Saint Seiya Últimos Pensamientos

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por AMMU TEIKOKU YUDAINA, 18 Mayo 2025.

Cargando...
  1.  
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1577
    Explorando mas a fondo la llegada de Kiki a la vida de un Mu adolescente competentemente inexperto, como logro aprender sobre la marcha, los conflictos internos y como supero aquellos.
    Saint Seiya y derivados son propiedad de Masami Kurumada, yo solo creo la historia en cuestión.
    Lean y disfruten.

    ————————————————————————————————————————————————————————
    La nieve está cayendo de forma precipitada… Creo que en cuestión de minutos la visibilidad será de cero.

    Tengo que darme prisa a legar a la torre.

    No lo negare… Cada paso que dio se hace tan difícil, incluso temo caer.

    Pero creo que no estoy hablando solo de la inmensa capa blanca.

    Un suspiro sale de mis labios, es demasiado… Siento que no puedo continuar, pero mis pies siguen adelante, como si algo me impulsará.

    Me he dejado llevar por eso desde hace algunos años que ya no sé, si está siendo lo mejor.

    Los ideales de mi maestro… Aquel que pereció a manos de quien menos lo creía.

    Son los que me siguen guiando, sus enseñanzas las guardo como el mayor tesoro y único que me queda.

    En lo que puedo confiar.

    Pero aun así, duele… Duele demasiado para mí.

    Creo que no soy tan fuerte como debería ser el caballero dorado de Aries…

    No soy… Lo suficiente para esta labor.

    Siento como mis lágrimas quieren brotar, por mis absurdos pensamientos, por mis temores, dudas, miedos.

    Pero escucho ese sonido, ese pequeño ruido que de cierta forma, me salvo de mí mismo.

    -Es… Un llanto…-

    Me detengo en medio de la fuerte ventisca, tratando de saber de dónde viene ese sonido.

    Logro localizarlo, no está lejos pero me desviara de mi camino.

    Más siento algo que me dice que debo ir, que es necesario que lo haga, que alguien me está llamando.

    ¿Por qué siento eso?

    Mi andar fue apresurado, un débil cosmos me estaba rogando que lo ayudará.

    -¿Acaso sería una pequeña estrella que cayó?-

    Esa pregunta recae en mí pensar.

    Tarto de seguir cubierto con esa capa desgatada, el viento rata de arrancarla de mí, sostengo los alimentos que me deberían durar todo el mes.

    Mas nada de eso me importa, al ver de quien provenía ese llanto.

    Un bebe, uno muy pequeño, estando envuelto en una delgada sabana, estaba desnudo sin duda, se podía ver la piel de su pecho.

    ¿Quién no lloraría con este frio?

    Si a mí me está congelando y tengo puesta varias capas de ropa.

    Mi corazón siente un revuelo de múltiples emociones.

    Mis manos se apresuran a tomar al infante.

    Soy demasiado torpe, nunca había sostenido a uno antes… Son tan frágiles y pequeños, mis manos podrían lastimarlo.

    Lo acerco a mí, sosteniéndolo con una mano, para cubrirlo con esa capa y llevarlo lo antes posible a la torre.

    Había sido precavido, cualquier uso de mi cosmos que no fuera para reparar las armaduras, podría ser detectado…

    Mas este pequeño, no soportará este clima, de no arriesgarme.

    Lo hago para llegar lo más rápido y cubrir al pequeño de este frio.

    Dentro el ambiente es más cálido, tengo que encender el fuego y hacer que entre en calor.

    Lo siento tiritando contra mí.

    -Tienes frio… Es normal… El clima es demasiado para ti-

    Lo mejor será… Que utilice mi cosmos, así podré mantenerlo tibio…

    Lo sostengo con delicadeza contra mi pecho, estoy en el suelo, concentró el cosmos a su alrededor para abrigarlo lo mejor que pueda.

    No sé ¿Por qué? ¿Por qué estoy haciendo esto?

    Pero algo dentro de mí, me dice que debo protegerlo, sin importar que…

    Siento que debo cuidarlo.

    Poco a poco su piel… Que estaba con un tono azulado, comienza a adquirir un ligero color, significa que está entrando en calor.

    Solo verlo así, me hace sentir aliviado.

    Mi telequinesis me ayuda a encender la chimenea de manera rápida, hace unos instantes no pensaba con claridad, estaba demasiado angustiado y no compendia porque este bebe me hace sentir así.

    Sus mejillas están un poco pálidas, sus ojos se abren y cierran con dificultad…

    Mínimo siento algo de calor en él.

    Debo abrigarlo mejor.

    No tengo ropa de bebe, ni siquiera sé, si mi maestro guardo algo de la mía o se deshizo de ella.

    La verdad no me interesa eso, prefiero cubrirlo con algo más tibio. Tengo frazadas para este clima.

    De nuevo mi telequinesis ayuda en esto casos, así no dejo de sostener a este bebe.

    Me estoy aferrando a él ¿Qué será este sentimiento en mí?

    Al tener aquel objetó, arropo al bebe en mis brazos… No sé si lo haga ben.

    Pero si lo mantengo cubierto estará a salvo.

    Por el miedo, no había notado su rostro. Es un Lemuriano… Tiene dos tikas de color lila y sus cabellos como su fuera una delicada pelusa rojiza.

    Debería hacer otras cosas, pero no he quiero separar de este indefenso ser… Es muy extraño, jamás había sentido esto por nadie.

    -Tal vez por solo esta noche… Pueda abandonar un poco el ser tan complejo en lo que hago y solo deje todo para después-

    Un pensamiento cruza por mi mente… los bebes deben comer algo… leche… Pero…

    Mis rostros baja hasta mi pecho, una idea tan tonta cruzo por mi pensar y niego con la cabeza avergonzado.

    -Soy un hombre… No puedo…- Un balbuceó de vergüenza dejo escapar.

    -¿Por qué pienso cosas raras?-

    Sé que es algo que mi maestro muchas veces me prohibió… Pero si mi calor y cosmos este pequeño podría…

    -Perdóneme maestro, pero lo hare-

    Usar mi telequinesis para hervir leche, mientras yo estoy en el suelo, cuidando a un niño, algo por lo cual me hubiera reprendido antes.

    No tengo un biberón… ¿Qué podría utilizar?

    Mis preocupaciones fueron interrumpidas, él bebe comenzó a llorar, no era tan fuerte, no me molestaba el sonido, si no que… No sabía qué hacer.

    Comencé a sentirme desesperado y muy inútil… Que hacer… Piensa… Solo un poco.

    Me lo repetí muchas veces.

    Una vez… vi como unos pastores alimentaban a un corderito con leche en una bolsa… Su madre… No estaba con él.

    -Puede funcionar, por ahora-

    Solo debía divisar una bolsa, limpiarla bien… Y depositar la tibia leche en ella…Trataba de calmarlo, pero seguía su débil llanto.

    Era hambre estaba seguro. Todo gracias a mi dominio de aquella arte, lo tenía listo.

    Sostuve ese intento de biberón lo mejor que pude y lo trate de acercar a él, sin olvidarme de hacer un orificio para que succionara.

    Apenas s lo acerque a él, sin duda pareció entender lo que debía hacer mejor que yo.

    Chupaba la leche, con algo de desesperación.

    Sus ojitos parecían despertar, yo lo miraba cada detalle no se me pasaba de alto.

    Lo sujetaba con el brazo derecho y con el izquierdo sostenía el “Biberón”.

    Nuestras miradas chocaron un momento.

    Él bebe notaba aquello, sin darle más importancia volvió a cerrarlos.

    Me sentía feliz de verlo... Sentía como mi corazón se enternecía por ese pequeño ser.

    No tardo mucho… Dejo de comer repentinamente.

    Había bajado un poco a esa leche debe ser normal… Creo.

    -¿Qué más debo hacer ahora?-

    Fue mi primera pregunta, después de alimentarlo.

    Él se encontraba dormido entre mis brazos y yo… Solo miraba.

    -¿Debería dormir?- Negué con la cabeza rápido.

    -No puedo hacerlo y si… ¿Algo sucede? O ¿Necesita algo?-

    Siento esa opresión en mi pecho, de tantas inseguridades y miedos que no sabía que tenía.

    Mire el fuego un instante y sentía como una calidez nunca antes en mi ser.

    Me sentía extremadamente feliz… Por primera vez en varios años.

    Me levante del suelo, decidí que era mejor descansar algo en mi cama.

    Claro que él bebe vendría conmigo.

    Lo sujetaba con tanta firmeza, temía que se me cayera. En mi pensar creo que soy demasiado torpe para algo así.

    Subir las escaleras nunca fue una tarea tan complicada, como aquella noche.

    Llegar a mi cama era en verdad reconfortable.

    Me senté, pegando mi espalda a la cabecera, que era una pared y así decidí dormir.

    Mis brazos se dormirían lo más seguro.

    Pero no perdería las fuerzas para sostenerlo.

    Me era necesario mirarlo con detalle, me llenaba de ternura su sola carita.

    Sonreí, al verlo moverse en mis brazos acomodarse.

    No soy tan grande, ni tan alto… Solo doce años… Pero tenía una pequeña vida contra mi pequeño… Y no podía abandonarla.

    Sentía el peso de ser la telequinesis y mi cosmos mucho tiempo… Me agotaba de repente, además que ese día había reparado una armadura… No use mi sangre pero aun así me sentía cansado.

    Suspire, pegando al niño contra mi pequeño y mirándolo… Fue como de a poco mis ojos se comenzaban a cerrar.

    Dando entre sueños pequeños sobresaltos, porque se suponía debía estar despierto.

    Velaba su sueño…

    Cada tres horas más o menos él despertaba un poco y lloraba, podía escucharlo.

    Su llanto lo sentía que podría ser de hambre y así era.

    De nuevo todo el procedimiento, comer y volver a dormir.

    Sabía que aquello pronto traía la consecuencia fisiológica común… Debía prepararme con algo para hacer pañales… Telas… Podría utilizar.

    No siquiera sé en qué punto supe eso. Fue como si algo dentro de mi cerebro lo estuviera sobre analizando.

    Así pase esa primera noche… Si, la pase, medio dormido, preocupado, con miedos, pero igual me sentía feliz… De solo verlo.
     
  2. Threadmarks: Capitulo 2 (Maestros)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1812
    A la mañana siguiente, me comunique vía cosmos con el viejo maestro.

    Quería cuestionarle todo esto. Es la única persona con la que podía contar.

    Sé que fue el mejor amigo de mi maestro, me dijo que siempre, que si alguna vez estaba en problemas y no llegara a estar recurriera a él, me mantendría a salvo.

    -¿Viejo maestro?-

    -Oh, hola pequeño Mu, ¿Cómo te encuentras?-

    -Bien… Bueno eso creo- Me notaba mortificado en mis palabras.

    -Sucedió algo importante, dime ¿Qué es?- Logre escuchar como una risa de parte de él.

    Suspire antes de continuar –Lo que pasa… Es que ayer… En medio de una ventisca… Encuentro a un bebe Lemuriano… Y… Es tan pequeño y… Sentía como me llamaba solo a mí con su llanto- Decía tantas cosas a la vez, que pude no darme a entender.

    -¿Un bebe recién nacido?-

    -Eso creo… Es muy pequeño… Y Sentí su débil cosmos… Fue algo extraño… Pero… No puedo explicarle lo que siento-

    -No hay necesidad de eso, Mu esa pequeña estrella llego a ti porque así debió ser-

    -¿A mí? Pero… No… Sé que hacer…-

    Es verdad… Soy un inexperto en tos asuntos… Creo que en todo lo soy… Mi autoestima a estado mal dese hace tiempo…

    -¿Quieres que yo me haga cargo de él?-

    Esa pregunta fue demasiado para mi… Me sobre salte tanto, en mi interior sentí miedo por esa propuesta. Sin pensarlo lo aferre a mi tanto… Y respondí de inmediato.

    -¡¡¡NO!!!- Creo que levante mi voz más de lo debido… Me sentí avergonzado por mi comportamiento. Estoy siendo tan irrespetuoso… Y no había razón.

    -Per… Perdóneme… Viejo maestro… Yo hable sin pensar creo que…- Pero en vez de enojarse o decirme algo… Escuche una risa de su parte.

    -Je, je, je, je, pequeño Mu, creo que tú sabrás que hacer, y lo has pensado seriamente aunque no lo parezca tu corazón ha decidido-

    -¿Mi corazón?-

    -Es algo que solo se siente y no se piensa. Quieres cuidar de ese bebe… Porque sabes que eres el único a quien necesita-

    ¿Cómo podía saber eso?

    No entiendo nada… Solo que no lo quiero lejos de mí.

    -Pero… No sé nada de como criar a un bebe… Tengo tanto miedo, y ¿Si algo malo pasa y no puedo protegerlo?, ¿Si no sé qué necesita…? ¿Si no se alimentarlo bien o cuidarlo?-

    -Cálmate muchacho… Lo has logrado esta noche y creo que de manera correcta-

    -Solo lo hice porque así lo creí, actué conforme mi mente formulaba ideas-

    -Seguiste tu instinto, es la prueba de que esa pequeña estrella te pertenece para que la cuides y sea tu discípulo en algún futuro-

    -¿Discípulo?- Deje escapar esa palabra.

    Esta fue la forma en que mi maestro se ocupó de mí… Fui también esa estrella que lo necesito… Y se volvió su discípulo.

    -Shion… Digo el patriarca…- Su voz sonaba tan triste –Aunque había llegado a criar a Aioros y Saga… Cuando tu llegaste con el… Tuvo esas inseguridades… Temía… De que no fuera suficiente para ti- Pauso su hablar un momento.

    Sentí como lagrimas resbalaban por mis mejillas… No me di cuenta cuando comencé a llorar… Pero también… Él lloraba… Me daba cuenta de eso.

    -Si te viera ahora, estaría orgulloso de ti… por mantener tu deber, aun sabiendo la maldad que ahí en el santuario y haber encontrado a la estrella que te corresponde…-

    -¿Orgulloso se mí? Mi maestro… Estaría todo, menos eso…-

    No era su digno representante… Mi mente así me lo decía día y noche… Aunque en esta última no pensé en eso, todas mis energías estaban enfocadas en esa criatura.

    -Mu… Él lo está de verdad… Siempre lo estuvo… Desde el día que te tuvo en sus brazos… Y aun ahora lo seguirá estando-

    ¿Por qué sus palabras eran tan dulces y a la vez me lastimaban profundamente?

    -Eres el único reparador de armaduras, el único que puede seguir sus enseñanzas, el suceder de su armadura, es tu deber cuidar a esa criatura que también nació bajo tu misma constelación guardiana-

    Es verdad… Él también es Aries… Compendia todo lo que decía, pero entendía poco a la vez… Solo que este bebe me necesitaba y debía estar a su lado… Cueste lo que cueste… Lo debo proteger…

    -Gracias viejo maestro… Creo que, se lo que debo hacer-

    -Si necesitas algún conejo puedes pedírmelo, recuerda que yo también he criado a mi pequeña Shunrei y conozco algunos trucos-

    -Gracias- Sus palabras fueron reconfortable.

    -Yo también estoy orgulloso de ti-

    Con esa última frase le comunicación se cortó y me dejo un sabor de boca tan difícil de entender.

    Pero que rápido desapareció al encontrarme con ese pequeño movimiento entre mis brazos con brusquedad.

    -¿Tienes hambre?- Una pregunta que sobraba, él no me contestaría, pero su rostro me lo decía todo.

    Mi instinto me guiaba, cada paso que daba para proteger a ese pequeño.

    Me di cuenta que la ventisca había dejado nieve, después de todo ese era su objetivo.

    Sabía que debía ir al pueblo y proveerme de las cosas que el pequeño necesitaría.

    Nada se me olvidaría, pero no estaba de más hacer una lista.

    Pero antes de siquiera pensar en irme, el abrigarlo es esencial. No podía dejarlo solo, y mi ser se negaba a soltarlo.

    Comprendía que en mi ropa no habría nada que lo quedara, pensé que podría hacer algunas prendas con las mías. Pero una idea surco por mi mente, algo como en automático.

    Negué primero, pero si tan solo fuera posible aquello.

    Camine dando pasos lentos y cautelosos, subir más allá de mi habitación… Justo a la que alguna vez fue de… Mi…

    Abrir esa puerta fue demasiado para mí, ver todo tal como lo había dejado, sé que debí limpiar esta área, pero me negaba hacerlo, era como perturbar el único recuerdo que tenía.

    Mis lágrimas resbalaban de mis mejillas, caían sobre ese pequeño que lo llevaba envuelto en telas bancas para protegerlo del frio.

    Aspire profundo, y me adentre, debía buscar bien… Sé que sonara tonto, pero creí en ese instante que… Algo de mi ropa de bebe estaría allí.

    En ese momento, posiblemente fue la idea más brillante y tonta de todas.

    ¿Por qué guardaría mi ropa?

    Solo fui su alumno y ya, no debí ser alguien importante para él…

    Debía decirme eso a mí mismo, porque el patriarca lo fue todo para mí… El único que me cuido tanto y exigió en partes iguales.

    Ya no quería seguir pensando, apreté mis ojos, para que las últimas lagrimas descendieran, pensaba en buscar en aquel ropero de madera, tan antiguo, siempre había estado allí… Y creo que estaba desde que mi maestro era joven…

    No podría buscar con la pequeña estrella entre mis brazos, no quería, pero debía.

    Mi corazón me guio a depositarlo en esa cama, aun con algo de polvo, creía que era el mejor lugar…

    Al verlo dormir allí… Pensé en cuantas veces yo debí haber dormido en mi época de bebe, y aun en la infancia, al tener miedo, las pesadillas que me atormentaron… Me cuido… Era como sentirlo de alguna manera.

    Me aleje de allí, para seguir con mi búsqueda. Al abrir dicho objeto, ver su ropa fueron los recuerdos, las sonrisas, regaños, enseñanzas, las que golpearon mi mente.

    Seguí adelante, limpiando con mis manos aquella tristeza.

    No había nada, era de esperarse, suspire, era mejor retirarse, esa habitación estaba colmada con tanto dolor.

    -Lo extraño maestro- Desde su muerte, mi vida ha sido lamentable… Añorarlo y a veces pensar que… Solo fui una carga para él.

    No me sentía merecedor de nada…

    Perecía que me castigaba por algo que no había cometido. Pero que no aun siendo un caballero dorado pude impedir o verlo venir.

    Escuche ese llanto. Que me indica que algo estaba mal. Fui rápido a ver a esa criatura, el cual parecía desesperado, tomándolo con cuidado, lloraba y esa vez no sabía qué hacer.

    Mi dolor se reflejaba en mis ojos, su llanto me lastimaba.

    Estando tan cambiante de emociones, pero fue demasiado para mí.

    Lo tome entre mis brazos, pegándolo a mi pecho, me derrumbe hasta llegar al suelo.

    Sentando en profunda soledad, recargando mi espalda contra la orilla de la cama… Acunaba a ese bebe, estaba demasiado triste como para entender que pasaba.

