Long-fic 50 Sombras de Stark

Tema en 'Crossover' iniciado por Taisha StarkTaisho, 8 Julio 2013.

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    Taisha StarkTaisho

    Taisha StarkTaisho Usuario común

    Virgo
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    Mensajes:
    372
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    50 Sombras de Stark
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3291
    Capitulo 1:
    Me miro en el espejo y frunzo el ceño frustrada. Que asco de pelo, no hay manera con el. Y maldita sea Natasha que se ha puesto enferma y me ha metido en este lío. Tendría que estar estudiando para los exámenes finales de mi curso, que son la semana que viene, pero aquí estoy, intentando hacer algo con mi pelo. No debo meterme a la cama con el pelo mojado. No debo meterme a la cama con el pelo mojado. No debo meterme a la cama con el pelo mojado, recito varias veces mientras intento una ves mas controlarlo con el cepillo, me desespero, pongo los ojos en blanco, y observo a la chica pálida, de pelo rojo frambuesa y ojos azules, exageradamente expresivos, que me mira y me rindo. Mi única opción es atarme todo este pelo rebelde en una coleta, y confiar en estar al menos presentable.

    Natasha es mi compañera de piso, y ha tenido que pillar un resfriado justamente hoy, por eso no pudo ir a la entrevista que había conectado para la revista de la facultad con un MEGAEMPRESARIO que yo nunca había oído hablar. Así que va a tocarme a mi. Tengo que estudiar para los exámenes finales, tengo que terminar un trabajo que se suponía que a eso me iba a dedicar esta tarde, pero no.

    Lo que me toco hacer esta tarde es conducir más de doscientos kilómetros para reunirme con el enigmático presidente de Industrias Stark. Como empresario excepcional y principal mecenas de nuestra universidad , su tiempo es extraordinariamente valioso —mucho más que el mío — pero ha concedido una entrevista a Natasha. Un bombazo según ella, malditas sean sus actividades extraacademicas.

    Natasha Romanoff esta acurrucada en el sofá del salón.

    —Pepper, lo siento tarde nueve meses en conseguir esta entrevista. Si pido que me cambien el día, tendré que esperar otros seis meses, y para entonces las dos estaremos graduadas. Soy la responsable de la revista, así que no puedo echarlo todo a perder, por favor..— me suplica Tasha con voz ronca por el resfriado.

    ¿Cómo lo hace? Incluso enferma esta guapísima , realmente atractiva, con su pelo larguísimo rojo perfectamente peinado y sus ojos achinados y brillantes, aunque ahora los tiene rojos y llorosos. Paso por alto la inoportuna punzada de lástima que me inspira.

    — Claro que iré Tasha, vuelve a la cama. ¿Quieres un te o una aspirina?—

    —Una aspirina por favor. Aquí tienes las preguntas y una grabadora. Sólo tienes que apretar aquí y tomar notas, luego ya lo transcribiré todo—

    —No se nada de él — murmuro en vano tratando de reprimir el pánico, que es cada vez mayor.

    — Te harás una idea por las preguntas. Sal ya, el viaje es largo. No quiero que llegues tarde—

    — Si, ya me voy. Vuelve a la cama, te he preparado una sopa para que te la calientes después—
    La miro con cariño, sólo haría algo así por ti, Natasha.

    —Si lo haré. Gracias Virgi, me has salvado la vida.

    Tomo el bolso, le lanzo una sonrisa y me dirijo al coche. No puedo creer que me halla dejado convencer, pero Natasha es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea. Será una excelente periodista. Sabe discutir y expresarse, es fuerte, convincente y guapa y es mi mejor amiga.
    Es temprano y no tengo que estar allí hasta las dos del mediodía. Por suerte Natasha me ha prestado su Mercedes CLK. No tengo nada claro que pudiera llegar a tiempo con Wanda. Mi viejo Volkswagen escarabajo. Conducir el Mercedes es muy agradable, piso con fuerza el acelerador y los kilómetros pasan volando.

