Harry Potter ¿Qué tal si Hagrid hubiera detenido a Tom Ryddle?

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Fénix Kazeblade, 4 Enero 2019.

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    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    ¿Qué tal si Hagrid hubiera detenido a Tom Ryddle?
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4120
    Si gusta, escribiré más.

    Hagrid cerró los ojos y disfrutó del viento que venía del bosque, tan fresco y salvaje, el césped, los robles, la tierra mojada, hicieron que por un momento se olvidara de todos sus problemas, de toda su tristeza, vergüenza y desasosiego, sintiéndose libre.

    Levantó la mirada e imaginó verla alejarse. Pensó en tenerle rencor, por todo lo que se iba a desatar en un momento sobre de él por su causa, una difusa idea donde la atrapaba y la entregaba apareció en su mente pero fue sofocada y desechada al instante, pues iba en contra de todo lo que en la vida había creído, por el contrario se sintió feliz esbozando una sonrisa socarrona mientras de su mejillas se deslizaban lágrimas, sintió un calor casi paternal en su pecho soñando con lo grande que su amigo crecería.

    Escuchó sus pasos llegar hacia él, casi observó una sonrisa de satisfacción en la cara de algunos miembros del ministerio que iban por él, varias personas habían levantado cejas de inconformidad cuando a un semi-gigante se le admitió para estudiar magia, lo creían un riesgo y con lo ocurrido, con lo que lo acusaban, se regodearían al creer que todas sus sospechas eran bien infundadas.

    Entonces aquel muchacho grandullón, desaliñado, algo torpe, pero un enorme corazón, lo sintió comprimirse, observando su varita con nostalgia entendiendo que sería la última vez que la tendría en sus manos, tomó aire hombro y se impregnó de valor cuando observó la mirada amigable del maestro de transformaciones, Albus Dumbledore, aceptando lo inevitable, consolándose al ver, que no estaría solo.

    Al menos ésta era conocida, sin embargo, siempre hay una versión más que contar.


    ¿Qué tal si Hagrid hubiera detenido a Tom Riddle?


    Dos años atrás:

    El señor Hagrid, padre, observaba con las manos temblorosas por la emoción los ladrillos que habrían el portal hacia el callejón Diagon, cuando comenzaron a separarse abriendo ese umbral hacia todo ese mundo fantástico, sus ojos destellaron de tal manera que terminaron provocando lo mismo en su hijo que hasta ahora observaba todo esto algo dudoso.

    Hagrid siempre se había comportado de manera tímida, con los doce años que tenía ya estaba superando la altura de su padre y muchos otros adultos, por si fuera poco todo parecía más frágil entre sus manos, muchas cosas rotas, algunos compañeros de juego lastimados, muchos de los niños muggles se sentían intimidados y los pocos que podían tener algo de curiosidad eran retenidos por sus padres de mente pequeña, por lo que el muchacho creció rezagado de la mayoría de los humanos, que contrastaba con un afecto innato hacia los animales que a su vez eran muy afines a él casi como por arte de magia.

    Fueron precisamente estos los que hicieron que se levantara la mirada: sapos, lechuzas, ratones y gatos, acompañados de otras extrañas y fascinantes criaturas que ni en su vivida imaginación los hubiera imaginado.

    ― Papa…―señaló apenas con un hilo de voz a causa de la emoción mientras observaba a un Occamy serpenteando con su brillante plumaje mientras era reducido por un mago vestido de arlequín.

    El señor Hagrid jamás había visto sonreír así a su hijo, le alegro mucho.

    Con cada puesto al que se acercaba para encontrar algo de su lista de útiles, el entusiasmo de Rubeus crecía: los relieves en los libros que se movían como estando vivos, las túnicas majestuosas casi destellando magia, las escobas, las varitas, en el momento que tomó su varita en sus manos en Ollivander y esta lo reconoció, cuando la magia fluyó desde él y emanó de ella, sintió como si una parte que había estado dormida hasta ahora despertara, sintiendo que estaba justo donde debería de estar, que su destino estaba en este mundo y podría lograr lo que fuera, sin embargo, sintió que una magia más poderosa surgió de su padre, cuando aquel hombre menudo y delgado lo tomó en sus brazos, los abrazó con fuerza completamente lleno de orgullo, su rostro cansado por largas jornadas de trabajo y noches en vela y aquel secreto quedó nulo, rejuveneciendo más de una década.