    Tenía miedo, arrepentimientos, nostalgia, me dolía la pérdida del patriarca, el no poder volver como si nada al santuario a mis amigos, todo lo que conocía se me fue arrebatado esa fatídica noche.

    Pero esa angustia duro solo un poco más, la dulce estrella entre mis brazos, paro de llorar, y pude sentir como se acorrucaba a mí, su pequeño corazón lo podía sentir, buscaba mi calor, me buscaba a mí.

    Abrí mis ojos, mirándolo con detalle, verlo tan calmado, me hacía sentir bien.

    -Tú me necesitas- Tal vez yo no fuera importante para nadie más, tal vez en estos momentos ni para mí mismo, pero para este bebe lo soy todo…

    Limpie mis lágrimas y decidí que debía levantar, cuando en un movimiento de mis manos para buscar apoyo, toque algo extraño debajo de la cama.

    Decidí buscar aquella cosa, con él bebe en un brazo y la libre sacando aquello, era una vieja maleta… Se veía antigua, pero bien cuidada.

    -Deben ser objetos preciados de mi maestro- Fue lo único que dije.

    Creía que sería malo abrirla, pero sentía que debía.

    Suspire un poco, dormía con gran tranquilidad que no quería perturbarlo.

    Logre abrir aquella maleta lo que encontré me sorprendió, pero las lágrimas volvieron.

    El contenido era lo que buscaba, algunas pequeñas ropas de bebe, las reconocía eran mías, pero también observe de algunas otras de mis compañeros, no se podría negar que alguna vez usamos ropa que los mayores habían dejado, encontré dos sabanas, reconocía cada cosa, tenía buena memoria, pero por que estas me ayudaban a dormir.

    Aun sabiendo su proceder, me parecían tan ajenas.

    Pensé que el patriarca no… No conservaría nada de esto, se habría desecho de todo, pero no. Guardo nuestros recuerdos de infancia, como lo más valioso que tenía.

    -Maestro… Usted…- Siempre me ha sido difícil expresarme de manera correcta, esta no sería la excepción –Gracias-

    Deseaba quedarme más tiempo, inspeccionando todo el contenido, pero era mejor ir de una vez al pueblo.

    Conocía el clima, y puede que otra ventisca vuelva y me impida salir con…

    Para este momento tenía un nombre, no podía siempre llamarlo bebe.

    Me gustan los nombres que tengan silabas iguales, tal vez podría darle un nombre así.

    Pensé por un momento mientras lo alimentaba y vestía para irnos.

    Su nombre será algo que siempre llevara y quiero que cuando lo escuche se sienta orgullo de sí mismo.

    -Kiki…-
     
  3. Threadmarks: Capitulo 3 (Un Año)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    3228
    ---Primer Año---

    No podía resistir el cargarlo, ya tenía trece años y el pequeño Kiki un año de estar conmigo, aunque es también su edad cronológica precisamente.

    Aunque me mantenía en mis deberes de reparador de armaduras, para mantener el santuario lo mejor posible aun con la maldad ahí, cuidaba también del niño que tanto quiero, ha comenzado a hablar, me causa tanta risa al verlo tratar de comunicarse conmigo, sus primeros pasos al verlo crecer, siento que está pasando muy rápido…

    Tantas cosas que he estado aprendiendo con mi pequeño, incluso he vuelto a ganar la confianza que había perdido.

    Me la he pasado todos los días entre cuidar a Kiki, reparar las armaduras y utilizar mis habilidades como herrero para hacer joyas, para venderlas en el pueblo.

    No me había dado cuenta de lo costoso y difícil de criar a un bebe, pero lo estaba haciendo solo por él.

    Kiki alegraba mis días, no importaba cuando cansado estuviera, lo mal que me sintiera su sonrisa me volvía a la vida por más difícil que esta se volviera.

    Pero estarme dedicando a ese estilo de vida, me cobro muy caro.

    Un día regresando de haber vendido algunas joyas, conseguir lo necesario para ambos.

    Me percate que presentaba un poco de fiebre, sentía mi cuerpo débil, la cabeza me daba vueltas, tosía y comenzaba a sentir un picor en mi garganta.

    -No, por favor-

    Estaba preocupado… Me enferme y en algún punto mi cuerpo dijo… “No más, descansa” y ya no podía negarlo.

    Al llegar, aun con mi cuerpo tan pesado y cansado, seguí haciendo lo esencial.

    Prepare la comida de Kiki, yo no tenía apetito, solo un té caliente.

    Mantenerme de pie fue tan difícil en ese instante.

    Al terminar, ya no tenía fuerzas de nada, es mejor dormir un poco, mis ojos me dolían tanto, a Kiki lo sentía más pesado de lo normal, cada paso que doy me sofoca.

    No podía mostrar una cara de dolor, no quería preocupar a mi niño…

    (-¿El entendería lo que pasaba?-)

    Eso curso por mi mente.

    Lo deje en aquella cuna de madera, que había hecho para él.

    No es lo mejor pero servía para que estuviera a salvo.

    Me deje caer en la cama, sintiendo como todo mi cuerpo esta adolorido, con los síntomas es obvio, pesque un muy fuerte resfriado, lo sabía… Había estado así casi una semana, pero al no cuidarme bien, se fue empeorando de a poco.

    Trataba solo de que mi pequeño no se contagiara, olvidando mi propio bienestar.

    Ahora me encontraba más enfermo, cansado y con una sola cosa en mente.

    Si yo emporaba, ¿Quién cuidaría de Kiki?

    Miles de reocupaciones me vinieron a la mente en ese momento.

    Incluso la idea de que si yo no sobreviviera.

    ¿Quién se haría cargo?

    Sé que es tonto pensar así, hasta donde yo conozco, nadie se muere por una gripe.

    Mas una cosa era que me estaba descuidando tanto.

    Me estaba quedando dormido, con la vista hacia ese bebe, que en ese instante ya era hora de su siesta, conocía todo de esa criatura, si no me recuperaba para dentro de unas horas… No sabría qué hacer.

    No pensaba nada bien, la desesperación llego a mí junto con la preocupación, una muy mala combinación para alguien enfermo.

    Entre mi conciencia y la conciencia, estaba pidiendo, rogando, casi suplicando, que alguien, quien fuera… Me prometiera que cuidaría a mi bebe, si algo malo me pasaba.

    En soledad mi mente hablaba…

    Y yo solo seguía, hasta que poco a poco mi cansancio gano y me quede dormido.

    Después de eso no recuerdo mucho, salvo que un cosmos conocido fue una sensación tan cálida…

    Me sentía seguro.

    Recibí tu llamado, ¿Por qué tu cosmos esta tan inquieto?

    ¿Qué es lo que te… Pasa?

    Observo una cuna, con un bebe adentro, y verte dormido, me extraña demasiado.

    Somos de la misma edad, aun así… Luces como la última vez que te vi, pero… Tu sonrisa eterna desapareció…

    Planeaba despertarte.

    ¿Estas bromeando?

    ¿Cómo haces esta clase de cosas?

    Existe una orden contra ti, que has abandonado el santuario, traicionándonos y si tenemos la oportunidad matarte…

    Fruncí el ceño, me molesto que fueras descuidado, pero quería respuestas de esa criatura.

    Al verte dormir, luces agitado, angustiado, tu rostro me muestra varias meucas de sufrimiento.

    Sudabas, jadeando un poco, me atrevo a tocar tu frente, estas caliente…

    -¿Una simple gripe es lo que te tiene así Aries?-

    Mis palabras son de molestia, ¿Porque eres tan descuidado?

    Si supieras que he tratado de mantener tu ubicación en confidencia, haciendo con lo que puedo desviar la mirada de este punto…

    Abres tus ojos un poco, estas sonrojado de las mejillas.

    -¿Qué? ¿Quién?- Habas como si no me reconocieras…

    ¿No reconoces mi cosmos?

    Estas muy enfermo no te has atendido bien…

    ¿Desde cuando eres tan descuidado?

    -Por favor… Cuida… Lo… Yo… No me…- Suspiras… Es tu tono de preocupación…

    -Descansa… Tienes que tratar de recuperarte…-

    -Kiki… El… Necesita…- Tu cansancio es más grande ahora… Pero ese cariño a esa criatura es enorme.

    -Cuidare de ese niño, por ahora duerme- Lo dije sin pensar seriamente, pero me di cuenta que necesitas que alguien te confirme que estará bien.

    Tus hermosos ojos verdes, lucen tan apagados ahora, me estas mirando apenas abiertos, pero giras levemente para verlo.

    Y de nuevo los cierras, te acurrucas a una posición agradable para ti.

    Tiemblas, prestaba atención a tus movimientos, aunque estas sudando, la enfermedad te consume.

    Antes me regañabas a mí, por solo meditar y no atenderme si me enfermaba, ahora solo mírate…

    Eres igual de terco que yo, cuando…

    Giro mi vista para ver a ese niño, le has puesto un nombre.

    Atraviesan miles de ideas por mi mente, pero… No creo… Que sea… Tu hijo biológico… O acaso… ¿Cometiste algún error?

    No presto más atención a esto, por un simple instinto tomo aquel cobertor que notaba, para cubrirte, debo de ayudarte a disminuir la gripe, ponerte lo más cómodo posible.

    ¿No habrías descansado estando solo?

    Estarías al pendiente de este niño.

    Bajar la fiebre es lo que debo hacer.

    Un paño de tela, humedecido en agua, colocarlo en tu frente, para que te fueras sintiendo mejor de a poco.

    Conocía o más bien recordaba un poco esta torre, me decías que era un sitio que solo los Lemurianos pueden usar para reparar las armaduras, pero… Que lo compartías conmigo.

    No podía hacer mucho que contemplar tu sueño, y… También el de… Kiki, así lo llamaste.

    La curiosidad de ese infante me gano, levantándome del asiento que tome a tu lado, para verlo dormir.

    Dormido de lado, sus cabellos rojizos, las tikas de color similar a tu cabello, y llevaba puesto ropa de su edad, me sentía renuente en acercarme más.

    Gradezco que este dormido, no soy igual de bueno que tú, para cuidar bebes, pero… Por ti lo intentare.

    Posicione de nuevo la silla en medio de ambos, para cuidarlos al mismo tiempo.

    Con solo la vista miraba cada rincón de tu habitación, un poco desordenada, más la tenías limpia, además que utilizabas las herramientas celestiales para hacer joyería…

    -Mu, ¿Ese niño tiene un gran significado?-

    Contemplar a ese pelilila se provocaba un estremecimiento en mi ser, seis años de no verte.

    -¿sabes lo difícil que ha sido?-

    Dejo escapara un suspiro.

    -No tanto para ti-

    Recordé que en el momento en que te fuiste, algo cambio para mal en el santuario, lo sabias aun así. No confiaste en nadie, ni siquiera en mí para contarme.

    Solo desapareciste y fuiste otro tachado de traidor.

    Una idea surco mi mente de repente.

    Mire de nuevo a ese niño, y pensé que posiblemente él también sea… Otro destinado a ser caballero de Atena.

    ¿Por eso lo cuidas con tanto esmero?

    -Es un Lemuriano… ¿Tu sucesor?- No negare que dentro de mí, aun siendo el más cercano a Dios, me estremeció mucho.

    Eres muy joven para cuidarlo… Aunque… Camus también tiene un alumno, pero es mayor que este niño.

    Criarlo tú solo ha sido tu deber...

    -Debe tener un año-

    No sé cuánto tiempo pase penando en eso, porque sin previo aviso escuche unos balbuceos infantiles, provocando que dirija mi cabeza a esa cuna.

    Acaba de despertar, se incorporaba un poco apoyándose en ese barandal de madera.

    Y solo me observó, los ojos son de una tonalidad morada, bastante expresivos como los tuyos…

    -ma…ma…ma…- Sonrió, estirando sus brazos.

    ¿Acaso se refiere a mí con esas palabras?

    ¿Pide que lo cargue?

    Una mueca de molestia se dibujó en mi rostro, pero tenía que alzarlo en brazos, para que no llore y te despierte, aun debes dormir.

    Como pude y la iluminación me dio a entender, lo cargo, sosteniéndolo con cuidado.

    -¿Cómo es que Mu logra hacer esto?-

    Tener a ese niño entre mis brazos, me daba una sensación extraña, pero dejo de prestarme atención, cuando volvió a estirar sus manos hacia quien dormía en esa cama.

    -Solo querías verlo- Suspire –Por favor no hagas ruido, necesita descansar, Shhhh- Hice aquel ruido gutural para indicar silencio.

    Me miro con esos ojos que no puedo descifrar, llevo la pequeña mano a su boca y alzo su dedo, e imitando el sonido que hice.

    -Shhh…- Porque sus ojos me extrañan demasiado, y su cara… ¿Así eras de bebe Mu? No lo pudo recordar, pues al final soy menor que tú por meses.

    -Entiendes que no debemos hacer ruido- Si alguien me viera haciendo esto, me dejarían de respetar, pero hablaba con un bebe, que logra entenderme.

    -Shhhh, mamá… Dueme…- Puede hablar un poco, entonces me confirma su edad… Aunque no lo hace nada bien.

    Te llama mamá, esto me pareció bastante curioso, se supone que eres hombre como yo, debería ser papá.

    Sonreí, por un instante tuve una idea bastante tonta, pero fue solo una ilusión.

    Mantenía este sentimiento en secreto, incluso si no podemos hablar de nuevo, con verte me es suficiente.

    -Hambe…- Este niño, me pedía que lo alimentara, llevando una de sus manos a la boca, e nuevo posando sus grandes ojos en mí.

    Suspire, resignado… Este día tendría que cuidarlo –Esta bien… Vamos a buscarte algo de comer-

    -Si- Asintió con su cabeza.

    No lo acunaba como de seguro Mu lo hace, pero lo sostengo bien para que no cayera.

    Tenía que retirarme de tu habitación, tienes que dormir y despreocuparte por Kiki, yo lo cuidaré hasta que te sientas mejor.

    Busque en la cocina, tratabas de mantener todo limpio, pero la sala está hecha un desastre… supiere al verla, pero primero alimentar a este niño.

    De a poco recordé donde guardabas las cosas que pudieran perecer rápido.

    -Los niños de un año, toman leche, algunas papillas…- Mi alegría fue mucha, pues no tendría que preparar algo complicado, estas siempre un paso adelante de todos.

    Teniendo algunos alimentos ya preparados para Kiki… Espero que sea para un día entero y no coma todo esto de una sola vez.

    -Papilla de manzana… Esto le gustaría a Milo- Lleve dicho recipiente, vaciándolo en unos de esos platos para infantes, y una cuchara de la misa índole.

    Siempre has prestado atención en todos los detalles, bastante cuidadoso en que todo esté de acuerdo a lo que se necesita.

    Creí que tendría que darle en la boca a Kiki, pero… Me sorprendió, cuando al dejar la cuchara en el plato, para cerrar el contenedor de esa papilla.

    El solo comenzó a sujetarla con su mano en puño, para comenzar a comer por su cuenta.

    Esto me llamo mucho la atención, usualmente los niños no tienden a ser tan independientes… Es muy diferente.

    Lástima que no intente alimentarlo yo mismo, me hubiera ahorrado lo que tuve que hacer después, llevo toda su cara y ropa con ese alimento…

    Este solo sonrió, termino y estaba satisfecho.

    -Eres un glotón- Fue lo único que dije.

    Ahora lo que seguía si un niño se ensuciaba de esa manera, tendría que limpiarlo, pero… No sería suficiente solo la cara, mancho la ropa, debía cambiarlo, pero… Entendía lo que significaba, un baño.

    -¿Por qué me meto en esto?- Lo pensé un instante, mientras sostenía a ese bebe y me dirigía a ver el atardecer del lugar –Claro, lo hago por Mu-

    Me pregunte después quien baño a quien, termine con mis cabellos empapados y mi ropa igual, que bueno que había dejado mi Kasaya de color beige en la sala antes.

    Lo alimente, bañe, cambie pañales, vestí, se divirtió tanto arrogándome agua.

    La noche ha caído, tan rápido se pasó el día…

    No aprecia tener ganas de dormir, le gustaba que lo cargaran.

    -Lo mal acostumbraste a los brazos Mu-

    De vuelta a mi lugar inicial, apenas si te habías movido y cambié tu paño varias veces, para que se mantuviera húmedo.

    Me alegre que tu fiebre fuera disminuyendo.

    Es más fácil para nosotros que mantenemos un constante manejó del cosmos recuperarnos de algo así, pero si no te cuidas, empeoras.

    Aun no despertabas… ¿Cuantas noches te quedas en vela para estar al pendiente?

    -¿Te sientes seguro porque este aquí?- Mi corazón comenzó a latir rápidamente, esa idea de nuevo cruzo mi mente. Me sonroje tanto con solo ese hecho se hiciera realidad.

    No me atreviera nunca a decirlo en voz alta, mi orgullo me lo prohíbe, pero… Esta escena en que nos encontramos, tu descansando de un largo día de cuidar a… Podría ser… En otro mundo nuestro hijo, y yo cuidándolos a ambos…

    Negué con mi cabeza, sonrojado… Soy solo un idiota adolescente, que piensa tonterías.

    Kiki me noto de esta manera, para llamar mí atención comenzó a jalar un poco de mi cabello, parecía mirarlo con atención…

    Lo sostuve, aunque tiraba con fuerza, preferí álzalo más alto, lejos de mi cabello.

    Pero sí que es travieso cuando se lo propone. Estiro uno de sus brazos, para tocar mi Bindi con su pequeño dedo.

    Otra cosa que le llamo la atención de mí.

    Ya mejor no ponía resistencia, este niño me estaba agradando un poco.

    Mas cuando miraba a Mu y le decía mamá por lo bajo.

    Sería bueno, que al despertar él te llamara papá… Sonrió levemente, por la idea.

    Pero también estoy serio, pues sería mejor que esto no lo supieras Mu, quien cuido a tu preciado Kiki, no reconociste mi cosmos, podría pasar por que fue cualquier persona o lo que fuera.

    No sé por qué… En mi mente de un adolecente de trece años, sonaba bien.

    Ahora no pensaría en eso… La noche estaba presente y para cansar al niño, decidí enseñarle esa nueva palabra.

    -Papá- Lo coloque de frente, mantenía mis ojos cerrados casi todo el tiempo, por lo mismo yo aún no controlaba del todo mi gran cosmos, así que no podría en riesgo a ninguno de los dos.

    Trato de imitarme, le parecía un juego.

    Dure así con el pequeño, hasta que comenzó a bostezar y sabría que por fin dormiría.

    Lo coloque en su cuna y esos bostezos me indica que no tardaría mucho en dormir y así fue, lo cobije, para que durmiera tranquilo.

    Y volvió a mi lugar, no quería apartarme de tu lado.

    -No has tenido hambre en todo el día…- Esto me preocupa mucho, no me debo alterar, tu cuerpo necesita descansó.