    Me dirijo hacia la serie multinacional del señor Stark, en un enorme edificio de 20 plantas, todo el de vidrio y acero con las palabras "Stark House" en un discreto tono metálico en las puertas acristaladas de la entrada. Entro en el inmenso — y francamente intimidante— muy aliviada por no haber llegado tarde, del otro lado me sonríe amablemente una chica rubia, atractiva y muy arreglada

    — Vengo a ver al señor Stark. Virginia Potts. Vengo de parte de la señorita Natasha Romanoff—

    —Espere un momento, señorita Potts— me dice alzando las cejas.
    Espero tímidamente frente a ella, empiezo a pensar que debi haberme vestido elegante en vez de mi chaqueta azul, he hecho el mayor esfuerzo por ponerme el único pantalón que tengo, mis botas marronas y un jersey azul, para mi ya es ir elegante. Me paso por detrás de la oreja un mechón de pelo que se me ha soltado de la coleta fingiendo no sentirme intimidada.

    —Si, tiene cita con la señorita Romanoff. Por favor firme aquí señorita Potts, el último ascensor de la derecha, planta 20—
    Me sonríe amablemente, sin duda divertida mientras yo firmo.
    Me tiende un pase de seguridad que tiene la palabra impresa VISITANTE. No puedo evitar sonreír. Es obvio que sólo estoy de visita. Le doy las gracias y me dirijo hacia los ascensores, más allá de los dos vigilantes, ambos mucho más elegantes que yo con su traje negro de corte perfecto. El ascensor me translada a la planta 20 en una velocidad de vértigo. Las puertas se abren y salgo al otro gran vestíbulo, veo a otra rubia vestida impecablemente de blanco y negro.

    —Señorita Potts ¿me puede esperar aquí por favor? — me pregunta señalando una sala de asientos de piel color blanco.

    Me siento, saco las preguntas y las leo maldiciendo por dentro a Natasha por no haberme pasado una breve biografía. No se nada del hombre que voy a entrevistar. Podía tener tanto noventa años como treinta. La inseguridad me mortifica y como estoy nerviosa, no paró de moverme. Me distraigo pensando en todo, a juzgar por la apariencia del edificio el tipo debe tener unos 40 años, mantenido en forma y por supuesto rubio. ¿Acaso tiene una obsesión con el cabello rubio?, todas las de su personal lo son. Estoy distraída pensando si eso es legal, cuando la puerta del despacho se abre y sale un moreno atractivo, con el pelo castaño, y por su puesto elegantemente vestido, esta claro que no pude haber elegido peor mi ropa. Se vuelve hacia la puerta.

    —Stark ¿Jugamos golf esta semana?

    No oigo la respuesta, el moreno me ve y sonríe, se le arrugan las comisuras de los ojos.

    —Buenos días señoritas — dice el hombre, metiéndose en el ascensor.

    —El señor Stark ya la atenderá señorita Potts, puede pasar — me dice la rubia número dos.
    Me levanto tambaleándote un poco e intentando contener los nervios. Tomo el bolso y me dirijo hacia la puerta entornada.

    — No hace falta que llame, entre directamente — me dice sonriéndome.

    Empujo la puerta, me enredo con mi propio pie y caigo de bruces en el despacho. Mierda, mierda. Que patosa... Estoy de rodillas y con las manos apoyadas en el piso del despacho del señor Stark, y unas manos amables me rodean para ayudarme a levantarme del piso. Estoy muerta de vergüenza ¡Que torpe!. Tengo que armarme de valor para alzar la vista. Madre mía, que guapo es.

    —Señorita Natasha— me dice tendiéndome una mano de largos dedos ya cuando me estoy incorporando— Soy Tony Stark ¿esta bien? ¿Se quiere sentar?.

    Muy guapo y atractivo, MUY atractivo. Con un elegantísimo traje gris, camisa blanca y corbata negra, con un pelo rebelde y brillantes ojos chocolates que me observan atentamente. Necesito un momento para poder articular palabra.

    — Bueno, la verdad... La señorita Romanoff esta indispuesta y me ha enviado a mi espero que no le importé, señor Stark.

    —Y ¿usted es?... —

    —Virginia Potts, estudio literatura inglesa con mi amiga.. Digo Natasha... Digo la señorita Romanoff —

    — Ya veo — se limita a responderme.
    Creo ver el esbozo de una sonrisa en su expresión, pero no estoy segura.