    ― ¡Harás grandes cosas hijo mío! ¡Cosas maravillosas!


    *******************************

    El cuerpo de Rubeus cayó al piso como un costal, sintió que el aire se le escapaba cuando su estómago golpeaba contra una de las ramas, le había dolido demasiado, pero se obligó a ponerse de pie al escuchar los balbuceos asustados de Grawp mientras de esos trolls lo rodeaban gruñendo.

    Los trolles de pantano eran demasiado territoriales, pero estúpidamente pedantes para pensar que solo alguien de su talla era una amenaza más grande que una simple cucaracha que podían aplastar. Un gigante definitivamente era una amenaza incluso uno “pequeño”.

    Grawp esquivó apenas uno de los mazos de las criaturas, sin embargo otro le dio en la espalda y lo tiró de bruces de rodillas arrancándole un gruñido.

    ― ¡No! ¡Déjenlo en paz! ―prorrumpió Hagrid despojándose de la túnica de Gryffindor lanzándose con un salto hacia uno de ellos.

    Parte del instinto de su sangre surgió en ese momento, pensó solo en golpear una y otra vez hasta que no se moviera. Cuando el troll estuvo en el piso y él tuvo la oportunidad para dar el golpe de gracia se retiró, su objetivo no era hacer daño si no salvarlo.

    Hubo varias ocasiones en las que Hagrid fue objeto de burla, la gente ignorante quiere un mundo iguales, despreciando lo destaca, incluso en el mundo de la magia, noblemente Hagrid nunca devolvió la agresión.

    No le importaba las cosas que le ocurrieran con él, pero si alguien por extraña razón terminaba siendo cercano, él lo protegería a toda costa y como no lo haría en esta situación, era su hermano.

    Cuando la batalla terminó, Grawp lo miraba atónito, pensó que estaba asustado, pero era justo lo contrario, los trolls huían y el brazo izquierdo le dolía, seguramente estaría roto, pero esa mirada valía la pena, pues reconocía de sí mismo, hace tiempo observando a su padre, lo mirada como su héroe.

    *********************************

    Lua Italo era un muchacho delgaducho de pelo rizado y unas patillas muy largas que perfilaban su rostro, acaba de entrar ese año y luego de cuatro semanas se sentaba cabizbajo en el gran comedor, siempre triste y cabizbajo, Hagrid no evitar recordarse a su mismo años atrás cuando como un balde de agua fría su sueño de ser aceptado había quedado atrás, aquí también era un extraño.

    ― ¿Iras con él Hagrid? ― preguntó tímidamente Myrtle mientras caminaba hacia la mesa para comer.

    ― El parece como nosotros ¿no te parece? ―le cuestionó.

    ―Yo…yo… la verdad no lo sé, creo que no quiero ir, adiós…―declaró tartamudeando mientras se sentaba de espaldas.

    Hagrid viró los ojos y presionó sus puños, decidido, era demasiada la bondad en las personas que mantenía luego de tanto que le había pasado en su vida.

    ― Los panques de chocolate saben deliciosos, deberías probar algunos―declaró Rubeus mientras le acercaba uno con lo que creía era una sonrisa amistosa.

    El chico levantó los ojos y se hecho hacia atrás mirándolo con sus dientes mostrándose como una mazorca entre sus dos mejillas regordetas y mechones de pelo rizado.

    ― Hueles como cabra o algo así.

    Esas palabras hirieron a Hagrid que bajó la mano y buscó darse la vuelta.