    Me sentí cansado… Solo pase medio día con el pequeño Lemuriano, y me sentía agotado… No puedo imaginar cómo lo has hecho un año completo, tú solo.

    No podría dejar que te encargaras de todo el desorden por tu cuenta al despertar, limpie lo que debía, la ropa de Kiki, incluso la lave…

    Me apene, jamás pensaría que lavaría ropa de un bebe, pero lo hacía… No quería que estuvieras apurado por nada.

    No recordaba lo frio que pueden llegar a ser las noches en esta torre.

    Quito el paño, ya está bastante seco, pero tu fiebre ha disminuido, estas mejor…

    Decido cubrirte un poco más, abrigarte por este frio, espero que me disculpes, pero tome algo de tu ropa, mientras la mía se seca…

    No dormiré esta noche, quiero contemplarte lo más que pueda, pues no sé cuándo podré verte de nueva cuenta.

    Sujeto tu mano, sigue siendo tan suave, es imposible con el trabajo que haces.

    Eres tan hermoso, quito algunos mechones de tu cara, quiero verte siempre.

    Acarició su suave mejilla, esta tibia es una temperatura normal.

    Si me inclinara a… No… No puedo hacerlo, estas dormido, pero quiero.

    De a poco voy acercándome a tu rostro, mirarte, ver cada minúsculo detalle de tu piel.

    Me inclino cerca de ti, sujeto tu mano derecha para besarla, probar un poco más…

    ¿Sería tan malo hacerlo?

    Robarte un beso…

    -Mu, perdóname por lo que hare-

    El corazón me dicta que haga esta locura, solo una, y sería suficiente para la próxima vez que nos viéramos, si es que pasara… Prefiero morir yo, antes de que a ti te pase algo.

    Me sonrojo por la cercanía que estoy provocando, siendo tu ligera respiración, mi corazón está latiendo tan rápido, que siento que saldrá de mi pecho…

    Sujetando tu mano, acorto la distancia que nos separa, poso mis labios sobre los tuyos, tal vez no sientas este contacto… Pero te juro que es algo que voy a atesorar toda mi vida.

    Tus labios, a pesar de todo, tienen un dulce sabor a moras… Me gustas, te quiero…

    -Te amo Mu de Aries…-

    Abrí mis ojos con mucha pesadez… Escuche el canto de aquellas aves que están viajando a un lugar más cálido, los rayos del sol se cuelan por la ventana y me han despertado.

    Me giro a ver a Kiki, está durmiendo… Debe ser bastante temprano.

    Me doy cuenta que me siento mucho mejor, mi nariz ya no está congestionada, la fiebre bajo, aunque la tos aún sigue, pero el dolor de garganta es menos…

    -Necesitaba dormir- Me estiro un poco, quero cargar a mi Kiki.

    Antes de salir de mi cama, noto algo raro.

    -Esto… ¿No estaba en el armario?- Miro el cobertor sobre mí.

    Pronto al levantarme, diviso que hay un te sobre la silla junto a mí, aún sigue tibio…

    -¿Qué?- Lleve mi mano hacia mi boca por inercia y al sentir mis labios, recordé una suave sensación que entre sueños sentí…

    Algo tan cálido, que recorría electricidad por mi cuerpo al pensarlo…

    -¿Fue real?- Me sonroje… Pensar que alguien me beso… Pero… ¿Quién?

    Rápido me pare, para ver a Kiki, si algo malo le paso, juraba que mataría a quien…

    Al cargarlo aun dormir, apenas si se acomodó en mis brazos, no era la ropa que traía ayer…

    -Sin duda alguien estuvo aquí…- Baje con el pequeño en brazos, pero listo para usar mis cosmos en cualquier ataque que necesitara para defendernos.

    Todo lucia diferente, la sala está limpia, la cocina igual… La ropa de mi pequeño esta doblada…

    -¿Qué paso? ¿Quién vino?- De nuevo mis recuerdos mientras sentía como la enfermedad me adormecía, ese cosmos tan cálido, que me trasmitía una paz y confianza, lo conocía…

    Me sonrojo de golpe, lo puedo sentir, mi corazón latió y temblé por pena… Él estuvo aquí, cuido a mi pequeño y a mí…

    -Shaka… Tu… ¿Por qué?-
     
  4. Threadmarks: Capitulo 4 (Dos Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2866
    ---Dos años---

    No puedo creerlo, el tiempo está corriendo muy rápido, pero ha valido la pena cada segundo.

    Su sonrisa es lo que más tranquilidad, aunque últimamente ha estado bastante inquieto.

    Sé que es algo muy normal de un infante, más porque lo he visto en varias ocasiones, cuando he ido a vender esas joyas.

    Muchos padres tienen problemas y no negare que es algo que me preocupa.

    Tenía que llegar esa época.

    Además que no todos esos pequeños, tienen a tener el cosmos que Kiki posee, aun es pequeño, pero es un descontrol.

    Dejo escapar un suspiro en la parte de la torre dedicada a la reparación de armaduras, pero trato de estar muy atento, por cualquier ruido o golpe.

    Mi pequeño, se encuentra haciendo un poco de caos, pero es tan normal hasta donde yo sé de quienes poseen técnicas telequineticos.

    Tengo que estar al pendiente siempre, de que no se lastime, algo le caiga encima.

    Pues tiende a aparecer y desaparecer de repente, por eso trato de tener la puerta y ventanas cerradas, cuidando que no salga, la ventana de que mi poder telequinetico ha mejorado.

    Pero eso no quita que me preocupe de más.

    Cierro mis ojos, deteniendo mi cincel de aquella armadura de plata, suspire.

    -¿Le cause tantos problemas a mi maestro?- No pude evitarme hacer esa pregunta, después de todo, fui un niño alguna vez y estuve bajo su tutela mucho tiempo.

    -Solo no quiero que se lastime- Mi mirada se clavó al suelo, aunque estaba en ese nivel.

    Prefiero repararlas en el piso, me da más comodidad. Aunque para otros trabajos la mesa es la mejor opción.

    Debía tomarme un pequeño descanso, trabaje desde el mediodía, que regresamos del pueblo.

    Lo más seguro es que pronto deba preparar la cena.

    Mas algo me saco de mis pensamientos, sentía la torre demasiado tranquila, cosa rara ya que desde hace unas semanas, Kiki desordenaba algo, jugaba, gritaba o reía a todo pulmón, no me molesta tanto…

    Ya que se encuentra en la seguridad de la torre, solo lo dejo salir cuando estoy con él o vamos al pueblo.

    Salí de aquel lugar destinado a mi labor, buscándolo por el primer piso, pero nada.

    Subí rápido al nivel de nuestras habitaciones, y tampoco.

    Algo dentro de mí me decía que esto no es normal para nada.

    Mi corazón latía demasiado acelerado, mis ojos se abrieron a mas no poder, fruncí el ceño pero de preocupación.

    Apreté mis puños, busque debajo de las camas, dentro de los armarios que había, de todo. No lo lograba localizar.

    Incluso fui a la habitación antes destinada para mi maestro y tampoco lo pude encontrar.

    Si no fuera porque en ese momento estaba teniendo un pequeño ataque de pánico, porque pensé en mil cosas que le estuvieran sucediendo a mi pequeño.

    Mi desesperación fue tal, que no recordé que puedo encontrarlo por vía cosmos.

    Fue después de salir de la habitación de mi maestro que lo recordé.

    Como me maldije mentalmente por ser un tonto, no recordar algo que me pudo evitar perder tiempo.

    Solo basto un segundo para encontrar a mi Kiki, y mi sangre se helo… Mis labios temblaron, y no lo pensé más y corrí rápido hacia la entrada.

    -¿Cómo pude ser tan descuidado?-

    La puerta no la cerré como es mi costumbre, estaba tan distraído con las pláticas que mi niño me daba, que no pude prestar atención suficiente.

    Rápido Salí, lo buscaba con la mirada, rogaba que nada malo le hubiera pasado, si no… Jamás me lo perdonaría.

    Sentí su débil cosmos a un lado de mí.

    -Ji, ji… Mira… Puedo desparece- Su vocecita alegré, esta vez me traía un terror horrible.

    -¡¡¡KIKI!!! ¡¡¡AQUÍ AFUERA NO!!!- Quise sujetarlo, pero desapareció de nuevo.

    La teletrasportación en infantes es un caso que podría desquiciar a cualquiera.

    Y lo estaba haciendo conmigo.

    Dentro de la torre, es más seguro… Hice lo mejor que pude para condicionarlo a un pequeño Lemuriano desarrollando y jugando con la telequinesis, pero afuera… El peligro de caer al precipicio, donde están incrustados aquellos esqueletos, de quienes venían aquí con malas intenciones.

    -¡¡¡KIKI!! ¡¡¡POR FAVOR VEN, MI PEQUEÑO!!!- Lo llame con todas mis fuerzas, mi corazón latía tanto, mi respiración agitada.

    Solo quería que estuviera bien, que nada malo le pase…

    ¿Por qué e me hace tan difícil?

    Nunca lo ha sido… Fácil, jamás… Pero lo quiero hacer.

    Volvió a aparecer, su sonrisa infantil, no comprendía la situación es solo un bebe, pero yo en ese momento… Quería detenerlo, abrazándolo y casi rogarle que no lo volviera hacer.

    ¿Puede que ese fuera mi error?

    Soy demasiado… Permisivo con él…

    -Ji, ji, ji, ji, Ya puedo teletasme, como usted- Esa sonrisa infantil, pensaba que hacia algo bueno, pues se lo festeje varias veces, pero aquí no es lo mismo.

    No es capaz de mantenerlo por mucho tiempo, se cansara lo más seguro.

    Me calme lo ms que pude, sonriéndole de manera forzara, estaré exagerando un poco, pero cuando tienes a alguien que ames tanto, y pienses que se puede hacer daño, te hace desesperar tanto.

    -Kiki, ven… Vamos a cenar… Ya mañana jugaremos ¿Si?- Esperaba que me hiciera caso, lo hacía siempre, pero…

    -Solo uno más- Y de nuevo desapareció de mi vista.

    Estaba alejándose de la torre, temía que cayera por aquel precipicio y ¿Por qué mis temores más grandes se hacen realidad?

    Lo vi, a la orilla de aquella caída libre.

    Un mal paso que dio al presentarse.

    Solo escuche su grito de miedo, siempre le advertí de que tuviera cuidado y ahora… delante de mí.

    No lo pensé dos veces, apenas si note aquello.

    Me teletrasporte de inmediato, sin importarme ponerme en peligro.

    Llegue hasta donde estaba, lo sostuve en el aire, con un brazo sujetándolo rodeando su cintura, con el otro me aferre con toda mis fuerzas a una orilla del gran peñasco.

    Casi lo perdía… Delante de mis ojos, si mi cuerpo y cosmos no hubiera reaccionado de forma inmediata, no quiero pensar que le habría pasado.

    Salimos de allí, la telequinesis es más fiable al ser adulto.

    Estando en la seguridad de la tierra firme, delante de la torre.

    Mire que mi pequeño, se asustó bastante… Su rostro de miedo no se ocultó.

    -Ma…- No sé qué me quiso decir en ese momento, porque no lo deje terminar, ni siquiera completar la primera palabra.

    -¡¡¡TE DIJE QUE NO HICIERAS ALGO ASÍ AFUERA!!!- Explote en ese momento.

    Sé que no fue la mejor opción, pero en ese instante la preocupación, el miedo, el enojo me demonio.

    Además solo tenía catorce años… En esa edad, todo es tan confuso que no te logras explicar bien.

    Pues ver su rostro de angustia, creo que fue la primera vez que le grite de esa manera.

    -¡¡¡SABES QUE SOLO PUEDES SALIR CUANDO ESTOY CONTIGO!!!- Apreté mi mandíbula -¡¡¡NO PUEDES DESOBEDECER DE ESA MANERA!!! ¡¡¡¿QUÉ HUBIERAIS HECHO SI TE LASTIMARAS?!!!- Solo grite lo primero que se me venía a la mente.

    Abrió su boca, su rostro impregnado en vergüenza, sus ojos color lila llenándose de lágrimas, comenzó a jugar con sus manitas.

    Pero en mi mente en ese instante nada de eso importaba, me sentí frustrado, casi que lo perdiera, me hizo decir tantas tonterías.

    -Mamá… Per…- Sus palabras estaban mostrando temor hacia mí.

    -¡¡¡MAESTRO!!! ¡¡¡SABES QUE DEBES LLAMARME MAESTRO!!!- No lo negare, ese fue algo que me dolió decir, pero… Era la única verdad…

    Bajo su mirada y limpiaba sus lágrimas, pero no dejaban de brotar. Sentía que esta vez debía mostrarme enérgico, imponer mi autoridad, no quería que estuviera en riesgo de nuevo, nunca más…

    -Vete a tu habitación Kiki, no te quiero ver hasta la hora de la cena- Le sentencie el castigo, no me sentía para nada bien en ese momento.

    De seguro quería hacerme cambiar de opinión, abrazarme o pedirme disculpas, pero no lo hizo, podía notar el miedo que le infundí.

    Que arrepentido me siento en ese momento, no pensé las cosas bien.

    Pero no me justificare a este punto.

    Se retiró cabizbajo, aun lloraba, dentro de la torre estaría a salvo.

    Me enoje tanto en ese momento, que no sabía identificar qué es lo que sentía.

    Solo cerré la puerta con fuerza, pensé que incluso la legue a romper, pero me dio igual.

    Prepare la cena, sujetaba todo con fuerza, incluso creo que un tomate que utilice lo aplaste por como lo tome.

    No tenía humor de nada, realice esa actividad de manera molesta, y algo lenta no tenía ganas de hablar.

    No recuerdo bien que hice de cena, pero… Solo que el sabor… Se sentía algo diferente…

    Dicen que las emociones influyen en la preparación de la comida, pero… ¿Qué hacía? Mi mente y corazón se sentían extraños.

    Suspire varias veces, y tocaba mi frente desesperado, pero solo dejaba que el enojo se dejara manifestar.

    Cuando estuvo todo preparado, llame a mi pequeño, pero solo por su nombre.

    Bajo aun triste, no me miraba al rostro.

    Comimos en silencio.

    Nadie pronuncio palabra alguna.

    Fue la cena más difícil que mantuvimos.

    Una parte de mí se había calmado y quería hacerle entender que fue lo que hizo mal, y que no lo hiciera, pero otra… Aún estaba furiosa.

    Total, todo paso en silencio, se retiró después de dejar los platos en donde van.

    Yo igual me levante y sin morarlo, procedí a lavarlos.

    Note por su débil cosmos, que esperaba antes de subir las escaleras.

    Aunque sabía perfectamente que es lo que deseaba, lo ignore.

    Sollozó un poco, pero no me molestaría más, subió…

    Y yo me sentí muy mal.

    Solo quería, ese abrazo y beso de buenas noches que le daba, ante de que durmiera y me quedara un rato más a trabajar.

    Un fuerte relámpago se escuchó, la luz se notó por la ventana del primer piso.

    Sería una noche de tormenta…

    Tome un baño, note una herida en el brazo, recordé que me la había hecho al momento de proteger a mi pequeño, me prepare para dormir, en mi habitación se sentía un ligero frio, la lluvia estaba cayendo muy fuerte.

    Decidí que era mejor dormir, ya mañana sabría qué hacer.

    Me acosté, cubriéndome, tratando de dormir, pero… El sueño no llego.

    De a poco, comencé a darme cuenta de lo mal que estuve.

    Si yo le hubiera explicado desde un principio a Kiki, que teletrasportarse afuera, es muy peligroso, que pudo haberse lastimado, yo puedo salir herido, no me importa lo que me pase, pero… Solo ver que algo malo le pase, mi ser no lo puede soportar.

    Pensar en sus lágrimas, de cómo lo pude haber hecho sentir…

    Es un niño de dos años, y me comporte como un idiota, lo hice sentir mal, pero… No pude evitarlo…

    Realmente en un punto si me enoje con Kiki, pero… También me sentí muy enojado conmigo mismo.

    De no ser capaz de prestar más atención, hacia lo que podía… Pero no es suficiente… Debo de reparar las armaduras, hacer lo que sea para cuidarlo.

    -¿Estoy fallando?- Apreté mis labios, me sentí muy mal… Unas lágrimas salieron de mis ojos, ahora la culpa me invadía.

    -Perdón mi niño, no soy… Suficiente para cuidarte- De nuevo me sentía incapaz de hacer cualquier cosa… Esa sensación se había ido desde el momento que lo tuve en mis brazos, creí que había madurado, pero no.

    -Solo soy un idiota, que cree que puede cuidar a alguien- Cubrí mi rostro con mi brazo –Cuando ni siquiera soy capaz de cuidarme a mí mismo-

    Me sentía un inútil, pensé detenidamente, si sería mejor… Que Kiki estuviera bajo el cuidado del viejo maestro…

    Pero la idea me dolía, no sabía qué hacer, no lo pensaba bien…

    Me arrepentía tanto haberlo hecho llorar, gritarle.

    Pero como si algo me tratara de hacer entender, un trueno tan fuerte se escuchó caer.

    Me saco de mis pensamientos, creo que fue para bien.

    -Se escuchó muy cerca- Limpie mis lágrimas –Recuerdo… Que cuando había tormenta y los rayos sonaban así, mi maestro me dejaba dormir en su habitación, con el me sentí seguro…-

    Apreté mis ojos, al igual que mis labios, me incorporé, salí de la cama, de igual forma abandone mi habitación.

    -¿Cómo no fui capaz de pensar en mi Kiki?- Ahora la angustia me domino.

    -Debe estar asustado… Y yo… Ni siquiera le preste atención- Camine hacia donde dormir.

    Ya no me asustaba como al ser un niño, pero imaginar que él estuviera llorando por el miedo, y que ni siquiera fuera a mí, para protegerlo.

    ¿Cómo podía pensar en eso? Si yo mismo le grite que no lo quería ver.

    Abrí la puerta con cuidado, haciendo el menor ruido posible.

    Al adéntrame, pude ver un pequeño bulto debajo de las sabanas, temblando y esos sollozos se escuchaban.

    Temía de esos rudos tan fuertes.

    Mi corazón se estrujo, él estaba aquí solo en medio de esta oscuridad, algo que no temía, pero si a esos ruidos fuertes.

    -¿Kiki?- Lo llame, con la voz más tranquila posible.

    Dejo de temblar, pero sus ligeros sonidos de llanto no se detuvieron.

    -¿Tienes miedo? ¿Quieres que me quede contigo?-

    Se descubrió ligeramente, para que su rostro se pudiera ver, mi bebe estaba sufriendo en silencio… ¿Por qué se tiene que parecer a mí en eso?

    Sus lágrimas manchaban su carita.

    Ese instinto que vive en mí, se le llama paternal aunque… Hasta yo pudiera hacer chistes de que es más maternal.

    No lo pensé más y lo abrace, atrayéndolo a mi pecho, cubriéndolo con mis brazos, para que no temiera.

    Mi pequeño, al sentirme se aferró a mi ropa, y tembló ligeramente.