    — ¿Desea sentarse? — me pregunta señalándome un sofá blanco de piel en forma de L.

    Su despacho es exageradamente grande para una sola persona. Delante de los ventanales blancos hay una mesa grande y obscura, donde podrían comer perfectamente 6 personas. Hace juego con la mesita de noche cerca del sofá, todo lo demás es blanco. Excepto la pared de la puerta, en la que treinta y seis cuadritos forman una especie de mosaico cuadrado pintado con tanto detalle que parecía una foto.

    — Un artista de aquí. Trouton — me dice el señor Stark cuando se da cuenta de lo que estoy observando.

    —Son muy bonitos, elevan lo cotidiano a la categoría de lo extraordinario — murmuro distraída tanto por el como por los cuadros.
    Ladea su cabeza y me mira con atención

    — No podría estar más de acuerdo con usted señorita Potts— me dice en voz baja. Y por una inexplicable razón me ruborizo.

    Bajo la cabeza por la dirección que esta tomando mis pensamientos y saco del bolso las preguntas de Tasha. Luego preparo la grabadora con tanta torpeza que se me cae dos veces en la mesita. El señor Stark no abre la boca, aguarda pacientemente y yo me siento cada vez más avergonzada y me pongo más roja . Cuando reúno el valor para mirarlo está observándome, con una mano encima de la pierna y otra alrededor de la barbilla y con el largo dedo índice cruzándole los labios. Creo que intenta ahogar una sonrisa.

    —Lo siento... —balbuceo—. No suelo utilizarla.

    —Tomese el tiempo que necesite señorita Potts — me contesta

    —¿Le molesta que grabe sus respuestas? —

    —¿Me lo pregunta ahora después de lo que le ha costado preparar la grabadora? —

    Me ruborizo ¿esta bromeando? Eso espero. Parpadeo, no se que decir. Y creo que se apiada de mi por que acepta.

    —No, no me molesta... — frunzo el ceño e intento centrar mi caprichosa atención en lo que tengo que hacer.

    —Bien. — digo tragando saliva— Tengo algunas preguntas para usted, señor Stark—
    Me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja.

    —Si, creo que debería preguntarme algo — me contesta inexpresivo.

    Esta burlándose de mi. Al darme cuenta de ello me arden las mejillas. Me incorporo un poco y estiro la espalda para parecer más alta, pulso el botón de la grabadora intentando parecer profesional.

    — ¿A qué se debe su éxito?— le miro y el esboza una sonrisa burlona, pero parece ligeramente decepcionado.

    — Los negocios tienen que ver con las personas, señorita Potts, y yo soy muy bueno analizándolas. Se cómo funcionan, lo que les hace ser mejores y lo que no. Cuento con un equipo excepcional y les pago bien— se calla un instante y me clava su mirada chocolate — Creo que para tener éxito en cualquier ámbito hay que dominarlo, trabajo muy duro para conseguirlo. Tomo desiciones basándose en la lógica y los hechos. Tengo un instinto innato para reconocer y desarrollar una buena idea. Y seleccionar a las personas adecuadas, la base es siempre contar con las personas adecuadas... —

    —Quizá sólo ha tenido suerte—

    Este comentario no esta en la lista de Natasha, pero es tan arrogante. Por un instante la sorpresa va a sus ojos.

    —No creo en la suerte ni en la casualidad, señorita Potts. Cuanto más trabajo más suerte tengo, realmente se trata de pensar bien y tener el personal adecuado y saber dirigir sus esfuerzos—

    —Parece usted un maniático del control.. —as palabras han salido de mi boca antes de que pudiera detenerlas.

    —Bueno, lo controlo todo, señorita Potts— sin el menor rastro del sentido del humor en su sonrisa.
    Lo miro y me sostiene la mirada impasible. Se me dispara el corazón y vuelvo a ruborizarme. ¿Por qué tiene ese desconcertante efecto sobre mi? ¿Quizá por que es irresistiblemente atractivo? ¿Por cómo me mira? ¿O por como se pasa su dedo índice por su lado inferior? Ojalá dejara de hacerlo.

    — ¿Le parece a usted que su poder es inmenso? —
    Maniático del control, añado para mis adentros.