    ― Espera… no lo digo de mala manera, espero que no te parezca extraño, pero, me agrada, me recuerda mi infancia en la granja de los abuelos. ¿Me puedes dar un poco? La verdad se ve muy bueno.

    ― ¡Claro!

    ― Me llamo Rubeus Hagrid.

    ― ¿No te importa hablar conmigo? ―preguntó el niño con tristeza

    ― ¿Por qué sería así? ― preguntó el chico semi-gigante extrañado.

    ― Mi padre…él, bueno es distinto― respondió con palabras tropezadas y un tono bajo.

    ― ¿Distinto?, no lo comprendo.

    ― Es…bueno pues es un hombre lobo.

    Hagrid se mostró asombrado, el chico acostumbrado espero a que este se levantara y se alejaba como si lo estuviera persiguiendo un animal salvaje.

    Hagrid sonrió ampliamente pero esta ocasión de manera genuina, le ofreció un panque y él tomó otro, atiborrados de panque compartieron un buen momento, uno aparentemente simple pero maravilloso.

    Este perduraría, ayudándole a Lua a mantener su frente alto cuando que tenía que irse por la infamia de lo que era, no sintió ganas de llorar ni un poco a pesar de las protestas de multitud que se había reunido solo para asegurarse que se fuera, pues su amigo Hagrid estaba allí.

    ****************************

    Había una multitud reunida, conformada por varios estudiantes e incluso profesores emocionados, aquel día en el colegio de magia y hechicería, un escritor famoso se encontraba entre ellos.

    Varios levantaban sus libros con la esperanza de que fueran firmados, otros llevaban sus mascotas mágicas en sus brazos, el orador caminaba modestamente con los hombros encogidos y una media sonrisa saludando un poco de cuando en cuando.

    Hagrid permanecía a lo lejos sentado en las sillas de un umbral, sin percatarse que Albus su profesor estaba parado junto a él.

    ― ¿Te encuentras solo de nuevo Hagrid? ― preguntó Dumbledore.

    Rubeus levantó la mirada y se exaltó, levantó la mirada y suspiró. Dumbledore era la única persona que lo aceptado, no solo eso, si no que todo aquello que lo alejaba de otros, para él parecía fascinarle, como si fuera alguien especial.

    ― Es solo, que no sabría qué hacer.

    ― Él sabe de criaturas mágicas, seguro que se llevarían bien― señaló el profesor apoyándose en la pared y sentándose junto a él.

    ― Yo, no sé.

    ― ¿Te gustan mis calcetines? ―preguntó divertido mientras levantaba un poco su túnica.

    A Hagrid siempre le hacían sonreír ese tipo de preguntas un tanto extrañas. Tenía ante él unas prendas a rayas con diversos colores.

    Afirmó con la cabeza.

    ― A casi nadie le gustaban, al principio ni a mi…―confesó― luego descubrí que eran fantásticos ¿sabes por qué?.

    Negó.

    ― Pues…

    Se escuchó de pronto un siseo que se intensificó hasta volverse un chirrido, una manta de color azulado pareció abrirse y provocó gritos de varios estudiantes, la criatura abrió sus alas y comenzó a avanzar entre la multitud que se apartaba asustada, su portador en varias ocasiones buscó atraparla en vano ante los movimientos bruscos de la multitud, varios profesores lanzaron hechizos a la criatura que los repelía con facilidad, su coraza escamosa estaba diseñada para eso.

    ― Todos tienen que calmarse, puedo controlarlo…―declaraba en vano mientras sus palabras eran menguadas por los gritos de la multitud.

    Era un Swooping Evil, un hibrido entre un reptil y una mariposa, considerado desconsideradamente letal por los inexpertos, provocando solo escenas como las que acontecían en ese momento.

    Nervioso y alterado por los gritos la criatura estuvo por lanzarse encima de una chica, pero algo sorpresivamente la detuvo.