    El miedo por ese ruido no lo dejaba tranquilo.

    Pero también… Aun se sentía triste por como lo trate.

    Quería disculparme con él, hacerlo entender de alguna forma que no debía volver a pasar y que yo no le volvería a gritar si me obedecía de no hacer algo así de peligroso, pero…

    -Maestro… Perdón… No quise… asustarlo… Lo siento… No me odie…- Me abrazo con fuerza, aun siendo pequeño, comprendió como me sentí, pero lo que le preocupaba era que lo odiara…

    Eso jamás pasaría.

    -No, no… Mi pequeño, yo jamás podría odiarte… Yo te quiero mucho- Lo abrace más a mí, acariciando sus cabellos.

    -Lo hice enojar… Y es que… No estuvo bien… Pero… Quiero hacer lo mismo que usted…- Las lágrimas salieron de sus ojitos –Es tan fuerte, y… Quiero aprender… Pero…-

    -No te preocupes… Aprenderás, pero… No quiero que te pongas en peligro…- Hablaba lo mejor que podía, también es un tema que me cuesta a veces.

    Su rostro se levantó, para verme mejor…

    -No debí gritarte, pero… Me preocupe demasiado, pensar…- Las lágrimas salía una a una de mis ojos, mi mayor miedo pudo haberse hecho realidad –Que algo te pasara, que salieras lastimado… Me hizo enojar tanto, pero no contra ti, sino contra mi… Si algo te ocurriera… Kiki, yo… No sabría que hacer…- No quisiera alejarme de él, lo abrace como cuando era un pequeño bebe –No me lo perdonaría… Nunca-

    Apreté mis labios, ahora yo sollozaba, no quería estar de nuevo solo, pero sobre todo… Si mi pequeño niño, le ocurriera algo malo, yo posiblemente enloquecería… Lo quiero tanto, que la frustración se apodero de mí.

    Aunque no duro mucho esa lamentable imagen mía.

    Mi dulce bebe, con sus manitas me quería limpiar las lágrimas, su rostro de preocupación, así me miraba.

    -No llore… Mam… Maestro…- Bajo su riada, le grite que me digiera maestro… -Ya me portare bien y no lo haré enojar…- Quiso sonreír, para que yo igual lo hiciera, se preocupa por mí.

    Suspire, y también le di una sonrisa, aunque mis lágrimas no se detenían –Sé que te portaras bien, y yo… No te volveré a gritar-

    Tal ve debí hablar más del tema, aclarar la situación, pero… Creo que no tenía cabeza para ello. Mis miedos no se irían de la noche a la mañana, jamás dejaría de preocuparme, a veces sí tendría que regarlo, llamarle la atención, pero ya cruzaríamos esa situación cuando se volviera a presentar.

    Por esta noche… Todo quedaba perdonado.

    Nos acomodamos en su cama, es más angosta que la mía, pero perfecta para él…

    Se acomodó en mi pequeño, y nos cubrimos con su sabana, aunque el… Tenía una prenda que no recuerdo de donde la saco o si yo se la di, ce un color beige, que le ayudaba a dormir.

    Me resultaba tan familiar, solo un día… Kiki no se apartaba de ella.

    Me recordaba a la Kasaya de Shaka…

    No pensaría en eso, el sueño me provocaba que fuera cerrado mis ojos, con solo una idea en mente, la más importante de mi vida. Proteger a mi pequeño niño, es lo único que deseaba hacer.

    Jamás olvidaré esa sensación de que fue la primera vez en la cual pensé que perdería a mi pequeño, Kiki deberá seguir con vida, aunque yo ya no lo este.
     
  5. Threadmarks: Capitulo 5 (Tres Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1889
    ---3 años---

    El tiempo pasa con una gran rapidez, otro año más en donde he hecho mi mayor esfuerzo para que Kiki esté bien, crezca y sea muy feliz.

    Para ese punto ya tenía una mayor confianza, lo cuidaba, tratando de darle un poco de libertad, como la que mi maestro me dio.

    Aunque para esa época en donde yo era niño, el tenia tantas cosas que hacer, no podía estar al pendiente de todos.

    Por eso tengo los recuerdos de como Aioros cuidaba de nosotros, jugaba y no empezaba a enseñar lo básico, aunque no lo hizo solo también… Saga hizo lo correspondiente, pero…

    Un suspiro escapa de mí, al recordar esas memorias, que se remontan a mi tierna infancia.

    Si las cosas se hubieran quedado así siempre… Todo sería tan diferente.

    Pensar en eso mientras trabajo es como mi mente vuela, no comprendo cómo logro hacer alguna actividad concentrado y recordar el pasado tan vivido.

    Sin embargo y aunque la muerte de mi maestro aún sigue doliendo, que creyera que nunca sería su digno representante, ni de su armadura, ni de la reparación de armaduras.

    Ahora es todo muy diferente, sonrió sin darme cuenta, he logrado sentirme mejor como caballero dorado de Aries, sin embargo… Es un tema que nunca he tocado con Kiki.

    Tomo años, pero al fin puedo sentirme bien.

    Creo que… Todo debió pasar de esta manera, es demasiado cruel de mi parte, pero…

    Si nunca hubiera venido a Jamir, ocultarme por tantos años, jamás hubiera conocido a mi bebe, no lo habría encontrado bajo esa tormenta y…

    No, no pensare en algo como eso.

    Suspire un momento, dejando mis herramientas en la mesa, mire un momento por la ventana, el día lucia tan precioso.

    Cuando la temporada cálida llega, es difícil pensar que este lugar pueda estar cubierto por la nieve y el frio ser demasiado para cualquiera.

    Aunque desde que tengo a Kiki, cada tormenta, no me hace pensar en nada triste, al contrario me siento feliz, de abrazarlo y jugar en la seguridad de esta torre.

    Descansar es bueno, poder pensar libremente de todo lo que he sido feliz en estos tres años, es una diferente tipo de alegría.

    Quiero ser lo mejor para mi niño, sé que lo lograre.

    Me ha ayudado mucho que el viejo maestro me permita hablar con él… Incluso que Kiki pudiera establecer ese contacto tan pequeño, solo me asombra.

    No recuerdo ser así de habilidoso, pero eso no importa.

    Sin darme cuenta he dibujado una sonrisa en mi rostro, creo que puedo hacerlo más seguido.

    -¡¡¡MAESTRO!!!- Esa dulce voz infantil que adoro escuchar.

    Me regala los mejores abrazos, posiblemente quiere jugar un momento.

    -¿Qué pasa Kiki?- Lo miro a los ojos que brillan tan precisos.

    -Maestro… Enséñeme a hacer joyas y reparar armaduras- Me suplica con sus ojitos, juntando sus manitas delante de él.

    Me extraña mucho su petición, pero creo que es algo que no se puede evitar.

    -¿Por qué quieres aprender?- A esa edad ni siquiera debe saber el por qué.

    -Quiero ayudarlo- Lo dijo tan tranquilo, alzando sus bracitos, dejándome ver su sonrisa.

    -¿Ayudarme?- Reí un poco, mirándolo detenidamente –Kiki, no te preocupes por eso, no necesito ayuda, yo puedo hacer esto por mi cuenta- En ese punto no podía comprender la capacidad de empatía que mi pequeño podría desarrollar.

    -Pero… Muchas veces, usted se ha quedado despierto muchas noches, para hacer todo y las armaduras que debe reparar…- Inflo sus mejillas, apretando sus puños.

    -Bueno, eso es responsabilidad mía, no tienes de que preocuparte- Acaricio sus alborotados cabellos, dándole un beso en la frente.

    -Si me preocupo- Contesto, frunciendo su ceño –No quiero que se desvele mucho, eso hace daño, usted me lo dice y lo hace-

    Me sorprendí que me estuviera reclamando algo así, aunque me daba cierta gracia…

    Creo que soy afortunado por tener a alguien que se preocupe tanto por mí, pero… Él no debe angustiarse por nada.

    -Yo soy mayor que tú, puedo desvelarme y más si es por mi deber y por ti- Se lo decía esas palabras con la voz más serena que podía regalarle.

    -¿Por qué es su responsabilidad?- Ladeo su cabeza un poco.

    -Pues debo cuidar de ti, eres mi alumno y quiero que estés bien- No solo representaba mi alumno, si no… Que también es mi hijo… No sanguíneo, pero lo amo como tal.

    Ya en un punto, es mejor que las cosas tomen este camino, al final es como me adecuaron a mí, pero… Nada evitara que lo cuide un poco más.

    -Pero, ¿Por qué repara armaduras?- Cruza sus brazos delante del pecho, me mira con cierta preocupación.

    -Porque soy el único que puede hacer ese deber- Ahora llegó el momento de hablarle un poco más de nuestras raíces, de lo que representa ser un Lemuriano, pero debo omitir ciertas partes, todo por su seguridad.

    -¿Por qué es el único?- El viejo maestro me advirtió que a cierta edad, se les ocurre cuestionar cada cosa, pero al contrario de parecerme molesto, me gusta enseñarle todo lo que pueda a mi niño.

    -Kiki… ¿Sabes que es un Lemuriano?- Con esa pregunta comencé.

    -Si- Sonrió animado, dando pequeños saltitos en el piso –Los Lemurianos somos nosotros y todos los que tengan los puntitos en la frente, llamados tikas-

    Asentí sonriéndole, como se emociona cuando habla de algo que conoce.

    -Bueno, como sabes somos muy pocos los Lemurianos que quedamos en la tierra- Le sostengo de las manitas, para que me prestara más atención –Además Atena, la Diosa de la que algunas veces te hable, nuestra gente decidió ayudarla en todo lo que necesitara, por lo tanto nuestros somos los únicos capaces de reparar las armaduras de los caballeros que luchan por ella- Debía cuidar bien las palabras, no revelaría que yo también pertenezco a esa orden de caballeros dorados, no aun.

    -¿Por qué somos los únicos?- Ladeo de nuevo su cabeza, mirándome fascinado.

    -Las herramientas celestiales y el polvo estelar, es algo que solo nosotros sabemos utilizar y crear, y este conocimiento se va pasando de generación en generación, no se puede romper porque…-Dude en seguir, pero al fin de cuentas, mi pequeño debía aprender.

    Lo pensé rápido, deseaba que él se alejara de este peligro inminente, no quero que haga lo mismo que yo, pero sé que su destino es igual al mío.

    Si pudiera cambiar esa realidad, si mi vida fuera necesaria para darle un futuro diferente, lo haría sin pensarlo.

    Sé que es demasiado egoísta de mi parte, pero no quiero que sufra, no quiero que este en constantes peleas, que tenga que dar su sangre para las armaduras, que pase noches de desvelo y caer agotado en tenerlas listas.

    Es una vida… Que yo no tuve opción la acepte, porque… En algún punto la quise, pero desearía que Kiki tuviera otras opciones…

    -¿Maestro?- Me sacudió levemente el brazo.

    Me volví a perder en mis pensamientos, saliendo de estas con una expresión de sorpresa.

    -¿Eh? ¿Qué?- Salir de mi pequeño trance, deseando cosas tan distintas, me hizo perder el hilo de la conversación -¿Qué? ¿De que hablábamos?-

    -De por qué no se debe romper el enseñar a reparar armaduras- Sus palabras me trajeron de vuelta.

    -Oh, si… Bueno…- Levante algo la vista, y volví a jugar con mis manos, como hace tiempo no lo hacía –Si nosotros no reparamos las armaduras, los caballeros de Atena no tendrían la protección necesaria para librar batallas, estarán desprotegidos y saldrían gravemente heridos-

    -Oooh- Sus ojitos volvieron brillar -¡¡¡ENTONCES LO QUE HACE ES ASOMBROSO!!! Cuida de que ellos tampoco salgan heridos… Maestro usted es muy asombroso- Salto a mis brazos, yo aún sentado en la silla de madera, casi me caigo si no es porque me aferre a la mesa.

    -No es la gran cosa- Lo recibo para estrecharlo contra mí.

    -Claro que si- Me mira directo a los ojos –Por favor, enséñeme todo lo que sabe maestro Mu, por favor- Me suplica sujetando mu cabello, como cuando era un bebe.

    -Kiki, aun eres pequeño para hacerlo…- Quería disuadirlo para que no insistiera, aun no quería que comenzara ese entrenamiento, pero… Es demasiado tarde.

    -Maestro, ¿Quién le enseño a usted?- Ya no me prestaba atención, pero me agrada contarle algunas cosas.

    -Mi maestro Shion, el me enseño todo lo que se, me entreno para que comprendiera el arte de reparación de armaduras- Hablar de él patriarca, me traía tanta nostalgia, mi corazón dolía pero es tolerable.

    -¿A qué edad?- Estaba tratando de convencerme, podía darme cuenta de sus intenciones.

    Suspire derrotado –Comenzó a enseñarme lo básico más o menos a tu edad…- Lo mire serio pero la sonrisa en mi rostro no falto.

    -Entonces… Yo también debería aprender ya ¿verdad?- Apoyo su cabeza en mi pecho, jugando con sus manitas también y una sonrisa muy amplia.

    Rodé mis ojos, me logro atrapar –Solo lo básico, pero primero es mucho que leer- Puede que yo de niño fuera diferente, me gustaba tanto leer los antiguos pergaminos, aunque apenas supiera algo de lectura, pero a Kiki le gusta mucho jugar y hacer travesuras.

    -Está bien- Sonrió ilusionado, esto sí que no lo vi venir.

    Lo mire sin créeme que esto estuviera pasando, después mis ojos se posaron en mi mesa de trabajo y ligeramente a donde tenía varias araduras en proceso de restauración.

    Calcule más o menos en qué hora nos encontraríamos, deduje que aun faltaría un poco para comer, sería un buen día, de eso estaba seguro.

    -¿Cuándo comenzamos?- Se incoó sobre mis piernas, mirándome a la cara, sujetando mis mejillas.

    Le dedique otra sonrisa, tratando de clamarlo un poco –Podrías empezar aprendiendo cual es cada herramienta que uso y para que, solo me veras trabajar al principió- Sentencio firme en este punto, aun es joven para comenzar en obra y mucho más para dar su sangre, no le hable aun de esa parte, pero no tardaría en descubrirlo.

    Salto de donde estaba, dirigiéndose alrededor de algunas armaduras de plata que yacían en el suelo, mientras con su telequinesis tomaba algunos martillos y cinceles que tenía por todos lados.

    Ya no podía esperar, esta tan entusiasmado.

    Una pregunta surco por mi mente y esta trajo un recuerdo.

    Cuando comencé, quise hacerlo, desee demostrar mi entusiasmo, pero… No me lo permití, como discípulo del gran patriarca, debía guardar la compostura, es como me lo habían enseñado.

    Me ilusionaba aprender cualquier cosa nueva, que fueran las lecciones que solo mi maestro me daba, y que ningún de mis compañeros pudieran hacerlo.

    Si, puede que tuviera algunos celos que le prestara atención a mis amigos, pero… Era un niño, que solo tenía una figura paterna que de verdad solo quería que fuera mía.

    Sonreír, múltiples imágenes vinieron a mí.

    Me levante con pesadez de aquella silla, digiriéndome a Kiki.

    Disimuladamente limpie una lagrima que salió de mi ojo, sonreí…

    Si pudiera protegerlo siempre… Lo haría, pero no puedo cambiar su destino, al menos le demostrare todo el cariño que le tengo, y hare lo posible para que sea feliz, antes de que… Cualquier cosa pase.

    Es mi promesa no dicha, que nadie jamás sabrá.
     
  6. Threadmarks: Capitulo 6 (Cuatro Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2056
    ---Cuatro años---

    Este día es uno muy especial, mi pequeño cumple años.

    Me alegra que sea tan feliz.

    Verlo jugando con otros niños del pueblo, me enternece el corazón.

    Él puede divertiste, mientras yo venderé lo que pueda, a veces no ahí muy buena suerte.

    Rio un poco, solo estaremos hasta el mediodía y después consentiré un poco a Kiki.

    -Espero que le guste- Susurró un poco para mí mismo.

    Así paso el día, un clima cálido, pero con algunos momentos de un aire fresco.

    He vendido muy poco, pero no pasa nada.

    Mi plan no era venir, pero él insistió… Pasarla un momento jugando con otros pequeños de su edad, es bueno.

    Me concentró demasiado en lo que hago, sonriendo a quienes se acercan, incluso me han pedido pequeños encargos, los acepto.

    A veces se pierde de vista, pero siento su cosmos y me tranquilizo, no puedo tenerlo a mi lado siempre, debe crecer como un niño normal o lo más cercano a esto.

    Suspiro un poco, no puedo negar que recuerdo mi infancia al verlo.

    Yo era un poco más tímido que mi pequeño, pero me llevaba tan bien con todos los de mi edad.

    Negó en ese momento con mi cabeza, pensando en algunos buenos momentos, pero también las veces que nos regañaron.

    Cerré mis ojos, para sentir la suave brisa, quiero solo tener buenos recuerdos.

    Pero ¿Qué seriamos nosotros sin los recuerdos crueles?

    -¡¡¡¿QUIÉNES EL PADRE DE ESTE MOCOSO?!!!- Escuche el grito enojado de una mujer.

    Abrí de golpe mis ojos, tratando de saber de dónde viene esa voz.

    -¡¡¡DÉJEME!!! ¡¡¡SEÑORA ENOJONA, YO NO HICE NADA!!!- La voz infantil de mi niño, estaba demasiado alterada.

    Esos gritos llamaron la atención de todos, girándose a verlos.

    La mujer, sujetaba por el brazo a Kiki, él estando lleno de tierra, de seguro por juegos bruscos, y ella… No entiendo por qué está cubierta de cascaras de frutas y manchada igual.

    No lo pensé más y fui directamente a ver qué pasaba.

    Si Kiki se portó mal, yo me encargo de regalarlo y disculparme, pero tampoco quiero que alguien lo lastime.

    -¿Qué es lo que pasa? ¿Que hizo Kiki?- Pregunto de inmediato, mirando a mi niño.

    -¡¡¡MAESTRO!!! ¡¡¡POR FAVOR, DÍGALE A LA SEÑORA QUE ME SUELTE!!!- Frunció su ceño, pero no de tristeza, si no de enojo.

    -¿Tu eres su hermano mayor?- Ella pregunto enojada.

    -¡¡¡ÉL ES MI MAESTRO!!!- Rápido contestó, de nuevo intentando zafarse.

    -¿Su maestro? ¿Tú lo cuidas?- Esta tan enojada, que creo que su sangre debe hervir.

    -Sí, yo lo cuido, es mi responsabilidad, pero… ¿Por qué lo trae así? ¿Qué paso?-

    Sujetando su brazo con fuerza, lo soltó con un leve empujón hacia mí –Tu mocoso, comenzó a arrojar lodo a todos los niños, manchando puertas, ventanas y ropa, sin contar mi puesto de frutas, que fue devastado por una pelea que el mismo provoco- Lo señalo con el dedo índice.