    — Tengo más de cuarenta mil empleados señorita Virginia, eso me otorga cierto sentido de la responsabilidad... Poder, si lo prefiere—

    Me quedo boquiabierta, su falta de humildad me deja estupefacta.

    — ¿ No tiene que responder a una junta directiva? — le pregunto asqueada.

    —Soy dueño de mi empresa, no tengo que responder ante ninguna junta directiva—

    — Parece que el que habla es su corazón, no la lógica y los hechos—

    Frunce los labios y me observa de arriba abajo.

    —Es posible. Aunque muchos dirían que no tengo corazón... —

    —¿Por que dirían algo así?—

    —Por que me conocen bien — me contesta con una sonrisa irónica.

    —¿Dirían sus amigos que es fácil conocerlo? —y nada más preguntárselo lamento haberlo dicho. No esta en la lista de Tasha.

    —Soy una persona muy reservada, Señorita Potts. Hago todo lo posible por proteger mi vida privada, no suelo ofrecer entrevistas... —

    —¿Y por que acepto esta? —

    —Por que soy mecenas de la universidad y por que sabía que por más que lo intentara no podría sacarme de encima a la señorita Romanoff, no dejaba de dar lata a mis relaciones públicas y admiro esa tenacidad —

    Se lo tenaz que puede llegar a ser Natasha, pero estoy sentada aquí, incomoda y muerta de la vergüenza ante la mirada penetrante de este hombre, cuando debería estar estudiando para los exámenes.

    — Parece usted el paradigma del consumidor —

    —Lo soy... —

    Sonríe, pero la sonrisa no ilumina su mirada. Trago saliva, en el despacho hace cada vez más calor, o quizá sólo sea cosa mía, sólo quiero terminar de una vez. Seguro Natasha tiene bastante material. Echo un vistazo a la siguiente pregunta.

    —Fue un niño adoptado ¿hasta qué punto cree usted que ha influido en su manera de ser?

    Vaya, una pregunta personal. Lo miro con la esperanza de que no se ofenda. Frunce el ceño.

    —No puedo saberlo... —
    Me pica la curiosidad

    —¿Qué edad tenía cuando lo adoptaron? —

    — Todo el mundo lo sabe, señorita Potts — me contesta muy serio

    Mierda, si hubiese sabido que iba a hacer esta entrevista me hubiese informado un poco. Cambio de tema rápidamente.

    —¿Ha tenido que sacrificar su familia por el trabajo? —

    —Eso no es pregunta— me réplica en tono seco.

    —Perdón...
    No puedo quedarme quieta. Ha conseguido que me sienta como una niña perdida. Vuelvo a intentarlo.

    —¿Ha tenido que sacrificar su familia por el trabajo?

    — Tengo una familia, una hermana, un hermano y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia.

    — ¿Es usted Gay, señor Stark?

    Respira hondo, estoy avergonzada, abochornada. Mierda, ¿por qué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla?¿cómo voy decirle que estoy limitandome a leer las preguntas? Maldita sea Natasha y su curiosidad.

    — No Virginia, no soy gay.
    Alza las cejas y me mira con ojos fríos, no parece contento.

    —Le pido disculpas. Está... Bueno... Esta aquí escrito.

    Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre. El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas. Nerviosa, me coloco el mechón de pelo detrás de la oreja. Inclina su cabeza.

    —¿Las preguntas no son suyas? —

    Quiero que me trague la tierra.

    —Bueno... No, la señorita Romanoff me las ha dado.

    —¿Son compañeras de la revista de la facultad?—
    Oh no, no tengo nada que ver con la revista es una actividad extraacademicas de ella, no mía. Me arden las mejillas.

    —No, es mi compañera de piso.

    Se frota su barbilla con parsimonia y sus ojos chocolates me observan atentamente.

    —¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? — me pregunta en tono tranquilo.

    —Me lo ha pedido ella, no se encuentra bien. — le respondo casi disculpándome.

    —Eso explica muchas cosas... —

    Abren la puerta y entre la rubia número dos.

    — Señor Stark, perdone pero su próxima reunión es en dos minutos.

    —No hemos terminado, Andrea. Cancele mi próxima reunión...

