todos con una sonrisa, mientras les guiñaba el ojo... excepto a Akiko. No quería tener que hacerme cargo de cualquier ataque nervioso que pudiera sufrir en estas condiciones. Además, tal vez lo mejor fuera intentar calmar los ánimos. Mi tarea no siempre consistía en molestar al resto. El 99% del tiempo lo dedicaba a eso. El otro 1%...prefería dejarlo para lo que dictaran los circunstancias.

>> Bueno, estamos todos metidos en un agujero lleno de oscuridad y niebla, gracias a unos relojes mágicos que conseguimos en un sueño conjunto, al parecer. ¿Saben lo que amerita esto? Una canción para bajar los decibeles. Si alguien quiere cantar, se puede sumar sin problemas. Cuantos más mejor.

Comencé a rasguear las cuerdas del instrumento, siguiendo los acordes de una canción que siempre enseñaban con el ukelele. Sin embargo, no llegué ni al estribillo, cuando un rugido fuerte me interrumpió.

Mi rostro se puso lívido, y mis manos comenzaron a temblar.

— O-o-oigan. ¿Q-qué f-fue eso?— pregunté, de manera entrecortada, temblando como una hoja. Algo se movió en la niebla.— Eso, eso, eso no es gracioso. El que esté haciendo eso, deténgase ahora.

Comencé a reírme nervioso, mientras miraba hacia todos lados, y me hacía una bolita. Un sudor frío me recorría la espalda. Intenté ocultarme detrás del resto, más en el medio, para que el cuerpo de los otros chicos me tapara. No, no, esto no estaba pasando. Tal vez era un sueño. Seguramente. Un sueño. Sí, sí. Estábamos todos allí, era obvio que era un sueño. ¿Verdad?

 

Diane Yamaguchi

Poco a poco, más y más personas fueron llegando con nosotros. El primero en aparecer fue un tipo aparentemente malhumorado y tan desconcertado como nosotros. Era castaño y alto, probablemente de tercer curso. También había otro chico pelirrojo con él. ¿Estarían ellos también en el sueño...?

El miedo se palpaba entre los presentes. Anna sugirió permanecer juntos, y tanto Yule como Watanabe lo secundaron. Probablemente no querían perderse en este sitio. El chico vivaracho, sin mayores temores, decidió que sería un buen momento para tocar el ukelele.

Pero pronto, un rugido lo interrumpió, y la niebla comenzó a volverse más y más intensa. Pude sentir a alguno de los presentes juntarse, para sentirse a salvo, protegidos. Miré al grupo, con calma.

—No os preocupéis, seguro que no es nada peligroso... Creo que sería mejor investigar, por si acaso, para estar seguros de qué hacemos aquí. Después de todo, tenemos que regresar a la escuela y salir de aquí, ¿no?

>>No se preocupen, yo echaré un vistazo.

 

Monjiro Kentaro

Todo se volvió oscuridad.

En cuanto los ojos de Monjiro se acostumbran a la oscuridad, en comparación de la iluminada y soleada azotea, puede discernir entre la falta de luz, el rostro de varios, a juzgar por su ropa, estudiantes del mismo instituto.

Monjiro no sabe que está ocurriendo… A lo que reconoce a los chicos nuevos de su clase.


—¡El extrovertido está aquí! Al menos sé que no se cayó de la azotea... ¿¡El de hace unos escasos segundos también!? —Piensa Monjiro— ¿Fué el reloj? Sí, tuvo que ser el reloj.

Ni dos segundos pasan desde ese pensamiento, sin tiempo a replantearse qué cojones está ocurriendo… Un furioso rugido se puede escuchar a no muy lejos de donde estamos… ¿cuántos? ¿6? ¿8 jóvenes estudiantes? Monjiro piensa que el bocadillo llevaba alguna sustancia un tanto ilegal. Rápidamente algo entre la niebla se mueve. Parecen rodeados por animales a punto de sorprender a sus víctimas. Monjiro se acerca al resto de jóvenes por puro acto intuitivo proveniente de la necesidad de sobrevivir.

A lo que el chico extrovertido deja de ser tan atrevido y se refugia entre todos los presentes, pasando por al lado de Monjiro como si intentara defenderse con los cuerpos de los demás.

Una joven decide hacerse la heroína, en una situación como esa, ¿será la primera presa? ¿Qué se le va a hacer?
Monjiro decide quedarse quieto esperando la muerte en vez de ir directamente hasta ella.

 

Nagi Watanabe

Había que ser valiente para acercarse al chico de chispeantes ojos amarillos, no entendía porqué siquiera el de naranjos cabellos pensó que era una buena idea, una de dos, o era muy estúpido o tenía la fuerza suficiente para hacerle frente, a juzgar por su contextura Nagi supuso que sería más lo primero.

El tipo se ganó entonces en medio de todo el grupo sentándose en el suelo, y recién se percató la chica de que tenía un ukelele, y con un extraña forma de hablar dijo que les tocaría una canción para bajar los decibeles... De a poco la teoría de que a ese chico le faltaban un par de tornillos estaba tomando forma en la cabeza de Nagi ¡Era suuuper raro! Pero de alguna forma logró calmarse un poco, aflojando el agarre de la camisa de la chica, pero no se soltó por completo.

Y bien que no lo hizo, pues tal como una bajada inesperada en la montaña rusa un rugido furioso se escuchó por todo el lugar, inevitablemente muchos terminaron yéndose al centro, cerca del tipo con el ukelele, como mera reacción instintiva.