    Era un silbido, uno claro y alto que lograda sobrepasar el barbullo de la multitud, el sonido era agudo pero melodioso, como el de una flauta de pan, la criatura se vio atraída a este instantemente, volando de la misma manera ansiosa como hacia la chica, pero más parecida al ojo experto que haría un niño cuando al salir del colegio ve a su mamá esperándole y corre hacia ella.

    Para el asombro del escritor, de la multitud y del mismo Dumbledore, las grandes manos de Hagrid eran las que se habría para recibirlo mientras se volvía nuevamente un pequeño capullo verde.

    El muchacho caminó decidido hacia el invitado, extendió sus manos y este recibió a su amigo complacido, las personas aplaudieron un tanto desconcertadas por un momento, hasta que se volvió un vitoreo.

    Dumbledore le alcanzó el paso y puso su mano el hombro, extendiéndola hacia el hombre frente a él.

    ― Se salieron las cosas un poco de control Newt.

    ― Por suerte tiene estudiantes talentosos que pueden hacerse cargo―le respondió este sacudiendo su cabello.

    ― Lo es, algo así como unos calcetines únicos y especiales.

    Hagrid se sintió feliz, como no recordaba que lo fuera hace tiempo.

    *********************

    A pesar de la oscuridad de los pasillos Hagrid lograba ver, sus manos temblaban por ansiedad y miedo mientras su mente intentaba ordenar sus ideas, Aragog emergió del armario donde residía y su apariencia monstruosa que a otros causaría temor, a él produjo alivio.

    Se encontraba bien, podría sacarlo de allí a salvo.

    Se escucharon pasos cercanos, acelerados y firmes, una figura se dibujó al final del pasillo, los ojos negros de Tom Ryddle emergieron de la oscuridad, le pareció imaginar que arrastraban un poco de ella.

    Él era un muchacho de quinto año que la mayoría de los alumnos y maestros consideraban un estudiante excepcional, parecía lograr con suma facilidad cualquier hechizo y encantamiento, a muchas de las chicas les atraía por su actitud misteriosa y los chicos le admiraban, equipararlos era ver el día y la noche, aunque en su interior fuese lo contrario.

    A Hagrid le había parecido grandioso en un principio que este comenzara a hablarle, que en algunas ocasiones le hiciera algunas preguntas sobre lo que era, sin mostrarse aversivo si no sumamente interesado.

    De alguna manera lo habría creído su amigo, tanto como para buscar desafiar a Albus cuando le había aconsejado que guardara su distancia con él, se encontraba por averiguar la razón.

    ― Es suficiente Hagrid, es todo― declaró desafiante. ― la criatura de la cámara mató a una persona y lo que el director debe de hacer es matar al responsable, ¡hazte a un lado!.

    Hagrid se sintió traicionado, una persona a la que le había llamado amigo, con el que imaginó sentirse aceptado, ahora lo acusaba de algo terrible.

    Durante los últimos meses había habido ataques sobre los hijos de los no magos, donde los estudiantes aparecían petrificados, los padres al enterarse habían corrido la voz y muchas familias amenazaban con retirar a sus hijos y exigir que colegio cerrara.

    Ahora alguien había muerto

    Hagrid se vio sumergido en un ataque de pánico, se observó a sí mismo en una celda en Azkaban y Aragog…él.

    ― ¡Aragog no hizo nada! ―prorrumpió con firmeza.

    No importara lo que pasara no iba a permitir que nada le ocurriera. Imaginó ver los ojos vidriosos de la acromantula fijos en él, por más que se le tachara como algo letal y peligroso, tenía miedo como cualquier criatura lo tendría.

    ― Los monstruos nos son mascotas Hagrid― indicó sombrío.

    Este fue punto de divergencia de esta realidad, mientras Hagrid se quedó paralizado siendo incapaz de hacer algo cuando Ryddle lanzó el primer disparo a Aragog, en este momento no puso evitar recordar a su padre cubriéndole mientras otros le acusaban de haber lastimado a sus hijos al no medir su fuerza. A Rubeus Hagrid le apasionaban las criaturas mágicas, sobre todo aquellas que se les tachaba igual que como muchas ocasiones lo habían llamado a él: monstruo. Su papá le enseñó que también se les puede querer, a veces son los que necesitan más amor.

