¿Y la cuarta pared? Una sensación fría le recorrió la piel y lo hizo despertar. Cuando abrió los ojos se sintió desconcertado, todo estaba oscuro... todo, a excepción de él mismo; era su propia luz. Por supuesto que estaba sobresaltado, examinó una y otra vez las ropas que vestía: shorts negros y una camisa blanca, ambas prendas con detalles amarillos; una larga corbata, también amarilla, se destendía sobre su pecho y unos largos calcetines negros y aguados con el elástico amarillo bajaban desde sus rodillas y le cubrían los zapatos. ¡Por supuesto que él jamás usaría algo así! Con espanto comenzó a palpar las delicadas telas que lo cubrían, hasta que una especie de crujido lo hizo detenerse. Al darse vuelta se percató al instante de ellos, unos audífonos blancos de diadema con un micrófono que se alzaban en el aire bajo un halo de luz brillante, ¡por supuesto que eso lo asustó aún más! Pero no tanto como lo que sucedió a continuación. Una fuerza extraña comenzó a arrastrarlo hacia el objeto; el chico trató por todos los medios posibles de no acercarse y permanecer en su sitio, pero le era imposible, simplemente no había de dónde agarrarse. Y además, de una manera que no podía explicar, su cuerpo comenzaba a desobedecerle. Cuando estuvo frente al aparato, sus manos parecían no estar de acuerdo con la voz en su cabeza que repetía, una y otra vez, que no debía tocar absolutamente nada de todo lo demoníaco que pudiera aparecer en esa habitación del demonio. En cuanto posó la yema de sus dedos en el plástico blanco y frío, una luz espantosamente cegadora iluminó la habitación. Cuando ésta se fue, el chico se descubrió a sí mismo en lo que parecía ser un intento de oficina. Tres de las paredes estaban pintadas de un beige suave, a excepción de la cuarta. De hecho, la última era especialmente rara... Se acercó con sigilo hasta divisar su reflejo en lo que parecía ser... ¿un cristal? Sí, lo era, ¡y tenía los cascos puestos! Estaba a punto de quitárselos cuando el cristal del frente se iluminó de un azul suave; el muchacho corrió a esconderse tras el escritorio que se situaba al centro de la habitación, pero de pronto la misma fuerza extraña lo obligó a ocupar el asiento dispuesto para el oficinista al que estaba destinado aquel sitio. Acto seguido, sin saber por qué, comenzó a cantar. Poco a poco el cristal azul comenzó a volverse más claro, hasta que pudo divisar a un chico de mediana edad sonriendo y tarareando la misma melodía sobre la que él cantaba. Sintió un vuelco en el corazón y el terror, más aún que la confusión, comenzó a apoderarse de él. ************ —¡Len! —Espetó con enfado la rubia mientras jalaba la oreja de su hermano. —¡Te he dicho tantas veces que dejes de desvelarte con ese estúpido juego! Si sigues así, vas a reprobar la ma... Len frotó sus ojos con insistencia y jaló bruscamente del brazo a Rin. —¡Lo he soñado otra vez! —¿Q-qué? ¿La misma cosa demoníaca de ayer? *********Garry le dio un mordisco a su sándwich mientras se acomodaba en el asiento. Observó la pantalla del computador con orgullo. —¡Este MMD será un éxito!
Awns, que tierno. Siempre me gusta leer fanfics desde este punto de vista, rompiéndose la cuarta pared. Es una forma de experimentar, tanto para el escritor como para el lector, algo diferente. Y, realmente, nunca pierde la gracia por mucho que se trate. En este caso, la escena es simple, y se relata como se rompe realmente la cuarta pared aunque al final Len lo asuma como un sueño. Me ha gustado, aunque bien es cierto que he notado carencia de un poco más de contexto, quizás por la presión que contabas para escribirlo cuando antes, o quizás porque yo he oxidado un poco en Vocaloid. Sea como fuere, excepto por ese detalle, me parece un fic cortito pero bien narrado, sin faltas y fluido. ¡Sigue así! ^^