    Escuche el reclamo, sé que mi pequeño es travieso, pero arrojar cosas o dañar propiedad privada, eso si no lo creo, nunca había existido problemas.

    La encaro, sujetando los hombros de mí bebe, lo apoyare.

    -¿Cómo está segura de que él empezó? ¿Puede que se defendiera?- La gente se reúne alrededor de nosotros.

    -Yo no sé quién empezó, solo sé que esa criatura, lanzo todo ese lodo y destruyo mi puesto y exijo que me pague- Extendió su mano, molesta.

    Miro a mi pequeño, no estoy molesto realmente con él, porque lo conozco, sé que si se comportó así, fue por alguna razón, aunque… Si fue quien destruyo el puesto de esta señora, lo pagaré.

    -Kiki, ¿Qué fue lo que paso?- Le hablo tranquiló, no me alterare como ella.

    -Maestro, arroje el lodo porque esos niños… Dijeron cosas muy feas de usted, y no se los voy a permitir- Apretó sus puñitos, frunciendo el ceño, aunque si bajo su mirada apenado, pero el enojo no se va de él –Pero… Si destruir el puesto de la señora… No fue mi intensión… Fue un accidente…- No se atrevía a verme a los ojos, se sentía culpable por lo que tendría que pagar.

    -¿Lo ves? Tu “Niño” no es tan inocente- Se sentía tan orgullosa de que le diera la razón, realmente no me importa.

    -No te preocupes Kiki, está bien… Me explicaras todo en casa ¿Si?- Le sonrió, y acaricio sus cabellos.

    No me pondría a discutir con la mujer, preferiría volver a la torre lo antes posible, calmar a mi pequeño, siento que su cosmos esta algo alterado…

    Le pagaré a ella, se fue sonriente, aunque me alegra que le cayera la fruta, e que no está bien de mi parte, pero fue bastante gracioso.

    Ya es hora de regresa, aun bajo los ojos de los curiosos, aún seguimos a la vista, no le tome importancia y le indique a Kiki, que regresáramos.

    Durante el camino quise entablar una conversación que me explicara más del por qué se enojó.

    Que realmente no se enojara por cosas así, lo que hubieran dicho de mí, me tiene sin cuidado.

    Pero no contestó, solo asintió, y podía ver que se aguantaba las ganas de llorar, estaba demasiado molesto que no lo podía expresar de otra forma.

    No lo atosigaría, cuando deseara hablar lo haría.

    En cuanto llegamos, lo que llevaba lo dejo en mi taller, como le he enseñado y se fue directo a su habitación.

    Me duele verlo triste, pero sé que necesita un poco de su espacio.

    Pensé esto cuidadosamente, lo que tenía planeado.

    Debe desahogarse un momento.

    Me dispuse a ir a la cocina, prepare momos, sus favoritos… Algunos de vegetales y otros de carne, yo los prefiero como los primeros, pero el gusta de ambos ingredientes.

    Y unas cuantas Khabse, lo que sea para mi niño.

    Agradezco que tuviera todos los ingredientes preparados con anticipación, no dejare que lo que paso en el pueblo, le arruine su cumpleaños.

    No bajo, ya siendo la hora de la comida.

    Sonríe algo cansado, pero no importa, le daría una sorpresa en su habitación.

    Tome todos los platillos, y mis técnicas de telequinesia me ayudan a llevar las cosas.

    Subí las escaleras con cuidado, sonriendo.

    Este día, hace cuatro años fue el momento donde mi vida cambio por completó, pero para bien con una gran sonrisa, y mi corazón latiendo.

    Amo mucho a mi niño, quiero que sea feliz siempre que pueda darle esa alegría.

    Toque su puerto con suavidad, llamándolo.

    -Kiki, ¿Puedo pasar?- Sonrió, espero unos instantes, pero no escucho respuesta.

    -¿Kiki? ¿Estás bien?- Empujo un poco la puerta y no tiene seguro.

    Abrió con cuidado, y lo veo sentando en la orilla de su cama, abrazado de sus piernas, llorando.

    -Kiki, ¿Qué pasa?- Dejo las cosas en una de las mesitas, para acercarme a su lado y rodearlo con mis brazos.

    Esta sollozando, apretando su labio inferior y sus ojos apretados.

    Sé que le duele, o le molesta demasiado lo que han dicho, pero no se debe preocupar.

    -Mi pequeño… No sigas pensando en lo que paso… No importa…- Acaricio sus cabellos y le dio un beso en la frente.

    -¡¡¡A MI SI ME IMPORTA!!!- En un mar de lágrimas, sé que es por la impotencia de aquellas palabras.

    -¿Kiki?- Me sorprende su actitud, pero no lo voy a interrumpir, si quiere hablar lo dejare y lo escucharé.

    -¡¡¡A MÍ NO ME IMPORTA SI ME DICEN COSAS A MÍ, PERO A USTED NO LE DEBEN DE DECIR NADA!!!- Limpia sus mejillas con el antebrazo.

    Solo me limito a verlo, no abriré mi boca para nada.

    -Ellos dijeron… Que… Usted ni parece mi maestro, sino una mujer, y yo sé que no es eso, y les dije que no estuvieran hablando de usted… Entonces… Comenzaron a decir, que si es usted un hombre, debe ser uno muy raro- Apretó sus puños sobre el regazo, está demasiado enojado, por esas palabras de niños.

    Para mí no significan nada, pero creo que para Kiki es demasiado.

    -También dijeron que… Sería muy feo como una mujer, y que… Yo… Soy un huérfano, y la verdad… Eso no me importa… Sé que no soy si hijo…- Bajo su mirada, estaba calmándose un poco, me sorprende como los niños una cosa que para alguien mayor, no significa nada, para ellos es demasiado.

    Lo abrace, esa fue mi reacción.

    Si es algo que le duele tanto a mi niño, lo consolare… Pero quiero que entienda que las palabras no importan.

    -Kiki, lo que digan de mí, no te debe preocupar o lo que digan de ti, no hagas caso, tu sabes quién eres y es lo único que de verdad debes tomar en cuenta- Le sonreí, no deseaba que pasara su cumpleaños triste ni enojado.

    Suspire, además el hecho de que le digieran huérfano… Sé que es verdad… Pero eso fue lo que me molesto ahora a mí.

    -Soy tu maestro, es verdad… Pero… Eso no niega el hecho de que te quiero mucho- Le sonreí, limpiando sus lágrimas con mi bufanda.

    -¿Me quiere mucho maestro?- Me miro con un poco de ilusión.

    -Sí, eres mi niño, y te quiero mucho…- Suspire, arreglando su cabello –Te diré… Sé que te pedí que me llamaras maestro, pero… Debo confesar que para mí eres mi hijo, te quiero como tal-

    No sé por qué, en ese momento… Debí haber seguido siendo solo su maestro, pero… Le dije esas palabras, que nunca han sido una mentira, al contrario cada vez es mayor el sentimiento de cariño y amor hacia Kiki.

    Siempre será mi hijo.

    -¡¡¡¿ENSERIO MAESTRO?!!!- Su sonrisa ilumino mi corazón.

    -Si- Toque su nariz con mi dedo índice, y quise hacerlo reír más.

    Le comenzó hacer cosquillas, y su risa inundo la habitación.

    Ese es mi pequeño, su sonrisa es lo que deseo proteger.

    Pasamos un rato así y él también me hizo lo mismo, tengo demasiadas cosquillas en las costillas, eso lo descubrí al ser uno niño.

    -Maestro, ¿Qué fue lo que preparó?- Escuche su estómago rugir, ya tenía bastante hambre.

    -Oh bueno, prepare… Prepare tu comida favorita- La tome para llevarla a la cama, comer en ese lugar no sería lo mejor y posiblemente tendría que lavar las sabanas pronto, pero por este día lo vale.

    -Ooooh… Que rico- Levanto su mirada ilusionado a mí, y tomo un momo rápido.

    Comenzó a comer sin mucho cuidado y de igual forma yo.

    Sería un muy feliz cumpleaños para Kiki, lo haría realidad.

    Al acabar, seguíamos riéndonos, ya había olvidado lo que paso, aunque si tuve que regalarlo de que no volviera a destruir ninguno puesto de frutas y si pasara que algunos niños lo molestarán, que mejor los ignorara, o se fuera a jugar a otro lado.

    Pero me respondió, que lo haría, siempre y cuando no me insultaran. Es muy testarudo.

    Recuerde el regalo que ya le tenía preparado.

    -Feliz cumpleaños Kiki- Le extendí aquella pequeña cajita, adornada con un moño rojizo.

    -¡¡¡Un regalo!!!- Sonrió, con sus ojos brillantes y lo tomo aquel pequeño presenté, abriéndolo rápidamente, yo observando atento, sintiendo una emoción muy grande.

    -Wow, maestro… Es un brazalete, es muy bonito- Lo toma entre sus manos, asombrado.

    Ese objeto había hecho un regalo de mi maestro, para mí.

    Cuando era un niño, creo que más joven que Kiki, me lo obsequio y ahora deseo dárselo a mi pequeño.

    Yo tengo mucho tiempo que no lo he usado, pero… Me alegraría verlo con ese símbolo de maestro a alumno, aunque desearía que también fuera de padre a hijo.

    Sé que le gusto, lo veo en su rostro.

    Me lo ofreció –Maestro, ¿Puede ponérmelo?- Puso su bracito izquierdo, para colocarlo.

    -Claro- Se lo coloque, es ajustable, así que al crecer aún podrá usarlo.

    -¡¡¡MUCHAS GRACIAS MAESTRO!!!- Salto de la cama, brincando, muy emocionado, riendo y admirándose como se le miraba aquel objeto.

    Verlo reír, no tiene precio alguno. Contemplarlo es lo que me hace olvidar mi deber como caballero dorado.

    Sé que estoy mal, pero… No me interesa ahora, en este día lo único que me importara es mi hijo, mi Kiki.
     
  7. Threadmarks: Capitulo 7 (Cinco Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1694
    ---Cinco Años---

    Siento mi cuerpo muy pesado…

    Me está faltando el aire…

    Mis ojos se cierran, no puedo abrirlos…

    Mi cabeza… Me siento muy mareado…

    Mi mente se está nublando…

    ¿Por qué me siento así?

    No puedo recordar que hice antes.

    En algún punto, ese sentir desapareció.

    -Mu, deja de jugar y comienza tu entrenamiento-

    Esa voz… ¿Por qué viene a mí?

    -¿Maestro?- Apenas su pudo salir audible de mi boca… Verlo como la última vez que estuvo a mi lado.

    Suspiró cansado, su edad se lo demanda así –Te quedaste dormido de nuevo…- Se sentó a mi lado, acariciando mi cabeza –Debes de seguir aprendiendo, más tarde entrenaremos tu cuerpo- Me sonrió como lo recordaba.

    Quiera lograr en ese momento.

    ¿Todo lo que pase solo fue producto de mi imaginación?

    Desee abrazarlo, pero… Mi cuerpo no respondió y solo asiento, regresando a aquella labor que me estaba enseñando.

    Pasar otra vez… Siento yo el aprendiz…

    Me siento tan feliz…

    Aunque el entrenamiento fue bastante duro como siempre, mi maestro… No es considerado, pero lo entiendo ahora.

    Si hubiera sido más suave, posiblemente no explotaría mi potencial.

    Ese día transcurrió tan agradable, no quería que acabara.

    -Mañana regresaremos al santuario, así que alista tus cosas- Tan tranquila sonaba su voz, mientras conversábamos.

    Me encantaba escucharlo.

    -Sí, maestro- Mi tono siempre ha sido bajo, pero… ¿Por qué no pudo expresar mi entusiasmo?

    -No quiero que te distraigas tanto con los otros aprendieses- Me sentencio, pero no se notaba molesto, si no fue como una advertencia suave.

    -Entiendo maestro, pero… ¿Puedo hablar con ellos un poco?- Baje mi mirada, jugaba con mis manos, esperando su aprobación.

    Suspiro, con sus ojos cerrados, asintiendo levemente.

    Entendía que me daba ese permiso, mi ilusión siendo tan grande.

    No sé, no recodaba cuanto tiempo hemos estado en la torre, pero no importa.

    Llegamos al día siguiente, es extraño… ¿Cómo llegas así de rápido?

    Cierto… Teletrasportarnos para nosotros es muy fácil…

    Pero… Me giro a ver al patriarca, su rostro ahora… Luce diferente…

    Quiero preguntarle qué le pasa, pero… No logro verlo después…

    ¿Cómo pudo alejarse tanto, estando en la primera casa?

    -¡¡¡MU, HAS VUELTO!!! ¡¡¡ME ALEGRO MUCHO!!!- Esa voz grave, la reconozco en cualquier lugar.

    -Hola Aldebarán- Le dedico una sonrisa a uno de mis mejores amigos.

    -¿Cómo estás? ¿Qué has hecho?- Me bombardeo de inmediato con varias preguntas.

    -Bien, ya sabes entrenar… ¿Cómo has estado? ¿Cómo están todos?- Esa sonrisa que no puedo ocultar.

    -Muy bien, igual que tu… Pero no ha pasado mucho solo dos meses te has ido- Esa carcajada que no se puede ocultar, me hace pensar que de nuevo estoy en mi hogar o lo que conocía como tal.

    Se sorprendió mucho… ¿Porque siento que fueron años? Muchas cosas no tiene sentido, pero… No quiero cuestionarlas, soy feliz de nuevo… Sin embargo algo… Siento que no está bien…

    -Sabes… Por una broma de Death, Aioria terminó atrapado en un árbol y Aioros tuvo que bajarlo- Sin duda debió ser algo muy divertido, mostraba sus dientes por la anécdota.

    -¿Enserio? Pobre…- Me preocupé bastante, de solo imaginarme aquello.

    -Deberías ir a saludarlos a todos, de seguro están felices de verte- Me dijo esto, caminando hacia la salida de Aries.

    -No esto seguro… Pero…- Me voltee a verlo, pero también desapareció -¿Alde?- Lo llame, pero no contestó.

    Sentí que debía seguir subiendo a los demás templos…

    Lo hice, pero con cada paso que daba, mi cuerpo se sentía diferente…

    El tercer templo… No pude escuchar a nadie, estaba en silencio absoluto, que podía escuchar mis propios latidos y sangre corriendo por mis venas…

    -Es extraño… Por qué no está…- Baje mi vista… Negando con la cabeza -¿Por qué no recuerdo…?-

    Quise volver… Más detrás de mí solo podía apreciar oscuridad… No podía retroceder, mis pies seguían hacia adelanté.

    Cáncer, lucia tan lúgubre, más de lo que Death lo lograba hacer… Pero aun vacía, escuchaba unas risas burlescas…

    -¿Qué está pasando?- Quise llamar a mi maestro por vía cosmos, no pude.

    Fue allí que me asuste, mis muñecas… Siento que me arden…

    -¿Qué me pasa?- No resistir esa sensación y tuve que quitarme los vendajes.

    Temblé ante lo que veía, mi corazón latía demasiado y no podía mantener mi compostura -¿Por qué? Se supone que…- La sangre escurría de mis heridas abiertas… Se sentía tan cálida, pero me aterraba tanto…

    No podía detener el sangrado, aun con mis habilidades.

    No lo pensé más, y me fui directamente a Leo.

    -¿Mu? ¿Qué te pasa?- Aioria me miraba bastante preocupado.

    -¡¡¡AIORIA!!! No puedo… Mis manos… La sangre- De seguro estaba pálido.

    -¿Qué tienes?- Me tomo de los hombros, riéndome bastante conmocionado.

    -Mira- Le mostré mis muñecas.

    -¿Qué te pasa?- Las tomo ambas, pero sus manos no se anchaban de mi sangre… ¿Por qué?

    -¿No ves… La sangre?- Ya no sabía que pasaba… Abrió mis ojos a más no poder, agitada mi respiración, mi corazón latía demasiado de prisa.

    -Mu, creo que necesitas descansar- Me miro sonriendo nervioso –Debiste entrenar demasiado y te está afectando.

    No espere más, salí corriendo hasta donde mis piernas me dieron posibilidad.

    Mis lágrimas estaban cayendo, pero mis muñecas no me dolían más... Pero ahora el miedo me invadió…

    Solo podía seguir adelante, lo que había ya corrido desapareció, solo volviéndose oscuridad.

    No me detuve, hasta que choque con alguien, y caí al suelo de sentón.

    Aun estando impresionando porque la sangre no paraba…

    -¿Por qué estas corriendo por Virgo?- Esa voz tan serena y fría, levante mi cabeza, con lágrimas en mis ojos.

    -¿Sha…Shaka?- Quise abrazarlo, pero… Me detuve… No sabía si me había vuelto loco, pero nadie veía la sangre en mis muñecas.

    Caí al piso y ni siquiera él podía verlo.

    -¿Estas muy alterad? ¿Qué te atormenta Aries?- Estaba delante de mí, sus ojo abiertos…

    En ese momento, pude darme cuenta que este lugar, no era el santuario que conocía.

    -No eres real… Nada de esto lo es…- Mis labios templaron, retrocedí.

    Pero su mano me detuvo, sujetando con fuerza.

    -Mu... No te vallas de nuevo por favor- Aquel tono sonaba tan dulce, me transmitía una calidez tan extraña.

    -Shaka… Yo… Esto no…- Me sonroje, lo sentía. Aunque había perdido tanta sangre, aun podía… Sus manos de nuevo no se impregnaron del líquido vital.

    -Tienes razón… No es real…- Sentí como me rodeo…

    Fue allí cuando me di cuenta que mi cuerpo, mi edad… No era la actual… Yo volví a tener seis años, éramos unos niños…

    ¿Cómo no me di cuenta?

    Yo… Tengo diecisiete…

    -Quisiera que esto fuera verdad…- Me estaba dejando llevar por ese cálido abrazo que Shaka me daba, extrañaba eso… Los extrañaba a todos… Pero… ¿Por qué no podía quedarme?

    -Maestro-

    -¡¡¡MAESTRO MU!!!-

    -¡¡¡¿QUÉ TIENE?!!! ¡¡¡¿QUÉ LE PASA?!!!-

    -¿Quién me llama?- En mis oídos resonaba una voz infantil, que me distraía de mis pensamientos.

    -Sabes que no puedes abandonarlo- La voz de mi buen amigo, sabía que no era solo eso, me sonrió.

    -No puedo… No debo…- Volví a cerrar mis ojos, despidiéndome de ese lugar.

    De a poco sentí como mi cuerpo es movido con un poco de fuerza.

    Siento unas pequeñas manos en mis muñecas, y unas cálidas lágrimas cayeron sobre mi cara.

    -Maestro… Por favor… Despierte- Está llorando…

    -Abra sus ojos… Por favor…- Su sollozó, me trae de nuevo a una realidad… a una donde no podía irme aun.

    Me moví un poco, mi cabeza pesaba, abriendo mis ojos con suma pesadez.

    -¿Ki… Ki? ¿Qué tienes?- Le pregunte, como si lo que le pasara n tuviera que ver conmigo.