    El disparo le impactó en el cuerpo y rebotó, su piel más gruesa aportado por su lado feérico lo otorgaba esa aptitud, Ryddle presionó los dientes furioso y desesperado, se encontraba interponiéndose entre él y sus planes. Lanzó un segundo disparo este destellando el otro color, Hagrid lo contuvo por unos momentos, aunque segundos después un intenso dolor invadió su pierna.

    ― ¡Cruxio!… ¿no podías dejármelo fácil mastodonte estúpido?, es solo una estúpida criatura.

    ― ¡Aragog vete! ―exclamó desesperado intentando reponerse.

    La acromantula permaneció encogida en un rincón.

    ― La mataré y me aclamaran como un estúpido héroe, tú terminaras en Azkaban hasta tus últimos días de tu miserable vida.

    ― Tom, déjala vivir, por favor…

    ― ¿Suplicas por su vida y no por la tuya bruto?, debilidad por tu padre sangre sucia, igual que chica estúpida que terminó falleciendo en los baños.

    Hagrid sintió una punzada de coraje al escuchar el insulto a su padre y sintió otro al escuchar sobre la chica, pues la conocía.

    ― ¿Los baños? ¿Myrtle?... ― cuestionó con una voz apagada.

    Éste solo respondió con una sonrisa despreciable.

    Rubeus sintió pena por ella, rememoró en lo entusiasmada que se veía el día que ingreso, tan ansiosa de hacer amigos y vivir la magia que la rodeaba y como entre burlas, molestias e insultos fueron menguando ese entusiasmo hasta que solo se veía ir y venir de mala gana sin querer hablar con nadie o pasar su tiempo llorando en el baño y había sido justo allí donde había terminado.

    Sintió un impotencia, al pensar que nadie se percataría de su paradero, porque a nadie le había interesado, nadie más buscaría hacer algo por lo que le había ocurrido, solo él podía.

    El dolor de su pierna cesó de golpe, mientras su araña esquivaba apenas el segundo hechizo, ya encontraban en el pasillo. Hagrid corrió y tacleó a Riddle, este cayó de bruces pues no se encontraba preparado para un ataque, tenía tan menospreciado a Hagrid que pensó que bastaría la tortura que le había propinado para que se quedara en el piso, vio a su varita escapar de sus manos por la caída, el peso del cuerpo del semi-gigante le impidió moverse.

    ― ¡Accio! ― declaró evocando la varita hacia él.

    Hagrid dio un fuerte puñetazo a su mano apenas la tocó, sin embargo soportando el dolor Riddle lanzó un nuevo hechizo que lanzó a Hagrid por los aires y al el lo impulsó hasta levantarse.

    ― ¡Te mataré igual! ―gritó furioso― ¡Avada ke…!

    Hadrid había levantado su varita lanzando una intensa ráfaga de fuego expulsándolo varios metros, nuevamente habían infravalorado sus capacidades. En clase había demostrado tener aptitudes, no aprendía en todas las ocasiones a la primera, pero había logrado replicar hechizos con cierta complejidad con magia no verbal, como ese incendio.

    Tom Riddle se alzó de nuevo con magia, con un grito intentó lanzar un nuevo hechizo pero esta vez fue la acromantula Aragog la que lo atacó encajando sus colmillos en su brazo, esto provoco que su disparo fallara por demasiado zigzaguenado la descarga de magia por la pared. Sacudió su mano y la criatura salió por los aires.

    El semi-gigante temió lo peor, pues conocía esa luz verdosa mortal, pero allá a lo lejos observó a su compañero arácnido moverse débilmente.

    Hagrid siguió avanzando hacia él y Ryddle se vio sorprendido a verse en este punto, el veneno hacia efecto al instante y apenas podía sostener su brazo.