    La rubia se queda boquiabierta sin saber que responder. Parece perdida, el señor Stark le vuelve la mirada y alza las cejas. Se pone colorada. Menos mal, no soy la única.

    —Muy bien señor Stark — Murmura y sale del despacho.

    Frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en mi.

    —¿Dónde íbamos señorita Potts?

    Valla, ya estamos otra vez con lo de «Señorita Higurashi».

    —No quisiera interrumpir sus obligaciones—

    — Quiero saber de usted, creo que es lo justo... —

    Sus ojos chocolates brillan de curiosidad. Mierda, mierda ¿que pretende? Apoya los codos en los brazos de la butaca y une las yemas de los dedos de ambas manos frente a la boca. Su boca me... Me desconcierta. Trago saliva.

    —No hay mucho que saber — lo digo volviéndome a ruborizar.

    — ¿Qué planes tiene después de graduarse?

    Me escojo de hombros. Su interés me desconcierta. Irme con Natasha, encontrar trabajo... No lo se, no tengo nada más pensado después de los exámenes.

    —Aún no he hecho planes, Señor Stark. Tengo que aprobar los exámenes finales.

    Y ahora debería estar estudiando y no sentada en su inmenso, escéptico y hermoso despacho, sintiéndome incómoda ante su penetrante mirada.

    —Aquí tenemos un excelente programa de prácticas—Me dice en tono tranquilo.

    Alzo las cejas sorprendida ¿acaso esta ofreciéndome trabajo?

    —Lo tendré en cuenta ...— murmuro confundida— Aunque no creo encajar aquí —

    Oh no, estoy otra vez pensando en voz alta

    —¿Por qué lo dice?—

    Soy torpe, desaliñada y no soy rubia.

    —Es obvio

    — Para mi no.

    Su mirada es intensa y su atisbo de sonrisa ha desaparecido. De pronto siento que unos extraños músculos me oprimen el estómago. Aparto los ojos de su mirada escrutadora y me contemplo los nudillos aunque no los veo. ¿Qué esta pasando? Tengo que marcharme ahora mismo. Me inclino para coger la grabadora

    —¿Le gustaría que le enseñará el edificio?— me pregunta.

    —Seguro esta ocupado señor Stark, y yo tengo un largo camino.

    —¿Vuelve en coche a casa? —parece sorprendido, incluso nervioso. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.—Bueno, conduzca con cuidado— Me dice en tono serio, autoritario.

    ¿Por qué iba a importarle?


    —¿Me ha preguntado todo lo que necesita? — añade.

    —Si — le contesto metiéndome la grabadora en el bolso.

    Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.

    — Gracias por la entrevista, señor Stark.

    —Ha sido un placer —me contesta tan educado como siempre.

    Me levanto, se levanta el también y me tiende la mano.

    —Hasta la próxima, señorita Potts... —

    Y suena como un desafío, o una amenaza. No estoy segura de cual de las dos cosas. Frunzo el ceño ¿cuando volveremos a vernos? Le estrecho de nuevo la mano, perpleja de que esta extraña corriente aún siga circulando entre nosotros. Deben ser nervios. Me despido de el con un movimiento de cabeza. El se dirige a la puerta con gracia y agilidad y la abre de par en par.

    —Asegurese de cruzar la puerta con buen pie, señorita Potts... —

    Me sonríe, esta claro que se refiere a mi poco elegante entrada a su despacho. Me ruborizo.

    —Muy amable, Señor Stark— le respondo de manera brusca.
    Su sonrisa se acentúa, me alegra de haberle divertido. Salgo del vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga. las rubias levantan la mirada tan sorprendidas como yo.

    —¿Ha traído abrigó?— me pregunta.

    —Chaqueta.

    La rubia número dos se levanta de inmediato a buscar mi chaqueta. Que Stark le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga y lo hago sintiéndome totalmente ridícula. Por un momento Tony me apoya sus manos en mis hombros y doy un respingo al sentir su contacto. Si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos. Yo con torpeza y el sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar, tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo esta inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared, realmente es muy guapo, GUAPÍSIMO. Me desconcierta.

    —Virginia — Me dice en forma de despedida

    —Anthony —Le contesto

    Y afortunadamente las puertas se cierran.
     
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  1. Chris Solis
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