    -¡¡¡MAESTRO!!!- Su rostro en lágrimas, yo no entendía, hasta que revisé mis muñecas, mi pequeño las sostenía con fuerza, pero sentía muy húmedo y parte de mi ropa igual.

    Levante levemente la cabeza, mirando que esa humedad, es por que sangraba.

    No tuve cuidado en reparar las armaduras, y por mi culpa, mis muñecas dejaban escapar el líquido rojo.

    Por esa razón me había desmayado, estaba perdiendo mucha sangre y yo no me di cuenta.

    -Kiki, está bien… Yo… Ahora me recuperare…- Le sonreí, pero me pregunto qué tan mal me veía, para que llorara más.

    No soltaba mis muñecas, usaba presión para que no brotara más, sus pequeñas manos estando cubiertas de mi sangre.

    Debía curarme… Solo debo hacerlo.

    Moviendo una de mis manos, sobre la herida abierta, pude lograr que dejara de sangrar, pero me sentía tan débil…

    Aunque logre que se detuviera, no podía levantarme del suelo, incluso sentía que cerraba mis ojos de nuevo.

    -¡¡¡NO MAESTRO!!! ¡¡¡NO SE DUERME DE NUEVO!!!- Kiki, sostenía mi rostro, perdía la fuerza de mi cabeza para mantenerla en alto.

    -Está bien… Solo necesito descansar un poco- Le dedique una sonrisa tan forzada como pude.

    Está preocupado, enfoque todas mis fuerzas para ponerme de pie y demostrarle que está todo bien.

    Mi cosmos me ayudara, no me siento capaz de usar mi fuerza física, eso muy débil.

    -Kiki… Iré a descansar en mi habitación… No te preocupes- Le acaricia su cabeza, no quería que siguiera llorando.

    Se aferró a mí, con cuidado… Abrazándome…

    -Maestro… ¿Puedo ir? No quiero que me deje solo…- Está asustado, verme de esa manera… Debió ser demasiado para él.

    Asentí, aun siendo un pequeño de cinco años, quiso ayudarme, que me apoyara en él, no lo podía hacer… Pero eje que pensara que me ayudo a sostenerme.

    El hecho de pensar, que muy posiblemente lo deje… Ver como se puso… Me hace sentir mucha pena…

    Suspire… Y subimos… Después de ese punto creo que caí dormido por unas horas o días… Pero no recuerdo bien…

    Solo sé que… Kiki no se apartó de mí ni un instante…

    Quisiera que la vida fuera así, que no tuviera que alejarme de mi pequeño, pero las cosas no pueden ser así.

    Lo sé perfectamente bien.

    Lo vive antes.
     
  8. Threadmarks: Capitulo 8 (Seis Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1778
    ---Seis años---

    -Maestro Mu, ¿Lo he hecho bien?- Esa sonrisa traviesa, mostrando como logra ir reparando las armaduras con pequeños daños.

    -Sí, lo has hecho bien- Le devuelvo la sonrisa, mientras continuo.

    -¿Cree que pronto pueda repararlas como usted?- Deja el casco en la mesa, volviendo a su lugar a mi lado, y haciendo de nuevo el mismo proceso.

    -Sí, dentro de un poco lo harás- No quiero hablar mucho de ese tema, siento que nuestro tiempo juntos se está acabando, pero no debo pensar en eso.

    -No sabía que el polvo estelar, se obtiene al expandir su cosmos y reducirlo rápidamente, con lo que queda esos residuos- Trataba de él mismo explicar aquella lección que le di hace un tiempo.

    Volvió a utilizar el martillo y cincel que específicamente le di, aun no podía utilizar las herramientas celestiales, pero eso no lo detenía de seguir aprendiendo.

    Se mira tan concentrado, haciendo su mejor esfuerzo, lleva algunas vendas en sus manitas, ha cometido errores y se ha lastimado a sí mismo.

    En esos momentos, recuerdo las veces que me pasó a mí, pero yo no obtuve nada de consuelo.

    Al contrario… Unos buenos regaños y reprimenda física me lleve, pero entiendo que debió ser muy duro.

    Sin embargó con Kiki, yo… Jamás me atrevería a ponerle un dedo encima, pegarle es algo que no me perdonaría.

    Aunque, si he tenido que entrarlo físicamente, sé que la guerra santa se acerca.

    El viejo maestro, me lo ha advertido incontables veces.

    Me pidió que siguiera entrenando a Kiki de una manera apropiada, lo mejor que pueda y rápido.

    Es necesario dejar un sucesor para caballero de Aries.

    Si lo pudiera cambiar lo haría, pero esto es algo que ni yo puedo alejarlo.

    Además que mi pequeño, se esfuerza por alcanzar mis pasos…

    No quiero que lo haga, nunca he querido que pase, pero… Es necesario.

    Me he quedado mirándolo, suspiro con pesadez en más de una ocasión.

    Como quisiera proteger su sonrisa, que lo único que se preocupará fuera de no lastimar sus manos en la reparación.

    Si solo tuvieras que hacer eso, estaría bien… Pero, enfrentar los peligros que conlleva ser caballero de Atena.

    Nosotros no tuvimos opción, nacimos para eso.

    Quiero que tenga opciones.

    Muevo mi mano hacia su cabeza, para acariciar su suaves cabellos, mi mirada se ha tornado triste, el sufrirá en el futuro y no existe nada que pueda hacer para cambiarlo.

    Creo que lo he distraído, ha dejado de trabajar, para levantar su mirada, sus ojitos tienen una tonalidad similar al de mi cabello y sus tikas también.

    -¿Maestro Mu?- Me pregunta confundido, creo que noto que mi corazón sufre.

    -Dejemos esto por ahora- me levanto del suelo, para con paso lento caminar hacia afuera.

    No di tiempo de que tuviera alguna protesta, me siguió el paso, es un niño tan obediente.

    A fuera el clima se torna frio de nuevo, el atardecer llega.

    Camino lento hacia la orilla de aquel lugar tan vacío y solitario en la que he estado viviendo por once años, pero desde hace seis, ha sido mucho mejor.

    -Maestro, ¿Qué hace?- Lleva a mi lado, algo agitado por dejar rápido todo, pero sobre todo debe ser mi comportamiento algo extraño.

    Me siento en la orilla, mis pies cuelgan y puedo apreciar la última vista del sol que nos regala por ese día –Ven- Le señalo que se siente a mi lado.

    Asiente tan suave, y me obedece, sentando a mi lado, noto que me mira preocupado, después hacia el punto que observo en la lejanía.

    Una brisa fría se siente, aun que lleve ropa algo cálida, no la siento… Me he acostumbrado a este tipo de clima.

    Mas veo como tiembla de frio, rodeando los brazos con sus propias manos, tratando de darse calor, es normal es más joven, y si se está quieto este clima no perdona.

    Lo miro atento, estoy bastante serio.

    Quito mi bufanda con rapidez, este recuerdo que encontré hace algún tiempo en unas cosas que guardo de alguien muy importante.

    Y con esta prenda roja, le cubro los brazos, es un niño puede cobijarlo aunque sea un poco.

    Me sonríe mostrando sus dientes y sus ojitos cerrados –Gracias- La sujeta con fuerza, para evitar que el viento se la arranque.

    -Kiki- Lo llamo con una voz bastante fría, casi sin emociones, pero es el mensaje que le daré lo que me atormenta.

    -¿Si?- Me mira tan atento, mientras juega con sus piernas balanceándolas.

    -¿Sabes por qué reparamos armaduras?- No puedo verlo a la cara, así que solo dedico mi vista al cielo.

    -Sí, usted me lo ha dicho… Caballeros que pelean por la Diosa Atena, a la cual ella nos encomendó el reparar armaduras a los Lemurianos- Su voz infantil, con un tono más risueño de lo normal, quisiera jamás separarme de él.

    -Son ochenta y ocho caballeros dispuesto a luchar por ella, en cualquier tipo de enfrentamiento o guerra, protege la tierra y…- Estuve a punto de decir nosotros, pero quiero mantenerlo aun en secreto –Es necesario que cada cierto tiempo, aquellos caballeros entrenen a su sucesores, existiendo pruebas para lograr obtener alguna armadura-

    En este punto noto que me mira atento, no está confundido, si no deslumbrado, es muy difícil hablar de esto, y más tratando de ocultar mi propia verdad.

    No es tiempo, no existe momento ideal, para decirle quien soy.

    -¿Quisieras en algún momento ser parte de esos caballeros?- Lo pregunte, solo lo deje salir, quería conocer su respuesta, aunque temía que sus palabras me lastimaran.

    -¡¡¡SI!!!- Sonrió ampliamente, con una mano sujetando la bufanda y la otra enfatizando su emoción.

    -¿De verdad?- Mi voz Salí apenas audible… Fue un susurro tan terrible… Él quería luchar… Deseaba tener esa vida, cuando le he contado tanto… ¿Por qué Kiki? ¿Por qué no me dijiste que no?

    Aunque fuera una mentira quisiera… Saber que negarías esa opción, pero eres igual que todos nosotros, tenemos el deseo de proteger el bien, la tierra, a Atena.

    -Usted me ha dicho que ellos son personas muy fuertes, que luchan por la justicia y el amor, que siempre ayudan a todos los que lo requieren- Sonríe con esa pequeña chisma de inocencia.

    No sabe lo que representa todo, solo he tratado de enseñarle a medias, me niego a mí mismo a aceptar su destino, pero debo hacerlo. Aunque tenga que dejarlo solo algún día.

    Espero me perdone…

    -Además que me ha mencionado, los más fuertes de ellos son los que protegen las doce casa, los caballero dorados-

    -Si…-

    -Quisiera algún día ser como ellos, deben ser geniales, y muy fuertes- Solo dedicaba palabras de admiración a aquel rango, al cual pertenezco.

    -¿Te gustaría seguir reparando las armaduras?-

    -¿Eh?- Me miro confundido –Claro que sí, se supone que es el deber de nosotros hacerlo- Sujeto mi brazo –Maestro, aunque yo me convierta algún día en un caballero dorado, seguir reparando armaduras con usted- Abrazo mi brazo con fuerza.

    -Pero… Si tuvieras que escoger…- No sé por qué le hago esto… -Solo una… ¿Cuál sería?-

    -¿Tengo que escoger?- Me miro sin soltar mi brazo, bajo su mirada uno segundos, estaba pensando –No quiero… tener que escoger… Quiero hacer ambas- Alza la vista con tristeza en sus ojos –Quiero volverme un caballero dorado, pero no quiero jamás dejar de reparar armaduras a su lado-

    ¿Porque sus dulces palabras me llevaron a mi propia infancia?

    Esa pregunta me la hizo alguna vez mi maestro Shion…

    Respondí exactamente lo mismo.

    -Entonces, tendrás que entrenar y esforzarte el doble- Lo abrazo de lado a mi cuerpo.

    -¿Eh?- Se notaba confundido.

    -Ellos saben pelear, sus ataques dependiendo de su constelación guardiana, para acceder a ser caballero dorado, puede ser de dos maneras, escalando primero usando una de bronce o plata- Bajo mi mirada, para sonreírle, que mueca más falsa hago –O que la armadura dorada te acepte si demuestra tu verdadero potencial-

    -¡¡¡USTED SABE MUCHO!!!- Sin dejar de abrazarme, recarga su cabeza en mi cuerpo.

    -Si, por eso… Si de verdad quieres hacerlo, tendrás que esforzarte más y el entrenamiento no es nada fácil- Quiero asustarlo un poco, sé que no funcionara -¿Entonces que no podre ser suave de nuevo contigo?-

    -Sí, lo se… Tengo que volverme más fuerte y no me puede tratar delicadamente- Entiende mucho mejor de lo que creí, su deseo es más grande que la tranquilidad y felicidad que he tratado de darle.

    -Mañana el verdadero entrenamiento comenzara- Sigo mirando al firmante, el sol se ha ocultado casi por completo, como el tiempo que deseaba conservar.

    Creo que soy muy egoísta, no puedo detenerlo para siempre, si se lo propone será un caballero mucho mejor de lo que soy.

    Solo quisiera que no sufriera las pérdidas a la que estamos destinados todos.

    -Pero…- Llamo mi atención.

    -¿Mmmh?- Solo bajo mi vista a su lado.

    -Aun seguirá a mi lado ¿verdad?- ¿Por qué me mira así? No puedo prometerle eso, pero sé que lo necesita, yo fui igual.

    -Sí, estaré a tu lado el tiempo que sea necesario- Le dedique la mejor sonrisa, y seguir abrazándolo, el tiempo debería detenerse un instante, se lo agradecería, mas momentos así los extrañaré en el futuro.

    -Entonces no tengo nada que temer- Dijo esto, aferrándose a mí, como cuando era un bebe.

    Ahora ya no soy aquel jovencito torpe con un bebe, tengo dieciocho, he crecido, me he desarrollado suficientemente bien, entreno todos los días mis habilidades y mi cuerpo.

    No sé por qué, pero cada día siento esta presión en mi pecho, que me indica que pronto todo podría volver a la normalidad.

    Divague un buen tiempo, cuando menos lo note, Kiki se ha quedado dormido en mi regazo.

    Tiene seis años y se me hace difícil pensar que ha crecido tanto.

    Acaricio sus cabellos, quisiera seguir contemplándolo y velar su sueño, siento que el frio arrecia de nuevo.

    Mi corazón comenzó a latir muy fuerte al pensar en que…

    -No… Eso no puede ser…- Mis mejillas se ruborizaron.

    ¿Por qué pienso en esa persona? Por qué me ilusione un segundo pensando en él.

    Creo que es mejor regresar.

    Cargo a Kiki entre mis brazos, cubriéndolo aun con la bufanda.

    Mi mente traer su rostro, imaginando que estuviéramos juntos, como…

    -¿Una familia?- No debo estar pensando en algo que jamás ocurrirá.

    No vale la pena… Ni siquiera se… Si pensara en mí.

    No importa… Por ahora debo centrarme en lo que hare mañana.
     
  9. Threadmarks: Capitulo 9 (Siete Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1916
    ---Siete Años---

    En este día… Por alguna extraña razón… El viejo maestro me ha pedido que valla a cinco picos.

    Al principio lo dude, pero es la única persona en la que confió…

    Kiki, me prometió que se portaría bien y me ayudaría en todo, para que no me preocupará.

    No pude negarme entonces en ir.

    Partí por la mañana, no me tomaría más que unos minutos llegar hasta donde está el viejo maestro, sé que en el santuario estaría prohibido, pero aquí no lo es.

    Debo ser cuidadoso, de no levantar sospechas.

    Lo puedo ver sentado en el mismo lugar de siempre, luce exactamente como lo recordaba, cuando mi maestro me lo presentó.

    Sé que se ha dado cuenta de mi presencia, pero aun así me acerco despacio, hasta llegar a su nivel.

    -Buenos días, viejo maestro- Saludo educadamente, como me lo enseñaron.

    -Buenos días Mu- Contesta con ese tono amable y gentil.

    -Me pidió que viniera, ¿Sucede algo?- Voy directo al grano, pienso no demorarme tanto.

    Sonrió, dirigiéndome una mirada cargada de emoción –Hoy es un día importante, ¿Aun no te ha dado cuenta?-

    -¿Día importante?- Trato de recordar cualquier suceso o fecha que no se me debe olvidar, pero es inútil… Nada de mi interés se celebra en ese día.

    Me giro a verlo de nueva cuenta, después de hacer una introspección –Lo siento mucho, pero no logro recordar que día es hoy-

    Niega con la cabeza, pero no luce enojado, al contrario parece que se divierte –Mu, este día no lo deberías olvidar, es muy importante para muchos-

    Otra pista que me da, pero aun si, no logro recordar… ¿Tanto tiempo ocupado? Haciendo mi deber, y olvido algo con tanto peso…

    -Como veo que luces confundido, te lo diré, pero no lo vuelvas a olvidar muchacho- Lanzo un leve suspiro al distancia, como si el pudiera estar viendo algo que mis ojos no alcanzar a hacerlo.

    Me quedo atento, debo recordarlo sin importar que.

    -¿Recuerdas la fecha exacta de este día?- Otra pregunta más, pero puede ser fácil.

    -Hoy es… veintisiete de Marzo- Le contestó tan tranquilo, fue allí que de repente comprendo a lo que se refiere… Se debió ver en mi rostro la sorpresa que yo mismo me lleve.

    -¿Ya recuerdas?- Cierra sus ojos, riendo por mi falta de memoria.

    -Si- Me da ahora vergüenza, incluso cierro mis ojos, ¿Cómo puedes olvidar tú propio cumpleaños?

    -No te angusties Mu, a todos nos puede pasar- Tarta de calmarme, pero me da tanta pena mi situación.

    -Creo que he estado demasiado preocupado últimamente- Toco mi cabeza, estando sentando, con mis dorillas dobladas y dejando todo mi peso sobre ellas.

    -Todos lo hemos estado- Su semblante cambio a uno serio.

    -Sí, creo que sabemos que algo se avecina- Miro a la cascada, la suave brisa y su sonido es tan tranquilizante.

    -Tú también te das cuenta- Creo que es otro motivo por el que he venido.

    -No es solo la próxima guerra santa la que se aproxima ¿Verdad?- Me giro a verlo.

    -Se avecina la verdad-

    Esa palabra se ha perdido por tantos años, que a veces creo que nadie lograra ver más allá de la oscuridad que se ha posado en el santuario.

    -¿Sucederá pronto?- Estoy algo curioso, pero a la vez, temo aun…

    -Te seré muy sincero Mu, puede que el próximo año… No estemos en este mundo- Sus palabras, que ya las veía venir, las acepto… Lo he pensado estos últimos trece años, no… Incluso desde antes, se lo que significa la guerra santa, y que nunca se va sin perdidas.

    -Entiendo- Mi postura serena la mantengo, ¿De qué sirve alarmarse por algo inevitable? Nosotros estamos preparados para morir en cualquier momento.

    -Por esa razón, quiero que pases un muy lindo cumpleaños- Me vuelve a sonreír, me hace recordar a mi maestro… No pude evitar devolverle el gesto.

    -Si…- Solo confirme, no sé qué decir –Sé que puede ser el último- Sonrió… Pero esta vez no siento que mis lagrimes amenacen a salir, no existe nada por que llorar.

    -Je, je, je, ¿Cómo celebraras?- Me pregunta, tratando de olvidar el tema anterior.

    Bajo mi mirada, pero la sonrisa no se esfumó –No lo sé… Ni siquiera recordaba que era hoy- Es vergonzoso aceptar que este año lo olvide.

    -Come lo que te guste, y relájate, no pienses en tu deber- Esos concejos sé que tratan de ser lo mejor y creo que los tomare tan solo por este día.

    -Entonces, preparare lo que me guste- Rio un momento en voz baja, pensado en que posiblemente Kiki también lo olvidara…

    Últimamente le estuve exigiendo demasiado, por la misma preocupación que presentía.