    ―¡Maldición! ― protestó entre dientes.

    Con sus últimas fuerzas en el brazo lanzó dos hechizos, el primero lo elevó en los aires alejándolo a toda velocidad y el otro desplomó parte del techo del colegio sobre su perseguidor. Hagrid apenas tuvo tiempo de cubrirse con las manos del impacto.

    Pasaron varios minutos y Riddle emergió de nuevo avanzando con cierta petulancia, se le veía un tanto más repuesto en sus heridas pero se notaba que no había podido hacer demasiado contra el envenenamiento.

    ― Todos conocerán el poder del heredero de Slytherin. ― anunció desquiciado Ryddle

    En todos sus planes, sueños de grandeza y fantasias oscuras, había imaginado que alguien como él le hiciera frente, imaginó que solo Albus Dumbledore sería capaz de enfrentar sus esplendidas habilidades para al final de manera inevitable sucumbir de igual manera ante su poder. Sin embargo estaba envenenado, herido, golpeado, se sentía completamente humillado y se vengaría a toda costa.

    Hagrid emergió de los escombros malherido, un hilo de sangre le brotaba de la cabeza y uno de sus brazos le quedaba colgante y sin fuerza, rojo, además de cojear de una de sus piernas.

    ― Maldito sangre sucia…sigues con vida, entiende que no eres nadie.

    Una monstruosa criatura emergió destrozando cimientos del castillo, era una gigantesca serpiente de la que emergía tal malevolencia que Hagrid no fue capaz de sentir al positivo por ella. Mantuvo la mirada baja por el agotamiento cubriendo sus ojos con los mechones de su pelo, sin saberlo de momento se encontraba cubierto ante su principal poder.

    Sin embargo Hagrid se sintió pequeño, débil, indefenso, por un momento las palabras de Ryddle le perforaron y le dolieron más que las heridas de su cuerpo. Pues demasiadas ocasiones se lo habían repetido, había llegado a creer él mismo ¿cómo podría ganarle? ¿Cómo pensaría en ser más fuerte?.

    Muchos estudiantes y maestros comenzaron a surgir ante el escándalo producido pero retrocedían y se ocultaban ante la presencia del mortal basilisco, susurraban ante la escena inédita de aquella batalla, ante la verdad innegable de cuanto se habían equivocado ellos al juzgar quien estaba del lado de la luz y quien de la oscuridad.

    ― No te rindas Hagrid…― exclamó una voz y Rubeus reconoció la chica que había salvado hace meses.

    Los maestros y prefectos comenzaron a hacer retroceder a todos pues sabían que no eran capaces de desafiar un poder así. Pero Hagrid lo era, por la esperanza que siempre depositó su padre en él, por la añoranza en los ojos de su hermano, la fe que le tenía el más grande mago de todos los tiempos Dumbledore.

    ― ¡Aresto momentum! ― exclamó Hagrid dispararando contra sus adversarios.

    El hechizo alentador duró apenas unos segundos hasta el cuerpo monstruoso del basilisco, pero fue el tiempo suficiente para poder correr hacia el exterior con la esperanza que lo siguiera.

    La criatura rompió uno de los muros en trizas y lo siguió con Ryddle como guía hacia las colinas que llevaban al bosque prohibido.

    ― Deja de huir y enfrentame― le gritaba desafiante lanzándole varios hechizos buscando aturdirlo.

    Podría haberlo impactado con la espalda con una maldición mortal, pero con lo que le había hecho pasar, quería hacerlo sufrir, varios le impactaron pero Hagrid soprendentemente seguía de pie.

    Entonces de detuvo y le hizo frente. Precavido observaba hacia abajo guiado por la sombra del reptil proyectado por la luna.

    ― Vipera ivanesca…― susurró Hagrid.

    Una niebla oscura rodeo apenas el rostro del bascilisco que lo sacudía un poco para desvanecerla.

    ― Eso es patético ¿Cómo piensas enfrentarme? ¿Alguna leyenda por ser un verdadero grynfindor tal vez?

