Ángel

Ángel

Woola, esto es algo que hice en un momento de aburricio, Espero que les guste, lo hice no muy inspirada y quiero que me den su opinio.

Ángel
-¡Ayúdenme!- grito con todas mis fuerzas mientras el dolor regresa.- ¡Por favor!- me retuerzo en el suelo gracias al dolor, doy un alarido sonoro y empiezo a llorar. El dolor es insoportable, no sé cuándo ni por que llegue a este lugar pero tengo miedo, en eso miro y veo un espejo que abraca la mitad de una pared. La toco y esta fría, pero sé que hay alguien al otro lado del cristal, observándome.
-¡Se que estas ahí!- grito como enfurecida mientras golpeo el cristal.- ¿Qué quieres de mi?- el dolor regresa y caído de rodilla mientras reprimo mis gritos de dolor. El cuarto donde me encuentro son solo 4 paredes grises, una mesa, dos sillas, una cama, una puerta que desde que llegue ha estado cerrada y por último el espejo. Traigo un pants blanco y una blusa del mismo color mi cabello está recogido en una coleta y no traigo ningún tipo de calzado. En eso alguien abre la puerta y yo me vuelvo asustada, son varias personas y todas están vestidas de negro excepto un muchacho que viste de jeans y de camisa blanca. El dolor sigue punzándome en la espalda así que me quedo inmóvil mordiéndome los labios para no gritar. El chico se me acerca y me toma de la barbilla y me obliga a mirarlo, tiene los ojos color miel y es alto, su pelo negro le caía sobre los ojos y tenía un semblante serio. Se me acerca cada vez mas hasta quedar a milímetros de mi rostro, de pronto olvido el dolor y me sumerjo en sus hermosos ojos, el me mira intrigado, casi sin pestañar.
De pronto siento como sus labios se pegaban con los míos, lo primero que intento es separarme de él, pero él me agarra del cuello sin permitírmelo, al final lo único que se me ocurre es morderlo. En seguida se separa de mí haciéndome caer de espaldas al suelo. Tiene sangre en su labio inferior y me ve divertido.
-Ruda la nueva. ¿No? Pero nos sirve. - dice él mientras uno de los de negro me toma del brazo y me obliga levantarme. Trato de zafarme pero me tenia bien agarrada, me arrastro hacia la puerta y ahí me suelta dejándome caer al suelo. Estoy ahora en un cuarto más grande completamente blanco, hay maquinas enormes con miles de lucecitas y de botones, esta lleno de personas con batas blancas y además hay chicos y chicas de mi edad acostadas en mesas blancas, tal vez sedados, tal vez muertos. Me asusto y me intento levantar pero mis piernas no me responden, entonces el chico me levanta como si fuera un bebe y me pone en una de las mesas, me retuerzo tratando de zafarme de sus brazos pero él es muy fuerte. Me atan con unas correas que están en las mesas, unos médicos me toman de los pies y otros me toman de las muñecas, entonces el chico me inyecta algo en el brazo y empiezo a ver todo borroso, las fuerzas me fallan y mis parpados empiezan a pesarme.
Me vuelvo a mi izquierda y veo a una chica acostada boca abajo, tiene el cabello rojo sangre y la piel blanca, trae la misma ropa que yo, la única diferencia son los dos cortes en su camiseta en la espalda. Empiezo a respirar con dificultad y las voces se vuelven casi irreconocibles, sigo mirando a la chica con curiosidad, nunca antes la había visto pero se me hace conocida. En eso uno de los médicos se le acerca y le inyecta algo en su brazo derecho, el líquido de la aguja es azulado y se lo introduce todo en una de sus venas. La chica se empieza retorcer pero sigue dormida, también la tiene amarrada de los tobillos y de las muñecas, de pronto algo increíble sucedió, de su espalda salieron dos pares de alas blancas.
-Aaa…aaa.- tartamudeo asustada, mientras trato de zafarme pero ni mis brazos ni mis piernas me responden. El chico me acaricia la mejilla y me mira divertido, yo estoy a punto de empezar a llorar en parte por la impotencia que siento al estar en esa horrible situación y por otra parte por el terror que siento.
-Qu…e…- intento decir pero no tengo suficientes fuerzas.
-Vamos- me dice aun acariciándome la mejilla.- muéstrame tus alas y te dejaremos ir.-
“Alas” pienso confundida, “¿Dónde estoy?” El me sigue mirando con diversión, yo asiento para ver si con esa respuesta me dejan ir.
-Ya esta lista.- dice el chico triunfal mientras un doctor se me acerca con una aguja con el mismo líquido azulado que le pusieron a la pelirroja.
–No te va a doler.- me susurra el doctor.- ¿Lista?-
No sé si se da cuenta pero en cuanto me pone la inyección siento como si un acido recorriera mi cuerpo quemándome por dentro, grito con todas mis fuerzas y el chico me toma de la mano y la aprieta. Algo desgarra de pronto mi espalda, la sangre empieza resbalar por mi espalda manchando mi ropa blanca, después de unos segundos el dolor cedió, dejándome exhausta y adolorida, veo a mi izquierda y la pelirroja me mira con una sonrisa en el rostro, sus alas siguen ahí, pero ella está tranquila, como si fuera algo natural.
-Lindas alas, ¿eh?- me susurra, me vuelvo a mi derecha y está el chico, tiene una pluma ensangrentada en su mano y la mira maravillado. Me da un beso en la frente y me acaricia el pelo.
-Felicidades, estas dentro.- me dice mientras una lágrima resbala por mi mejilla.