    -¿Cómo ha estado la pequeña estrella?- Me da curiosidad, porque a veces el viejo maestro se refiere así a Kiki, pero lo entiendo a veces.

    -Muy bien, es un niño muy sano, fuerte, listo…- Sonrió de nuevo para posar mis ojos en la cascada –Algo terco… Ha aprendido el arte de reparar armaduras, pero creo que aún necesita perfeccionarlo-

    -¿Estas orgulloso de él?-

    -Si, por completó- No lo pensé, fue lo que de verdad siento, incluso agradezco aquella noche a verme tardado en el pueblo queda atrapado en la tormenta.

    -Te dije muchacho que Kiki, estaba destinado a estar bajo tu cuidado- Me toca el hombro, un gesto amistosos –Le has enseñado muy bien...- Sé que me dirá algo más, su semblante luce algo sombrío -¿Lo has preparado?-

    -Está listo, desea volverse el caballero de Aries algún día… Sus habilidades fluctúan en ocasiones, pero con entrenamiento lograra dominarlas y…- Fui interrumpido.

    -Me refiero si lo has preparado para tu muerte- Creo que en esta ocasión sentí como un viento helado nos envolviera, fue algo que estrujó mi corazón.

    Suspire, alfo derrotado, bajando mi mirada, no pude responder.

    -Comprendo…- No me dijo nada mas –Sé que el tema es difícil, pero… Sería mejor que le explicaras más de ti-

    Sabe que Kiki no conoce mi verdadero ser… No se lo he dicho, pero no encuentro el momento correcto.

    -Deseo conserve su inocencia un poco más de tiempo…- En este punto, siento nostalgia… En este momento estoy en el lugar de alguien que también me tuvo que dejar.

    -Mientras más tiempo transcurra y no lo sepa, tendrá menos para prepararse…- Me observa de una manera inquisidora, sé que el camino que tome no es el correcto con este tema…

    -Lo se viejo maestro…- Estoy atrapado, no existe un pero que valga.

    -Todos sufrimos en algún momento la perdida de alguien muy querido, pero es mejor saberlo desde el principio- Creo que sus palabras se volvieron entre un consuelo y un regaño –No puedes seguir cuidándolo toda la vida, su destino es similar al nuestro-

    No me atrevo a verlo a los ojos, porque es verdad… Aunque quiera protegerlo toda la vida, no lo poder hacer… Kiki encontrara su propio camino y sé que no será conmigo.

    -Así como tú, tengo a dos a quien he cuidado, pero saben que al final yo me iré antes… Je, je, je, aunque por mi edad eso debió pasar hace siglos- Ríe, quiere relajar el ambiente.

    Y sin duda lo ha logrado, es mejor no ser tan serio en un momento como este.

    ¿Cuándo cambie tanto?

    Antes me sentiría mal, triste y dejaría que mis lágrimas salieran, pero ahora… Comprendo con mayor intensidad que la realidad es muy cruel, no se puede hacer nada más que luchar y tratar de cambiará, sin importar las consecuencias.

    Pueda que me arrepienta porque… Causare el mismo dolor que me causaron, pero… No es culpa de nadie, solo que así debe ser.

    No me di cuenta, pase gran parte de ese día conversando de diferentes tema con el viejo maestro.

    Estaba atento pensado que sus discípulos me conocieran, pero me informo que ellos se encontraban en la cabaña, realizando algunas tareas que les pidió, sin duda preparo esta conversación con atención.

    Me doy muchos concejos… Me conto algunas historias de su juventud.

    Ese día conocí historias que creí que nunca tendría oportunidad de saber.

    Reí como cuando yo era el pequeño aprendiz.

    Recordar a mi maestro ahora con una sonrisa, sin rastro de tristeza, pero si nostalgia… Es algo que siempre desee hacer.

    Comimos algunos alimentos tradicionales de lo cinco picos.

    Sé que el viejo maestro está celebrando mi cumpleaños…

    Se lo agradezco, pero en cuanto note que el sol pronto se pondría, me comencé a despedir…

    Aun debía pasar el resto del día con Kiki y posiblemente le explicaría más sobre mi verdadero deber, que no solos e queda en reparar las armaduras.

    -Recuerda Mu, el legado de tu maestro, continua gracias a ti y que lo has depositado con Kiki- Sus palabras me confortaban un poco…

    -Gracias- Con esa simple palabra me despido, y regreso a Jamir.

    En este lugar… La oscuridad ya se presenta más fácil, aunque sea primavera los leves rastros del invierno aún quedan.

    Estoy algo cansado, pero feliz… Creo que este día tomo un nuevo sentido.

    Abro la puerta con suavidad, pero un suave aroma me sorprende.

    Pero no solo eso, escuchó la dulce voz de mi pequeño, que llega a mis oídos.

    -¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAESTRO!!!- Ese grito es potente, pero sobre todo, cuando corriendo fue directo a mi encuentro, dándome un abrazo.

    Observo lo que ha hecho, ordeno la torre, la limpio muy bien…

    -Kiki… Tu…- Me sorprendo mucho, no sé qué decir.

    -No solo hice esto…- Se aparta de mí, para señalar el orden, si no que toma mi mano y me conduce hasta la mesa –Le prepare todo esto-

    Me quedo sin palabras, miro lo que hay en la mesa y luego como luce tan orgulloso, de que ha aprendido muy bien cocinar.

    -Mi pequeño… Yo… No sé qué…- De verdad me quede sin habla… Nunca creí que… Bueno…

    -Prepare lo que usted hace para mi cumpleaños- Me vuelve a abrazar, mirándome con sus lindos ojitos a mi rostro -¿Le gusto?- Busca mi aprobación con su tierna mirada.

    Salgo de a poco de ese asombró, mi corazón late mucho, estoy tan feliz, me siento afortunado, lo hizo por mi…

    Le sonrió, devolviéndole el abrazo, incluso lo cargo, para que quede a mi nivel –Claro que me gusta mucho- Le doy un beso en la frente –Muchas gracias mi pequeño-

    -¡¡¡SIIIII!!! Me alegra mucho que le gustara- Me abraza rodeando mi cuello –Hoy cumple veinte años maestro… Así que debe ser especial-

    No sé de dónde saca que es especial, pero… Lo es… No quiero pensar en que puede ser el último… Lo voy a disfrutar…

    -Sí, lo es… Solo porque estás conmigo- Quise derramar algunas lágrimas de alegría, pero no lo haría… Kiki odia que llore… Hoy no pasara eso.

    -Vamos maestro, pruebe lo que hice- Se baja de mis brazos, incluso mueve una silla para que me siente.

    Este día me quiere consentir…

    Me va diciendo lo que ha preparado, cada alimento originario del Tíbet, que aprendí alguna vez y ahora el conoce.

    Me sorprende como es la vida a veces… Los conocimientos que tienes, son aprendidos por parte de alguien más, y cuando es tu turno de pasarlos… Es maravilloso que siguán sin importar el tiempo.

    Hoy… La vida me soy la oportunidad de tener un cumpleaños memorable…

    Aunque sea el último… Sera maravilloso.
     
  10. Threadmarks: Capitulo 10 (Ocho Años)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1233
    ---Ochos Años---

    Para este punto, todo se ha sabido.

    Fue bastante satisfactorio después.

    Saber que la verdadera Atena esta donde pertenece, dirigiendo el santuario.

    Sé que existieron bajas, más de las que cualquiera hubiera deseado.

    Tuve que explicarle a Kiki, cuando me presente en cinco picos, para brindar mi apoyo en aquel lugar.

    Vestir la armadura de Aries después de tanto tiempo, se sintió extraño, pero reconfortable.

    Como si… De alguna forma, mi maestro… No… Como lo que es, todos aquellos que vistieron Aries, estuvieran a mi lado.

    Me sorprendí como lo tomo mi pequeño, al principio me pregunto ¿Por qué no fui capaz de contarle nada?

    Le dije la verdad… Que quería que el escogiera, lo que de verdad deseaba, que no solo lo hiciera por seguir mis pasos.

    Después fui bombardeado por tantas dulces preguntas.

    -¿Cómo se siente ser un caballero dorado?-

    -Todo el entrenamiento que hice ¿Sera suficiente? O… ¿Debo hacer más?-

    -¿Me entrenara de manera formal?-

    -¿Tendremos que estar en el santuario ahora?-

    -¿Podemos regresar a Jamir?-

    Todo esto se lo respondí, aunque… Le declare que era mejor hacerlo después de que esta batalla acabara.

    Aunque su manera de ser, algo traviesa, hubiera provocado algunas heridas en el caballero del Dragón.

    Y que sin duda les causó más de un dolor de cabeza a los muchachos de bronce.

    Kiki estaba fascinado por estos jóvenes.

    De un momento a otro, deje de ser una figura de admiración, a pasar ser solo de autoridad.

    Fue un cambio que se doy en tan solo un tiempo corto.

    Dolió, pero… Es parte del crecimiento de todo niño.

    Me sentí tranquilo, sé que esto solo sería un corto tiempo, no morí en esta vez, pero nada me garantiza que la próxima algo así suceda.

    Por eso, en mi mente es correcto que Kiki comience a encariñarse con otras personas, que entienda que no está solo, si yo llego a faltar.

    Su entrenamiento se volvió más arduo.

    Así como mi maestro lo hizo conmigo, debía entrenarlo de manera correcta, no quiero que muera… No quiero que salga gravemente herido.

    -Ja, ahora comprendo más que antes-

    Estoy de nuevo en el primer templo.

    -Aires no ha cambiado… Yo si…-

    Caminar por este templo, en esta oscuridad, el silenció es tan recortable y aterrador.

    No negare que las memorias golpearon peor que antes, no es un dulce, dulce hogar, pero fue lo que conocí de niño.

    Tocar estas paredes, son tan frías.

    -De nuevo estoy protegiendo Aries… Como siempre debió ser…- Suspire, apretando algo mi mandíbula.

    Extraño ser el alumno, pero no importa… Ahora soy el maestro y primer guardián.

    Por el momento, todos nos hemos tratado de poner al día.

    Con Aldebarán fue bastante fácil, como si no hubieran pasado trece años, solo días… Al fin de cuentas fuimos bastante cercanos de niños.

    Me conto tantas cosas que hizo, como mejoro sus técnicas y que en su interior… Sabía que no era un desertor.

    Se disculpó por no poder ir a verme, pero si lo hacía, sería peligroso.

    Las risas no faltaron, y de inmediato Kiki y Aldebarán se hicieron amigos.

    Cuando nos pudimos reunir todos, después de aquella larga travesía que sufrieron los de bronce.

    Converse con Aioria, se sentía tranquilo, aliviado, porque por fin se hizo justicia a su hermano, que lo reconozcan como alguien bueno y no un maldito traidor.

    Deje que hablara, nunca se le había dado el hablar por mucho con alguien que no fuera Aioros o Shura.

    Esa noche en la que Saga… Cometió actos imperdonables… Destruyo tantas vidas.

    Yo tenía a donde ir, pero… Aioria no, se tuvo que quedar y sufrir todo él solo.

    Mientras hablamos… Vi como sus ojos se llenaron de lágrimas, pero su sonrisa estando presente en sus labios…

    Ese sentimiento de que ahora todo estará bien, lo comprendo.

    Levanto mi vista al cielo, y trato de divisar la constelación de Aries.

    -El santuario está en una paz momentánea maestro, puede estar tranquilo- Mi sonrisa es sincera, por primera vez… Mi corazón y mente están en una completa calma.

    Pasando de nuevo los recuerdos actuales…

    Nunca creí sentir un abrazo de Milo como aquel… Efusivo como él mismo.

    Pero reconocí su mayor dolor, nunca fue un secreto para nosotros, que Camus y él compartían más que solo una amistad.

    Los deje de ver siendo aún unos niños, pero sé que… Lograron en algún punto confesar su amor.

    Ahora, cada noche, podía sentir el cosmos de Escorpio… Que bajaba todos los templos, hasta salir del santuario y dirigirse al cementerio…

    Nunca le diría nada, es su manera de llevar el luto, lo comprendo… Sé que necesitara tiempo…

    Todos lo necesitamos en algún momento.

    -Creo que ahora… Estoy para todos, quiero ayudarlos si me es posible-

    -¿Qué se siente volver a dónde perteneces?-

    -Es reconfortable…-

    -La Atena de este siglo, cumplirá con su deber-

    -¿Estuviste alguna vez de acuerdo con lo que Saga proclamo?-

    -Sí, no te mentiré… Pero sé que esa no fue la mejor forma-

    Deje escapar un suspiro –Esta bien… Todos tenemos ideales diferentes-

    -Sabes… Me alegra que volvieras-

    -Gracias, me siento bien al estar de nuevo aquí-

    -Espero verte alguna vez en virgo-

    -Puede que si-

    Esa conversación, tan banal, pero…

    -¿Por qué siento que es lo que esperaba?- Bajo un poco mi mirada, mis mejillas sé que están rojas, mi corazón latió tan rápido al estar hablado con Shaka.

    Prefiere hacerlo vía cosmos.

    Siempre igual… Como cuando lo ayude a salir de aquel lugar junto con Fénix.

    -¿Realmente necesitabas ayuda?-

    Tan orgulloso y me lo pediste a mi… Trato de comprenderte Shaka, pero… Eres un enigma que ante mí… Siento que te revelas un poco.

    Recargo mi espalda en aquella pared, cruzado de brazos.

    -No me confundas… No se… Creo que fuiste tú… Pero pienso que son mis sentimientos jugándome una mala broma-

    Tendré algo de tiempo para averiguar más… Ahora solo quiero… Estar tranquilo, lo que quede.

    Ayudar a la verdadera Atena, seguir guiando a los jóvenes de bronce y estar al lado de Kiki.

    Rápido paso el tiempo, las batallas que después de las doce casas… Como muchos les llamaron a aquella rebelión de Saga.

    Fue en un punto en donde se nos ordenó quedarnos en el santuario… Aun en contra de nuestros deseos de ayudar… No pudimos…

    Salvo Aioros, que desde donde estuviera, nos prestó su ayuda.

    El viejo maestro, como el dorado con mayor experiencia, se encargó de dirigir el santuario como si fuera un patriarca sustituto, aunque nunca se llevó a cabo dicha ceremonia.

    Entendimos… Que la guerra santa esta tan cerca, que podemos sentir como la muerte se aproximara.

    Daremos todo de nosotros, nadie faltara al juramento que hicimos al recibir nuestra armadura.

    El deber de los caballeros dorados, es proteger a Atena en esas circunstancias.

    Siento que me adelanto a lo que pase, pero no puedo estar así…

    La nueva orden que Atena nos dio, es… Que los jóvenes de bronce no estén presentes durante esta guerra que se avecina.

    De alguna forma sutil… Logro convencerlos que descansaran un momento, y regresaran a sus lugares de entrenamiento o donde estuvieran tranquilos.

    Esto nos lo detendrá… Pero funcionará por un tiempo.

    Con ello… Creo que he tenido una idea…

    Solo espero que me perdone algún día.
     
  11. Threadmarks: Capitulo 11 (Una Triste Despedida)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    2034
    Pasaron algunos días, y justamente mañana los jóvenes de bronce se irán a donde quieran.

    Cada uno ha hablado sobre donde quieren ir.

    Seiya regresara a Japón, sigue buscando a su hermana, espero que tenga suerte y logre encontrarla.

    Shun tengo entendí ira con Seiya.

    Shiryu a los cinco picos, con el viejo maestro, dejo escapara un suspiro, pensando en cómo sería si nos hubiéramos conocidos unos años antes.

    Había pensado en él, para lo que voy hacer, pero el viejo maestro está obligado a acudir como todos los caballeros y posiblemente no se quedaría quieto.

    Por último sé que Hyoga volverla a donde su madre descansa.

    Creo que lo comprendo en cierta forma.

    Mi única idea en este momento, es que no me cuestione por qué hago esto y solo lo acepte.

    -¡¡¡MAESTRO!!! ¡¡¡¿DE VERDAD ME DEJARA IR CON SEIYA A JAPÓN?!!!- Esa dulce sonrisa, sus ojos brillantes… Mi pequeño no se imagina que posiblemente esta es la última vez que nos veamos.

    Debo guardar la compostura y calmarme, si no se dará cuenta.

    -Si- Contestó algo serio, pero demuestro una sonrisa, posiblemente la más fingida que pude dar –Por favor no le causes muchos problemas- Le advierto acariciando sus rojizos cabellos.

    -No se preocupe maestro Mu- Cierra sus ojos y oculta sus manos detrás de la espalda –Me portare muy bien, obedeceré a Seiya en todo y le prometo traerle algo- Me abrazo con fuerza después de decir esas dulces palabras.

    No me pude resistir y le devolví el abrazo lo más fuerte posible sin lastimarlo, me duele el corazón… Sé que hago lo correcto, pero… Me lastima… No quiero que se aleje de mí, pero… No existe otra forma, no quiero que corra el mismo destino que nosotros, quiero que tenga una oportunidad de vivir.

    Retengo mis lágrimas, no derramare ninguna hasta que este solo.

    Me separado de mi pequeño, pero no dejo de sostener sus hombros -¿Qué quieres cenar?- Lo miro detenidamente, me doy cuenta que creció, aun me pregunto cómo es que ha llegado hasta donde esta… Yo… No creo que hiciera gran cosa.

    -¿Puede preparar momos dulces?- Junta sus manitas delante de su pecho, suplicándome ese pedido.

    Usualmente no lo haría, porque luego no duerme, pero… Lo quiero complacer, solo por esta vez.

    Asiento con mi cabeza, dedicándole la mejor sonrisa, y ambos nos dirigimos a la cocina.

    Kiki esta tan acostumbrado a cocinar conmigo, que lo hace con gusto.

    Si pudiera cambiar el destino, lo haría… Pasar más tiempo contigo es lo único que quiero.

    Disfrute cada momento a su lado, deje que rellenara los momos con la cantidad de dulce que quisiera, no negare que el sabor de este platillo, fue uno que me gustó tanto.

    Pero al terminar me dejo un sabor amargo, sé que no fue en si la comida, si no… Lo que viene, no puedo dejar de pensarlo.

    Solo verlo, hacer cualquier cosa, me hace lamentarme, que será la última vez.

    Debo seguir sonriendo, hasta que me despida de él.

    Hicimos la misma rutina de cada noche.

    Salvo que en esta ocasión, yo…

    -Kiki-

    -¿Si maestro?- Ladeo su cabeza, algo confundido.

    -¿Quieres dormir conmigo hoy?- Hago esta peculiar pregunta, hace algún tiempo que ya no me necesita para velar su sueño, pero esta vez yo soy quien lo necesita.

    Noto la confusión en sus ojitos, pero una sonrisa se dibuja en su cara.

    -¡¡¡CLARO QUE SÍ!!!- Nunca espere esa reacción, dio un salto sobre su cama, para bajar de inmediato e ir en mi dirección.

    Verlo actuar como un niño, disfrutar su vida de esa forma, me hace creer que hago lo correcto.