    ― No, solo mi hermano…― declaró.

    El piso tembló de pronto, como si enormes tambores resonaran, en otras realidades Grawp no había llegado siquiera a la vida de Hagrid en este punto, pero aquí, se había refugiado en el bosque prohibido hace más de un año siendo visitado por su hermano constantemente.

    ― ¡No la mires a los ojos! ― le advirtió

    Ryddle entendió su plan, el hechizo era un seguro para inutilizar momentáneamente la principal arma del bascilisco, por si por alguna razón tenía que ver.

    El gigante surgía de pronto cubriendo obedientemente su mano su mano izquierda y estirando la derecha, como si de un niño agitando una cuerda se tratara tomaba a la serpiente del cuerpo y sin dejar de avanzar la estrellaba con brutalidad con los árboles y en el piso una y otra vez, la serpiente se retorcía buscando liberarse, Hagrid tomaba fuerzas sobre humanas y corría para ayudar a su hermano.

    ―¡Grawp al lago! ¡Llévala al lago!.

    ― ¡Mi bascilisco!, no te dejaré…

    ― Ve, no dejes que te muerda, yo lo enfrentaré.

    Por unos minutos Tom y Hagrid estuvieron a la par, el último compensaba su falta de gracia por su cuerpo inmune y recibía con fortaleza los hechizos no letales que podía resistir dando tiempo de contrarrestalos.

    Grawp afirmaba estirándola con ambas manos para que no pudiera moverse.

    ― Haz que se mire a si misma…― le señaló― no mires tu…

    El gigante obedeció y en segundos la criatura cesó de moverse, Grawp con desagrado la soltó en el piso, ya petrificada.

    ― ¡No! ¡No! ― exclamaba Riddle― esto no debía ser así…¡Avada…!...

    Su varita salía expulsaba por los aires y luego él con otro hechizo. Albus Dumbledore apuntaba frente a ellos con firmeza su varita.

    ― Me parece director Dipper hemos dado con el responsable de los ataques, yo mismo notificaré a Azkaban.

    El anciano director solo afirmaba sin dar crédito a lo que veían sus ojos.

    Hagrid conciente del dolor que sentía ahora que todo había pasado se tiraba en el piso, agitado levantaba la cara intentando ponerse de pie de nuevo, dándose cuenta que probablemente su pierna también estuviera rota. A lo lejos entre los arboles observó alejarse a Aragog que jamás lo olvidaría y recordaría enseñar a sus hijos, la razón por la que Hagrid lo había salvado: la amistad y lo importante que esta era.

    ― Ahora todos querrán usar calcetines tuyos mi querido Hagrid― le decía dándole una palmada― ¡valgame! Nunca había mirado un gigante de tan cerca, fascinante.

    ― Es mi hermano, lo presentaré. Grawp, el es Albus Dumbledore, alguien que siempre creyó en mi.

    Timidamente Grawp hacia un gesto que parecía un intento de salido, para luego tomar al director de la cintura y alzarlo.

    ― ¡Por Merlin!

    ― Grawmp, no estoy jugando, bájalo ahora. ― le ordenaba Hagrid.

    Su hermano apenado lo ponía en el piso y sonreía tímidamente, con esto todos, hasta el anciano y gruñón director de Hogwarts se ponía a reír.
     
    Última edición: 9 Septiembre 2020
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    Jamás lo hubiera pensado así aunque no suena del todo irreal y de verdad me habría gustado que Hagrid hubiera sido reconocido como inocente de los crímenes de Riddle; pero claro, si esto hubiera pasado nada de la trama de Harry Potter podría haberse escrito como la conocimos (a menos que Voldemort se fugara de Azkaban en el tiempo preciso, pero no tendría un grupo de seguidores ni mucho menos para hacer todo el daño que hizo)

    Bueno, como sea a mí me agradó tu planteamiento, así que gracias por escribir.
     
    Última edición: 5 Enero 2019
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  1. Poikachum
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