—Seguro no es nada peligroso. —escuchó decir a una de las chicas de ahí, al parecer a quien le había hablado antes la tipa a la que ahora agarraba de la camisa... Recién se había percatado de eso, inmediatamente la soltó por completo y prefirió aferrarse a su propia falda, arrugándola en el proceso. — Yo echaré un vistazo. — Eso definitivamente era lo más sorprendente que había escuchado hasta ahora ¡¿Cómo que iba a ir a investigar, allá en la oscuridad, un lugar desconocido?! ¿Y pensaba que la criatura era indefensa? ¡Los animales salvajes eran de todo menos indefensos! Si hasta una gallina te podía generar problemas ¿Qué esperar de una criatura con tal rugido?.

—N-no deberías ir sola. —dijo Nagi desde sus espaldas. — Podría pasarte algo... como caerte por una pendiente... — Trato de buscar algún motivo que no involucrara un ente peligroso, pues al parecer a ella eso no le interesaba mucho. — ¿Qué pasa si te doblas es tobillo y después no puedes volver? — Aunque Watanabe no estaba del todo segura si ir sería una buena idea, o del todo mala, lo que tenía claro era que por ahora no se ofrecería a acompañarla solo a ella, pero si más se sumaban podría llegar a ser una mejor idea, si algo era peor que salir a investigar era el quedarse a la espera de ser devorados, o eso creía.

 

Diane dijo esas palabras y dio un paso hacia delante, dispuesta a investigar... pero fue detenida en seco ante lo que apareció.

Un monstruo. Sí, tal como lo oyen. Apenas si podían creer a sus ojos pero... un gigantesco y monstruoso animal se erguía ante ellos. Era todo negro, oscurecido por la niebla que lo rodeaba, pero tenía un par de ojos rojizos que brillaban con maldad. Y era alto... de unos cuatro metros de alto, quizás un poco más. Y lo más tenebroso... empuñaba una guadaña en sus manos. Una guadaña rojiza, manchada con lo que parecía ser sangre en la punta de su hoja... apenas si podías verlo con claridad, pero podías sentirlo... su malicia... se imponía con su sola presencia.

Aquel monstruo soltó un grito aterrador, parecido al rugido que oyeron antes. Parecía ser... un grito de batalla. El monstruo alzó su guadaña, dispuesto a atacar... pero, ¿qué podían hacer ahora? ¿Qué hacer ante ese intimidante monstruo? No había a dónde huir...

¿Sería este su fin?

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El siguiente post mío será un poco largo, y los llevará a la siguiente área. Lo corto aquí para los que quieran rolear sus reacciones al monstruo que apareció; ya habrán más explicaciones en el siguiente post :)

PD: Y de paso, esperamos a los dos que aún no llegaron (?

 

Akiko Brooks

Más gente llegó a la zona, apareciendo de la nada. El hecho de que todos recordaremos la Velvet Room y a aquel hombre narigudo, que todos tuviésemos el mismo reloj, que estuviésemos en el mismo instituto y aparentemente fuésemos todos nuevos... demasiadas cosas raras y casualidades unidas en un mismo sitio.

Estaba asustada. Asustada y confusa. Pero nada se comparó al miedo que sentí cuando escuché aquel ruido y se empezó a divisar la extraña figura entre la niebla. Amedrentada, di un par de pasos hacia atrás. Quería... d-despertar, volver, ¡lo que sea, pero salir de allí ya!

El pánico se estaba apoderando de mí, pero... de pronto, la chica madura intervino. Con serenidad, calma y unas agallas envidiables, decidió acercarse. Su semblante serio pero seguro, su madurez... me resultaba tremendamente inspiradora. Quedé embobada mirándola, pensando "quiero ser como ella. Desearía ser como ella". Pero...

Pero no era como ella.

Por eso, cuando apareció más nítidamente la figura monstruosa ante nosotros, no pude evitar contener el grito. Esa guadaña, esos ojos rojos...

—¡A-Aaaaaaah! ¿¡Q-Qué es eso!? ¿Qué está pasando? ¡¡Quiero salir de aquí!!

Y me agaché en el sitio, agachada, asustada. Sentía que mi vida se iba a acabar en ese preciso instante. Que lo que quiera que era ese monstruo iba a matarnos a todos.

... menuda vida más miserable, la que he tenido.

 

Senji Allende

Contemplé con incredulidad como una de las chicas se dirigía hacia la niebla, habiendo anunciado que se dedicaría a investigar. ¿Pero acaso estaba loca? ¿Le faltaba un tornillo? Como se iba a internar en esa niebla, con ánimos de investigar que había hecho ese sonido. No, no, a esa muchacha le faltaban un par de jugadores. Quise gritarle de que no hiciera una estupidez como esa, pero no lo logré a tiempo.

El ukulele cayó de mis manos en cuanto la figura apareció, y comencé a boquear e hiperventilarme, completamente aterrado. Todo mi cuerpo temblaba, tenía el rostro pálido y sudoroso, y mis ojos parecían querer salirse de mis cuentas. El terror se podía notar fácilmente en mis ojos, y mi garganta estaba completamente atenazada. El grito que pegó Akiko no hizo más que elevar mi presión sanguínea, y salté hacia un costado, cayendo de espaldas, gritando también. Miré hacia alrededor, sins aber que hacer, y simplemente volví al grupo, en cuatro patas, mientras me repetía que nada de lo que estaba viendo era real, seguramente era una alucinación que estaba sufriendo por comer jamón en mal estado en el almuerzo.

Llegué de vuelta hasta el centro del grupo, y me hice una bolita, acurrucado, temblando como si fuera el epicentro de un terremoto. Y sin darme cuenta, me había puesto al lado de Akiko, mientras me repetía a mí mismo una y otra vez que todo estaba bien, que no iba a pasar nada, que el monstruo no me había visto, que me había ocultado a tiempo. Sentía que tenía ganas de llorar.