    Nos dirigimos a mi habitación, nos acomodamos en mi cama, que tampoco es muy grande, pero ambos podemos descansar en ella.

    Veo como bosteza, sonríe… Parece como si hubiera deseado volver a dormir conmigo, cuando era un pequeño, pero yo era quien le había dicho que ya era grande y dormir solo es lo que debe hacer.

    En estos momentos me arrepiento de haber sido tan duro con él, pero es necesario.

    No entiendes lo que hacen los mayores por ti, hasta cuando tu estas en su lugar y te das cuenta que hicieron lo mejor que pudieron y su amor es lo que cada acción guía.

    Hablamos de algunas cosas, su entrenamiento, el que sigue sorprendido que sea un caballero dorado, me ha preguntado sí creo que lograra ser el siguiente Aries.

    Todas sus dudas y conversaciones, las escuchó atentamente, quisiera grabarme su voz en mi mente.

    Respondí de la mejor forma.

    Pero… Como deseaba decirle que no tenía que ser un caballero dorado como yo, que no está obligado a hacerlo.

    Más no seré yo quien le robe esa ilusión.

    -Si entrenas lo suficiente, y pones todo tu corazón en ello- Acaricio su mejilla, brindándole una sonrisa, para animarlo, espero que así me recuerde siempre –Lograras ser todo lo que te propongas-

    Me devuelve una dulce sonrisa, con un débil bostezo.

    Esta demasiado cansado, entrenamos hasta la tarde y fue allí que le di la noticia.

    -Buenas noches maestro- Me dice esto, cerrando sus ojos y acurrucándose en la cama, acercándose más a mí, como cuando era un infante, sujeta la sabana, apretándola con su puño.

    Verlo dormir así a mi lado, me hace pensar en cuando era un bebe, como me necesitaba, siempre le dije que al estar conmigo yo lo protegería.

    Ahora… No soy más que un mentiroso… Yo no lo seguiré haciendo.

    Ni siquiera sé que lo llegue hacer alguna vez.

    Me acomodo cerca, teniéndolo de frente, mirando su rostro, está durmiendo lo pudo notar, ha sido vencido por el sueño.

    Verlo una última vez dormir a mi lado, me está quebrando el corazón, lo dejare solo… No puede ser peor, soy de lo peor.

    En ese momento ya no me contengo más.

    Solo cubro mi boca con mi mano, cierro mis ojos para dejar escapar mis lágrimas, pero no puedo dormir aun, quiero ver a Kiki todo el tiempo que pueda.

    Mi rostro demuestra mis sentimientos, me desgarra que estará solo.

    Conozco el sentimiento, lo viví, solo era un año menor que Kiki, aun así fue de lo peor, la soledad, el sentimientos de que has hecho todo incorrecto, que no eres digno de suceder a tu maestro.

    No quiero eso para él… Pero no lo puedo evitar.

    De nuevo, no puedo proteger a quien quiero, no puedo evitar su sufrimiento.

    Mi llanto se hace más fuerte, mis lágrimas han comenzado a caer en la cama, marcando la humedad en ella, y no quiero que escuche mis sollozos.

    SI me viera así, se alarmaría y me preguntaría, obviamente tendría que evitar decirle algo, así que… El resultado sería que se molestará por no decirle la verdad y no quiero que me recuerde de esa manera.

    Llevo mi mano libre a acariciar su rostro.

    Es mi pequeño, yo lo crie, lo cuide y lo quero tanto.

    Para mi es mi hijo, es mi pequeño, es mi Kiki.

    Deseo abrazarlo una última vez, dormir así, y darle la tranquilidad de que estando en mis baros nada le pasara, por lo menos esta noche.

    No lo pensé más, lo abrazo con cuidado de no despertarlo, verlo así, traer recuerdos hermosos, cuando solo era un bebe, me necesito tanto, ahora yo lo necesito para sentirme tranquilo.

    Lo mantuve así de cerca por un rato, y el sueño está queriendo derrotarme, solo quiero aguantar todo lo que pueda, verlo…

    Siento como se acomoda, sus manitas se estiran para rodearme, correspondiendo mi abrazo.

    Pero escucho unos murmureos que provienen de mi pequeño.

    -Maestro…- Me llama… ¿Que estará soñando? –Lo quiero mucho…- Una sonrisita se dibuja en su carita, me conforta que tenga un sueño hermoso.

    Lo abrazo con mayor fuerza, como si temiera que cualquier fuerza fuera capaz de entrar para arrebatármelo.

    No supe en que momento me quede dormir, pero esa noche mis sueños me llevaron a donde están nuestros recuerdos.

    Cada una de sus travesuras, alegrías, berrinches, todo lo que vivimos lo pude recordar en mis sueños y fue lo más agradable que pude sentir.

    Sé que llore entre sueños, mi tristeza no puede desaparecer tan de repente, pero me hago el fuerte, solo porque Kiki lo sea.

    Desperté, creo que no había amanecido, pero una pequeña bola de energía se movía mucho, esta sin duda ansioso.

    Abrí mis ojos, y sé que Kiki lo noto, pues rápido me saludo con un fuerte abrazo de buenos días.

    Tuvo un dulce sueño, eso me alegra tanto.

    -¡¡¡BUENOS DÍAS MAESTRO!!!- Da un pequeño grito, incluso brincando en la cama, estando sentando de rodillas, para que me huna a él.

    -Buenos días Kiki- Le sonrió, quisiera conservar su sonrisa siempre.

    Esta tan feliz, es feliz… Siento que he hecho un buen trabajo, no llorare hoy… No lo hare.

    Decidí por un simple impulso, unirme a saltar en la cama, obviamente lo tengo que hacer con menos fuerza que Kiki.

    No ha salido el sol y nosotros estamos iniciando el día de una forma que nunca creí hacerlo.

    Preparamos un desayuno, y trate de pasar las pocas horas que me quedan con mi pequeño discípulo… No, ya no lo quiero llamarlo así.

    Con mi hijo, Kiki eso es para mí, mi hijo.

    Solo pude escuchar sus sonrisas, le di tantos abrazos como pude, dedique todas mis sonrisas.

    El momento de despedirse llego, debían irse, actué como si no fuera la gran cosa, como muchas veces al momento de hacer varias misiones para mí.

    Tiene la capacidad de volver cuando desee con nuestra habilidad, pero le pedí que disfrutara este viaje como un niño normal, que no haga nada que lo evidencié y se comporte, me lo prometió, lo cumplirá todo lo que pueda.

    -Se un buen niño y siempre, estate cerca de Seiya- Le doy mis últimos concejos, el aire me falta, pero debo aguantar.

    -Sí, lo sé- Esta tan animado que creo que ni me presta atención –Ya quiero ir con los niños del orfanato y jugar con ellos- Dirige esas palabras a todos.

    -En cuanto lleguemos, iré a ver a Miho y jugaras con ellos todo el día- Seiya se comporta casi como Kiki.

    Me sentiría más seguro si fuera con Shiryu, pero… No es una opción.

    Por eso deje que estuviera con ellos, el mayor tiempo posible.

    Por alguna razón, no solo estoy yo despidiéndome de mi pequeño y los de bronce.

    Los demás dorados con excepción de Shaka, los despedimos.

    Nosotros comprendíamos que la guerra santa esta peligrosamente cerca, y esta será la última vez que los veamos.

    La hora llego, le di un último abrazo a Kiki, quise que durará por siempre, no debo levantar sospechas.

    Se va, y esta es la última vez que lo veré.

    No quisiera ser pesimista, pero en mi corazón así lo siento.

    Y no puedo hacer nada al respecto.

    Cuando ya no lo pude ver, cuando se alejó, en el momento que mis compañeros se retiraron.

    Sentí la mano de Aldebarán en mi Hombro y me dijo algo.

    -No pensemos que sea la última vez que les veamos- Lo dijo con su típica alegría, sin duda deseaba animarme.

    -Sí, lo se…- Le dije esto, le dedique una sonrisa, pero no quise moverme del lugar.

    Siempre entendió cuando deseaba estar solo.

    Cuando no sentí ningún cosmos, ahora si la soledad se ha quedado a los pies de mi templo.

    Tuve la oportunidad de desplomarme, me deje caer en el suelo, mis rodillas lo resintieron, pero realmente no me importo y mis lágrimas cayeron.

    Sé que estoy siendo demasiado patético, soy una vergüenza… Pero no puedo contenerme más… Me duele… Me siento que le estoy mintiendo a Kiki.

    Lo deje ir con los de bronce, para que se divierta, que no esté en el campo de guerra, que consiga hacer otros lazos, que no solo sea conmigo.

    Llore, sabía que ya nadie podría pasar por ese punto y me desahogare tanto.

    Mi corazón lo necesita, pero… Solo quisiera que el tiempo que tuve con mi pequeño hubiera sido más.

    Lamentablemente, sé que esto se acabó…
     
  12. Threadmarks: Capitulo 12 (Mis Pensamientos Son Tuyos)
     
    AMMU TEIKOKU YUDAINA

    AMMU TEIKOKU YUDAINA Usuario común

    Aries
    Miembro desde:
    13 Junio 2024
    Mensajes:
    403
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Últimos Pensamientos
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    12
     
    Palabras:
    1504
    Solo unos días pasaron, la guerra santa comenzó.

    Enfrentarme a los antiguos compañeros de armas, fue algo que nunca pensé hacer.

    Atreverse a perturbar el descanso de los muertos, pero… Que se volvieran unos traidores ante nuestros ojos, fue algo que nadie me preparó.

    Ver las lágrimas de sangre que Saga, Shura y Camus dejaron caer ante mí… Sé que no físicamente pero su alma lo hacía.

    No fui tan cercano a Saga y Shura, pero Camus fue mi amigo, duele verlo así… No me quiero imaginar que sentirá Milo a contemplarlo portando la Sapuri.

    Lo peor, algo que destruye el corazón… Mi maestro, el patriarca… El antiguo portador de Aries, estando bajo el mando de Hades.

    Sé que nunca debería revelarme ante él, pero… No permitiría que avanzara.

    Me di cuenta que sin importar mi entrenamiento, no podía ganarle a su cosmos, con un solo movimiento me inmovilizo.

    Creí que de verdad me mataría, sentimientos encontrados, tratar de entender que es lo que esto significa.

    Me negué a creer que él pudiera hacer algo así.

    Pensando en eso, me mantuve abajo, sin poder mover un solo dedo.

    Pero el viejo maestro llego, me ayudo a recuperarme y aun en contra de lo que el patriarca me ordene, seguir otras indicaciones, lo que creo que es correcto.

    Después de dejarlos solos… No supe que paso… Aún sigo sin saberlo.

    Solo que note sus cosmos, aún están elevados, podía sentir una ligera tristeza entre ambos.

    No pude detenerme para averiguarlo…

    Al llegar a Tauro, encuentro algo que desee nunca presenciar, un amigo mío… Otro… Que ha caído… Mis lágrimas no las contuve.

    Es nuestro deber morir si es necesario, pero creo… Que nuestra muerte es más fácil manejar que las de quienes nos importa.

    Combatí a quien asesino a Aldebarán, pero no fue necesario, al notar lo que él mismo ha dejado atrás, para defender la segunda casa.

    Mis pasos siguieron, hasta llegar a Cáncer.

    Una fuerte energía telequinetica, me contuvo en medio de tantos espectros, pero no me dejaría intimidar.

    Pero… ¿Por qué tenías que volver a aparecer Seiya?

    Te aleje de esta guerra, porque fueron las órdenes de nuestra Diosa, pero también… Deseo que sigas vivos como los demás bronce, puede que sea un deseo egoísta pero… También si ustedes no están… Kiki quedara solo.

    Aun así, las palabras de Seiya… Son verdaderas, él también desea ayudarnos y sé que los demás muchachos de bronce harán lo mismo.

    No puedo persuadirlo.

    Así que entiendo que serán de gran ayuda.

    Al quedar libre de esa prisión telequinetica, pudimos notar de quien se trata.

    Myu de Papillon.

    Él sería mi oponente, dejare que continúe Seiya.

    Fue una batalla algo complicada, pero no dude en hacer todo lo posible para acabar con esto rápido.

    Debía reunirme con mis demás compañeros.

    Sin embargó… ¿Por qué tuve que apresurarme?

    Ser el primero en llegar a Virgo y darme cuenta de lo que pasa.

    Mis manos y piernas sin pensarlo se dirigieron a tratar de apoyar a Shaka en la sala gemela, pero… De a poco entendí las verdaderas intenciones de él…

    -No hagas esto, por favor- Susurre esas palabras, golpeando levemente aquella entrada cerrada, mis lágrimas volvieron a brotar, mi corazón está desgarrándose.

    Quiero ignorar el deseo de Shaka, pero… ¿Por qué debo de ser tan correcto?

    ¿Porque debería respetar lo que deseas hacer?

    Si me está causando un gran dolor… No es justo.

    Detuve a los demás, explicando que es lo que Shaka desea hacer.

    No pude ocultar mi dolor.

    Como fue lo ocurrido, deseo no saberlo, solo que… Al sentir como su cosmos se apagó, quise de verdad acabar con mis propias manos a Saga y los demás.

    Saga… Tú… has acabado con dos personas que he amado tanto… Quisiera dejar la razón por una vez de lado y dejarme guiar por mis emociones, pero… No lo hice.

    Al ofrecerme el rosario de Shaka, me enfureció tanto que lo tocara con sus manos llenas de sangre, lo sujete con toda mi fuerza, queriendo arrebatárselo.

    Mis otros compañeros no dudaron en atacarlos, yo manteniéndome al marguen.

    Solo por un minuto me permití hacerlo.

    Entendimos que la única manera de detenerlos seria con una exclamación de Atena.

    Una técnica prohibida.

    Creo que ellos pensaron exactamente lo mismo.

    Cada trio lo hizo, chocando en el medio, incrementándose con el poder de nuestros cosmos.

    Aun así… Los jóvenes de bronce, trataron de que esa colisión se dirigiera hacia arriba, para que esto no destruyera todo el santuario.

    Ellos me sorprenden cada instante.

    Después de esta lucha.

    Escuchar las órdenes de Atena, que nos dirigiéramos hasta donde la estatua de ella se encuentra, junto a los tres renegados.

    Es una petición de ella y no podemos ignorarla.

    Podría sentirse como si todos estuviéramos del mismo lado.

    Pero… Al ver la daga dorada… Que se la ofreciera a Saga y repentinamente ver como la sangre de nuestra Diosa es derramada.

    No pudimos hacer nada… Ella murió.

    Ahora creo entender mejor a lo que todo esto significa, los sacrificios que han hecho.

    Nuestro nuevo objetivó fue ir hacia el castillo de Hades en la tierra.

    Las doce horas se acabaron y con ello… La vida ficticia de aquellos que aun con un favor de Hades, trataron de estar al lado de Atena.

    Si hubiera tenido un poco más de tiempo, me habría gustado tanto hablar con mi maestro, pero sé que él debía mantener su engaño.

    El primer juez del inframundo al que nos enfrentamos siendo Radamanthys.

    Tratamos de atacar, pero nuestros cosmos se sentían diferentes.

    Fuimos acabados con facilidad, llegando a Cositos.

    La frialdad del ambiente… Nuestros cuerpos inmóviles, es lo que apenas podía recordar.

    Un cálido cosmos nos logró traer de vuelta.

    Atena… Aun nos necesita.

    De ese punto, hasta lograr llegar al muro de los lamentos.

    Sentí calma a ver a los de bronce, pero… Mi mirada encontró una azul, una que pensaba no volver a ver y… Esta allí tan tranquilo.

    Sonreí disimuladamente, mis pasos se dirigieron a él.

    Le devolví el rosario de ciento ocho cuentas.

    Está intacto, porque lo protegí con mi vida, no podía permitir que algo tan preciado sea dañado, ahora esta con su verdadero dueño.

    Nunca lo admitirá, pero sé que sonrió también.

    Me atrevo a pensar que se alegró verme, sé que no es así, pero… Quiero creer que sí.

    Aun intentando lo que sea para derribar ese muro, nada ha resultado.

    El viejo maestro, ahora rejuvenecido, nos dio una idea.

    Sabiendo el costo de llevarla a cabo, aceptamos.

    Elevar nuestros cosmos al máximo, el poder del sol que nuestras armaduras contienen, ayudarán, pero… No es suficiente…

    Las demás armaduras que ya no tienen un portador se presentaron.

    Y con ello, volvimos a verlos.

    Esta sería la última vez… Sabiendo lo que venía.

    Fue la última despedida con los jóvenes de bronce.

    En este punto, fui capaz de pedir el favor que no tuve antes el valor de hacer.

    Solo quería que estuvieran a lado de Kiki, que en el momento en donde yo ya no este…

    No se sienta solo.

    Nos preparamos, ellos se alejaron por órdenes nuestras.

    Incrementamos nuestro cosmos, y en cuestión de segundos… Realizamos lo que es…

    Nuestro destino.

    Aun así, no me siento solo.

    No porque este rodeado de mis compañeros dorados, si no… Tengo a mi lado a Shaka, el sostiene mi mano hasta el momento final.

    Si hubiéramos tenido el valor de hacer o decir algo más.

    Pero está bien…

    Puedo dedicarle una sonrisa, aunque mi corazón ahora está destrozado.

    Dejo escapar mi último suspiro.

    Mis lágrimas han comenzado a brotar, no por el dolor que siento, ni siquiera me estoy dando cuenta de ello…

    Si no… Que me duele abandonarte de esta manera.

    Mis pensamientos volvieron a volar a mi pequeño Kiki.

    Todo esto, son mis recuerdos, desde el momento en que te vi entre la nieve y sostuve en mis brazos, cuando solo eras un bebe…

    Hasta cuando que tuve que decirte adiós…

    Sonreírte como… Si solo fuera un “Hasta luego”.

    Lamento tanto dejarte solo Kiki, lo siento…

    Desearía haberte tenido más tiempo a mi lado.

    Sé que no necesitas explicaciones, porque entiendes mis razones…

    No quiero que hagas lo mismo que yo.

    Pero no te puedo detener.

    Ver tu sonrisa, escuchar tu vocecita, si pudiera de nuevo abrazarte.

    Quisiera que se me concediera ese favor, pero no se puede.

    Estoy perdiendo mi vida… Y aun así, solo puedo desear que me recuerdes y seas alguien muy bueno.

    Mi pequeño, al que ame desde que conocí, se lo más feliz que puedas, quiero que siempre seas fuerte.

    Kiki… Si pudiera transmitirte todo lo que siento, lo que eres para mí.

    Cuídate mi pequeño…

    Mis últimos pensamientos son dedicados solo para ti, mi amado hijo.
    -----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
    Buenos días, tardes, noches, ¿Qué hora es? ¿Quién me ha robado el reloj? ¿Cómo están mis terrones de azúcar?

    Espero que disfrutarán de este triste fanfic.

    Los quiero mucho.

    Me dejan sus comentarios.

    Nos leeremos después.

    Ammu se va.
     
Cargando...
Cargando...

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso